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LA HABITACIÓN SECRETA DE LA FAMILIA TEN BOOM

 
En absoluto silencio y en una completa oscuridad, seis personas, cuatro de ellas judías, permanecían encerradas en una minúscula habitación secreta. No había espacio para moverse, dos podían sentarse mientras que cuatro permanecían de pie. La Gestapo las buscaba por toda la casa, sabía que estaban escondidas en algún rincón, pero le era imposible descubrirlo: una falsa pared y un armario ocultaba el minúsculo habitáculo que los propietarios de la vivienda, la famila ten Boom, habían creado para salvar la vida de aquellas personas y la de cientos de judíos perseguidos y desesperados.


La familia ten Boom en 1902

La familia ten Boom estaba integrada por los padres, Casper y Cor; cuatro hijos, Betsie, Willem, Nollie y Corrie; y tres tías, Jan, Bep y Anna. Durante la ocupación nazi de Holanda, los ten Boom, ocultaron en su hogar, conocido como Béjé (en la calle Barteljorisstraat, nº 19, en el centro de Haarlem, Holanda), a numerosos judíos y a otras personas que temían ser obligadas a trabajar para los nazis.


Los cuatro hermanos de izquierda a derecha: Betsie, Willem, Nollie y Corrie


Casper era un relojero de gran prestigio en Haarlem. Durante el Holocausto, sus hijos ya eran mayores y su mujer había fallecido. Betsi y Corrie no se habían casado y vivían en el hogar familiar. En 1922, Corrie se convirtió en la primera mujer con licencia de relojero en los Países Bajos. Willem se había graduado en la escuela de teología y se había interesado enormemente por el problema del antisemitismo. En 1927, escribió un artículo sobre este tema. Nollie era maestra, estaba casada y tenía seis hijos.



Taller de relojería de los ten Boom. Casper, al fondo, rodeado de sus empleados

Los nazis ocuparon Haarlem aplicando unas estrictas normas de control de la población. A los ciudadanos no se les permitía abandonar sus hogares después del toque de queda, que pasó de las 9:00 a las 6:00 horas pm. El himno nacional holandés, “Wilhemus”, fue prohibido. La Gestapo reclutaba a todos los hombres de edades comprendidas entre los 17 y 30 para que trabajasen en fábricas o en el ejército. Los holandeses también conocían la persecución de los judíos y su reclusión en campos de concentración. La familia ten Boom sabía muy bien cuál sería su suerte si desafiaban a los nazis ayudando a judíos o a miembros de la Resistencia pero creyeron que era su deber hacerlo.


El Béjé, el hogar de la familia ten Boom. En la planta baja se encontraba la relojería y en la alta, la vivienda


Los cuatro hermanos ten Boom

En mayo de 1942, una mujer judía, elegantemente vestida y con una maleta en la mano, llamó a la puerta del hogar de los ten Boom. Muy nerviosa, le explicó a la familia que su marido había sido detenido varios meses antes y que su hijo había logrado huir. Los nazis la buscaban y tenía mucho miedo de regresar a su casa. Sabía que ellos habían ayudado a otra familia judía, los Weils, y se preguntaba si podría permanecer con ellos un tiempo.

Casper acogió a esta mujer y continuó ofreciendo su hogar como un lugar seguro hasta que los refugiados pudieran salir del país. Estas personas podían permanecer unos días o, incluso, meses en la casa de los ten Boom. Pero era necesario construir un escondite en el que pudieran ocultarse en caso de que los nazis vigilasen el barrio. En el dormitorio de Corrie se levantó una pared falsa de ladrillos que ocultaba una pequeña habitación. A este espacio se accedía a través de un estrecho pasadizo, que se hizo en la parte inferior de un armario, levantando un falso panel. Se colocaba una cesta con ropa de cama para llenar ese lugar y se cerraba la puerta del armario. Desde el exterior, era casi imposible descubrir el acceso a la habitación secreta.




En la imagen superior, la familia ten Boom aparece junto a algunos de los refugiados que vivieron en su hogar. Corrie es la segunda desde la izquierda en la fila superior; Casper se encuentra en frente de Corrie; Betsie está a la derecha, en la fila superior. La fotografía pertenece a Hans Poley, que sobrevivió al Holocausto (está en frente de Betsie).


La familia logró, después de numerosas prácticas, que las personas que escondiesen en su casa se introdujeran en la habitación oculta en sólo 70 segundos, después de que sonase la alarma. Durante ese tiempo, no sólo tenían que arrastrarse hasta el refugio, también debían ocultar cualquier objeto que los delatase, por ejemplo, colchones, almohadas y mantas, si era de noche, o vasos, platos y otros utensilios, si estaban comiendo.




En las imágenes superiores aparece la sala de estar, que era llamada la “habitación de la liberación”. Era el único lugar de la casa lo suficientemente grande como para que cupiesen todos. Las personas que vivían en la clandestinidad compartían con los miembros de la familia las diferentes tareas del hogar. Todos intentaban colaborar y apoyarse en aquella situación tan difícil.

En la casa había varias habitaciones que podían ocupar los refugiados, aunque no sobraba el espacio era posible adaptarse pero los alimentos sí eran un problema. Los no-judíos holandeses habían recibido una tarjeta de racionamiento con la que podían adquirir bonos semanales para comprar alimentos. Estos alimentos eran escasos de modo que era necesario acceder a más tarjetas de racionamiento. Corrie conocía muy bien a muchas familias de Haarlem, gracias a sus obras de caridad. Recordó que una pareja tenía una hija con discapacidad que ella había ayudado. El padre era un funcionario que estaba por entonces a cargo de la oficina de las tarjetas de racionamiento. Una noche, Corrie se presentó en la casa de este funcionario sin previo aviso. Él parecía saber cuál era el motivo. Cuando le preguntó cuántas tarjetas de racionamiento necesitaba, Corrie, que había ido a por cinco, sorprendentemente, se atrevió a pedirle cien.

La Gestapo, con la ayuda de un delator, detuvo a seis miembros de la familia el 28 de febrero de 1944 en torno a 12:30. Un individuo llamó a la puerta de los ten Boom pidiendo ayuda. Habían detenido a su mujer por ocultar a judíos y necesitaba dinero para sobornar a la policía y lograr su liberación. Corrie y Betsie no lo habían visto nunca y presentían que aquel individuo no era sincero pero ¿y si era cierto lo que decía? Después de un momento de duda, decidieron ayudarlo. Realmente, el hombre era un espía y, en unos minutos, oficiales nazis invadieron la casa. Sabían que algo comprometedor encontrarían en ella. Pero, además, Betsi tuvo un descuido que confirmó las sospechas. Los ten Boom colocaban en una ventana un signo para que las personas que necesitasen refugiarse en su casa supiesen que no había peligro y que era un buen momento. Si la situación cambiaba, el signo era retirado. Un miembro de la Gestapo, que vigilaba la casa desde el exterior, vio como Betsie retiró la señal de la ventana en el momento en que los oficiales allanaban la vivienda. Los alemanes, al descubrir que aquel símbolo era una señal de aviso, lo volvieron a colocar en su lugar y detuvieron a los que fueron llegando después, creyendo que la casa era segura. Unas treinta personas fueron detenidas y llevadas a prisión.


Sin embargo, las personas que se encontraban refugiadas en el hogar de los ten Boom sí pudieron ponerse a salvo. En aquel momento se encontraban en la casa cuatro judíos (dos hombres y dos mujeres) y dos trabajadores del metro, que lograron esconderse rápidamente en la habitación secreta. La señora más mayor, Mary Italle, tenía asma y tuvo muchas dificultades para acceder a la habitación secreta. Corrie la ayudó y cerró el panel del armario sólo unos segundos antes de que un policía nazi apareciese en su habitación. Los refugiados permanecieron en este pequeño espacio dos días y medio, sin comer ni beber.

Corrie y Betsy fueron interrogadas por miembros de la Gestapo, que les preguntaron una y otra vez dónde escondían a los judíos. Aunque fueron brutalmente golpeadas, las dos mujeres se negaron a hablar.

La Gestapo comenzó a inspeccionar la casa minuciosamente pero no encontró la habitación secreta. Los alemanes localizaron un lugar en la escalera en el que se escondían las tarjetas de racionamiento y los pasaportes falsos.

La familia ten Boom fue inmediatamente detenida. Un oficial se apiadó de Casper, que tenía 84 años, y le ofreció dejarlo libre si le aseguraba que no iba a causar más problemas en el futuro. Casper contestó que no podía prometérselo, de modo que también se lo llevaron.

Dos días después, un agente de la policía holandesa se puso al servicio de los alemanes que estaban vigilando la casa. Pero, en realidad, este individuo era miembro de la Resistencia y había acudido para intentar liberar a los refugiados. Encontró una oportunidad para sacarlos a través de los tejados de los vecinos, que colaboraron para que pudieran escapar. También el agente de policía tuvo que desaparecer para evitar el castigo de la Gestapo.

Por ayudar a los judíos la familia ten Boom fue enviada a diferentes cárceles y campos de concentración. La policía nazi subió a todos los detenidos en furgonetas y los llevó a la cárcel de la ciudad, una antiguo gimnasio. Después fueron enviados a la prisión de Scheveningen. Corrie y Betsie fueron separadas de su padre y ya no volvieron a verlo nunca más. Corrie tenía la gripe, por lo que fue puesta en régimen de aislamiento.

