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LOS PROFETAS HOY; ¿SON LOS MISMOS QUE EXISTÍAN ANTES DE CERRARSE EL CANON DE LA BIBLIA?

(Efesios 4: 10-12) “El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”

LOS PROFETAS HOY; ¿SON LOS MISMOS QUE EXISTÍAN ANTES DE CERRARSE EL CANON DE LA BIBLIA?

Índice del Tema

Introducción

Desde hace algún tiempo hasta esta parte, se están levantando personas que se autodenominan apóstoles y profetas. Muchos de ellos eran pastores, y otros no tenían ningún ministerio conocido o reconocido. No obstante, ahora reclaman tener autoridad; una autoridad jerárquica en muchos casos, que no podemos encontrarla en el Nuevo Testamento, y con ella, pretenden ser cabeza en distritos, ciudades, regiones, incluso en países y continentes, con la intención de derribar toda barrera denominacional al estar todas esas iglesias o congregaciones bajo su “manto apostólico y profético”, y establecer un Gobierno, es decir, una jerarquía, que más bien nos recuerda el proceder de la institución eclesial católica.
Y no es que actúan como lo hacía el apóstol Pablo, yendo a los lugares donde Cristo no había sido todavía predicado (Tito 1: 5), para no edificar en fundamento ajeno (Ro. 15: 20, 21), sino que su “ministerio” está dirigido a las iglesias y ministerios ya existentes.
Leemos en Efesios 2: 20-22, “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo…”,  
En esta escritura se menciona acerca de ser edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, no se está hablando de autoridad jerárquica eclesiástica, sino que se está refiriendo al crecimiento o madurez que el creyente obtiene cuando es edificado en la doctrina de los apóstoles y profetas; es decir en la doctrina de aquellos hombres que recibieron la inspiración, la revelación de la Palabra que es la Biblia, la Palabra de Dios (1). Aquel ministerio fue irrepetible, porque el canon bíblico está cerrado.
No obstante, el entendimiento de esos “modernos apóstoles y profetas” es muy distinto al escritural. Ellos, torcidamente aseguran que la porción de la Escritura que hemos leído tiene que ver con un supuesto Gobierno autócrata de la Iglesia de Jesucristo.
En este sentido, C. Peter Wagner, precursor a ultranza de la llamada Nueva Reforma Apostólica (New Apostolic Reformation), dijo públicamente en un medio televisivo hace unos pocos años: Creo que el Gobierno de la Iglesia está ya a punto de tomar lugar finalmentey esto es lo que la Escritura enseña en Efesios 2, que el fundamento de la iglesia son los apóstoles y profetas…” (2)
¿Cómo es que no dicen la verdad? ¿Es que no la conocen?
Estas declaraciones wagnerianas no son sino un insulto a la mente renovada por el Espíritu Santo.

C. Peter Wagner

C. Peter Wagner
Pero vayamos por partes. Primeramente, veamos el primero y mejor de los ejemplos acerca de qué es un profeta. Este es Jesús de Nazaret, nuestro Salvador y Señor.

1. Jesucristo, el profeta por antonomasia

Definiendo qué es un profeta, diremos que un profeta es aquel a quien Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los instruya. El principal de los apóstoles fue Jesucristo hombre, así también el principal de los profetas.
Pedro predicando a voz en cuello en Jerusalén poco después de aquel bendito Pentecostés, exclama diciendo: “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo” (Hechos 3: 22, 23) Pedro se estaba refiriendo a Jesús.
¿Qué hizo Jesús como profeta? Él fue quien vino del Padre para enseñarnos que Él mismo es el Camino al Padre. Jesucristo fue más que un profeta, Él cumplió en sí mismo la profecía.
Además de hablar de cuestiones que se tendrían que cumplir en el futuro (escatología), lo principal del Señor como ministerio profético fue la declaración de la verdad. Cristo vino a declararnos la verdad, y ese fue su principal mensaje profético. Esa verdad, que es Él mismo, nos hace libres (Jn. 8: 31, 32)
A lo largo y ancho del Antiguo Testamento vemos acerca de muchos profetas de Dios (también de falsos profetas). No obstante, llegó un momento en el cual la revelación se hizo total y completa. Cuando el ministerio profético de Jesucristo se puso en marcha, al llegar Él a este mundo y principiar su ministerio, culminándolo, estando Él ya ascendido en los cielos, dando a conocer su revelación por medio del apóstol Juan (libro de Apocalipsis, último libro de la Biblia)
Así pues, Dios habló a Su pueblo en el Antiguo Pacto a través de los profetas, y en el Nuevo Pacto lo hace a través de Su Hijo (Hebreos 1: 1, 2). Por lo tanto, el antiguo oficio de profeta quedó cesado por el Hijo, siendo el último de esos profetas Juan el Bautista (Lc. 16: 16). Cristo nos ha dado la Palabra, la cual está escrita y el canon cerrado. En ese sentido, no esperamos ya más revelación que compita con la Palabra escrita, o que se le pueda añadir a la misma.
En todo caso, en este tiempo actual, lo que puntualmente hable el Espíritu Santo por profecía, palabra de ciencia, etc. (1 Co. 12: 7-10) siempre irá de acorde a lo ya revelado en la Biblia y nunca emitirá doctrina contraria o discorde a la misma, o que cree confusión y división en el cuerpo de Cristo, ya que Dios jamás se contradice.
El falso G12
Un claro ejemplo de esto último es la lamentable Visión de los Doce (G12). Ese es un claro ejemplo de revelación extrabíblica, y antibíblica, que ha causado mucha confusión y división en las iglesias. Obviamente, nada que cree confusión y división en el cuerpo de Cristo puede venir de Dios, más aún, cuando dicha supuesta revelación, ni se encuentra en la Biblia, ni se puede encontrar, porque no es algo que Dios haya revelado.

“El falso G12”

“El falso G12”
El profeta antiguo ya no existe, pero su mensaje, sí
En cuanto a que decimos que el antiguo oficio de profeta quedó cesado, no estamos insinuando aquí de ninguna manera que el mensaje veterotestamentario ya no vale.  No habría Nuevo Pacto, si antes no hubiera existido uno Antiguo. Esto es claro.

2. Entendiendo mejor acerca de los oficios ya cesados

La Palabra es muy clara al respecto: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2: 20) La Iglesia de Jesucristo está edificada sobre la revelación bíblica, siendo la principal piedra angular, el mismo Jesucristo, y como edificio vivo de Dios (1 Pr. 2: 5), crecemos a modo de templo santo en el Señor (Ef. 2: 21).
En Efesios 2: 20, se nos dice que somos miembros de la familia de Dios: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas…”. Esos profetas del Nuevo Testamento (Hchs. 13:1) eran los hombres inspirados por Dios, que ayudaban a los apóstoles en su ministerio (Hchs.11:27, 28; 21: 10,11)
Seguidamente leemos en Efesios 4: 11 que Cristo: “…constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas…”En el contexto correcto, estos profetas mencionados, son los que Cristo, que es el Verbo de Dios, usó para trasmitir el Logos a Su pueblo, es decir, la Palabra escrita.
Entonces, podemos entender que los apóstoles y profetas citados por Pablo en este pasaje son los mismos que cita en Efesios 2: 20. Por lo tanto, son oficios que concluyeron, porque esas personas ya no están entre nosotros, ya que no existe una “sucesión apostólica”, aunque su legado, por llamarlo así, lo tenemos en nuestras manos.
Esos oficios como tales, cesaron, porque el canon bíblico está completo.
Por lo tanto, intentar “resucitar”, o como eufemísticamente dice Bill Hamon, “restaurar” (4) esos oficios, como pretenden estos “neo-reformistas apostólicos”, él entre ellos, es algo imposible e inaceptable; ¿es que necesitamos nueva doctrina? ¿es que requerimos de una segunda Biblia?
Según el orden de Ef. 2: 20, y Ef. 4: 11, los apóstoles, que eran los testigos de la vida de Cristo iban por delante de losprofetas.
Otro aspecto es que, a diferencia de la palabra apóstol, que es trascripción, y no traducción del griego al castellano, la palabra que se traduce por profeta es correcta traducción.

