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La Pornografía en el matrimonio cristiano


La pornografía puede empezar con algo tan simple como una foto en la computadora o en una revista de hombres o en una Web. Y antes de que pase mucho tiempo, la necesidad de estimulación le lleva paso a paso de un material gráfico a un material más explícito y revelador y en un abrir y cerrar de ojos, lo hacemos de manera más y más frecuente.
La pornografía nos anima a tratarnos los unos a los otros como objetos o máquinas del placer. La pornografía siembra las semillas del aislamiento y nos lleva a relaciones no saludables y a la pérdida del respeto a nosotros mismos. Al paso que el usuario se involucra más y más en el mundo de la fantasía, la pornografía llega a ser una obsesión.¡La pornografía no es NUNCA una buena idea!
Sin embargo, hay buenas noticias. Podemos liberarnos de la esclavitud de la pornografía.
¿Cuál es el impacto de la pornografía a la familia?
La Infidelidad Virtual: El uso de la pornografía dentro del matrimonio
¿Por qué la pareja no debe usar la pornografía para aumentar su excitación y para acrecentar sus relaciones sexuales? Hace mucho tiempo que la pornografía fue un vicio de los muy ricos. Nadie más podía darse lujos pornográficos. El Emperador romano llamado Cesar Tiberios era adicto a la pornografía y cuando quería satisfacerse, compraba pergaminos especiales de dibujos desde Egipto o traía al palacio jóvenes y señoritas entrenadas en las prácticas sexuales para demostraciones privadas.
Hoy, todo eso ha cambiado. Todos pueden comprar la pornografía. Las tiendas de rentar videos tienen secciones especiales solamente para las películas pornográficas. Con dos clics en la computadora, cualquiera puede ver lo que sea en la Web. Decir que "es fácil obtener pornografía" hoy día es una declaración que se queda corta. ¡Hoy la pornografía la tenemos pegada a nuestros ojos la queramos ver o no la queramos ver!
Vivimos en Pornotopia. En Pornotopia, la gente común y corriente hace preguntas que ni siquiera le hubiera ocurrido hacer en otros tiempos. Hoy se hacen preguntas como la siguiente: ¿Por qué el matrimonio no debe usar la pornografía para aumentar su excitación sexual y acrecentar sus relaciones sexuales? O ¿Por qué no podemos mirar una película pornográfica juntos antes de acostarnos en la cama? De todos modos, muchos alegan, "lo hacemos por una buena causa y por lo menos lo hacemos juntos".
¡No es solamente que esto es malo sino que tampoco funciona! La esposa y su esposo no lo están haciendo juntos. Pensarlo es engañarse. En realidad, ¡se está invitando a otras personas a la intimidad del matrimonio! Ver pornografía no mejora sus relaciones sexuales. De hecho, la pornografía reduce su excitación y además debilita lo que sí puede acrecentar su excitación. Considerémonos cada uno de los cuatro puntos individualmente.
¿Por qué no están haciéndolo juntos? Llega la hora de acostarse, los señores Juan y Rosa González miran pornografía. Juan se excita mirando fotos de mujeres en vez de mirar a Rosa: Rosa se excita al mirar la imagen de un hombre en una foto en vez de mirar a Juan. Van a la cama y tienen relaciones sexuales. La pregunta es, ¿con quién están teniendo relaciones sexuales? Probablemente están en el acto sexual al mismo tiempo pero es bien claro que no están compartiendo el acto el uno con el otro. Juan está viviendo su fantasía con la mujer de la foto y Rosa con el hombre de la foto. El hecho que éstos no están presentes físicamente es sólo una detalle.

"Oísteis que fue dicho: "No cometerás adulterio". Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."
Mateo 5:27-28
Nos asombraría la sugerencia de emplear prostitutas para la noche para Juan y Rosa, para que se calienten con ellas y luego simultáneamente se den la vuelta para completar la experiencia sexual con su pareja del matrimonio. Sin embargo, esto es en esencia exactamente lo que están haciendo. Están teniendo relaciones sexuales con otras personas aunque no hay nadie más presentes que ellos mismos.
Porqué la pornografía no aumenta las relaciones sexuales en el matrimonio Hace solamente una generación que la expresión "hacer el amor" se podía usar para cualquiera de las cosas que los enamorados hacen como por ejemplo: agarrarse de las manos, hacerse promesas increíbles, hacer cosas especiales el uno para el otro, susurrar dulcemente en el oído de su pareja. "Hacer el amor" quería decir cualquier experiencia donde los enamorados perdían la cabeza el uno por el otro en demostraciones de amor… porque el sacrificarse uno por el otro es lo que significa en realidad "hacer el amor". Hoy, desafortunadamente, utilizamos la expresión "hacer el amor" solamente para el acto sexual. Es una expresión engañadora. Claro que el acto sexual puede ser una manera de hacer el amor, ¡pero también puede ser una manera de destruirlo!
La razón por la que el acto sexual dentro del matrimonio es una manera de hacer el amor es porque el esposo se pierde a sí mismo en completo deleite de servir y complacer a su esposa, y la esposa hace lo mismo con su marido. Por contraste, cuando los esposos tienen relaciones sexuales incorporando la pornografía, ninguno de los dos está atento a su pareja, cada uno está pensando en sí mismo. Juan está satisfaciéndose a sí mismo, no a Rosa mientras imagina que Rosa no es Rosa sino la otra modelo y así Juana imagina que Juan no es Juan, sino el elegante modelo en quien está pensando. Eso no es hacer el amor… ¡Esto es masturbarse con el cuerpo de su esposa o su esposo!

Si usted quiere ver lo serio que es el problema de la pornografía, aun dentro del pueblo cristiano, voto y mire los resultados de eta encuesta:
Usted y la pornografía
No puedo negar que he visto pornografía, pero no es un problema de adicción para mí
La veo y la veo. No parece que pueda controlarme. Me tiene esclavizado.
Qué les pasa con la porno? Es una forma normal de expresarse. ¡Para uds todo es pecado!
  
¿Porqué la pornografía reduce la excitación sexual de la pareja? Hasta ahora es claro que aunque las relaciones sexuales pornográficas pueden acrecentar la excitación sexual de la pareja, no tiene nada qué ver la excitación sexual del uno con el otro. Cada uno está haciéndolo con otras personas. Y eso es solamente la mitad del problema.
La otra mitad es que las fantasías pornográficas llegan a ser adictivas. Considerémonos a Juan. Si Juan aumenta su excitación sexual imaginando que Rosa es otra mujer, Juan llegará a depender más y más en de fantasía, será menos capaz de ser excitado por Juana. No solamente eso sino que su fantasía perderá su poder rápidamente. Entonces para poder ser excitado otra vez necesitará… ¡una nueva fantasía! ¡Ahí está la trampa!
Al principio será suficiente solamente imaginar otra mujer. Pero pronto eso llega a ser antiguo, pues lo imaginario nunca tiene la vitalidad de la realidad. De pronto las fantasías de Juan van a ser más raras. Tendrá que imaginar no solamente otra mujer sino también otro tipo de mujer - no solamente las relaciones sexuales sino también otro tipo de relaciones sexuales - para poder sentir la excitación. Podrá encontrar que quiere la pornografía no solamente antes de las relaciones sexuales sino durante ellas. De hecho, la fantasía podrá llegar a no ser suficiente para satisfacerlo. Puede llegar a querer realizar… ¡sus fantasías pornográficas con su esposa! Sexo anal, sexo oral, posiciones raras, etc. se convierten en el nuevo nivel para lograr satisfacerse.Pase tiempo de calidad con su esposo(a) y comuníquese con él y no necesitará pornografía
La pornografía es destructiva en vez de constructiva De vez en cuando la pareja mira la pornografía simplemente porque tienen problemas disfrutando sus relaciones sexuales, y creen que la pornografía va a resolver este problema. Desdichadamente, el uso de la pornografía no solamente destruye lo que debe arreglar sino también, como ya hemos visto, distrae la pareja y evita que la pareja atienda lo que en realidad necesita ser atendido: El matrimonio.
La frustración sexual puede surgir de muchas causas. Posiblemente la pareja mira al acto sexual como una realización de sus propios deseos y no con el espíritu que Dios desea que se haga… con el espíritu de entrega. Posiblemente hay expectaciones no realistas acerca del acto sexual. Quizás uno de ellos está enfermo, deprimido, o tiene miedo de envejecer. A veces las frustraciones sexuales surgen de otros problemas dentro de la relación, como las disputas, la infidelidad o de no tomar tiempo para charlar y comunicarse.
Por la gracia de Dios, una pareja que esté enfrentando problemas puede trabajar en la reparación del matrimonio. Pero… ¡la pornografía no es la manera de ayudar, sino de empeorar la situación!

El amor en el noviazgo


Mi esposa Debbie y yo tuvimos una hermosa época de noviazgo. Cuando nos conocimos no éramos cristianos y nos divertíamos como cualquier joven. Frecuentábamos bares y discotecas. La vi por primera vez el día que un amigo me pidió que lo acompañara donde estaba su novia. Yo acepté y nos fuimos en una motoneta hasta la casa de quien resultó ser tía de Debbie.
Al entrar al salón donde había varios jóvenes jugando pictionary, sus grandes y profundos ojos, con esas impresionantes pestañas se clavaron en mi persona. Me sentí un poco incómodo porque tenía a su novio al lado y pensé que se molestaría, aunque era un joven pequeño y delgado que no me daría mucha pelea. Así son los jóvenes que “calculan” al contrincante.  Ella fumaba y tomaba una copa. Esa noche me ofreció un trago.
Luego, se fue de viaje, cortó al novio y no la vi en uno o dos meses. Después de ese tiempo, fuimos al cine en una salida que organizó un grupo de amigos. Luego me contaron que ella no quería salir pero se arregló rápidamente cuando le dijeron que yo estaría allí.
La pastora fue decidida, no se desprendió de mí en todo el rato. Platicamos durante la película, al punto que no recuerdo de qué trató. Dentro del grupo encontré a una amiga con la que fuimos a comprar golosinas y Debbie la miró con ojos de “no me lo quitarás”.
Después, aseguró la siguiente cita diciendo que llegaría a traerme para que  almorzáramos. Nunca nos despedíamos sin que me dijera: “¿Qué hará por la noche?” O bien: “Vamos a bailar”. Salimos durante 15 días, hasta que una tarde en su casa me dejó solo en la sala. Tiempo después me contó que se fue a encerrar al baño para hacer esta oración: “Señor, si Chofo se me declara, con él me quedo y cambio”.
Yo no lo sabía, pero esa noche nos hicimos novios y lo primero que me dijo fue: “Ya tengo el nombre para nuestro primer hijo”. No teníamos 5 minutos de novios y ya hablaba de hijos, ¡incluso fue a traer una ropita de bebé y me la enseñó! Teníamos tal seguridad en nuestra relación a pesar de que recién comenzaba.
Algunos se asustan con la idea de hablar de matrimonio y familia durante el noviazgo, pero habría que asustarse si no fuera así porque es síntoma de que no piensan en una relación seria y están jugando. Es necesario hacer planes y soñar juntos con la futura boda, los hijos y la vida familiar. Esa es una forma de afianzar la relación.
A los cuatro meses de noviazgo nos convertimos al Señor y le dijimos: “Queremos hacer las cosa como Tú nos enseñas”. En ese tiempo no había seminarios sobre noviazgo, no teníamos quién nos presidiera y orientara. Aprendimos a salir adelante con el método de ensayo y error.
Ante los problemas, oraba y le pedía a Dios: “Enséñame qué debemos hacer”. Si Dios nos bendijo así, cuánto más bendecirá a  las parejas que le buscan desde el inicio y se consagran a Él para llevar una relación santa. Alégrate porque tienes todo a tu favor para ser feliz en tu noviazgo y matrimonio.
Características del amor
1 Corintios 13: 4-7 nos aclara: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;  no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Yo descubrí que efectivamente, el amor todo lo sufre. Debbie y yo éramos muy diferentes en ciertas áreas. Por ejemplo, en mi casa fueron muy estrictos con la responsabilidad de estudiar y era prohibido llevar notas menores a 70 puntos, ¡no digamos perder una clase! Por el contrario, en casa de ella, era todo lo contrario ya que presentar una materia ganada era un triunfo.  Pienso que sus padres no querían que se sintiera mal porque no era buena estudiante.
Otra gran diferencia era que en mi casa no me permitían faltar al colegio ni cuando estaba enfermo. Cierta vez, me regresaron porque tenía fiebre y cuando llegué a casa,i papá me dijo: “Pero no te quedas durmiendo, ve a cortar la grama del jardín”.  De esa forma aprendí a ser responsable y disciplinado. Por el contrario, en casa de Debbie le pedían que no fuera al colegio para ir de compras con la mamá. Faltaba los lunes porque era el primer día de la semana y el viernes porque ya se acercaba el sábado. El día que le pregunté por sus notas y me dijo: “Estoy contenta porque sólo perdí 7 clases”, ¡sentí como si Mike Tyson y Evander Holyfield me pegaran al mismo tiempo!
Yo tenía 18 años y ella 16. Entonces le dije: “Si faltas un día al colegio, no te veo por tres días”. Era un castigo muy fuerte porque nos veíamos a diario. Funcionó hasta una mañana que se presentó en mi casa para llevarme desayuno. Puse una expresión severa y cuando me explicó que había faltado al colegio porque se sentía mal, le dije que se fuera a su casa a dormir y le cerré la puerta en la cara. Lo que yo no sabía era que la mamá la había llevado y la esperaba dentro del carro. Después me contó que le dijo: “Mama, estamos castigadas, vamos a casa”. Desde ese día, nunca más faltó al colegio y se aplicó en los estudios. Mejoró tanto su actitud y notas que nadie se explicaba qué le había sucedido.
Incluso el día de su graduación, fue la seleccionada para ofrecer el discurso de honor. De esa forma, demostró cuánto me amaba porque el día que le cerré la puerta pudo decir: “Este no me tratará así, ¿qué se cree?”, pudo mandarme por un tubo argumentando que yo no tenía porqué pedir que fuera diferente, pero comprendió que deseaba hacerle un bien y decidió cambiar.
Si amas a alguien eres capaz de someterte a un cambio positivo aunque sea difícil y tengas que superar etapas dolorosas. La Palabra dice que el amor todo lo sufre pero no se refiere a que debemos someternos a humillación y maltrato, sino a cambiar para bien. Jesucristo es el mejor ejemplo de un amor que fue capaz de sacrificar todo, incluso la vida. Ese es el amor y compromiso que Debbie demostró.
Las personas que dicen: “Si quieres que cambie es porque no me amas”, están equivocadas y corren el riesgo de destruir su relación.  Deja el orgullo y cambia lo que sea necesario por amor.
En nuestro caso, la actitud de Debbie rindió frutos porque nuestros hijos son buenos estudiantes, aplicados y disciplinados. Amarás a alguien en la medida que estés dispuesto a cambiar tus defectos por esa persona.
Otra gran verdad es que el amor todo lo cree. Es decir que confía y no deja espacio para los celos. Todos somos celosos, incluso Dios lo es porque tiene un celo por nosotros y nos cuida, pero no significa que sea inseguro o posesivo. Él nos da libre albedrío, como nosotros que estamos con nuestra pareja por amor, no por obligación.
Recuerdo que las primeras veces que salimos y alguien se acercaba a Debbie, yo me molestaba aunque nunca me dio motivos para desconfiar. Lo mismo sucedió con ella que tuvo que madurar y dejar de molestarse si alguna amiga me saludaba efusivamente, como sucedió un par de veces. La solución que encontré fue darle siempre su lugar.
Cuando veía alguien conocido, hombre o mujer, inmediatamente la presentaba como mi novia, la mujer más linda del mundo y le daba un gran beso. Entonces, ella se sentía un pavo real.
Las mujeres son como sabuesos que huelen el peligro a kilómetros de distancia y siempre están alerta. Cuidadito le pones más atención a otra porque verás cómo se convierte en el monstruo apocalíptico de 7 cabezas. Nunca se te ocurra desplazarla por algo o alguien, dale siempre el lugar privilegiado en tu vida y serás feliz. El lenguaje del amor que más interpretan se llama valor. Se saben amadas cuando se sienten valoradas. Para mantener saludable la relación, nada debe estar por encima de la mujer que amas. Elimina los celos aprendiendo a no provocar o creer lo indebido.
Tuve que enfrentar el conflicto que me creaba ser el sexto novio de ella, mientras yo siempre me había guardado para tener una sola novia y casarme. Fue una batalla contra la inseguridad que se acabó cuando ya éramos cristianos. Una vez, llegamos al grupo y Debbie saludó a un amigo de lo más natural. Entonces pensé: “Estoy con ella y le creeré que me ama. Hoy se acaban los celos, no le daré lugar a esos pensamientos, confiaré, no puede haber relación de amor si no hay confianza”.
Envías un mensaje de duda  cuando contantemente necesitas  que te digan: “Te amo”. Dios no duda cada vez que le pides perdón y dices arrepentirte de tus pecados. Él no pide: “Dame alabanza porque no sé si me quieres”. Los celos pueden ahogar cualquier relación, especialmente en este tiempo cuando hay tantos recursos como los mensajitos de texto o el facebook. No acoses a tu pareja, dale espacio y confianza. Cuando Debbie me preguntaba a cada momento si la amaba, yo le dije: “O me crees o la duda nos destruirá”. A partir de ese momento decidimos creer.
El amor todo lo soporta ya que no hay relación o pareja perfecta. Nosotros lo aprendimos al resolver los problemas que surgen en el noviazgo, provocados por las diferencias que tenemos como seres humanos. Nos sentimos atraídos por lo que no es idéntico a nosotros. Eso puede verse en la boda. La novia usa un vestido blanco carísimo y el hombre un traje negro alquilado. Ella llega en el mejor carro que pueden conseguirle y el novio tiene que arreglárselas como pueda. A ella le tocan una canción para que desfile, mientras él espera parado al final del pasillo.
Es normal que existan diferencias.
Una buena relación se mide por la capacidad de resolver problemas, no por la ausencia de éstos.  Los problemas debilitan o fortalecen tu noviazgo, superarlos depende de la pareja. Cada persona reacciona diferente ante las dificultades.  Unos se desahogan en el momento y al poco tiempo ni se acuerdan. Otros que se mantienen enojados largo tiempo porque todo se lo guardan, hasta el día que estallan con más fuerza que la bomba atómica de Hiroshima. Hay quienes huyen y no enfrentan.
Identifica cuál es tu forma de reaccionar para definir tus estrategias futuras. Yo, por lo general, soy paciente y escucho, pero cuando me enojo es mejor tener cuidado.  Debbie lo sabe, así que decidimos tener una clave como un semáforo. Ante una discusión, la prevengo cuando estoy pasando de amarillo a rojo para que se aleje y permita que me tranquilice. Luego, yo mismo la llamo y le digo: “mi amor, tenías razón”. Pero si insiste en acosarme con argumentos, las cosas se ponen difíciles, así que es sabia y evita esa situación.
Hombres y mujeres afrontamos de diferente forma los conflictos. Ellas necesitan hablarlo con alguien para ordenar sus ideas.
Es así como las amigas y familiares se enteran de la situación. Por el contrario, los hombres necesitamos callar y calmar el ánimo haciendo otra cosa como ver televisión o jugar fútbol. La Biblia dice: “Mujeres, sean sujetas para que cuando su marido vea su conducta casta y respetuosa que se sujeta en silencio, sea cambiado por la palabra de Dios  al considerar su conducta”.
Aprende este bombazo ante un problema.
Hablar no te ayuda, mejor enciérrate en tu cuarto, pégale a un cojín y desahógate para luego presentarte ante tu pareja con una sonrisa en los labios. De esa forma pones a Dios de tu lado, quien llamará al hombre y lo confrontará por estar enojado con una mujer respetuosa. Créeme, ese momento entre el Señor y el varón es duro ya que lo pone a raya. ¡Ponte las pilas! Logras más con el silencio y el respeto que alegando con palabras ofensivas. En su noviazgo, hagan el compromiso de resolver los problemas con madurez.
Además, el amor todo lo espera. El noviazgo es una época de preguntas que surgen una tras otra: ¿Cuándo se comprometerán?, ¿cuándo se casarán?, ¿cuándo vendrá el primer hijo?  Siempre hay pregunta para el futuro. Debbie y yo tuvimos un noviazgo muy largo porque éramos jóvenes y yo debía graduarme de la universidad antes de casarme. Era una meta que tenía trazada a pesar que Dios año con año me decía: “Si te casas este año te bendeciré”. Comprendí que no era una orden de Su parte, sino una confirmación a nuestro deseo.
El tiempo de casarte no es decisión de Dios sino tuya, según lo que creas conveniente. No necesitas un arcángel para decirte la fecha de la boda, pero sí necesitas seguridad en la bendición. Dios te sigue cuando tomas la decisión.
En todo el tiempo de noviazgo, descubrí que ella necesitaba seguridad en los planes. Una de las mayores necesidades de las mujeres es la seguridad y estabilidad. Los hombres sentimos nervios ante el compromiso porque significa afrontar una gran responsabilidad económica. Por esa razón, evitamos el tema y ellas lo interpretan como inseguridad y desamor, no cómo una preocupación por el futuro de la familia que formarán. Así que es mejor comunicarse y ponerse de acuerdo respecto a los planes.
En nuestro caso, yo le dije claramente a Debbie que no podía casarme hasta que me graduara. Ella tuvo claro el panorama y fue paciente. La mujer no te pide anillo sino una guía, un norte, la orientación clara del camino que lleva la relación. No quiere sentirse usada, sino segura de que al frente hay un hombre que sabe a dónde va. Tal vez no tengas todas las respuestas pero  es necesario tener planes que den seguridad a nuestros pasos. En esta situación, la falta de comunicación es lo que provoca el problema. Dale a tu novia una razón para esperar lo mejor de la relación y el amor florecerá con fe en el futuro.
Consejos para escoger la fecha de la boda
Muchos fundamentan su relación en la situación financiera. Quieren casarse con casa, muebles, carro y buen trabajo. Ser previsor es bueno pero el dinero no debe ser tu prioridad. La vida matrimonial también tiene su encanto al proponerse lograr las cosas juntos, de la mano.
Probablemente cuando piensas en casarte no estás en la mejor edad para comprar casa porque tus ingresos mejorarán con los años y después podrás adquirir algo mejor. No tengan miedo de alquilar. Cierta vez, un judío me dijo que era mejor alquilar casa porque podía movilizarse el día que fuera necesario. Abre tu mente para ver diferentes opciones. No necesitas tener tanto dinero como crees para casarte e iniciar tu familia al lado de la mujer que amas.
La Biblia dice: “A causa de la fornicación, cada uno sepa tener su propia mujer”. Es mejor casarse que estarse quemando por amor. Prefiero parejas que se casen con poco dinero pero en santidad que las que esperan y no se guardan. La santidad debe ser la prioridad de tu relación. De lo contrario, el dios de tu noviazgo es el dinero y no el Señor. Si ya no te aguantas y deseas consumar tu amor, mejor cásate.  Todo noviazgo pasará tentaciones sexuales pero hay que ser fuertes. Lo extraño sería no sentir nada cuando tienes al lado a la persona que amas y te gusta.
El mejor momento para el matrimonio varía en cada relación. Lo importante es tener trazado un futuro que brinde seguridad a tu noviazgo.
La promesa del Señor para las familias
Salmo 128: 1-4 promete: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos.”
El hombre que teme a Dios tiene un gran futuro. Le irá bien en su trabajo, su mujer será como vino en la intimidad de su casa, te embriagará de alegría y amor. Tus hijos serán ungidos y se sentarán contigo. Ese futuro es bello, especialmente ahora que vemos tantas familias separadas.
Amplía tu visión. No veas sólo tu noviazgo sino el resto tu vida. Dios no hace promesa para una relación pasajera sino para una familia feliz. El compromiso con tu pareja es el primer paso de lo que Él quiere darte. El Señor no dice que te llevarás bien con quien te comprometas, tendrás una linda boda y una luna de miel inolvidable. Su visión no es tan corta, va más allá y alcanza a tus futuros nietos.
Cuando oras para recibir bendición, debes ponerte de  acuerdo con Él que no quiere darte una flor sino un bosque hermoso.  Piensa en grande como el Señor que ve el nacimiento de un hogar bendito.  Dios está preparando algo que tal vez comprenderás dentro de 20 años.
Respeta a tu novia porque un día tendrás una hija adolescente a quien podrás ver a los ojos y pedirle que se haga respetar. Respeta a tus padres ahora porque ese mismo padre abrazará a tus hijos. Atrévete a ver más allá, tan lejos como tus sueños te lleven, no tengas miedo porque cuando sueñas, el Espíritu comienza a hablar. Los sueños son el idioma del Espíritu Santo que da visiones a los jóvenes.
Debes ver algo distinto a tu situación familiar difícil, divorcios o separaciones. Debes ver un hogar unido, lleno de amor y bienestar. Ahora es el inicio, no veas una pequeña semilla, ni un árbol, sino un gran bosque. Mírate felizmente casado, visualiza tu boda, tu casa y a tus hijos  sanos y benditos.
El amor te hace esperar cosas más grandes. No desperdicies tu fe en lo pequeño, cree por tu futuro lleno de paz y felicidad junto a la familia que formarás con la persona que amas.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza

El amor en el noviazgo


Mi esposa Debbie y yo tuvimos una hermosa época de noviazgo. Cuando nos conocimos no éramos cristianos y nos divertíamos como cualquier joven. Frecuentábamos bares y discotecas. La vi por primera vez el día que un amigo me pidió que lo acompañara donde estaba su novia. Yo acepté y nos fuimos en una motoneta hasta la casa de quien resultó ser tía de Debbie.
Al entrar al salón donde había varios jóvenes jugando pictionary, sus grandes y profundos ojos, con esas impresionantes pestañas se clavaron en mi persona. Me sentí un poco incómodo porque tenía a su novio al lado y pensé que se molestaría, aunque era un joven pequeño y delgado que no me daría mucha pelea. Así son los jóvenes que “calculan” al contrincante.  Ella fumaba y tomaba una copa. Esa noche me ofreció un trago.
Luego, se fue de viaje, cortó al novio y no la vi en uno o dos meses. Después de ese tiempo, fuimos al cine en una salida que organizó un grupo de amigos. Luego me contaron que ella no quería salir pero se arregló rápidamente cuando le dijeron que yo estaría allí.
La pastora fue decidida, no se desprendió de mí en todo el rato. Platicamos durante la película, al punto que no recuerdo de qué trató. Dentro del grupo encontré a una amiga con la que fuimos a comprar golosinas y Debbie la miró con ojos de “no me lo quitarás”.
Después, aseguró la siguiente cita diciendo que llegaría a traerme para que  almorzáramos. Nunca nos despedíamos sin que me dijera: “¿Qué hará por la noche?” O bien: “Vamos a bailar”. Salimos durante 15 días, hasta que una tarde en su casa me dejó solo en la sala. Tiempo después me contó que se fue a encerrar al baño para hacer esta oración: “Señor, si Chofo se me declara, con él me quedo y cambio”.
Yo no lo sabía, pero esa noche nos hicimos novios y lo primero que me dijo fue: “Ya tengo el nombre para nuestro primer hijo”. No teníamos 5 minutos de novios y ya hablaba de hijos, ¡incluso fue a traer una ropita de bebé y me la enseñó! Teníamos tal seguridad en nuestra relación a pesar de que recién comenzaba.
Algunos se asustan con la idea de hablar de matrimonio y familia durante el noviazgo, pero habría que asustarse si no fuera así porque es síntoma de que no piensan en una relación seria y están jugando. Es necesario hacer planes y soñar juntos con la futura boda, los hijos y la vida familiar. Esa es una forma de afianzar la relación.
A los cuatro meses de noviazgo nos convertimos al Señor y le dijimos: “Queremos hacer las cosa como Tú nos enseñas”. En ese tiempo no había seminarios sobre noviazgo, no teníamos quién nos presidiera y orientara. Aprendimos a salir adelante con el método de ensayo y error.
Ante los problemas, oraba y le pedía a Dios: “Enséñame qué debemos hacer”. Si Dios nos bendijo así, cuánto más bendecirá a  las parejas que le buscan desde el inicio y se consagran a Él para llevar una relación santa. Alégrate porque tienes todo a tu favor para ser feliz en tu noviazgo y matrimonio.
Características del amor
1 Corintios 13: 4-7 nos aclara: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;  no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Yo descubrí que efectivamente, el amor todo lo sufre. Debbie y yo éramos muy diferentes en ciertas áreas. Por ejemplo, en mi casa fueron muy estrictos con la responsabilidad de estudiar y era prohibido llevar notas menores a 70 puntos, ¡no digamos perder una clase! Por el contrario, en casa de ella, era todo lo contrario ya que presentar una materia ganada era un triunfo.  Pienso que sus padres no querían que se sintiera mal porque no era buena estudiante.
Otra gran diferencia era que en mi casa no me permitían faltar al colegio ni cuando estaba enfermo. Cierta vez, me regresaron porque tenía fiebre y cuando llegué a casa,i papá me dijo: “Pero no te quedas durmiendo, ve a cortar la grama del jardín”.  De esa forma aprendí a ser responsable y disciplinado. Por el contrario, en casa de Debbie le pedían que no fuera al colegio para ir de compras con la mamá. Faltaba los lunes porque era el primer día de la semana y el viernes porque ya se acercaba el sábado. El día que le pregunté por sus notas y me dijo: “Estoy contenta porque sólo perdí 7 clases”, ¡sentí como si Mike Tyson y Evander Holyfield me pegaran al mismo tiempo!
Yo tenía 18 años y ella 16. Entonces le dije: “Si faltas un día al colegio, no te veo por tres días”. Era un castigo muy fuerte porque nos veíamos a diario. Funcionó hasta una mañana que se presentó en mi casa para llevarme desayuno. Puse una expresión severa y cuando me explicó que había faltado al colegio porque se sentía mal, le dije que se fuera a su casa a dormir y le cerré la puerta en la cara. Lo que yo no sabía era que la mamá la había llevado y la esperaba dentro del carro. Después me contó que le dijo: “Mama, estamos castigadas, vamos a casa”. Desde ese día, nunca más faltó al colegio y se aplicó en los estudios. Mejoró tanto su actitud y notas que nadie se explicaba qué le había sucedido.
Incluso el día de su graduación, fue la seleccionada para ofrecer el discurso de honor. De esa forma, demostró cuánto me amaba porque el día que le cerré la puerta pudo decir: “Este no me tratará así, ¿qué se cree?”, pudo mandarme por un tubo argumentando que yo no tenía porqué pedir que fuera diferente, pero comprendió que deseaba hacerle un bien y decidió cambiar.
Si amas a alguien eres capaz de someterte a un cambio positivo aunque sea difícil y tengas que superar etapas dolorosas. La Palabra dice que el amor todo lo sufre pero no se refiere a que debemos someternos a humillación y maltrato, sino a cambiar para bien. Jesucristo es el mejor ejemplo de un amor que fue capaz de sacrificar todo, incluso la vida. Ese es el amor y compromiso que Debbie demostró.
Las personas que dicen: “Si quieres que cambie es porque no me amas”, están equivocadas y corren el riesgo de destruir su relación.  Deja el orgullo y cambia lo que sea necesario por amor.
En nuestro caso, la actitud de Debbie rindió frutos porque nuestros hijos son buenos estudiantes, aplicados y disciplinados. Amarás a alguien en la medida que estés dispuesto a cambiar tus defectos por esa persona.
Otra gran verdad es que el amor todo lo cree. Es decir que confía y no deja espacio para los celos. Todos somos celosos, incluso Dios lo es porque tiene un celo por nosotros y nos cuida, pero no significa que sea inseguro o posesivo. Él nos da libre albedrío, como nosotros que estamos con nuestra pareja por amor, no por obligación.
Recuerdo que las primeras veces que salimos y alguien se acercaba a Debbie, yo me molestaba aunque nunca me dio motivos para desconfiar. Lo mismo sucedió con ella que tuvo que madurar y dejar de molestarse si alguna amiga me saludaba efusivamente, como sucedió un par de veces. La solución que encontré fue darle siempre su lugar.
Cuando veía alguien conocido, hombre o mujer, inmediatamente la presentaba como mi novia, la mujer más linda del mundo y le daba un gran beso. Entonces, ella se sentía un pavo real.
Las mujeres son como sabuesos que huelen el peligro a kilómetros de distancia y siempre están alerta. Cuidadito le pones más atención a otra porque verás cómo se convierte en el monstruo apocalíptico de 7 cabezas. Nunca se te ocurra desplazarla por algo o alguien, dale siempre el lugar privilegiado en tu vida y serás feliz. El lenguaje del amor que más interpretan se llama valor. Se saben amadas cuando se sienten valoradas. Para mantener saludable la relación, nada debe estar por encima de la mujer que amas. Elimina los celos aprendiendo a no provocar o creer lo indebido.
Tuve que enfrentar el conflicto que me creaba ser el sexto novio de ella, mientras yo siempre me había guardado para tener una sola novia y casarme. Fue una batalla contra la inseguridad que se acabó cuando ya éramos cristianos. Una vez, llegamos al grupo y Debbie saludó a un amigo de lo más natural. Entonces pensé: “Estoy con ella y le creeré que me ama. Hoy se acaban los celos, no le daré lugar a esos pensamientos, confiaré, no puede haber relación de amor si no hay confianza”.
Envías un mensaje de duda  cuando contantemente necesitas  que te digan: “Te amo”. Dios no duda cada vez que le pides perdón y dices arrepentirte de tus pecados. Él no pide: “Dame alabanza porque no sé si me quieres”. Los celos pueden ahogar cualquier relación, especialmente en este tiempo cuando hay tantos recursos como los mensajitos de texto o el facebook. No acoses a tu pareja, dale espacio y confianza. Cuando Debbie me preguntaba a cada momento si la amaba, yo le dije: “O me crees o la duda nos destruirá”. A partir de ese momento decidimos creer.
El amor todo lo soporta ya que no hay relación o pareja perfecta. Nosotros lo aprendimos al resolver los problemas que surgen en el noviazgo, provocados por las diferencias que tenemos como seres humanos. Nos sentimos atraídos por lo que no es idéntico a nosotros. Eso puede verse en la boda. La novia usa un vestido blanco carísimo y el hombre un traje negro alquilado. Ella llega en el mejor carro que pueden conseguirle y el novio tiene que arreglárselas como pueda. A ella le tocan una canción para que desfile, mientras él espera parado al final del pasillo.
Es normal que existan diferencias.
Una buena relación se mide por la capacidad de resolver problemas, no por la ausencia de éstos.  Los problemas debilitan o fortalecen tu noviazgo, superarlos depende de la pareja. Cada persona reacciona diferente ante las dificultades.  Unos se desahogan en el momento y al poco tiempo ni se acuerdan. Otros que se mantienen enojados largo tiempo porque todo se lo guardan, hasta el día que estallan con más fuerza que la bomba atómica de Hiroshima. Hay quienes huyen y no enfrentan.
Identifica cuál es tu forma de reaccionar para definir tus estrategias futuras. Yo, por lo general, soy paciente y escucho, pero cuando me enojo es mejor tener cuidado.  Debbie lo sabe, así que decidimos tener una clave como un semáforo. Ante una discusión, la prevengo cuando estoy pasando de amarillo a rojo para que se aleje y permita que me tranquilice. Luego, yo mismo la llamo y le digo: “mi amor, tenías razón”. Pero si insiste en acosarme con argumentos, las cosas se ponen difíciles, así que es sabia y evita esa situación.
Hombres y mujeres afrontamos de diferente forma los conflictos. Ellas necesitan hablarlo con alguien para ordenar sus ideas.
Es así como las amigas y familiares se enteran de la situación. Por el contrario, los hombres necesitamos callar y calmar el ánimo haciendo otra cosa como ver televisión o jugar fútbol. La Biblia dice: “Mujeres, sean sujetas para que cuando su marido vea su conducta casta y respetuosa que se sujeta en silencio, sea cambiado por la palabra de Dios  al considerar su conducta”.
Aprende este bombazo ante un problema.
Hablar no te ayuda, mejor enciérrate en tu cuarto, pégale a un cojín y desahógate para luego presentarte ante tu pareja con una sonrisa en los labios. De esa forma pones a Dios de tu lado, quien llamará al hombre y lo confrontará por estar enojado con una mujer respetuosa. Créeme, ese momento entre el Señor y el varón es duro ya que lo pone a raya. ¡Ponte las pilas! Logras más con el silencio y el respeto que alegando con palabras ofensivas. En su noviazgo, hagan el compromiso de resolver los problemas con madurez.
Además, el amor todo lo espera. El noviazgo es una época de preguntas que surgen una tras otra: ¿Cuándo se comprometerán?, ¿cuándo se casarán?, ¿cuándo vendrá el primer hijo?  Siempre hay pregunta para el futuro. Debbie y yo tuvimos un noviazgo muy largo porque éramos jóvenes y yo debía graduarme de la universidad antes de casarme. Era una meta que tenía trazada a pesar que Dios año con año me decía: “Si te casas este año te bendeciré”. Comprendí que no era una orden de Su parte, sino una confirmación a nuestro deseo.
El tiempo de casarte no es decisión de Dios sino tuya, según lo que creas conveniente. No necesitas un arcángel para decirte la fecha de la boda, pero sí necesitas seguridad en la bendición. Dios te sigue cuando tomas la decisión.
En todo el tiempo de noviazgo, descubrí que ella necesitaba seguridad en los planes. Una de las mayores necesidades de las mujeres es la seguridad y estabilidad. Los hombres sentimos nervios ante el compromiso porque significa afrontar una gran responsabilidad económica. Por esa razón, evitamos el tema y ellas lo interpretan como inseguridad y desamor, no cómo una preocupación por el futuro de la familia que formarán. Así que es mejor comunicarse y ponerse de acuerdo respecto a los planes.
En nuestro caso, yo le dije claramente a Debbie que no podía casarme hasta que me graduara. Ella tuvo claro el panorama y fue paciente. La mujer no te pide anillo sino una guía, un norte, la orientación clara del camino que lleva la relación. No quiere sentirse usada, sino segura de que al frente hay un hombre que sabe a dónde va. Tal vez no tengas todas las respuestas pero  es necesario tener planes que den seguridad a nuestros pasos. En esta situación, la falta de comunicación es lo que provoca el problema. Dale a tu novia una razón para esperar lo mejor de la relación y el amor florecerá con fe en el futuro.
Consejos para escoger la fecha de la boda
Muchos fundamentan su relación en la situación financiera. Quieren casarse con casa, muebles, carro y buen trabajo. Ser previsor es bueno pero el dinero no debe ser tu prioridad. La vida matrimonial también tiene su encanto al proponerse lograr las cosas juntos, de la mano.
Probablemente cuando piensas en casarte no estás en la mejor edad para comprar casa porque tus ingresos mejorarán con los años y después podrás adquirir algo mejor. No tengan miedo de alquilar. Cierta vez, un judío me dijo que era mejor alquilar casa porque podía movilizarse el día que fuera necesario. Abre tu mente para ver diferentes opciones. No necesitas tener tanto dinero como crees para casarte e iniciar tu familia al lado de la mujer que amas.
La Biblia dice: “A causa de la fornicación, cada uno sepa tener su propia mujer”. Es mejor casarse que estarse quemando por amor. Prefiero parejas que se casen con poco dinero pero en santidad que las que esperan y no se guardan. La santidad debe ser la prioridad de tu relación. De lo contrario, el dios de tu noviazgo es el dinero y no el Señor. Si ya no te aguantas y deseas consumar tu amor, mejor cásate.  Todo noviazgo pasará tentaciones sexuales pero hay que ser fuertes. Lo extraño sería no sentir nada cuando tienes al lado a la persona que amas y te gusta.
El mejor momento para el matrimonio varía en cada relación. Lo importante es tener trazado un futuro que brinde seguridad a tu noviazgo.
La promesa del Señor para las familias
Salmo 128: 1-4 promete: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos.”
El hombre que teme a Dios tiene un gran futuro. Le irá bien en su trabajo, su mujer será como vino en la intimidad de su casa, te embriagará de alegría y amor. Tus hijos serán ungidos y se sentarán contigo. Ese futuro es bello, especialmente ahora que vemos tantas familias separadas.
Amplía tu visión. No veas sólo tu noviazgo sino el resto tu vida. Dios no hace promesa para una relación pasajera sino para una familia feliz. El compromiso con tu pareja es el primer paso de lo que Él quiere darte. El Señor no dice que te llevarás bien con quien te comprometas, tendrás una linda boda y una luna de miel inolvidable. Su visión no es tan corta, va más allá y alcanza a tus futuros nietos.
Cuando oras para recibir bendición, debes ponerte de  acuerdo con Él que no quiere darte una flor sino un bosque hermoso.  Piensa en grande como el Señor que ve el nacimiento de un hogar bendito.  Dios está preparando algo que tal vez comprenderás dentro de 20 años.
Respeta a tu novia porque un día tendrás una hija adolescente a quien podrás ver a los ojos y pedirle que se haga respetar. Respeta a tus padres ahora porque ese mismo padre abrazará a tus hijos. Atrévete a ver más allá, tan lejos como tus sueños te lleven, no tengas miedo porque cuando sueñas, el Espíritu comienza a hablar. Los sueños son el idioma del Espíritu Santo que da visiones a los jóvenes.
Debes ver algo distinto a tu situación familiar difícil, divorcios o separaciones. Debes ver un hogar unido, lleno de amor y bienestar. Ahora es el inicio, no veas una pequeña semilla, ni un árbol, sino un gran bosque. Mírate felizmente casado, visualiza tu boda, tu casa y a tus hijos  sanos y benditos.
El amor te hace esperar cosas más grandes. No desperdicies tu fe en lo pequeño, cree por tu futuro lleno de paz y felicidad junto a la familia que formarás con la persona que amas.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza

¿Vas a la moda de Dios?



Tus amigos acaban de sugerir una idea para el fin de semana. Y tú, con el mayor tacto posible, has dicho que no vas a participar. Te están mirando boquiabiertos –y, en ese segundo equivalente a ocho siglos, miras hacia el techo y te preparas para la retahíla–: “Por una vez que lo hagas, no te vas a morir”. “Sólo estaremos un rato. Volveremos a una hora prudente.” “¿Qué más da? Es algo insignificante.” “Además, ¿quién se va a enterar?”
Y, por un lado, sabes que tienen razón. No te vas a morir. No es una decisión de proporciones enormes. Sólo es una vez. Se enteraría poca gente y no sería para tanto.
Nadie es inmune a la presión de ceder en sus principios: ¿Has distorsionado la verdad alguna vez para quedar bien? ¿Tienes grabada en la mente alguna escena de una película que realmente no tenías que haber visto? ¿Has cedido ante la presión de tus amigos y has ido a algún lugar cuyo ambiente no glorifica a Cristo? ¿Te has involucrado físicamente con tu novio o novia, pasándote de la raya “un poco”?
Solemos ceder por una razón principal: Nos importa más el concepto que tiene la gente de nosotros que el concepto que tiene Dios. A ninguno nos gusta sentirnos excluidos.
Como no nos gusta admitir el temor central detrás de nuestras concesiones, sacamos unos disfraces del armario, dependiendo de la ocasión:
Capa roja de Súper Evangelista: Si digo que no, voy a parecer un bicho raro y no podré dar testimonio. Al entrar en su ambiente, se fiarán más de mí.
Bata blanca de laboratorio: Tengo que leer este libro un tanto cuestionable porque necesito saber cómo piensa un no creyente para poder evangelizar mejor.
Traje gris: Ésta es una zona gris. La Biblia no dice nada directamente en contra, así que no pasa nada si lo hago.
Gorrito de carnaval: Como cristiano, ¡soy libre! Debo demostrar que no soy legalista. Además, no es pecado divertirse.
Armadura de hojalata: El Espíritu Santo me protege y, por lo tanto, no me afecta esta concesión para nada.
Y con nuestros disfraces, vamos a la moda, según el ambiente que nos rodee.
Dios, sin embargo, tiene su propia moda. Él no quiere que bajemos el listón. ¿Podría ser que desde su punto de vista nuestras pequeñas concesiones son más grandes de lo que pensamos? La espada de su Palabra, de hecho, hace trizas el vestuario que acabamos de describir:
Capa roja de Súper Evangelista: La premisa detrás de este disfraz es que el mejor testimonio es el del camaleón: Si soy como ellos, me escucharán.
Mientras que debemos evitar ser “bichos raros” por un comportamiento verdaderamente extraño, tenemos que abrir los ojos ante una gran verdad: Ser cristiano casi siempre significa ser el bicho raro ante los ojos del mundo. Ser un cristiano caliente entre cristianos tibios también significa lo mismo: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2Ti 3:12).  ¿Qué les llama más la atención a nuestros amigos, alguien que se comporta y piensa igual, o alguien que les saca de sus casillas?
Bata blanca de laboratorio: Cedemos con la excusa que para combatir el mal hay que estar familiarizados con el mal. Se utiliza a menudo para justificar ciertas películas, libros o revistas. Pero no debemos engañarnos. La Biblia dice: “Absteneos de toda especie de mal” (1Ts 5:22) y “quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Ro. 16:19b).
Traje gris: Elegimos este disfraz para defender una concesión que no es “moralmente mala”. Es decir, no hay ningún versículo de la Biblia que lo prohíba específicamente; es cuestión de gustos o del nivel de sensibilidad de la persona. La pregunta clave, sin embargo, no es, “¿es esto algo malo?”, sino “¿es esto lo mejor?”. A través de las Escrituras, Dios enfatiza que quiere darnos lo mejor siempre. Si Cristo es luz, ¿por qué buscamos diversión en zonas grises?
Gorrito de carnaval: Este disfraz lo llevamos cuando queremos divertirnos y no dar apariencia de “legalista” –porque sólo una persona rígida se alarmaría ante una pequeña concesión.
Hay alguien que se encarga de propagar la idea de que seguir los deseos de Dios a rajatabla es esclavitud. Es el príncipe de este mundo, Satanás.  Cuando una mujer es fiel a su prometido, sin coquetear con otros hombres, nunca pensamos en llamarla legalista. Y ella, enamorada, no piensa en la “carga” que supone ser fiel.
Armadura de hojalata: Razonamos que las concesiones no son para tanto y no nos afectan. Y si acaso hubiera algo que nos pudiera afectar, el Señor nos protegería.
Las concesiones, sin embargo, sí que nos afectan.  Debilita nuestro carácter. Insensibiliza nuestra conciencia. Limita nuestras posibilidades de servicio a Dios, quien ha declarado que debemos ser fieles en lo poco para poder pasar a un mayor grado de responsabilidad (Mt 25:21).
¿Tienes alguno de estos modelos guardado en el armario? Pues, ya es hora de tirarlo: Si dejas de ceder ante la presión, no necesitarás disfrazarte. Viste a la moda de Dios y no bajes el listón ni lo más mínimo.
Edificación Cristiana

Crisis en el matrimonio


En la actualidad es común escuchar, y a veces con jactancia, “nunca he tenido el amor y cuidado de padres”; “soy fruto de un hombre irresponsable”; “no conozco a mi padre”; “mi madre se ha sacrificado para crear hijos, uno de cada aventura amorosa”.
A la luz de esas declaraciones y experiencias extremas podemos afirmar que vivimos bajo el manto de una cultura de desintegración familiar.
Esa realidad no la podemos negar ni ocultar, pues los valores de la vida, espirituales, morales y sociales, han sido modificados o sustituidos al grado que el desconocimiento de Dios es notorio. La moral y la solidaridad son cada vez más vulnerables en la familia.
En nuestra sociedad consumista es indispensable que la pareja, el esposo y la esposa, tengan que trabajar para adquirir los recursos económicos y materiales, indispensables para la subsistencia del conjunto familiar. Este obliga a delegar sus hijos a parientes, amistades, servidumbre o guardería, los cuales, aunque los cuiden adecuadamente, jamás les darán el amor, la instrucción y compañerismo como los padres.
Generalmente los niños se vuelven más caprichosos, desobedientes, rebeldes y desamorados con sus padres, prefiriendo estar con la persona que los cuida. Agreguenos que el compañerismo familiar es limitado. Los padres apenas ven despertar y levantar a sus hijos, muy de mañana; tienen que ir a dejarlos y recogerlos ya entrada la noche. Ellos llegan cansadísimos y los niños ya duermen. No hay tiempo para comunicar al afecto familiar.
En una familia moderna, aunque estén juntos bajo un mismo techo, es común encontrar un ambiente de desamor, falsedad, inseguridad, inestabilidad, infidelidad, frustración, rencor y violencia.
Además, los valores materiales han ganado la primacía y hay más interés y sacrificio por adquirir una bonita vivienda, un vehículo de modelo reciente, suficiente dinero para gastarlo en diversiones placenteras momentáneas y todo aquello que aparente bienestar y superación. A la mente carnal, el amor, la paz, el gozo, el respeto, el entusiasmo, la unidad, la motivación y la estabilidad familiar es utopía, algo imposible de conseguir en la actualidad. No pasa de ser ideal.
Abundan razones que justifiquen el porqué las familias se encuentren en la bancarrota y que cada día van de mal en peor. No obstante, a la luz de lo expuesto y sobre todo de la palabra de Dios, podemos afirmar que la desintegración familiar tiene origen en el desamor, la falta de unidad y confianza de los cónyuges, quienes se deben amor recíproco.
El apóstol Pablo ilustra la identidad y relación de los esposos con la identidad y relación de Cristo Jesús y su iglesia (Efesios 5.25-31). Luego aconseja que tanto el esposo como la esposa cumplan con su compromiso de amor y unidad, y reconozcan que uno a otro se complementan, pues han fundido su cuerpo, alma y espíritu en un solo propósito delante de Dios y su Creador, y ya no son dos sino uno.
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.24; Mateo 19.5).
“Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5.21)
- Rafael Antonio Flores

Sanidad tras la infidelidad


LA HISTORIA DE GARY
Recorrer el pasillo de la casa aquella noche fue una de las cosas más difíciles que he hecho en toda mi vida. Yo sabía que esto podía ser el final de todo lo que me importaba: familia, amigos, trabajo, iglesia. Me senté en la cama al lado de mi esposa. Levantó la vista, y me dijo: “¿Cómo estuvo tu reunión?” No pude evitarlo —me puse a llorar— otra vez. Acababa de pasar las dos últimas horas en la oficina de nuestro pastor, confesando un secreto que había ocultado durante los últimos años.
“Me estás asustando”, dijo Mona.
Me cubrió con sus brazos tratando de consolarme, pero finalmente susurré mi terrible confesión: “Te he traicionado; te he sido infiel”.
Sabía que nuestras vidas acababan de cambiar, pero no tenía idea de lo que sucedería después. Sentí cómo mi esposa se ponía rígida y se alejaba de mí. Se encogió ante mis ojos, y pensé que se desmayaría. ¿Por qué nos pasó esto? Teníamos un buen matrimonio y tres hijos que amábamos profundamente. Pero el ajetreo de la vida nos alejó poco a poco. Fue así como la amistad con una compañera de trabajo se salió de control. Un toque inocente llevó tramposamente a otros más. Comenzó un romance extramarital, y un día se convirtió en una semana, después en un mes y posteriormente en tres años.
Lo único que yo sabía era que no podía seguir así. Tenía que arreglar mi situación con Dios y, de ser posible, con mi esposa. Por dentro me estaba muriendo. Dios mío, ¿qué he hecho? Sabía que había desgarrado el corazón de la mujer que amaba, que había estado conmigo durante 20 años.

LA HISTORIA DE MONA
Miré el rostro de Gary, y vi que algo trágico había sucedido. Mientras me confesaba su traición, sentí como si estuviera viendo desde lejos a unos desconocidos sentados en nuestra cama.
Lo que sí sabía yo era que la vida nunca sería igual. Yo jamás volvería a ser la misma. El miedo y el dolor me envolvieron. Me costaba respirar. Una tragedia había ocurrido —y me había sucedido a mí.
Le pregunté a Gary si él quería el divorcio. El quería ver si podíamos sanarnos, si yo estaba dispuesta a intentarlo. ¿Sanar? Ni siquiera estaba segura de si podría sobrevivir.
Había vivido completamente engañada. Gary había estado teniendo durante los últimos años un romance con mi mejor amiga, y yo nunca lo había sospechado. No tenía idea de que nuestro matrimonio fuera vulnerable. Gary no era bueno para mentir; siempre pensé que lo sabría si lo hacía. Mis amigos pensaban que él era maravilloso: lavaba los platos y la ropa; cambiaba los pañales. Éramos amigos; podíamos hablar de cualquier cosa. Por supuesto, habíamos tenido nuestros malos momentos en dos décadas de matrimonio, pero nada que no pudiéramos superar. ¿Acaso había sido tan mala esposa?
Sentí indicios de cólera. Tuve náuseas. Pasé el resto de esa noche llorando, sintiendo que el dolor penetraba cada centímetro de mi ser. Me sentí más sola que nunca.
A partir de esa noche, hubo un nuevo calendario en mi vida: antes, durante y después de su infidelidad. Mientras que la carga de Gary empezaba a aliviarse, la mía estaba comenzando a derrotarme bajo su peso aplastante.