En prisión, Corrie llegó a enterarse de que su padre falleció a los diez días de su detención. También su hermano Willem, el hijo de éste, Christiaan, de 24 años, y otros miembros de su familia murieron como consecuencia de su encarcelamiento, pero de estas tristes noticias se enteraría mucho después.

Cuando se restableció de su enfermedad, Corrie asistió a su primera audiencia. El oficial Rhams llegó a apreciar a esta valerosa mujer y a tener cierta complicidad con ella. Le gustaba escuchar detalles de su vida familiar y, según afirmó la propia Corrie, las conversaciones que mantuvieron los dos trajeron algo de felicidad en aquella etapa tan dura de su vida.

Pero esta felicidad duró poco tiempo. Corrie, Betsie y otras reclusas fueron trasladadas a Vught, un campo de concentración en Holanda. Las condiciones eran terribles, mucho más severas que en el de Scheveningen. Si alguna norma se infringía, todo el campamento era castigado. A veces, los prisioneros eran enviados a un armario donde permanecían encerrados con las manos atadas por encima de sus cabezas.

Después de unos meses en Vught, que parecieron una eternidad, Betsie, Corrie y otros prisioneros fueron trasladados, de nuevo, a otro campamento. Esta vez, a la tierra más temida: Alemania.

Tras cuatro largos días de viaje, los prisioneros llegaron a Ravensbrück, próximo a Berlín, el lugar más horrible en el que Betsie y Corrie habían estado. Al menos en Vught y Scheveningen, los presos eran llamados por sus nombres pero en Ravensbrück sólo eran un número.

Las condiciones de vida en este campo de concentración eran inhumanas. Al parecer, más de 90.000 mujeres y niños perecieron en Ravensbrück. Betsie, cuya salud nunca había sido buena, pronto cayó enferma. Corrie suplicó a uno de los trabajadores de la cárcel que llevaran a su hermana al hospital, pero se aquel individuo se negó a hacerlo. Durante la enfermedad de Betsie, las hermanas planearon que dedicarían su vida a ayudar a las personas que sobrevivieran a los campos de concentración a superar las terribles secuelas físicas y psicológicas. Corrie escuchaba emocionada a Betsie, quería hacer realidad este sueño pero era consciente de que su hermana no estaría ya a su lado.

Finalmente, Betsie fue llevada al hospital pero era demasiado tarde. Corrie descubrió, días después, en la parte trasera del hospital varios cadáveres hacinados, uno de ellos era el de su hermana.

Sólo unos pocos días más tarde, llamaron a Corrie por su nombre. A ella le sorprendió porque estaba acostumbrada a ser sólo el prisionero 66730. Debía permanecer en el hospital por un tiempo y después quedaría libre. Como consecuencia de un error administrativo, Corrie logró sobrevivir. Existía una lista con las mujeres, mayores de 50 años, que debían ser exterminadas. Corrie, que ya tenía 53, no figuraba en esa lista, de modo que no fue conducida a la cámara de gas, en la que murieron las miles de mujeres que aparecían en la lista. Fue puesta en libertad el 25 de diciembre de 1944



Corrie ten Boom

Después de su liberación, Corrie realizó el sueño que quiso compartir con ella su hermana. Creó un campamento al que podían acudir las víctimas del nazismo. También escribió un best-seller titulado El escondite, en el que narraba las duras experiencias que vivieron los miembros de su familia durante la guerra.

Corrie murió el 15 de abril de 1983, con 91 años.

En la actualidad, la casa de los ten Boom se ha convertido en un Museo y son muchas las personas que han visitado esta residencia, que se encuentra exactamente igual que en la época de la ocupación nazi. Un gran agujero en la falsa pared ha dejado al descubierto la habitación secreta y los visitantes pueden, durante los momentos que permanecen en ella, imaginar el horror que vivieron aquellas seis víctimas del Holocausto que permanecieron más de dos días hacinadas en un pequeño espacio, angustiadas, sin poder hablar y en la más completa oscuridad.

Requisitos para un avivamiento Por Oswald Smith

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24)

Ésta ha sido la historia de la obra del avivamiento a lo largo de todos los siglos. Noche tras noche se han predicado sermones sin que ellos surtieran ningún efecto, hasta que algún anciano o diácono estalla en una agonía de confesión y, yendo a aquél al que ha dañado, le ruega perdón. O alguna mujer que ha sido muy activa en la obra, y que se hunde y en lágrimas de arrepentimiento confiesa públicamente que ha estado murmurando acerca de alguna otra hermana, o que no se habla con la persona al otro lado del pasillo. Entonces, cuando se halla hecho confesión y restitución, con la dura tierra derribada, el pecado al descubierto y reconocido, entonces y no hasta entonces, el Espíritu de Dios viene sobre la audiencia y un avivamiento desciende sobre la comunidad.
Por lo general hay tan solamente un pecado, un pecado que constituye el obstáculo. Había un Acán en el campamento de Israel. Y Dios señalará con Su dedo justo el lugar. Y no lo sacará hasta que se haya actuado con respecto al obstáculo.
¡Oh! entonces, roguemos primero con la oración de David cuando él clamó: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24). Y tan pronto como el obstáculo del pecado haya sido eliminado del camino, Dios vendrá en un poderoso avivamiento.

Una ciudad de iglesias llena,
grandes y eruditos oradores,
bella música, órganos y coros;
si todos fallan, entonces ¿qué?
Buenos obreros, fervientes, deseosos,
que hora tras hora trabajan con ardor;
pero ¿dónde, oh, dónde, mi hermano,
está el todopoderoso hacer de Dios?

Refinamiento ¡educación!
Desean lo mejor.
Sus planes y designios, perfectos.
No se dan descanso alguno;
consiguen del talento lo mejor,
tratan de hacerlo superior,
pero, oh, hermano, su necesidad
es el Espíritu Santo de Dios.

Gastaremos nuestro dinero y tiempo
y predicaremos con sabiduría grande,
pero la simple educación
empobrecerá al pueblo de Dios.
Dios no quiere humana sabiduría,
no busca sonrisas ganar;
sino que, oh hermano ¡necesitamos,
que el pecado abandonado sea ya!

Es el Espíritu Santo
que el alma vivifica.
Dios no aceptará al hombre adoración,
ni aceptará el control humano.
Ni humana innovación,
ni habilidad o arte mundano,
podrán dar constricción,
ni quebrantar el corazón del pecador.

Podemos humana sabiduría tener,
grandes cantos y triunfos:
buen equipo podrá haber,
pero en esto no hay bendición.
Dios quiere un vaso puro y limpio,
labios ungidos y veraces,
un hombre del Espíritu llenado,
que proclame todo Su mensaje.

Gran Dios ¡avívanos en verdad!
y mantennos cada día;
que todos puedan reconocerte,
vivimos como oramos.
La mano del Señor no se ha acortado,
todavía es Su delicia bendecir,
si huimos de todo mal,
y todo nuestro pecado confesamos.

Nota: Este poema fue escrito por Samuel Stevenson que me introdujo por vez primera a algunos de los guerreros de la oración y que me enseñó muchas de estas grandes verdades

Los agentes que promueven el avivamiento.

Normalmente, hay tres agentes[2] que se usan en la conversión de un pecador, y un instrumento. Los agentes son: Dios, el pecador y otra persona que habla (predica) la verdad. La verdad misma es el instrumento. A veces, hay solamente dos agentes: Dios y el pecador.



3.1 Dios se usa a sí mismo en la conversión de pecadores, en dos distintas maneras: por su providencia y por su Espíritu.

3.1.1. Por su providencia, arregla los eventos en la vida de un pecador de tal manera que la mente de éste y la verdad se encuentren. O sea, Dios guía al pecador a un lugar donde escucha la verdad o la ve en la vida de otra persona. Es muy interesante escuchar el testimonio de cómo Dios ha obrado esto en las vidas de las personas, y de cómo Dios arregla todas los eventos a favor de un avivamiento. A veces usa algo temporal, una enfermedad u otra circunstancia para que el pecador esté dispuesto a darse cuenta de la verdad. A veces, Dios envía a un ministro al pecador… ¡justo al momento necesario! O, el pecador escucha una cierta verdad bíblica… ¡exactamente al momento oportuno!

3.1.2 Por su Espíritu Santo, Dios habla la verdad a la mente del pecador. Y pues Dios sabe todo lo que hay en la mente de una persona, y sabe la historia de él, puede usar la verdad que se precisa en ese momento. Además, Dios puede reforzar esa verdad con poder divino. Da tal fuerza, vida y poder a la verdad, que el pecador siente convicción y muchas veces se vuelve de su rebelión y se rinde al Señor. Bajo la influencia del Espíritu Santo, la verdad corta y quema como fuego en la conciencia. La verdad ungida con el Espíritu revela y quebranta el orgullo del pecador, como si un monte hubiera caído sobre él.

Si los hombres estuvieran dispuestos a obedecer a Dios por naturaleza, la sola lectura de la Biblia y la predicación de ella, hechas por los hombres, serían suficientes para que ellos aprendieran de Dios. Pero, pues los hombres son por naturaleza inclinados a rebelarse en contra de Dios, Dios usa su Espíritu Santo para iluminar la verdad y convencer a los pecadores; de tal manera que no pueden resistir; se rinden y se convierten.

3.2 Muchas veces, los hombres son agentes en la conversión de los pecadores. Los hombres no son los instrumentos en la conversión de pecadores. El instrumento es la verdad. Sin embargo, el predicador (u otra persona que habla a un pecador) es un agente que usa la verdad. Y la obra del predicador no se hace sin la voluntad de él mismo. Por esto, el predicador es un agente activo en la conversión de los pecadores.

