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Revelan falso milagro de Cash Luna tras la muerte de mujer "sanada"

Revelan falso milagro de Cash Luna tras la muerte de mujer "sanada"
MÉXICO.- Una joven de 15 añosmuy enferma, murió en el mismo evento "Noches de Gloria", después que Cash Luna anunció que la mujer estaba sana por milagro divino.

El suceso ocurrió en la ciudad Mexicana de Villahermosa en junio 2014, pero recientemente hemos recibido los detalles de una investigación realzada por el escritor John L. Russell, que diferentes medios publicaron.

"Prometía que los sordos oirían, tumores desaparecerían, ojos volverían a ver, sillas de ruedas se vaciarían y que cientos de milagros menores ocurrirían. Aparte de las dos noches de "borrachera espiritual, también daría una conferencia matutina para los pastores y líderes", escribe Russell.

La chica, Nancy Hernández Álvarez, que padecía de Trombosis Cerebral Infantil, fue llevada al evento deCash Luna, con la esperanza que sea sanada, y al salir del evento la mujer cae muerta, según informó Tabasco Hoy.

"Nancy Hernández estaba muy enferma. Su enfermedad la había mermado de toda calidad de vida y sus padres siendo pobres, estaban desesperados. Esperanzados que “Cash” Luna les devolviera su hija a la normalidad, subieron a la joven al pulpito y se la presentaron, confiados en que él la curaría y en la promesa de su publicidad que decía; "Ven pide a Jesús tu milagro".

"Después Cash declaró a Nancy Hernández "Sanada de su Trombosis Cerebral Infantil". La multitud presentes en el auditorio aplaudieron, emocionados e impresionados, al ver el gran poder de "Cash" Luna demostrado ante sus propios ojos", escribe Russell.

Minutos después, cuando Nancy Hernández y sus padres salían del evento por la parte trasera del lugar en el Parque Tabasco, creyendo que su hija había sido "Sanada" por Cash Luna, la adolescente se desplomó y perdió la vida casi inmediatamente.

"El engaño de sus “milagros” es un ejemplo notable del uso de la hipnosis sobre las masas. Todos los que atienden sus “shows”, reciben una experiencia endorfínica, agradable y eufórica, parecida a los efectos placenteros de las drogas opiáceas. Supuestamente, “libera” a alcohólicos y drogadictos, etc., durante “ceremonias especiales” y las familias desesperadas le pagan sumas fuertes por estos “servicios”. Como es una estafa muchos mueren, pero él se cubre afirmando que sus víctimas no tuvieron suficiente “fe” y como resultado, el “Espíritu Santo no pudo hacer su trabajo", escribió Russell. Qué opina?.AcontecerCristiano.Net

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

La herejía Mormona

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

© C. Vidal, Libertad digital (ProtestanteDigital.com. 2005, España)

Las grandes deserciones mormonas
Falsedades históricas del Libro de Mormón
Más vínculos del mormonismo y la masonería
Mormonismo y poligamia
La dudosa moralidad de Joseph Smith 
En la imagen el falso profeta José Smith recibiendo la visita de unos seres luminosos que le revelaron un nuevo "evangelio" en el "Libro de Mormón" (imagen mormona)

"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:8-9) 
"Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2ª Corintios 11:14-15)
Los mormones y Joseph Smith 
La influencia de la masonería (I) 

El peso de la masonería en el reverdecer del ocultismo del siglo XIX fue, como vimos en las entregas anteriores, ciertamente extraordinario, hasta el punto de que no puede entenderse su historia sin hacer referencia a él. Ya hemos indicado como uno de sus componentes esenciales – y de sus atractivos – era la pretensión de poseer un conocimiento secreto, una gnosis, que sólo se comunicaba a los iniciados. Esta circunstancia - absolutamente esencial en la historia de la masonería y, sin embargo, tantas veces omitida - explica, por ejemplo, el considerable papel representado por la masonería en la configuración de algunas de las sectas surgidas durante el siglo XIX. En las siguientes entregas, nos ocuparemos del papel de la masonería en la fundación del mormonismo, de los adventistas, de la Ciencia cristiana y de los testigos de Jehová.

De entre las sectas contemporáneas, la más importante, con diferencia, es la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, más conocidos popularmente como los mormones. En la actualidad, los mormones cuentan con no menos de diez millones de miembros en todo el mundo y un peso social, político y económico que supera con mucho el de ese número . Todo eso es más o menos conocido, lo que ya resulta mucho menos sabido es que Joseph Smith Jr. era masón y que la masonería desempeñó un papel muy considerable en el nacimiento y establecimiento de la secta. 

Resulta obligado decir que nada puede alcanzar la categoría de comprensible en relación con la historia y la teología de los mormones – a la que Ferguson denominó la religión sintética de Utah – sin hacer referencia a la persona de su fundador y profeta Joseph Smith . 

Nacido el 23 de diciembre de 1805, cuando Estados Unidos era una jovencísima nación recién emancipada de Gran Bretaña, Smith nació en un entorno doméstico peculiar. Los vecinos de Smith consideraban a la familia de éste como “analfabeta, bebedora de whiskey, holgazana e irreligiosa” (1). La madre de Smith, Lucy Mak, practicaba la hechicería y alimentaba la pretensión – por lo visto no del todo desprovista de fines crematísticos – de tener visiones. 

El padre, Joseph, más conocido como Joe, contaba con una cierta popularidad que emanaba de que su ocupación consistía en buscar tesoros en favor de aquellos que le pagaban con esa finalidad. Está documentado que el joven Joseph Smith acompañaba con frecuencia a su padre en estas expediciones a mitad de camino entre el fraude y lo oculto, y desde edad muy temprana se dedicó a la práctica de la adivinación y de decir la fortuna mediante el uso de piedras, una práctica específicamente prohibida por la Biblia (2). Sin embargo, de manera aún más interesante, la familia de Joseph Smith estaba estrechamente vinculada con la masonería. 

El padre, Joseph Smith Sr. había sido iniciado en el grado de maestro masón el 7 de mayo de 1818 en la logia de Ontario n. 23 de Canandaigua, Nueva York. Uno de los hijos mayores, Hyrum Smith, era miembro de la logia Mount Moriah n. 112 de Palmyra, Nueva York. 

Las fechas resultan interesantes porque en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta . 

La importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que “La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia” (3). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes. 

Tal y como lo expresó el apóstol mormón John A. Widtsoe: “Sobre su realidad (la de la visión) descansa la verdad y el valor de su (de Smith) obra posterior”(4). Desde luego, no es para menos. Si efectivamente Dios se le apareció a Joseph Smith dándole instrucciones concretas, sería estúpido negarle, al menos, un poco de atención. Si, por el contrario, la historia es falsa, Smith sería un farsante, un enfermo o algo peor. 

El relato oficial es como sigue. En 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años , se adentró, una hermosa mañana de inicios de la primavera, en el bosque. Al parecer había decidido orar para descubrir cual de “todas las sectas era la correcta”, una oración nada baladí teniendo en cuenta la vinculación de su padre con la masonería. Mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo” . Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

En el siguiente artículo analizaremos la revelación de J. Smith. 

(1) Citado en B. Larson, Oc, p. 309. 
(2) Las citas al respecto son claras. Por ejemplo, “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos” (Levítico 19:26) o “ No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de el Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios” (Deuteronomio 10, 8-14). 
(3) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(4) John A Widtsoe, Joseph Smith-Seeker After Truth, SALT Lake City, 1951, pg. 19.

Mormones: la visión de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (II) 

Vimos que en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta, siendo la importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que "La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia"(1). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Como relatamos en el artículo anterior, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

Sería de esperar que esta visión de radical importancia hubiera sido registrada desde el principio entre los recuerdos y testimonios del futuro profeta. Lo cierto es que no fue así. Los mismos mormones se han visto obligados a reconocer que "el relato oficial de la primera visión de Joseph Smith y las visitas del ángel Moroni... fue publicado por primera vez en 1842"(2), es decir, 22 años después de acontecidos los hechos. Hasta qué punto este "retraso" resulta absurdo podemos verlo en el hecho de que la secta fue fundada oficialmente en 1830, el mismo año de publicación del Libro de Mormón. ¿A qué se debe que la piedra básica - la visión divina de Smith - sobre la que está edificada la secta de los mormones no fuera mencionada por el profeta sino veintidós años después de presuntamente acontecida?. 

Diversas investigaciones parecen apuntar a una causa bien poco presentable: el mismo Joseph Smith no contó siempre la misma historia y ello se debe sencillamente a que la misma no era verdad. Jerald y Sandra Tanner (3) han dejado de manifiesto que en el interior de la secta circulaban, al menos, dos versiones diferentes de la visión divina de Smith si bien no salieron a la luz pública hasta que Paul Cheesman, un estudiante de la universidad Brigham Young, las publicó en 1965. Por si esto fuera poco, al año siguiente, James B. Allen, profesor asociado de Historia de la BYU, reveló otra versión más de la visión. Demasiados relatos discordantes para creer en una versión - hoy oficial - que, al parecer, desconocieron dirigentes mormones como Brigham Young y Oliver Cowdery (4). 

El mismo Joseph Smith se destacó por ser el origen de este tremendo embrollo. A fin de cuentas, no relató siempre la misma historia . Así, el Messenger and Advocate de septiembre de 1834 y de febrero de 1835 publicó diversas versiones de la "primera visión" considerablemente diferentes de la oficial de 1842. Las diferencias son de bulto. En la versión ahora oficial, Joseph Smith tenía catorce años, buscaba saber qué secta era la verdadera y se le aparecieron el Padre y el Hijo. En las de 1834 y 1835, Joseph Smith tenía diecisiete años, lo que ansiaba saber es si existía un ser supremo y el que se le apareció fue un simple ángel. Para terminar de complicar las cosas el 29 de mayo de 1852 el Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en que afirmaba que la primera visión la tuvo a los catorce años y que fue de ángeles. 

Esto fue corroborado posteriormente, por el apóstol mormón Orson Pratt (5) y por John Taylor, el tercer presidente de los mormones (6). Por desgracia para Smith, ni siquiera en la época en que coincidían casi todos en que quien se había aparecido era un ángel, llegaban a ponerse de acuerdo sobre la identidad del mismo. En la primera edición de la "Perla de gran precio" de 1851, pg. 41, se decía que el ángel era Nephi y la misma opinión sustentaba Lucy Mack, su madre. No obstante, después se denominó al ángel con el apelativo de Moroni. Finalmente, alguien debió de llegar a la conclusión de que una aparición del Padre y del Hijo siempre es mucho más atrayente que la de un simple enviado. Así esta tesis acabaría imponiéndose de manera oficial en la "Perla de gran precio", uno de los libros sagrados de los mormones (7) . 

Como fundamento- según el profeta y apóstol MacKay - de la organización que afirmaba ser la única iglesia cristiana, la visión primera de Smith da la impresión de dejar mucho que desear. No coinciden - de acuerdo a las diferentes versiones - ni la edad de Smith, ni el motivo de su oración ni los personajes que se le aparecieron. Francamente, un profeta con una memoria tan dudosa sobre asunto de tanta importancia no consigue crear precisamente confianza en la manera en que transmite las revelaciones ni en la veracidad de las mismas. Para colmo, la última - por el momento - versión de la visión de Smith se contradice con sus propias enseñanzas de manera directa. 

En 1832, Joseph Smith afirmó haber tenido una revelación de Dios según la cual nadie puede ver a Dios sin tener el sacerdocio. Según el propio SmitH él no tuvo ese sacerdocio hasta pasado 1830 (8) pero la visión de Dios fue, al menos, diez años antes. Como y por qué Dios hizo una excepción a Su revelación en relación a Smith constituye un misterio que - hasta la fecha - ningún adepto de la secta ha conseguido aclarar. 

Como ha dejado de manifiesto Floyd C. Mc Elveen, ambas revelaciones no pueden ser verdad. O bien Smith vio a Dios en 1820 - y eso se contradice con la revelación sobre el sacerdocio de 1832 - o bien la revelación de 1832 es falsa y con ello queda a salvo la veracidad de la versión - hoy oficial- de la visión de 1820. Naturalmente cabe también la posibilidad de que ambas visiones no fueran sino una falacia. 

(1) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(2) Improvement Era, julio de 1961, p. 490. 
(3) Jerald y Sandra Tanner, The First ision Examines. Salt Lake City. 1969.La obra constituye un clásico en el estudio de las fuentes de la secta. 
(4).C..Mc Elveen, The mormon illusion, Ventura, 1977 pp. 24-25. 
(5) Vid: Messenger and Advocate, vol.I, pp. 78-79. 
(6) Journal of Discourses, Salt Lake City. (1966) vol. 13, pp. 65-66. 
(7) Pearl of Great Price, Salt Lake City, 1958, p.48 par.17. 
(8) Bruce R. McConkie, doctrines of Salvation, SALT Lake City, 1954, vol. I, p. 4.

El "Libro del Mormón" 
La influencia de la masonería (III) 

Aún más problemas plantea esa obra que Mark Twain denominó "cloroformo en forma de libro" y que nosotros conocemos como el Libro del Mormón. La historia oficial del mismo es digna de ser referida aunque sea brevemente. En la Perla de gran precio, uno de los libros sagrados de la secta, Joseph Smith narra una visión que tuvo en 1823. De acuerdo con este libro, en el curso de la misma se le apareció a Smith un ángel llamado Moroni que le señaló la misión que Dios le había encomendado. Smith tenía que encontrar unas placas de oro en las que había escrita una obra cuya traducción debía acometer. Junto a las placas, Smith encontraría unas gafas que le permitirían traducir las placas del egipcio reformado en que estaban escritas al inglés. Para colmo de maravillas, las mencionadas lentes fueron identificadas por el ángel con el Urim y el Tumim del Antiguo Testamento. La obra señalada por el ángel, presuntamente, era el Libro del Mormón.

No hace falta decir que para una vez que una revelación presuntamente divina no se produce por inspiración sino por traducción, hubiera resultado sumamente interesante poder examinar los textos y el artilugio destinado a facilitar su comprensión a los mortales. No ha sido posible. Según la tesis mormona, después de que Smith tradujo las 116 primeras páginas del Libro del Mormón, aquellas desaparecieron. ¿Y las gafas? Se las llevó el ángel. 

Según los tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris, el método de traducción de Smith era auténticamente peculiar. En primer lugar, Smith colocaba los lentes en un sombrero y después metía la cara en el mismo comenzando a continuación a traducir de las placas de oro... que prácticamente nunca estuvieron presentes. Dado el método utilizado, no es de extrañar que no hicieran ni falta. 

No acaba aquí la cosa. Según ha dejado escrito David Whitmer (1), una vez que Smith se echaba a la cara el sombrero con las gafas, aparecía una especia de jeroglífico con la traducción inglesa debajo. Smith la leía entonces para que copiara Cowdery o cualquier otro y si quedaba escrito correctamente la frase desaparecía. 

El método se presenta como un tanto alambicado, pero así es como fue presentado por Smith y sus adeptos más cercanos. La obra era una revelación de Dios de igual importancia - en la práctica más - que la Biblia. Por desgracia para Smith y su secta, la nueva revelación por escrito iba a levantar aún mayores dudas que el relato referente a su presunta visión divina. Joseph Smith afirmó que la obra fue escrita en torno al 384 al 421 A. de C. por Mormón, el padre de Moroni. Por ello, no deja de ser curioso que la obra reproduzca textualmente la versión de la Biblia del Rey Jaime que se imprimió... en 1611 A.D. El cómo un libro puede llevar millares de citas textuales de una obra que, supuestamente, se imprimió dos mil años después es otro de los grandes enigmas de la religión mormona, y el enigma se agranda cuando vemos que hasta las palabras en cursiva de la versión del Rey Jaime se reproducen así en el Libro del Mormón. 

No menos curioso es el estilo gramatical de la obra . Supuestamente, "cada palabra y cada letra le fueron dadas (a Joseph Smith) por el don y el poder de Dios", pero eso no ha evitado que los mormones hayan realizado unos cuatro mil cambios de estilo - y no sólo de estilo - en la obra (2). Francamente, resulta curioso que las autoridades mormonas se hayan mostrado tan predispuestas a alterar con suma libertad una obra que - presuntamente - fue dada por Dios al profeta fundador de la secta. Quizá una explicación de este fenómeno resida en el hecho de que cuando Smith cita de la versión de King James o Rey Jaime (supuestamente escrita dos mil años después que el Libro de Mormón) su gramática es impecable, pero deja de serlo en el momento en que - al parecer - traducía del egipcio ayudado por las gafas que le dio el ángel. Desde luego, si Dios entregó la revelación a Smith de manera directa, lo hizo en momentos en que Su gramática no era muy sólida. 

Estas y otras cuestiones - que, desde luego, no contribuyen lo más mínimo a afianzar la creencia de que Joseph Smith era un profeta de Dios - suelen ser dejadas de lado por los adeptos de la secta con una referencia rápida al testimonio, favorable al Libro de Mormón, de los testigos. 

Efectivamente, en las páginas iniciales del Libro de Mormón se menciona el "Testimonio de los tres Testigos", a saber, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; así como el de los "Ocho testigos", es decir, Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Irma Page, Joseph Smith, Sen; Hyrum Smith y Samuel H. Smith. Según los adeptos, el testimonio de estas personas en bloque no deja ninguna duda de que el Libro de Mormón fue una obra inspirada por Dios y revelada a Su profeta, Joseph Smith. Sin duda, muchos adeptos lo creen. El problema es que el mencionado testimonio no se sostiene ni siquiera parcialmente. Para empezar el grupo de los "tres testigos" jamás afirmó haber visto las placas de oro donde - supuestamente - se escribió el Libro de Mormón. Lo más que llegaron a afirmar fue que tuvieron una "visión" de las mismas, que las vieron "con el ojo de la fe" o cuando estaban envueltas o tapadas (3). Si alguien vio alguna vez - y resulta dudoso - aquellas placas fue sólo Joseph Smith. 

(1) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(2) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(3) Cf: F.C. McElveen, Oc, p. 48 ss.

Las grandes deserciones mormonas 
La influencia de la masonería (IV) 

Por desgracia, no termina en el Libro del Mormón en sí el cúmulo de problemas que presentan los mencionados testigos de Shmit. Veámoslos, aunque sea por encima. De los once testigos mencionados, todos se marcharon de la secta salvo los Smith, es decir, los de la familia del profeta e incluso de éstos, un par de los hijos de Smith dejaron la secta para afiliarse a la iglesia reorganizada de los Santos de los Últimos Días.

Como relatamos en artículos anteriores, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. Existen los llamados tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris. 

Visto el éxito final que tuvo con ellos, no es de extrañar que el profeta Smith denominara a los tres testigos principales "ladrones y embusteros" (1) y que incluso manifestara en la "Historia de la Iglesia" que habría que olvidarlos (2). De nuevo este conjunto de circunstancias no pueden sino resultar sorprendentes al venir ligadas a una revelación supuestamente de Dios. Por ello, resulta injustificable que la secta de los mormones tenga el valor de presentarlos como testigos a favor de las revelaciones de su profeta, cuando todos, menos los familiares de éste, la abandonaron convencidos de que aquello no tenía ninguna relación, ni siquiera lejana, con Dios. 

Realmente, da la impresión de que la gente más cercana a Smith creía que todo era un fraude y se cansó de seguir la farsa. A causa de ellos, Smith los descalificó como embusteros y ladrones en un intento de privar de valor a los testimonios - esta vez ciertos - que pudieran dar acerca del. Posteriormente, la secta correría un tupido velo sobre el abandono e insistiría en que todos ellos eran piedra fundamental para creer la veracidad de las pretensiones de Smith. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de a quien beneficiaba esa falsedad consciente. 

