No tienen un plato de comida y eso les priva de oportunidades en la vida. Son casi 800 millones las personas que están en esta situación en el mundo. Pasan hambre. Y el hecho de no tener qué comer significa mucho más que un estómago vacío. Significa pobreza y un futuro con las ventanas más pequeñas que el resto de países.
Por eso, el reto de todos es muy grande. "Tenemos que romper la herencia del hambre", afirma Antonio Salort-Pons, director de la oficina en Madrid del Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Son 216 millones de personas menos que en 1990-92, según el informe anual de la ONU, "Podemos decir que esta reducción es positiva, pero no hay que relajarse porque sigue habiendo 795 millones de personas sin acceso a alimentos para poder desarrollar una vida física e intelectual. Queda mucho trabajo por hacer. Mientras haya hambre habrá países que no se podrán desarrollar", advierte Salort-Pons, en una entrevista con ELMUNDO.es.
"Para acelerar la reducción del hambre hay que generar crecimiento económico inclusivo, reducir los conflictos armados, que no haya crisis prolongadas, aumentar la inversión en producción agrícola, generar oportunidades para la agricultura familiar y el acceso a los mercados, introducir la alimentación escolar, con lo que muchos niños de la calle pasarán a ir al colegio y, con el estómago lleno, estudiarán mejor y podrán desarrollar una profesión..." enumera el jefe del PMA en Madrid. "Si impulsamos todas estas medidas podremos acabar con el hambre en nuestra generación", añade.
Fuente ELMUNDOES