3.3 El pecador mismo es un agente en su propia conversión, porque éste tiene que obedecer la verdad que entiende. Por esto, es imposible que se convierta un pecador sin ser él un agente en su propia conversión. Sin embargo, Dios y otro hombre (el predicador, por ejemplo) le influyen.

Los hombres influyen en otros no solamente por sus palabras, sino por sus miradas, lágrimas y los demás hechos de la vida diaria. Por ejemplo, si un hombre inconverso tiene una esposa piadosa, las miradas, la ternura, la compasión y la dignidad de ella le impactarán y serán un sermón para él en todo tiempo, porque ella ha sido moldeada y conformada a la imagen de Cristo. Si él no se esfuerza en pensar en otras cosas, toda la vida de ella le será un reproche y será igual de escuchar un sermón continuo.

Como seres humanos, estamos acostumbrados a leer el aspecto de nuestros vecinos. Y los pecadores siempre están leyendo el estado de la mente de los cristianos, fijándose en los ojos. Si los ojos de un cristiano demuestran liviandad, ansiedad o tristeza, los pecadores lo notarán. Pero si lucen del Espíritu Santo, los impíos lo notarán y muchas veces caen en la convicción, sólo por haber mirado al aspecto de un cristiano.

En cierta ocasión, un cristiano[3] fue a visitar una fábrica para ver la maquinaria que estaba allí. La mente de él estaba llena de pensamientos solemnes, pues recién había llegado de un avivamiento. Los trabajadores de la fábrica conocían al visitante y sabían que era cristiano fiel. Al pasar éste, mirando a la maquinaria, una joven trabajadora susurró algo tonto a su compañera, riendo. El cristiano lo escuchó y se paró, mirando a la joven con tristeza. Esa mirada le trajo tanta convicción a ella que no podía seguir trabajando. Trató de componerse, mirando la ventana. Una y otra vez trataba seguir trabajando, sin lograr nada. Después de varios intentos infructuosos, se sentó. Luego el cristiano se le acercó y habló con ella, lo cual hizo penetrar más profundamente la convicción.

De repente, como un fuego devorador, la convicción pasó por toda la fábrica, tanto que dentro de unas horas casi todos los trabajadores se sentían convencidos de pecado. El dueño, quien no era creyente, fue asustado, ¡tanto que pidió que todos parasen su trabajo y orasen! Dijo que era más importante que se salvará a los trabajadores, a que siguieran el trabajo. Y dentro de unos días, el dueño y casi todos los trabajadores se convirtieron.

Así, llegó el avivamiento, solamente por razón del serio comportamiento del cristiano. Sus ojos que lucían compasión y su aspecto solemne reprendieron la liviandad de esa joven y le trajeron la convicción del pecado. Una sola mirada trajo el avivamiento (por supuesto, es cierto que había otras influencias también) a una fábrica.

Todo esto digo para decir que si los cristianos entran profundamente en la religión, producirán grandes efectos a dondequiera que vayan. Pero si son fríos y bromistas, hacen huir la convicción de pecado.

Conozco a una persona que estaba bajo la convicción de pecado. Pero un día me percaté que casi toda la convicción se había ido de ella. Le pregunté qué había pasado, y ella me respondió que estuvo toda la tarde con algunos amigos que profesaron ser cristianos. Pero la verdad es que éstas fueron personas bromistas y frívolas: y así, por estar entre ellos, compartiendo en sus vanidades, causó que la convicción saliera de su corazón. Sin duda, esos profesores hipócritas, por su tontería, ayudaron a destruir a esa persona, porque la convicción del pecado nunca volvió a ella.

Concluyo esta sección diciendo que la iglesia tiene que usar el instrumento (la verdad) para que se conviertan los pecadores. Los pecadores no pueden convertirse por sí mismos. Es la responsabilidad de la iglesia promulgar la verdad y la responsabilidad del pecador recibirla. Así que, para traer el avivamiento, hay que difundir la verdad, presentándola a las mentes de los perdidos, y ellos tiene que escoger: recibirla y obedecerla, o resistirla y desecharla.

Un avivamiento de la religión genuina no es un milagro.

1.1 Un milagro es algo en que Dios interfiere para obrar, poniendo al lado las leyes de la naturaleza. En este sentido, el avivamiento no es un milagro, porque el mismo ocurre dentro de las leyes de la mente humana.

1.2 El avivamiento tampoco es un milagro según otra definición de milagro: algo que sucede sobrenaturalmente. De veras, el avivamiento puede ocurrir dentro de las leyes de la naturaleza, ocupando los poderes naturales de la mente humana. Cuando alguien se arrepiente, no está usando poderes sobrenaturales. Solamente está usando sus poderes naturales en una manera diferente, para la gloria de Dios.

1.3 Un avivamiento no depende de un milagro. Es solamente el resultado del debido uso de las habilidades naturales de arrepentirse y humillarse. No obstante, las medidas usadas para traer un avivamiento no producirán efectos sin la bendición de Dios. Es igual que una semilla. Las semillas no nacerán sin la bendición de Dios. No se puede decir que una cosecha ocurrió sin la bendición de Dios, pero a la vez es una de las leyes de la naturaleza que las semillas nacen, crecen y dan fruto. Así también es con el avivamiento: es el resultado de las leyes de la naturaleza, con la bendición de Dios.

Los apóstoles hicieron milagros, pero el avivamiento hubiera podido ocurrir sin ésos. El avivamiento ocurrió junto con los milagros, pero los avivamientos mismos no fueron milagros.

¿Cuáles son las leyes que las semillas obedecen para poder producir frutos? Simplemente son las que Dios ha puesto en la naturaleza. En la Biblia, la Palabra de Dios se compara con una semilla, y los resultados de ella se comparan con los frutos. Y igual que el fruto es el producto de las leyes de la naturaleza, el avivamiento es el producto de las leyes de la naturaleza.

Ojalá que esta verdad se profundice en tu mente, porque desde hace mucho tiempo se ha pensado que el avivamiento es algo muy peculiar, y el mismo no se puede producir sino por medio de un milagro. O sea, muchos piensan que el avivamiento no tiene nada que ver con lo normal, ni se puede producir por las leyes de “causa y efecto”. Esta doctrina es muy peligrosa y no tiene razón.

Imagínate que alguien hubiera enseñado a los agricultores que, pues Dios es soberano, él va a dar una cosecha solamente cuando él lo quisiera, y por esto será en vano cultivar la tierra y sembrar semilla. Pues, si tratamos de cultivar y sembrar, no estamos dejando todo en las manos del Soberano Dios. Además, no hay relación entre el sembrar y el cosechar.

¿Qué tal de esa doctrina? ¡Si los agricultores la hubieran creído, todos morirían de hambre!

El mismo resultado pasa si la iglesia cree que el avivamiento es sólo el regalo de la soberanía de Dios, y que no existen leyes de causa y efecto en el avivamiento. ¿Cuáles serán los resultados de esta doctrina? ¡Una y otra generación irían al infierno! Millones y millones de personas han ido al infierno mientras que la iglesia espera que Dios los salve sin usar las leyes de la naturaleza. ¡Ésta es la obra del diablo; el engañador! Porque la ley del avivamiento es igual a la del sembrar y cosechar.

Existe una verdad acerca de la soberanía de Dios que se debe notar. Es la de continuación: Lo que es necesario para la vida (la comida y el abrigo) siempre se puede conseguir fácilmente, siguiendo las sencillas leyes de la naturaleza. Lo de lujo es más difícil obtener, y lo que es dañino muchas veces necesita mucha labor[1]. Así es con lo espiritual también: para recibir bendiciones espirituales, solamente se tienen que usar las maneras que Dios nos ha dado.

SMITH WIGGLESWORTH “Apóstol de la Fe”.





UNA VIDA ESFORZADA
Smith Wigglesworth nació en Yorkshire, Inglaterra, en el seno de una familia muy pobre y empezó a trabajar desde los seis años de edad durante 12 horas al día, por tal razón nunca fue a la escuela. A los ocho años se convirtió en una Iglesia Metodista Wesleyana y empezó a predicar el Evangelio de Jesucristo, la primera persona a la que llevó a los pies de Cristo fue a su propia mamá. A los diez años se fue a la Iglesia Anglicana y allí fue confirmado. A los dieciséis años se fue al Ejército de Salvación, y a los veinte años se fue a trabajar en Liverpool en donde comenzó a dar de comer a los niños pobres de los muelles, con su propio sueldo.
Luego se fue a Bradford en donde se estableció permanentemente y desarrolló un negocio de plomería. Allí conoció a la joven que habría de ser su esposa y se casó con ella.
Polly, su esposa, fue una gran bendición para su vida: fue ella quien le enseñó a leer y escribir; también fue ella quien con su dulzura ayudó a moldear el temperamento fuerte de su marido. Ella predicaba el Evangelio en campañas de salvación y él era ujier: saludaba a las personas en la puerta, repartía himnarios y hablaba con los recién convertidas en el altar. Los días martes, los esposos Wigglesworth acostumbraban ir a la ciudad de Leeds, en donde se desarrollaba una reunión semanal de oración por los enfermos. Allí fue sanada su esposa.