Una cuestión adicional sirve para dejar aún más de manifiesto el dudosa carácter de los poderes de Smith. Para desgracia de la secta, el asunto pasó por los tribunales y las minutas del procedimiento fueron localizadas por Wesley P. Walters el 28 de julio de 1971 (3). En 1826, es decir, seis años después de la supuesta visión divina, Joseph Smith fue acusado (y condenado) por ser un "glass looker". El término anglosajón, que se podría traducir como "mirador de cristal", sirve para designar a una persona que mirando a través de un vidrio o de una piedra puede encontrar tesoros o propiedades perdidas. Smith había estafado a una persona llamada Josiah Stowell asegurándole que, mirando a través del cristal, localizaría tesoros y propiedades perdidas. 

No deja de ser curioso que Smith fracasara utilizando la misma metodología que le permitió - en teoría - traducir las placas de oro que un ángel de Dios le había mostrado y tampoco deja de llamar la atención que, seis años (o tres, según la visión) después de hablar con el Padre y el Hijo (o con un ángel, llamado o Moroni o Nephi, según qué visión y qué persona) anduviera dedicado a los menesteres - nada respetables - que había aprendido en su familia. No parece lo más adecuado que un profeta de Dios se dedique a estafar al prójimo prometiéndole encontrar tesoros... a menos, claro está, que no se sea tal tipo de profeta. Desde luego, con esos antecedentes tampoco llama mucho la atención las controversias desatadas desde el principio en relación con el Libro de Mormón. 

(1) Times and Seasons, vol. I, pg. 81; Elders Journal, pg. 59; Senate Documents 189, pp. 6,9. 
(2) Smith, History of the Church, vol. 3, p. 232. 
(3) Una reproducción fotográfica de las minutas judiciales originales en J. Y S. Tanner, Joseph Smith´s 1826 Trial, Salt Lake City. 1971.

Falsedades históricas del Libro de Mormón 
La influencia de la masonería (V) 

Los libros sagrados de las diversas religiones suelen contener datos históricos, geográficos y arqueológicos susceptibles de ser verificados por los especialistas en estas ciencias. En alguna medida, su fiabilidad viene confirmada o negada precisamente por la posibilidad de verificar si los datos históricos o arqueológicos son o no reales. El ejemplo más destacado de esta tesis lo constituye, sin lugar a dudas, la Biblia. Los datos geográficos, históricos y arqueológicos que aparecen en la misma no sólo son reales y están cuidadosamente expuestos sino que han servido de base para realizar descubrimientos arqueológicos en tiempos modernos. En el caso de otros libros religiosos los datos son escasos y difícilmente comprobables vg: los libros canónicos del hinduismo, pero incluso así parece existir un fondo histórico real aunque se haya visto deformado por la leyenda. La única excepción a esta regla la constituye el Libro de Mormón, la presunta revelación divina recibida por Joseph Smith, un escrito que resulta aún menos fiable que los textos sagrados del hinduismo.

La historia contenida en esta obra no deja de ser un tanto complicada en sus detalles. Haremos aquí un breve resumen de la misma en relación con sus aspectos fundamentales. En las páginas del libro canónico por antonomasia del mormonismo, se nos narra que un pueblo llamado jareditas, procedentes de la Torre de Babel, emigró a América en el año 2247 A.C. Supuestamente esta cultura ocupó América Central hasta desvanecerse a causa de los conflictos internos. Un superviviente llamado Ether escribió su historia en 24 placas metálicas. 

LA HISTORIA SEGÚN EL LIBRO DE MORMÓN 
Hacía el año 600 A.C., las dos familias de Lehi e Ismael salieron de Jerusalén y cruzando el océano Atlántico desembarcaron en América del Sur. Dos hijos de Lehi, llamados Laman y Nephi, acabaron enfrentándose junto con sus seguidores en el campo de batalla. De aquí procederían los pieles rojas que poblarían el Nuevo Mundo. La razón, según Joseph Smith, no podía ser más fácil: los lamanitas era rebeldes contra Dios y El los castigó haciendo que su piel se oscureciera dando así origen a los indios americanos. 

Los nefitas, por el contrario, que seguían conservando una piel inmaculadamente blanca, fueron favorecidos por Dios y se asentaron en América Central en la época de Cristo. Después de su crucifixión, Jesús se les apareció en esta parte del continente americano e instituyó el bautismo, el sacramento del pan y el vino, el sacerdocio, etc. Un par de siglos después, aquella cultura centroamericana abandonó los caminos del Señor y otro siglo y medio después nefitas y lamanitas se enfrentaron de nuevo en batalla. 

El jefe de los nefitas era un profeta y sacerdote llamado Mormón. Cuando comprendió que la derrota era una posibilidad clara, decidió escribir en placas de oro la historia de su pueblo. Se las entregó a su hijo Moroni que, supuestamente, la escondió en una colina cerca de Palmyra, Nueva York, unos mil cuatrocientos años antes de que, presuntamente, un ángel se le apareciera a Smith y le dijera donde encontrarlas. Por qué escogió este lugar – salvo porque Smith viviría cerca de él – es un enigma. Enigma resulta también que Mormón retara a los lamanitas a trabar combate en un cerro insignificante llamado Cumorah. Este lugar, al parecer, se hallaba a centenares de miles de millas de donde se encontraba su pueblo y, por ello, aquel se vio obligado a cruzarlas. Lógicamente, debió llegar hecho trizas al lugar de la batalla. Mormón, si es que existió, fue quizá un profeta y un sacerdote piadoso, pero, desde luego, dejaba mucho que desear como estratega. De acuerdo con el Libro de Mormón, hacia el 421 A.de C. todos los nefitas habían sido asesinados y los impíos lamanitas dominaban la tierra. Presuntamente cuando Colón llegó a América en 1492, se encontró a los descendientes de los lamanitas. 

LAS BASES HISTÓRICAS REALES 
Desde luego, no cabe duda que la historia como tal, pese al tono aburridísimo de su exposición, derrocha imaginación. El problema, para Smith y la secta, claro está, es que existen buenas razones para pensar que no cuenta con la más mínima base histórica. 

Para empezar, está la cuestión del incremento de la población . Según el Libro de Mormón, en treinta años, de 28 personas se formaron dos naciones poderosas (I Nephi; 2 Nephi 5:5,6,28), nephitas y lamanitas que se enfrentarían a muerte. En términos demográficos, tal posibilidad es absolutamente inaceptable. Por si fuera poco, siempre según el Libro de Mormón, esas dos naciones – que se formaron en treinta años – edificaron multitud de ciudades poderosas, seguramente durante el tiempo que no se dedicaban a multiplicarse frenéticamente. En el Libro de Mormón se mencionan al menos 38 ciudades: Ammonihah, Bountiful, Gideon, Shem, Zarahemla, etc. No se han encontrado restos de una sola siquiera ni en Centroamérica ni en Suramérica. 

Como remate, tampoco tenemos pruebas de que, como afirma el Libro de Mormón, en América se utilizara profusamente el egipcio reformado y el hebreo . Para ser honrados habría que decir que no contamos con un solo vestigio de ello. Algo, por otra parte, incomprensible su fiera cierto que, como afirma el Libro de Mormón, ambas lenguas fueron utilizadas durante siglos en el continente americano. 

Las cuestiones menores de dudosa fiabilidad son numerosísimas . Por sólo citar algún ejemplo diremos que el profeta Nephi, que supuestamente escribió varios siglos antes de Cristo, cita a Mateo, Lucas, Pedro y Pablo que no vivieron ni escribieron hasta el siglo primero de nuestra Era. En Alma 46:15 se llama “cristianos” a fieles que vivían 73 años antes del nacimiento de Cristo. Se afirma en Ether 2:3 que había abejas en América unos dos mil años A.de C., cuando lo cierto es que fueron los españoles los que las llevaron al Nuevo Mundo, etc. 

En realidad, lo que resulta establecido más allá de cualquier duda razonable es que el Libro de Mormón es un verdadero fraude histórico . De hecho, autoridades competentes como el Instituto Smithsoniano de Washington han dejado claro que carece de la más mínima base histórica o arqueológica afirmando, por ejemplo, que “los arqueólogos del Smithsoniano no ven ninguna conexión entre la arqueología del Nuevo Mundo y el tema del Libro (de Mormón)” (1). Como ha señalado el Dr. Frank H.H. Roberts, Jr., director del departamento de etnología americana del citado instituto: “No existe ninguna prueba de ninguna emigración desde Israel a América, y de manera similar no hay ninguna prueba de que los indios precolombinos tuvieran ningún conocimiento del cristianismo o de la Biblia”. De la misma opinión es el arqueólogo Michael Coe, especialista en culturas precolombinas: “No hay un solo arqueólogo profesional, que no sea mormón, que encuentre alguna justificación científica para creer que (el Libro de Mormón) es cierto”.(2) 

Los datos resultan tan aplastantes que, incluso, algunos arqueólogos mormones se han visto obligados a aceptarlos . Un ejemplo claro es el del reconocido arqueólogo mormón Dee F. Green que efectivamente ha afirmado: “La moderna topografía no permite situar ninguno de los lugares a los que se refiere el Libro de Mormón. Se puede estudiar la arqueología bíblica, porque sabemos dónde estaban y está Jerusalén y Jericó, pero no sabemos dónde estaban ni están Zarahemla y Bountiful, ni ningún otro sitio realmente (3). 

(1) J. Y S. Tanner-Mormonism Shadow or Reality. Salt Lake City. 1975, p. 57. 
(2) Dialogue: A Journal of Mormon Thought, “Mormons and Archaeology: An Outside View”.Verano de 1973, p.p. 41-42, 46 . 
(3) Dialogue, Oc, verano de 1969, pp. 77-78.

Más vínculos del mormonismo y la masonería 
La influencia de la masonería (VI) 

No es de extrañar que ante los datos mencionados en el artículo anterior acerca del Libro de Mormón, multitud de personas dejen de creer en el carácter divino de la revelación de Smith. Uno de los casos más claros es el de Thomas Stuart Ferguson (1). Fundador de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, era un miembro respetado de la secta, en apoyo de la cual había escrito tres libros con argumentos a favor de la veracidad del Libro de Mormón. Tras veinticinco años de investigación, llegó a la conclusión de que "las pruebas en contra de Joseph Smith eran absolutamente rotundas" y perdió la fe en el mormonismo como revelación divina.

Bajo presiones de las autoridades de la secta escribió una carta en la que afirmaba que no rompería su relación con la misma, sin embargo, había dejado de creer - convencido por la aplastante evidencia - en Joseph Smith como profeta de Dios (2). 

A pesar de todo, la verdad es que el Libro de Mormon levantó tantas expectativas que, al parecer, Joseph Smith decidió adentrarse por el camino de las sucesivas revelaciones. Supuestamente, en 1835, Smith compró varias momias egipcias y rollos de papiro de un tal Michael H. Chandler. Al parecer, el profeta tradujo los textos y con ellos formó el "Libro de Abraham" que está incluido en otro de los textos sagrados del mormonismo, "La Perla de Gran Precio". 

Según la interpretación de Smith, el primer dibujo mostraba al sacerdote idólatra Elkenah intentando ofrecer a Abraham como sacrificio. El pájaro que aparecía en el dibujo era el Ángel del Señor, etc. 

Por desgracia para Smith, esta vez sí que hubo quien vio los textos. F.S. Spalding envió copias de este facsímil y de otros que dibujó Smith a varios de los egiptólogos más competentes del mundo (2). Todos, sin excepción, manifestaron que el tema de los papiros era el embalsamamiento de los muertos. Asimismo, fueron unánimes en afirmar que la interpretación de Smith - sagrada palabra de Dios para sus seguidores - era falsa y que no constituía una traducción veraz de los jeroglíficos. 

Al igual que ha sucedido con arqueólogos mormones que perdieron su fe en J. Smith después de examinar científicamente el Libro de Mormón ha acontecido con esta otra revelación. Dee Jay Nelson (3), un supuesto egiptólogo mormón, abandonó la secta tras examinar los datos y llegar a la conclusión de que la supuesta traducción de Smith era un fraude. Su caso no es único. 

A pesar de todo lo anterior - que, difícilmente, puede considerarse propio de una persona honrada - Joseph Smith no tuvo ninguna dificultad para que la masonería aceptara iniciarlo en sus secretos. Cómo se llegó hasta ese paso es - como sucede con tantos episodios de la historia de la masonería - verdaderamente novelesco. 

Dentro de la historia de la masonería constituye un capítulo especialmente importante el relacionado con la historia de la muerte de William Morgan, un hombre asesinado por escribir un libro en el que, supuestamente, revelaba secretos relacionados con la masonería. 

El episodio provocó una gran reacción contra la masonería en los Estados Unidos, pero no es ése el aspecto en el que vamos a detenernos aquí. Al ser asesinado Morgan por los mormones, dejó una viuda llamada Lucindia. Inicialmente, Lucindia no dudó en elevar votos de mantenerse fiel a la memoria de su marido y, por supuesto, recibió donativos de no pocos anti-masones que la contemplaban con simpatía y afecto. Sin embargo, cuando Lucindia volvió a casarse el 23 de noviembre de 1830, lo hizo con un masón llamado George W. Harris. Acto seguido, se convirtió al mormonismo y se trasladó a Nauvoo, Illinois. Ni de lejos iba a ser la única vinculación entre la masonería y el mormonismo. De hecho, el 6 de abril de 1840, fue fundada la Gran Logia de Illinois por el general, juez y patriarca mormón, James Adams. La nueva Gran Logia de manera inmediata se entregó a establecer estrechos vínculos con la secta fundada por Smith. Al cabo de poco tiempo, Nauvoo contaba con tres logias y Iowa con dos, las cinco eran denominadas las "logias mormonas" y contaban con unos 1550 hermanos. El mismo Joseph Smith Jr., profeta de Dios según su testimonio, fue iniciado como aprendiz masón el martes, 15 de marzo de 1842. El episodio aparece documentado en las minutas de la logia de Nauvoo correspondientes a esa fecha donde se habla de cómo Smith Jr. y Sydney Rigdon "fueron debidamente iniciados como aprendices masones durante el día". 

Se trataba tan sólo del principio. Los cinco primeros presidentes de la secta - Joseph Smith, Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow - fueron todos iniciados en la masonería en la misma logia de Nauvoo. De hecho, prácticamente todos los miembros de la jerarquía o eran ya masones o fueron iniciados en la masonería una vez que Joseph Smith fue ascendido al grado de maestro masón. A decir verdad, es posible que la logia mormona de Nauvoo haya sido la que ha contado con más personas celebres entre sus miembros con la excepción de la ya citada Logia de las Nueve hermanas. 

Una vez que la masonería fue introducida en Nauvoo, la logia celebró sus reuniones en la habitación superior del almacén de Joseph Smith hasta que se construyera el edificio especialmente dedicado a las tenidas. Éste fue dedicado por Hyrum Smith el 5 de abril de 1844. 

(1) Una narración más extensa del mismo en Ed. Decker y D. Hunt, Los fabricantes de dioses, Minneapolis, 1987. pp. 78 ss. 
(2) Durante años se ha defendido la tesis de que El Libro de Mormón no fue siquiera obra de Joseph Smith, sino que éste la plagió de un tal Solomon Spaulding. Al parecer, éste había escrito una novela histórica sobre una familia judía que emigraba al Nuevo Mundo. Esta explicación del origen del Libro de Mormón es, a nuestro juicio, la más satisfactoria por tres razones. Primero, explica la utilización de la Biblia del Rey Jaime de 1611. Es lógico que un protestante del siglo XIX la utilizara para citar de las Escrituras al ser la de mayor difusión en las naciones de habla inglesa. Segundo, explica la falta de base histórica ya que se trata sólo de novelar y no de historiar. Tercero, la tesis viene apoyada por multitud de testigos que afirmaron haber leído o escuchado fragmentos de la obra de Spaulding que eran idénticos a la que Smith presentaba como Libro de Mormón. No hace falta decir que de ser cierta esta teoría, el profeta Smith saldría aún peor parado en sus pretensiones, pero ese no es un problema para el investigador imparcial.. 
(3) Los egiptólogos fueron A.H. Sayce de la universidad de Oxford, William M.F. Petrie de la universidad de Londres, A.C. Mace del departamento de egiptología del Museo metropolitano de Nueva York, J. Peters, director de la expedición babilónica de la universidad de Pensylvania; S.A.B. Mercer del Western Theological Seminary de Chicago, E. Meyer de la universidad de Berlín y B.V. Bissing de la universidad de Munich. 
(4) Dee Jay Nelson, The Joseph Smith Papyri, part. 2 y The Eye of Ra.

Mormonismo y poligamia 
La influencia de la masonería (VII) 

Las relaciones de la nueva secta del mormonismo así como de su fundador con la masonería resultaban, desde luego, inmejorables. Sin embargo, Joseph Smith distaba mucho - consideraciones sobre sus revelaciones aparte - de ser un modelo moral tal y como, presuntamente, exige la masonería de sus miembros. De hecho, en 1842, el profeta fue acusado de asesinato. Fuera o no cierto, la verdad es que salió bien parado en el procedimiento judicial e incluso se permitió declararse candidato a la presidencia de los Estados Unidos. No se saldría con la suya, pero el año siguiente recibiría otra revelación de enormes consecuencias. Su tema sería la poligamia. Al parecer antes de la canónica revelación de 12 de julio de 1843, Smith había tenido otras varias relativas a este tema, la diferencia estaba en que, hasta entonces, fueron privadas y generalmente iban dirigidas a convencer a la mujer ansiada (que podía ser tanto soltera como casada) de que Dios deseaba que se entregara al profeta Smith.

Si la mujer se convencía - cosa, al parecer, no muy difícil dado el poder de atracción de Smith - se celebraba un matrimonio secreto y, a partir de entonces, tenían lugar los encuentros sexuales de manera oculta. Ann Whitney, por citar sólo un ejemplo, se casó con Smith cerca de un año antes de la revelación de 1843 (1), pero la costumbre de perpretrar adulterios de manera constante, venía de muy lejos. 

La primera acusación pública de adulterio formulada contra Smith procedió, nada menos, que de uno de los testigos del Libro de Mormón: Oliver Cowdery. Está documentado que, desde 1835, Smith mantuvo con una tal Fanny Alger una relación adulterina de la que no lograron disuadirlo ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos (2). Pronto el número de amantes - esposas, según Smith - llegó a más de ochenta. 

Al parecer, a Smith no le importaba mucho lo moral de sus actuaciones, pero sí el que su esposa Emma le pudiera descubrir . Esto, al menos, es lo que se desprende de una carta descubierta por Michael Marqwardt en el George Albert Smith Collection de la Biblioteca de la Universidad de Utah (3). Tanto le preocupaba la cólera de la esposa engañada que incluso, en algunas ocasiones, el profeta arregló casamientos fingidos entre sus "mujeres" y otros hombres (4), para cubrir una realidad más evidente: esas mujeres eran las amantes adulterinas de Smith. Desde luego, el sistema no deja de parecer una actitud curiosa si aceptamos la tesis de que Smith sólo hacía lo que Dios le ordenaba. 

Como es de suponer, la lujuria del profeta pronto se convirtió en una pesadilla para muchos de sus adeptos. Tener una esposa hermosa era un riesgo porque, a buen seguro que, tarde o temprano, constituiría una tentación que Smith no podría ni querría resistir. Si una mujer le apetecía sexualmente, la tomaba sin el más mínimo problema de conciencia. Hay que decir, no obstante, que en algunas ocasiones estuvo dispuesto a aceptar un canje. 