UNA HISTORIA DE RESTAURACIÓN
GARY
Cuando nos casamos, sabíamos que nuestro matrimonio funcionaría. Éramos unos buenos amigos que se amaban y respetaban mutuamente.
Cinco años después, Mona se graduó de enfermera, yo inicié mi propia empresa, y tuvimos nuestro primer hijo. Unos años más tarde ambos nos hicimos cristianos Ahora teníamos un vínculo más que nos mantendría firmemente unidos.
Al cumplir 20 años de casados, ambos estábamos muy activos en el trabajo de la iglesia. Pero, aparte de nuestras apretadas agendas, teníamos que criar a tres varones, lo cual estaba resultando mucho más difícil de lo que habíamos imaginado, y rara vez teníamos tiempo o energías para nosotros. Nos repetíamos una y otra vez que “nuestro tiempo” vendría después, cuando en verdad tuviéramos tiempo. Pero lo cierto es que estábamos atrapados en una vida que nos estaba llevando por caminos separados.
Esas primeras semanas después de mi confesión fueron un tiempo borroso. Más tarde supimos que era normal, ya que la revelación de infidelidad es como una muerte repentina. Mona, que antes había sido un modelo de fortaleza, a duras penas podía salir a rastras de la cama. Apenas tenía la energía suficiente para cumplir con su turno en el hospital.
Pero, con excepción de mi sentimiento de culpa y del dolor de ver sufrir a mi esposa, yo estaba experimentando libertad por primera vez en mucho tiempo. De inmediato dejé de trabajar con aquella otra mujer, y corté todo contacto. Al no seguir viviendo una mentira, podía de nuevo pasar tiempo con Dios y disfrutar de su presencia. Hacía todo lo que podía para dejar que Mona pasara tiempo a solas para pensar y llorar. Pero mi mayor desafío era agotador: sabía que tenía que responder sus continuas preguntas lo más honestamente posible. A diferencia de mí, Mona no sabía nada de lo que había sucedido durante los últimos años. Necesitaba poder llenar los espacios en vacíos como un rompecabezas, y yo necesitaba unir pacientemente las piezas —una y otra vez, cada vez que hiciera falta, hasta que ella pudiera entender mejor su vida. Las palabras de cólera no eran raras, ya que la verdad no era agradable.
MONA
Pocos en la iglesia me habrían criticado si hubiera dejado a Gary (Mt 19.9), pero yo sabía que divorciarme no haría desaparecer el dolor; yo tendría que pasar por el proceso de llanto y sanidad, con o sin él.
Esa noche de la revelación hace 17 años fue terriblemente dolorosa, pero también marcó el comienzo de nuestra recuperación. No porque alguno de nosotros creyera que podíamos sanarnos, sino porque sentíamos que no teníamos nada más que perder. Lo único que sabíamos era que queríamos obedecer a Dios, no importa adonde nos llevara eso.
Así que empezamos a ver a un consejero cristiano que confiaba en que nuestro matrimonio podía sanarse. Aunque nos aterrorizaba pensar que tal vez no pudiera. Lo que realmente necesitábamos era hablar con otra pareja que hubiera sido devastada por el adulterio y logrado la restauración. Queríamos ver a personas reales que pudieran decirnos honestamente que el dolor de luchar con este profundo trauma emocional valía la pena. Pero nuestro consejero no podía encontrar a nadie que tuviera la experiencia o las cualidades que se necesitaban en estos casos. Por tanto, dábamos un paso a la vez en un camino cuesta arriba que ni siquiera sabíamos que existía.
Hablamos mucho sobre la infidelidad de mi esposo y sobre nuestro matrimonio, y pronto nos dimos cuenta de que, si bien estaban relacionados, se trataba de dos asuntos distintos. La infidelidad había sido una decisión unilateral de Gary, pero los dos éramos responsables de nuestro matrimonio, y necesitábamos comprender por qué había fallado. También teníamos que volver a aprender a ser sinceros y a escucharnos —caímos en cuenta de que nunca habíamos sido verdaderamente honestos el uno con el otro, y que teníamos cosas que no eran compatibles con un matrimonio saludable. Por supuesto, estas no eran excusas para el adulterio; Gary podía haber decidido hablar de estos problemas con honestidad en vez de buscar consuelo en otra parte. Pero ahora era nuestra oportunidad de abordar cosas de las que no nos habíamos ocupado por mucho tiempo.
Pero después de diez meses de haber comenzado nuestra restauración yo sentía que el proceso de “recuperación” me estaba matando poco a poco. En una sesión de emergencia, nuestro consejero nos ayudó a aclarar un problema ocasionado por una respuesta de Gary. Por alguna razón, escuchar esta voz imparcial más allá del caos emocional nos permitió ver el verdadero problema de manera clara y ocuparnos de él. Salimos de su consultorio con esperanzas renovadas; aunque la lucha no había terminado, yo sabía que podía seguir adelante con el poder de Dios.
GARY
Con el tiempo, y perseverando día tras día, comenzamos a ver los progresos que habíamos hecho. Sentimos por fin que la restauración era posible.
Nuestro consejero nos llamó dos años más tarde, y nos dijo: “¿Recuerdan que una vez me preguntaron si sabía de alguna pareja con la cual pudieran reunirse?” Siguió diciendo: “¿Están ustedes listos para ser esa pareja para otras personas?”
Eso nunca nos había pasado por la cabeza. Hacer esto significaría reconocer ante otros el dolor de nuestro pasado sufrimiento. ¿Se repetirían nuestros peores recuerdos y emociones? Al hablar y orar por la idea, recordamos lo necesitados que habíamos estado nosotros. Por tanto dijimos que sí.
Nuestro primer encuentro con una pareja determinó el rumbo de un ministerio con el que nunca habíamos soñado cuando iniciamos este camino. Después de que todos vimos el enorme impacto de este apoyo en la recuperación de ese matrimonio, fundamos Hope & Healing Ministries (Ministerio de Esperanza y Restauración) junto con ellos. Doce años después, seguimos viendo a Dios actuando de manera poderosa al aconsejar a parejas que enfrentan la misma situación que vivimos nosotros, que se preguntan si habrá esperanza para ellos.
La noche en que Gary hizo su confesión, ninguno de nosotros esperaba que hubiera una restauración. Dudábamos de que el dolor se marcharía. Pero ahora sabemos que el adulterio, por más destructivo que sea, no significa automáticamente una sentencia de muerte para un matrimonio. Encontrar el camino fue lo más difícil que hemos hecho, pero hoy tenemos un matrimonio fuerte y feliz basado en amor, respeto, intimidad y confianza. Y hemos visto una y otra vez que la restauración se ha vuelto una realidad en otras parejas antes desdichadas. La recuperación es un trabajo difícil que requiere de dos corazones dispuestos. El mismo Salvador que permite a los pecadores estar puros delante de un Dios santo, puede restaurar lo que está en ruinas, convirtiéndolo en algo hermoso y deleitable.
por Gary y Mona Shriver

¿Cuando Tengo Que Aguantar A Mi Cónyuge?


La Aceptación es una necesidad fundamental para tener un matrimonio saludable!
La Aceptación es una de esas necesidades y significa entender que tu cónyuge tiene una identidad propia que esta determinada por su temperamento, su cultura, su educación y el medio ambiente en el que se desarrolló, entre otras.
Todos los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos aceptados.Lo contrario es el rechazo e implica una manifestación de no aceptación que genera juicio, crítica, malestar, enojo, resentimiento y baja autoestima.
En el matrimonio ambos deben aceptarse tal como son con sus virtudes y defectos.
A partir de la aceptación mutua, se puede y se debe trabajar para mejorar ayudándose mutuamente.
 
Muchos cónyuges no recibieron esta manifestación de amor en sus hogares y se sintieron rechazados por alguno de sus padres y muchas veces por los dos, aunque de manera generalmente inconsciente.
No obstante esta falta de aceptación la arrastran al matrimonio. Al inicio de la vida conyugal no se manifiesta por cuanto en la etapa del enamoramiento si se sienten aceptados. El problema sale a la luz cuando pasada esa etapa comienzan las quejas, las actitudes despectivas, la indiferencia y las ofensas.
En el matrimonio es completamente normal que los cónyuges sean diferentes o muy diferentes. Lo contrario es poco común, ya que en las relaciones de pareja ocurre lo mismo que en las leyes de la física, polos opuestos se atraen y polos iguales se repelen.
La idea es que sean complementarios.
 
Entonces los cónyuges deben entender que en la relación matrimonial cada uno tiene que aportar sus dones y virtudes que van a ayudar a su cónyuge y viceversa. Siempre hay un cónyuge más activo que el otro y siempre hay uno más pasivo que el otro. Entonces el más activo debe entender que ese será uno de sus aportes al matrimonio de por vida y a su cónyuge probablemente le tocará activar la paz.
Colosenses 3: 12-15: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.

Para disfrutar de un matrimonio saludable es imprescindible que nos aceptemos mutuamente y trabajemos cada uno por nuestra parte para que nuestra respuesta a las actitudes de nuestro cónyuge que nos molestan, sean bondadosas, humildes y pacientes. Y por otro lado entender que nuestras fortalezas son nuestro aporte al matrimonio y nuestras debilidades son las que necesitamos que nuestro cónyuge nos ayude a manejar.
Tómese unos minutos para meditar en esta enseñanza y luego siéntese a hablar con su cónyuge acerca de las fortalezas y debilidades de cada uno y como se pueden complementar para ayudarse mutuamente y lograr tener un matrimonio saludable y agradable.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro mas valioso que Dios te ha dado. Cuídalo!
Luis y Hannia Fernandez.

5 Señales de advertencia que debe considerar al iniciar una relación amorosa


¿Buscando pareja para establecer un noviazgo?Puede ser difícil tener una mente totalmente clara cuando se está viendo con alguien. Es fácil ver sólo el lado positivo de la otra persona e ignorar completamente cualquier señal de advertencia. El optimismo en una relación, puede fácilmente nublar el juicio.
Sería tonto estar viéndose con alguien y no considerar siquiera los posibles resultados. No sólo sería absurdo sino que también sería egoísta. Mientras no tenga un compromiso para casarse con esa persona inmediatamente, deberá entender que cualquier relación que Ud. inicie tiene el potencial de terminar en matrimonio. A menos, claro está, que Ud. no sea un cristiano.
Si siempre existe esa posibilidad, entonces deberá preguntarse a sí misma si esa persona tiene las cualidades que Ud. necesitará en un marido o en una esposa. Y no; Ud. no estaría siendo egoísta si se pregunta eso. Al contrario, es importante que lo haga. Esta es una de las razones por lo que es importante considerar algunas señales de advertencia que encontrará cuando se encuentre saliendo con alguien. Tenga en cuenta las siguientes advertencias.

• Si Ud. está más interesada en su relación con esa persona que con Cristo
Si Ud. desea tener una relación de matrimonio construida sobre la base de la Escritura, Ud. querrá casarse con un hombre que será un líder espiritual para Ud. y su futura familia.
Hágase las siguientes preguntas acerca de él: ¿Qué tan fuerte es su relación con Jesucristo? ¿Está interesado en crecer espiritualmente? ¿Qué tanto le apasiona leer la Palabra de Dios, orar y tener comunión con otros creyentes dentro de una iglesia con bases bíblicas? ¿Es un siervo de todo corazón? Espiritualmente, ¿es Ud. más madura que él? Su madurez espiritual puede resultar en frustración y lucha en el liderazgo si él no es tan fuerte como Ud. en su relación con Dios.
¿Se preocupa él por el crecimiento espiritual suyo? Finalmente, su condición espiritual es decisión suya y sólo suya. Sin embargo, Pablo, en Efesios compara el papel de un esposo hacia su esposa con el papel de Cristo hacia Su novia, la Iglesia:
  • Efesios 5:26-27: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”
El papel de Cristo y el del marido son diferentes porque sólo Cristo nos puede verdaderamente limpiar. Sin embargo, un marido es responsable de guiar a su esposa en santificación de la manera como estos versículos describen a Cristo y Su esposa. Si un hombre no puede hacerlo, él no está preparado para ser un marido. Y si no está listo, seguirlo viendo podría tener un resultado triste.
• Si el hombre al que está viendo depende mucho de Ud.
El matrimonio es una unión de pacto entre un hombre y una mujer donde y hasta cierto límite, existe dependencia. Si está viendo a un hombre que espera que Ud. sea todo para él, complaciéndolo siempre en todo para hacerlo sentir siempre feliz, puede ser, si se casa, que después de la luna de miel se encuentre ante una dura realidad. Mantenga en cuenta que ambos son pecadores y pecarán entre sí. Aunque Ud. no quiera que esto suceda, es una realidad. Discutirán entre sí, no a propósito, pero lo harán. Ud. no puede cubrir cada una de las necesidades de él y el pensar en tratar de hacerlo, es tonto. Además, si él quiere que Ud. le cubra todas sus necesidades, estaría cerca de la idolatría (Ex 20:3-4). Sólo Dios puede verdaderamente satisfacer el alma de una persona.
Si esa persona con la que se está citando, no le quiere quitar las manos de encima, deje entonces de verla. Las manos de él no podrán estar sobre Ud. en ningún momento.
No crea en la declaración de que, “sólo me preocupo por ti”, cuando un hombre no quiere quitarle sus manos de Ud. La verdad es que él se preocupa más por él que por Ud. El cuerpo suyo no le pertenece a él; ni el de él a Ud. hasta que hayan dicho “Sí, lo(a) acepto”: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.” (1 Co 7:4). Por lo tanto, es equivocado que un hombre trate a una mujer como si tuviera potestad sobre su cuerpo antes del matrimonio.
Pienso que es seguro preguntar: Si un hombre no es honorable y puro antes del matrimonio, ¿por qué pensar que lo será después? Después del matrimonio sus cuerpos pertenecen el uno al otro. Sin embargo, si él no puede mantener sus manos quietas antes del matrimonio, ¿cómo sabrá que él las mantendrá solo en Ud. después del matrimonio? Esta es una pregunta que debe considerarse seriamente. Las acciones del hombre no casado son un buen indicador.
Lo mismo se aplica para la insinuación sexual, la cual, es inapropiada antes del matrimonio. Si él está siempre abordando conversaciones relacionadas con el sexo, él no está haciendo un buen trabajo ayudándole a proteger su mente contra la lujuria antes del matrimonio. No estoy queriendo decir que un hombre deberá ser un mojigato, sino más bien, deberá ser un protector.
Si un hombre es adicto a la pornografía, ya está cometiendo adulterio/fornicación, en su corazón. De hecho, está mostrando que no está dispuesto a renunciar a “todo lo demás” y que no está viviendo un estilo vida, puro.
  • 1ª Tesalonicenses 4:3-5: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;”
La voluntad de Dios es la santificación de la persona, la cual, incluye pureza. ¿Es el corazón de quien está viendo para él y para Ud.? Si no es así, entonces él es un engañador el cual, se ama más a sí mismo que a Dios. No espere que el matrimonio lo vaya a cambiar.
• Si la persona a la que está viendo presenta problemas de ira
¿Cómo reacciona la persona que está viendo cuando las cosas no salen de acuerdo a lo que él ha planeado? ¿Descarga su ira sobre todos aquellos que lo rodean, incluyéndola? Esta es una muy seria “bandera roja”:
  • Proverbios 22:24-25: “No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos, 25 No sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.”
Si no le agrada relacionarse con personas iracundas, ¿por qué aceptaría tener una relación de pacto con alguien así? Proverbios declara que si lo hace, tomará lazo para su alma. Y por favor, no espere que Ud. lo cambie, porque podrá convertirse en un facilitador que reciba toda su ira.
El abuso de una esposa por un hombre enojado no empieza coincidencialmente en quince años de matrimonio, debido a que cuenta con un amplio potencial desde mucho antes. El abuso no es sólo físico, puede ser también emocional. Un hombre puede pedirle disculpas una y otra vez, pero si ha abusado de Ud. sólo una vez, deje de verlo terminando con esa relación inmediatamente. No permanezca con él por compasión. Anímelo a que busque un hombre piadoso que lo pueda ayudar; pero Ud. debe alejarse rápidamente. Ud. no ha sido enviada por Dios para arreglar su vida ya que esta, es la obra del Espíritu Santo. Y si él no está dispuesto, Ud. no hará nada.
• Si él no madura
Nadie desea un marido que actúe como niño. Esas cualidades como de niño pequeño pueden parecer muy bonitas ahora, pero seguirán agravándose dentro del matrimonio. La inmadurez mata una relación. Si un hombre no es responsable con su tiempo, dinero y trabajo, ¿por qué creer que será responsable en su futura vida familiar? Si está más preocupado con los placeres mundanos que complacer a Dios en ser un hombre honorable y responsable, esta no es la clase de hombre que le señalará a su familia el crecer como Cristo. ¡Tenga cuidado con ese hombre egoísta!
La Biblia tiene un nombre para el hombre que tiene el síndrome de Peter Pan1: “perezoso/holgazán”. El libro de Proverbios lo menciona muchas veces:
  • Proverbios 6:9-11: “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.”
¿Cuál es la ética de este hombre en el trabajo? ¿Cuál es su ética en ayudar a otros? ¿Está contento de dejar que otros hagan su trabajo? ¿Le ayuda a Ud. cuando se encuentra en necesidad? Si él estaría dispuesto realmente a pasar un día divirtiéndose a estar ayudando a alguien en necesidad, esto es indicativo de dónde se encuentra su corazón.
También debería considerar las relaciones que tiene la persona que está viendo con otros. ¿Es insanamente dependiente de sus amigos o familia? ¿No ha tomado responsabilidad como adulto en sus gastos? Examine también la relación de él para con otras mujeres. Si flirtea demasiado o tiene amigas demasiado cercanas, especialmente antiguas novias, debe tomarlo con mucho cuidado. Si le ha parecido muy bonito la forma como él la coquetea también, esto sería un indicador de que a él, le “gusta jugar” —aunque lo vea como inofensivo hacia otras mujeres— ya que lo continuará haciendo después del matrimonio. Para entonces ya no será tan bonito.
• El hombre con el que está saliendo, ¿no le gusta ser enseñado?
El hombre que no está dispuesto a aceptar consejos, muestra que es orgulloso en vez de humilde: “Donde no hay dirección sabia, el pueblo cae; la seguridad está en los muchos consejeros.” (Pr 11:14).
Un hombre que busca consejos es un hombre que desea ser sabio. Como dijo Salomón, el hombre más sabio: “Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.” (Pr 8:11).
¿Cómo son sus amistades? ¿Tontas o sabias? ¿Ha aceptado consejos en su vida, no sólo de sus amigos sino también de hombres más viejos y más sabios? Un hombre que no acepta consejos y no enfrenta sus responsabilidades, es un hombre que no está listo para ser abierto con una futura esposa. Podrá parecer fuerte e independiente, pero en realidad, es orgulloso.
Debido a que con frecuencia, el “amor es ciego”, obtenga aportes y consejo de otras personas a su alrededor, lo que será de gran ayuda para notar lo negativo o positivo en una relación. Esté dispuesta a aceptar el consejo de ellos. Claro está, que todos estos puntos deberán ser presentados en oración al considerarlos para su vida. Si como mujeres estamos dispuestas a ser intachables en estas áreas, ¿por qué deberíamos esperar eso de los hombres?
Si Ud. en este artículo acaba de notar algunas “banderas rojas” como serias en su relación, busque consejo de personas sabias y de confianza en su comunidad cristiana. Pero recuerde: En última instancia la decisión es suya. Usted tendrá que estar casada con esa persona hasta que la muerte los separe y Ud. puede escoger si su matrimonio le ayudará a crecer sirviéndole a otro creyente o permitirá que caiga trayéndole lamentaciones. Escoja sabiamente y crea en la soberanía de Dios si ese hombre no ha llegado todavía. ¡No se lamentará!
Agradecemos al Ministerio de Apologética  e Investigación Cristiana [

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La Pornografía en el matrimonio cristiano