Un día, los líderes de su Iglesia decidieron viajar a una Convención Cristiana y le pidieron a Wigglesworth que dirigiera los servicios de la Iglesia en Bradford, mientras ellos regresaban, encargo que él aceptó con renuencia. En esa primera reunión en la que Wigglesworth predicó, a pesar de su inexperiencia y de su falta de títulos académicos, 15 personas fueron sanadas por Dios. Muy sorprendido, Wigglesworth concluyó que Dios lo había hecho por misericordia con los enfermos y principalmente con él.
Posteriormente el mismo Smith Wigglesworth sufrió una grave apendicitis que lo tuvo a las puertas de la muerte, porque él se negó a ser operado, pero una pareja de jovenes vino a visitarlo y el joven oró por él diciendo: “Fuera demonio en el nombre de Jesús” e inmediatamente Wigglesworth se sintió bien y recuperó sus fuerzas. Para sorpresa de todos se sintió tan bien, que en ese mismo momento se fue a hacer un trabajo de plomería que le solicitó una señora.



Teniendo como base estos testimonios en otros y en sí mismo, comenzó su ministerio de sanidad antes de recibir el Bautismo del Espíritu Santo, y llegó a ser conocido como predicador en el pueblo de Bradford y en los alrededores cercanos, en donde ministró hasta los 48 años de edad. En sus servicios llevaba a muchos a los pies de Cristo, y oraba por los enfermos.
Algunas personas criticaban su falta de educaciòn formal, pero él no se dejaba llevar a discusiones teológicas, sino que decía: “No soy erudito, soy hombre de un solo libro: La Biblia”.

LA TRANSFORMACIÓN DE SU MINISTERIO
En 1907, a la edad de 48 años, recibió el Bautismo del Espíritu Santo, y se convirtió en un Evangelista único, su temperamento y su forma de vivir cambiaron radicalmente. Smith Wigglesworth fue llamado por Dios al ministerio evangelístico para ir a las naciones de la tierra, y a partir de entonces trabajó siempre con total independencia respecto de las denominaciones, pero con mucha cercanía y amor con los Pastores e Iglesias que le abrieron las puertas.

Dios lo llevó a ministrar en grandes reuniones de sanidad y milagros, en las que impartía fe a las multitudes, predicaba el mensaje de salvación, oraba por los enfermos y desafiaba a los creyentes a recibir el Bautismo del Espíritu Santo. En la puerta de su sede de Bowland Street había un aviso que decía: “Yo soy tu Dios que te sana”. Esto causaba un gran impacto en las personas que lo leían.
Tuvo que padecer durante varios años de su ministerio, dolorosos cálculos renales que le producían constantes hemorragias; sin embargo se rehusó a ser operado y esperó, con fe inquebrantable en la sanidad divina, hasta que finalmente en un servicio de milagros él mismo fue sanado y expulsó veinte cálculos. Llegó a ser conocido como el “Apóstol de la Fe”. Su ministerio se caracterizaba por grandes milagros y señales extraordinarias (incluso hay registradas cerca de veinte resurrecciones en su ministerio).
Muchas personas se sorprendían por sus métodos, que algunas veces parecían rudos pero que traían bendición a las personas. El decía: “No se puede tratar suavemente al diablo” y también decía: “Dios es tan grande. Siempre tiene algo nuevo”. En los libros que se han escrito acerca de él, encontramos las mejores formas de orar y las más diversas formas de ministrar y fuera de lo común, seguidas de sorprendentes sanidades y milagros extraordinarios.

EL ELIAS DEL SIGLO XX
Smith Wigglesworth tenía una presencia imponente que irradiaba autoridad. Era cortés y amable pero austero. Estaba lleno de la compasión, el amor y la fe de Dios, y desafiaba a sus oyentes a tener hambre y sed de la Presencia de Dios. Decía que: “nada en el mundo puede fascinarnos tanto como estar cerca de Dios”.
Solamente con llegar a un lugar causaba impacto a su alrededor, porque se sentía la Presencia del Espíritu Santo en él. No aceptaba lisonjas porque para él era claro que la gloria solo es para el Señor Jesús, y era implacable con los vanidosos que se atrevían a decir que eran siervos de Dios.
Smith Wigglesworth encarnaba la fe y el amor; tenía un perfecto equilibrio entre la profunda espiritualidad de un siervo ungido y la absoluta practicidad de un hombre sabio. Un ejemplo de su amor pastoral se deja ver en su costumbre de usar saco y zapatos delgados cuando predicaba al aire libre, así se daba cuenta cuando las personas más pobres empezaran a sentir frío y sabía que era hora de acabar la reunión. 
Era particularmente generoso: con los hermanos, con las Iglesias, y especialmente con los pobres. Ofrecía unas cenas especiales para personas muy pobres basándose en las palabras de Jesús en Lucas 14:13-14: “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. El daba un breve mensaje evangelístico en estas cenas y muchas personas se convertían.
Se movía siempre de acuerdo con lo que el Espíritu Santo le decía, casi siempre empezaba orando en lenguas e interpretando el mensaje, se deleitaba en la adoración y especialmente le gustaba el himno SOLO CREER, su oración era poderosa y conmovía el trono de Dios. Una vez en una campaña evangelística en Noruega le pidió a Dios algo diferente y el Señor le dijo: “Esta noche todas las almas serán salvas”, y fue tal la unción que se derramó sobre el auditorio que el hermano Wigglesworth lo describió como la experiencia más increíble que había tenido hasta ese entonces.

Su amada esposa Polly falleció en 1913, pero antes tuvo que convencerlo que Dios la estaba llamando, porque él no cesaba de orar para que no muriera. Solo hasta que Dios le habló, Wigglesworth la dejó partir, pero la extrañó por siempre. Desde que ella murió, su hija Alice lo acompañaba en los viajes porque su único hijo varón falleció tempranamente en 1915.

UN PRECIOSO LEGADO
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y el gobierno inglés le pidió a todos los extranjeros que abandonaran Gran Bretaña por su propia protección, por esta causa el Dr. Lester Sumrall se fue a despedir de Smith Wigglesworth. En esa ocasión, sabiendo que la despedida podía ser para siempre, Wigglesworth oró con gran pesar, y en ese momento tuvo una visión gloriosa que el Dr. Sumrall relata de la siguiente manera en su libro “Pioneros de la Fe”:
“Veo el más grande avivamiento en la historia de la humanidad que viene al mundo como nunca antes se vio. Y veo a los muertos levantarse. Veo toda clase de enfermedades que son sanadas. Veo hospitales enteros vacíos….. Me dijo que iban a haber incontables y numerosísimas multitudes siendo salvas. Ninguna persona va a poder decir son tantos los que se convirtieron porque nadie va a poder contarlos dada la gran cantidad que representarán. Ninguna enfermedad va a poder hacer frente al pueblo de Dios. Este será un avivamiento mundial, no local, me dijo, una explosión del poder de Dios y de la unción de Dios sobre toda la humanidad. Entonces abrió sus ojos, y mirándome, dijo: Yo no lo veré, pero tú si lo verás. El Señor dice que yo debo ir a recibir mi recompensa, pero que tú verás la poderosa obra que Él hará sobre la tierra en los últimos días.”


Smith Wigglesworth murió el 12 de Marzo de 1947, a la edad de 87 años, sin sufrir enfermedad alguna a pesar de su avanzada edad y su fuerte trabajo. El fruto de su vida y su ministerio aún nos desafía; pero su mayor legado fue el ejemplo de su fe en el Dios de los imposibles, su amor por las almas y insaciable búsqueda y comunión con el Espíritu Santo.
En nosotros aún resuenan sus palabras de exhortación para que nos entreguemos a una genuina adoración a Dios:
“Algunas personas se quedan satisfechas con algo bueno; otras quieren algo mejor. Para mí lo único suficiente es lo mejor de todo, mejorado.”
“Quiero llevarlos a un lugar de insatisfacción; un lugar donde ya nunca volverán a estar satisfechos,
solo satisfechos con una satisfacción que no puede ser satisfecha.”

“Brasil es el país más grande del mundo evangélico”, afirma ex pastor de Kaká


“Brasil es el país más grande del mundo evangélico”, afirma ex pastor de Kaká  
Esteban Hernández, aprovechó para decirle a los cientos de pastores presentes que la fecha de la Marcha para Jesús 2012, será en Sao Paulo, el 14 de julio. Al igual que las anteriores marchas se pretende reunir a evento millones de personas en la capital del estado 
Durante el desayuno de la CIEAB (Confederación de Iglesias Evangélicas Apostólicas de Brasil) que tuvo lugar en el Salón de Avivamiento, realizado este pasado lunes, el apóstol Estevam Hernandes, pastor de la Iglesia Renacer en Cristo, predijo que Brasil es el país más grande del mundo evangélico.
La reunión dirigida es dirigida a los líderes de ministerios destinados a compartir la Palabra de Dios y unirse con las iglesias de visión apostólica explica el presidente de la CIEAB.

“La confederación es una visión de Dios para estar unidos en Cristo Jesús, queremos que la iglesia crezca sólidamente en Brasil y el objetivo es desarrollar líderes dentro de la visión apostólica”, dijo Estevam Hernandes, quien fue pastor del futbolista brasileño Kaká y su esposa.
El desayuno incluyó una presentación de Jordana Cantarelli del grupo Renascer Praise dirigido por la obispa Sonia Hernandes. En la reunión estuvo el pastor estadounidense John Hull, que es parte del ministerio de John Maxwell, reconocido mundialmente por tener una experiencia en liderazgo.
Estevam Hernandes, aprovechó para decirle a los cientos de pastores presentes que la fecha de la Marcha para Jesús 2012, será en Sao Paulo, el 14 de julio. Al igual que las anteriores marchas se pretende reunir a evento millones de personas en la capital del estado.

