Mi esposa Debbie y yo tuvimos una hermosa época de noviazgo. Cuando nos conocimos no éramos cristianos y nos divertíamos como cualquier joven. Frecuentábamos bares y discotecas. La vi por primera vez el día que un amigo me pidió que lo acompañara donde estaba su novia. Yo acepté y nos fuimos en una motoneta hasta la casa de quien resultó ser tía de Debbie.
Al entrar al salón donde había varios jóvenes jugando pictionary, sus grandes y profundos ojos, con esas impresionantes pestañas se clavaron en mi persona. Me sentí un poco incómodo porque tenía a su novio al lado y pensé que se molestaría, aunque era un joven pequeño y delgado que no me daría mucha pelea. Así son los jóvenes que “calculan” al contrincante. Ella fumaba y tomaba una copa. Esa noche me ofreció un trago.
Luego, se fue de viaje, cortó al novio y no la vi en uno o dos meses. Después de ese tiempo, fuimos al cine en una salida que organizó un grupo de amigos. Luego me contaron que ella no quería salir pero se arregló rápidamente cuando le dijeron que yo estaría allí.
La pastora fue decidida, no se desprendió de mí en todo el rato. Platicamos durante la película, al punto que no recuerdo de qué trató. Dentro del grupo encontré a una amiga con la que fuimos a comprar golosinas y Debbie la miró con ojos de “no me lo quitarás”.
Después, aseguró la siguiente cita diciendo que llegaría a traerme para que almorzáramos. Nunca nos despedíamos sin que me dijera: “¿Qué hará por la noche?” O bien: “Vamos a bailar”. Salimos durante 15 días, hasta que una tarde en su casa me dejó solo en la sala. Tiempo después me contó que se fue a encerrar al baño para hacer esta oración: “Señor, si Chofo se me declara, con él me quedo y cambio”.
Yo no lo sabía, pero esa noche nos hicimos novios y lo primero que me dijo fue: “Ya tengo el nombre para nuestro primer hijo”. No teníamos 5 minutos de novios y ya hablaba de hijos, ¡incluso fue a traer una ropita de bebé y me la enseñó! Teníamos tal seguridad en nuestra relación a pesar de que recién comenzaba.
Algunos se asustan con la idea de hablar de matrimonio y familia durante el noviazgo, pero habría que asustarse si no fuera así porque es síntoma de que no piensan en una relación seria y están jugando. Es necesario hacer planes y soñar juntos con la futura boda, los hijos y la vida familiar. Esa es una forma de afianzar la relación.
A los cuatro meses de noviazgo nos convertimos al Señor y le dijimos: “Queremos hacer las cosa como Tú nos enseñas”. En ese tiempo no había seminarios sobre noviazgo, no teníamos quién nos presidiera y orientara. Aprendimos a salir adelante con el método de ensayo y error.
Ante los problemas, oraba y le pedía a Dios: “Enséñame qué debemos hacer”. Si Dios nos bendijo así, cuánto más bendecirá a las parejas que le buscan desde el inicio y se consagran a Él para llevar una relación santa. Alégrate porque tienes todo a tu favor para ser feliz en tu noviazgo y matrimonio.
Características del amor
1 Corintios 13: 4-7 nos aclara: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
Yo descubrí que efectivamente, el amor todo lo sufre. Debbie y yo éramos muy diferentes en ciertas áreas. Por ejemplo, en mi casa fueron muy estrictos con la responsabilidad de estudiar y era prohibido llevar notas menores a 70 puntos, ¡no digamos perder una clase! Por el contrario, en casa de ella, era todo lo contrario ya que presentar una materia ganada era un triunfo. Pienso que sus padres no querían que se sintiera mal porque no era buena estudiante.
Otra gran diferencia era que en mi casa no me permitían faltar al colegio ni cuando estaba enfermo. Cierta vez, me regresaron porque tenía fiebre y cuando llegué a casa,i papá me dijo: “Pero no te quedas durmiendo, ve a cortar la grama del jardín”. De esa forma aprendí a ser responsable y disciplinado. Por el contrario, en casa de Debbie le pedían que no fuera al colegio para ir de compras con la mamá. Faltaba los lunes porque era el primer día de la semana y el viernes porque ya se acercaba el sábado. El día que le pregunté por sus notas y me dijo: “Estoy contenta porque sólo perdí 7 clases”, ¡sentí como si Mike Tyson y Evander Holyfield me pegaran al mismo tiempo!