Un caso así fue el de Vilate Kimball, casada con el apóstol mormón Heber C. Kimball. La mujer debía tener un cierto atractivo físico y el profeta le comunicó que debía acceder a sus deseos sexuales. Ni a ella ni a su esposo les debió convencer - mucho menos honrar - la sugerencia. Finalmente, idearon una forma de escapar a tan alto honor. Kimball, con enorme tacto, preguntó a Smith si le daría igual tomar a la hija en lugar de la madre. El profeta aceptó el cambio (5). 

En otros casos, como suele suceder en estas circunstancias con relativa frecuencia, el marido engañado por el profeta desconocía que su esposa - a la que consideraba un ejemplo de virtudes - había pasado a formar parte del harén de Smith (6). El conocimiento del secreto quedaba reducido a los protagonistas y a algunas personas muy cercanas. 

Con todos los alicientes que el tener relaciones adúlteras con un supuesto profeta de Dios pudiera presentar para las mujeres, no puede decirse que aquella práctica hiciera especialmente felices a todas las de la secta. Cuando la poligamia se extendió a todos los varones del movimiento, no pocas adeptas se desesperaron y prefirieron suicidarse antes de allanarse a una conducta que las rebajaba de esa manera. 

Naturalmente, todo aquello resultaba excesivo para la gente que vivía cerca de los mormones - nada pacíficos, por otro lado - y que temía verse desbordada por ellos (7). En el estado de Illinois la bigamia era un delito y Joseph Smith - en aquellos momentos en excelentes relaciones con la masonería - y su hermano Hyrum - el masón más importante de Nauvoo - fueron arrestados. Sin embargo, no fueron esos los únicos cargos presentados contra él. Las acusaciones iban desde gran inmoralidad a falsificación, pasando por encubrimiento y otros delitos. Hubiera sido de desear que compareciera ante un tribunal porque, quizá de esta manera, habría podido quedar establecido de manera legal cuál era el verdadero carácter de Smith. No fue así. Un grupo de unas ciento cincuenta personas hartas de los excesos de Smith asaltó la prisión de Carthage, en que estaba confinado, con ánimo de lincharlo. 

Joseph Smith intentó salvarse realizando alguno de los gestos rituales de la masonería y profiriendo gritos de auxilio hacia posibles masones que pudieran encontrarse entre sus asaltantes. No podemos saber a ciencia cierta si había masones entre ellos, pero, en cualquiera de los casos, no le sirvió de nada. La turba disparó a través de la puerta de la cárcel y mataron instantáneamente a Hyrum. Joseph Smith disponía de un revólver y logró herir a cuatro de los atacantes. Sin embargo, cuando vio que la situación era desesperada, intentó escapar lanzándose por la ventana. Fue atrapado en la huída y asesinado. 

(1) The Contributor, vol. 6, n. 4,enero de 1885, p. 131. 
(2) Historical Record pg. 15, una fuente mormona da por verídico el dato. 
(3) Reproducida en E. Decker y D. Hunt, Oc. P, 139. 
(4) Cf. E. Decker y D. Hunt, Oc, p. 139 y ss. 
(5) Dr. Wyl, Mormon Portraits, 1886, pp. 70-72. 
(6) Tal como fue el caso de un tal H. B. Jacobs. 
(7) Cf. No man knows my story, Fawn M. Brodie. 1945.

Mormonismo: la dudosa moralidad de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (VIII)

Joseph Smith en diversas ocasiones había declarado que "podía desafiar a la Tierra y al infierno (1)", que era el hombre más importante que hubiera vivido jamás, incluido Jesucriston (2), que era un abogado, un gran legislador y que abarcaba todo, el cielo, la tierra y el infierno y que iba a descubrir el conocimiento que cubriría a todos los otros abogados, doctores y cuerpos de letrados (3). Al fundar la iglesia mormona, Smith se había colocado por delante de todo profeta o apóstol anterior a él, incluyendo al propio Cristo: "Tengo más para jactarme de lo que haya tenido nunca ningún hombre. Soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida a toda una iglesia desde los días de Adán... Ni Pablo, ni Juan, ni Pedro, ni Jesús lo consiguieron nunca. Presumo de que ningún hombre hizo nunca un trabajo como el que yo hago. Los seguidores de Jesús se apartaron corriendo de El, pero los Santos de los Últimos Días nunca se apartarán de mí" (History of the Church, vol. 6, pp. 408-9).

Pretendía asimismo que él no era un siervo de Dios sino que, por el contrario, Dios era su mismo ayudante. Así lo dijo de manera indiscutible: "La tierra entera será testigo de que yo, como la roca elevada en medio del océano, que ha resistido la poderosa embestida de las olas durante siglos, soy invencible... 

"Yo combato los errores de la Historia, me enfrento con la violencia de las masas; me las arreglo con los procedimientos ilegales de la autoridad; corto el nudo gordiano de los poderes y resuelvo los problemas matemáticos de las universidades, con la verdad, con la verdad primera: y DIOS ES MI HOMBRE DE CONFIANZA, MI MANO DERECHA".(4) 

Su sueño megalómano concluyó aquel día al lado de la prisión de Carthage (que mencionamos en el artículo de la semana anterior). En el St. Clair Banner de 17 de septiembre de 1844 se publicó una declaración jurada de G.T.M. Davis en la que se revelaban los propósitos del profeta: 

"El gran objetivo de Joseph Smith era evidentemente el de asumir poderes ilimitados - civiles, militares, eclesiásticos - sobre todos los que llegaran a ser miembros de su sociedad. 
"... y para satisfacer a su gente... mostrando que la autoridad que Dios le había otorgado... se extendía sobre toda la raza humana y que los Santos de los Últimos Días, y las órdenes de Joe como rey y legislador iban a dominar a los gentiles y que obtendrían su sumisión mediante la espada". (5) 

No resulta, por lo tanto, extraño que Joseph Smith enseñara y ordenara a sus adeptos que practicaran el robo, el saqueo y el asesinato de aquellos que se les enfrentaban. Esta conducta - que difícilmente podría denominarse cristiana, pero que cuenta con paralelos en procesos sociales impulsados por la masonería - era etiquetada con el término de "despojar a los gentiles". Como ha reconocido el escritor mormón Leland Gentry se consideraba que "había llegado el tiempo en que las riquezas de los gentiles debían ser consagradas a los Santos".(6) 

La muerte de Smith provocó el lógico problema sucesorio. Originalmente, Joseph Smith había deseado que fuera un hijo suyo el que le sucediera a la cabeza de la secta ocultista fundada por él. Un manuscrito fechado el 17 de enero de 1844 y firmado por Joseph Smith apenas cinco meses antes de su muerte establece: 

"Bendición dada por Joseph Smith Jr. A Joseph Smith III... Bendito del Señor es mi hijo Joseph III. porque él será mi sucesor en la Presencia del Alto sacerdocio; un vidente, un revelador, un profeta para la Iglesia; su designación le pertenece a él por mi bendición; y también por derecho". 

Así lo quería el profeta, pero no le sirvió de nada. Uno de sus lugartenientes, Brigham Young, se autonombró sucesor suyo y el heredero oficial tuvo que conformarse con formar otra secta aparte. El 24 de julio de 1847, la primera caravana de mormones al mando de Brigham Young entraba en el Valle de Salt Lake. Más del sesenta por ciento de los mormones que llegaban a un territorio que pronto sería suyo eran masones, entre ellos toda la jerarquía de la secta. En los años venideros, los rituales del templo mormón de Salt Lake City - supuestamente procedentes del templo de Salomón - serían tomados de manera directa y apenas modificada de los de la masonería. 

(1) Carta fechada el 22 de julio de 1844 de Sarah Scott en la que se describe las pretensiones de Smith. 
(2) History of the Church, vol. 6, p. 408. 
(3) Idem, vol. 5, p. 467. 
(4) Idem, vol. 6, p. 78. 
(5) Citado por J. Y S. Tanner - Mormonism - Shadow or Reality?. Pp. 415-6. 
(6) L. Gentry, A History of Alter Day Saints in Norteen Missouri form 1836-1839, UBY, 1965, p. 32.

¿ESTABLECIENDO EL REINO? REINO AHORA

¿ESTABLECIENDO EL REINO?

“Estableciendo el reino” es una de las máximas que más se están escuchando desde hace relativamente no demasiados años a esta parte. Por “establecer el reino” quieren decir los pseudo maestros dominionistas, que los cristianos debemos ir tomando posicionamientos de poder en este mundo “en el nombre de Cristo”, consecuentemente “cristianizarlo”, y avanzar en esa dirección para que así el Señor Jesús pueda volver, ya que muchos de ellos creen que no volverá el Señor, hasta que este mundo esté lo suficientemente preparado para Él. Esto último constituye una terrible blasfemia, ya que supedita la obra soberana de Dios, cual es el retorno de Su Hijo, a la presunta obra y mérito de los hombres.
Este entendimiento, netamente postmilenial del “Reino Ahora” (Kingdom Now), se opone frontalmente a la revelación bíblica, y entra en clara contradicción con ella.  Fíjense: Los dominionistas (y muchos lo son aunque no lo sepan), está convencidos de que este mundo se rendirá a los pies de Cristo por la acción de la Iglesia, comandada por los tremendos nuevos “apóstoles” y “profetas” (a muchos les encanta llevar esos títulos). Pero, una vez supuestamente el mundo estuviera rendido a los pies de Cristo, ¿dónde queda el prometido juicio de Dios? ¿Es acaso Dios mentiroso, o no lo son más bien todos esos falsos maestros del “próspero dominionismo”? Y digo todo esto, porque la Biblia nos asegura que Dios va a juzgar con terrible severidad a este mundo, tal y como lo hizo con aquel mundo antiguo antediluviano, como lo hizo con Sodoma y Gomorra, o con los amorreos, y luego más tarde con los asirios, etc. etc.
La voluntad de Dios a la postre, es dar gloria a sus hijos, y destruir a los impíos.
El juicio viene, no el “avivamiento y la reforma mundiales”. Hermanos, no se dejen engañar por estos falsos profetas de hoy, como lo fueron aquellos del tiempo de Jeremías, al cual odiaban, por cierto.
Los cristianos no hemos sido convocados a establecer el reino visible de Dios en este mundo que va a ser destruido por fuego en su momento (2 Pr. 3: 12). Hemos sido convocados a llevar la palabra del Evangelio a toda criatura, pero no a cambiar al hombre. Sólo el Evangelio puede cambiar al hombre, pero sólo al que cree, y eso es don de Dios (Ef. 2:8).
¿Establecer el reino de Dios?, pongámonos de acuerdo con el Espíritu Santo para que Él lo siga haciendo en nuestras vidas, en todos aquellos que somos de Cristo, porque más allá de esto ya no está en nuestras manos.
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5: 19)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Julio 2013
www.centrorey.org

 

EL GRAN FRAUDE ECUMÉNICO

Índice del Tema

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios,  y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y Yo os recibiré” (2 Corintios 6: 14-17)
“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos… Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble” (Apocalipsis 17: 1-3: 18: 4-6)

¿CRISTIANO?

Introducción

Muchos ingenuamente piensan que a partir del Concilio Vaticano II, el catolicismo actual ya no es como el que siempre fue, que ahora los protestantes ya no somos anatemas (malditos) sino “hermanos separados”, y que es posible la unidad entre lo católico y el cristianismo verdadero. ¡Qué equivocados están!
La realidad es que dicho Concilio reafirmó los cánones y decretos de los concilios anteriores, que definieron el dogma romano: “Este concilio sagrado (Vaticano II) acepta lealmente la venerable fe de nuestros antecesores...y propone de nuevo los decretos del Segundo Concilio de Nicea, del Concilio de Florencia, y del Concilio de Trento” (Flannery, op. Cit. Tomo 1 p.412) (1)
Realmente, a pesar del cacareado aggiornamento, nada ha cambiado. Roma es “Semper Eadem” (siempre la misma), y lo será hasta su estruendoso final (Ap. 17: 16, 18)

concilio vaticano II

“El Concilio Vaticano II”

1. Los dos tipos de evangélicos ecuménicos

¿Deberíamos preocuparnos los verdaderos cristianos por el manido asunto del ecumenismo en el contexto evangélico-católico”? Yo creo que sí, hermanos; yo creo que sí…
Sin más preámbulos debo decir que ese tipo de ecumenismo es absolutamente aborrecible ante los ojos de Dios – es elGran Fraude Ecuménico.
En cuanto a la parte evangélica, les diré que existen dos tipos de creyentes involucrados en esa cuestión ecuménica. Uno se corresponde con el creyente que es muy ingenuo e ignorante y quizás hasta insensato, y el otro se corresponde con el falso hermano.
Dentro de esta categoría existe una subcategoría, la del falso hermano que sabe muy bien lo que está haciendo, y a quién realmente sirve: a ciertas instancias del Vaticano. De estos últimos, incluso hay muchos ministros.
Medítenlo: ¿Le sería muy difícil a la institución del Vaticano el preparar concienzudamente a agentes suyos para que se hicieran pasar por ministros evangélicos - aun y por años - hasta que muchos creyentes confiaran en ellos sin llegar a percatarse de nada extraño? No por cierto. Estos agentes católicos infiltrados estarían sirviendo a su “Santa Madre Iglesia” y a su papa de esta manera, meritando de ese modo. Debo añadir que esto es una indiscutible realidad.

Infiltración en las iglesias

“La infiltración en las iglesias evangélicas, y en el seno eclesial en general es una realidad, que por lo dantesca, a muchos les cuesta aceptar  y aun pensar en ello”

Katherine Khulman con Pablo VI

“La afamada Katherine Khulman, que nunca alentó a los católicos a salir de su iglesia sino todo lo contrario, tomada por las manos como gesto muy especial y exclusivo por el finado Pablo VI”

Benny Hinn con Cantalamessa

“Benny Hinn, fiel discípulo de la Khulman, en su visita a Roma,  rezando con el cura fraile Cantalamessa”
Católicos carismáticos
Hay que decir, respecto al primer tipo de evangélicos mencionados arriba, (sobre todo los de tipo neo pentecostal/carismático), que están muy engañados en cuanto a lo que realmente es un católico carismático. Han llegado a creer que – en general - un verdadero católico (*), en este caso carismático y que habla en lenguas (**), es necesariamente un verdadero cristiano.
(*) Nótese que hablo de un católico obediente y sujeto al dogma de su organización religiosa.
(**) Muchos ingenuamente piensan que porque un católico hable en lenguas, esa es señal de que ha nacido de nuevo. Las lenguas nada tienen que ver con este asunto.
¿Se puede ser cristiano sin ser salvo? ¡No hay manera! Lo que define a un verdadero cristiano - en primera instancia - es que ha nacido de nuevo, es decir, que ha sido justificado (Ro.5:1), que es salvo (Jn. 3: 3).
¿Puede un católico, como descrito arriba, fehacientemente creer que es salvo en vida? No. A un católico confeso – sea carismático o no - no le es permitido creer que es salvo bajo ningún concepto. Ampliaremos este punto más adelante.

2. La ramera astuta y seductora

En aras de ese ecumenismo, el Vaticano dispone de mentes muy pensantes, que han sabido y saben recrear diversas astucias para traer a su terreno al ingenuo creyente evangélico.

“Roma, desde el Concilio Vaticano II intenta agradar a todos y mostrar su cara más amable, pero no lo ha conseguido”

“Roma, desde el Concilio Vaticano II intenta agradar a todos y mostrar su cara más amable, pero no lo ha conseguido”
El doble lenguaje
Una de las artimañas del Vaticano es el “doble lenguaje”; es decir usando unas mismas palabras, decir dos cosas diferentes.
En la Conferencia Católica, Indianápolis ´90, y en preparación de la “Evangelización 2000”, Tom Forrest, el cura que dirige dicho movimientodesde el mismo Vaticano, ¡supo usar los términos evangélicos correctos cuando habló ante una audiencia mixta de protestantes y católicos! (quédense con esto)
Atrajo aplausos de los protestantes cuando clamó por la "Unidad Cristiana"pero cuando habló en un taller sólo para católicos, dejó saber, con aplausos repetidos de sus correligionarios católicos, lo que él realmente cree, y lo que los católicos deben creer también. Lo leemos a continuación:
“Nuestra labor es la de hacer verdaderos cristianos llevándoles al seno de la Iglesia Católica. Así pues, la evangelización nunca es completamente exitosa, sólo es parcial, hasta que el convertido es hecho miembro del cuerpo de Cristo por ser llevado al seno de la Iglesia Católica. 
Escuchad las palabras del papa Pablo VI. Este es un documento que cada uno de vosotros deberíais tener en vuestras casas, llamado “Sobre la evangelización del mundo moderno”. Esto es lo que el papa dice:
“El compromiso de alguien al que se acaba de evangelizar no puede quedar como algo abstracto (‘¡Oh, soy cristiano', esto es demasiado abstracto). Debe dársele una forma visible y concreta a través de ser parte de la Iglesia Católica, nuestro sacramento visible de salvación”.
Me gusta decir estas palabras, y las voy a decir otra vez: “¡Nuestro sacramento visible de salvación!”. ¡Esto es lo que la Iglesia (católica) es, y si eso es lo que es la Iglesia (católica), debemos estar evangelizando hacia la Iglesia! No, no debéis solamente invitar a alguien a ser cristiano, les invitáis a ser católicos.
¿Cuál es la importancia de esto? Primeramente, existen siete sacramentos, y la Iglesia Católica tiene esos siete sacramentos. En nuestros altares tenemos el cuerpo de Cristo, bebemos la sangre de Cristo. Jesús está vivo en nuestros altares, somos uno con Cristo en la eucaristía. Como católicos tenemos a María, y esta Madre nuestra, Reina del Cielo, está rezando por nosotros hasta que nos vea en la gloria. Como católicos tenemos el papado, una historia de papas desde Pedro hasta Juan Pablo II, tenemos la roca sobre la cual Cristo edificó su Iglesia.
Como católicos, me encanta esto que voy a decir, tenemos el purgatorio, ¡gracias a Dios! Yo soy una de esas personas que nunca llegarían a ver a Dios sin él. Esta es la única manera de ir. Así pues, como católicos, nuestra labor es usar esta década antes del 2000 evangelizando a todos y cada uno tanto como podamos para llevarles al seno de la Iglesia Católica” (hasta aquí el cura Forrest) (2)
¿No se dan cuenta, queridos lectores, de la argucia que supone el decir una cosa queriendo decir otra, y dejándolo claro más tarde ante sus correligionarios? A eso se le llama “doble lenguaje”.