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LA HABITACIÓN SECRETA DE LA FAMILIA TEN BOOM

 
En absoluto silencio y en una completa oscuridad, seis personas, cuatro de ellas judías, permanecían encerradas en una minúscula habitación secreta. No había espacio para moverse, dos podían sentarse mientras que cuatro permanecían de pie. La Gestapo las buscaba por toda la casa, sabía que estaban escondidas en algún rincón, pero le era imposible descubrirlo: una falsa pared y un armario ocultaba el minúsculo habitáculo que los propietarios de la vivienda, la famila ten Boom, habían creado para salvar la vida de aquellas personas y la de cientos de judíos perseguidos y desesperados.


La familia ten Boom en 1902

La familia ten Boom estaba integrada por los padres, Casper y Cor; cuatro hijos, Betsie, Willem, Nollie y Corrie; y tres tías, Jan, Bep y Anna. Durante la ocupación nazi de Holanda, los ten Boom, ocultaron en su hogar, conocido como Béjé (en la calle Barteljorisstraat, nº 19, en el centro de Haarlem, Holanda), a numerosos judíos y a otras personas que temían ser obligadas a trabajar para los nazis.


Los cuatro hermanos de izquierda a derecha: Betsie, Willem, Nollie y Corrie


Casper era un relojero de gran prestigio en Haarlem. Durante el Holocausto, sus hijos ya eran mayores y su mujer había fallecido. Betsi y Corrie no se habían casado y vivían en el hogar familiar. En 1922, Corrie se convirtió en la primera mujer con licencia de relojero en los Países Bajos. Willem se había graduado en la escuela de teología y se había interesado enormemente por el problema del antisemitismo. En 1927, escribió un artículo sobre este tema. Nollie era maestra, estaba casada y tenía seis hijos.



Taller de relojería de los ten Boom. Casper, al fondo, rodeado de sus empleados

Los nazis ocuparon Haarlem aplicando unas estrictas normas de control de la población. A los ciudadanos no se les permitía abandonar sus hogares después del toque de queda, que pasó de las 9:00 a las 6:00 horas pm. El himno nacional holandés, “Wilhemus”, fue prohibido. La Gestapo reclutaba a todos los hombres de edades comprendidas entre los 17 y 30 para que trabajasen en fábricas o en el ejército. Los holandeses también conocían la persecución de los judíos y su reclusión en campos de concentración. La familia ten Boom sabía muy bien cuál sería su suerte si desafiaban a los nazis ayudando a judíos o a miembros de la Resistencia pero creyeron que era su deber hacerlo.


El Béjé, el hogar de la familia ten Boom. En la planta baja se encontraba la relojería y en la alta, la vivienda


Los cuatro hermanos ten Boom

En mayo de 1942, una mujer judía, elegantemente vestida y con una maleta en la mano, llamó a la puerta del hogar de los ten Boom. Muy nerviosa, le explicó a la familia que su marido había sido detenido varios meses antes y que su hijo había logrado huir. Los nazis la buscaban y tenía mucho miedo de regresar a su casa. Sabía que ellos habían ayudado a otra familia judía, los Weils, y se preguntaba si podría permanecer con ellos un tiempo.

Casper acogió a esta mujer y continuó ofreciendo su hogar como un lugar seguro hasta que los refugiados pudieran salir del país. Estas personas podían permanecer unos días o, incluso, meses en la casa de los ten Boom. Pero era necesario construir un escondite en el que pudieran ocultarse en caso de que los nazis vigilasen el barrio. En el dormitorio de Corrie se levantó una pared falsa de ladrillos que ocultaba una pequeña habitación. A este espacio se accedía a través de un estrecho pasadizo, que se hizo en la parte inferior de un armario, levantando un falso panel. Se colocaba una cesta con ropa de cama para llenar ese lugar y se cerraba la puerta del armario. Desde el exterior, era casi imposible descubrir el acceso a la habitación secreta.




En la imagen superior, la familia ten Boom aparece junto a algunos de los refugiados que vivieron en su hogar. Corrie es la segunda desde la izquierda en la fila superior; Casper se encuentra en frente de Corrie; Betsie está a la derecha, en la fila superior. La fotografía pertenece a Hans Poley, que sobrevivió al Holocausto (está en frente de Betsie).


La familia logró, después de numerosas prácticas, que las personas que escondiesen en su casa se introdujeran en la habitación oculta en sólo 70 segundos, después de que sonase la alarma. Durante ese tiempo, no sólo tenían que arrastrarse hasta el refugio, también debían ocultar cualquier objeto que los delatase, por ejemplo, colchones, almohadas y mantas, si era de noche, o vasos, platos y otros utensilios, si estaban comiendo.




En las imágenes superiores aparece la sala de estar, que era llamada la “habitación de la liberación”. Era el único lugar de la casa lo suficientemente grande como para que cupiesen todos. Las personas que vivían en la clandestinidad compartían con los miembros de la familia las diferentes tareas del hogar. Todos intentaban colaborar y apoyarse en aquella situación tan difícil.

En la casa había varias habitaciones que podían ocupar los refugiados, aunque no sobraba el espacio era posible adaptarse pero los alimentos sí eran un problema. Los no-judíos holandeses habían recibido una tarjeta de racionamiento con la que podían adquirir bonos semanales para comprar alimentos. Estos alimentos eran escasos de modo que era necesario acceder a más tarjetas de racionamiento. Corrie conocía muy bien a muchas familias de Haarlem, gracias a sus obras de caridad. Recordó que una pareja tenía una hija con discapacidad que ella había ayudado. El padre era un funcionario que estaba por entonces a cargo de la oficina de las tarjetas de racionamiento. Una noche, Corrie se presentó en la casa de este funcionario sin previo aviso. Él parecía saber cuál era el motivo. Cuando le preguntó cuántas tarjetas de racionamiento necesitaba, Corrie, que había ido a por cinco, sorprendentemente, se atrevió a pedirle cien.

La Gestapo, con la ayuda de un delator, detuvo a seis miembros de la familia el 28 de febrero de 1944 en torno a 12:30. Un individuo llamó a la puerta de los ten Boom pidiendo ayuda. Habían detenido a su mujer por ocultar a judíos y necesitaba dinero para sobornar a la policía y lograr su liberación. Corrie y Betsie no lo habían visto nunca y presentían que aquel individuo no era sincero pero ¿y si era cierto lo que decía? Después de un momento de duda, decidieron ayudarlo. Realmente, el hombre era un espía y, en unos minutos, oficiales nazis invadieron la casa. Sabían que algo comprometedor encontrarían en ella. Pero, además, Betsi tuvo un descuido que confirmó las sospechas. Los ten Boom colocaban en una ventana un signo para que las personas que necesitasen refugiarse en su casa supiesen que no había peligro y que era un buen momento. Si la situación cambiaba, el signo era retirado. Un miembro de la Gestapo, que vigilaba la casa desde el exterior, vio como Betsie retiró la señal de la ventana en el momento en que los oficiales allanaban la vivienda. Los alemanes, al descubrir que aquel símbolo era una señal de aviso, lo volvieron a colocar en su lugar y detuvieron a los que fueron llegando después, creyendo que la casa era segura. Unas treinta personas fueron detenidas y llevadas a prisión.


Sin embargo, las personas que se encontraban refugiadas en el hogar de los ten Boom sí pudieron ponerse a salvo. En aquel momento se encontraban en la casa cuatro judíos (dos hombres y dos mujeres) y dos trabajadores del metro, que lograron esconderse rápidamente en la habitación secreta. La señora más mayor, Mary Italle, tenía asma y tuvo muchas dificultades para acceder a la habitación secreta. Corrie la ayudó y cerró el panel del armario sólo unos segundos antes de que un policía nazi apareciese en su habitación. Los refugiados permanecieron en este pequeño espacio dos días y medio, sin comer ni beber.

Corrie y Betsy fueron interrogadas por miembros de la Gestapo, que les preguntaron una y otra vez dónde escondían a los judíos. Aunque fueron brutalmente golpeadas, las dos mujeres se negaron a hablar.

La Gestapo comenzó a inspeccionar la casa minuciosamente pero no encontró la habitación secreta. Los alemanes localizaron un lugar en la escalera en el que se escondían las tarjetas de racionamiento y los pasaportes falsos.

La familia ten Boom fue inmediatamente detenida. Un oficial se apiadó de Casper, que tenía 84 años, y le ofreció dejarlo libre si le aseguraba que no iba a causar más problemas en el futuro. Casper contestó que no podía prometérselo, de modo que también se lo llevaron.

Dos días después, un agente de la policía holandesa se puso al servicio de los alemanes que estaban vigilando la casa. Pero, en realidad, este individuo era miembro de la Resistencia y había acudido para intentar liberar a los refugiados. Encontró una oportunidad para sacarlos a través de los tejados de los vecinos, que colaboraron para que pudieran escapar. También el agente de policía tuvo que desaparecer para evitar el castigo de la Gestapo.

Por ayudar a los judíos la familia ten Boom fue enviada a diferentes cárceles y campos de concentración. La policía nazi subió a todos los detenidos en furgonetas y los llevó a la cárcel de la ciudad, una antiguo gimnasio. Después fueron enviados a la prisión de Scheveningen. Corrie y Betsie fueron separadas de su padre y ya no volvieron a verlo nunca más. Corrie tenía la gripe, por lo que fue puesta en régimen de aislamiento.