Yo tenía 18 años y ella 16. Entonces le dije: “Si faltas un día al colegio, no te veo por tres días”. Era un castigo muy fuerte porque nos veíamos a diario. Funcionó hasta una mañana que se presentó en mi casa para llevarme desayuno. Puse una expresión severa y cuando me explicó que había faltado al colegio porque se sentía mal, le dije que se fuera a su casa a dormir y le cerré la puerta en la cara. Lo que yo no sabía era que la mamá la había llevado y la esperaba dentro del carro. Después me contó que le dijo: “Mama, estamos castigadas, vamos a casa”. Desde ese día, nunca más faltó al colegio y se aplicó en los estudios. Mejoró tanto su actitud y notas que nadie se explicaba qué le había sucedido.
Incluso el día de su graduación, fue la seleccionada para ofrecer el discurso de honor. De esa forma, demostró cuánto me amaba porque el día que le cerré la puerta pudo decir: “Este no me tratará así, ¿qué se cree?”, pudo mandarme por un tubo argumentando que yo no tenía porqué pedir que fuera diferente, pero comprendió que deseaba hacerle un bien y decidió cambiar.
Si amas a alguien eres capaz de someterte a un cambio positivo aunque sea difícil y tengas que superar etapas dolorosas. La Palabra dice que el amor todo lo sufre pero no se refiere a que debemos someternos a humillación y maltrato, sino a cambiar para bien. Jesucristo es el mejor ejemplo de un amor que fue capaz de sacrificar todo, incluso la vida. Ese es el amor y compromiso que Debbie demostró.
Las personas que dicen: “Si quieres que cambie es porque no me amas”, están equivocadas y corren el riesgo de destruir su relación. Deja el orgullo y cambia lo que sea necesario por amor.
En nuestro caso, la actitud de Debbie rindió frutos porque nuestros hijos son buenos estudiantes, aplicados y disciplinados. Amarás a alguien en la medida que estés dispuesto a cambiar tus defectos por esa persona.
Otra gran verdad es que el amor todo lo cree. Es decir que confía y no deja espacio para los celos. Todos somos celosos, incluso Dios lo es porque tiene un celo por nosotros y nos cuida, pero no significa que sea inseguro o posesivo. Él nos da libre albedrío, como nosotros que estamos con nuestra pareja por amor, no por obligación.
Recuerdo que las primeras veces que salimos y alguien se acercaba a Debbie, yo me molestaba aunque nunca me dio motivos para desconfiar. Lo mismo sucedió con ella que tuvo que madurar y dejar de molestarse si alguna amiga me saludaba efusivamente, como sucedió un par de veces. La solución que encontré fue darle siempre su lugar.
Cuando veía alguien conocido, hombre o mujer, inmediatamente la presentaba como mi novia, la mujer más linda del mundo y le daba un gran beso. Entonces, ella se sentía un pavo real.
Las mujeres son como sabuesos que huelen el peligro a kilómetros de distancia y siempre están alerta. Cuidadito le pones más atención a otra porque verás cómo se convierte en el monstruo apocalíptico de 7 cabezas. Nunca se te ocurra desplazarla por algo o alguien, dale siempre el lugar privilegiado en tu vida y serás feliz. El lenguaje del amor que más interpretan se llama valor. Se saben amadas cuando se sienten valoradas. Para mantener saludable la relación, nada debe estar por encima de la mujer que amas. Elimina los celos aprendiendo a no provocar o creer lo indebido.
Tuve que enfrentar el conflicto que me creaba ser el sexto novio de ella, mientras yo siempre me había guardado para tener una sola novia y casarme. Fue una batalla contra la inseguridad que se acabó cuando ya éramos cristianos. Una vez, llegamos al grupo y Debbie saludó a un amigo de lo más natural. Entonces pensé: “Estoy con ella y le creeré que me ama. Hoy se acaban los celos, no le daré lugar a esos pensamientos, confiaré, no puede haber relación de amor si no hay confianza”.