Doble lenguaje

El doble lenguaje es el típico usado por toda institución religionista, para, manipulando así, conseguir sus propósitos”

Tom Forrest

“El cura católico carismático Tom Forrest”
Para el cura Forrest, católico carismático, y de cara a los católicos suyos, la cosa es bien clara; “… la Iglesia Católica, es el sacramento visible de salvación”. Esto es así porque para el católico verdadero, su iglesia es la única verdadera, y es el mecanismo exclusivo de salvación. Esto está obligado a creer.
Si el “sacramento de salvación” es la iglesia romana, entonces quedan excluidos de la salvación todos aquellos que no pertenezcan a esa “salvífica” institución, y eso mismo enseña Roma.
O como dice el Dr. Nadir Carreño:
“El ecumenismo católico es muy simple: 'Yo soy la Iglesia. Sólo yo tengo la plenitud de los medios de gracia, aunque por cortesía, llamo iglesias a otras comunidades. La unidad ya existe: está en mí. Vuelvan a mí y se habrá logrado el propósito del ecumenismo. En mí habrá campo para que cada denominación mantenga sus tradiciones propias'”. (3)
Sólo hay salvación en la iglesia de los papas…eso aseguran
Claramente, Roma enseña que no hay salvación fuera de la iglesia romana. En el principal documento del Concilio Vaticano II, la Constitución Dogmática “Lumen Gentium” (sobre la Iglesia) Cap. I,  leemos textualmente lo siguiente:
“14. El sagrado Concilio pone ante todo su atención en los fieles católicos y enseña, fundado en la Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la Salvación…por lo cual no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, rehusaran entrar o no quisieran permanecer en ella” (4)
Y no cabe la menor de las dudas en cuanto a todo ello, cuando esa misma institución religiosa por medio de sus responsables, asegura que ella es la única iglesia de Cristo:
El día 5 de septiembre de 2000, el cardenal Joseph Ratzinger (el que fuera papa Benedicto XVI), responsable entonces de la llamada “Congregación para la Doctrina de la Fe”, antes llamada la “Santa Inquisición”, publicó la declaración “Dominus Lesus”. En ella reiteró que “la iglesia católica romana es la única verdadera”.
Dicha declaración fue ratificada por el Papa Juan Pablo II “con ciencia cierta y con su autoridad apostólica”, es decir “ex cátedra”, o en otras palabras, con infalibilidad. Dice la “Dominus Lesus” en su artículo 17: “Existe, por lo tanto, una única Iglesia de Cristo, que subsiste en la Iglesia Católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él…”. (5) Esto último está transcrito al Catecismo (5b).
Ahora bien, se identifica al “sucesor de Pedro” con el papa romano. Por lo tanto, el católico está obligado a creer que la iglesia de los papas es la única y verdadera iglesia, y que no hay salvación fuera de ella.
¡Es evidente que un católico no puede ser cristiano, si decide seguir siendo católico!
Podríamos rizar el rizo, pero siempre llegaríamos a la misma conclusión: la iglesia de Roma es la más grande de las sectas, ya que ella se auto proclama la única y verdadera iglesia de Cristo. Por lo tanto buscar unidad con ese espécimen constituye el GRAN FRAUDE ECUMÉNICO.

“Bergoglio con diferentes representantes de diferentes religiones…”

“Bergoglio con diferentes representantes de diferentes religiones…”

Billy Graham

“El famoso evangelista y ecuménico Billy Graham, que nunca alentó a los católicos a salir de su iglesia sino todo lo contrario, con su apreciado papa romano”

3. Volviendo a la cuestión ecuménica

En esa conferencia católica/carismática de Indianápolis ´90, asistió nada más y nada menos que el afamado “apóstol” C. Peter Wagner.
Según la web official de la American Presbyterian Church, en su artículo titulado “Fuller Seminary – exhibit A”, C. Peter Wagner, citando a “Foundation, Julio-Agosto 1990”, fue junto a George Kraft – ambos profesores del Fuller Institute, cito,“figuras clave en la Conferencia Católica/Carismática de Indianápolis ´90; sus seminarios reportaron audiencias más numerosas que todos los demás allí” (6)

Peter Wagner

“El “apóstol” y gran ecuménico C. Peter Wagner”
¿Qué estaban haciendo ahí esos supuestos evangélicos?  ¿Qué pretenden esos ministros supuestamente evangélicos, que por serlo, conocen perfectamente acerca de lo que estoy escribiendo aquí, apareciendo como “figuras clave” en una conferencia católica?... Pero hay mucho más que añadir a esto.

El cura fraile Cantalamessa

“El cura fraile Cantalamessa, rodeado de otros curas y de pastores evangélicos”
de vuelta a Roma
“Con la misión de llevar a los cristianos de vuelta a Roma”

Dominionista Marcos Witt

“El dominionista Marcos Witt participando en el acto ecuménico de arriba”

Benny Hinn y Marcos Witt

“Benny Hinn y Marcos Witt”

¿¿¿tan Ciegos Son???

“Cómo se puede confraternizar con ese hombre que dice ser Cristo en la tierra, ¿tan ciegos son?”
¡Pero hay muchos más!
Lo que voy a dar a conocer a continuación es escalofriante. Paso transcribir algunas de las declaraciones de algunos muy conocidos ministros evangélicos acerca de la unidad presuntamente cristiana en relación con el catolicismo romano. Declaraciones todas ellas hechas en un congreso ecuménico-carismático patrocinado por el Comité de Servicio de Renovación Americana en St. Louis, Missouri del 21 al 23 de junio del 2000, y llamado “Celebration Jesus 2000”. Me tomo la libertad de hacer algunos comentarios respectivamente.
Vinson Synan, neo pentecostal, y ecuménico convencido dijo:
“Hay personas en St Louis del cuerpo de Cristo: Católicos, Episcopalianos, Luteranos, Bautistas, Pentecostales, etc…A pesar de nuestras diferencias teológicas, Jesús oró para que pudiéramos ser uno…Dios está derrumbando las barreras para que podamos mostrar al mundo nuestra unidad” (énfasis nuestro)

¿Las diferencias teológicas no son importantes? ¿Es igual lo que cada uno crea con tal de ser “uno”? ¿Cómo se puede ser “uno” no pudiéndolo ser? ¿Fue Cristo “uno” con la doctrina de los fariseos, que eran los creyentes de su tiempo?
La auténtica barrera que Dios derrumbó fue la levantada por el pecado, por enviar a Su Hijo a dar su vida por nosotros. La sola fe en Cristo: ese es el mensaje bíblico, sin añadiduras, como la “Tradición” católica. No nos engañemos.

Vinson Synan

“Vinson Synan, con algunos religiosos”
El obispo Samuel Green, Iglesia de Dios en Cristo, dijo:
“Necesitamos recibir a todos los grupos: Católicos, Episcopalianos, Bautistas. Yo admiro al papaNo estamos reconciliados con Dios a menos que aceptemos a otros sin importar su denominación (énfasis nuestro)
Pero ya sabemos que el catolicismo no es una denominación cristiana; ni siquiera es denominación, ya que se considera único de Cristo... y, ¿Qué cristiano auténtico puede decir: “yo admiro al papa”?
Nancy Kellar, una monja católica entre los evangélicos, advirtió:
“…debemos confesar nuestros pecados por cómo hemos quebrado el cuerpo de Cristo a través de la división”.
¡División!, Sí, aunque más que división, debería ser separación: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Co. 6: 14)
El célebre Pat Robertson, de “Christian Broadcasting Network” (CBN), club 700, comentó:
“Necesitamos tener entre nosotros a algunos católicos carismáticos viniendo a nuestras iglesias bautistas para enseñarnos como adorar  (énfasis nuestro)  (7)
¡Lamentable…!

Pat Robertson

“Pat Robertson de CBN”
Así pues, para estas personas presuntamente comprometidas con el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según hemos leído:
a) El catolicismo es parte del cuerpo de Cristo.
b) Es la voluntad de Dios la unidad de los cristianos con los creyentes en el catolicismo.
c) Dios quiere mostrar al mundo la unidad de los verdaderos creyentes junto con los creyentes en el catolicismo romano.
d) Necesitamos recibir como hermanos en la fe a los profesantes del catolicismo.
e) Quizás también admirar al papa de Roma.
f) Dios no nos perdona a menos que aceptemos la fe católica.
g) Es división que apena a Dios no mezclarse con el catolicismo… y quizás lo más pintoresco de todo,
h) Deberíamos adorar como lo hacen los católicos carismáticos (¿quizás también a María?).
Y digo de nuevo, ¿cómo se puede estar tan ciego?... ¿o no son tan ciegos muchos de ellos?

4. ¿Puede un católico romano ser verdadero cristiano?

Retomamos lo que explicábamos al principio. Para un católico, sea carismático o no, su misma iglesia le prohíbe creer que es salvo en vida, aduciendo que si así hace, incurre en pecado de presunción. Ese sería uno de los peores pecados, porque según esa institución religiosa, se cometería “contra el Espíritu Santo”, y sería: la presunción de salvarse sin merecimientos (8)
El catecismo de la iglesia católica enseña, que si una persona cree tener la seguridad de que irá al cielo cuando muera, comete el pecado de presunción. Leemos del siguiente modo en el citado catecismo:
"Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito)" (p. 465, #2092). (énfasis nuestro) (9)
Esta declaración conciliar invalida la misma Escritura, donde Dios nos dice que los verdaderos cristianos Por gracia somos salvos, por medio de la fe, y esto no de nosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe” (Ef. 2: 8, 9)
Pero si un católico quiere ser y definirse como católico, está obligado por ley canónica a no declarar que es salvo por la fe (contradiciendo así la misma Escritura, véase: 1 Jn. 5: 13; Ef. 2: 8, 9; Ro. 3: 24; 5: 1; 8: 1, 16; etc. etc.)

Catecismo de la iglesia de Roma

“Portada del Catecismo de la iglesia de Roma”
La católica, una “salvación” aleatoria
Por lo tanto, un católico profesante jamás podrá estar seguro de su salvación, ya que el obtenerla depende no sólo de su fe en Cristo y Su suficiente obra meritoria, sino del cumplimiento de las obligaciones sacramentales, así como de numerosas obras (nadie sabe cuántas) con las cuales deberá meritar. Es decir, ¡Se ha de ganar el cielo!
El Concilio de Trento, en su sesión número seis, concluyó diciendo que las buenas obras personales no sólo nos justificandelante de Dios, sino que son esenciales para la salvación. Así lo afirma el Canon 24 de ese mismo Concilio de Trento. Esto implica que sólo Dios sabe cuantas “buenas obras” hay que hacer y meritar para llegar al cielo, pero el católico regular no lo sabe. El católico romano es un esclavo de su propia creencia; porque es un siervo de su institución.
Nos detenemos a preguntarnos: ¡¿De qué sirve seguir concienzudamente todos los pasos que exige la religión de Roma, si nadie que la practique puede tener la seguridad y certeza de la salvación?! ¿¡No dice la Palabra que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve!? (Hebreos 11: 1)
Dave Hunt escribe al respecto:
“Para el católico, la salvación no viene mediante recibir a Cristo como Salvador personal, sino que es un extenso proceso que comienza con el bautismo, y de ahí en adelante depende de la relación continua de la persona con la Iglesia. La salvación viene mediante la participación en los sacramentos, penitencias, buenas obras, sufriendo por los pecados personales y los pecados de otros aquí y/o en el purgatorio, indulgencia para reducir el tiempo en el purgatorio, y cantidades casi interminables de misas y rosarios dichos a favor del feligrés aún después de la muerte. El “evangelismo” católico es por obras, la antítesis propiamente dicha de “el evangelio de la gracia de Dios”  (10)
En el catolicismo, el dogma católico se pone por delante del Evangelio de la gracia, y lo esconde de los ojos del católico; esta es la creencia y herencia del católico regular. Dicho con compasión: ¡El católico es un ser infeliz!
¿Purgatorio?
El Concilio de Trento, artífice de toda la oficialidad dogmática romana lo expone con claridad meridiana:
“Si alguien dijera que después de la recepción de la gracia de justificación, la culpa es remitida y la deuda de la pena eterna es borrada de cada pecador arrepentido, que no queda ninguna deuda temporal a ser descargada en este mundo o en el purgatorio antes que las puertas del cielo puedan abrirse, sea anatema” (es decir, maldito o excomulgado) (11)
Para la iglesia católica, la gracia que justifica, contradiciendo lo que enseña la Biblia (véase Ef. 2: 8, 9), no es suficiente. Para esa institución, el fiel deberá meritar, en este mundo, y en el próximo, en lo que llaman el purgatorio:
“Los pecados deben ser expiados; esto puede hacerse en este mundo mediante tristezas, miserias y tribulaciones de esta vida y, sobre todo, mediante la muerte” (12)
En esta declaración dogmática conciliar, vemos que la verdadera expiación, la que logró para todos los hombres Cristo Jesús brilla por su ausencia, y es sustituida por “las tristezas, miserias y tribulaciones de esta vida”. En otras palabras, ¡no sólo es insuficiente el sacrificio inigualable de Cristo para cada hombre, sino que además, cada hombre debe de ser su propio cristo!
Sobre el asunto de la muerte, como lugar de expiación, Roma sigue dice a través del Concilio Vaticano II: “De lo contrario, la expiación debe hacerse en el más allá mediante el fuego y los tormentos o castigos purificadores” (13) es decir, el lugar de la “purga”: El llamado, purgatorio; (lugar inexistente, por otra parte).
Para el católico la sangre de Cristo no es suficiente para purgar sus pecados, es necesario el fuego atormentador, el cual – según esa institución – logra purgar dichos pecados. Es el fuego, y no la sangre de Cristo; ¡terrible blasfemia!

Representación del purgatorio

“Representación del purgatorio, con los justos quemándose ¡Qué horror! ¿Querrá Dios que los que han creído en Su Hijo se quemen por siglos en ese supuesto lugar? ¡Qué falsedad! Pues esto es lo que un católico está obligado a creer”
Acordémonos de las palabras del cura carismático Tom Forrest:
“Como católicos, me encanta esto que voy a decir, tenemos el purgatorio, ¡gracias a Dios! Yo soy una de esas personas que nunca llegarían a ver a Dios sin él”
Forrest está ansioso por pasar por ese lugar de tormento.
¡En modo alguno el catolicismo romano puede ser cristiano; en modo alguno!
Y sin embargo, como venimos diciendo, muchos evangélicos han llegado a creer que esos infelices católicos son hermanos en la fe. Lo siento, pero no lo pueden ser si siguen creyendo esa errada doctrina de los papas, por tanto, poniéndola por encima de la Escritura.
El católico deberá escoger entre la Escritura y la doctrina de los papas. Si escoge lo primero, automáticamente dejará de ser católico.
Una cosa es clara también, cuando los católico-romanos que tienen un corazón para Dios llegan a leer con fe la Biblia, obedeciéndola por encima de los dictados romanistas, encuentran al verdadero Jesús, y dejan de ser católicos para ser cristianos, pertenecientes a la Iglesia Universal de Jesucristo.
Por eso Roma rechaza el concepto de Sola Scriptura, porque sabe que el Libro la denuncia, si se lee con atención.

5. Roma rechaza el concepto de Sola Scriptura (sólo la Biblia)

Esto fue lo que el papa Pío VII, el que en el año 1814 rehabilitara a la Sociedad Jesuita, le escribió al primado de Polonia en el año 1816:
“Es evidente, desde la experiencia, que las Sagradas Escrituras, circulando en lengua vernácula, han producido más daño que beneficio (parafraseando a Trento)...Hemos deliberadamente tomado las medidas oportunas para remediar y abolir esta pestilencia”. (14)
El papa se quejaba de que la Biblia escrita en la lengua nativa o vernácula, había dañado a sus intereses papistas, hasta el punto de tratarla de pestilencia e intentar abolirla.

el Impío Pío VII

“El papa que levantó a los jesuitas: Pío VII”
Que la Biblia pone a la luz la mentira y maldad del catolicismo romano lo sabían los cardenales del papa Julio III, por ello le aconsejaron lo siguiente:
(*) “Hay que abrir bien los ojos y usar toda la fuerza posible en la cues­tión, a saber,  para permitir lo menos posible la lectura del Evangelio especialmente en lengua nativa, en todos los países bajo la jurisdicción. Baste la pequeña parte del Evangelio leída usualmente en la misa, y no se permita que nadie lea más. En cuanto el pueblo esté contento con esa pequeña porción, florecerán los intere­ses de vuestra Santidad, pero cuando el pueblo quiera leer más, sus intereses comen­zarán a fallarLa Biblia es un libro que, más que cualquier otro, ha levantado contra nosotros los alborotos y tempestades, por los cuales casi perecemos. De hecho —escriben los cardenales—, si alguien examina de cerca y compara las en­señanzas de la Biblia, como ocurre en nuestras iglesias, entonces encontrará discordias y comprenderá que nuestra enseñanza es muchas veces diferente a la Biblia y nunca cesará de desafiarnos hasta que todo sea expuesto y entonces nos volveremos objeto de burlas y odios universalesPor tanto, es necesario retirar la Biblia de la vista del pueblo, pero con cuidado, a fin de no causar rebelión” (énfasis nuestro).(15)
(*) Este discurso está contenido en un documento histórico, del tiempo de la Reforma, conservado en la Biblioteca Nacional de París, en la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650)
Dese cuenta el lector de que se está tratando aquí: la iglesia de Roma siempre ha sido la primera y tremenda opositora al Libro que pretende haber creado, poseer y defender: la Biblia.

6. Concluyendo

Huelga decir aquí que nosotros los verdaderos cristianos debemos amar a todos los hombres, eso evidentemente incluye a los católicos; no por ser católicos, sino por ser personas, por las cuales Cristo también dio su vida.
Precisamente, por amor, hay que decir la verdad, y mostrar la verdad. No podemos tratar a un católico como a un verdadero hermano en la fe, porque entonces estaríamos pecando (1 Co. 5: 11; 2 Juan 1: 10, 11). Existe un límite al respecto.
Un católico regular, necesita ser salvo, así como un musulmán, un judío, un testigo, un mormón, un ateo, un evangélico nominal, etc. ¡Todo hombre precisa de la salvación, y esta sólo viene por gracia, por medio de la fe en Jesucristo, y sin añadiduras! (Ef. 2: 8, 9)
La solución no vendrá en forzar una unidad a como de lugar, siguiendo el GRAN FRAUDE ECUMÉNICO - camino ineludible a la apostasía - sino en hablar la verdad de la Biblia, y así permitir que el Espíritu Santo redarguya y convenza a todos aquellos a los que amamos, pero que están fuera del Camino, aunque se consideren dentro.
Jesucristo dijo que el Camino es Él mismo, y no una institución religiosa que dice ser la única suya, pero que no lo es, es decir, Roma. Si el católico quiere conocer al verdadero Dios, deberá recibir a Cristo (Jn.1:12), tal y como Cristo así lo estableció, y tal instrucción es la Biblia, sin añadiduras (es decir, la “Tradición conciliar católica”).
¡Sola Gratia!¡Sola Fide! ¡Solus Christus! ¡Sola Scriptura! ¡¡SOLI DEO GLORIA!!
El ya cristiano, deberá compartir el Evangelio a todos, guardándose de toda levadura y contaminación (Mt. 16: 6; 2 Co. 7: 1)
Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”(Judas 20-23)
Amigo católico, lee esto:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5: 13)
“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (Ap. 18: 4, 5)
SOLI DEO GLORIA
Dios les bendiga. ¡Cristo viene pronto!
© Miguel Rosell, pastor de Centro Rey Jesucristo, Madrid, España.
Julio 2009
Revisado Diciembre 2014
www.centrorey.org
Citas:
1. Flannery, op. Cit. Tomo 1 pág. 412.
2. - "Roman Catholic Double-Talk at Indianapolis '90," Foundation, pp. 14-16, 
3. Dr. Nadir Carreño, cit. por el Ps. Víctor Pino Gamboa en su art. “Hacia una iglesia mundial” http://ceirberea.blogspot.com/
4. (Documentos del Concilio Vaticano II)
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/docum/magigle/vaticano/vati.htm
5. “Dominus Lesus”; art. 17
5b. Catecismo de la Iglesia Católica (p. 208, #870)
6. American Presbiterian Church http://www.americanpresbyterianchurch.org/fuller_seminary.htm
7. David W. Cloud, Fundamental Baptist Information Service, por Huron.
8. http://www.corazones.org/espiritualidad/espiritu_santo/pecado_contra_es.htm)
9. Catecismo de la Iglesia Católica (p. 465, #2092)
10. Dave Hunt, su libro, “Una mujer cabalga la bestia”
11. Concilio de Trento (Sexta sesión, canon 30, p. 46).
12. Concilio Vaticano II: Los documentos conciliares y postconciliares, ed. Rev. (Costello Publishing, 1988), tomo 1, p. 63).
13. Ibidem.
14. Documento en archivo
15. Biblioteca Nacional de París, en la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650


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Revelan falso milagro de Cash Luna tras la muerte de mujer "sanada"

Revelan falso milagro de Cash Luna tras la muerte de mujer "sanada"
MÉXICO.- Una joven de 15 añosmuy enferma, murió en el mismo evento "Noches de Gloria", después que Cash Luna anunció que la mujer estaba sana por milagro divino.