En prisión, Corrie llegó a enterarse de que su padre falleció a los diez días de su detención. También su hermano Willem, el hijo de éste, Christiaan, de 24 años, y otros miembros de su familia murieron como consecuencia de su encarcelamiento, pero de estas tristes noticias se enteraría mucho después.

Cuando se restableció de su enfermedad, Corrie asistió a su primera audiencia. El oficial Rhams llegó a apreciar a esta valerosa mujer y a tener cierta complicidad con ella. Le gustaba escuchar detalles de su vida familiar y, según afirmó la propia Corrie, las conversaciones que mantuvieron los dos trajeron algo de felicidad en aquella etapa tan dura de su vida.

Pero esta felicidad duró poco tiempo. Corrie, Betsie y otras reclusas fueron trasladadas a Vught, un campo de concentración en Holanda. Las condiciones eran terribles, mucho más severas que en el de Scheveningen. Si alguna norma se infringía, todo el campamento era castigado. A veces, los prisioneros eran enviados a un armario donde permanecían encerrados con las manos atadas por encima de sus cabezas.

Después de unos meses en Vught, que parecieron una eternidad, Betsie, Corrie y otros prisioneros fueron trasladados, de nuevo, a otro campamento. Esta vez, a la tierra más temida: Alemania.

Tras cuatro largos días de viaje, los prisioneros llegaron a Ravensbrück, próximo a Berlín, el lugar más horrible en el que Betsie y Corrie habían estado. Al menos en Vught y Scheveningen, los presos eran llamados por sus nombres pero en Ravensbrück sólo eran un número.

Las condiciones de vida en este campo de concentración eran inhumanas. Al parecer, más de 90.000 mujeres y niños perecieron en Ravensbrück. Betsie, cuya salud nunca había sido buena, pronto cayó enferma. Corrie suplicó a uno de los trabajadores de la cárcel que llevaran a su hermana al hospital, pero se aquel individuo se negó a hacerlo. Durante la enfermedad de Betsie, las hermanas planearon que dedicarían su vida a ayudar a las personas que sobrevivieran a los campos de concentración a superar las terribles secuelas físicas y psicológicas. Corrie escuchaba emocionada a Betsie, quería hacer realidad este sueño pero era consciente de que su hermana no estaría ya a su lado.

Finalmente, Betsie fue llevada al hospital pero era demasiado tarde. Corrie descubrió, días después, en la parte trasera del hospital varios cadáveres hacinados, uno de ellos era el de su hermana.

Sólo unos pocos días más tarde, llamaron a Corrie por su nombre. A ella le sorprendió porque estaba acostumbrada a ser sólo el prisionero 66730. Debía permanecer en el hospital por un tiempo y después quedaría libre. Como consecuencia de un error administrativo, Corrie logró sobrevivir. Existía una lista con las mujeres, mayores de 50 años, que debían ser exterminadas. Corrie, que ya tenía 53, no figuraba en esa lista, de modo que no fue conducida a la cámara de gas, en la que murieron las miles de mujeres que aparecían en la lista. Fue puesta en libertad el 25 de diciembre de 1944



Corrie ten Boom

Después de su liberación, Corrie realizó el sueño que quiso compartir con ella su hermana. Creó un campamento al que podían acudir las víctimas del nazismo. También escribió un best-seller titulado El escondite, en el que narraba las duras experiencias que vivieron los miembros de su familia durante la guerra.

Corrie murió el 15 de abril de 1983, con 91 años.

En la actualidad, la casa de los ten Boom se ha convertido en un Museo y son muchas las personas que han visitado esta residencia, que se encuentra exactamente igual que en la época de la ocupación nazi. Un gran agujero en la falsa pared ha dejado al descubierto la habitación secreta y los visitantes pueden, durante los momentos que permanecen en ella, imaginar el horror que vivieron aquellas seis víctimas del Holocausto que permanecieron más de dos días hacinadas en un pequeño espacio, angustiadas, sin poder hablar y en la más completa oscuridad.

Requisitos para un avivamiento Por Oswald Smith

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24)

Ésta ha sido la historia de la obra del avivamiento a lo largo de todos los siglos. Noche tras noche se han predicado sermones sin que ellos surtieran ningún efecto, hasta que algún anciano o diácono estalla en una agonía de confesión y, yendo a aquél al que ha dañado, le ruega perdón. O alguna mujer que ha sido muy activa en la obra, y que se hunde y en lágrimas de arrepentimiento confiesa públicamente que ha estado murmurando acerca de alguna otra hermana, o que no se habla con la persona al otro lado del pasillo. Entonces, cuando se halla hecho confesión y restitución, con la dura tierra derribada, el pecado al descubierto y reconocido, entonces y no hasta entonces, el Espíritu de Dios viene sobre la audiencia y un avivamiento desciende sobre la comunidad.
Por lo general hay tan solamente un pecado, un pecado que constituye el obstáculo. Había un Acán en el campamento de Israel. Y Dios señalará con Su dedo justo el lugar. Y no lo sacará hasta que se haya actuado con respecto al obstáculo.
¡Oh! entonces, roguemos primero con la oración de David cuando él clamó: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24). Y tan pronto como el obstáculo del pecado haya sido eliminado del camino, Dios vendrá en un poderoso avivamiento.

Una ciudad de iglesias llena,
grandes y eruditos oradores,
bella música, órganos y coros;
si todos fallan, entonces ¿qué?
Buenos obreros, fervientes, deseosos,
que hora tras hora trabajan con ardor;
pero ¿dónde, oh, dónde, mi hermano,
está el todopoderoso hacer de Dios?

Refinamiento ¡educación!
Desean lo mejor.
Sus planes y designios, perfectos.
No se dan descanso alguno;
consiguen del talento lo mejor,
tratan de hacerlo superior,
pero, oh, hermano, su necesidad
es el Espíritu Santo de Dios.

Gastaremos nuestro dinero y tiempo
y predicaremos con sabiduría grande,
pero la simple educación
empobrecerá al pueblo de Dios.
Dios no quiere humana sabiduría,
no busca sonrisas ganar;
sino que, oh hermano ¡necesitamos,
que el pecado abandonado sea ya!

Es el Espíritu Santo
que el alma vivifica.
Dios no aceptará al hombre adoración,
ni aceptará el control humano.
Ni humana innovación,
ni habilidad o arte mundano,
podrán dar constricción,
ni quebrantar el corazón del pecador.

Podemos humana sabiduría tener,
grandes cantos y triunfos:
buen equipo podrá haber,
pero en esto no hay bendición.
Dios quiere un vaso puro y limpio,
labios ungidos y veraces,
un hombre del Espíritu llenado,
que proclame todo Su mensaje.

Gran Dios ¡avívanos en verdad!
y mantennos cada día;
que todos puedan reconocerte,
vivimos como oramos.
La mano del Señor no se ha acortado,
todavía es Su delicia bendecir,
si huimos de todo mal,
y todo nuestro pecado confesamos.

Nota: Este poema fue escrito por Samuel Stevenson que me introdujo por vez primera a algunos de los guerreros de la oración y que me enseñó muchas de estas grandes verdades

Los agentes que promueven el avivamiento.

Normalmente, hay tres agentes[2] que se usan en la conversión de un pecador, y un instrumento. Los agentes son: Dios, el pecador y otra persona que habla (predica) la verdad. La verdad misma es el instrumento. A veces, hay solamente dos agentes: Dios y el pecador.



3.1 Dios se usa a sí mismo en la conversión de pecadores, en dos distintas maneras: por su providencia y por su Espíritu.

3.1.1. Por su providencia, arregla los eventos en la vida de un pecador de tal manera que la mente de éste y la verdad se encuentren. O sea, Dios guía al pecador a un lugar donde escucha la verdad o la ve en la vida de otra persona. Es muy interesante escuchar el testimonio de cómo Dios ha obrado esto en las vidas de las personas, y de cómo Dios arregla todas los eventos a favor de un avivamiento. A veces usa algo temporal, una enfermedad u otra circunstancia para que el pecador esté dispuesto a darse cuenta de la verdad. A veces, Dios envía a un ministro al pecador… ¡justo al momento necesario! O, el pecador escucha una cierta verdad bíblica… ¡exactamente al momento oportuno!

3.1.2 Por su Espíritu Santo, Dios habla la verdad a la mente del pecador. Y pues Dios sabe todo lo que hay en la mente de una persona, y sabe la historia de él, puede usar la verdad que se precisa en ese momento. Además, Dios puede reforzar esa verdad con poder divino. Da tal fuerza, vida y poder a la verdad, que el pecador siente convicción y muchas veces se vuelve de su rebelión y se rinde al Señor. Bajo la influencia del Espíritu Santo, la verdad corta y quema como fuego en la conciencia. La verdad ungida con el Espíritu revela y quebranta el orgullo del pecador, como si un monte hubiera caído sobre él.

Si los hombres estuvieran dispuestos a obedecer a Dios por naturaleza, la sola lectura de la Biblia y la predicación de ella, hechas por los hombres, serían suficientes para que ellos aprendieran de Dios. Pero, pues los hombres son por naturaleza inclinados a rebelarse en contra de Dios, Dios usa su Espíritu Santo para iluminar la verdad y convencer a los pecadores; de tal manera que no pueden resistir; se rinden y se convierten.

3.2 Muchas veces, los hombres son agentes en la conversión de los pecadores. Los hombres no son los instrumentos en la conversión de pecadores. El instrumento es la verdad. Sin embargo, el predicador (u otra persona que habla a un pecador) es un agente que usa la verdad. Y la obra del predicador no se hace sin la voluntad de él mismo. Por esto, el predicador es un agente activo en la conversión de los pecadores.