Bill Hamon

Bill Hamon

3. El ministerio profético neotestamentario y el actual

(Efesios 4: 11) “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”
Como venimos diciendo, el ministerio profético de la época de la revelación escritural, fue un hecho, y necesario para que los creyentes pudieran ser amonestados y edificados en la Palabra de Cristo que todavía no se había puesto toda ella por escrito.
En 1 Corintios 12: 27, 28, leemos también: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros…”
Si la revelación doctrinal, lo que llamamos la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo ya ha sido revelada y dada a los santos (Judas 3), ¿qué más poder esperar en este sentido, y para qué sirve el ministerio profético entonces, y a qué nivel se extendería?
Estas son preguntas importantes, y merecen respuesta.  
Los profetas, y los que profetizan, hoy
En 1 Corintios 14: 29ss. leemos: “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen”. Pablo nos habla de que hay profetas en la iglesia.  Es evidente que estos profetas no ejercen el oficio de aquellos hombres como Isaías, Ezequiel, Nahum o Sofonías, por poner algunos nombres, ni tampoco son aquellos otros como Bernabé, Niger, o Lucio de Cirene (Hchs. 13: 1) que fueron usados por el Espíritu Santo cuando el canon bíblico no estaba todavía cerrado.
Los profetas de las iglesias, como la de Corinto del tiempo de Pablo, profetizaban en las reuniones cristianas uno por uno, con el fin de que todos aprendieran y todos fueran exhortados (1 Co. 14: 29-32). Hoy en día es igual.
Además de eso, es la voluntad de Dios que todo cristiano profetice también (ver 1 Corintios 14: 1-3, aunque eso no le hace necesariamente ser un profeta, según 1 Co. 14: 29. Lo explicamos: una cosa es tener dones, otra tener ministerio. Dicho de otro modo. Dios podrá usar de manera distinta a un creyente respecto de los demás. A ese creyente le pudiera haber levantado con el ministerio profético, así como todos profetizan, sin tener un ministerio específico en ese sentido.
El profetizar significa transmitir un rhema de Dios, es decir, una palabra inspirada por el Espíritu Santo, que de ser así, siempre será de acorde a la Palabra escrita, o Logos. Un ejemplo, cuando el predicador de Dios predica, constantemente está profetizando, aún y cuando no se da ni cuenta.
Consolar, exhortar  y confirmar
Vemos que en Hechos 15: 32, se nos dice: “Y Judas y Silas, como ellos también eran profetasconsolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras”.
Por esa declaración vemos que la finalidad del ministerio profético neotestamentario, es la de consolar, exhortar, y confirmar a los hermanos. Esto sigue siendo así.
Por la lectura de ese pasaje del libro de los Hechos, vemos que esas acciones de Judas y Silas se enmarcaban en un contexto doctrinal concreto. Los nuevos creyentes de origen gentil fueron consolados a causa de lo declarado en aquel concilio en Jerusalén (Hchs. 15). Fueron liberados de imposiciones concernientes a la ley (Ro. 10: 4). 
Por lo tanto, el ministerio profético neotestamentario, tuvo por misión llevar a los creyentes a la verdad liberadora de Cristo, la cual ya nos ha sido revelada. Este fue el principal sentido de su existencia.
Allí donde sea necesario, el mismo ministerio procede hoy en día, pero siempre entendiendo que nada se puede ni debe añadir a la Palabra escrita.
Prediciendo hechos concretos
Dos de las pocas menciones que hace el libro de Hechos acerca de la acción de algún profeta en concreto es en relación al profeta Agabo: “En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio” (Hechos11: 27, 28) Como vemos aquí, el profeta en cuestión, dio a conocer un suceso que iba a ocurrir en un futuro inmediato.
Si nos damos cuenta, Agabo estaba por el Espíritu Santo hablando de un evento en lo natural, particular y puntual; nada que ver con asuntos de índole doctrinal o por el estilo.
¿Podemos esperar hoy en día un tipo de ministerio como el de Agabo?, Sí podemos, aunque también es cierto acerca del notable abuso que se está haciendo de él, sobre todo en los círculos carismáticos y neo-pentecostales. Por lo tanto deberemos ser muy cautos a la hora de creer o no esas profecías.
La profecía se sabe que es verdadera cuando se cumple, no antes. La profecía no es para conocer el futuro, sino para conocer que Dios ha hablado.
Prediciendo sobre individuos
En Hechos 21: 10, 11, la acción del mismo Agabo tiene tintes parecidos, aunque fue una profecía hacia una persona, concerniente a esa persona, en este caso el apóstol Pablo.
Por cierto, démonos cuenta que un “simple” profeta le da una profecía al “gran” apóstol San Pablo. ¿Cuántos de los grandes “súper apóstoles” de hoy en día estarían dispuestos a recibir una profecía de alguno de los Agabos que se sientan en las bancas del fondo de la iglesia?
Todos somos llamados a profetizar
Todos los creyentes verdaderos podemos y debemos profetizar (1 Co. 14: 1). En este sentido también, debemos declarar que creemos en la vigencia de los dones del Espíritu, dados por Éste “a cada uno en particular como Él quiere” (1 Co. 12: 11)
Todo esto, como vemos, nada tiene que ver con nuevas revelaciones de índole doctrinal, que compitan con la revelación bíblica, o la contradigan.
Básicamente, el verdadero ministerio profético, tanto en la época neotestamentaria, como en la actual, está encaminado a hacer resaltar la verdad ya revelada de Cristo, si es preciso, contendiendo ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos (Judas 3). Algunas reseñas escriturales al respecto las encontramos en: Hchs. 11: 27; 13: 1; 15: 32; 1 Co. 12: 28; 14: 29-32 (aunque este último se refiere a los santos profetizando).
Y por supuesto, también existen los falsos profetas: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo (1 Juan 4: 1). 
De esto último también hablaremos.
SOLI DEO GLORIA
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España
www.centrorey.org
Octubre 2013
Citas:
1. Artículo de Ervin de León, “El Movimiento apostólico y profético, ¿mito o realidad?”
2. C. Peter Wagner; CBN interview Enero 3, 2000.
3. Dr. Bill Hamon, en 700 Club CBN, 2005.

FIN

 

¿ESTABLECIENDO EL REINO? REINO AHORA

¿ESTABLECIENDO EL REINO?

“Estableciendo el reino” es una de las máximas que más se están escuchando desde hace relativamente no demasiados años a esta parte. Por “establecer el reino” quieren decir los pseudo maestros dominionistas, que los cristianos debemos ir tomando posicionamientos de poder en este mundo “en el nombre de Cristo”, consecuentemente “cristianizarlo”, y avanzar en esa dirección para que así el Señor Jesús pueda volver, ya que muchos de ellos creen que no volverá el Señor, hasta que este mundo esté lo suficientemente preparado para Él. Esto último constituye una terrible blasfemia, ya que supedita la obra soberana de Dios, cual es el retorno de Su Hijo, a la presunta obra y mérito de los hombres.
Este entendimiento, netamente postmilenial del “Reino Ahora” (Kingdom Now), se opone frontalmente a la revelación bíblica, y entra en clara contradicción con ella.  Fíjense: Los dominionistas (y muchos lo son aunque no lo sepan), está convencidos de que este mundo se rendirá a los pies de Cristo por la acción de la Iglesia, comandada por los tremendos nuevos “apóstoles” y “profetas” (a muchos les encanta llevar esos títulos). Pero, una vez supuestamente el mundo estuviera rendido a los pies de Cristo, ¿dónde queda el prometido juicio de Dios? ¿Es acaso Dios mentiroso, o no lo son más bien todos esos falsos maestros del “próspero dominionismo”? Y digo todo esto, porque la Biblia nos asegura que Dios va a juzgar con terrible severidad a este mundo, tal y como lo hizo con aquel mundo antiguo antediluviano, como lo hizo con Sodoma y Gomorra, o con los amorreos, y luego más tarde con los asirios, etc. etc.
La voluntad de Dios a la postre, es dar gloria a sus hijos, y destruir a los impíos.
El juicio viene, no el “avivamiento y la reforma mundiales”. Hermanos, no se dejen engañar por estos falsos profetas de hoy, como lo fueron aquellos del tiempo de Jeremías, al cual odiaban, por cierto.
Los cristianos no hemos sido convocados a establecer el reino visible de Dios en este mundo que va a ser destruido por fuego en su momento (2 Pr. 3: 12). Hemos sido convocados a llevar la palabra del Evangelio a toda criatura, pero no a cambiar al hombre. Sólo el Evangelio puede cambiar al hombre, pero sólo al que cree, y eso es don de Dios (Ef. 2:8).
¿Establecer el reino de Dios?, pongámonos de acuerdo con el Espíritu Santo para que Él lo siga haciendo en nuestras vidas, en todos aquellos que somos de Cristo, porque más allá de esto ya no está en nuestras manos.
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5: 19)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Julio 2013
www.centrorey.org

 

Efesios 2: 20 /Efesios 4: 11; y la controvertida “Nueva Reforma Apostólica”

Refutación del llamado “nuevo fundamento apostólico”

Índice del Tema

“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 11-22)

Añadiendo a la Palabra

1. Antecedentes

En este texto paulino podemos apreciar la obra excelsa de la cruz de Cristo, la reconciliación que Dios efectuó, no sólo con los judíos, sino también con el resto de la humanidad, los llamados gentiles.
De hecho, este texto va dirigido principalmente a los creyentes de origen gentil, con los cuales Pablo desarrollaba su ministerio apostólico.
A esos creyentes de Éfeso, gentiles en su mayoría, Pablo les recordaba su pasado de exclusión de Dios (v. 12), no como reproche, sino como realidad, y en ese mismo contexto, les anuncia que gracias al ministerio de Cristo y del derramamiento de su sangre, pudieron participar de los mismos privilegios que sus ahora hermanos, el Israel de Dios (ver Gl. 6: 16) “porque por medio de Él (Cristo) los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (v. 18)
Es en el contexto de la misericordia de Dios, por Su bondad, que la gentilidad que un día estaba alejada de la ciudadanía de Israel y era ajena a los pactos de la promesa, que estaba sin esperanza y sin Dios en el mundo, ahora, por la fe en Cristo y permaneciendo en esa bondad había sido hecha cercana a Dios por la sangre de Cristo (Ro. 11: 22; Ef. 2:12, 13)

La Cruz hizo la diferencia

“La Cruz hizo la diferencia entre la muerte y la vida eternas”
Un solo rebaño: La Iglesia
Todo ello a tal punto, que de los dos pueblos, es decir, del pueblo judío y del gentil (no judío) hizo un solo pueblo, y ese muro de separación existente e infranqueable, fue de repente derribado al suelo, cumpliéndose de ese modo las mismas palabras de Cristo:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”(Juan 10: 16)
Ese rebaño aludido por el Señor es la Iglesia; la Iglesia de Jesucristo. De ese modo, Él creó en sí mismo de los dos pueblos, un solo y nuevo hombre” (V. 15), porque “en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación(Gl. 6: 15); “porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Ef. 2: 18)

asamblea

La Iglesia es la asamblea formada por todos aquellos que hemos experimentado un verdadero nuevo nacimiento en Jesucristo (Jn. 3: 3)”
Decimos, pues, que mediante la cruz, Jesús de Nazaret reconcilió con Dios a ambas humanidades, y en esa cruz destruyó las enemistades y todo lo que ante Dios procedía a la separación entre unos y otros, causando la paz, y haciendo llevar este mensaje, el cual se llama el Evangelio o Buenas Nuevas hasta el último rincón de la tierra; tanto a los que estaban lejos, como a los que estaban cerca (Ef. 2: 16, 17)
Por tanto, los que un día éramos simplemente gentiles, y consiguientemente éramos extranjeros y ajenos a Dios, por haber creído en Aquél que dio su propia vida por nosotros, fuimos automáticamente cortados del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuimos injertados en el buen olivo, viniendo a ser participantes del pacto incondicional de Dios con Abraham y con su descendencia, fruto de Su promesa (Ef. 2: 19; Ro. 11: 24; Gl. 3: 18)
De este modo, fuimos constituidos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Ef. 2: 19), y todavía más…hemos sido:
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2: 20)

2. Edificados sobre “el fundamento de los apóstoles y profetas”

Hasta aquí quería yo llegar, estimados lectores. Me he permitido hacer esta breve exposición del texto aludido de Efesios, para mejor entender el contexto de lo que vamos a ver a continuación, más en detalle.
Permítanme antes de proseguir, advertirles que sigue vigente aquello de que “un texto fuera de contexto, es un pretexto para hacer otro texto”. Y ya les adelanto que ese “otro texto” es el que nos presentan desde hace unos pocos años, los exponentes de la llamada Nueva Reforma Apostólica, y a la cabeza de ellos, entre otros, el propio C. Peter Wagner.
Veremos lo que enseña al respecto este hombre que se presenta ante todos, no sólo como maestro de la Palabra, sino además como apóstol, y veremos lo que en realidad la Palabra de Dios nos dice.
Por el sentido de lo que hemos estado exegéticamente analizando, tanto los verdaderos creyentes de origen judío, como los de origen gentil, en Cristo constituimos un solo pueblo, al que el mismo Jesús llamó: la Iglesia (Mt. 16: 18), es decir, la asamblea exclusivamente constituida por todos los miembros renacidos en Cristo (Jn. 3: 3).
Este pueblo o asamblea apartado para Dios en Cristo Jesús, la Palabra en Efesios refiriéndose a los creyentes de origen gentil (como somos la muy inmensa generalidad), hemos sido edificados sobre un fundamento muy preciso.
En el griego la palabra que se traduce como “edificados”, es “epoikodomezéntes”, del verbo “epoikodomeo”, que significa, “construir encima”, “construir sobre”, “edificar o modelar espiritualmente”. Así pues, la Biblia nos enseña sin ningún lugar a dudas, que los creyentes, lo somos porque nuestra fe está basada, o construida, o edificada, sobre un fundamento muy concreto; el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo lo llamó “el fundamento de los apóstoles y profetas” (V. 20).