El suceso ocurrió en la ciudad Mexicana de Villahermosa en junio 2014, pero recientemente hemos recibido los detalles de una investigación realzada por el escritor John L. Russell, que diferentes medios publicaron.

"Prometía que los sordos oirían, tumores desaparecerían, ojos volverían a ver, sillas de ruedas se vaciarían y que cientos de milagros menores ocurrirían. Aparte de las dos noches de "borrachera espiritual, también daría una conferencia matutina para los pastores y líderes", escribe Russell.

La chica, Nancy Hernández Álvarez, que padecía de Trombosis Cerebral Infantil, fue llevada al evento deCash Luna, con la esperanza que sea sanada, y al salir del evento la mujer cae muerta, según informó Tabasco Hoy.

"Nancy Hernández estaba muy enferma. Su enfermedad la había mermado de toda calidad de vida y sus padres siendo pobres, estaban desesperados. Esperanzados que “Cash” Luna les devolviera su hija a la normalidad, subieron a la joven al pulpito y se la presentaron, confiados en que él la curaría y en la promesa de su publicidad que decía; "Ven pide a Jesús tu milagro".

"Después Cash declaró a Nancy Hernández "Sanada de su Trombosis Cerebral Infantil". La multitud presentes en el auditorio aplaudieron, emocionados e impresionados, al ver el gran poder de "Cash" Luna demostrado ante sus propios ojos", escribe Russell.

Minutos después, cuando Nancy Hernández y sus padres salían del evento por la parte trasera del lugar en el Parque Tabasco, creyendo que su hija había sido "Sanada" por Cash Luna, la adolescente se desplomó y perdió la vida casi inmediatamente.

"El engaño de sus “milagros” es un ejemplo notable del uso de la hipnosis sobre las masas. Todos los que atienden sus “shows”, reciben una experiencia endorfínica, agradable y eufórica, parecida a los efectos placenteros de las drogas opiáceas. Supuestamente, “libera” a alcohólicos y drogadictos, etc., durante “ceremonias especiales” y las familias desesperadas le pagan sumas fuertes por estos “servicios”. Como es una estafa muchos mueren, pero él se cubre afirmando que sus víctimas no tuvieron suficiente “fe” y como resultado, el “Espíritu Santo no pudo hacer su trabajo", escribió Russell. Qué opina?.AcontecerCristiano.Net

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

La herejía Mormona

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

© C. Vidal, Libertad digital (ProtestanteDigital.com. 2005, España)

Las grandes deserciones mormonas
Falsedades históricas del Libro de Mormón
Más vínculos del mormonismo y la masonería
Mormonismo y poligamia
La dudosa moralidad de Joseph Smith 
En la imagen el falso profeta José Smith recibiendo la visita de unos seres luminosos que le revelaron un nuevo "evangelio" en el "Libro de Mormón" (imagen mormona)

"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:8-9) 
"Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2ª Corintios 11:14-15)
Los mormones y Joseph Smith 
La influencia de la masonería (I) 

El peso de la masonería en el reverdecer del ocultismo del siglo XIX fue, como vimos en las entregas anteriores, ciertamente extraordinario, hasta el punto de que no puede entenderse su historia sin hacer referencia a él. Ya hemos indicado como uno de sus componentes esenciales – y de sus atractivos – era la pretensión de poseer un conocimiento secreto, una gnosis, que sólo se comunicaba a los iniciados. Esta circunstancia - absolutamente esencial en la historia de la masonería y, sin embargo, tantas veces omitida - explica, por ejemplo, el considerable papel representado por la masonería en la configuración de algunas de las sectas surgidas durante el siglo XIX. En las siguientes entregas, nos ocuparemos del papel de la masonería en la fundación del mormonismo, de los adventistas, de la Ciencia cristiana y de los testigos de Jehová.

De entre las sectas contemporáneas, la más importante, con diferencia, es la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, más conocidos popularmente como los mormones. En la actualidad, los mormones cuentan con no menos de diez millones de miembros en todo el mundo y un peso social, político y económico que supera con mucho el de ese número . Todo eso es más o menos conocido, lo que ya resulta mucho menos sabido es que Joseph Smith Jr. era masón y que la masonería desempeñó un papel muy considerable en el nacimiento y establecimiento de la secta. 

Resulta obligado decir que nada puede alcanzar la categoría de comprensible en relación con la historia y la teología de los mormones – a la que Ferguson denominó la religión sintética de Utah – sin hacer referencia a la persona de su fundador y profeta Joseph Smith . 

Nacido el 23 de diciembre de 1805, cuando Estados Unidos era una jovencísima nación recién emancipada de Gran Bretaña, Smith nació en un entorno doméstico peculiar. Los vecinos de Smith consideraban a la familia de éste como “analfabeta, bebedora de whiskey, holgazana e irreligiosa” (1). La madre de Smith, Lucy Mak, practicaba la hechicería y alimentaba la pretensión – por lo visto no del todo desprovista de fines crematísticos – de tener visiones. 

El padre, Joseph, más conocido como Joe, contaba con una cierta popularidad que emanaba de que su ocupación consistía en buscar tesoros en favor de aquellos que le pagaban con esa finalidad. Está documentado que el joven Joseph Smith acompañaba con frecuencia a su padre en estas expediciones a mitad de camino entre el fraude y lo oculto, y desde edad muy temprana se dedicó a la práctica de la adivinación y de decir la fortuna mediante el uso de piedras, una práctica específicamente prohibida por la Biblia (2). Sin embargo, de manera aún más interesante, la familia de Joseph Smith estaba estrechamente vinculada con la masonería. 

El padre, Joseph Smith Sr. había sido iniciado en el grado de maestro masón el 7 de mayo de 1818 en la logia de Ontario n. 23 de Canandaigua, Nueva York. Uno de los hijos mayores, Hyrum Smith, era miembro de la logia Mount Moriah n. 112 de Palmyra, Nueva York. 

Las fechas resultan interesantes porque en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta . 

La importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que “La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia” (3). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes. 

Tal y como lo expresó el apóstol mormón John A. Widtsoe: “Sobre su realidad (la de la visión) descansa la verdad y el valor de su (de Smith) obra posterior”(4). Desde luego, no es para menos. Si efectivamente Dios se le apareció a Joseph Smith dándole instrucciones concretas, sería estúpido negarle, al menos, un poco de atención. Si, por el contrario, la historia es falsa, Smith sería un farsante, un enfermo o algo peor. 

El relato oficial es como sigue. En 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años , se adentró, una hermosa mañana de inicios de la primavera, en el bosque. Al parecer había decidido orar para descubrir cual de “todas las sectas era la correcta”, una oración nada baladí teniendo en cuenta la vinculación de su padre con la masonería. Mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo” . Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

En el siguiente artículo analizaremos la revelación de J. Smith. 

(1) Citado en B. Larson, Oc, p. 309. 
(2) Las citas al respecto son claras. Por ejemplo, “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos” (Levítico 19:26) o “ No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de el Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios” (Deuteronomio 10, 8-14). 
(3) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(4) John A Widtsoe, Joseph Smith-Seeker After Truth, SALT Lake City, 1951, pg. 19.

Mormones: la visión de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (II) 

Vimos que en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta, siendo la importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que "La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia"(1). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Como relatamos en el artículo anterior, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

Sería de esperar que esta visión de radical importancia hubiera sido registrada desde el principio entre los recuerdos y testimonios del futuro profeta. Lo cierto es que no fue así. Los mismos mormones se han visto obligados a reconocer que "el relato oficial de la primera visión de Joseph Smith y las visitas del ángel Moroni... fue publicado por primera vez en 1842"(2), es decir, 22 años después de acontecidos los hechos. Hasta qué punto este "retraso" resulta absurdo podemos verlo en el hecho de que la secta fue fundada oficialmente en 1830, el mismo año de publicación del Libro de Mormón. ¿A qué se debe que la piedra básica - la visión divina de Smith - sobre la que está edificada la secta de los mormones no fuera mencionada por el profeta sino veintidós años después de presuntamente acontecida?. 

Diversas investigaciones parecen apuntar a una causa bien poco presentable: el mismo Joseph Smith no contó siempre la misma historia y ello se debe sencillamente a que la misma no era verdad. Jerald y Sandra Tanner (3) han dejado de manifiesto que en el interior de la secta circulaban, al menos, dos versiones diferentes de la visión divina de Smith si bien no salieron a la luz pública hasta que Paul Cheesman, un estudiante de la universidad Brigham Young, las publicó en 1965. Por si esto fuera poco, al año siguiente, James B. Allen, profesor asociado de Historia de la BYU, reveló otra versión más de la visión. Demasiados relatos discordantes para creer en una versión - hoy oficial - que, al parecer, desconocieron dirigentes mormones como Brigham Young y Oliver Cowdery (4). 

El mismo Joseph Smith se destacó por ser el origen de este tremendo embrollo. A fin de cuentas, no relató siempre la misma historia . Así, el Messenger and Advocate de septiembre de 1834 y de febrero de 1835 publicó diversas versiones de la "primera visión" considerablemente diferentes de la oficial de 1842. Las diferencias son de bulto. En la versión ahora oficial, Joseph Smith tenía catorce años, buscaba saber qué secta era la verdadera y se le aparecieron el Padre y el Hijo. En las de 1834 y 1835, Joseph Smith tenía diecisiete años, lo que ansiaba saber es si existía un ser supremo y el que se le apareció fue un simple ángel. Para terminar de complicar las cosas el 29 de mayo de 1852 el Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en que afirmaba que la primera visión la tuvo a los catorce años y que fue de ángeles. 

Esto fue corroborado posteriormente, por el apóstol mormón Orson Pratt (5) y por John Taylor, el tercer presidente de los mormones (6). Por desgracia para Smith, ni siquiera en la época en que coincidían casi todos en que quien se había aparecido era un ángel, llegaban a ponerse de acuerdo sobre la identidad del mismo. En la primera edición de la "Perla de gran precio" de 1851, pg. 41, se decía que el ángel era Nephi y la misma opinión sustentaba Lucy Mack, su madre. No obstante, después se denominó al ángel con el apelativo de Moroni. Finalmente, alguien debió de llegar a la conclusión de que una aparición del Padre y del Hijo siempre es mucho más atrayente que la de un simple enviado. Así esta tesis acabaría imponiéndose de manera oficial en la "Perla de gran precio", uno de los libros sagrados de los mormones (7) . 

Como fundamento- según el profeta y apóstol MacKay - de la organización que afirmaba ser la única iglesia cristiana, la visión primera de Smith da la impresión de dejar mucho que desear. No coinciden - de acuerdo a las diferentes versiones - ni la edad de Smith, ni el motivo de su oración ni los personajes que se le aparecieron. Francamente, un profeta con una memoria tan dudosa sobre asunto de tanta importancia no consigue crear precisamente confianza en la manera en que transmite las revelaciones ni en la veracidad de las mismas. Para colmo, la última - por el momento - versión de la visión de Smith se contradice con sus propias enseñanzas de manera directa. 

En 1832, Joseph Smith afirmó haber tenido una revelación de Dios según la cual nadie puede ver a Dios sin tener el sacerdocio. Según el propio SmitH él no tuvo ese sacerdocio hasta pasado 1830 (8) pero la visión de Dios fue, al menos, diez años antes. Como y por qué Dios hizo una excepción a Su revelación en relación a Smith constituye un misterio que - hasta la fecha - ningún adepto de la secta ha conseguido aclarar. 

Como ha dejado de manifiesto Floyd C. Mc Elveen, ambas revelaciones no pueden ser verdad. O bien Smith vio a Dios en 1820 - y eso se contradice con la revelación sobre el sacerdocio de 1832 - o bien la revelación de 1832 es falsa y con ello queda a salvo la veracidad de la versión - hoy oficial- de la visión de 1820. Naturalmente cabe también la posibilidad de que ambas visiones no fueran sino una falacia. 

(1) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(2) Improvement Era, julio de 1961, p. 490. 
(3) Jerald y Sandra Tanner, The First ision Examines. Salt Lake City. 1969.La obra constituye un clásico en el estudio de las fuentes de la secta. 
(4).C..Mc Elveen, The mormon illusion, Ventura, 1977 pp. 24-25. 
(5) Vid: Messenger and Advocate, vol.I, pp. 78-79. 
(6) Journal of Discourses, Salt Lake City. (1966) vol. 13, pp. 65-66. 
(7) Pearl of Great Price, Salt Lake City, 1958, p.48 par.17. 
(8) Bruce R. McConkie, doctrines of Salvation, SALT Lake City, 1954, vol. I, p. 4.

El "Libro del Mormón" 
La influencia de la masonería (III) 

Aún más problemas plantea esa obra que Mark Twain denominó "cloroformo en forma de libro" y que nosotros conocemos como el Libro del Mormón. La historia oficial del mismo es digna de ser referida aunque sea brevemente. En la Perla de gran precio, uno de los libros sagrados de la secta, Joseph Smith narra una visión que tuvo en 1823. De acuerdo con este libro, en el curso de la misma se le apareció a Smith un ángel llamado Moroni que le señaló la misión que Dios le había encomendado. Smith tenía que encontrar unas placas de oro en las que había escrita una obra cuya traducción debía acometer. Junto a las placas, Smith encontraría unas gafas que le permitirían traducir las placas del egipcio reformado en que estaban escritas al inglés. Para colmo de maravillas, las mencionadas lentes fueron identificadas por el ángel con el Urim y el Tumim del Antiguo Testamento. La obra señalada por el ángel, presuntamente, era el Libro del Mormón.

No hace falta decir que para una vez que una revelación presuntamente divina no se produce por inspiración sino por traducción, hubiera resultado sumamente interesante poder examinar los textos y el artilugio destinado a facilitar su comprensión a los mortales. No ha sido posible. Según la tesis mormona, después de que Smith tradujo las 116 primeras páginas del Libro del Mormón, aquellas desaparecieron. ¿Y las gafas? Se las llevó el ángel. 

Según los tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris, el método de traducción de Smith era auténticamente peculiar. En primer lugar, Smith colocaba los lentes en un sombrero y después metía la cara en el mismo comenzando a continuación a traducir de las placas de oro... que prácticamente nunca estuvieron presentes. Dado el método utilizado, no es de extrañar que no hicieran ni falta. 

No acaba aquí la cosa. Según ha dejado escrito David Whitmer (1), una vez que Smith se echaba a la cara el sombrero con las gafas, aparecía una especia de jeroglífico con la traducción inglesa debajo. Smith la leía entonces para que copiara Cowdery o cualquier otro y si quedaba escrito correctamente la frase desaparecía. 

El método se presenta como un tanto alambicado, pero así es como fue presentado por Smith y sus adeptos más cercanos. La obra era una revelación de Dios de igual importancia - en la práctica más - que la Biblia. Por desgracia para Smith y su secta, la nueva revelación por escrito iba a levantar aún mayores dudas que el relato referente a su presunta visión divina. Joseph Smith afirmó que la obra fue escrita en torno al 384 al 421 A. de C. por Mormón, el padre de Moroni. Por ello, no deja de ser curioso que la obra reproduzca textualmente la versión de la Biblia del Rey Jaime que se imprimió... en 1611 A.D. El cómo un libro puede llevar millares de citas textuales de una obra que, supuestamente, se imprimió dos mil años después es otro de los grandes enigmas de la religión mormona, y el enigma se agranda cuando vemos que hasta las palabras en cursiva de la versión del Rey Jaime se reproducen así en el Libro del Mormón. 

No menos curioso es el estilo gramatical de la obra . Supuestamente, "cada palabra y cada letra le fueron dadas (a Joseph Smith) por el don y el poder de Dios", pero eso no ha evitado que los mormones hayan realizado unos cuatro mil cambios de estilo - y no sólo de estilo - en la obra (2). Francamente, resulta curioso que las autoridades mormonas se hayan mostrado tan predispuestas a alterar con suma libertad una obra que - presuntamente - fue dada por Dios al profeta fundador de la secta. Quizá una explicación de este fenómeno resida en el hecho de que cuando Smith cita de la versión de King James o Rey Jaime (supuestamente escrita dos mil años después que el Libro de Mormón) su gramática es impecable, pero deja de serlo en el momento en que - al parecer - traducía del egipcio ayudado por las gafas que le dio el ángel. Desde luego, si Dios entregó la revelación a Smith de manera directa, lo hizo en momentos en que Su gramática no era muy sólida. 

Estas y otras cuestiones - que, desde luego, no contribuyen lo más mínimo a afianzar la creencia de que Joseph Smith era un profeta de Dios - suelen ser dejadas de lado por los adeptos de la secta con una referencia rápida al testimonio, favorable al Libro de Mormón, de los testigos. 

Efectivamente, en las páginas iniciales del Libro de Mormón se menciona el "Testimonio de los tres Testigos", a saber, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; así como el de los "Ocho testigos", es decir, Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Irma Page, Joseph Smith, Sen; Hyrum Smith y Samuel H. Smith. Según los adeptos, el testimonio de estas personas en bloque no deja ninguna duda de que el Libro de Mormón fue una obra inspirada por Dios y revelada a Su profeta, Joseph Smith. Sin duda, muchos adeptos lo creen. El problema es que el mencionado testimonio no se sostiene ni siquiera parcialmente. Para empezar el grupo de los "tres testigos" jamás afirmó haber visto las placas de oro donde - supuestamente - se escribió el Libro de Mormón. Lo más que llegaron a afirmar fue que tuvieron una "visión" de las mismas, que las vieron "con el ojo de la fe" o cuando estaban envueltas o tapadas (3). Si alguien vio alguna vez - y resulta dudoso - aquellas placas fue sólo Joseph Smith. 

(1) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(2) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(3) Cf: F.C. McElveen, Oc, p. 48 ss.

Las grandes deserciones mormonas 
La influencia de la masonería (IV) 

Por desgracia, no termina en el Libro del Mormón en sí el cúmulo de problemas que presentan los mencionados testigos de Shmit. Veámoslos, aunque sea por encima. De los once testigos mencionados, todos se marcharon de la secta salvo los Smith, es decir, los de la familia del profeta e incluso de éstos, un par de los hijos de Smith dejaron la secta para afiliarse a la iglesia reorganizada de los Santos de los Últimos Días.

Como relatamos en artículos anteriores, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. Existen los llamados tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris. 

Visto el éxito final que tuvo con ellos, no es de extrañar que el profeta Smith denominara a los tres testigos principales "ladrones y embusteros" (1) y que incluso manifestara en la "Historia de la Iglesia" que habría que olvidarlos (2). De nuevo este conjunto de circunstancias no pueden sino resultar sorprendentes al venir ligadas a una revelación supuestamente de Dios. Por ello, resulta injustificable que la secta de los mormones tenga el valor de presentarlos como testigos a favor de las revelaciones de su profeta, cuando todos, menos los familiares de éste, la abandonaron convencidos de que aquello no tenía ninguna relación, ni siquiera lejana, con Dios. 

Realmente, da la impresión de que la gente más cercana a Smith creía que todo era un fraude y se cansó de seguir la farsa. A causa de ellos, Smith los descalificó como embusteros y ladrones en un intento de privar de valor a los testimonios - esta vez ciertos - que pudieran dar acerca del. Posteriormente, la secta correría un tupido velo sobre el abandono e insistiría en que todos ellos eran piedra fundamental para creer la veracidad de las pretensiones de Smith. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de a quien beneficiaba esa falsedad consciente. 