La pornografía puede empezar con algo tan simple como una foto en la computadora o en una revista de hombres o en una Web. Y antes de que pase mucho tiempo, la necesidad de estimulación le lleva paso a paso de un material gráfico a un material más explícito y revelador y en un abrir y cerrar de ojos, lo hacemos de manera más y más frecuente.
La pornografía nos anima a tratarnos los unos a los otros como objetos o máquinas del placer. La pornografía siembra las semillas del aislamiento y nos lleva a relaciones no saludables y a la pérdida del respeto a nosotros mismos. Al paso que el usuario se involucra más y más en el mundo de la fantasía, la pornografía llega a ser una obsesión.¡La pornografía no es NUNCA una buena idea!
Sin embargo, hay buenas noticias. Podemos liberarnos de la esclavitud de la pornografía.
¿Cuál es el impacto de la pornografía a la familia?
La Infidelidad Virtual: El uso de la pornografía dentro del matrimonio
¿Por qué la pareja no debe usar la pornografía para aumentar su excitación y para acrecentar sus relaciones sexuales? Hace mucho tiempo que la pornografía fue un vicio de los muy ricos. Nadie más podía darse lujos pornográficos. El Emperador romano llamado Cesar Tiberios era adicto a la pornografía y cuando quería satisfacerse, compraba pergaminos especiales de dibujos desde Egipto o traía al palacio jóvenes y señoritas entrenadas en las prácticas sexuales para demostraciones privadas.
Hoy, todo eso ha cambiado. Todos pueden comprar la pornografía. Las tiendas de rentar videos tienen secciones especiales solamente para las películas pornográficas. Con dos clics en la computadora, cualquiera puede ver lo que sea en la Web. Decir que "es fácil obtener pornografía" hoy día es una declaración que se queda corta. ¡Hoy la pornografía la tenemos pegada a nuestros ojos la queramos ver o no la queramos ver!
Vivimos en Pornotopia. En Pornotopia, la gente común y corriente hace preguntas que ni siquiera le hubiera ocurrido hacer en otros tiempos. Hoy se hacen preguntas como la siguiente: ¿Por qué el matrimonio no debe usar la pornografía para aumentar su excitación sexual y acrecentar sus relaciones sexuales? O ¿Por qué no podemos mirar una película pornográfica juntos antes de acostarnos en la cama? De todos modos, muchos alegan, "lo hacemos por una buena causa y por lo menos lo hacemos juntos".
¡No es solamente que esto es malo sino que tampoco funciona! La esposa y su esposo no lo están haciendo juntos. Pensarlo es engañarse. En realidad, ¡se está invitando a otras personas a la intimidad del matrimonio! Ver pornografía no mejora sus relaciones sexuales. De hecho, la pornografía reduce su excitación y además debilita lo que sí puede acrecentar su excitación. Considerémonos cada uno de los cuatro puntos individualmente.
¿Por qué no están haciéndolo juntos? Llega la hora de acostarse, los señores Juan y Rosa González miran pornografía. Juan se excita mirando fotos de mujeres en vez de mirar a Rosa: Rosa se excita al mirar la imagen de un hombre en una foto en vez de mirar a Juan. Van a la cama y tienen relaciones sexuales. La pregunta es, ¿con quién están teniendo relaciones sexuales? Probablemente están en el acto sexual al mismo tiempo pero es bien claro que no están compartiendo el acto el uno con el otro. Juan está viviendo su fantasía con la mujer de la foto y Rosa con el hombre de la foto. El hecho que éstos no están presentes físicamente es sólo una detalle.

"Oísteis que fue dicho: "No cometerás adulterio". Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón."
Mateo 5:27-28
Nos asombraría la sugerencia de emplear prostitutas para la noche para Juan y Rosa, para que se calienten con ellas y luego simultáneamente se den la vuelta para completar la experiencia sexual con su pareja del matrimonio. Sin embargo, esto es en esencia exactamente lo que están haciendo. Están teniendo relaciones sexuales con otras personas aunque no hay nadie más presentes que ellos mismos.
Porqué la pornografía no aumenta las relaciones sexuales en el matrimonio Hace solamente una generación que la expresión "hacer el amor" se podía usar para cualquiera de las cosas que los enamorados hacen como por ejemplo: agarrarse de las manos, hacerse promesas increíbles, hacer cosas especiales el uno para el otro, susurrar dulcemente en el oído de su pareja. "Hacer el amor" quería decir cualquier experiencia donde los enamorados perdían la cabeza el uno por el otro en demostraciones de amor… porque el sacrificarse uno por el otro es lo que significa en realidad "hacer el amor". Hoy, desafortunadamente, utilizamos la expresión "hacer el amor" solamente para el acto sexual. Es una expresión engañadora. Claro que el acto sexual puede ser una manera de hacer el amor, ¡pero también puede ser una manera de destruirlo!
La razón por la que el acto sexual dentro del matrimonio es una manera de hacer el amor es porque el esposo se pierde a sí mismo en completo deleite de servir y complacer a su esposa, y la esposa hace lo mismo con su marido. Por contraste, cuando los esposos tienen relaciones sexuales incorporando la pornografía, ninguno de los dos está atento a su pareja, cada uno está pensando en sí mismo. Juan está satisfaciéndose a sí mismo, no a Rosa mientras imagina que Rosa no es Rosa sino la otra modelo y así Juana imagina que Juan no es Juan, sino el elegante modelo en quien está pensando. Eso no es hacer el amor… ¡Esto es masturbarse con el cuerpo de su esposa o su esposo!

Si usted quiere ver lo serio que es el problema de la pornografía, aun dentro del pueblo cristiano, voto y mire los resultados de eta encuesta:
Usted y la pornografía
No puedo negar que he visto pornografía, pero no es un problema de adicción para mí
La veo y la veo. No parece que pueda controlarme. Me tiene esclavizado.
Qué les pasa con la porno? Es una forma normal de expresarse. ¡Para uds todo es pecado!
  
¿Porqué la pornografía reduce la excitación sexual de la pareja? Hasta ahora es claro que aunque las relaciones sexuales pornográficas pueden acrecentar la excitación sexual de la pareja, no tiene nada qué ver la excitación sexual del uno con el otro. Cada uno está haciéndolo con otras personas. Y eso es solamente la mitad del problema.
La otra mitad es que las fantasías pornográficas llegan a ser adictivas. Considerémonos a Juan. Si Juan aumenta su excitación sexual imaginando que Rosa es otra mujer, Juan llegará a depender más y más en de fantasía, será menos capaz de ser excitado por Juana. No solamente eso sino que su fantasía perderá su poder rápidamente. Entonces para poder ser excitado otra vez necesitará… ¡una nueva fantasía! ¡Ahí está la trampa!
Al principio será suficiente solamente imaginar otra mujer. Pero pronto eso llega a ser antiguo, pues lo imaginario nunca tiene la vitalidad de la realidad. De pronto las fantasías de Juan van a ser más raras. Tendrá que imaginar no solamente otra mujer sino también otro tipo de mujer - no solamente las relaciones sexuales sino también otro tipo de relaciones sexuales - para poder sentir la excitación. Podrá encontrar que quiere la pornografía no solamente antes de las relaciones sexuales sino durante ellas. De hecho, la fantasía podrá llegar a no ser suficiente para satisfacerlo. Puede llegar a querer realizar… ¡sus fantasías pornográficas con su esposa! Sexo anal, sexo oral, posiciones raras, etc. se convierten en el nuevo nivel para lograr satisfacerse.Pase tiempo de calidad con su esposo(a) y comuníquese con él y no necesitará pornografía
La pornografía es destructiva en vez de constructiva De vez en cuando la pareja mira la pornografía simplemente porque tienen problemas disfrutando sus relaciones sexuales, y creen que la pornografía va a resolver este problema. Desdichadamente, el uso de la pornografía no solamente destruye lo que debe arreglar sino también, como ya hemos visto, distrae la pareja y evita que la pareja atienda lo que en realidad necesita ser atendido: El matrimonio.
La frustración sexual puede surgir de muchas causas. Posiblemente la pareja mira al acto sexual como una realización de sus propios deseos y no con el espíritu que Dios desea que se haga… con el espíritu de entrega. Posiblemente hay expectaciones no realistas acerca del acto sexual. Quizás uno de ellos está enfermo, deprimido, o tiene miedo de envejecer. A veces las frustraciones sexuales surgen de otros problemas dentro de la relación, como las disputas, la infidelidad o de no tomar tiempo para charlar y comunicarse.
Por la gracia de Dios, una pareja que esté enfrentando problemas puede trabajar en la reparación del matrimonio. Pero… ¡la pornografía no es la manera de ayudar, sino de empeorar la situación!

El amor en el noviazgo


Mi esposa Debbie y yo tuvimos una hermosa época de noviazgo. Cuando nos conocimos no éramos cristianos y nos divertíamos como cualquier joven. Frecuentábamos bares y discotecas. La vi por primera vez el día que un amigo me pidió que lo acompañara donde estaba su novia. Yo acepté y nos fuimos en una motoneta hasta la casa de quien resultó ser tía de Debbie.
Al entrar al salón donde había varios jóvenes jugando pictionary, sus grandes y profundos ojos, con esas impresionantes pestañas se clavaron en mi persona. Me sentí un poco incómodo porque tenía a su novio al lado y pensé que se molestaría, aunque era un joven pequeño y delgado que no me daría mucha pelea. Así son los jóvenes que “calculan” al contrincante.  Ella fumaba y tomaba una copa. Esa noche me ofreció un trago.
Luego, se fue de viaje, cortó al novio y no la vi en uno o dos meses. Después de ese tiempo, fuimos al cine en una salida que organizó un grupo de amigos. Luego me contaron que ella no quería salir pero se arregló rápidamente cuando le dijeron que yo estaría allí.
La pastora fue decidida, no se desprendió de mí en todo el rato. Platicamos durante la película, al punto que no recuerdo de qué trató. Dentro del grupo encontré a una amiga con la que fuimos a comprar golosinas y Debbie la miró con ojos de “no me lo quitarás”.
Después, aseguró la siguiente cita diciendo que llegaría a traerme para que  almorzáramos. Nunca nos despedíamos sin que me dijera: “¿Qué hará por la noche?” O bien: “Vamos a bailar”. Salimos durante 15 días, hasta que una tarde en su casa me dejó solo en la sala. Tiempo después me contó que se fue a encerrar al baño para hacer esta oración: “Señor, si Chofo se me declara, con él me quedo y cambio”.
Yo no lo sabía, pero esa noche nos hicimos novios y lo primero que me dijo fue: “Ya tengo el nombre para nuestro primer hijo”. No teníamos 5 minutos de novios y ya hablaba de hijos, ¡incluso fue a traer una ropita de bebé y me la enseñó! Teníamos tal seguridad en nuestra relación a pesar de que recién comenzaba.
Algunos se asustan con la idea de hablar de matrimonio y familia durante el noviazgo, pero habría que asustarse si no fuera así porque es síntoma de que no piensan en una relación seria y están jugando. Es necesario hacer planes y soñar juntos con la futura boda, los hijos y la vida familiar. Esa es una forma de afianzar la relación.
A los cuatro meses de noviazgo nos convertimos al Señor y le dijimos: “Queremos hacer las cosa como Tú nos enseñas”. En ese tiempo no había seminarios sobre noviazgo, no teníamos quién nos presidiera y orientara. Aprendimos a salir adelante con el método de ensayo y error.
Ante los problemas, oraba y le pedía a Dios: “Enséñame qué debemos hacer”. Si Dios nos bendijo así, cuánto más bendecirá a  las parejas que le buscan desde el inicio y se consagran a Él para llevar una relación santa. Alégrate porque tienes todo a tu favor para ser feliz en tu noviazgo y matrimonio.
Características del amor
1 Corintios 13: 4-7 nos aclara: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;  no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Yo descubrí que efectivamente, el amor todo lo sufre. Debbie y yo éramos muy diferentes en ciertas áreas. Por ejemplo, en mi casa fueron muy estrictos con la responsabilidad de estudiar y era prohibido llevar notas menores a 70 puntos, ¡no digamos perder una clase! Por el contrario, en casa de ella, era todo lo contrario ya que presentar una materia ganada era un triunfo.  Pienso que sus padres no querían que se sintiera mal porque no era buena estudiante.
Otra gran diferencia era que en mi casa no me permitían faltar al colegio ni cuando estaba enfermo. Cierta vez, me regresaron porque tenía fiebre y cuando llegué a casa,i papá me dijo: “Pero no te quedas durmiendo, ve a cortar la grama del jardín”.  De esa forma aprendí a ser responsable y disciplinado. Por el contrario, en casa de Debbie le pedían que no fuera al colegio para ir de compras con la mamá. Faltaba los lunes porque era el primer día de la semana y el viernes porque ya se acercaba el sábado. El día que le pregunté por sus notas y me dijo: “Estoy contenta porque sólo perdí 7 clases”, ¡sentí como si Mike Tyson y Evander Holyfield me pegaran al mismo tiempo!
Yo tenía 18 años y ella 16. Entonces le dije: “Si faltas un día al colegio, no te veo por tres días”. Era un castigo muy fuerte porque nos veíamos a diario. Funcionó hasta una mañana que se presentó en mi casa para llevarme desayuno. Puse una expresión severa y cuando me explicó que había faltado al colegio porque se sentía mal, le dije que se fuera a su casa a dormir y le cerré la puerta en la cara. Lo que yo no sabía era que la mamá la había llevado y la esperaba dentro del carro. Después me contó que le dijo: “Mama, estamos castigadas, vamos a casa”. Desde ese día, nunca más faltó al colegio y se aplicó en los estudios. Mejoró tanto su actitud y notas que nadie se explicaba qué le había sucedido.
Incluso el día de su graduación, fue la seleccionada para ofrecer el discurso de honor. De esa forma, demostró cuánto me amaba porque el día que le cerré la puerta pudo decir: “Este no me tratará así, ¿qué se cree?”, pudo mandarme por un tubo argumentando que yo no tenía porqué pedir que fuera diferente, pero comprendió que deseaba hacerle un bien y decidió cambiar.
Si amas a alguien eres capaz de someterte a un cambio positivo aunque sea difícil y tengas que superar etapas dolorosas. La Palabra dice que el amor todo lo sufre pero no se refiere a que debemos someternos a humillación y maltrato, sino a cambiar para bien. Jesucristo es el mejor ejemplo de un amor que fue capaz de sacrificar todo, incluso la vida. Ese es el amor y compromiso que Debbie demostró.
Las personas que dicen: “Si quieres que cambie es porque no me amas”, están equivocadas y corren el riesgo de destruir su relación.  Deja el orgullo y cambia lo que sea necesario por amor.
En nuestro caso, la actitud de Debbie rindió frutos porque nuestros hijos son buenos estudiantes, aplicados y disciplinados. Amarás a alguien en la medida que estés dispuesto a cambiar tus defectos por esa persona.
Otra gran verdad es que el amor todo lo cree. Es decir que confía y no deja espacio para los celos. Todos somos celosos, incluso Dios lo es porque tiene un celo por nosotros y nos cuida, pero no significa que sea inseguro o posesivo. Él nos da libre albedrío, como nosotros que estamos con nuestra pareja por amor, no por obligación.
Recuerdo que las primeras veces que salimos y alguien se acercaba a Debbie, yo me molestaba aunque nunca me dio motivos para desconfiar. Lo mismo sucedió con ella que tuvo que madurar y dejar de molestarse si alguna amiga me saludaba efusivamente, como sucedió un par de veces. La solución que encontré fue darle siempre su lugar.
Cuando veía alguien conocido, hombre o mujer, inmediatamente la presentaba como mi novia, la mujer más linda del mundo y le daba un gran beso. Entonces, ella se sentía un pavo real.
Las mujeres son como sabuesos que huelen el peligro a kilómetros de distancia y siempre están alerta. Cuidadito le pones más atención a otra porque verás cómo se convierte en el monstruo apocalíptico de 7 cabezas. Nunca se te ocurra desplazarla por algo o alguien, dale siempre el lugar privilegiado en tu vida y serás feliz. El lenguaje del amor que más interpretan se llama valor. Se saben amadas cuando se sienten valoradas. Para mantener saludable la relación, nada debe estar por encima de la mujer que amas. Elimina los celos aprendiendo a no provocar o creer lo indebido.
Tuve que enfrentar el conflicto que me creaba ser el sexto novio de ella, mientras yo siempre me había guardado para tener una sola novia y casarme. Fue una batalla contra la inseguridad que se acabó cuando ya éramos cristianos. Una vez, llegamos al grupo y Debbie saludó a un amigo de lo más natural. Entonces pensé: “Estoy con ella y le creeré que me ama. Hoy se acaban los celos, no le daré lugar a esos pensamientos, confiaré, no puede haber relación de amor si no hay confianza”.
Envías un mensaje de duda  cuando contantemente necesitas  que te digan: “Te amo”. Dios no duda cada vez que le pides perdón y dices arrepentirte de tus pecados. Él no pide: “Dame alabanza porque no sé si me quieres”. Los celos pueden ahogar cualquier relación, especialmente en este tiempo cuando hay tantos recursos como los mensajitos de texto o el facebook. No acoses a tu pareja, dale espacio y confianza. Cuando Debbie me preguntaba a cada momento si la amaba, yo le dije: “O me crees o la duda nos destruirá”. A partir de ese momento decidimos creer.
El amor todo lo soporta ya que no hay relación o pareja perfecta. Nosotros lo aprendimos al resolver los problemas que surgen en el noviazgo, provocados por las diferencias que tenemos como seres humanos. Nos sentimos atraídos por lo que no es idéntico a nosotros. Eso puede verse en la boda. La novia usa un vestido blanco carísimo y el hombre un traje negro alquilado. Ella llega en el mejor carro que pueden conseguirle y el novio tiene que arreglárselas como pueda. A ella le tocan una canción para que desfile, mientras él espera parado al final del pasillo.
Es normal que existan diferencias.
Una buena relación se mide por la capacidad de resolver problemas, no por la ausencia de éstos.  Los problemas debilitan o fortalecen tu noviazgo, superarlos depende de la pareja. Cada persona reacciona diferente ante las dificultades.  Unos se desahogan en el momento y al poco tiempo ni se acuerdan. Otros que se mantienen enojados largo tiempo porque todo se lo guardan, hasta el día que estallan con más fuerza que la bomba atómica de Hiroshima. Hay quienes huyen y no enfrentan.
Identifica cuál es tu forma de reaccionar para definir tus estrategias futuras. Yo, por lo general, soy paciente y escucho, pero cuando me enojo es mejor tener cuidado.  Debbie lo sabe, así que decidimos tener una clave como un semáforo. Ante una discusión, la prevengo cuando estoy pasando de amarillo a rojo para que se aleje y permita que me tranquilice. Luego, yo mismo la llamo y le digo: “mi amor, tenías razón”. Pero si insiste en acosarme con argumentos, las cosas se ponen difíciles, así que es sabia y evita esa situación.
Hombres y mujeres afrontamos de diferente forma los conflictos. Ellas necesitan hablarlo con alguien para ordenar sus ideas.
Es así como las amigas y familiares se enteran de la situación. Por el contrario, los hombres necesitamos callar y calmar el ánimo haciendo otra cosa como ver televisión o jugar fútbol. La Biblia dice: “Mujeres, sean sujetas para que cuando su marido vea su conducta casta y respetuosa que se sujeta en silencio, sea cambiado por la palabra de Dios  al considerar su conducta”.
Aprende este bombazo ante un problema.
Hablar no te ayuda, mejor enciérrate en tu cuarto, pégale a un cojín y desahógate para luego presentarte ante tu pareja con una sonrisa en los labios. De esa forma pones a Dios de tu lado, quien llamará al hombre y lo confrontará por estar enojado con una mujer respetuosa. Créeme, ese momento entre el Señor y el varón es duro ya que lo pone a raya. ¡Ponte las pilas! Logras más con el silencio y el respeto que alegando con palabras ofensivas. En su noviazgo, hagan el compromiso de resolver los problemas con madurez.
Además, el amor todo lo espera. El noviazgo es una época de preguntas que surgen una tras otra: ¿Cuándo se comprometerán?, ¿cuándo se casarán?, ¿cuándo vendrá el primer hijo?  Siempre hay pregunta para el futuro. Debbie y yo tuvimos un noviazgo muy largo porque éramos jóvenes y yo debía graduarme de la universidad antes de casarme. Era una meta que tenía trazada a pesar que Dios año con año me decía: “Si te casas este año te bendeciré”. Comprendí que no era una orden de Su parte, sino una confirmación a nuestro deseo.
El tiempo de casarte no es decisión de Dios sino tuya, según lo que creas conveniente. No necesitas un arcángel para decirte la fecha de la boda, pero sí necesitas seguridad en la bendición. Dios te sigue cuando tomas la decisión.
En todo el tiempo de noviazgo, descubrí que ella necesitaba seguridad en los planes. Una de las mayores necesidades de las mujeres es la seguridad y estabilidad. Los hombres sentimos nervios ante el compromiso porque significa afrontar una gran responsabilidad económica. Por esa razón, evitamos el tema y ellas lo interpretan como inseguridad y desamor, no cómo una preocupación por el futuro de la familia que formarán. Así que es mejor comunicarse y ponerse de acuerdo respecto a los planes.
En nuestro caso, yo le dije claramente a Debbie que no podía casarme hasta que me graduara. Ella tuvo claro el panorama y fue paciente. La mujer no te pide anillo sino una guía, un norte, la orientación clara del camino que lleva la relación. No quiere sentirse usada, sino segura de que al frente hay un hombre que sabe a dónde va. Tal vez no tengas todas las respuestas pero  es necesario tener planes que den seguridad a nuestros pasos. En esta situación, la falta de comunicación es lo que provoca el problema. Dale a tu novia una razón para esperar lo mejor de la relación y el amor florecerá con fe en el futuro.
Consejos para escoger la fecha de la boda
Muchos fundamentan su relación en la situación financiera. Quieren casarse con casa, muebles, carro y buen trabajo. Ser previsor es bueno pero el dinero no debe ser tu prioridad. La vida matrimonial también tiene su encanto al proponerse lograr las cosas juntos, de la mano.
Probablemente cuando piensas en casarte no estás en la mejor edad para comprar casa porque tus ingresos mejorarán con los años y después podrás adquirir algo mejor. No tengan miedo de alquilar. Cierta vez, un judío me dijo que era mejor alquilar casa porque podía movilizarse el día que fuera necesario. Abre tu mente para ver diferentes opciones. No necesitas tener tanto dinero como crees para casarte e iniciar tu familia al lado de la mujer que amas.
La Biblia dice: “A causa de la fornicación, cada uno sepa tener su propia mujer”. Es mejor casarse que estarse quemando por amor. Prefiero parejas que se casen con poco dinero pero en santidad que las que esperan y no se guardan. La santidad debe ser la prioridad de tu relación. De lo contrario, el dios de tu noviazgo es el dinero y no el Señor. Si ya no te aguantas y deseas consumar tu amor, mejor cásate.  Todo noviazgo pasará tentaciones sexuales pero hay que ser fuertes. Lo extraño sería no sentir nada cuando tienes al lado a la persona que amas y te gusta.
El mejor momento para el matrimonio varía en cada relación. Lo importante es tener trazado un futuro que brinde seguridad a tu noviazgo.
La promesa del Señor para las familias
Salmo 128: 1-4 promete: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos.”
El hombre que teme a Dios tiene un gran futuro. Le irá bien en su trabajo, su mujer será como vino en la intimidad de su casa, te embriagará de alegría y amor. Tus hijos serán ungidos y se sentarán contigo. Ese futuro es bello, especialmente ahora que vemos tantas familias separadas.
Amplía tu visión. No veas sólo tu noviazgo sino el resto tu vida. Dios no hace promesa para una relación pasajera sino para una familia feliz. El compromiso con tu pareja es el primer paso de lo que Él quiere darte. El Señor no dice que te llevarás bien con quien te comprometas, tendrás una linda boda y una luna de miel inolvidable. Su visión no es tan corta, va más allá y alcanza a tus futuros nietos.
Cuando oras para recibir bendición, debes ponerte de  acuerdo con Él que no quiere darte una flor sino un bosque hermoso.  Piensa en grande como el Señor que ve el nacimiento de un hogar bendito.  Dios está preparando algo que tal vez comprenderás dentro de 20 años.
Respeta a tu novia porque un día tendrás una hija adolescente a quien podrás ver a los ojos y pedirle que se haga respetar. Respeta a tus padres ahora porque ese mismo padre abrazará a tus hijos. Atrévete a ver más allá, tan lejos como tus sueños te lleven, no tengas miedo porque cuando sueñas, el Espíritu comienza a hablar. Los sueños son el idioma del Espíritu Santo que da visiones a los jóvenes.
Debes ver algo distinto a tu situación familiar difícil, divorcios o separaciones. Debes ver un hogar unido, lleno de amor y bienestar. Ahora es el inicio, no veas una pequeña semilla, ni un árbol, sino un gran bosque. Mírate felizmente casado, visualiza tu boda, tu casa y a tus hijos  sanos y benditos.
El amor te hace esperar cosas más grandes. No desperdicies tu fe en lo pequeño, cree por tu futuro lleno de paz y felicidad junto a la familia que formarás con la persona que amas.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza

El amor en el noviazgo


Mi esposa Debbie y yo tuvimos una hermosa época de noviazgo. Cuando nos conocimos no éramos cristianos y nos divertíamos como cualquier joven. Frecuentábamos bares y discotecas. La vi por primera vez el día que un amigo me pidió que lo acompañara donde estaba su novia. Yo acepté y nos fuimos en una motoneta hasta la casa de quien resultó ser tía de Debbie.
Al entrar al salón donde había varios jóvenes jugando pictionary, sus grandes y profundos ojos, con esas impresionantes pestañas se clavaron en mi persona. Me sentí un poco incómodo porque tenía a su novio al lado y pensé que se molestaría, aunque era un joven pequeño y delgado que no me daría mucha pelea. Así son los jóvenes que “calculan” al contrincante.  Ella fumaba y tomaba una copa. Esa noche me ofreció un trago.
Luego, se fue de viaje, cortó al novio y no la vi en uno o dos meses. Después de ese tiempo, fuimos al cine en una salida que organizó un grupo de amigos. Luego me contaron que ella no quería salir pero se arregló rápidamente cuando le dijeron que yo estaría allí.
La pastora fue decidida, no se desprendió de mí en todo el rato. Platicamos durante la película, al punto que no recuerdo de qué trató. Dentro del grupo encontré a una amiga con la que fuimos a comprar golosinas y Debbie la miró con ojos de “no me lo quitarás”.
Después, aseguró la siguiente cita diciendo que llegaría a traerme para que  almorzáramos. Nunca nos despedíamos sin que me dijera: “¿Qué hará por la noche?” O bien: “Vamos a bailar”. Salimos durante 15 días, hasta que una tarde en su casa me dejó solo en la sala. Tiempo después me contó que se fue a encerrar al baño para hacer esta oración: “Señor, si Chofo se me declara, con él me quedo y cambio”.
Yo no lo sabía, pero esa noche nos hicimos novios y lo primero que me dijo fue: “Ya tengo el nombre para nuestro primer hijo”. No teníamos 5 minutos de novios y ya hablaba de hijos, ¡incluso fue a traer una ropita de bebé y me la enseñó! Teníamos tal seguridad en nuestra relación a pesar de que recién comenzaba.
Algunos se asustan con la idea de hablar de matrimonio y familia durante el noviazgo, pero habría que asustarse si no fuera así porque es síntoma de que no piensan en una relación seria y están jugando. Es necesario hacer planes y soñar juntos con la futura boda, los hijos y la vida familiar. Esa es una forma de afianzar la relación.
A los cuatro meses de noviazgo nos convertimos al Señor y le dijimos: “Queremos hacer las cosa como Tú nos enseñas”. En ese tiempo no había seminarios sobre noviazgo, no teníamos quién nos presidiera y orientara. Aprendimos a salir adelante con el método de ensayo y error.
Ante los problemas, oraba y le pedía a Dios: “Enséñame qué debemos hacer”. Si Dios nos bendijo así, cuánto más bendecirá a  las parejas que le buscan desde el inicio y se consagran a Él para llevar una relación santa. Alégrate porque tienes todo a tu favor para ser feliz en tu noviazgo y matrimonio.
Características del amor
1 Corintios 13: 4-7 nos aclara: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;  no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Yo descubrí que efectivamente, el amor todo lo sufre. Debbie y yo éramos muy diferentes en ciertas áreas. Por ejemplo, en mi casa fueron muy estrictos con la responsabilidad de estudiar y era prohibido llevar notas menores a 70 puntos, ¡no digamos perder una clase! Por el contrario, en casa de ella, era todo lo contrario ya que presentar una materia ganada era un triunfo.  Pienso que sus padres no querían que se sintiera mal porque no era buena estudiante.
Otra gran diferencia era que en mi casa no me permitían faltar al colegio ni cuando estaba enfermo. Cierta vez, me regresaron porque tenía fiebre y cuando llegué a casa,i papá me dijo: “Pero no te quedas durmiendo, ve a cortar la grama del jardín”.  De esa forma aprendí a ser responsable y disciplinado. Por el contrario, en casa de Debbie le pedían que no fuera al colegio para ir de compras con la mamá. Faltaba los lunes porque era el primer día de la semana y el viernes porque ya se acercaba el sábado. El día que le pregunté por sus notas y me dijo: “Estoy contenta porque sólo perdí 7 clases”, ¡sentí como si Mike Tyson y Evander Holyfield me pegaran al mismo tiempo!
Yo tenía 18 años y ella 16. Entonces le dije: “Si faltas un día al colegio, no te veo por tres días”. Era un castigo muy fuerte porque nos veíamos a diario. Funcionó hasta una mañana que se presentó en mi casa para llevarme desayuno. Puse una expresión severa y cuando me explicó que había faltado al colegio porque se sentía mal, le dije que se fuera a su casa a dormir y le cerré la puerta en la cara. Lo que yo no sabía era que la mamá la había llevado y la esperaba dentro del carro. Después me contó que le dijo: “Mama, estamos castigadas, vamos a casa”. Desde ese día, nunca más faltó al colegio y se aplicó en los estudios. Mejoró tanto su actitud y notas que nadie se explicaba qué le había sucedido.
Incluso el día de su graduación, fue la seleccionada para ofrecer el discurso de honor. De esa forma, demostró cuánto me amaba porque el día que le cerré la puerta pudo decir: “Este no me tratará así, ¿qué se cree?”, pudo mandarme por un tubo argumentando que yo no tenía porqué pedir que fuera diferente, pero comprendió que deseaba hacerle un bien y decidió cambiar.
Si amas a alguien eres capaz de someterte a un cambio positivo aunque sea difícil y tengas que superar etapas dolorosas. La Palabra dice que el amor todo lo sufre pero no se refiere a que debemos someternos a humillación y maltrato, sino a cambiar para bien. Jesucristo es el mejor ejemplo de un amor que fue capaz de sacrificar todo, incluso la vida. Ese es el amor y compromiso que Debbie demostró.
Las personas que dicen: “Si quieres que cambie es porque no me amas”, están equivocadas y corren el riesgo de destruir su relación.  Deja el orgullo y cambia lo que sea necesario por amor.
En nuestro caso, la actitud de Debbie rindió frutos porque nuestros hijos son buenos estudiantes, aplicados y disciplinados. Amarás a alguien en la medida que estés dispuesto a cambiar tus defectos por esa persona.
Otra gran verdad es que el amor todo lo cree. Es decir que confía y no deja espacio para los celos. Todos somos celosos, incluso Dios lo es porque tiene un celo por nosotros y nos cuida, pero no significa que sea inseguro o posesivo. Él nos da libre albedrío, como nosotros que estamos con nuestra pareja por amor, no por obligación.
Recuerdo que las primeras veces que salimos y alguien se acercaba a Debbie, yo me molestaba aunque nunca me dio motivos para desconfiar. Lo mismo sucedió con ella que tuvo que madurar y dejar de molestarse si alguna amiga me saludaba efusivamente, como sucedió un par de veces. La solución que encontré fue darle siempre su lugar.
Cuando veía alguien conocido, hombre o mujer, inmediatamente la presentaba como mi novia, la mujer más linda del mundo y le daba un gran beso. Entonces, ella se sentía un pavo real.
Las mujeres son como sabuesos que huelen el peligro a kilómetros de distancia y siempre están alerta. Cuidadito le pones más atención a otra porque verás cómo se convierte en el monstruo apocalíptico de 7 cabezas. Nunca se te ocurra desplazarla por algo o alguien, dale siempre el lugar privilegiado en tu vida y serás feliz. El lenguaje del amor que más interpretan se llama valor. Se saben amadas cuando se sienten valoradas. Para mantener saludable la relación, nada debe estar por encima de la mujer que amas. Elimina los celos aprendiendo a no provocar o creer lo indebido.
Tuve que enfrentar el conflicto que me creaba ser el sexto novio de ella, mientras yo siempre me había guardado para tener una sola novia y casarme. Fue una batalla contra la inseguridad que se acabó cuando ya éramos cristianos. Una vez, llegamos al grupo y Debbie saludó a un amigo de lo más natural. Entonces pensé: “Estoy con ella y le creeré que me ama. Hoy se acaban los celos, no le daré lugar a esos pensamientos, confiaré, no puede haber relación de amor si no hay confianza”.
Envías un mensaje de duda  cuando contantemente necesitas  que te digan: “Te amo”. Dios no duda cada vez que le pides perdón y dices arrepentirte de tus pecados. Él no pide: “Dame alabanza porque no sé si me quieres”. Los celos pueden ahogar cualquier relación, especialmente en este tiempo cuando hay tantos recursos como los mensajitos de texto o el facebook. No acoses a tu pareja, dale espacio y confianza. Cuando Debbie me preguntaba a cada momento si la amaba, yo le dije: “O me crees o la duda nos destruirá”. A partir de ese momento decidimos creer.
El amor todo lo soporta ya que no hay relación o pareja perfecta. Nosotros lo aprendimos al resolver los problemas que surgen en el noviazgo, provocados por las diferencias que tenemos como seres humanos. Nos sentimos atraídos por lo que no es idéntico a nosotros. Eso puede verse en la boda. La novia usa un vestido blanco carísimo y el hombre un traje negro alquilado. Ella llega en el mejor carro que pueden conseguirle y el novio tiene que arreglárselas como pueda. A ella le tocan una canción para que desfile, mientras él espera parado al final del pasillo.
Es normal que existan diferencias.
Una buena relación se mide por la capacidad de resolver problemas, no por la ausencia de éstos.  Los problemas debilitan o fortalecen tu noviazgo, superarlos depende de la pareja. Cada persona reacciona diferente ante las dificultades.  Unos se desahogan en el momento y al poco tiempo ni se acuerdan. Otros que se mantienen enojados largo tiempo porque todo se lo guardan, hasta el día que estallan con más fuerza que la bomba atómica de Hiroshima. Hay quienes huyen y no enfrentan.
Identifica cuál es tu forma de reaccionar para definir tus estrategias futuras. Yo, por lo general, soy paciente y escucho, pero cuando me enojo es mejor tener cuidado.  Debbie lo sabe, así que decidimos tener una clave como un semáforo. Ante una discusión, la prevengo cuando estoy pasando de amarillo a rojo para que se aleje y permita que me tranquilice. Luego, yo mismo la llamo y le digo: “mi amor, tenías razón”. Pero si insiste en acosarme con argumentos, las cosas se ponen difíciles, así que es sabia y evita esa situación.
Hombres y mujeres afrontamos de diferente forma los conflictos. Ellas necesitan hablarlo con alguien para ordenar sus ideas.
Es así como las amigas y familiares se enteran de la situación. Por el contrario, los hombres necesitamos callar y calmar el ánimo haciendo otra cosa como ver televisión o jugar fútbol. La Biblia dice: “Mujeres, sean sujetas para que cuando su marido vea su conducta casta y respetuosa que se sujeta en silencio, sea cambiado por la palabra de Dios  al considerar su conducta”.
Aprende este bombazo ante un problema.
Hablar no te ayuda, mejor enciérrate en tu cuarto, pégale a un cojín y desahógate para luego presentarte ante tu pareja con una sonrisa en los labios. De esa forma pones a Dios de tu lado, quien llamará al hombre y lo confrontará por estar enojado con una mujer respetuosa. Créeme, ese momento entre el Señor y el varón es duro ya que lo pone a raya. ¡Ponte las pilas! Logras más con el silencio y el respeto que alegando con palabras ofensivas. En su noviazgo, hagan el compromiso de resolver los problemas con madurez.
Además, el amor todo lo espera. El noviazgo es una época de preguntas que surgen una tras otra: ¿Cuándo se comprometerán?, ¿cuándo se casarán?, ¿cuándo vendrá el primer hijo?  Siempre hay pregunta para el futuro. Debbie y yo tuvimos un noviazgo muy largo porque éramos jóvenes y yo debía graduarme de la universidad antes de casarme. Era una meta que tenía trazada a pesar que Dios año con año me decía: “Si te casas este año te bendeciré”. Comprendí que no era una orden de Su parte, sino una confirmación a nuestro deseo.
El tiempo de casarte no es decisión de Dios sino tuya, según lo que creas conveniente. No necesitas un arcángel para decirte la fecha de la boda, pero sí necesitas seguridad en la bendición. Dios te sigue cuando tomas la decisión.
En todo el tiempo de noviazgo, descubrí que ella necesitaba seguridad en los planes. Una de las mayores necesidades de las mujeres es la seguridad y estabilidad. Los hombres sentimos nervios ante el compromiso porque significa afrontar una gran responsabilidad económica. Por esa razón, evitamos el tema y ellas lo interpretan como inseguridad y desamor, no cómo una preocupación por el futuro de la familia que formarán. Así que es mejor comunicarse y ponerse de acuerdo respecto a los planes.
En nuestro caso, yo le dije claramente a Debbie que no podía casarme hasta que me graduara. Ella tuvo claro el panorama y fue paciente. La mujer no te pide anillo sino una guía, un norte, la orientación clara del camino que lleva la relación. No quiere sentirse usada, sino segura de que al frente hay un hombre que sabe a dónde va. Tal vez no tengas todas las respuestas pero  es necesario tener planes que den seguridad a nuestros pasos. En esta situación, la falta de comunicación es lo que provoca el problema. Dale a tu novia una razón para esperar lo mejor de la relación y el amor florecerá con fe en el futuro.
Consejos para escoger la fecha de la boda
Muchos fundamentan su relación en la situación financiera. Quieren casarse con casa, muebles, carro y buen trabajo. Ser previsor es bueno pero el dinero no debe ser tu prioridad. La vida matrimonial también tiene su encanto al proponerse lograr las cosas juntos, de la mano.
Probablemente cuando piensas en casarte no estás en la mejor edad para comprar casa porque tus ingresos mejorarán con los años y después podrás adquirir algo mejor. No tengan miedo de alquilar. Cierta vez, un judío me dijo que era mejor alquilar casa porque podía movilizarse el día que fuera necesario. Abre tu mente para ver diferentes opciones. No necesitas tener tanto dinero como crees para casarte e iniciar tu familia al lado de la mujer que amas.
La Biblia dice: “A causa de la fornicación, cada uno sepa tener su propia mujer”. Es mejor casarse que estarse quemando por amor. Prefiero parejas que se casen con poco dinero pero en santidad que las que esperan y no se guardan. La santidad debe ser la prioridad de tu relación. De lo contrario, el dios de tu noviazgo es el dinero y no el Señor. Si ya no te aguantas y deseas consumar tu amor, mejor cásate.  Todo noviazgo pasará tentaciones sexuales pero hay que ser fuertes. Lo extraño sería no sentir nada cuando tienes al lado a la persona que amas y te gusta.
El mejor momento para el matrimonio varía en cada relación. Lo importante es tener trazado un futuro que brinde seguridad a tu noviazgo.
La promesa del Señor para las familias
Salmo 128: 1-4 promete: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos.”
El hombre que teme a Dios tiene un gran futuro. Le irá bien en su trabajo, su mujer será como vino en la intimidad de su casa, te embriagará de alegría y amor. Tus hijos serán ungidos y se sentarán contigo. Ese futuro es bello, especialmente ahora que vemos tantas familias separadas.
Amplía tu visión. No veas sólo tu noviazgo sino el resto tu vida. Dios no hace promesa para una relación pasajera sino para una familia feliz. El compromiso con tu pareja es el primer paso de lo que Él quiere darte. El Señor no dice que te llevarás bien con quien te comprometas, tendrás una linda boda y una luna de miel inolvidable. Su visión no es tan corta, va más allá y alcanza a tus futuros nietos.
Cuando oras para recibir bendición, debes ponerte de  acuerdo con Él que no quiere darte una flor sino un bosque hermoso.  Piensa en grande como el Señor que ve el nacimiento de un hogar bendito.  Dios está preparando algo que tal vez comprenderás dentro de 20 años.
Respeta a tu novia porque un día tendrás una hija adolescente a quien podrás ver a los ojos y pedirle que se haga respetar. Respeta a tus padres ahora porque ese mismo padre abrazará a tus hijos. Atrévete a ver más allá, tan lejos como tus sueños te lleven, no tengas miedo porque cuando sueñas, el Espíritu comienza a hablar. Los sueños son el idioma del Espíritu Santo que da visiones a los jóvenes.
Debes ver algo distinto a tu situación familiar difícil, divorcios o separaciones. Debes ver un hogar unido, lleno de amor y bienestar. Ahora es el inicio, no veas una pequeña semilla, ni un árbol, sino un gran bosque. Mírate felizmente casado, visualiza tu boda, tu casa y a tus hijos  sanos y benditos.
El amor te hace esperar cosas más grandes. No desperdicies tu fe en lo pequeño, cree por tu futuro lleno de paz y felicidad junto a la familia que formarás con la persona que amas.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza

¿Vas a la moda de Dios?



Tus amigos acaban de sugerir una idea para el fin de semana. Y tú, con el mayor tacto posible, has dicho que no vas a participar. Te están mirando boquiabiertos –y, en ese segundo equivalente a ocho siglos, miras hacia el techo y te preparas para la retahíla–: “Por una vez que lo hagas, no te vas a morir”. “Sólo estaremos un rato. Volveremos a una hora prudente.” “¿Qué más da? Es algo insignificante.” “Además, ¿quién se va a enterar?”
Y, por un lado, sabes que tienen razón. No te vas a morir. No es una decisión de proporciones enormes. Sólo es una vez. Se enteraría poca gente y no sería para tanto.
Nadie es inmune a la presión de ceder en sus principios: ¿Has distorsionado la verdad alguna vez para quedar bien? ¿Tienes grabada en la mente alguna escena de una película que realmente no tenías que haber visto? ¿Has cedido ante la presión de tus amigos y has ido a algún lugar cuyo ambiente no glorifica a Cristo? ¿Te has involucrado físicamente con tu novio o novia, pasándote de la raya “un poco”?
Solemos ceder por una razón principal: Nos importa más el concepto que tiene la gente de nosotros que el concepto que tiene Dios. A ninguno nos gusta sentirnos excluidos.
Como no nos gusta admitir el temor central detrás de nuestras concesiones, sacamos unos disfraces del armario, dependiendo de la ocasión:
Capa roja de Súper Evangelista: Si digo que no, voy a parecer un bicho raro y no podré dar testimonio. Al entrar en su ambiente, se fiarán más de mí.
Bata blanca de laboratorio: Tengo que leer este libro un tanto cuestionable porque necesito saber cómo piensa un no creyente para poder evangelizar mejor.
Traje gris: Ésta es una zona gris. La Biblia no dice nada directamente en contra, así que no pasa nada si lo hago.
Gorrito de carnaval: Como cristiano, ¡soy libre! Debo demostrar que no soy legalista. Además, no es pecado divertirse.
Armadura de hojalata: El Espíritu Santo me protege y, por lo tanto, no me afecta esta concesión para nada.
Y con nuestros disfraces, vamos a la moda, según el ambiente que nos rodee.
Dios, sin embargo, tiene su propia moda. Él no quiere que bajemos el listón. ¿Podría ser que desde su punto de vista nuestras pequeñas concesiones son más grandes de lo que pensamos? La espada de su Palabra, de hecho, hace trizas el vestuario que acabamos de describir:
Capa roja de Súper Evangelista: La premisa detrás de este disfraz es que el mejor testimonio es el del camaleón: Si soy como ellos, me escucharán.
Mientras que debemos evitar ser “bichos raros” por un comportamiento verdaderamente extraño, tenemos que abrir los ojos ante una gran verdad: Ser cristiano casi siempre significa ser el bicho raro ante los ojos del mundo. Ser un cristiano caliente entre cristianos tibios también significa lo mismo: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2Ti 3:12).  ¿Qué les llama más la atención a nuestros amigos, alguien que se comporta y piensa igual, o alguien que les saca de sus casillas?
Bata blanca de laboratorio: Cedemos con la excusa que para combatir el mal hay que estar familiarizados con el mal. Se utiliza a menudo para justificar ciertas películas, libros o revistas. Pero no debemos engañarnos. La Biblia dice: “Absteneos de toda especie de mal” (1Ts 5:22) y “quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal” (Ro. 16:19b).
Traje gris: Elegimos este disfraz para defender una concesión que no es “moralmente mala”. Es decir, no hay ningún versículo de la Biblia que lo prohíba específicamente; es cuestión de gustos o del nivel de sensibilidad de la persona. La pregunta clave, sin embargo, no es, “¿es esto algo malo?”, sino “¿es esto lo mejor?”. A través de las Escrituras, Dios enfatiza que quiere darnos lo mejor siempre. Si Cristo es luz, ¿por qué buscamos diversión en zonas grises?
Gorrito de carnaval: Este disfraz lo llevamos cuando queremos divertirnos y no dar apariencia de “legalista” –porque sólo una persona rígida se alarmaría ante una pequeña concesión.
Hay alguien que se encarga de propagar la idea de que seguir los deseos de Dios a rajatabla es esclavitud. Es el príncipe de este mundo, Satanás.  Cuando una mujer es fiel a su prometido, sin coquetear con otros hombres, nunca pensamos en llamarla legalista. Y ella, enamorada, no piensa en la “carga” que supone ser fiel.
Armadura de hojalata: Razonamos que las concesiones no son para tanto y no nos afectan. Y si acaso hubiera algo que nos pudiera afectar, el Señor nos protegería.
Las concesiones, sin embargo, sí que nos afectan.  Debilita nuestro carácter. Insensibiliza nuestra conciencia. Limita nuestras posibilidades de servicio a Dios, quien ha declarado que debemos ser fieles en lo poco para poder pasar a un mayor grado de responsabilidad (Mt 25:21).
¿Tienes alguno de estos modelos guardado en el armario? Pues, ya es hora de tirarlo: Si dejas de ceder ante la presión, no necesitarás disfrazarte. Viste a la moda de Dios y no bajes el listón ni lo más mínimo.
Edificación Cristiana

Crisis en el matrimonio


En la actualidad es común escuchar, y a veces con jactancia, “nunca he tenido el amor y cuidado de padres”; “soy fruto de un hombre irresponsable”; “no conozco a mi padre”; “mi madre se ha sacrificado para crear hijos, uno de cada aventura amorosa”.
A la luz de esas declaraciones y experiencias extremas podemos afirmar que vivimos bajo el manto de una cultura de desintegración familiar.
Esa realidad no la podemos negar ni ocultar, pues los valores de la vida, espirituales, morales y sociales, han sido modificados o sustituidos al grado que el desconocimiento de Dios es notorio. La moral y la solidaridad son cada vez más vulnerables en la familia.
En nuestra sociedad consumista es indispensable que la pareja, el esposo y la esposa, tengan que trabajar para adquirir los recursos económicos y materiales, indispensables para la subsistencia del conjunto familiar. Este obliga a delegar sus hijos a parientes, amistades, servidumbre o guardería, los cuales, aunque los cuiden adecuadamente, jamás les darán el amor, la instrucción y compañerismo como los padres.
Generalmente los niños se vuelven más caprichosos, desobedientes, rebeldes y desamorados con sus padres, prefiriendo estar con la persona que los cuida. Agreguenos que el compañerismo familiar es limitado. Los padres apenas ven despertar y levantar a sus hijos, muy de mañana; tienen que ir a dejarlos y recogerlos ya entrada la noche. Ellos llegan cansadísimos y los niños ya duermen. No hay tiempo para comunicar al afecto familiar.
En una familia moderna, aunque estén juntos bajo un mismo techo, es común encontrar un ambiente de desamor, falsedad, inseguridad, inestabilidad, infidelidad, frustración, rencor y violencia.
Además, los valores materiales han ganado la primacía y hay más interés y sacrificio por adquirir una bonita vivienda, un vehículo de modelo reciente, suficiente dinero para gastarlo en diversiones placenteras momentáneas y todo aquello que aparente bienestar y superación. A la mente carnal, el amor, la paz, el gozo, el respeto, el entusiasmo, la unidad, la motivación y la estabilidad familiar es utopía, algo imposible de conseguir en la actualidad. No pasa de ser ideal.
Abundan razones que justifiquen el porqué las familias se encuentren en la bancarrota y que cada día van de mal en peor. No obstante, a la luz de lo expuesto y sobre todo de la palabra de Dios, podemos afirmar que la desintegración familiar tiene origen en el desamor, la falta de unidad y confianza de los cónyuges, quienes se deben amor recíproco.
El apóstol Pablo ilustra la identidad y relación de los esposos con la identidad y relación de Cristo Jesús y su iglesia (Efesios 5.25-31). Luego aconseja que tanto el esposo como la esposa cumplan con su compromiso de amor y unidad, y reconozcan que uno a otro se complementan, pues han fundido su cuerpo, alma y espíritu en un solo propósito delante de Dios y su Creador, y ya no son dos sino uno.
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.24; Mateo 19.5).
“Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Efesios 5.21)
- Rafael Antonio Flores

Sanidad tras la infidelidad


LA HISTORIA DE GARY
Recorrer el pasillo de la casa aquella noche fue una de las cosas más difíciles que he hecho en toda mi vida. Yo sabía que esto podía ser el final de todo lo que me importaba: familia, amigos, trabajo, iglesia. Me senté en la cama al lado de mi esposa. Levantó la vista, y me dijo: “¿Cómo estuvo tu reunión?” No pude evitarlo —me puse a llorar— otra vez. Acababa de pasar las dos últimas horas en la oficina de nuestro pastor, confesando un secreto que había ocultado durante los últimos años.
“Me estás asustando”, dijo Mona.
Me cubrió con sus brazos tratando de consolarme, pero finalmente susurré mi terrible confesión: “Te he traicionado; te he sido infiel”.
Sabía que nuestras vidas acababan de cambiar, pero no tenía idea de lo que sucedería después. Sentí cómo mi esposa se ponía rígida y se alejaba de mí. Se encogió ante mis ojos, y pensé que se desmayaría. ¿Por qué nos pasó esto? Teníamos un buen matrimonio y tres hijos que amábamos profundamente. Pero el ajetreo de la vida nos alejó poco a poco. Fue así como la amistad con una compañera de trabajo se salió de control. Un toque inocente llevó tramposamente a otros más. Comenzó un romance extramarital, y un día se convirtió en una semana, después en un mes y posteriormente en tres años.
Lo único que yo sabía era que no podía seguir así. Tenía que arreglar mi situación con Dios y, de ser posible, con mi esposa. Por dentro me estaba muriendo. Dios mío, ¿qué he hecho? Sabía que había desgarrado el corazón de la mujer que amaba, que había estado conmigo durante 20 años.

LA HISTORIA DE MONA
Miré el rostro de Gary, y vi que algo trágico había sucedido. Mientras me confesaba su traición, sentí como si estuviera viendo desde lejos a unos desconocidos sentados en nuestra cama.
Lo que sí sabía yo era que la vida nunca sería igual. Yo jamás volvería a ser la misma. El miedo y el dolor me envolvieron. Me costaba respirar. Una tragedia había ocurrido —y me había sucedido a mí.
Le pregunté a Gary si él quería el divorcio. El quería ver si podíamos sanarnos, si yo estaba dispuesta a intentarlo. ¿Sanar? Ni siquiera estaba segura de si podría sobrevivir.
Había vivido completamente engañada. Gary había estado teniendo durante los últimos años un romance con mi mejor amiga, y yo nunca lo había sospechado. No tenía idea de que nuestro matrimonio fuera vulnerable. Gary no era bueno para mentir; siempre pensé que lo sabría si lo hacía. Mis amigos pensaban que él era maravilloso: lavaba los platos y la ropa; cambiaba los pañales. Éramos amigos; podíamos hablar de cualquier cosa. Por supuesto, habíamos tenido nuestros malos momentos en dos décadas de matrimonio, pero nada que no pudiéramos superar. ¿Acaso había sido tan mala esposa?
Sentí indicios de cólera. Tuve náuseas. Pasé el resto de esa noche llorando, sintiendo que el dolor penetraba cada centímetro de mi ser. Me sentí más sola que nunca.
A partir de esa noche, hubo un nuevo calendario en mi vida: antes, durante y después de su infidelidad. Mientras que la carga de Gary empezaba a aliviarse, la mía estaba comenzando a derrotarme bajo su peso aplastante.

UNA HISTORIA DE RESTAURACIÓN
GARY
Cuando nos casamos, sabíamos que nuestro matrimonio funcionaría. Éramos unos buenos amigos que se amaban y respetaban mutuamente.
Cinco años después, Mona se graduó de enfermera, yo inicié mi propia empresa, y tuvimos nuestro primer hijo. Unos años más tarde ambos nos hicimos cristianos Ahora teníamos un vínculo más que nos mantendría firmemente unidos.
Al cumplir 20 años de casados, ambos estábamos muy activos en el trabajo de la iglesia. Pero, aparte de nuestras apretadas agendas, teníamos que criar a tres varones, lo cual estaba resultando mucho más difícil de lo que habíamos imaginado, y rara vez teníamos tiempo o energías para nosotros. Nos repetíamos una y otra vez que “nuestro tiempo” vendría después, cuando en verdad tuviéramos tiempo. Pero lo cierto es que estábamos atrapados en una vida que nos estaba llevando por caminos separados.
Esas primeras semanas después de mi confesión fueron un tiempo borroso. Más tarde supimos que era normal, ya que la revelación de infidelidad es como una muerte repentina. Mona, que antes había sido un modelo de fortaleza, a duras penas podía salir a rastras de la cama. Apenas tenía la energía suficiente para cumplir con su turno en el hospital.
Pero, con excepción de mi sentimiento de culpa y del dolor de ver sufrir a mi esposa, yo estaba experimentando libertad por primera vez en mucho tiempo. De inmediato dejé de trabajar con aquella otra mujer, y corté todo contacto. Al no seguir viviendo una mentira, podía de nuevo pasar tiempo con Dios y disfrutar de su presencia. Hacía todo lo que podía para dejar que Mona pasara tiempo a solas para pensar y llorar. Pero mi mayor desafío era agotador: sabía que tenía que responder sus continuas preguntas lo más honestamente posible. A diferencia de mí, Mona no sabía nada de lo que había sucedido durante los últimos años. Necesitaba poder llenar los espacios en vacíos como un rompecabezas, y yo necesitaba unir pacientemente las piezas —una y otra vez, cada vez que hiciera falta, hasta que ella pudiera entender mejor su vida. Las palabras de cólera no eran raras, ya que la verdad no era agradable.
MONA
Pocos en la iglesia me habrían criticado si hubiera dejado a Gary (Mt 19.9), pero yo sabía que divorciarme no haría desaparecer el dolor; yo tendría que pasar por el proceso de llanto y sanidad, con o sin él.
Esa noche de la revelación hace 17 años fue terriblemente dolorosa, pero también marcó el comienzo de nuestra recuperación. No porque alguno de nosotros creyera que podíamos sanarnos, sino porque sentíamos que no teníamos nada más que perder. Lo único que sabíamos era que queríamos obedecer a Dios, no importa adonde nos llevara eso.
Así que empezamos a ver a un consejero cristiano que confiaba en que nuestro matrimonio podía sanarse. Aunque nos aterrorizaba pensar que tal vez no pudiera. Lo que realmente necesitábamos era hablar con otra pareja que hubiera sido devastada por el adulterio y logrado la restauración. Queríamos ver a personas reales que pudieran decirnos honestamente que el dolor de luchar con este profundo trauma emocional valía la pena. Pero nuestro consejero no podía encontrar a nadie que tuviera la experiencia o las cualidades que se necesitaban en estos casos. Por tanto, dábamos un paso a la vez en un camino cuesta arriba que ni siquiera sabíamos que existía.
Hablamos mucho sobre la infidelidad de mi esposo y sobre nuestro matrimonio, y pronto nos dimos cuenta de que, si bien estaban relacionados, se trataba de dos asuntos distintos. La infidelidad había sido una decisión unilateral de Gary, pero los dos éramos responsables de nuestro matrimonio, y necesitábamos comprender por qué había fallado. También teníamos que volver a aprender a ser sinceros y a escucharnos —caímos en cuenta de que nunca habíamos sido verdaderamente honestos el uno con el otro, y que teníamos cosas que no eran compatibles con un matrimonio saludable. Por supuesto, estas no eran excusas para el adulterio; Gary podía haber decidido hablar de estos problemas con honestidad en vez de buscar consuelo en otra parte. Pero ahora era nuestra oportunidad de abordar cosas de las que no nos habíamos ocupado por mucho tiempo.
Pero después de diez meses de haber comenzado nuestra restauración yo sentía que el proceso de “recuperación” me estaba matando poco a poco. En una sesión de emergencia, nuestro consejero nos ayudó a aclarar un problema ocasionado por una respuesta de Gary. Por alguna razón, escuchar esta voz imparcial más allá del caos emocional nos permitió ver el verdadero problema de manera clara y ocuparnos de él. Salimos de su consultorio con esperanzas renovadas; aunque la lucha no había terminado, yo sabía que podía seguir adelante con el poder de Dios.
GARY
Con el tiempo, y perseverando día tras día, comenzamos a ver los progresos que habíamos hecho. Sentimos por fin que la restauración era posible.
Nuestro consejero nos llamó dos años más tarde, y nos dijo: “¿Recuerdan que una vez me preguntaron si sabía de alguna pareja con la cual pudieran reunirse?” Siguió diciendo: “¿Están ustedes listos para ser esa pareja para otras personas?”
Eso nunca nos había pasado por la cabeza. Hacer esto significaría reconocer ante otros el dolor de nuestro pasado sufrimiento. ¿Se repetirían nuestros peores recuerdos y emociones? Al hablar y orar por la idea, recordamos lo necesitados que habíamos estado nosotros. Por tanto dijimos que sí.
Nuestro primer encuentro con una pareja determinó el rumbo de un ministerio con el que nunca habíamos soñado cuando iniciamos este camino. Después de que todos vimos el enorme impacto de este apoyo en la recuperación de ese matrimonio, fundamos Hope & Healing Ministries (Ministerio de Esperanza y Restauración) junto con ellos. Doce años después, seguimos viendo a Dios actuando de manera poderosa al aconsejar a parejas que enfrentan la misma situación que vivimos nosotros, que se preguntan si habrá esperanza para ellos.
La noche en que Gary hizo su confesión, ninguno de nosotros esperaba que hubiera una restauración. Dudábamos de que el dolor se marcharía. Pero ahora sabemos que el adulterio, por más destructivo que sea, no significa automáticamente una sentencia de muerte para un matrimonio. Encontrar el camino fue lo más difícil que hemos hecho, pero hoy tenemos un matrimonio fuerte y feliz basado en amor, respeto, intimidad y confianza. Y hemos visto una y otra vez que la restauración se ha vuelto una realidad en otras parejas antes desdichadas. La recuperación es un trabajo difícil que requiere de dos corazones dispuestos. El mismo Salvador que permite a los pecadores estar puros delante de un Dios santo, puede restaurar lo que está en ruinas, convirtiéndolo en algo hermoso y deleitable.
por Gary y Mona Shriver

¿Cuando Tengo Que Aguantar A Mi Cónyuge?


La Aceptación es una necesidad fundamental para tener un matrimonio saludable!
La Aceptación es una de esas necesidades y significa entender que tu cónyuge tiene una identidad propia que esta determinada por su temperamento, su cultura, su educación y el medio ambiente en el que se desarrolló, entre otras.
Todos los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos aceptados.Lo contrario es el rechazo e implica una manifestación de no aceptación que genera juicio, crítica, malestar, enojo, resentimiento y baja autoestima.
En el matrimonio ambos deben aceptarse tal como son con sus virtudes y defectos.
A partir de la aceptación mutua, se puede y se debe trabajar para mejorar ayudándose mutuamente.
 
Muchos cónyuges no recibieron esta manifestación de amor en sus hogares y se sintieron rechazados por alguno de sus padres y muchas veces por los dos, aunque de manera generalmente inconsciente.
No obstante esta falta de aceptación la arrastran al matrimonio. Al inicio de la vida conyugal no se manifiesta por cuanto en la etapa del enamoramiento si se sienten aceptados. El problema sale a la luz cuando pasada esa etapa comienzan las quejas, las actitudes despectivas, la indiferencia y las ofensas.
En el matrimonio es completamente normal que los cónyuges sean diferentes o muy diferentes. Lo contrario es poco común, ya que en las relaciones de pareja ocurre lo mismo que en las leyes de la física, polos opuestos se atraen y polos iguales se repelen.
La idea es que sean complementarios.
 
Entonces los cónyuges deben entender que en la relación matrimonial cada uno tiene que aportar sus dones y virtudes que van a ayudar a su cónyuge y viceversa. Siempre hay un cónyuge más activo que el otro y siempre hay uno más pasivo que el otro. Entonces el más activo debe entender que ese será uno de sus aportes al matrimonio de por vida y a su cónyuge probablemente le tocará activar la paz.
Colosenses 3: 12-15: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Sobre todo, vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.

Para disfrutar de un matrimonio saludable es imprescindible que nos aceptemos mutuamente y trabajemos cada uno por nuestra parte para que nuestra respuesta a las actitudes de nuestro cónyuge que nos molestan, sean bondadosas, humildes y pacientes. Y por otro lado entender que nuestras fortalezas son nuestro aporte al matrimonio y nuestras debilidades son las que necesitamos que nuestro cónyuge nos ayude a manejar.
Tómese unos minutos para meditar en esta enseñanza y luego siéntese a hablar con su cónyuge acerca de las fortalezas y debilidades de cada uno y como se pueden complementar para ayudarse mutuamente y lograr tener un matrimonio saludable y agradable.
Tu matrimonio y tu familia es el tesoro mas valioso que Dios te ha dado. Cuídalo!
Luis y Hannia Fernandez.

5 Señales de advertencia que debe considerar al iniciar una relación amorosa


¿Buscando pareja para establecer un noviazgo?Puede ser difícil tener una mente totalmente clara cuando se está viendo con alguien. Es fácil ver sólo el lado positivo de la otra persona e ignorar completamente cualquier señal de advertencia. El optimismo en una relación, puede fácilmente nublar el juicio.
Sería tonto estar viéndose con alguien y no considerar siquiera los posibles resultados. No sólo sería absurdo sino que también sería egoísta. Mientras no tenga un compromiso para casarse con esa persona inmediatamente, deberá entender que cualquier relación que Ud. inicie tiene el potencial de terminar en matrimonio. A menos, claro está, que Ud. no sea un cristiano.
Si siempre existe esa posibilidad, entonces deberá preguntarse a sí misma si esa persona tiene las cualidades que Ud. necesitará en un marido o en una esposa. Y no; Ud. no estaría siendo egoísta si se pregunta eso. Al contrario, es importante que lo haga. Esta es una de las razones por lo que es importante considerar algunas señales de advertencia que encontrará cuando se encuentre saliendo con alguien. Tenga en cuenta las siguientes advertencias.

• Si Ud. está más interesada en su relación con esa persona que con Cristo
Si Ud. desea tener una relación de matrimonio construida sobre la base de la Escritura, Ud. querrá casarse con un hombre que será un líder espiritual para Ud. y su futura familia.
Hágase las siguientes preguntas acerca de él: ¿Qué tan fuerte es su relación con Jesucristo? ¿Está interesado en crecer espiritualmente? ¿Qué tanto le apasiona leer la Palabra de Dios, orar y tener comunión con otros creyentes dentro de una iglesia con bases bíblicas? ¿Es un siervo de todo corazón? Espiritualmente, ¿es Ud. más madura que él? Su madurez espiritual puede resultar en frustración y lucha en el liderazgo si él no es tan fuerte como Ud. en su relación con Dios.
¿Se preocupa él por el crecimiento espiritual suyo? Finalmente, su condición espiritual es decisión suya y sólo suya. Sin embargo, Pablo, en Efesios compara el papel de un esposo hacia su esposa con el papel de Cristo hacia Su novia, la Iglesia:
  • Efesios 5:26-27: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.”
El papel de Cristo y el del marido son diferentes porque sólo Cristo nos puede verdaderamente limpiar. Sin embargo, un marido es responsable de guiar a su esposa en santificación de la manera como estos versículos describen a Cristo y Su esposa. Si un hombre no puede hacerlo, él no está preparado para ser un marido. Y si no está listo, seguirlo viendo podría tener un resultado triste.
• Si el hombre al que está viendo depende mucho de Ud.
El matrimonio es una unión de pacto entre un hombre y una mujer donde y hasta cierto límite, existe dependencia. Si está viendo a un hombre que espera que Ud. sea todo para él, complaciéndolo siempre en todo para hacerlo sentir siempre feliz, puede ser, si se casa, que después de la luna de miel se encuentre ante una dura realidad. Mantenga en cuenta que ambos son pecadores y pecarán entre sí. Aunque Ud. no quiera que esto suceda, es una realidad. Discutirán entre sí, no a propósito, pero lo harán. Ud. no puede cubrir cada una de las necesidades de él y el pensar en tratar de hacerlo, es tonto. Además, si él quiere que Ud. le cubra todas sus necesidades, estaría cerca de la idolatría (Ex 20:3-4). Sólo Dios puede verdaderamente satisfacer el alma de una persona.
Si esa persona con la que se está citando, no le quiere quitar las manos de encima, deje entonces de verla. Las manos de él no podrán estar sobre Ud. en ningún momento.
No crea en la declaración de que, “sólo me preocupo por ti”, cuando un hombre no quiere quitarle sus manos de Ud. La verdad es que él se preocupa más por él que por Ud. El cuerpo suyo no le pertenece a él; ni el de él a Ud. hasta que hayan dicho “Sí, lo(a) acepto”: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.” (1 Co 7:4). Por lo tanto, es equivocado que un hombre trate a una mujer como si tuviera potestad sobre su cuerpo antes del matrimonio.
Pienso que es seguro preguntar: Si un hombre no es honorable y puro antes del matrimonio, ¿por qué pensar que lo será después? Después del matrimonio sus cuerpos pertenecen el uno al otro. Sin embargo, si él no puede mantener sus manos quietas antes del matrimonio, ¿cómo sabrá que él las mantendrá solo en Ud. después del matrimonio? Esta es una pregunta que debe considerarse seriamente. Las acciones del hombre no casado son un buen indicador.
Lo mismo se aplica para la insinuación sexual, la cual, es inapropiada antes del matrimonio. Si él está siempre abordando conversaciones relacionadas con el sexo, él no está haciendo un buen trabajo ayudándole a proteger su mente contra la lujuria antes del matrimonio. No estoy queriendo decir que un hombre deberá ser un mojigato, sino más bien, deberá ser un protector.
Si un hombre es adicto a la pornografía, ya está cometiendo adulterio/fornicación, en su corazón. De hecho, está mostrando que no está dispuesto a renunciar a “todo lo demás” y que no está viviendo un estilo vida, puro.
  • 1ª Tesalonicenses 4:3-5: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;”
La voluntad de Dios es la santificación de la persona, la cual, incluye pureza. ¿Es el corazón de quien está viendo para él y para Ud.? Si no es así, entonces él es un engañador el cual, se ama más a sí mismo que a Dios. No espere que el matrimonio lo vaya a cambiar.
• Si la persona a la que está viendo presenta problemas de ira
¿Cómo reacciona la persona que está viendo cuando las cosas no salen de acuerdo a lo que él ha planeado? ¿Descarga su ira sobre todos aquellos que lo rodean, incluyéndola? Esta es una muy seria “bandera roja”:
  • Proverbios 22:24-25: “No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos, 25 No sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma.”
Si no le agrada relacionarse con personas iracundas, ¿por qué aceptaría tener una relación de pacto con alguien así? Proverbios declara que si lo hace, tomará lazo para su alma. Y por favor, no espere que Ud. lo cambie, porque podrá convertirse en un facilitador que reciba toda su ira.
El abuso de una esposa por un hombre enojado no empieza coincidencialmente en quince años de matrimonio, debido a que cuenta con un amplio potencial desde mucho antes. El abuso no es sólo físico, puede ser también emocional. Un hombre puede pedirle disculpas una y otra vez, pero si ha abusado de Ud. sólo una vez, deje de verlo terminando con esa relación inmediatamente. No permanezca con él por compasión. Anímelo a que busque un hombre piadoso que lo pueda ayudar; pero Ud. debe alejarse rápidamente. Ud. no ha sido enviada por Dios para arreglar su vida ya que esta, es la obra del Espíritu Santo. Y si él no está dispuesto, Ud. no hará nada.
• Si él no madura
Nadie desea un marido que actúe como niño. Esas cualidades como de niño pequeño pueden parecer muy bonitas ahora, pero seguirán agravándose dentro del matrimonio. La inmadurez mata una relación. Si un hombre no es responsable con su tiempo, dinero y trabajo, ¿por qué creer que será responsable en su futura vida familiar? Si está más preocupado con los placeres mundanos que complacer a Dios en ser un hombre honorable y responsable, esta no es la clase de hombre que le señalará a su familia el crecer como Cristo. ¡Tenga cuidado con ese hombre egoísta!
La Biblia tiene un nombre para el hombre que tiene el síndrome de Peter Pan1: “perezoso/holgazán”. El libro de Proverbios lo menciona muchas veces:
  • Proverbios 6:9-11: “Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar por un poco las manos para reposo; 11 Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado.”
¿Cuál es la ética de este hombre en el trabajo? ¿Cuál es su ética en ayudar a otros? ¿Está contento de dejar que otros hagan su trabajo? ¿Le ayuda a Ud. cuando se encuentra en necesidad? Si él estaría dispuesto realmente a pasar un día divirtiéndose a estar ayudando a alguien en necesidad, esto es indicativo de dónde se encuentra su corazón.
También debería considerar las relaciones que tiene la persona que está viendo con otros. ¿Es insanamente dependiente de sus amigos o familia? ¿No ha tomado responsabilidad como adulto en sus gastos? Examine también la relación de él para con otras mujeres. Si flirtea demasiado o tiene amigas demasiado cercanas, especialmente antiguas novias, debe tomarlo con mucho cuidado. Si le ha parecido muy bonito la forma como él la coquetea también, esto sería un indicador de que a él, le “gusta jugar” —aunque lo vea como inofensivo hacia otras mujeres— ya que lo continuará haciendo después del matrimonio. Para entonces ya no será tan bonito.
• El hombre con el que está saliendo, ¿no le gusta ser enseñado?
El hombre que no está dispuesto a aceptar consejos, muestra que es orgulloso en vez de humilde: “Donde no hay dirección sabia, el pueblo cae; la seguridad está en los muchos consejeros.” (Pr 11:14).
Un hombre que busca consejos es un hombre que desea ser sabio. Como dijo Salomón, el hombre más sabio: “Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.” (Pr 8:11).
¿Cómo son sus amistades? ¿Tontas o sabias? ¿Ha aceptado consejos en su vida, no sólo de sus amigos sino también de hombres más viejos y más sabios? Un hombre que no acepta consejos y no enfrenta sus responsabilidades, es un hombre que no está listo para ser abierto con una futura esposa. Podrá parecer fuerte e independiente, pero en realidad, es orgulloso.
Debido a que con frecuencia, el “amor es ciego”, obtenga aportes y consejo de otras personas a su alrededor, lo que será de gran ayuda para notar lo negativo o positivo en una relación. Esté dispuesta a aceptar el consejo de ellos. Claro está, que todos estos puntos deberán ser presentados en oración al considerarlos para su vida. Si como mujeres estamos dispuestas a ser intachables en estas áreas, ¿por qué deberíamos esperar eso de los hombres?
Si Ud. en este artículo acaba de notar algunas “banderas rojas” como serias en su relación, busque consejo de personas sabias y de confianza en su comunidad cristiana. Pero recuerde: En última instancia la decisión es suya. Usted tendrá que estar casada con esa persona hasta que la muerte los separe y Ud. puede escoger si su matrimonio le ayudará a crecer sirviéndole a otro creyente o permitirá que caiga trayéndole lamentaciones. Escoja sabiamente y crea en la soberanía de Dios si ese hombre no ha llegado todavía. ¡No se lamentará!
Agradecemos al Ministerio de Apologética  e Investigación Cristiana [