Aimee Elizabeth Kennedy nació el 9 de Octubre de 1890 en una pequeña granja cerca de Ingersoll, Ontario, Canadá. Nació en un hogar cristiano, fue la hija única de James Kennedy, director del coro de la Iglesia Metodista local, y de Minnie Kennedy, directora de la Escuela Dominical del Ejército de Salvación. Desde muy pequeña dio muestras de un claro liderazgo entre sus compañeros de escuela, y a los 13 años ya se había convertido en una oradora muy popular de los diferentes eventos de la Iglesia y de la ciudad. Muchas personas venían de otros pueblos a escuchar a la “niñita con el don especial”.
En su adolescencia empezó a estudiar la teoría de Darwin, que ya se enseñaba en los cursos de secundaria, y comenzó a debatir con todos los Pastores y Evangelistas que venían a su Iglesia, sin que nadie pudiera vencerla en su argumentación. A pesar de sus aparentes victorias, Aimee se sentía triste porque llegó a la conclusión que la fe no tenía sentido y que la religión solo era un conjunto de costumbres y rituales. Entonces clamó al Señor: “Si hay un Dios, revélate a mí”.
Al día siguiente vio un cartel que anunciaba un servicio pentecostal llamado “Campaña del Espíritu Santo” a cargo del Evangelista irlandés Robert Semple. Por curiosidad asistió esa noche y durante el servicio de Avivamiento, el mensaje de arrepentimiento que compartía el Evangelista penetró profundamente en su corazón. Cuando el Evangelista empezó a predicar sobre el Bautismo del Espíritu Santo y oró en lenguas, Aimee se perturbó de tal manera que salió corriendo de la reunión.
Por tres días ella luchó con la convicción que el Espíritu Santo estaba grabando en su corazón, hasta no pudo más y levantó sus manos al cielo diciendo: “Señor, ten misericordia de mí que soy pecadora”. En ese momento fue consciente del poder de la sangre de Jesús, su carga fue inmediatamente quitada y la gloria del Señor llenó su corazón. Ella había nacido otra vez.
EL LLAMADO Y EL TIEMPO DIFÍCIL
Aimee siguió asistiendo a los servicios de Avivamiento y recibió el Bautismo del Espíritu Santo y comenzó a alabar y glorificar a Dios en otras lenguas. Ella describió este suceso así: "Cada momento podía sentirme más y más cerca en Su presencia… Soy solamente una muchacha de la escuela, vivo en una granja canadiense, pero me entrego completamente a Ti para que me uses".
Con el Bautismo del Espíritu Santo vinieron un amor y una compasión para las almas que derritieron su corazón con el anhelo de servir a Cristo. Ese deseo concordaba perfectamente con el trabajo evangelistico de Robert Semple, quien pocos meses después le pidió que se casara con él, a lo que ella respondió rápidamente "Sí."
En 1910, después de dos años de casados y antes que Aimee hubiera cumplido veinte años, ella y su esposo emprendieron un viaje misionero a China. Aimee viajó embarazada. Debido a kas condiciones insalubres que tuvieron que soportar durante el viaje y en el lugar en el que vivían, Robert y Aimee enfermaron de malaria. El estado de salud de Robert llegó a ser muy grave y murió tan solo tres meses después de llegar a China.
UNA NUEVA OPORTUNIDAD
Aimee regresó a los Estados Unidos cuando su hija Roberta cumplió 1 mes de nacida, y un año después se casó con Harold McPherson, un hombre de negocios, con el cual tuvo a su hijo Rolf. Ella intentó llevar una vida de hogar normal, pero el llamado al ministerio seguía vivo en su corazón y su salud se deterioró mucho durante los siguientes tres años. Finalmente fue deshauciada por los médicos pero ella oía la voz de Dios que le decía: “Haz obra de evangelista. ¿Irás?”. Aimee le respondió: “Sí Señor”, y sus dolores desaparecieron. Dos semanas después había recuperado sus fuerzas y estaba completamente sana.
Harold deseaba una esposa que atendiera los niños y la casa, pero ella sabía que tenía que cumplir su voto. Aimee se fue con sus hijos a la casa de sus padres en Toronto-Canadá, dejó los niños al cuidado de la abuela Minnie y dio inicio al Ministerio al que Dios la había llamado. Un tiempo después Harold intentó unirse al ministerio, pero no se pudo adaptar a los servicios itinerantes y a la falta de futuro que él veía en ese tipo de vida. Finalmente, Harold solicitó el divorcio, se volvió a casar y llevó la vida normal que él anhelaba.