3.3 El pecador mismo es un agente en su propia conversión, porque éste tiene que obedecer la verdad que entiende. Por esto, es imposible que se convierta un pecador sin ser él un agente en su propia conversión. Sin embargo, Dios y otro hombre (el predicador, por ejemplo) le influyen.

Los hombres influyen en otros no solamente por sus palabras, sino por sus miradas, lágrimas y los demás hechos de la vida diaria. Por ejemplo, si un hombre inconverso tiene una esposa piadosa, las miradas, la ternura, la compasión y la dignidad de ella le impactarán y serán un sermón para él en todo tiempo, porque ella ha sido moldeada y conformada a la imagen de Cristo. Si él no se esfuerza en pensar en otras cosas, toda la vida de ella le será un reproche y será igual de escuchar un sermón continuo.

Como seres humanos, estamos acostumbrados a leer el aspecto de nuestros vecinos. Y los pecadores siempre están leyendo el estado de la mente de los cristianos, fijándose en los ojos. Si los ojos de un cristiano demuestran liviandad, ansiedad o tristeza, los pecadores lo notarán. Pero si lucen del Espíritu Santo, los impíos lo notarán y muchas veces caen en la convicción, sólo por haber mirado al aspecto de un cristiano.

En cierta ocasión, un cristiano[3] fue a visitar una fábrica para ver la maquinaria que estaba allí. La mente de él estaba llena de pensamientos solemnes, pues recién había llegado de un avivamiento. Los trabajadores de la fábrica conocían al visitante y sabían que era cristiano fiel. Al pasar éste, mirando a la maquinaria, una joven trabajadora susurró algo tonto a su compañera, riendo. El cristiano lo escuchó y se paró, mirando a la joven con tristeza. Esa mirada le trajo tanta convicción a ella que no podía seguir trabajando. Trató de componerse, mirando la ventana. Una y otra vez trataba seguir trabajando, sin lograr nada. Después de varios intentos infructuosos, se sentó. Luego el cristiano se le acercó y habló con ella, lo cual hizo penetrar más profundamente la convicción.

De repente, como un fuego devorador, la convicción pasó por toda la fábrica, tanto que dentro de unas horas casi todos los trabajadores se sentían convencidos de pecado. El dueño, quien no era creyente, fue asustado, ¡tanto que pidió que todos parasen su trabajo y orasen! Dijo que era más importante que se salvará a los trabajadores, a que siguieran el trabajo. Y dentro de unos días, el dueño y casi todos los trabajadores se convirtieron.

Así, llegó el avivamiento, solamente por razón del serio comportamiento del cristiano. Sus ojos que lucían compasión y su aspecto solemne reprendieron la liviandad de esa joven y le trajeron la convicción del pecado. Una sola mirada trajo el avivamiento (por supuesto, es cierto que había otras influencias también) a una fábrica.

Todo esto digo para decir que si los cristianos entran profundamente en la religión, producirán grandes efectos a dondequiera que vayan. Pero si son fríos y bromistas, hacen huir la convicción de pecado.

Conozco a una persona que estaba bajo la convicción de pecado. Pero un día me percaté que casi toda la convicción se había ido de ella. Le pregunté qué había pasado, y ella me respondió que estuvo toda la tarde con algunos amigos que profesaron ser cristianos. Pero la verdad es que éstas fueron personas bromistas y frívolas: y así, por estar entre ellos, compartiendo en sus vanidades, causó que la convicción saliera de su corazón. Sin duda, esos profesores hipócritas, por su tontería, ayudaron a destruir a esa persona, porque la convicción del pecado nunca volvió a ella.

Concluyo esta sección diciendo que la iglesia tiene que usar el instrumento (la verdad) para que se conviertan los pecadores. Los pecadores no pueden convertirse por sí mismos. Es la responsabilidad de la iglesia promulgar la verdad y la responsabilidad del pecador recibirla. Así que, para traer el avivamiento, hay que difundir la verdad, presentándola a las mentes de los perdidos, y ellos tiene que escoger: recibirla y obedecerla, o resistirla y desecharla.

Un avivamiento de la religión genuina no es un milagro.

1.1 Un milagro es algo en que Dios interfiere para obrar, poniendo al lado las leyes de la naturaleza. En este sentido, el avivamiento no es un milagro, porque el mismo ocurre dentro de las leyes de la mente humana.

1.2 El avivamiento tampoco es un milagro según otra definición de milagro: algo que sucede sobrenaturalmente. De veras, el avivamiento puede ocurrir dentro de las leyes de la naturaleza, ocupando los poderes naturales de la mente humana. Cuando alguien se arrepiente, no está usando poderes sobrenaturales. Solamente está usando sus poderes naturales en una manera diferente, para la gloria de Dios.

1.3 Un avivamiento no depende de un milagro. Es solamente el resultado del debido uso de las habilidades naturales de arrepentirse y humillarse. No obstante, las medidas usadas para traer un avivamiento no producirán efectos sin la bendición de Dios. Es igual que una semilla. Las semillas no nacerán sin la bendición de Dios. No se puede decir que una cosecha ocurrió sin la bendición de Dios, pero a la vez es una de las leyes de la naturaleza que las semillas nacen, crecen y dan fruto. Así también es con el avivamiento: es el resultado de las leyes de la naturaleza, con la bendición de Dios.

Los apóstoles hicieron milagros, pero el avivamiento hubiera podido ocurrir sin ésos. El avivamiento ocurrió junto con los milagros, pero los avivamientos mismos no fueron milagros.

¿Cuáles son las leyes que las semillas obedecen para poder producir frutos? Simplemente son las que Dios ha puesto en la naturaleza. En la Biblia, la Palabra de Dios se compara con una semilla, y los resultados de ella se comparan con los frutos. Y igual que el fruto es el producto de las leyes de la naturaleza, el avivamiento es el producto de las leyes de la naturaleza.

Ojalá que esta verdad se profundice en tu mente, porque desde hace mucho tiempo se ha pensado que el avivamiento es algo muy peculiar, y el mismo no se puede producir sino por medio de un milagro. O sea, muchos piensan que el avivamiento no tiene nada que ver con lo normal, ni se puede producir por las leyes de “causa y efecto”. Esta doctrina es muy peligrosa y no tiene razón.

Imagínate que alguien hubiera enseñado a los agricultores que, pues Dios es soberano, él va a dar una cosecha solamente cuando él lo quisiera, y por esto será en vano cultivar la tierra y sembrar semilla. Pues, si tratamos de cultivar y sembrar, no estamos dejando todo en las manos del Soberano Dios. Además, no hay relación entre el sembrar y el cosechar.

¿Qué tal de esa doctrina? ¡Si los agricultores la hubieran creído, todos morirían de hambre!

El mismo resultado pasa si la iglesia cree que el avivamiento es sólo el regalo de la soberanía de Dios, y que no existen leyes de causa y efecto en el avivamiento. ¿Cuáles serán los resultados de esta doctrina? ¡Una y otra generación irían al infierno! Millones y millones de personas han ido al infierno mientras que la iglesia espera que Dios los salve sin usar las leyes de la naturaleza. ¡Ésta es la obra del diablo; el engañador! Porque la ley del avivamiento es igual a la del sembrar y cosechar.

Existe una verdad acerca de la soberanía de Dios que se debe notar. Es la de continuación: Lo que es necesario para la vida (la comida y el abrigo) siempre se puede conseguir fácilmente, siguiendo las sencillas leyes de la naturaleza. Lo de lujo es más difícil obtener, y lo que es dañino muchas veces necesita mucha labor[1]. Así es con lo espiritual también: para recibir bendiciones espirituales, solamente se tienen que usar las maneras que Dios nos ha dado.

SMITH WIGGLESWORTH “Apóstol de la Fe”.





UNA VIDA ESFORZADA
Smith Wigglesworth nació en Yorkshire, Inglaterra, en el seno de una familia muy pobre y empezó a trabajar desde los seis años de edad durante 12 horas al día, por tal razón nunca fue a la escuela. A los ocho años se convirtió en una Iglesia Metodista Wesleyana y empezó a predicar el Evangelio de Jesucristo, la primera persona a la que llevó a los pies de Cristo fue a su propia mamá. A los diez años se fue a la Iglesia Anglicana y allí fue confirmado. A los dieciséis años se fue al Ejército de Salvación, y a los veinte años se fue a trabajar en Liverpool en donde comenzó a dar de comer a los niños pobres de los muelles, con su propio sueldo.
Luego se fue a Bradford en donde se estableció permanentemente y desarrolló un negocio de plomería. Allí conoció a la joven que habría de ser su esposa y se casó con ella.
Polly, su esposa, fue una gran bendición para su vida: fue ella quien le enseñó a leer y escribir; también fue ella quien con su dulzura ayudó a moldear el temperamento fuerte de su marido. Ella predicaba el Evangelio en campañas de salvación y él era ujier: saludaba a las personas en la puerta, repartía himnarios y hablaba con los recién convertidas en el altar. Los días martes, los esposos Wigglesworth acostumbraban ir a la ciudad de Leeds, en donde se desarrollaba una reunión semanal de oración por los enfermos. Allí fue sanada su esposa.