Una cuestión adicional sirve para dejar aún más de manifiesto el dudosa carácter de los poderes de Smith. Para desgracia de la secta, el asunto pasó por los tribunales y las minutas del procedimiento fueron localizadas por Wesley P. Walters el 28 de julio de 1971 (3). En 1826, es decir, seis años después de la supuesta visión divina, Joseph Smith fue acusado (y condenado) por ser un "glass looker". El término anglosajón, que se podría traducir como "mirador de cristal", sirve para designar a una persona que mirando a través de un vidrio o de una piedra puede encontrar tesoros o propiedades perdidas. Smith había estafado a una persona llamada Josiah Stowell asegurándole que, mirando a través del cristal, localizaría tesoros y propiedades perdidas. 

No deja de ser curioso que Smith fracasara utilizando la misma metodología que le permitió - en teoría - traducir las placas de oro que un ángel de Dios le había mostrado y tampoco deja de llamar la atención que, seis años (o tres, según la visión) después de hablar con el Padre y el Hijo (o con un ángel, llamado o Moroni o Nephi, según qué visión y qué persona) anduviera dedicado a los menesteres - nada respetables - que había aprendido en su familia. No parece lo más adecuado que un profeta de Dios se dedique a estafar al prójimo prometiéndole encontrar tesoros... a menos, claro está, que no se sea tal tipo de profeta. Desde luego, con esos antecedentes tampoco llama mucho la atención las controversias desatadas desde el principio en relación con el Libro de Mormón. 

(1) Times and Seasons, vol. I, pg. 81; Elders Journal, pg. 59; Senate Documents 189, pp. 6,9. 
(2) Smith, History of the Church, vol. 3, p. 232. 
(3) Una reproducción fotográfica de las minutas judiciales originales en J. Y S. Tanner, Joseph Smith´s 1826 Trial, Salt Lake City. 1971.

Falsedades históricas del Libro de Mormón 
La influencia de la masonería (V) 

Los libros sagrados de las diversas religiones suelen contener datos históricos, geográficos y arqueológicos susceptibles de ser verificados por los especialistas en estas ciencias. En alguna medida, su fiabilidad viene confirmada o negada precisamente por la posibilidad de verificar si los datos históricos o arqueológicos son o no reales. El ejemplo más destacado de esta tesis lo constituye, sin lugar a dudas, la Biblia. Los datos geográficos, históricos y arqueológicos que aparecen en la misma no sólo son reales y están cuidadosamente expuestos sino que han servido de base para realizar descubrimientos arqueológicos en tiempos modernos. En el caso de otros libros religiosos los datos son escasos y difícilmente comprobables vg: los libros canónicos del hinduismo, pero incluso así parece existir un fondo histórico real aunque se haya visto deformado por la leyenda. La única excepción a esta regla la constituye el Libro de Mormón, la presunta revelación divina recibida por Joseph Smith, un escrito que resulta aún menos fiable que los textos sagrados del hinduismo.

La historia contenida en esta obra no deja de ser un tanto complicada en sus detalles. Haremos aquí un breve resumen de la misma en relación con sus aspectos fundamentales. En las páginas del libro canónico por antonomasia del mormonismo, se nos narra que un pueblo llamado jareditas, procedentes de la Torre de Babel, emigró a América en el año 2247 A.C. Supuestamente esta cultura ocupó América Central hasta desvanecerse a causa de los conflictos internos. Un superviviente llamado Ether escribió su historia en 24 placas metálicas. 

LA HISTORIA SEGÚN EL LIBRO DE MORMÓN 
Hacía el año 600 A.C., las dos familias de Lehi e Ismael salieron de Jerusalén y cruzando el océano Atlántico desembarcaron en América del Sur. Dos hijos de Lehi, llamados Laman y Nephi, acabaron enfrentándose junto con sus seguidores en el campo de batalla. De aquí procederían los pieles rojas que poblarían el Nuevo Mundo. La razón, según Joseph Smith, no podía ser más fácil: los lamanitas era rebeldes contra Dios y El los castigó haciendo que su piel se oscureciera dando así origen a los indios americanos. 

Los nefitas, por el contrario, que seguían conservando una piel inmaculadamente blanca, fueron favorecidos por Dios y se asentaron en América Central en la época de Cristo. Después de su crucifixión, Jesús se les apareció en esta parte del continente americano e instituyó el bautismo, el sacramento del pan y el vino, el sacerdocio, etc. Un par de siglos después, aquella cultura centroamericana abandonó los caminos del Señor y otro siglo y medio después nefitas y lamanitas se enfrentaron de nuevo en batalla. 

El jefe de los nefitas era un profeta y sacerdote llamado Mormón. Cuando comprendió que la derrota era una posibilidad clara, decidió escribir en placas de oro la historia de su pueblo. Se las entregó a su hijo Moroni que, supuestamente, la escondió en una colina cerca de Palmyra, Nueva York, unos mil cuatrocientos años antes de que, presuntamente, un ángel se le apareciera a Smith y le dijera donde encontrarlas. Por qué escogió este lugar – salvo porque Smith viviría cerca de él – es un enigma. Enigma resulta también que Mormón retara a los lamanitas a trabar combate en un cerro insignificante llamado Cumorah. Este lugar, al parecer, se hallaba a centenares de miles de millas de donde se encontraba su pueblo y, por ello, aquel se vio obligado a cruzarlas. Lógicamente, debió llegar hecho trizas al lugar de la batalla. Mormón, si es que existió, fue quizá un profeta y un sacerdote piadoso, pero, desde luego, dejaba mucho que desear como estratega. De acuerdo con el Libro de Mormón, hacia el 421 A.de C. todos los nefitas habían sido asesinados y los impíos lamanitas dominaban la tierra. Presuntamente cuando Colón llegó a América en 1492, se encontró a los descendientes de los lamanitas. 

LAS BASES HISTÓRICAS REALES 
Desde luego, no cabe duda que la historia como tal, pese al tono aburridísimo de su exposición, derrocha imaginación. El problema, para Smith y la secta, claro está, es que existen buenas razones para pensar que no cuenta con la más mínima base histórica. 

Para empezar, está la cuestión del incremento de la población . Según el Libro de Mormón, en treinta años, de 28 personas se formaron dos naciones poderosas (I Nephi; 2 Nephi 5:5,6,28), nephitas y lamanitas que se enfrentarían a muerte. En términos demográficos, tal posibilidad es absolutamente inaceptable. Por si fuera poco, siempre según el Libro de Mormón, esas dos naciones – que se formaron en treinta años – edificaron multitud de ciudades poderosas, seguramente durante el tiempo que no se dedicaban a multiplicarse frenéticamente. En el Libro de Mormón se mencionan al menos 38 ciudades: Ammonihah, Bountiful, Gideon, Shem, Zarahemla, etc. No se han encontrado restos de una sola siquiera ni en Centroamérica ni en Suramérica. 

Como remate, tampoco tenemos pruebas de que, como afirma el Libro de Mormón, en América se utilizara profusamente el egipcio reformado y el hebreo . Para ser honrados habría que decir que no contamos con un solo vestigio de ello. Algo, por otra parte, incomprensible su fiera cierto que, como afirma el Libro de Mormón, ambas lenguas fueron utilizadas durante siglos en el continente americano. 

Las cuestiones menores de dudosa fiabilidad son numerosísimas . Por sólo citar algún ejemplo diremos que el profeta Nephi, que supuestamente escribió varios siglos antes de Cristo, cita a Mateo, Lucas, Pedro y Pablo que no vivieron ni escribieron hasta el siglo primero de nuestra Era. En Alma 46:15 se llama “cristianos” a fieles que vivían 73 años antes del nacimiento de Cristo. Se afirma en Ether 2:3 que había abejas en América unos dos mil años A.de C., cuando lo cierto es que fueron los españoles los que las llevaron al Nuevo Mundo, etc. 

En realidad, lo que resulta establecido más allá de cualquier duda razonable es que el Libro de Mormón es un verdadero fraude histórico . De hecho, autoridades competentes como el Instituto Smithsoniano de Washington han dejado claro que carece de la más mínima base histórica o arqueológica afirmando, por ejemplo, que “los arqueólogos del Smithsoniano no ven ninguna conexión entre la arqueología del Nuevo Mundo y el tema del Libro (de Mormón)” (1). Como ha señalado el Dr. Frank H.H. Roberts, Jr., director del departamento de etnología americana del citado instituto: “No existe ninguna prueba de ninguna emigración desde Israel a América, y de manera similar no hay ninguna prueba de que los indios precolombinos tuvieran ningún conocimiento del cristianismo o de la Biblia”. De la misma opinión es el arqueólogo Michael Coe, especialista en culturas precolombinas: “No hay un solo arqueólogo profesional, que no sea mormón, que encuentre alguna justificación científica para creer que (el Libro de Mormón) es cierto”.(2) 

Los datos resultan tan aplastantes que, incluso, algunos arqueólogos mormones se han visto obligados a aceptarlos . Un ejemplo claro es el del reconocido arqueólogo mormón Dee F. Green que efectivamente ha afirmado: “La moderna topografía no permite situar ninguno de los lugares a los que se refiere el Libro de Mormón. Se puede estudiar la arqueología bíblica, porque sabemos dónde estaban y está Jerusalén y Jericó, pero no sabemos dónde estaban ni están Zarahemla y Bountiful, ni ningún otro sitio realmente (3). 

(1) J. Y S. Tanner-Mormonism Shadow or Reality. Salt Lake City. 1975, p. 57. 
(2) Dialogue: A Journal of Mormon Thought, “Mormons and Archaeology: An Outside View”.Verano de 1973, p.p. 41-42, 46 . 
(3) Dialogue, Oc, verano de 1969, pp. 77-78.

Más vínculos del mormonismo y la masonería 
La influencia de la masonería (VI) 

No es de extrañar que ante los datos mencionados en el artículo anterior acerca del Libro de Mormón, multitud de personas dejen de creer en el carácter divino de la revelación de Smith. Uno de los casos más claros es el de Thomas Stuart Ferguson (1). Fundador de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, era un miembro respetado de la secta, en apoyo de la cual había escrito tres libros con argumentos a favor de la veracidad del Libro de Mormón. Tras veinticinco años de investigación, llegó a la conclusión de que "las pruebas en contra de Joseph Smith eran absolutamente rotundas" y perdió la fe en el mormonismo como revelación divina.

Bajo presiones de las autoridades de la secta escribió una carta en la que afirmaba que no rompería su relación con la misma, sin embargo, había dejado de creer - convencido por la aplastante evidencia - en Joseph Smith como profeta de Dios (2). 

A pesar de todo, la verdad es que el Libro de Mormon levantó tantas expectativas que, al parecer, Joseph Smith decidió adentrarse por el camino de las sucesivas revelaciones. Supuestamente, en 1835, Smith compró varias momias egipcias y rollos de papiro de un tal Michael H. Chandler. Al parecer, el profeta tradujo los textos y con ellos formó el "Libro de Abraham" que está incluido en otro de los textos sagrados del mormonismo, "La Perla de Gran Precio". 

Según la interpretación de Smith, el primer dibujo mostraba al sacerdote idólatra Elkenah intentando ofrecer a Abraham como sacrificio. El pájaro que aparecía en el dibujo era el Ángel del Señor, etc. 

Por desgracia para Smith, esta vez sí que hubo quien vio los textos. F.S. Spalding envió copias de este facsímil y de otros que dibujó Smith a varios de los egiptólogos más competentes del mundo (2). Todos, sin excepción, manifestaron que el tema de los papiros era el embalsamamiento de los muertos. Asimismo, fueron unánimes en afirmar que la interpretación de Smith - sagrada palabra de Dios para sus seguidores - era falsa y que no constituía una traducción veraz de los jeroglíficos. 

Al igual que ha sucedido con arqueólogos mormones que perdieron su fe en J. Smith después de examinar científicamente el Libro de Mormón ha acontecido con esta otra revelación. Dee Jay Nelson (3), un supuesto egiptólogo mormón, abandonó la secta tras examinar los datos y llegar a la conclusión de que la supuesta traducción de Smith era un fraude. Su caso no es único. 

A pesar de todo lo anterior - que, difícilmente, puede considerarse propio de una persona honrada - Joseph Smith no tuvo ninguna dificultad para que la masonería aceptara iniciarlo en sus secretos. Cómo se llegó hasta ese paso es - como sucede con tantos episodios de la historia de la masonería - verdaderamente novelesco. 

Dentro de la historia de la masonería constituye un capítulo especialmente importante el relacionado con la historia de la muerte de William Morgan, un hombre asesinado por escribir un libro en el que, supuestamente, revelaba secretos relacionados con la masonería. 

El episodio provocó una gran reacción contra la masonería en los Estados Unidos, pero no es ése el aspecto en el que vamos a detenernos aquí. Al ser asesinado Morgan por los mormones, dejó una viuda llamada Lucindia. Inicialmente, Lucindia no dudó en elevar votos de mantenerse fiel a la memoria de su marido y, por supuesto, recibió donativos de no pocos anti-masones que la contemplaban con simpatía y afecto. Sin embargo, cuando Lucindia volvió a casarse el 23 de noviembre de 1830, lo hizo con un masón llamado George W. Harris. Acto seguido, se convirtió al mormonismo y se trasladó a Nauvoo, Illinois. Ni de lejos iba a ser la única vinculación entre la masonería y el mormonismo. De hecho, el 6 de abril de 1840, fue fundada la Gran Logia de Illinois por el general, juez y patriarca mormón, James Adams. La nueva Gran Logia de manera inmediata se entregó a establecer estrechos vínculos con la secta fundada por Smith. Al cabo de poco tiempo, Nauvoo contaba con tres logias y Iowa con dos, las cinco eran denominadas las "logias mormonas" y contaban con unos 1550 hermanos. El mismo Joseph Smith Jr., profeta de Dios según su testimonio, fue iniciado como aprendiz masón el martes, 15 de marzo de 1842. El episodio aparece documentado en las minutas de la logia de Nauvoo correspondientes a esa fecha donde se habla de cómo Smith Jr. y Sydney Rigdon "fueron debidamente iniciados como aprendices masones durante el día". 

Se trataba tan sólo del principio. Los cinco primeros presidentes de la secta - Joseph Smith, Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow - fueron todos iniciados en la masonería en la misma logia de Nauvoo. De hecho, prácticamente todos los miembros de la jerarquía o eran ya masones o fueron iniciados en la masonería una vez que Joseph Smith fue ascendido al grado de maestro masón. A decir verdad, es posible que la logia mormona de Nauvoo haya sido la que ha contado con más personas celebres entre sus miembros con la excepción de la ya citada Logia de las Nueve hermanas. 

Una vez que la masonería fue introducida en Nauvoo, la logia celebró sus reuniones en la habitación superior del almacén de Joseph Smith hasta que se construyera el edificio especialmente dedicado a las tenidas. Éste fue dedicado por Hyrum Smith el 5 de abril de 1844. 

(1) Una narración más extensa del mismo en Ed. Decker y D. Hunt, Los fabricantes de dioses, Minneapolis, 1987. pp. 78 ss. 
(2) Durante años se ha defendido la tesis de que El Libro de Mormón no fue siquiera obra de Joseph Smith, sino que éste la plagió de un tal Solomon Spaulding. Al parecer, éste había escrito una novela histórica sobre una familia judía que emigraba al Nuevo Mundo. Esta explicación del origen del Libro de Mormón es, a nuestro juicio, la más satisfactoria por tres razones. Primero, explica la utilización de la Biblia del Rey Jaime de 1611. Es lógico que un protestante del siglo XIX la utilizara para citar de las Escrituras al ser la de mayor difusión en las naciones de habla inglesa. Segundo, explica la falta de base histórica ya que se trata sólo de novelar y no de historiar. Tercero, la tesis viene apoyada por multitud de testigos que afirmaron haber leído o escuchado fragmentos de la obra de Spaulding que eran idénticos a la que Smith presentaba como Libro de Mormón. No hace falta decir que de ser cierta esta teoría, el profeta Smith saldría aún peor parado en sus pretensiones, pero ese no es un problema para el investigador imparcial.. 
(3) Los egiptólogos fueron A.H. Sayce de la universidad de Oxford, William M.F. Petrie de la universidad de Londres, A.C. Mace del departamento de egiptología del Museo metropolitano de Nueva York, J. Peters, director de la expedición babilónica de la universidad de Pensylvania; S.A.B. Mercer del Western Theological Seminary de Chicago, E. Meyer de la universidad de Berlín y B.V. Bissing de la universidad de Munich. 
(4) Dee Jay Nelson, The Joseph Smith Papyri, part. 2 y The Eye of Ra.

Mormonismo y poligamia 
La influencia de la masonería (VII) 

Las relaciones de la nueva secta del mormonismo así como de su fundador con la masonería resultaban, desde luego, inmejorables. Sin embargo, Joseph Smith distaba mucho - consideraciones sobre sus revelaciones aparte - de ser un modelo moral tal y como, presuntamente, exige la masonería de sus miembros. De hecho, en 1842, el profeta fue acusado de asesinato. Fuera o no cierto, la verdad es que salió bien parado en el procedimiento judicial e incluso se permitió declararse candidato a la presidencia de los Estados Unidos. No se saldría con la suya, pero el año siguiente recibiría otra revelación de enormes consecuencias. Su tema sería la poligamia. Al parecer antes de la canónica revelación de 12 de julio de 1843, Smith había tenido otras varias relativas a este tema, la diferencia estaba en que, hasta entonces, fueron privadas y generalmente iban dirigidas a convencer a la mujer ansiada (que podía ser tanto soltera como casada) de que Dios deseaba que se entregara al profeta Smith.

Si la mujer se convencía - cosa, al parecer, no muy difícil dado el poder de atracción de Smith - se celebraba un matrimonio secreto y, a partir de entonces, tenían lugar los encuentros sexuales de manera oculta. Ann Whitney, por citar sólo un ejemplo, se casó con Smith cerca de un año antes de la revelación de 1843 (1), pero la costumbre de perpretrar adulterios de manera constante, venía de muy lejos. 

La primera acusación pública de adulterio formulada contra Smith procedió, nada menos, que de uno de los testigos del Libro de Mormón: Oliver Cowdery. Está documentado que, desde 1835, Smith mantuvo con una tal Fanny Alger una relación adulterina de la que no lograron disuadirlo ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos (2). Pronto el número de amantes - esposas, según Smith - llegó a más de ochenta. 

Al parecer, a Smith no le importaba mucho lo moral de sus actuaciones, pero sí el que su esposa Emma le pudiera descubrir . Esto, al menos, es lo que se desprende de una carta descubierta por Michael Marqwardt en el George Albert Smith Collection de la Biblioteca de la Universidad de Utah (3). Tanto le preocupaba la cólera de la esposa engañada que incluso, en algunas ocasiones, el profeta arregló casamientos fingidos entre sus "mujeres" y otros hombres (4), para cubrir una realidad más evidente: esas mujeres eran las amantes adulterinas de Smith. Desde luego, el sistema no deja de parecer una actitud curiosa si aceptamos la tesis de que Smith sólo hacía lo que Dios le ordenaba. 

Como es de suponer, la lujuria del profeta pronto se convirtió en una pesadilla para muchos de sus adeptos. Tener una esposa hermosa era un riesgo porque, a buen seguro que, tarde o temprano, constituiría una tentación que Smith no podría ni querría resistir. Si una mujer le apetecía sexualmente, la tomaba sin el más mínimo problema de conciencia. Hay que decir, no obstante, que en algunas ocasiones estuvo dispuesto a aceptar un canje. 