Peter Wagner

“C. Peter Wagner”
Añadiendo al fundamento de los apóstoles y profetas
Llegados a este punto, y antes de proseguir con el análisis exegético de esta porción de la Escritura, veamos lo que C. Peter Wagner enseña refiriéndose a Ef. 2: 20:
“Los cimientos de la iglesia a través de los años deben ser los apóstoles y profetas…Si la iglesia tiene a Jesús pero no tiene apóstoles y profetas, es posible que no cumpla con todas las expectativas que Dios tiene para ella” (1) (énfasis nuestro)
Nos quedamos asombrados de la declaración de este llamado maestro de la Biblia… ¿Cómo puede la Iglesia tener a Jesús, pero no tener apóstoles y profetas para no llegar a cumplir las expectativas de Dios? Si la Iglesia tiene a Jesús, es porque tiene la doctrina de Jesús, es decir, la doctrina apostólica…o… ¿a qué apóstoles y profetas se está realmente refiriendo Wagner?Este es el quid de la cuestión.
¡Qué astutamente llegan a torcer el sentido de la Escritura en beneficio de sus espurios argumentos!
Indiscutiblemente, así Wagner como cientos más, cuando mencionan Efesios 2: 20, no tienen en sus mentes lo que concreta y cabalmente enseña la Escritura, sino su propia e interesada versión de la misma.
¿Jesús no es el cimiento, y sí lo son los actuales apóstoles y profetas?
Siempre en el contexto de Efesios 2: 20, cuando Wagner menciona diciendo que “los cimientos de la iglesia a través de los años deben ser los apóstoles y profetas”, unas líneas justo atrás escribe lo siguiente:
“Un himno muy conocido afirma: “La base de la Iglesia es Jesucristo, su Señor…”. En un sentido teológico general esto es así, porque no habría iglesia alguna sin la persona y la obra de Jesucristo. Sin embargo, en lo que se refiere al crecimiento y desarrollo de la iglesia después de su ascensión, Jesús prefiere ser reconocido, no como los cimientos, sino como la piedra angular. Los cimientos de la iglesia a través de los años deben ser los apóstoles y profetas”  (2) (énfasis nuestro)
¿Dónde en la Palabra encontramos la afirmación de Wagner, de que Jesús prefiere ser reconocido, no como los cimientos (o fundamento) sino sólo como la piedra angular, como excluyendo una cosa en supuesto beneficio de la otra?... En ninguna parte.
Enfáticamente, la Biblia nos dice que Jesús de Nazaret es tanto el fundamento de la Iglesia como la piedra angular, y ningún precepto excluye al otro. Veámoslo:
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3: 11)
“Para vosotros, pues, los que creéis, él (Jesús) es precioso; pero para los que no creen,
  la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo” (1 Pedro 2: 7)
Jesucristo es tanto el fundamento como la piedra angular que sostiene todo el edificio que es la Iglesia. Punto.
El cimiento es Cristo (1 Co. 3: 11), así como el fundamento de los apóstoles y profetas también lo es (Ef. 2: 20)… ¡de hecho es lo mismo! Es la doctrina apostólica.
La misma Palabra dice que la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, es columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3: 15), ¿por qué? Porque está basada en la Palabra de Cristo, la cual es la Biblia, la cual es, expresado de otro modo: el fundamento de los apóstoles y profetas: ¡Sola Scriptura!

La Biblia es la Verdad

“La Biblia es el fundamento de los apóstoles y profetas”
De esta manera, todo el edificio que es la Iglesia, bien coordinado, va creciendo (Ef. 2: 21); no solamente el Israel de Dios (Gl. 6: 16), sino también nosotros, los de procedencia gentil, somos “juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Ef. 2: 22)
De nuevo, ¿por qué ese enconado énfasis de Wagner en los apóstoles y profetas, como “cimientos de la iglesia a través de los años”? (3). Pues porque para él y para algunos cientos más de infiltrados en la verdadera Iglesia, esos apóstoles y profetas son los hombres y mujeres que se atribuyen el serlo hoy en día, y que serían cimiento de la iglesia. ¡Craso y funesto error!
Pero Wagner mismo así lo asegura:
“Una iglesia sin apóstoles y profetas activos, es una iglesia con un fundamento incompleto” (4) (énfasis nuestro)
Nótese que no está hablando del ministerio apostólico común, como el que fue en su día el de Bernabé, o el de Junias, Silas, etc. y en este tiempo el que se refiere a las personas comisionadas a llevar el Evangelio allí donde no ha sido predicado todavía, sino que está hablando de la cuestión fundamental fundacional. Está hablando del “fundamento de los apóstoles y profetas” de Efesios 2: 20.
Si no es suficiente con esto, lean lo que descaradamente dice en ese mismo libro, refiriéndose a los apóstoles y profetas de Efesios 2: 20:
“Los apóstoles y los profetas no son personajes con una actuación especial histórica de dos mil años o más en el pasado.Son una realidad actual. Es de extrema importancia establecer de entrada este principio bíblico en nuestras mentes” (5) (énfasis nuestro)
¡Qué barbaridad! ¡En absoluto eso es un principio bíblico, y menos todavía lo hemos de establecer en nuestras mentes!
Así que según Wagner, es lo que los “nuevos apóstoles y profetas” han de decir, lo que ha de ser el fundamento de fe de los creyentes de hoy en día…por lo tanto, está diciendo que hoy por hoy se sigue requiriendo de nueva doctrina, la que llama “doctrina de los nuevos apóstoles”, cuando la misma Biblia nos asegura que el canon ya está cerrado, y que nada se puede añadir a la revelación una vez dada a los santos una vez y para siempre (Jud. 3).
Pero Wagner insiste:
“El fundamento de la Iglesia está en los apóstoles y profetas” (6)
Pero como venimos diciendo, esto no es lo que la Biblia dice en Efesios 2: 20, sino que dice que somos “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas”, el fundamento no son los hombres, sino que es el dicho divino de aquellos hombres escogidos por Dios, antes que el canon se cerrara.
John MacArthur refiriéndose a los hombres a los que se les reveló la Escritura, acertadamente escribe en su comentario bíblico:
“…el fundamento no era la persona y obra de ellos mismos, sino la enseñanza que por revelación divina impartieron con autoridad de lo Alto, y las palabras de Dios que hablaron a la Iglesia antes de que se completara el Nuevo Testamento(énfasis nuestro)
¡Menos todavía podemos pensar que el fundamento de la Iglesia reside en los así llamados apóstoles y profetas que pululan por doquier hoy en día!
Para ellos la Biblia nunca es suficiente
La realidad es que Wagner (y cientos más), no creen que el canon haya sido completado, y que toda la revelación de Dios a Su Iglesia haya sido dada, lo cual llamamos la Biblia. Wagner dice otra cosa. El cree que todavía nos es necesaria más revelación, la cual necesariamente habría de venir por parte de los “apóstoles y profetas” de su Nueva Reforma Apostólica que él defiende a capa y espada. Dice así:
“…cuando algunos leen esto [se refiere a Efesios 2: 20], suponen que los apóstoles y profetas debieron iniciar la Iglesia en el siglo primero, y que cuando se cumplió esa tarea y se cerró el canon bíblico, ya no hubo más necesidad de apóstoles y profetas en la Iglesia” (7) (énfasis nuestro)
¡No lo suponemos Wagner, sabemos que en cuanto al fundamento de los apóstoles y profetas, el asunto hace ya unos 2.000 años que está cumplido!
Para apoyar esa hipótesis suya, en cuanto a que es necesario más ministerio fundacional apostólico y profético, Wagner apela a Efesios 4: 8, 11. Escribe así a renglón seguido de lo anterior:
“Sin embargo, les haría bien informarse que el mismo libro de Efesios continúa diciendo que aún necesitamos apóstoles y profetas. Dice que cuando Jesús ascendió al cielo, “dio dones a los hombres” (Efesios 4: 8) ¿Cuáles fueron esos dones?: Él mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros profetas; a otros evangelistas; y a otros, pastores y maestros” (V. 11) (8)
Sacar el texto del contexto es muy común, además de obvio, en todos aquellos que se escudan en la Biblia para defender lo indefendible. Tal es el caso muchas veces de Wagner (y de cientos más, infiltrados en la Iglesia).
Definitivamente, el libro de Efesios NO dice que necesitamos del concurso de supuestos nuevos apóstoles y profetas fundacionales. Wagner deliberadamente confunde un tipo de apóstol, el “apóstol de Jesucristo” (que es el fundacional, y que ya cesó), con otro, el del misionero.

Panfleto

“Panfleto promocional del “Congreso Internacional de Jóvenes Hechos 29”, de la iglesia de Cash Luna. Nótese el título: “Hechos 29”, capítulo inexistente en la Biblia que viene a decir, que se sigue escribiendo lo que quedó supuestamente interrumpido en Hechos cap. 28, último capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles”
En cuanto a lo que dice que Jesús ascendió al cielo y, “dio dones a los hombres” (Efesios 4: 8) refiriéndose a los diferentes ministerios de 4: 11, esto es parcialmente descontextualizar el texto.
Fíjense que en el versículo anterior encontramos que se nos dice que a cada uno de los creyentes nos ha sido concedida la gracia, conforme a la medida del don de Cristo (v. 7). La Palabra aquí nos está hablando de que como miembros del Cuerpo (v. 4), cada uno tenemos diferentes dones por Su gracia en Cristo, porque Él tiene la autoridad para hacerlo así (vrs. 9, 10)
Por un lado la Palabra al respecto nos habla de que Él dio “dones”, y por otro nos habla de que constituyó “ministerios”. Aunque es evidente que los ministerios son también dones de Dios, no podemos – como hace Wagner – exclusivizar esos dones como sólo esos ministerios. Esto es utilizar el texto de una manera interesada. 
Refiriéndose a Efesios 4: 8, escribe MacArthur:
“Tras la ascensión de Cristo, vinieron todos los dones espirituales investidos de poder por el Espíritu Santo quien fue enviado tras Su partida”
Efectivamente, según el contexto, esos dones aludidos fueron (y son) impartidos por el Espíritu Santo (ver 1 Co. 12: 8-10). Mayormente, los dones del versículo 8 son los del Espíritu.