Un día, los líderes de su Iglesia decidieron viajar a una Convención Cristiana y le pidieron a Wigglesworth que dirigiera los servicios de la Iglesia en Bradford, mientras ellos regresaban, encargo que él aceptó con renuencia. En esa primera reunión en la que Wigglesworth predicó, a pesar de su inexperiencia y de su falta de títulos académicos, 15 personas fueron sanadas por Dios. Muy sorprendido, Wigglesworth concluyó que Dios lo había hecho por misericordia con los enfermos y principalmente con él.
Posteriormente el mismo Smith Wigglesworth sufrió una grave apendicitis que lo tuvo a las puertas de la muerte, porque él se negó a ser operado, pero una pareja de jovenes vino a visitarlo y el joven oró por él diciendo: “Fuera demonio en el nombre de Jesús” e inmediatamente Wigglesworth se sintió bien y recuperó sus fuerzas. Para sorpresa de todos se sintió tan bien, que en ese mismo momento se fue a hacer un trabajo de plomería que le solicitó una señora.



Teniendo como base estos testimonios en otros y en sí mismo, comenzó su ministerio de sanidad antes de recibir el Bautismo del Espíritu Santo, y llegó a ser conocido como predicador en el pueblo de Bradford y en los alrededores cercanos, en donde ministró hasta los 48 años de edad. En sus servicios llevaba a muchos a los pies de Cristo, y oraba por los enfermos.
Algunas personas criticaban su falta de educaciòn formal, pero él no se dejaba llevar a discusiones teológicas, sino que decía: “No soy erudito, soy hombre de un solo libro: La Biblia”.

LA TRANSFORMACIÓN DE SU MINISTERIO
En 1907, a la edad de 48 años, recibió el Bautismo del Espíritu Santo, y se convirtió en un Evangelista único, su temperamento y su forma de vivir cambiaron radicalmente. Smith Wigglesworth fue llamado por Dios al ministerio evangelístico para ir a las naciones de la tierra, y a partir de entonces trabajó siempre con total independencia respecto de las denominaciones, pero con mucha cercanía y amor con los Pastores e Iglesias que le abrieron las puertas.

Dios lo llevó a ministrar en grandes reuniones de sanidad y milagros, en las que impartía fe a las multitudes, predicaba el mensaje de salvación, oraba por los enfermos y desafiaba a los creyentes a recibir el Bautismo del Espíritu Santo. En la puerta de su sede de Bowland Street había un aviso que decía: “Yo soy tu Dios que te sana”. Esto causaba un gran impacto en las personas que lo leían.
Tuvo que padecer durante varios años de su ministerio, dolorosos cálculos renales que le producían constantes hemorragias; sin embargo se rehusó a ser operado y esperó, con fe inquebrantable en la sanidad divina, hasta que finalmente en un servicio de milagros él mismo fue sanado y expulsó veinte cálculos. Llegó a ser conocido como el “Apóstol de la Fe”. Su ministerio se caracterizaba por grandes milagros y señales extraordinarias (incluso hay registradas cerca de veinte resurrecciones en su ministerio).
Muchas personas se sorprendían por sus métodos, que algunas veces parecían rudos pero que traían bendición a las personas. El decía: “No se puede tratar suavemente al diablo” y también decía: “Dios es tan grande. Siempre tiene algo nuevo”. En los libros que se han escrito acerca de él, encontramos las mejores formas de orar y las más diversas formas de ministrar y fuera de lo común, seguidas de sorprendentes sanidades y milagros extraordinarios.

EL ELIAS DEL SIGLO XX
Smith Wigglesworth tenía una presencia imponente que irradiaba autoridad. Era cortés y amable pero austero. Estaba lleno de la compasión, el amor y la fe de Dios, y desafiaba a sus oyentes a tener hambre y sed de la Presencia de Dios. Decía que: “nada en el mundo puede fascinarnos tanto como estar cerca de Dios”.
Solamente con llegar a un lugar causaba impacto a su alrededor, porque se sentía la Presencia del Espíritu Santo en él. No aceptaba lisonjas porque para él era claro que la gloria solo es para el Señor Jesús, y era implacable con los vanidosos que se atrevían a decir que eran siervos de Dios.
Smith Wigglesworth encarnaba la fe y el amor; tenía un perfecto equilibrio entre la profunda espiritualidad de un siervo ungido y la absoluta practicidad de un hombre sabio. Un ejemplo de su amor pastoral se deja ver en su costumbre de usar saco y zapatos delgados cuando predicaba al aire libre, así se daba cuenta cuando las personas más pobres empezaran a sentir frío y sabía que era hora de acabar la reunión. 
Era particularmente generoso: con los hermanos, con las Iglesias, y especialmente con los pobres. Ofrecía unas cenas especiales para personas muy pobres basándose en las palabras de Jesús en Lucas 14:13-14: “Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. El daba un breve mensaje evangelístico en estas cenas y muchas personas se convertían.
Se movía siempre de acuerdo con lo que el Espíritu Santo le decía, casi siempre empezaba orando en lenguas e interpretando el mensaje, se deleitaba en la adoración y especialmente le gustaba el himno SOLO CREER, su oración era poderosa y conmovía el trono de Dios. Una vez en una campaña evangelística en Noruega le pidió a Dios algo diferente y el Señor le dijo: “Esta noche todas las almas serán salvas”, y fue tal la unción que se derramó sobre el auditorio que el hermano Wigglesworth lo describió como la experiencia más increíble que había tenido hasta ese entonces.

Su amada esposa Polly falleció en 1913, pero antes tuvo que convencerlo que Dios la estaba llamando, porque él no cesaba de orar para que no muriera. Solo hasta que Dios le habló, Wigglesworth la dejó partir, pero la extrañó por siempre. Desde que ella murió, su hija Alice lo acompañaba en los viajes porque su único hijo varón falleció tempranamente en 1915.

UN PRECIOSO LEGADO
En 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial y el gobierno inglés le pidió a todos los extranjeros que abandonaran Gran Bretaña por su propia protección, por esta causa el Dr. Lester Sumrall se fue a despedir de Smith Wigglesworth. En esa ocasión, sabiendo que la despedida podía ser para siempre, Wigglesworth oró con gran pesar, y en ese momento tuvo una visión gloriosa que el Dr. Sumrall relata de la siguiente manera en su libro “Pioneros de la Fe”:
“Veo el más grande avivamiento en la historia de la humanidad que viene al mundo como nunca antes se vio. Y veo a los muertos levantarse. Veo toda clase de enfermedades que son sanadas. Veo hospitales enteros vacíos….. Me dijo que iban a haber incontables y numerosísimas multitudes siendo salvas. Ninguna persona va a poder decir son tantos los que se convirtieron porque nadie va a poder contarlos dada la gran cantidad que representarán. Ninguna enfermedad va a poder hacer frente al pueblo de Dios. Este será un avivamiento mundial, no local, me dijo, una explosión del poder de Dios y de la unción de Dios sobre toda la humanidad. Entonces abrió sus ojos, y mirándome, dijo: Yo no lo veré, pero tú si lo verás. El Señor dice que yo debo ir a recibir mi recompensa, pero que tú verás la poderosa obra que Él hará sobre la tierra en los últimos días.”


Smith Wigglesworth murió el 12 de Marzo de 1947, a la edad de 87 años, sin sufrir enfermedad alguna a pesar de su avanzada edad y su fuerte trabajo. El fruto de su vida y su ministerio aún nos desafía; pero su mayor legado fue el ejemplo de su fe en el Dios de los imposibles, su amor por las almas y insaciable búsqueda y comunión con el Espíritu Santo.
En nosotros aún resuenan sus palabras de exhortación para que nos entreguemos a una genuina adoración a Dios:
“Algunas personas se quedan satisfechas con algo bueno; otras quieren algo mejor. Para mí lo único suficiente es lo mejor de todo, mejorado.”
“Quiero llevarlos a un lugar de insatisfacción; un lugar donde ya nunca volverán a estar satisfechos,
solo satisfechos con una satisfacción que no puede ser satisfecha.”

“Brasil es el país más grande del mundo evangélico”, afirma ex pastor de Kaká


“Brasil es el país más grande del mundo evangélico”, afirma ex pastor de Kaká  
Esteban Hernández, aprovechó para decirle a los cientos de pastores presentes que la fecha de la Marcha para Jesús 2012, será en Sao Paulo, el 14 de julio. Al igual que las anteriores marchas se pretende reunir a evento millones de personas en la capital del estado 
Durante el desayuno de la CIEAB (Confederación de Iglesias Evangélicas Apostólicas de Brasil) que tuvo lugar en el Salón de Avivamiento, realizado este pasado lunes, el apóstol Estevam Hernandes, pastor de la Iglesia Renacer en Cristo, predijo que Brasil es el país más grande del mundo evangélico.
La reunión dirigida es dirigida a los líderes de ministerios destinados a compartir la Palabra de Dios y unirse con las iglesias de visión apostólica explica el presidente de la CIEAB.

“La confederación es una visión de Dios para estar unidos en Cristo Jesús, queremos que la iglesia crezca sólidamente en Brasil y el objetivo es desarrollar líderes dentro de la visión apostólica”, dijo Estevam Hernandes, quien fue pastor del futbolista brasileño Kaká y su esposa.
El desayuno incluyó una presentación de Jordana Cantarelli del grupo Renascer Praise dirigido por la obispa Sonia Hernandes. En la reunión estuvo el pastor estadounidense John Hull, que es parte del ministerio de John Maxwell, reconocido mundialmente por tener una experiencia en liderazgo.
Estevam Hernandes, aprovechó para decirle a los cientos de pastores presentes que la fecha de la Marcha para Jesús 2012, será en Sao Paulo, el 14 de julio. Al igual que las anteriores marchas se pretende reunir a evento millones de personas en la capital del estado.