Envías un mensaje de duda cuando contantemente necesitas que te digan: “Te amo”. Dios no duda cada vez que le pides perdón y dices arrepentirte de tus pecados. Él no pide: “Dame alabanza porque no sé si me quieres”. Los celos pueden ahogar cualquier relación, especialmente en este tiempo cuando hay tantos recursos como los mensajitos de texto o el facebook. No acoses a tu pareja, dale espacio y confianza. Cuando Debbie me preguntaba a cada momento si la amaba, yo le dije: “O me crees o la duda nos destruirá”. A partir de ese momento decidimos creer.
El amor todo lo soporta ya que no hay relación o pareja perfecta. Nosotros lo aprendimos al resolver los problemas que surgen en el noviazgo, provocados por las diferencias que tenemos como seres humanos. Nos sentimos atraídos por lo que no es idéntico a nosotros. Eso puede verse en la boda. La novia usa un vestido blanco carísimo y el hombre un traje negro alquilado. Ella llega en el mejor carro que pueden conseguirle y el novio tiene que arreglárselas como pueda. A ella le tocan una canción para que desfile, mientras él espera parado al final del pasillo.
Es normal que existan diferencias.
Una buena relación se mide por la capacidad de resolver problemas, no por la ausencia de éstos. Los problemas debilitan o fortalecen tu noviazgo, superarlos depende de la pareja. Cada persona reacciona diferente ante las dificultades. Unos se desahogan en el momento y al poco tiempo ni se acuerdan. Otros que se mantienen enojados largo tiempo porque todo se lo guardan, hasta el día que estallan con más fuerza que la bomba atómica de Hiroshima. Hay quienes huyen y no enfrentan.
Identifica cuál es tu forma de reaccionar para definir tus estrategias futuras. Yo, por lo general, soy paciente y escucho, pero cuando me enojo es mejor tener cuidado. Debbie lo sabe, así que decidimos tener una clave como un semáforo. Ante una discusión, la prevengo cuando estoy pasando de amarillo a rojo para que se aleje y permita que me tranquilice. Luego, yo mismo la llamo y le digo: “mi amor, tenías razón”. Pero si insiste en acosarme con argumentos, las cosas se ponen difíciles, así que es sabia y evita esa situación.
Hombres y mujeres afrontamos de diferente forma los conflictos. Ellas necesitan hablarlo con alguien para ordenar sus ideas.
Es así como las amigas y familiares se enteran de la situación. Por el contrario, los hombres necesitamos callar y calmar el ánimo haciendo otra cosa como ver televisión o jugar fútbol. La Biblia dice: “Mujeres, sean sujetas para que cuando su marido vea su conducta casta y respetuosa que se sujeta en silencio, sea cambiado por la palabra de Dios al considerar su conducta”.
Aprende este bombazo ante un problema.
Hablar no te ayuda, mejor enciérrate en tu cuarto, pégale a un cojín y desahógate para luego presentarte ante tu pareja con una sonrisa en los labios. De esa forma pones a Dios de tu lado, quien llamará al hombre y lo confrontará por estar enojado con una mujer respetuosa. Créeme, ese momento entre el Señor y el varón es duro ya que lo pone a raya. ¡Ponte las pilas! Logras más con el silencio y el respeto que alegando con palabras ofensivas. En su noviazgo, hagan el compromiso de resolver los problemas con madurez.
Además, el amor todo lo espera. El noviazgo es una época de preguntas que surgen una tras otra: ¿Cuándo se comprometerán?, ¿cuándo se casarán?, ¿cuándo vendrá el primer hijo? Siempre hay pregunta para el futuro. Debbie y yo tuvimos un noviazgo muy largo porque éramos jóvenes y yo debía graduarme de la universidad antes de casarme. Era una meta que tenía trazada a pesar que Dios año con año me decía: “Si te casas este año te bendeciré”. Comprendí que no era una orden de Su parte, sino una confirmación a nuestro deseo.
El tiempo de casarte no es decisión de Dios sino tuya, según lo que creas conveniente. No necesitas un arcángel para decirte la fecha de la boda, pero sí necesitas seguridad en la bendición. Dios te sigue cuando tomas la decisión.
En todo el tiempo de noviazgo, descubrí que ella necesitaba seguridad en los planes. Una de las mayores necesidades de las mujeres es la seguridad y estabilidad. Los hombres sentimos nervios ante el compromiso porque significa afrontar una gran responsabilidad económica. Por esa razón, evitamos el tema y ellas lo interpretan como inseguridad y desamor, no cómo una preocupación por el futuro de la familia que formarán. Así que es mejor comunicarse y ponerse de acuerdo respecto a los planes.