Un caso así fue el de Vilate Kimball, casada con el apóstol mormón Heber C. Kimball. La mujer debía tener un cierto atractivo físico y el profeta le comunicó que debía acceder a sus deseos sexuales. Ni a ella ni a su esposo les debió convencer - mucho menos honrar - la sugerencia. Finalmente, idearon una forma de escapar a tan alto honor. Kimball, con enorme tacto, preguntó a Smith si le daría igual tomar a la hija en lugar de la madre. El profeta aceptó el cambio (5). 

En otros casos, como suele suceder en estas circunstancias con relativa frecuencia, el marido engañado por el profeta desconocía que su esposa - a la que consideraba un ejemplo de virtudes - había pasado a formar parte del harén de Smith (6). El conocimiento del secreto quedaba reducido a los protagonistas y a algunas personas muy cercanas. 

Con todos los alicientes que el tener relaciones adúlteras con un supuesto profeta de Dios pudiera presentar para las mujeres, no puede decirse que aquella práctica hiciera especialmente felices a todas las de la secta. Cuando la poligamia se extendió a todos los varones del movimiento, no pocas adeptas se desesperaron y prefirieron suicidarse antes de allanarse a una conducta que las rebajaba de esa manera. 

Naturalmente, todo aquello resultaba excesivo para la gente que vivía cerca de los mormones - nada pacíficos, por otro lado - y que temía verse desbordada por ellos (7). En el estado de Illinois la bigamia era un delito y Joseph Smith - en aquellos momentos en excelentes relaciones con la masonería - y su hermano Hyrum - el masón más importante de Nauvoo - fueron arrestados. Sin embargo, no fueron esos los únicos cargos presentados contra él. Las acusaciones iban desde gran inmoralidad a falsificación, pasando por encubrimiento y otros delitos. Hubiera sido de desear que compareciera ante un tribunal porque, quizá de esta manera, habría podido quedar establecido de manera legal cuál era el verdadero carácter de Smith. No fue así. Un grupo de unas ciento cincuenta personas hartas de los excesos de Smith asaltó la prisión de Carthage, en que estaba confinado, con ánimo de lincharlo. 

Joseph Smith intentó salvarse realizando alguno de los gestos rituales de la masonería y profiriendo gritos de auxilio hacia posibles masones que pudieran encontrarse entre sus asaltantes. No podemos saber a ciencia cierta si había masones entre ellos, pero, en cualquiera de los casos, no le sirvió de nada. La turba disparó a través de la puerta de la cárcel y mataron instantáneamente a Hyrum. Joseph Smith disponía de un revólver y logró herir a cuatro de los atacantes. Sin embargo, cuando vio que la situación era desesperada, intentó escapar lanzándose por la ventana. Fue atrapado en la huída y asesinado. 

(1) The Contributor, vol. 6, n. 4,enero de 1885, p. 131. 
(2) Historical Record pg. 15, una fuente mormona da por verídico el dato. 
(3) Reproducida en E. Decker y D. Hunt, Oc. P, 139. 
(4) Cf. E. Decker y D. Hunt, Oc, p. 139 y ss. 
(5) Dr. Wyl, Mormon Portraits, 1886, pp. 70-72. 
(6) Tal como fue el caso de un tal H. B. Jacobs. 
(7) Cf. No man knows my story, Fawn M. Brodie. 1945.

Mormonismo: la dudosa moralidad de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (VIII)

Joseph Smith en diversas ocasiones había declarado que "podía desafiar a la Tierra y al infierno (1)", que era el hombre más importante que hubiera vivido jamás, incluido Jesucriston (2), que era un abogado, un gran legislador y que abarcaba todo, el cielo, la tierra y el infierno y que iba a descubrir el conocimiento que cubriría a todos los otros abogados, doctores y cuerpos de letrados (3). Al fundar la iglesia mormona, Smith se había colocado por delante de todo profeta o apóstol anterior a él, incluyendo al propio Cristo: "Tengo más para jactarme de lo que haya tenido nunca ningún hombre. Soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida a toda una iglesia desde los días de Adán... Ni Pablo, ni Juan, ni Pedro, ni Jesús lo consiguieron nunca. Presumo de que ningún hombre hizo nunca un trabajo como el que yo hago. Los seguidores de Jesús se apartaron corriendo de El, pero los Santos de los Últimos Días nunca se apartarán de mí" (History of the Church, vol. 6, pp. 408-9).

Pretendía asimismo que él no era un siervo de Dios sino que, por el contrario, Dios era su mismo ayudante. Así lo dijo de manera indiscutible: "La tierra entera será testigo de que yo, como la roca elevada en medio del océano, que ha resistido la poderosa embestida de las olas durante siglos, soy invencible... 

"Yo combato los errores de la Historia, me enfrento con la violencia de las masas; me las arreglo con los procedimientos ilegales de la autoridad; corto el nudo gordiano de los poderes y resuelvo los problemas matemáticos de las universidades, con la verdad, con la verdad primera: y DIOS ES MI HOMBRE DE CONFIANZA, MI MANO DERECHA".(4) 

Su sueño megalómano concluyó aquel día al lado de la prisión de Carthage (que mencionamos en el artículo de la semana anterior). En el St. Clair Banner de 17 de septiembre de 1844 se publicó una declaración jurada de G.T.M. Davis en la que se revelaban los propósitos del profeta: 

"El gran objetivo de Joseph Smith era evidentemente el de asumir poderes ilimitados - civiles, militares, eclesiásticos - sobre todos los que llegaran a ser miembros de su sociedad. 
"... y para satisfacer a su gente... mostrando que la autoridad que Dios le había otorgado... se extendía sobre toda la raza humana y que los Santos de los Últimos Días, y las órdenes de Joe como rey y legislador iban a dominar a los gentiles y que obtendrían su sumisión mediante la espada". (5) 

No resulta, por lo tanto, extraño que Joseph Smith enseñara y ordenara a sus adeptos que practicaran el robo, el saqueo y el asesinato de aquellos que se les enfrentaban. Esta conducta - que difícilmente podría denominarse cristiana, pero que cuenta con paralelos en procesos sociales impulsados por la masonería - era etiquetada con el término de "despojar a los gentiles". Como ha reconocido el escritor mormón Leland Gentry se consideraba que "había llegado el tiempo en que las riquezas de los gentiles debían ser consagradas a los Santos".(6) 

La muerte de Smith provocó el lógico problema sucesorio. Originalmente, Joseph Smith había deseado que fuera un hijo suyo el que le sucediera a la cabeza de la secta ocultista fundada por él. Un manuscrito fechado el 17 de enero de 1844 y firmado por Joseph Smith apenas cinco meses antes de su muerte establece: 

"Bendición dada por Joseph Smith Jr. A Joseph Smith III... Bendito del Señor es mi hijo Joseph III. porque él será mi sucesor en la Presencia del Alto sacerdocio; un vidente, un revelador, un profeta para la Iglesia; su designación le pertenece a él por mi bendición; y también por derecho". 

Así lo quería el profeta, pero no le sirvió de nada. Uno de sus lugartenientes, Brigham Young, se autonombró sucesor suyo y el heredero oficial tuvo que conformarse con formar otra secta aparte. El 24 de julio de 1847, la primera caravana de mormones al mando de Brigham Young entraba en el Valle de Salt Lake. Más del sesenta por ciento de los mormones que llegaban a un territorio que pronto sería suyo eran masones, entre ellos toda la jerarquía de la secta. En los años venideros, los rituales del templo mormón de Salt Lake City - supuestamente procedentes del templo de Salomón - serían tomados de manera directa y apenas modificada de los de la masonería. 

(1) Carta fechada el 22 de julio de 1844 de Sarah Scott en la que se describe las pretensiones de Smith. 
(2) History of the Church, vol. 6, p. 408. 
(3) Idem, vol. 5, p. 467. 
(4) Idem, vol. 6, p. 78. 
(5) Citado por J. Y S. Tanner - Mormonism - Shadow or Reality?. Pp. 415-6. 
(6) L. Gentry, A History of Alter Day Saints in Norteen Missouri form 1836-1839, UBY, 1965, p. 32.

¿ESTABLECIENDO EL REINO? REINO AHORA

¿ESTABLECIENDO EL REINO?

“Estableciendo el reino” es una de las máximas que más se están escuchando desde hace relativamente no demasiados años a esta parte. Por “establecer el reino” quieren decir los pseudo maestros dominionistas, que los cristianos debemos ir tomando posicionamientos de poder en este mundo “en el nombre de Cristo”, consecuentemente “cristianizarlo”, y avanzar en esa dirección para que así el Señor Jesús pueda volver, ya que muchos de ellos creen que no volverá el Señor, hasta que este mundo esté lo suficientemente preparado para Él. Esto último constituye una terrible blasfemia, ya que supedita la obra soberana de Dios, cual es el retorno de Su Hijo, a la presunta obra y mérito de los hombres.
Este entendimiento, netamente postmilenial del “Reino Ahora” (Kingdom Now), se opone frontalmente a la revelación bíblica, y entra en clara contradicción con ella.  Fíjense: Los dominionistas (y muchos lo son aunque no lo sepan), está convencidos de que este mundo se rendirá a los pies de Cristo por la acción de la Iglesia, comandada por los tremendos nuevos “apóstoles” y “profetas” (a muchos les encanta llevar esos títulos). Pero, una vez supuestamente el mundo estuviera rendido a los pies de Cristo, ¿dónde queda el prometido juicio de Dios? ¿Es acaso Dios mentiroso, o no lo son más bien todos esos falsos maestros del “próspero dominionismo”? Y digo todo esto, porque la Biblia nos asegura que Dios va a juzgar con terrible severidad a este mundo, tal y como lo hizo con aquel mundo antiguo antediluviano, como lo hizo con Sodoma y Gomorra, o con los amorreos, y luego más tarde con los asirios, etc. etc.
La voluntad de Dios a la postre, es dar gloria a sus hijos, y destruir a los impíos.
El juicio viene, no el “avivamiento y la reforma mundiales”. Hermanos, no se dejen engañar por estos falsos profetas de hoy, como lo fueron aquellos del tiempo de Jeremías, al cual odiaban, por cierto.
Los cristianos no hemos sido convocados a establecer el reino visible de Dios en este mundo que va a ser destruido por fuego en su momento (2 Pr. 3: 12). Hemos sido convocados a llevar la palabra del Evangelio a toda criatura, pero no a cambiar al hombre. Sólo el Evangelio puede cambiar al hombre, pero sólo al que cree, y eso es don de Dios (Ef. 2:8).
¿Establecer el reino de Dios?, pongámonos de acuerdo con el Espíritu Santo para que Él lo siga haciendo en nuestras vidas, en todos aquellos que somos de Cristo, porque más allá de esto ya no está en nuestras manos.
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5: 19)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Julio 2013
www.centrorey.org

 

EL GRAN FRAUDE ECUMÉNICO

Índice del Tema

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios,  y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y Yo os recibiré” (2 Corintios 6: 14-17)
“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos… Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble” (Apocalipsis 17: 1-3: 18: 4-6)

¿CRISTIANO?

Introducción

Muchos ingenuamente piensan que a partir del Concilio Vaticano II, el catolicismo actual ya no es como el que siempre fue, que ahora los protestantes ya no somos anatemas (malditos) sino “hermanos separados”, y que es posible la unidad entre lo católico y el cristianismo verdadero. ¡Qué equivocados están!
La realidad es que dicho Concilio reafirmó los cánones y decretos de los concilios anteriores, que definieron el dogma romano: “Este concilio sagrado (Vaticano II) acepta lealmente la venerable fe de nuestros antecesores...y propone de nuevo los decretos del Segundo Concilio de Nicea, del Concilio de Florencia, y del Concilio de Trento” (Flannery, op. Cit. Tomo 1 p.412) (1)
Realmente, a pesar del cacareado aggiornamento, nada ha cambiado. Roma es “Semper Eadem” (siempre la misma), y lo será hasta su estruendoso final (Ap. 17: 16, 18)

concilio vaticano II

“El Concilio Vaticano II”

1. Los dos tipos de evangélicos ecuménicos

¿Deberíamos preocuparnos los verdaderos cristianos por el manido asunto del ecumenismo en el contexto evangélico-católico”? Yo creo que sí, hermanos; yo creo que sí…
Sin más preámbulos debo decir que ese tipo de ecumenismo es absolutamente aborrecible ante los ojos de Dios – es elGran Fraude Ecuménico.
En cuanto a la parte evangélica, les diré que existen dos tipos de creyentes involucrados en esa cuestión ecuménica. Uno se corresponde con el creyente que es muy ingenuo e ignorante y quizás hasta insensato, y el otro se corresponde con el falso hermano.
Dentro de esta categoría existe una subcategoría, la del falso hermano que sabe muy bien lo que está haciendo, y a quién realmente sirve: a ciertas instancias del Vaticano. De estos últimos, incluso hay muchos ministros.
Medítenlo: ¿Le sería muy difícil a la institución del Vaticano el preparar concienzudamente a agentes suyos para que se hicieran pasar por ministros evangélicos - aun y por años - hasta que muchos creyentes confiaran en ellos sin llegar a percatarse de nada extraño? No por cierto. Estos agentes católicos infiltrados estarían sirviendo a su “Santa Madre Iglesia” y a su papa de esta manera, meritando de ese modo. Debo añadir que esto es una indiscutible realidad.

Infiltración en las iglesias

“La infiltración en las iglesias evangélicas, y en el seno eclesial en general es una realidad, que por lo dantesca, a muchos les cuesta aceptar  y aun pensar en ello”

Katherine Khulman con Pablo VI

“La afamada Katherine Khulman, que nunca alentó a los católicos a salir de su iglesia sino todo lo contrario, tomada por las manos como gesto muy especial y exclusivo por el finado Pablo VI”

Benny Hinn con Cantalamessa

“Benny Hinn, fiel discípulo de la Khulman, en su visita a Roma,  rezando con el cura fraile Cantalamessa”
Católicos carismáticos
Hay que decir, respecto al primer tipo de evangélicos mencionados arriba, (sobre todo los de tipo neo pentecostal/carismático), que están muy engañados en cuanto a lo que realmente es un católico carismático. Han llegado a creer que – en general - un verdadero católico (*), en este caso carismático y que habla en lenguas (**), es necesariamente un verdadero cristiano.
(*) Nótese que hablo de un católico obediente y sujeto al dogma de su organización religiosa.
(**) Muchos ingenuamente piensan que porque un católico hable en lenguas, esa es señal de que ha nacido de nuevo. Las lenguas nada tienen que ver con este asunto.
¿Se puede ser cristiano sin ser salvo? ¡No hay manera! Lo que define a un verdadero cristiano - en primera instancia - es que ha nacido de nuevo, es decir, que ha sido justificado (Ro.5:1), que es salvo (Jn. 3: 3).
¿Puede un católico, como descrito arriba, fehacientemente creer que es salvo en vida? No. A un católico confeso – sea carismático o no - no le es permitido creer que es salvo bajo ningún concepto. Ampliaremos este punto más adelante.

2. La ramera astuta y seductora

En aras de ese ecumenismo, el Vaticano dispone de mentes muy pensantes, que han sabido y saben recrear diversas astucias para traer a su terreno al ingenuo creyente evangélico.

“Roma, desde el Concilio Vaticano II intenta agradar a todos y mostrar su cara más amable, pero no lo ha conseguido”

“Roma, desde el Concilio Vaticano II intenta agradar a todos y mostrar su cara más amable, pero no lo ha conseguido”
El doble lenguaje
Una de las artimañas del Vaticano es el “doble lenguaje”; es decir usando unas mismas palabras, decir dos cosas diferentes.
En la Conferencia Católica, Indianápolis ´90, y en preparación de la “Evangelización 2000”, Tom Forrest, el cura que dirige dicho movimientodesde el mismo Vaticano, ¡supo usar los términos evangélicos correctos cuando habló ante una audiencia mixta de protestantes y católicos! (quédense con esto)
Atrajo aplausos de los protestantes cuando clamó por la "Unidad Cristiana"pero cuando habló en un taller sólo para católicos, dejó saber, con aplausos repetidos de sus correligionarios católicos, lo que él realmente cree, y lo que los católicos deben creer también. Lo leemos a continuación:
“Nuestra labor es la de hacer verdaderos cristianos llevándoles al seno de la Iglesia Católica. Así pues, la evangelización nunca es completamente exitosa, sólo es parcial, hasta que el convertido es hecho miembro del cuerpo de Cristo por ser llevado al seno de la Iglesia Católica. 
Escuchad las palabras del papa Pablo VI. Este es un documento que cada uno de vosotros deberíais tener en vuestras casas, llamado “Sobre la evangelización del mundo moderno”. Esto es lo que el papa dice:
“El compromiso de alguien al que se acaba de evangelizar no puede quedar como algo abstracto (‘¡Oh, soy cristiano', esto es demasiado abstracto). Debe dársele una forma visible y concreta a través de ser parte de la Iglesia Católica, nuestro sacramento visible de salvación”.
Me gusta decir estas palabras, y las voy a decir otra vez: “¡Nuestro sacramento visible de salvación!”. ¡Esto es lo que la Iglesia (católica) es, y si eso es lo que es la Iglesia (católica), debemos estar evangelizando hacia la Iglesia! No, no debéis solamente invitar a alguien a ser cristiano, les invitáis a ser católicos.
¿Cuál es la importancia de esto? Primeramente, existen siete sacramentos, y la Iglesia Católica tiene esos siete sacramentos. En nuestros altares tenemos el cuerpo de Cristo, bebemos la sangre de Cristo. Jesús está vivo en nuestros altares, somos uno con Cristo en la eucaristía. Como católicos tenemos a María, y esta Madre nuestra, Reina del Cielo, está rezando por nosotros hasta que nos vea en la gloria. Como católicos tenemos el papado, una historia de papas desde Pedro hasta Juan Pablo II, tenemos la roca sobre la cual Cristo edificó su Iglesia.
Como católicos, me encanta esto que voy a decir, tenemos el purgatorio, ¡gracias a Dios! Yo soy una de esas personas que nunca llegarían a ver a Dios sin él. Esta es la única manera de ir. Así pues, como católicos, nuestra labor es usar esta década antes del 2000 evangelizando a todos y cada uno tanto como podamos para llevarles al seno de la Iglesia Católica” (hasta aquí el cura Forrest) (2)
¿No se dan cuenta, queridos lectores, de la argucia que supone el decir una cosa queriendo decir otra, y dejándolo claro más tarde ante sus correligionarios? A eso se le llama “doble lenguaje”.