Organigrama

“Organigrama del llamado “Global Apostolic Network”. En él está el “Wagner Leadership Institute”
Los apóstoles de Jesucristo, y los misioneros
Por otra parte, y no menos importante, lo que dice Efesios 2: 20 es lo que dice, y no permite ninguna añadidura: El fundamento de nuestra fe es la Biblia, y esta es “el fundamento de los apóstoles y profetas; esto es, todo el consejo de Dios” (Hchs. 20: 27), y en él estamos basados.
Prolongar o extrapolar más allá lo declarado en Efesios 2: 20 como hace Wagner es absolutamente inviable, ya que está fuera del contexto. Dicho sin ambages, nada tiene que ver el fundamento apostólico de Efesios 2: 20 (doctrina apostólica), con el ministerio apostólico y profético post neotestamentario.
Una cosa son los denominados “apóstoles de Jesucristo”, es decir, los doce y Pablo (Hchs. 1: 21ss; 1 Co. 1: 1), y otra muy diferente es el resto de apóstoles (o enviados) que comúnmente operaron en el pasado y operan en la actualidad. Estos últimos son los típicos misioneros, plantadores de iglesias, y predicadores del Evangelio entre las gentes que jamás han realmente oído, que levantan obra allí donde no ha habido ninguna previamente. Estos son los verdaderos nuevos apóstoles.
Los apóstoles de Efesios 4: 11, aun y pudiendo referirse en parte a los trece (no doce) de Jesucristo, usados – sobre todo como lo fue Pablo – en cuanto a revelación neotestamentaria, definitivamente nos habla de los misioneros que llevan el Evangelio allí donde Cristo no ha sido predicado.
Estos últimos, fueron (y son) constituidos por Cristo, junto con el resto de los ministerios descritos “para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (V. 12), y no tienen ningún atisbo de jerarquía, puesto que todos somos hermanos:
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos (Mt. 23: 8)
Por tanto, no son ningún fundamento, ni constituyen el fundamento, sino que son obreros, y están para ayudar a los santos a trabajar en el ministerio – es decir, en el servicio – para el común y extensivo desarrollo del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (Ef. 4: 11, 12). Nada más.
¿Evangelistas, pastores y maestros, sí, pero apóstoles y profetas, no?
Pero Wagner todavía va más lejos. Escribe así en su libro “Apóstoles de la ciudad”:
“Por regla general nos hemos sentido a gusto con evangelistas, pastores y maestros en nuestras iglesias. Pero algunos han tenido graves dificultades con los apóstoles y profetas. Hay, sin embargo, poca justificación para trazar una línea exegética imaginaria entre los dos primeros oficios y los últimos tres en el mismo versículo. Los apóstoles y profetas pertenecen allí, pero ¿por cuánto tiempo?...” (9)
Según hemos estado viendo hasta aquí, creo que es claro el sentido de Ef. 2: 20, y de Ef. 4: 11, a diferencia de lo que apunta Wagner. Personalmente me encuentro tan a gusto con los pastores, evangelistas, maestros, así como con los apóstoles y con los profetas, porque así como yo, miles más entendemos el sentido de Efesios 4: 11.
Dejamos de una vez claro que esos apóstoles aludidos, son los enviados a la misión, conforme a Romanos 15: 20; 2 Corintios 8: 23. Y los profetas, no contando con los que fueron necesarios antes de tener toda la revelación final, son los que conforme a 1 Corintios 14: 29 desarrollan su ministerio, no trayendo “nueva revelación”, sino que a modo de Judas y Silas, consuelan y confirman a los hermanos (Hchs. 15: 32). Estos últimos nada tienen que ver con el “fundamento de los apóstoles y profetas” de Efesios 2: 20.
Por otra parte, otra cosa es profetizar, a lo cual todo creyente es llamado (ver 1 Co. 14: 1-3).
¿La unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, depende de aceptar o no a los apóstoles wagnerianos?
Aun y así, todavía Wagner va más lejos, cuando sigue escribiendo a renglón seguido:
“De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo” (V. 12). No conozco a alguien que pueda decir que la iglesia, según la conocemos, haya alcanzado este nivel de unidad y perfección. Por lo tanto, parece que aún necesitamos apóstoles y profetas”  (10) (énfasis nuestro)
Es grave y tremendamente oportunista esta declaración de Wagner. Según nos viene a decir, la Iglesia está fallando porque la misma Iglesia no reconoce a esos supuestos apóstoles y profetas “neo reformados” o wagnerianos. Por otra parte, inconsecuentemente nos vendría a decir que el Espíritu Santo está siendo flojo al estar supeditado al arbitrio de ese sector eclesial inmovilista que se opone a esos santos hombres que no son suficientemente acogidos y reconocidos (¡gracias a Dios!).

Wes Richards

“La implicación del G12 en el “nuevo movimiento apostólico”, es una realidad indiscutible. Aquí aparece Wes Richards, uno de los hombres fuertes del G12 en el Reino Unido, que se presenta también como apóstol”
Por otra parte, no sé – porque no lo dice – que versión de la Biblia usa Wagner, pero realmente difiere bastante, este versículo doce, del original griego en muchos aspectos, uno de ellos es cuando traduce “una humanidad perfecta”, cuando el griego original nos habla de un “varón maduro”…Nada que ver.
Wagner parece no darse cuenta que el único que puede realmente discernir el estado de la verdadera Iglesia, no es hombre alguno, sino sólo el mismo que la levantó y dio su vida por ella:
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos…” (2 Timoteo 2: 19)
La unidad de la Iglesia es la unidad, no humana, sino la del Espíritu Santo (Ef. 4: 4), y es llamada la unidad de la fe; y desde luego que esta enseñanza espuria donde las haya de la pluma de C. Peter Wagner no ayuda en absoluto a la misma, sino que es más bien, piedra de tropiezo.
De ahí que hoy en día se levanten hombres y mujeres que exigen a los demás un reconocimiento especial. Exigen que se les acepte y se les trate como a agentes de Dios que están por encima de la media de los creyentes. Exigen una utópica, y a todas luces imposible ante Dios, jerarquía y mando, que hubiera hecho que Pablo se les enfrentara a voz en cuello, como por mucho menos hizo con aquellos falsos apóstoles de 2 de Corintios.
¿No está el gobierno de Dios, si no están suficientemente reconocidos los apóstoles de Wagner?
Tan osado se muestra Wagner, que llega exclamar:
Este es el punto esencial: si a los apóstoles de la ciudad no se les reconoce ni se les confiere el poder de dirigir, para el que Dios los ha ungido, el gobierno divino de la ciudad no estará en su lugar adecuado (11) (énfasis nuestro)
¡Fíjense! ¿El gobierno de Dios no está si no se reconocen a esos supuestos apóstoles? ¿El gobierno de Dios depende de hombres, o de que se les acepte o no? ¿Quién gobierna, el Espíritu Santo, o esos supuestos ungidos – a todas luces, falsos ungidos (Mt. 24: 24)?
Me pregunto, ¿Realmente Wagner cree todo esto que dice? Personalmente creo que no, ya que hasta un niño puede entender lo que la Biblia tan claramente enseña al respecto.
Pero no solamente Wagner habla así. El supuesto apóstol Guillermo Maldonado (por poner un ejemplo de entre los hispanos), dice esto:
“Dios nos ha llamado a nosotros, los apóstoles, para que traigamos toda esta reforma a cabo, implantándola dentro de la Iglesia; la reforma es poderosa porque trae el Avivamientola reforma es lo que trae el orden en las cosas...para poder estar en el filo cortante de lo que Dios está haciendo hoy, tenemos que pegarnos a los apóstoles, porque los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del Espíritu de Dios” (12) (énfasis nuestro)

Guillermo Maldonado

“El llamado apóstol Guillermo Maldonado”
Maldonado, como más finamente apunta Wagner, en realidad está levantando (sólo en su imaginación) un sacerdocio por encima del sacerdocio universal del creyente (1 Pr. 2: 9), porque hace que el creyente común requiera ineludiblemente de esos hombres, ya que según ellos: “los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del Espíritu de Dios”. Esto hace que haya una casta especial de iluminados, muy por encima de los demás creyentes, y que a su vez a estos últimos no les sea suficiente su vinculación personal con el Espíritu Santo, contradiciendo abiertamente 1 Juan 2: 20; (“Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas”), sino que deban depender de terceros.
En definitiva, no es más que una nueva versión del catolicismo romano.
Bajo el báculo jesuita
Resueltamente creen (o dicen creer) que para reestablecer el reino de Dios en la tierra es necesario el concurso de esa nueva jerarquía de apóstoles sobre la Iglesia, y eso no difiere en absoluto del planteamiento católico más reaccionario. Como botón de muestra, vean lo siguiente. En el libro de Georges Viance, “La Federación Nacional Católica, en su prólogo, escrito por R.P. Janvier, se lee así:
“Sagrado Corazón de Jesús: Los líderes y representantes de los católicos franceses, postrados ante ti, han reunido y organizado la Federación Católica Nacional para reestablecer tu reino en esta tierra…” (13)
Este párrafo que hemos leído de ese libro de inspiración jesuita (14), es un claro indicio para el que tiene ojos para ver, en el sentido de entender también la trama y trampa que se ha cernido sobre lo que comúnmente llamamos iglesia evangélica, llevada a cabo entre otros, por esos falsos apóstoles y profetas fundacionales, los cuales se mueven en similares parámetros.
Ineludiblemente se percibe el respaldo jesuita y anexos en toda esta “Nueva Reforma Apostólica” que no es más que el intento de tener a la iglesia bajo el control de unos pocos, y llevarla muy lejos del puro Evangelio. No podemos dejar de vislumbrar la oscura sombra del Vaticano detrás de todo esto, en su esfuerzo de “atraer” a todos a hacia la unidad de los cristianos – o más bien – el control hacia los cristianos.
Último consejo
Por todo ello decimos: ¡Pueblo santo, cesa de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría! (Prov. 19: 27)
Dios les bendiga.
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Diciembre 2008
www.centrorey.org

Anotaciones:
  1. 1. C. Peter Wagner, “Apóstoles en la Iglesia de Hoy”, pág. 9
  2. 2. Ibidem, págs. 8, 9
  3. 3. Ibidem, pág. 9
  4. 4. C. Peter Wagner, “Apóstoles de la ciudad”, pág. 20
  5. 5. Ibidem, pág. 59
  6. 6. Ibidem, pág. 19
  7. 7. Ibidem, pág. 19
  8. 8. Ibidem , págs. 18, 19
  9. 9. Ibidem, pág. 20
  10. 10. Ibidem
  11. 11. Ibidem, pág. 59
  12. 12. Apóstol Guillermo Maldonado; Conf. Apost. 2006, Santo Domingo – Rep. Dom.
  13. 13. Georges Viance, “La Federation nationale catholique”; el prólogo escrito por R.P. Janvier, pág. 186. Paris, 1930)
  14. 14. Edmond Paris, La Historia Secreta de los Jesuitas, pág. 167.

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LOS PROFETAS HOY; ¿SON LOS MISMOS QUE EXISTÍAN ANTES DE CERRARSE EL CANON DE LA BIBLIA?

(Efesios 4: 10-12) “El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”

LOS PROFETAS HOY; ¿SON LOS MISMOS QUE EXISTÍAN ANTES DE CERRARSE EL CANON DE LA BIBLIA?

Índice del Tema

Introducción

Desde hace algún tiempo hasta esta parte, se están levantando personas que se autodenominan apóstoles y profetas. Muchos de ellos eran pastores, y otros no tenían ningún ministerio conocido o reconocido. No obstante, ahora reclaman tener autoridad; una autoridad jerárquica en muchos casos, que no podemos encontrarla en el Nuevo Testamento, y con ella, pretenden ser cabeza en distritos, ciudades, regiones, incluso en países y continentes, con la intención de derribar toda barrera denominacional al estar todas esas iglesias o congregaciones bajo su “manto apostólico y profético”, y establecer un Gobierno, es decir, una jerarquía, que más bien nos recuerda el proceder de la institución eclesial católica.
Y no es que actúan como lo hacía el apóstol Pablo, yendo a los lugares donde Cristo no había sido todavía predicado (Tito 1: 5), para no edificar en fundamento ajeno (Ro. 15: 20, 21), sino que su “ministerio” está dirigido a las iglesias y ministerios ya existentes.
Leemos en Efesios 2: 20-22, “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,  edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo…”,  
En esta escritura se menciona acerca de ser edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, no se está hablando de autoridad jerárquica eclesiástica, sino que se está refiriendo al crecimiento o madurez que el creyente obtiene cuando es edificado en la doctrina de los apóstoles y profetas; es decir en la doctrina de aquellos hombres que recibieron la inspiración, la revelación de la Palabra que es la Biblia, la Palabra de Dios (1). Aquel ministerio fue irrepetible, porque el canon bíblico está cerrado.
No obstante, el entendimiento de esos “modernos apóstoles y profetas” es muy distinto al escritural. Ellos, torcidamente aseguran que la porción de la Escritura que hemos leído tiene que ver con un supuesto Gobierno autócrata de la Iglesia de Jesucristo.
En este sentido, C. Peter Wagner, precursor a ultranza de la llamada Nueva Reforma Apostólica (New Apostolic Reformation), dijo públicamente en un medio televisivo hace unos pocos años: Creo que el Gobierno de la Iglesia está ya a punto de tomar lugar finalmentey esto es lo que la Escritura enseña en Efesios 2, que el fundamento de la iglesia son los apóstoles y profetas…” (2)
¿Cómo es que no dicen la verdad? ¿Es que no la conocen?
Estas declaraciones wagnerianas no son sino un insulto a la mente renovada por el Espíritu Santo.

C. Peter Wagner

C. Peter Wagner
Pero vayamos por partes. Primeramente, veamos el primero y mejor de los ejemplos acerca de qué es un profeta. Este es Jesús de Nazaret, nuestro Salvador y Señor.

1. Jesucristo, el profeta por antonomasia

Definiendo qué es un profeta, diremos que un profeta es aquel a quien Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los instruya. El principal de los apóstoles fue Jesucristo hombre, así también el principal de los profetas.
Pedro predicando a voz en cuello en Jerusalén poco después de aquel bendito Pentecostés, exclama diciendo: “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo” (Hechos 3: 22, 23) Pedro se estaba refiriendo a Jesús.
¿Qué hizo Jesús como profeta? Él fue quien vino del Padre para enseñarnos que Él mismo es el Camino al Padre. Jesucristo fue más que un profeta, Él cumplió en sí mismo la profecía.
Además de hablar de cuestiones que se tendrían que cumplir en el futuro (escatología), lo principal del Señor como ministerio profético fue la declaración de la verdad. Cristo vino a declararnos la verdad, y ese fue su principal mensaje profético. Esa verdad, que es Él mismo, nos hace libres (Jn. 8: 31, 32)
A lo largo y ancho del Antiguo Testamento vemos acerca de muchos profetas de Dios (también de falsos profetas). No obstante, llegó un momento en el cual la revelación se hizo total y completa. Cuando el ministerio profético de Jesucristo se puso en marcha, al llegar Él a este mundo y principiar su ministerio, culminándolo, estando Él ya ascendido en los cielos, dando a conocer su revelación por medio del apóstol Juan (libro de Apocalipsis, último libro de la Biblia)
Así pues, Dios habló a Su pueblo en el Antiguo Pacto a través de los profetas, y en el Nuevo Pacto lo hace a través de Su Hijo (Hebreos 1: 1, 2). Por lo tanto, el antiguo oficio de profeta quedó cesado por el Hijo, siendo el último de esos profetas Juan el Bautista (Lc. 16: 16). Cristo nos ha dado la Palabra, la cual está escrita y el canon cerrado. En ese sentido, no esperamos ya más revelación que compita con la Palabra escrita, o que se le pueda añadir a la misma.
En todo caso, en este tiempo actual, lo que puntualmente hable el Espíritu Santo por profecía, palabra de ciencia, etc. (1 Co. 12: 7-10) siempre irá de acorde a lo ya revelado en la Biblia y nunca emitirá doctrina contraria o discorde a la misma, o que cree confusión y división en el cuerpo de Cristo, ya que Dios jamás se contradice.
El falso G12
Un claro ejemplo de esto último es la lamentable Visión de los Doce (G12). Ese es un claro ejemplo de revelación extrabíblica, y antibíblica, que ha causado mucha confusión y división en las iglesias. Obviamente, nada que cree confusión y división en el cuerpo de Cristo puede venir de Dios, más aún, cuando dicha supuesta revelación, ni se encuentra en la Biblia, ni se puede encontrar, porque no es algo que Dios haya revelado.

“El falso G12”

“El falso G12”
El profeta antiguo ya no existe, pero su mensaje, sí
En cuanto a que decimos que el antiguo oficio de profeta quedó cesado, no estamos insinuando aquí de ninguna manera que el mensaje veterotestamentario ya no vale.  No habría Nuevo Pacto, si antes no hubiera existido uno Antiguo. Esto es claro.

2. Entendiendo mejor acerca de los oficios ya cesados

La Palabra es muy clara al respecto: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2: 20) La Iglesia de Jesucristo está edificada sobre la revelación bíblica, siendo la principal piedra angular, el mismo Jesucristo, y como edificio vivo de Dios (1 Pr. 2: 5), crecemos a modo de templo santo en el Señor (Ef. 2: 21).
En Efesios 2: 20, se nos dice que somos miembros de la familia de Dios: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas…”. Esos profetas del Nuevo Testamento (Hchs. 13:1) eran los hombres inspirados por Dios, que ayudaban a los apóstoles en su ministerio (Hchs.11:27, 28; 21: 10,11)
Seguidamente leemos en Efesios 4: 11 que Cristo: “…constituyó a unos, apóstoles, a otros, profetas…”En el contexto correcto, estos profetas mencionados, son los que Cristo, que es el Verbo de Dios, usó para trasmitir el Logos a Su pueblo, es decir, la Palabra escrita.
Entonces, podemos entender que los apóstoles y profetas citados por Pablo en este pasaje son los mismos que cita en Efesios 2: 20. Por lo tanto, son oficios que concluyeron, porque esas personas ya no están entre nosotros, ya que no existe una “sucesión apostólica”, aunque su legado, por llamarlo así, lo tenemos en nuestras manos.
Esos oficios como tales, cesaron, porque el canon bíblico está completo.
Por lo tanto, intentar “resucitar”, o como eufemísticamente dice Bill Hamon, “restaurar” (4) esos oficios, como pretenden estos “neo-reformistas apostólicos”, él entre ellos, es algo imposible e inaceptable; ¿es que necesitamos nueva doctrina? ¿es que requerimos de una segunda Biblia?
Según el orden de Ef. 2: 20, y Ef. 4: 11, los apóstoles, que eran los testigos de la vida de Cristo iban por delante de losprofetas.
Otro aspecto es que, a diferencia de la palabra apóstol, que es trascripción, y no traducción del griego al castellano, la palabra que se traduce por profeta es correcta traducción.