Aimee realizaba los servicios de Avivamiento bajo una carpa, viajando de ciudad en ciudad por todos los Estados Unidos y el Señor convirtió las predicaciones en servicios de milagros. Las multitudes se congregaban donde estuviera Aimee, primero por la novedad de escuchar a una mujer predicadora que hablaba de Jesús en una forma muy tierna, y también porque veían la unción que fluía en su ministerio. La abuela Minnie se unió al ministerio y empezó a llevar los niños a los servicios de Avivamiento.
En 1918, Dios la llamó a predicar a la ciudad de Los Ángeles, que se convirtió en el sitio base de su ministerio evangelístico. Por varios años, ella continuó viajando hasta conseguir el dinero para la construcción del Angelus Temple, cuya dedicación se llevó a cabo el 1º de Enero de 1923. Este templo, con capacidad para 5.300 personas se llenaba totalmente en los tres servicios diarios, siete días a la semana (al principio Aimee predicaba en cada servicio). Tenía una torre de oración en la que había intercesores 24 horas al día, un coro de cien voces y una banda de música de 36 personas. En 1923 también abrió el Instituo Bíblico Faro del Evangelismo Cuadrangular Internacional para entrenar y enviar evangelistas a todo el mundo; y en 1927 fundó la Iglesia del Evangelio Cuadrangular Internacional (Jesús el Salvador, Jesús el Sanador, Jesús bautiza en el Espíritu Santo, y Jesús el Rey que viene), la cual es una de las ramas más distinguidas del Pentecostalismo, se ha extendido en todos los continentes y se mantiene fiel a su misión de evangelizar el mundo.
Aimee daba la bienvenida a todos en una época de terrible segregación en el sur de los Estados Unidos. Invitaba a todos a sus reuniones, predicaba en los barrios pobres de las ciudades, pasó por encima de las barreras raciales y en muchos de sus servicios se convertían hasta miembros del Klu Klux Klan. También ayudó a muchos de los ministerios hispános que comenzaron en Los Ángeles, y era muy especial con el pueblo gitano. Durante la Gran Depresión ayudó a más de un millón de personas empobrecidas en grado sumo.
TIEMPOS DE CRECIMIENTO
Mientras celebraba una reunión del Avivamiento en San Francisco en abril de 1922, Aimee sintió el llamado a ser la primera mujer que predicara en la radio. Compró una emisora de radio y fue la primera mujer en obtener una licencia de radio y fue autorizada para operar la estación KFSG. Esta es la más antigua estación cristiana del mundo. Su voz se volvió famosa alrededor en Los Angeles, en los Estados Unidos y por todo el mundo.
Era conocida dentro y fuera de la Iglesia. En cada ciudad asistían a sus servicios los líderes locales y los pastores de iglesias locales de cada denominación. El Angelus Temple participaba en los desfiles de las ciudades, e incluso rivalizó con Hollywood en cuanto a publicidad del ministerio. Esto atrajo multitudes de personas que de otra forma no hubieran entrado a una Iglesia a escuchar el mensaje de salvación.
Ella creyó que debía ulizar los medios masivos de comunicación, y aprovechar cada oportunidad para presentar el Evangelio a tanta gente como le fuera posible. Fue una mujer en un mundo dominado por los hombres pero nunca dejó que esto la detuviera, porque tenía la certeza que Dios la llamó a ganar almas para Él. Decía que el amor por las almas es un fuego que quema los huesos, y que mientras tuviera vida, la dedicaría a cumplir esta Gran Comisión.
Fue conocida cariñosamente como la hermana McPherson. Tenía muchos seguidores, pero también tenía detractores que suscitaban contiendas por la ropa que ella usaba para predicar, el maquillaje, las joyas, por su oratoria, y por sus entradas dramáticas y originales. Por ejemplo, en un sermón sobre Jonás hizo construir una ballena gigante; en otra ocasión cuando iba a celebrar un servicio de Avivamiento para los Policías de la ciudad, llegó vestida de policía y manejando una motocicleta de policía.
Aimee escribió numerosos libros, más de 180 canciones, siete óperas sagradas y trece dramas-oratorios. Su vida y su obra permanecen a través del tiempo, y los frutos de su ministerio dan fe de la poderosa unción del Espíritu Santo que reposó sobre ella (“Por sus frutos los conoceréis…” Mateo 7:16). Smith Wigglesworth dijo que la más grande unción del Espíritu Santo que él había sentido siempre había sido en las reuniones de Aimee Semple McPherson.
La hermana McPherson partió con el Señor, el 27 de septiembre de 1944, cuando se preparaba para la ceremonia de dedicación de una Iglesia en Oakland, California. A su funeral asistieron miles de personas. Los servicios conmemorativos fueron llevados a cabo en su cumpleaños, el 9 de octubre, en el Angelus Temple, y al cementerio solo alcanzaron a entrar 2000 personas aproximadamente (de las cuales 1700 eran Pastores que habían sido ordenados por ella).