Doble lenguaje

El doble lenguaje es el típico usado por toda institución religionista, para, manipulando así, conseguir sus propósitos”

Tom Forrest

“El cura católico carismático Tom Forrest”
Para el cura Forrest, católico carismático, y de cara a los católicos suyos, la cosa es bien clara; “… la Iglesia Católica, es el sacramento visible de salvación”. Esto es así porque para el católico verdadero, su iglesia es la única verdadera, y es el mecanismo exclusivo de salvación. Esto está obligado a creer.
Si el “sacramento de salvación” es la iglesia romana, entonces quedan excluidos de la salvación todos aquellos que no pertenezcan a esa “salvífica” institución, y eso mismo enseña Roma.
O como dice el Dr. Nadir Carreño:
“El ecumenismo católico es muy simple: 'Yo soy la Iglesia. Sólo yo tengo la plenitud de los medios de gracia, aunque por cortesía, llamo iglesias a otras comunidades. La unidad ya existe: está en mí. Vuelvan a mí y se habrá logrado el propósito del ecumenismo. En mí habrá campo para que cada denominación mantenga sus tradiciones propias'”. (3)
Sólo hay salvación en la iglesia de los papas…eso aseguran
Claramente, Roma enseña que no hay salvación fuera de la iglesia romana. En el principal documento del Concilio Vaticano II, la Constitución Dogmática “Lumen Gentium” (sobre la Iglesia) Cap. I,  leemos textualmente lo siguiente:
“14. El sagrado Concilio pone ante todo su atención en los fieles católicos y enseña, fundado en la Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la Salvación…por lo cual no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, rehusaran entrar o no quisieran permanecer en ella” (4)
Y no cabe la menor de las dudas en cuanto a todo ello, cuando esa misma institución religiosa por medio de sus responsables, asegura que ella es la única iglesia de Cristo:
El día 5 de septiembre de 2000, el cardenal Joseph Ratzinger (el que fuera papa Benedicto XVI), responsable entonces de la llamada “Congregación para la Doctrina de la Fe”, antes llamada la “Santa Inquisición”, publicó la declaración “Dominus Lesus”. En ella reiteró que “la iglesia católica romana es la única verdadera”.
Dicha declaración fue ratificada por el Papa Juan Pablo II “con ciencia cierta y con su autoridad apostólica”, es decir “ex cátedra”, o en otras palabras, con infalibilidad. Dice la “Dominus Lesus” en su artículo 17: “Existe, por lo tanto, una única Iglesia de Cristo, que subsiste en la Iglesia Católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él…”. (5) Esto último está transcrito al Catecismo (5b).
Ahora bien, se identifica al “sucesor de Pedro” con el papa romano. Por lo tanto, el católico está obligado a creer que la iglesia de los papas es la única y verdadera iglesia, y que no hay salvación fuera de ella.
¡Es evidente que un católico no puede ser cristiano, si decide seguir siendo católico!
Podríamos rizar el rizo, pero siempre llegaríamos a la misma conclusión: la iglesia de Roma es la más grande de las sectas, ya que ella se auto proclama la única y verdadera iglesia de Cristo. Por lo tanto buscar unidad con ese espécimen constituye el GRAN FRAUDE ECUMÉNICO.

“Bergoglio con diferentes representantes de diferentes religiones…”

“Bergoglio con diferentes representantes de diferentes religiones…”

Billy Graham

“El famoso evangelista y ecuménico Billy Graham, que nunca alentó a los católicos a salir de su iglesia sino todo lo contrario, con su apreciado papa romano”

3. Volviendo a la cuestión ecuménica

En esa conferencia católica/carismática de Indianápolis ´90, asistió nada más y nada menos que el afamado “apóstol” C. Peter Wagner.
Según la web official de la American Presbyterian Church, en su artículo titulado “Fuller Seminary – exhibit A”, C. Peter Wagner, citando a “Foundation, Julio-Agosto 1990”, fue junto a George Kraft – ambos profesores del Fuller Institute, cito,“figuras clave en la Conferencia Católica/Carismática de Indianápolis ´90; sus seminarios reportaron audiencias más numerosas que todos los demás allí” (6)

Peter Wagner

“El “apóstol” y gran ecuménico C. Peter Wagner”
¿Qué estaban haciendo ahí esos supuestos evangélicos?  ¿Qué pretenden esos ministros supuestamente evangélicos, que por serlo, conocen perfectamente acerca de lo que estoy escribiendo aquí, apareciendo como “figuras clave” en una conferencia católica?... Pero hay mucho más que añadir a esto.

El cura fraile Cantalamessa

“El cura fraile Cantalamessa, rodeado de otros curas y de pastores evangélicos”
de vuelta a Roma
“Con la misión de llevar a los cristianos de vuelta a Roma”

Dominionista Marcos Witt

“El dominionista Marcos Witt participando en el acto ecuménico de arriba”

Benny Hinn y Marcos Witt

“Benny Hinn y Marcos Witt”

¿¿¿tan Ciegos Son???

“Cómo se puede confraternizar con ese hombre que dice ser Cristo en la tierra, ¿tan ciegos son?”
¡Pero hay muchos más!
Lo que voy a dar a conocer a continuación es escalofriante. Paso transcribir algunas de las declaraciones de algunos muy conocidos ministros evangélicos acerca de la unidad presuntamente cristiana en relación con el catolicismo romano. Declaraciones todas ellas hechas en un congreso ecuménico-carismático patrocinado por el Comité de Servicio de Renovación Americana en St. Louis, Missouri del 21 al 23 de junio del 2000, y llamado “Celebration Jesus 2000”. Me tomo la libertad de hacer algunos comentarios respectivamente.
Vinson Synan, neo pentecostal, y ecuménico convencido dijo:
“Hay personas en St Louis del cuerpo de Cristo: Católicos, Episcopalianos, Luteranos, Bautistas, Pentecostales, etc…A pesar de nuestras diferencias teológicas, Jesús oró para que pudiéramos ser uno…Dios está derrumbando las barreras para que podamos mostrar al mundo nuestra unidad” (énfasis nuestro)

¿Las diferencias teológicas no son importantes? ¿Es igual lo que cada uno crea con tal de ser “uno”? ¿Cómo se puede ser “uno” no pudiéndolo ser? ¿Fue Cristo “uno” con la doctrina de los fariseos, que eran los creyentes de su tiempo?
La auténtica barrera que Dios derrumbó fue la levantada por el pecado, por enviar a Su Hijo a dar su vida por nosotros. La sola fe en Cristo: ese es el mensaje bíblico, sin añadiduras, como la “Tradición” católica. No nos engañemos.

Vinson Synan

“Vinson Synan, con algunos religiosos”
El obispo Samuel Green, Iglesia de Dios en Cristo, dijo:
“Necesitamos recibir a todos los grupos: Católicos, Episcopalianos, Bautistas. Yo admiro al papaNo estamos reconciliados con Dios a menos que aceptemos a otros sin importar su denominación (énfasis nuestro)
Pero ya sabemos que el catolicismo no es una denominación cristiana; ni siquiera es denominación, ya que se considera único de Cristo... y, ¿Qué cristiano auténtico puede decir: “yo admiro al papa”?
Nancy Kellar, una monja católica entre los evangélicos, advirtió:
“…debemos confesar nuestros pecados por cómo hemos quebrado el cuerpo de Cristo a través de la división”.
¡División!, Sí, aunque más que división, debería ser separación: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Co. 6: 14)
El célebre Pat Robertson, de “Christian Broadcasting Network” (CBN), club 700, comentó:
“Necesitamos tener entre nosotros a algunos católicos carismáticos viniendo a nuestras iglesias bautistas para enseñarnos como adorar  (énfasis nuestro)  (7)
¡Lamentable…!

Pat Robertson

“Pat Robertson de CBN”
Así pues, para estas personas presuntamente comprometidas con el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según hemos leído:
a) El catolicismo es parte del cuerpo de Cristo.
b) Es la voluntad de Dios la unidad de los cristianos con los creyentes en el catolicismo.
c) Dios quiere mostrar al mundo la unidad de los verdaderos creyentes junto con los creyentes en el catolicismo romano.
d) Necesitamos recibir como hermanos en la fe a los profesantes del catolicismo.
e) Quizás también admirar al papa de Roma.
f) Dios no nos perdona a menos que aceptemos la fe católica.
g) Es división que apena a Dios no mezclarse con el catolicismo… y quizás lo más pintoresco de todo,
h) Deberíamos adorar como lo hacen los católicos carismáticos (¿quizás también a María?).
Y digo de nuevo, ¿cómo se puede estar tan ciego?... ¿o no son tan ciegos muchos de ellos?

4. ¿Puede un católico romano ser verdadero cristiano?

Retomamos lo que explicábamos al principio. Para un católico, sea carismático o no, su misma iglesia le prohíbe creer que es salvo en vida, aduciendo que si así hace, incurre en pecado de presunción. Ese sería uno de los peores pecados, porque según esa institución religiosa, se cometería “contra el Espíritu Santo”, y sería: la presunción de salvarse sin merecimientos (8)
El catecismo de la iglesia católica enseña, que si una persona cree tener la seguridad de que irá al cielo cuando muera, comete el pecado de presunción. Leemos del siguiente modo en el citado catecismo:
"Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito)" (p. 465, #2092). (énfasis nuestro) (9)
Esta declaración conciliar invalida la misma Escritura, donde Dios nos dice que los verdaderos cristianos Por gracia somos salvos, por medio de la fe, y esto no de nosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe” (Ef. 2: 8, 9)
Pero si un católico quiere ser y definirse como católico, está obligado por ley canónica a no declarar que es salvo por la fe (contradiciendo así la misma Escritura, véase: 1 Jn. 5: 13; Ef. 2: 8, 9; Ro. 3: 24; 5: 1; 8: 1, 16; etc. etc.)

Catecismo de la iglesia de Roma

“Portada del Catecismo de la iglesia de Roma”
La católica, una “salvación” aleatoria
Por lo tanto, un católico profesante jamás podrá estar seguro de su salvación, ya que el obtenerla depende no sólo de su fe en Cristo y Su suficiente obra meritoria, sino del cumplimiento de las obligaciones sacramentales, así como de numerosas obras (nadie sabe cuántas) con las cuales deberá meritar. Es decir, ¡Se ha de ganar el cielo!
El Concilio de Trento, en su sesión número seis, concluyó diciendo que las buenas obras personales no sólo nos justificandelante de Dios, sino que son esenciales para la salvación. Así lo afirma el Canon 24 de ese mismo Concilio de Trento. Esto implica que sólo Dios sabe cuantas “buenas obras” hay que hacer y meritar para llegar al cielo, pero el católico regular no lo sabe. El católico romano es un esclavo de su propia creencia; porque es un siervo de su institución.
Nos detenemos a preguntarnos: ¡¿De qué sirve seguir concienzudamente todos los pasos que exige la religión de Roma, si nadie que la practique puede tener la seguridad y certeza de la salvación?! ¿¡No dice la Palabra que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve!? (Hebreos 11: 1)
Dave Hunt escribe al respecto:
“Para el católico, la salvación no viene mediante recibir a Cristo como Salvador personal, sino que es un extenso proceso que comienza con el bautismo, y de ahí en adelante depende de la relación continua de la persona con la Iglesia. La salvación viene mediante la participación en los sacramentos, penitencias, buenas obras, sufriendo por los pecados personales y los pecados de otros aquí y/o en el purgatorio, indulgencia para reducir el tiempo en el purgatorio, y cantidades casi interminables de misas y rosarios dichos a favor del feligrés aún después de la muerte. El “evangelismo” católico es por obras, la antítesis propiamente dicha de “el evangelio de la gracia de Dios”  (10)
En el catolicismo, el dogma católico se pone por delante del Evangelio de la gracia, y lo esconde de los ojos del católico; esta es la creencia y herencia del católico regular. Dicho con compasión: ¡El católico es un ser infeliz!
¿Purgatorio?
El Concilio de Trento, artífice de toda la oficialidad dogmática romana lo expone con claridad meridiana:
“Si alguien dijera que después de la recepción de la gracia de justificación, la culpa es remitida y la deuda de la pena eterna es borrada de cada pecador arrepentido, que no queda ninguna deuda temporal a ser descargada en este mundo o en el purgatorio antes que las puertas del cielo puedan abrirse, sea anatema” (es decir, maldito o excomulgado) (11)
Para la iglesia católica, la gracia que justifica, contradiciendo lo que enseña la Biblia (véase Ef. 2: 8, 9), no es suficiente. Para esa institución, el fiel deberá meritar, en este mundo, y en el próximo, en lo que llaman el purgatorio:
“Los pecados deben ser expiados; esto puede hacerse en este mundo mediante tristezas, miserias y tribulaciones de esta vida y, sobre todo, mediante la muerte” (12)
En esta declaración dogmática conciliar, vemos que la verdadera expiación, la que logró para todos los hombres Cristo Jesús brilla por su ausencia, y es sustituida por “las tristezas, miserias y tribulaciones de esta vida”. En otras palabras, ¡no sólo es insuficiente el sacrificio inigualable de Cristo para cada hombre, sino que además, cada hombre debe de ser su propio cristo!
Sobre el asunto de la muerte, como lugar de expiación, Roma sigue dice a través del Concilio Vaticano II: “De lo contrario, la expiación debe hacerse en el más allá mediante el fuego y los tormentos o castigos purificadores” (13) es decir, el lugar de la “purga”: El llamado, purgatorio; (lugar inexistente, por otra parte).
Para el católico la sangre de Cristo no es suficiente para purgar sus pecados, es necesario el fuego atormentador, el cual – según esa institución – logra purgar dichos pecados. Es el fuego, y no la sangre de Cristo; ¡terrible blasfemia!

Representación del purgatorio

“Representación del purgatorio, con los justos quemándose ¡Qué horror! ¿Querrá Dios que los que han creído en Su Hijo se quemen por siglos en ese supuesto lugar? ¡Qué falsedad! Pues esto es lo que un católico está obligado a creer”
Acordémonos de las palabras del cura carismático Tom Forrest:
“Como católicos, me encanta esto que voy a decir, tenemos el purgatorio, ¡gracias a Dios! Yo soy una de esas personas que nunca llegarían a ver a Dios sin él”
Forrest está ansioso por pasar por ese lugar de tormento.
¡En modo alguno el catolicismo romano puede ser cristiano; en modo alguno!
Y sin embargo, como venimos diciendo, muchos evangélicos han llegado a creer que esos infelices católicos son hermanos en la fe. Lo siento, pero no lo pueden ser si siguen creyendo esa errada doctrina de los papas, por tanto, poniéndola por encima de la Escritura.
El católico deberá escoger entre la Escritura y la doctrina de los papas. Si escoge lo primero, automáticamente dejará de ser católico.
Una cosa es clara también, cuando los católico-romanos que tienen un corazón para Dios llegan a leer con fe la Biblia, obedeciéndola por encima de los dictados romanistas, encuentran al verdadero Jesús, y dejan de ser católicos para ser cristianos, pertenecientes a la Iglesia Universal de Jesucristo.
Por eso Roma rechaza el concepto de Sola Scriptura, porque sabe que el Libro la denuncia, si se lee con atención.

5. Roma rechaza el concepto de Sola Scriptura (sólo la Biblia)

Esto fue lo que el papa Pío VII, el que en el año 1814 rehabilitara a la Sociedad Jesuita, le escribió al primado de Polonia en el año 1816:
“Es evidente, desde la experiencia, que las Sagradas Escrituras, circulando en lengua vernácula, han producido más daño que beneficio (parafraseando a Trento)...Hemos deliberadamente tomado las medidas oportunas para remediar y abolir esta pestilencia”. (14)
El papa se quejaba de que la Biblia escrita en la lengua nativa o vernácula, había dañado a sus intereses papistas, hasta el punto de tratarla de pestilencia e intentar abolirla.

el Impío Pío VII

“El papa que levantó a los jesuitas: Pío VII”
Que la Biblia pone a la luz la mentira y maldad del catolicismo romano lo sabían los cardenales del papa Julio III, por ello le aconsejaron lo siguiente:
(*) “Hay que abrir bien los ojos y usar toda la fuerza posible en la cues­tión, a saber,  para permitir lo menos posible la lectura del Evangelio especialmente en lengua nativa, en todos los países bajo la jurisdicción. Baste la pequeña parte del Evangelio leída usualmente en la misa, y no se permita que nadie lea más. En cuanto el pueblo esté contento con esa pequeña porción, florecerán los intere­ses de vuestra Santidad, pero cuando el pueblo quiera leer más, sus intereses comen­zarán a fallarLa Biblia es un libro que, más que cualquier otro, ha levantado contra nosotros los alborotos y tempestades, por los cuales casi perecemos. De hecho —escriben los cardenales—, si alguien examina de cerca y compara las en­señanzas de la Biblia, como ocurre en nuestras iglesias, entonces encontrará discordias y comprenderá que nuestra enseñanza es muchas veces diferente a la Biblia y nunca cesará de desafiarnos hasta que todo sea expuesto y entonces nos volveremos objeto de burlas y odios universalesPor tanto, es necesario retirar la Biblia de la vista del pueblo, pero con cuidado, a fin de no causar rebelión” (énfasis nuestro).(15)
(*) Este discurso está contenido en un documento histórico, del tiempo de la Reforma, conservado en la Biblioteca Nacional de París, en la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650)
Dese cuenta el lector de que se está tratando aquí: la iglesia de Roma siempre ha sido la primera y tremenda opositora al Libro que pretende haber creado, poseer y defender: la Biblia.

6. Concluyendo

Huelga decir aquí que nosotros los verdaderos cristianos debemos amar a todos los hombres, eso evidentemente incluye a los católicos; no por ser católicos, sino por ser personas, por las cuales Cristo también dio su vida.
Precisamente, por amor, hay que decir la verdad, y mostrar la verdad. No podemos tratar a un católico como a un verdadero hermano en la fe, porque entonces estaríamos pecando (1 Co. 5: 11; 2 Juan 1: 10, 11). Existe un límite al respecto.
Un católico regular, necesita ser salvo, así como un musulmán, un judío, un testigo, un mormón, un ateo, un evangélico nominal, etc. ¡Todo hombre precisa de la salvación, y esta sólo viene por gracia, por medio de la fe en Jesucristo, y sin añadiduras! (Ef. 2: 8, 9)
La solución no vendrá en forzar una unidad a como de lugar, siguiendo el GRAN FRAUDE ECUMÉNICO - camino ineludible a la apostasía - sino en hablar la verdad de la Biblia, y así permitir que el Espíritu Santo redarguya y convenza a todos aquellos a los que amamos, pero que están fuera del Camino, aunque se consideren dentro.
Jesucristo dijo que el Camino es Él mismo, y no una institución religiosa que dice ser la única suya, pero que no lo es, es decir, Roma. Si el católico quiere conocer al verdadero Dios, deberá recibir a Cristo (Jn.1:12), tal y como Cristo así lo estableció, y tal instrucción es la Biblia, sin añadiduras (es decir, la “Tradición conciliar católica”).
¡Sola Gratia!¡Sola Fide! ¡Solus Christus! ¡Sola Scriptura! ¡¡SOLI DEO GLORIA!!
El ya cristiano, deberá compartir el Evangelio a todos, guardándose de toda levadura y contaminación (Mt. 16: 6; 2 Co. 7: 1)
Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”(Judas 20-23)
Amigo católico, lee esto:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5: 13)
“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (Ap. 18: 4, 5)
SOLI DEO GLORIA
Dios les bendiga. ¡Cristo viene pronto!
© Miguel Rosell, pastor de Centro Rey Jesucristo, Madrid, España.
Julio 2009
Revisado Diciembre 2014
www.centrorey.org
Citas:
1. Flannery, op. Cit. Tomo 1 pág. 412.
2. - "Roman Catholic Double-Talk at Indianapolis '90," Foundation, pp. 14-16, 
3. Dr. Nadir Carreño, cit. por el Ps. Víctor Pino Gamboa en su art. “Hacia una iglesia mundial” http://ceirberea.blogspot.com/
4. (Documentos del Concilio Vaticano II)
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/docum/magigle/vaticano/vati.htm
5. “Dominus Lesus”; art. 17
5b. Catecismo de la Iglesia Católica (p. 208, #870)
6. American Presbiterian Church http://www.americanpresbyterianchurch.org/fuller_seminary.htm
7. David W. Cloud, Fundamental Baptist Information Service, por Huron.
8. http://www.corazones.org/espiritualidad/espiritu_santo/pecado_contra_es.htm)
9. Catecismo de la Iglesia Católica (p. 465, #2092)
10. Dave Hunt, su libro, “Una mujer cabalga la bestia”
11. Concilio de Trento (Sexta sesión, canon 30, p. 46).
12. Concilio Vaticano II: Los documentos conciliares y postconciliares, ed. Rev. (Costello Publishing, 1988), tomo 1, p. 63).
13. Ibidem.
14. Documento en archivo
15. Biblioteca Nacional de París, en la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650