Bill Hamon

Bill Hamon

3. El ministerio profético neotestamentario y el actual

(Efesios 4: 11) “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”
Como venimos diciendo, el ministerio profético de la época de la revelación escritural, fue un hecho, y necesario para que los creyentes pudieran ser amonestados y edificados en la Palabra de Cristo que todavía no se había puesto toda ella por escrito.
En 1 Corintios 12: 27, 28, leemos también: “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros…”
Si la revelación doctrinal, lo que llamamos la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo ya ha sido revelada y dada a los santos (Judas 3), ¿qué más poder esperar en este sentido, y para qué sirve el ministerio profético entonces, y a qué nivel se extendería?
Estas son preguntas importantes, y merecen respuesta.  
Los profetas, y los que profetizan, hoy
En 1 Corintios 14: 29ss. leemos: “Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen”. Pablo nos habla de que hay profetas en la iglesia.  Es evidente que estos profetas no ejercen el oficio de aquellos hombres como Isaías, Ezequiel, Nahum o Sofonías, por poner algunos nombres, ni tampoco son aquellos otros como Bernabé, Niger, o Lucio de Cirene (Hchs. 13: 1) que fueron usados por el Espíritu Santo cuando el canon bíblico no estaba todavía cerrado.
Los profetas de las iglesias, como la de Corinto del tiempo de Pablo, profetizaban en las reuniones cristianas uno por uno, con el fin de que todos aprendieran y todos fueran exhortados (1 Co. 14: 29-32). Hoy en día es igual.
Además de eso, es la voluntad de Dios que todo cristiano profetice también (ver 1 Corintios 14: 1-3, aunque eso no le hace necesariamente ser un profeta, según 1 Co. 14: 29. Lo explicamos: una cosa es tener dones, otra tener ministerio. Dicho de otro modo. Dios podrá usar de manera distinta a un creyente respecto de los demás. A ese creyente le pudiera haber levantado con el ministerio profético, así como todos profetizan, sin tener un ministerio específico en ese sentido.
El profetizar significa transmitir un rhema de Dios, es decir, una palabra inspirada por el Espíritu Santo, que de ser así, siempre será de acorde a la Palabra escrita, o Logos. Un ejemplo, cuando el predicador de Dios predica, constantemente está profetizando, aún y cuando no se da ni cuenta.
Consolar, exhortar  y confirmar
Vemos que en Hechos 15: 32, se nos dice: “Y Judas y Silas, como ellos también eran profetasconsolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras”.
Por esa declaración vemos que la finalidad del ministerio profético neotestamentario, es la de consolar, exhortar, y confirmar a los hermanos. Esto sigue siendo así.
Por la lectura de ese pasaje del libro de los Hechos, vemos que esas acciones de Judas y Silas se enmarcaban en un contexto doctrinal concreto. Los nuevos creyentes de origen gentil fueron consolados a causa de lo declarado en aquel concilio en Jerusalén (Hchs. 15). Fueron liberados de imposiciones concernientes a la ley (Ro. 10: 4). 
Por lo tanto, el ministerio profético neotestamentario, tuvo por misión llevar a los creyentes a la verdad liberadora de Cristo, la cual ya nos ha sido revelada. Este fue el principal sentido de su existencia.
Allí donde sea necesario, el mismo ministerio procede hoy en día, pero siempre entendiendo que nada se puede ni debe añadir a la Palabra escrita.
Prediciendo hechos concretos
Dos de las pocas menciones que hace el libro de Hechos acerca de la acción de algún profeta en concreto es en relación al profeta Agabo: “En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio” (Hechos11: 27, 28) Como vemos aquí, el profeta en cuestión, dio a conocer un suceso que iba a ocurrir en un futuro inmediato.
Si nos damos cuenta, Agabo estaba por el Espíritu Santo hablando de un evento en lo natural, particular y puntual; nada que ver con asuntos de índole doctrinal o por el estilo.
¿Podemos esperar hoy en día un tipo de ministerio como el de Agabo?, Sí podemos, aunque también es cierto acerca del notable abuso que se está haciendo de él, sobre todo en los círculos carismáticos y neo-pentecostales. Por lo tanto deberemos ser muy cautos a la hora de creer o no esas profecías.
La profecía se sabe que es verdadera cuando se cumple, no antes. La profecía no es para conocer el futuro, sino para conocer que Dios ha hablado.
Prediciendo sobre individuos
En Hechos 21: 10, 11, la acción del mismo Agabo tiene tintes parecidos, aunque fue una profecía hacia una persona, concerniente a esa persona, en este caso el apóstol Pablo.
Por cierto, démonos cuenta que un “simple” profeta le da una profecía al “gran” apóstol San Pablo. ¿Cuántos de los grandes “súper apóstoles” de hoy en día estarían dispuestos a recibir una profecía de alguno de los Agabos que se sientan en las bancas del fondo de la iglesia?
Todos somos llamados a profetizar
Todos los creyentes verdaderos podemos y debemos profetizar (1 Co. 14: 1). En este sentido también, debemos declarar que creemos en la vigencia de los dones del Espíritu, dados por Éste “a cada uno en particular como Él quiere” (1 Co. 12: 11)
Todo esto, como vemos, nada tiene que ver con nuevas revelaciones de índole doctrinal, que compitan con la revelación bíblica, o la contradigan.
Básicamente, el verdadero ministerio profético, tanto en la época neotestamentaria, como en la actual, está encaminado a hacer resaltar la verdad ya revelada de Cristo, si es preciso, contendiendo ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos (Judas 3). Algunas reseñas escriturales al respecto las encontramos en: Hchs. 11: 27; 13: 1; 15: 32; 1 Co. 12: 28; 14: 29-32 (aunque este último se refiere a los santos profetizando).
Y por supuesto, también existen los falsos profetas: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo (1 Juan 4: 1). 
De esto último también hablaremos.
SOLI DEO GLORIA
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España
www.centrorey.org
Octubre 2013
Citas:
1. Artículo de Ervin de León, “El Movimiento apostólico y profético, ¿mito o realidad?”
2. C. Peter Wagner; CBN interview Enero 3, 2000.
3. Dr. Bill Hamon, en 700 Club CBN, 2005.

FIN

 

¿ESTABLECIENDO EL REINO? REINO AHORA

¿ESTABLECIENDO EL REINO?

“Estableciendo el reino” es una de las máximas que más se están escuchando desde hace relativamente no demasiados años a esta parte. Por “establecer el reino” quieren decir los pseudo maestros dominionistas, que los cristianos debemos ir tomando posicionamientos de poder en este mundo “en el nombre de Cristo”, consecuentemente “cristianizarlo”, y avanzar en esa dirección para que así el Señor Jesús pueda volver, ya que muchos de ellos creen que no volverá el Señor, hasta que este mundo esté lo suficientemente preparado para Él. Esto último constituye una terrible blasfemia, ya que supedita la obra soberana de Dios, cual es el retorno de Su Hijo, a la presunta obra y mérito de los hombres.
Este entendimiento, netamente postmilenial del “Reino Ahora” (Kingdom Now), se opone frontalmente a la revelación bíblica, y entra en clara contradicción con ella.  Fíjense: Los dominionistas (y muchos lo son aunque no lo sepan), está convencidos de que este mundo se rendirá a los pies de Cristo por la acción de la Iglesia, comandada por los tremendos nuevos “apóstoles” y “profetas” (a muchos les encanta llevar esos títulos). Pero, una vez supuestamente el mundo estuviera rendido a los pies de Cristo, ¿dónde queda el prometido juicio de Dios? ¿Es acaso Dios mentiroso, o no lo son más bien todos esos falsos maestros del “próspero dominionismo”? Y digo todo esto, porque la Biblia nos asegura que Dios va a juzgar con terrible severidad a este mundo, tal y como lo hizo con aquel mundo antiguo antediluviano, como lo hizo con Sodoma y Gomorra, o con los amorreos, y luego más tarde con los asirios, etc. etc.
La voluntad de Dios a la postre, es dar gloria a sus hijos, y destruir a los impíos.
El juicio viene, no el “avivamiento y la reforma mundiales”. Hermanos, no se dejen engañar por estos falsos profetas de hoy, como lo fueron aquellos del tiempo de Jeremías, al cual odiaban, por cierto.
Los cristianos no hemos sido convocados a establecer el reino visible de Dios en este mundo que va a ser destruido por fuego en su momento (2 Pr. 3: 12). Hemos sido convocados a llevar la palabra del Evangelio a toda criatura, pero no a cambiar al hombre. Sólo el Evangelio puede cambiar al hombre, pero sólo al que cree, y eso es don de Dios (Ef. 2:8).
¿Establecer el reino de Dios?, pongámonos de acuerdo con el Espíritu Santo para que Él lo siga haciendo en nuestras vidas, en todos aquellos que somos de Cristo, porque más allá de esto ya no está en nuestras manos.
“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5: 19)
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Julio 2013
www.centrorey.org

 

Efesios 2: 20 /Efesios 4: 11; y la controvertida “Nueva Reforma Apostólica”

Refutación del llamado “nuevo fundamento apostólico”

Índice del Tema

“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2: 11-22)

Añadiendo a la Palabra

1. Antecedentes

En este texto paulino podemos apreciar la obra excelsa de la cruz de Cristo, la reconciliación que Dios efectuó, no sólo con los judíos, sino también con el resto de la humanidad, los llamados gentiles.
De hecho, este texto va dirigido principalmente a los creyentes de origen gentil, con los cuales Pablo desarrollaba su ministerio apostólico.
A esos creyentes de Éfeso, gentiles en su mayoría, Pablo les recordaba su pasado de exclusión de Dios (v. 12), no como reproche, sino como realidad, y en ese mismo contexto, les anuncia que gracias al ministerio de Cristo y del derramamiento de su sangre, pudieron participar de los mismos privilegios que sus ahora hermanos, el Israel de Dios (ver Gl. 6: 16) “porque por medio de Él (Cristo) los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (v. 18)
Es en el contexto de la misericordia de Dios, por Su bondad, que la gentilidad que un día estaba alejada de la ciudadanía de Israel y era ajena a los pactos de la promesa, que estaba sin esperanza y sin Dios en el mundo, ahora, por la fe en Cristo y permaneciendo en esa bondad había sido hecha cercana a Dios por la sangre de Cristo (Ro. 11: 22; Ef. 2:12, 13)

La Cruz hizo la diferencia

“La Cruz hizo la diferencia entre la muerte y la vida eternas”
Un solo rebaño: La Iglesia
Todo ello a tal punto, que de los dos pueblos, es decir, del pueblo judío y del gentil (no judío) hizo un solo pueblo, y ese muro de separación existente e infranqueable, fue de repente derribado al suelo, cumpliéndose de ese modo las mismas palabras de Cristo:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”(Juan 10: 16)
Ese rebaño aludido por el Señor es la Iglesia; la Iglesia de Jesucristo. De ese modo, Él creó en sí mismo de los dos pueblos, un solo y nuevo hombre” (V. 15), porque “en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación(Gl. 6: 15); “porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Ef. 2: 18)

asamblea

La Iglesia es la asamblea formada por todos aquellos que hemos experimentado un verdadero nuevo nacimiento en Jesucristo (Jn. 3: 3)”
Decimos, pues, que mediante la cruz, Jesús de Nazaret reconcilió con Dios a ambas humanidades, y en esa cruz destruyó las enemistades y todo lo que ante Dios procedía a la separación entre unos y otros, causando la paz, y haciendo llevar este mensaje, el cual se llama el Evangelio o Buenas Nuevas hasta el último rincón de la tierra; tanto a los que estaban lejos, como a los que estaban cerca (Ef. 2: 16, 17)
Por tanto, los que un día éramos simplemente gentiles, y consiguientemente éramos extranjeros y ajenos a Dios, por haber creído en Aquél que dio su propia vida por nosotros, fuimos automáticamente cortados del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuimos injertados en el buen olivo, viniendo a ser participantes del pacto incondicional de Dios con Abraham y con su descendencia, fruto de Su promesa (Ef. 2: 19; Ro. 11: 24; Gl. 3: 18)
De este modo, fuimos constituidos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Ef. 2: 19), y todavía más…hemos sido:
Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2: 20)

2. Edificados sobre “el fundamento de los apóstoles y profetas”

Hasta aquí quería yo llegar, estimados lectores. Me he permitido hacer esta breve exposición del texto aludido de Efesios, para mejor entender el contexto de lo que vamos a ver a continuación, más en detalle.
Permítanme antes de proseguir, advertirles que sigue vigente aquello de que “un texto fuera de contexto, es un pretexto para hacer otro texto”. Y ya les adelanto que ese “otro texto” es el que nos presentan desde hace unos pocos años, los exponentes de la llamada Nueva Reforma Apostólica, y a la cabeza de ellos, entre otros, el propio C. Peter Wagner.
Veremos lo que enseña al respecto este hombre que se presenta ante todos, no sólo como maestro de la Palabra, sino además como apóstol, y veremos lo que en realidad la Palabra de Dios nos dice.
Por el sentido de lo que hemos estado exegéticamente analizando, tanto los verdaderos creyentes de origen judío, como los de origen gentil, en Cristo constituimos un solo pueblo, al que el mismo Jesús llamó: la Iglesia (Mt. 16: 18), es decir, la asamblea exclusivamente constituida por todos los miembros renacidos en Cristo (Jn. 3: 3).
Este pueblo o asamblea apartado para Dios en Cristo Jesús, la Palabra en Efesios refiriéndose a los creyentes de origen gentil (como somos la muy inmensa generalidad), hemos sido edificados sobre un fundamento muy preciso.
En el griego la palabra que se traduce como “edificados”, es “epoikodomezéntes”, del verbo “epoikodomeo”, que significa, “construir encima”, “construir sobre”, “edificar o modelar espiritualmente”. Así pues, la Biblia nos enseña sin ningún lugar a dudas, que los creyentes, lo somos porque nuestra fe está basada, o construida, o edificada, sobre un fundamento muy concreto; el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo lo llamó “el fundamento de los apóstoles y profetas” (V. 20).

Peter Wagner

“C. Peter Wagner”
Añadiendo al fundamento de los apóstoles y profetas
Llegados a este punto, y antes de proseguir con el análisis exegético de esta porción de la Escritura, veamos lo que C. Peter Wagner enseña refiriéndose a Ef. 2: 20:
“Los cimientos de la iglesia a través de los años deben ser los apóstoles y profetas…Si la iglesia tiene a Jesús pero no tiene apóstoles y profetas, es posible que no cumpla con todas las expectativas que Dios tiene para ella” (1) (énfasis nuestro)
Nos quedamos asombrados de la declaración de este llamado maestro de la Biblia… ¿Cómo puede la Iglesia tener a Jesús, pero no tener apóstoles y profetas para no llegar a cumplir las expectativas de Dios? Si la Iglesia tiene a Jesús, es porque tiene la doctrina de Jesús, es decir, la doctrina apostólica…o… ¿a qué apóstoles y profetas se está realmente refiriendo Wagner?Este es el quid de la cuestión.
¡Qué astutamente llegan a torcer el sentido de la Escritura en beneficio de sus espurios argumentos!
Indiscutiblemente, así Wagner como cientos más, cuando mencionan Efesios 2: 20, no tienen en sus mentes lo que concreta y cabalmente enseña la Escritura, sino su propia e interesada versión de la misma.
¿Jesús no es el cimiento, y sí lo son los actuales apóstoles y profetas?
Siempre en el contexto de Efesios 2: 20, cuando Wagner menciona diciendo que “los cimientos de la iglesia a través de los años deben ser los apóstoles y profetas”, unas líneas justo atrás escribe lo siguiente:
“Un himno muy conocido afirma: “La base de la Iglesia es Jesucristo, su Señor…”. En un sentido teológico general esto es así, porque no habría iglesia alguna sin la persona y la obra de Jesucristo. Sin embargo, en lo que se refiere al crecimiento y desarrollo de la iglesia después de su ascensión, Jesús prefiere ser reconocido, no como los cimientos, sino como la piedra angular. Los cimientos de la iglesia a través de los años deben ser los apóstoles y profetas”  (2) (énfasis nuestro)
¿Dónde en la Palabra encontramos la afirmación de Wagner, de que Jesús prefiere ser reconocido, no como los cimientos (o fundamento) sino sólo como la piedra angular, como excluyendo una cosa en supuesto beneficio de la otra?... En ninguna parte.
Enfáticamente, la Biblia nos dice que Jesús de Nazaret es tanto el fundamento de la Iglesia como la piedra angular, y ningún precepto excluye al otro. Veámoslo:
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3: 11)
“Para vosotros, pues, los que creéis, él (Jesús) es precioso; pero para los que no creen,
  la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo” (1 Pedro 2: 7)
Jesucristo es tanto el fundamento como la piedra angular que sostiene todo el edificio que es la Iglesia. Punto.
El cimiento es Cristo (1 Co. 3: 11), así como el fundamento de los apóstoles y profetas también lo es (Ef. 2: 20)… ¡de hecho es lo mismo! Es la doctrina apostólica.
La misma Palabra dice que la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, es columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3: 15), ¿por qué? Porque está basada en la Palabra de Cristo, la cual es la Biblia, la cual es, expresado de otro modo: el fundamento de los apóstoles y profetas: ¡Sola Scriptura!

La Biblia es la Verdad

“La Biblia es el fundamento de los apóstoles y profetas”
De esta manera, todo el edificio que es la Iglesia, bien coordinado, va creciendo (Ef. 2: 21); no solamente el Israel de Dios (Gl. 6: 16), sino también nosotros, los de procedencia gentil, somos “juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Ef. 2: 22)
De nuevo, ¿por qué ese enconado énfasis de Wagner en los apóstoles y profetas, como “cimientos de la iglesia a través de los años”? (3). Pues porque para él y para algunos cientos más de infiltrados en la verdadera Iglesia, esos apóstoles y profetas son los hombres y mujeres que se atribuyen el serlo hoy en día, y que serían cimiento de la iglesia. ¡Craso y funesto error!
Pero Wagner mismo así lo asegura:
“Una iglesia sin apóstoles y profetas activos, es una iglesia con un fundamento incompleto” (4) (énfasis nuestro)
Nótese que no está hablando del ministerio apostólico común, como el que fue en su día el de Bernabé, o el de Junias, Silas, etc. y en este tiempo el que se refiere a las personas comisionadas a llevar el Evangelio allí donde no ha sido predicado todavía, sino que está hablando de la cuestión fundamental fundacional. Está hablando del “fundamento de los apóstoles y profetas” de Efesios 2: 20.
Si no es suficiente con esto, lean lo que descaradamente dice en ese mismo libro, refiriéndose a los apóstoles y profetas de Efesios 2: 20:
“Los apóstoles y los profetas no son personajes con una actuación especial histórica de dos mil años o más en el pasado.Son una realidad actual. Es de extrema importancia establecer de entrada este principio bíblico en nuestras mentes” (5) (énfasis nuestro)
¡Qué barbaridad! ¡En absoluto eso es un principio bíblico, y menos todavía lo hemos de establecer en nuestras mentes!
Así que según Wagner, es lo que los “nuevos apóstoles y profetas” han de decir, lo que ha de ser el fundamento de fe de los creyentes de hoy en día…por lo tanto, está diciendo que hoy por hoy se sigue requiriendo de nueva doctrina, la que llama “doctrina de los nuevos apóstoles”, cuando la misma Biblia nos asegura que el canon ya está cerrado, y que nada se puede añadir a la revelación una vez dada a los santos una vez y para siempre (Jud. 3).
Pero Wagner insiste:
“El fundamento de la Iglesia está en los apóstoles y profetas” (6)
Pero como venimos diciendo, esto no es lo que la Biblia dice en Efesios 2: 20, sino que dice que somos “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas”, el fundamento no son los hombres, sino que es el dicho divino de aquellos hombres escogidos por Dios, antes que el canon se cerrara.
John MacArthur refiriéndose a los hombres a los que se les reveló la Escritura, acertadamente escribe en su comentario bíblico:
“…el fundamento no era la persona y obra de ellos mismos, sino la enseñanza que por revelación divina impartieron con autoridad de lo Alto, y las palabras de Dios que hablaron a la Iglesia antes de que se completara el Nuevo Testamento(énfasis nuestro)
¡Menos todavía podemos pensar que el fundamento de la Iglesia reside en los así llamados apóstoles y profetas que pululan por doquier hoy en día!
Para ellos la Biblia nunca es suficiente
La realidad es que Wagner (y cientos más), no creen que el canon haya sido completado, y que toda la revelación de Dios a Su Iglesia haya sido dada, lo cual llamamos la Biblia. Wagner dice otra cosa. El cree que todavía nos es necesaria más revelación, la cual necesariamente habría de venir por parte de los “apóstoles y profetas” de su Nueva Reforma Apostólica que él defiende a capa y espada. Dice así:
“…cuando algunos leen esto [se refiere a Efesios 2: 20], suponen que los apóstoles y profetas debieron iniciar la Iglesia en el siglo primero, y que cuando se cumplió esa tarea y se cerró el canon bíblico, ya no hubo más necesidad de apóstoles y profetas en la Iglesia” (7) (énfasis nuestro)
¡No lo suponemos Wagner, sabemos que en cuanto al fundamento de los apóstoles y profetas, el asunto hace ya unos 2.000 años que está cumplido!
Para apoyar esa hipótesis suya, en cuanto a que es necesario más ministerio fundacional apostólico y profético, Wagner apela a Efesios 4: 8, 11. Escribe así a renglón seguido de lo anterior:
“Sin embargo, les haría bien informarse que el mismo libro de Efesios continúa diciendo que aún necesitamos apóstoles y profetas. Dice que cuando Jesús ascendió al cielo, “dio dones a los hombres” (Efesios 4: 8) ¿Cuáles fueron esos dones?: Él mismo constituyó a unos, apóstoles, a otros profetas; a otros evangelistas; y a otros, pastores y maestros” (V. 11) (8)
Sacar el texto del contexto es muy común, además de obvio, en todos aquellos que se escudan en la Biblia para defender lo indefendible. Tal es el caso muchas veces de Wagner (y de cientos más, infiltrados en la Iglesia).
Definitivamente, el libro de Efesios NO dice que necesitamos del concurso de supuestos nuevos apóstoles y profetas fundacionales. Wagner deliberadamente confunde un tipo de apóstol, el “apóstol de Jesucristo” (que es el fundacional, y que ya cesó), con otro, el del misionero.

Panfleto

“Panfleto promocional del “Congreso Internacional de Jóvenes Hechos 29”, de la iglesia de Cash Luna. Nótese el título: “Hechos 29”, capítulo inexistente en la Biblia que viene a decir, que se sigue escribiendo lo que quedó supuestamente interrumpido en Hechos cap. 28, último capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles”
En cuanto a lo que dice que Jesús ascendió al cielo y, “dio dones a los hombres” (Efesios 4: 8) refiriéndose a los diferentes ministerios de 4: 11, esto es parcialmente descontextualizar el texto.
Fíjense que en el versículo anterior encontramos que se nos dice que a cada uno de los creyentes nos ha sido concedida la gracia, conforme a la medida del don de Cristo (v. 7). La Palabra aquí nos está hablando de que como miembros del Cuerpo (v. 4), cada uno tenemos diferentes dones por Su gracia en Cristo, porque Él tiene la autoridad para hacerlo así (vrs. 9, 10)
Por un lado la Palabra al respecto nos habla de que Él dio “dones”, y por otro nos habla de que constituyó “ministerios”. Aunque es evidente que los ministerios son también dones de Dios, no podemos – como hace Wagner – exclusivizar esos dones como sólo esos ministerios. Esto es utilizar el texto de una manera interesada. 
Refiriéndose a Efesios 4: 8, escribe MacArthur:
“Tras la ascensión de Cristo, vinieron todos los dones espirituales investidos de poder por el Espíritu Santo quien fue enviado tras Su partida”
Efectivamente, según el contexto, esos dones aludidos fueron (y son) impartidos por el Espíritu Santo (ver 1 Co. 12: 8-10). Mayormente, los dones del versículo 8 son los del Espíritu.

Organigrama

“Organigrama del llamado “Global Apostolic Network”. En él está el “Wagner Leadership Institute”
Los apóstoles de Jesucristo, y los misioneros
Por otra parte, y no menos importante, lo que dice Efesios 2: 20 es lo que dice, y no permite ninguna añadidura: El fundamento de nuestra fe es la Biblia, y esta es “el fundamento de los apóstoles y profetas; esto es, todo el consejo de Dios” (Hchs. 20: 27), y en él estamos basados.
Prolongar o extrapolar más allá lo declarado en Efesios 2: 20 como hace Wagner es absolutamente inviable, ya que está fuera del contexto. Dicho sin ambages, nada tiene que ver el fundamento apostólico de Efesios 2: 20 (doctrina apostólica), con el ministerio apostólico y profético post neotestamentario.
Una cosa son los denominados “apóstoles de Jesucristo”, es decir, los doce y Pablo (Hchs. 1: 21ss; 1 Co. 1: 1), y otra muy diferente es el resto de apóstoles (o enviados) que comúnmente operaron en el pasado y operan en la actualidad. Estos últimos son los típicos misioneros, plantadores de iglesias, y predicadores del Evangelio entre las gentes que jamás han realmente oído, que levantan obra allí donde no ha habido ninguna previamente. Estos son los verdaderos nuevos apóstoles.
Los apóstoles de Efesios 4: 11, aun y pudiendo referirse en parte a los trece (no doce) de Jesucristo, usados – sobre todo como lo fue Pablo – en cuanto a revelación neotestamentaria, definitivamente nos habla de los misioneros que llevan el Evangelio allí donde Cristo no ha sido predicado.
Estos últimos, fueron (y son) constituidos por Cristo, junto con el resto de los ministerios descritos “para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (V. 12), y no tienen ningún atisbo de jerarquía, puesto que todos somos hermanos:
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos (Mt. 23: 8)
Por tanto, no son ningún fundamento, ni constituyen el fundamento, sino que son obreros, y están para ayudar a los santos a trabajar en el ministerio – es decir, en el servicio – para el común y extensivo desarrollo del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (Ef. 4: 11, 12). Nada más.
¿Evangelistas, pastores y maestros, sí, pero apóstoles y profetas, no?
Pero Wagner todavía va más lejos. Escribe así en su libro “Apóstoles de la ciudad”:
“Por regla general nos hemos sentido a gusto con evangelistas, pastores y maestros en nuestras iglesias. Pero algunos han tenido graves dificultades con los apóstoles y profetas. Hay, sin embargo, poca justificación para trazar una línea exegética imaginaria entre los dos primeros oficios y los últimos tres en el mismo versículo. Los apóstoles y profetas pertenecen allí, pero ¿por cuánto tiempo?...” (9)
Según hemos estado viendo hasta aquí, creo que es claro el sentido de Ef. 2: 20, y de Ef. 4: 11, a diferencia de lo que apunta Wagner. Personalmente me encuentro tan a gusto con los pastores, evangelistas, maestros, así como con los apóstoles y con los profetas, porque así como yo, miles más entendemos el sentido de Efesios 4: 11.
Dejamos de una vez claro que esos apóstoles aludidos, son los enviados a la misión, conforme a Romanos 15: 20; 2 Corintios 8: 23. Y los profetas, no contando con los que fueron necesarios antes de tener toda la revelación final, son los que conforme a 1 Corintios 14: 29 desarrollan su ministerio, no trayendo “nueva revelación”, sino que a modo de Judas y Silas, consuelan y confirman a los hermanos (Hchs. 15: 32). Estos últimos nada tienen que ver con el “fundamento de los apóstoles y profetas” de Efesios 2: 20.
Por otra parte, otra cosa es profetizar, a lo cual todo creyente es llamado (ver 1 Co. 14: 1-3).
¿La unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, depende de aceptar o no a los apóstoles wagnerianos?
Aun y así, todavía Wagner va más lejos, cuando sigue escribiendo a renglón seguido:
“De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo” (V. 12). No conozco a alguien que pueda decir que la iglesia, según la conocemos, haya alcanzado este nivel de unidad y perfección. Por lo tanto, parece que aún necesitamos apóstoles y profetas”  (10) (énfasis nuestro)
Es grave y tremendamente oportunista esta declaración de Wagner. Según nos viene a decir, la Iglesia está fallando porque la misma Iglesia no reconoce a esos supuestos apóstoles y profetas “neo reformados” o wagnerianos. Por otra parte, inconsecuentemente nos vendría a decir que el Espíritu Santo está siendo flojo al estar supeditado al arbitrio de ese sector eclesial inmovilista que se opone a esos santos hombres que no son suficientemente acogidos y reconocidos (¡gracias a Dios!).

Wes Richards

“La implicación del G12 en el “nuevo movimiento apostólico”, es una realidad indiscutible. Aquí aparece Wes Richards, uno de los hombres fuertes del G12 en el Reino Unido, que se presenta también como apóstol”
Por otra parte, no sé – porque no lo dice – que versión de la Biblia usa Wagner, pero realmente difiere bastante, este versículo doce, del original griego en muchos aspectos, uno de ellos es cuando traduce “una humanidad perfecta”, cuando el griego original nos habla de un “varón maduro”…Nada que ver.
Wagner parece no darse cuenta que el único que puede realmente discernir el estado de la verdadera Iglesia, no es hombre alguno, sino sólo el mismo que la levantó y dio su vida por ella:
“Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos…” (2 Timoteo 2: 19)
La unidad de la Iglesia es la unidad, no humana, sino la del Espíritu Santo (Ef. 4: 4), y es llamada la unidad de la fe; y desde luego que esta enseñanza espuria donde las haya de la pluma de C. Peter Wagner no ayuda en absoluto a la misma, sino que es más bien, piedra de tropiezo.
De ahí que hoy en día se levanten hombres y mujeres que exigen a los demás un reconocimiento especial. Exigen que se les acepte y se les trate como a agentes de Dios que están por encima de la media de los creyentes. Exigen una utópica, y a todas luces imposible ante Dios, jerarquía y mando, que hubiera hecho que Pablo se les enfrentara a voz en cuello, como por mucho menos hizo con aquellos falsos apóstoles de 2 de Corintios.
¿No está el gobierno de Dios, si no están suficientemente reconocidos los apóstoles de Wagner?
Tan osado se muestra Wagner, que llega exclamar:
Este es el punto esencial: si a los apóstoles de la ciudad no se les reconoce ni se les confiere el poder de dirigir, para el que Dios los ha ungido, el gobierno divino de la ciudad no estará en su lugar adecuado (11) (énfasis nuestro)
¡Fíjense! ¿El gobierno de Dios no está si no se reconocen a esos supuestos apóstoles? ¿El gobierno de Dios depende de hombres, o de que se les acepte o no? ¿Quién gobierna, el Espíritu Santo, o esos supuestos ungidos – a todas luces, falsos ungidos (Mt. 24: 24)?
Me pregunto, ¿Realmente Wagner cree todo esto que dice? Personalmente creo que no, ya que hasta un niño puede entender lo que la Biblia tan claramente enseña al respecto.
Pero no solamente Wagner habla así. El supuesto apóstol Guillermo Maldonado (por poner un ejemplo de entre los hispanos), dice esto:
“Dios nos ha llamado a nosotros, los apóstoles, para que traigamos toda esta reforma a cabo, implantándola dentro de la Iglesia; la reforma es poderosa porque trae el Avivamientola reforma es lo que trae el orden en las cosas...para poder estar en el filo cortante de lo que Dios está haciendo hoy, tenemos que pegarnos a los apóstoles, porque los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del Espíritu de Dios” (12) (énfasis nuestro)

Guillermo Maldonado

“El llamado apóstol Guillermo Maldonado”
Maldonado, como más finamente apunta Wagner, en realidad está levantando (sólo en su imaginación) un sacerdocio por encima del sacerdocio universal del creyente (1 Pr. 2: 9), porque hace que el creyente común requiera ineludiblemente de esos hombres, ya que según ellos: “los apóstoles tienen el acceso a la abundante revelación del Espíritu de Dios”. Esto hace que haya una casta especial de iluminados, muy por encima de los demás creyentes, y que a su vez a estos últimos no les sea suficiente su vinculación personal con el Espíritu Santo, contradiciendo abiertamente 1 Juan 2: 20; (“Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas”), sino que deban depender de terceros.
En definitiva, no es más que una nueva versión del catolicismo romano.
Bajo el báculo jesuita
Resueltamente creen (o dicen creer) que para reestablecer el reino de Dios en la tierra es necesario el concurso de esa nueva jerarquía de apóstoles sobre la Iglesia, y eso no difiere en absoluto del planteamiento católico más reaccionario. Como botón de muestra, vean lo siguiente. En el libro de Georges Viance, “La Federación Nacional Católica, en su prólogo, escrito por R.P. Janvier, se lee así:
“Sagrado Corazón de Jesús: Los líderes y representantes de los católicos franceses, postrados ante ti, han reunido y organizado la Federación Católica Nacional para reestablecer tu reino en esta tierra…” (13)
Este párrafo que hemos leído de ese libro de inspiración jesuita (14), es un claro indicio para el que tiene ojos para ver, en el sentido de entender también la trama y trampa que se ha cernido sobre lo que comúnmente llamamos iglesia evangélica, llevada a cabo entre otros, por esos falsos apóstoles y profetas fundacionales, los cuales se mueven en similares parámetros.
Ineludiblemente se percibe el respaldo jesuita y anexos en toda esta “Nueva Reforma Apostólica” que no es más que el intento de tener a la iglesia bajo el control de unos pocos, y llevarla muy lejos del puro Evangelio. No podemos dejar de vislumbrar la oscura sombra del Vaticano detrás de todo esto, en su esfuerzo de “atraer” a todos a hacia la unidad de los cristianos – o más bien – el control hacia los cristianos.
Último consejo
Por todo ello decimos: ¡Pueblo santo, cesa de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría! (Prov. 19: 27)
Dios les bendiga.
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Diciembre 2008
www.centrorey.org

Anotaciones:
  1. 1. C. Peter Wagner, “Apóstoles en la Iglesia de Hoy”, pág. 9
  2. 2. Ibidem, págs. 8, 9
  3. 3. Ibidem, pág. 9
  4. 4. C. Peter Wagner, “Apóstoles de la ciudad”, pág. 20
  5. 5. Ibidem, pág. 59
  6. 6. Ibidem, pág. 19
  7. 7. Ibidem, pág. 19
  8. 8. Ibidem , págs. 18, 19
  9. 9. Ibidem, pág. 20
  10. 10. Ibidem
  11. 11. Ibidem, pág. 59
  12. 12. Apóstol Guillermo Maldonado; Conf. Apost. 2006, Santo Domingo – Rep. Dom.
  13. 13. Georges Viance, “La Federation nationale catholique”; el prólogo escrito por R.P. Janvier, pág. 186. Paris, 1930)
  14. 14. Edmond Paris, La Historia Secreta de los Jesuitas, pág. 167.