En nuestro caso, yo le dije claramente a Debbie que no podía casarme hasta que me graduara. Ella tuvo claro el panorama y fue paciente. La mujer no te pide anillo sino una guía, un norte, la orientación clara del camino que lleva la relación. No quiere sentirse usada, sino segura de que al frente hay un hombre que sabe a dónde va. Tal vez no tengas todas las respuestas pero es necesario tener planes que den seguridad a nuestros pasos. En esta situación, la falta de comunicación es lo que provoca el problema. Dale a tu novia una razón para esperar lo mejor de la relación y el amor florecerá con fe en el futuro.
Consejos para escoger la fecha de la boda
Muchos fundamentan su relación en la situación financiera. Quieren casarse con casa, muebles, carro y buen trabajo. Ser previsor es bueno pero el dinero no debe ser tu prioridad. La vida matrimonial también tiene su encanto al proponerse lograr las cosas juntos, de la mano.
Probablemente cuando piensas en casarte no estás en la mejor edad para comprar casa porque tus ingresos mejorarán con los años y después podrás adquirir algo mejor. No tengan miedo de alquilar. Cierta vez, un judío me dijo que era mejor alquilar casa porque podía movilizarse el día que fuera necesario. Abre tu mente para ver diferentes opciones. No necesitas tener tanto dinero como crees para casarte e iniciar tu familia al lado de la mujer que amas.
La Biblia dice: “A causa de la fornicación, cada uno sepa tener su propia mujer”. Es mejor casarse que estarse quemando por amor. Prefiero parejas que se casen con poco dinero pero en santidad que las que esperan y no se guardan. La santidad debe ser la prioridad de tu relación. De lo contrario, el dios de tu noviazgo es el dinero y no el Señor. Si ya no te aguantas y deseas consumar tu amor, mejor cásate. Todo noviazgo pasará tentaciones sexuales pero hay que ser fuertes. Lo extraño sería no sentir nada cuando tienes al lado a la persona que amas y te gusta.
El mejor momento para el matrimonio varía en cada relación. Lo importante es tener trazado un futuro que brinde seguridad a tu noviazgo.
La promesa del Señor para las familias
Salmo 128: 1-4 promete: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y veas a los hijos de tus hijos.”
El hombre que teme a Dios tiene un gran futuro. Le irá bien en su trabajo, su mujer será como vino en la intimidad de su casa, te embriagará de alegría y amor. Tus hijos serán ungidos y se sentarán contigo. Ese futuro es bello, especialmente ahora que vemos tantas familias separadas.
Amplía tu visión. No veas sólo tu noviazgo sino el resto tu vida. Dios no hace promesa para una relación pasajera sino para una familia feliz. El compromiso con tu pareja es el primer paso de lo que Él quiere darte. El Señor no dice que te llevarás bien con quien te comprometas, tendrás una linda boda y una luna de miel inolvidable. Su visión no es tan corta, va más allá y alcanza a tus futuros nietos.
Cuando oras para recibir bendición, debes ponerte de acuerdo con Él que no quiere darte una flor sino un bosque hermoso. Piensa en grande como el Señor que ve el nacimiento de un hogar bendito. Dios está preparando algo que tal vez comprenderás dentro de 20 años.
Respeta a tu novia porque un día tendrás una hija adolescente a quien podrás ver a los ojos y pedirle que se haga respetar. Respeta a tus padres ahora porque ese mismo padre abrazará a tus hijos. Atrévete a ver más allá, tan lejos como tus sueños te lleven, no tengas miedo porque cuando sueñas, el Espíritu comienza a hablar. Los sueños son el idioma del Espíritu Santo que da visiones a los jóvenes.
Debes ver algo distinto a tu situación familiar difícil, divorcios o separaciones. Debes ver un hogar unido, lleno de amor y bienestar. Ahora es el inicio, no veas una pequeña semilla, ni un árbol, sino un gran bosque. Mírate felizmente casado, visualiza tu boda, tu casa y a tus hijos sanos y benditos.
El amor te hace esperar cosas más grandes. No desperdicies tu fe en lo pequeño, cree por tu futuro lleno de paz y felicidad junto a la familia que formarás con la persona que amas.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza