Corea del Norte es el bastión más
exuberante del socialismo neandertal. Adorar al líder por sobre todas
las cosas y odiar al enemigo imperialista, son dos principios
consagrados en la formación social, moral y cívica de esta curiosa
nación en la que uno de cada veinte ciudadanos pertenece a la milicia a
la espera de un ataque masivo, y donde las políticas colectivistas han
provocado hambrunas que han barrido con más de dos millones de personas en las pasadas dos décadas.
Su desnutrición es palmaria. El 28% de su infancia sufre de raquitismo, según el Programa Mundial de los Alimentos
de la ONU. La estatura promedio del ciudadano de a pie está ocho
centímetros por debajo de la de sus vecinos de Corea del sur y su renta
per cápita es veinte veces inferior a la del odiado mellizo capitalista.
Por otra parte, los campos de trabajo forzado siguen abiertos como en
la Rusia de Stalin, en cuyo Ejército Rojo, Kim Il-sung, fundador de la
dinastía, fue capitán. No obstante, la población de este país que se
autodescribe como el “paraíso de los obreros” supone que vive en una
tierra boyante y bien encaminada, pues carece de puntos de referencia
para comprender su real situación: el estado les prohíbe el derecho a
informarse y les niega toda referencia proveniente del exterior. Sólo
conocen lo que Amadísimo Líder permite que conozcan.
En el paraíso de los trabajadores, el
linaje de los Kim aplica la misma fórmula que la República Popular China
empleó para capitalizarse: crea franjas económicas “especiales” para la
inversión extranjera. Ahí trabajan los locales por sueldos que su
estado es incapaz de pagar. Salarios de hambre en occidente, pero
altísimos en el vergel socialista. El problema está en que el dinero no
lo reciben los trabajadores. Se emplea un modelo que Cuba conoce muy
bien. Aquel en el que médicos y odontólogos cobran una miseria, viven
hacinados en condiciones muchas veces insalubres, al mando de un
comisario del partido, y el dinero grueso –correspondiente al pago de su
trabajo– va a manos de los amos de la isla. Sólo en crudo, los jerarcas
de La Habana se llevan más de 100.000 barriles diarios en condiciones
preferentes (para un mínimo de 3.600 millones de dólares al año), que
dicha nación “devuelve” con poco más de 40.000 trabajadores de la salud.
Las dictaduras de Cuba y Corea del Norte
han encontrado un gran filón echando mano al viejo “modo de producción
esclavista”, magníficamente descrito por Marx y Engels. Es en este tipo
de arreglo donde el estado socialista y las transnacionales
imperialistas suelen darse la mano tras bastidores. Los unos alquilan
fuerza de trabajo esclava. Los otros la adquieren a precios de gallina
flaca, sin prestaciones de ninguna índole, fórmula que en sus países
originarios les estaría prohibida. En 2012, según Los Angeles Times,
Corea del Norte alquiló 40.000 ciudadanos a China, sin contar la cuota
de leñadores que arrienda a Rusia y el contingente que renta en la
frontera a la propia Corea del Sur. De acuerdo con la cadena de tiendas
británica Edinburgh Woollen Mill, los norcoreanos “Son buenos
trabajadores. Nunca se quejan”. ¿No fue Marx quien dijo que “El
comunismo (…) no quita sino el poder de apropiarse del trabajo de otro”?
Con tales epígonos, el camarada debe estarse revolviendo en su tumba.
Según Andrei Lankov, autor de The Real North Korea: Life and politics in the Failed Stalinist Utopia,
Corea del Norte es el país que proporcionalmente cuenta con más presos
políticos en el mundo: alrededor de 100.000. Uno de cada 50 adultos es
soplón a sueldo. También existen los Inminban, equivalentes de
los Comités de Defensa de la Revolución cubanos, grupos de entre 20 y 40
familias por localidad que vigilan y se vigilan unas a otras. Todos
pertenecen al partido, la liga juvenil, la liga de las mujeres o al
sindicato. La disidencia simplemente no es concebible: al ser acusado
del delito de traición –o de cualquiera de los cargos acomodaticios,
delineados para impedir cualquier tipo de oposición–, el reo y toda su
familia son encerrados por años en los inclementes campos de
prisioneros.
Organizaciones como la Alianza de
Ciudadanos para los Derechos Humanos en Corea del Norte, entre otras,
han denunciado así mismo la esclavitud infantil como fenómeno corriente
en esa nación. El fotógrafo francés, Eric Lafforgue, pudo ingresar, quedarse varios meses y fotografiar la realidad de ese país antes de ser expulsado, en un trabajo divulgado a posteriori
por el Daily Mail. El Informe de la Comisión de Investigación sobrelos
Derechos Humanos en la República Popular Democrática de Corea, elaborado por las Naciones Unidas,
reporta violaciones de la libertad de pensamiento, expresión y
religión, discriminación, violaciones de la libertad de circulación y
residencia, violaciones del derecho a la alimentación y otros aspectos
propios del derecho a la vida, detenciones arbitrarias, torturas,
ejecuciones y campos de prisioneros, secuestros y desapariciones
forzadas de personas de otros países, así como crímenes de lesa
humanidad.
Padre, hijo y espíritu santo
Kim Il-sung (El Gran líder o Presidente eterno), fue el fundador de la dinastía de los tres reyezuelos rojos, junto a su hijo Kim Jong-il (Amado líder o Gran dirigente), y su nieto Kim Jong-un (Brillante Camarada),
actual mandatario. Se han contado 34.000 estatuas del primero de ellos a
lo largo de la geografía de la república popular socialista. La
Asamblea Suprema del Pueblo lo designó presidente “por toda la
eternidad” cuatro años después de su fallecimiento, y su cadáver
embalsamado se exhibe en el Palacio del Sol de Kumsusan, Pyongyang, la
capital de la nación.
Joseph Goebbels califica apenas como un
afligido pasante, al lado del Departamento de Propaganda y Agitación del
Partido del Trabajo de Corea del Norte y su línea del culto a la
personalidad. En apego a la bizarra historia oficial, el abuelo Kim
Il-sung escribió 18.000 libros (uno al día durante 49 años), y sus lomos
pueden verificarse en el Gran Estudio del Pueblo de Pyongyang. Por su
parte, su hijo, Kim Jong-il, segundo de la estirpe y quien gobernara por
diecisiete años hasta su muerte por cáncer de páncreas en 2011, los
leyó todos, y es vox populi que redactó otros 1.500, mientras componía las seis mejores óperas de la historia.
Nadie con dos dedos de frente puede dar
fe de la escritura de las 18.000 obras. Lo que sí está confirmado son
los impagos del abuelo magnífico. En 1976 un diario sueco dio a conocer
una lista con las deudas del gobernante en Europa, donde destacaba la
compra de 2000 relojes Rolex con el marbete: “Donado por Kim Il-sung” y
cuyo valor superaba entonces los 5 millones de euros. En la lista
destacaba también la adquisición de 1000 vehículos Volvo modelo 144,
algunos de los cuales, cuarenta años después, todavía persisten como
taxis en las amplias y desoladas avenidas de Pyongyang.
Según el formidable aparato propagandístico del país de la Idea Juche1,
pintoresca mezcla de marxismo leninismo con arrogancias endógenas de la
dictadura norcoreana, los Kim son una suerte de dioses comunistas: el
arribo al planeta de Kim Jong-il fue anunciado en el cielo con un
arcoíris doble y la irrupción de una nueva estrella, mientras su
alumbramiento habría tenido lugar en el sacro Monte Baedku, un volcán
dormido en la frontera con China donde, según la tradición, bajó a la
Tierra el “Hijo del Dios del cielo” para establecer el primer Reino de
Corea. La especie sólo ha podido ser emulada por el decreto de la
Administración Estatal para Asuntos Religiosos de la República Popular
China, el cual prohibió la reencarnación a los lamas del Tibet a partir
del 1 de septiembre de 2007, en el entendido de que, con el
fallecimiento del actual Dalai lama, Tenzin Gyatso, de 79 años,
desaparecerían muchos de los problemas que afrontan los invasores en el
país que ocupan desde 1950.
Contrariamente a lo que rezan las
sagradas escrituras de Norcorea, la ex Unión Soviética registra el
nacimiento de Kim Jong-il en Vyatsoke, un pequeño pueblo de Siberia, un
año después de la llegada de su padre a éste, luego de haber huido, tras
la derrota de su grupo guerrillero por parte de los japoneses en 1940.
La nación coreana está convencida de que su cumpleaños, denominado Día de la Estrella Brillante,
se celebra en todos los países del mundo con la misma intensidad que lo
hace en casa el Estado-Partido. Por estrafalario que parezca, solía
divulgarse que la predestinación del gobernante era tal, que aprendió a
hablar a las seis semanas de vida y jamás defecó.
Poco margen dejaron el abuelo y su padre
a Kim Jong-un, quien con apenas dos años en el gobierno debió mostrar
la casta para consolidarse como jefe de estado, sacudiendo las bases de
su sociedad y llamando la atención de la OTAN. Al tomar las riendas del
poder absoluto, amenazó con ataques nucleares a Estados Unidos y Corea
del Sur, a la vez que iniciaba una purga, ejecutando a Jang Song-thaek,
su tío político y mano derecha de su padre, acusándolo de traición:
“Nuestro partido tomó con resolución medidas para limpiar (…) la basura
que había en su seno”, declaró.
Kim Jong-un, tercer hijo de Kim Jong-il,
asume el cargo luego de que el primogénito, Kim Jong-nam, quien vive en
China entre Beijing y Macao, fue descartado tras ser pillado intentando
entrar a Japón con pasaporte falso para visitar Disneylandia. El
segundo, Kim Jong-chul, fue considerado “afeminado” por su padre para
liderar el país.
El lenguaje altanero e histriónico del
actual dictador habla más de su necesidad de mostrar mano dura al
interior del reino, que de constituir una auténtica amenaza militar para
Occidente. Pese a que el año pasado ordenó otra prueba nuclear
desoyendo las disposiciones y advertencias de Naciones Unidas, la
mayoría de los analistas sostiene que si bien Corea del Norte tiene un
inmenso parque de armamento convencional (su ejército consta de
1.106.000 cuadros armados y un presupuesto de 5 mil millones de
dólares), está muy lejos de desarrollar tecnología que le permita
colocar una ojiva nuclear en un misil.
No obstante, es delicada la piel del
joven autócrata. En lo que va de 2014 ha amenazado varias veces con
guerra tanto a Estados Unidos como a Inglaterra. Se sabe que hace buenas
migas con el baloncesto, pero no con la ficción. El año pasado invitó a
pasar siete días en su isla privada a Dennis Rodman, ex jugador de la
NBA, pero una simple película, The interview,
lo sacó de sus casillas. Protagonizada por James Franco y Seth Rogen,
el film narra la historia de un productor y un presentador de TV que
logran una entrevista con Kim Jong-un y aceptan asesinarlo por solicitud
de la CIA. El film fue considerado por Pyongyang como “un acto de
guerra que jamás será tolerado”.
Después de todo y por mostrenco que parezca, siempre fue sacrílego tratar a un dios como a un tonto.
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1“Si el marxismo
creyó por primera vez en la concepción revolucionaria del mundo de la
clase trabajadora, la idea Juche lo perfecciona, desarrollando una etapa
superior”. Kim Jong-il