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LO QUE LA PALABRA DE DIOS -LA BIBLIA- DICE SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD


LO QUE LA PALABRA DE DIOS -LA BIBLIA- DICE SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí"
(Isaías 3:9)

Homosexuales
El propósito de este breve estudio no es "machacar" a los homsexuales, sino exponer lo que la Biblia declara sobre la Homosexualidad, y hacerlo sin rodeos. Dios ama a las personas y quiere que éstas sean salvas y libres, pero me siento en la responsabilidad de responder como cristiano ante las demandas del lobby gay, que en este tiempo están rebasando los límites de lo aceptable: El Gobierno socialista español ha legalizado estas uniones equiparándolas al matrimonio con derecho a adopción de niños (de hecho las llama "matrimonio" cuando el origen etimológico del término es la expresión "matri-monium", es decir, el derecho que adquiere la mujer que lo contrae para poder ser madre dentro de la legalidad.)
namla
En la moderna Suecia o en el Reino Unido recientemente se han encarcelado (por breves periodos de tiempo, por el momento) a pastores protestantes por decir en público lo que la Biblia dice sobre la homosexualidad.

Pero ya no se trata de que esta o aquella "iglesia" protestante nombre como obispos a homosexuales declarados y practicantes o a que algún cura católico romano "salga del armario" como dicen ellos....

namla ...algunos homosexuales ya no se conforman con tratar de hacer que aceptemos como natural su conducta sexual, ellos quieren más:

Aunque suene a ciencia ficción quieren que se legalice la pederastia con una asociación que ellos llaman "Asociación para el amor entre hombre y niño" -en inglés las siglas sonNAMBLA- (busque el término en internet). Les han recibido hasta en la ONU (Dicen que por error y entre otras asociaciones homosexuales, pero en todo caso les recibieron). Ellos -de esta asociación- incluso tienen como una página WEB donde reclaman este derecho -por si alguien no me cree: ver su web en http://www.nambla.org/ (No hay fotos obscenas, copie el enlace en su navegador para ver dicha web). La foto de la izquierda es la de estos criminales de NAMLA en el día del orgullo gay en una ciudad de USA con una pancarta reclamando el derecho a mantener relaciones sexuales con niños.

¿CUÁL FUE EL EL PECADO DE SODOMA?

"Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera." (Génesis 13:13)
"Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente. Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche en tu casa? ¡Échalos afuera! ¡Queremos acostarnos con ellos! Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí,  les dijo: Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad" (Génesis 19:4-7)
"Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, Racimos muy amargos tienen. Veneno de serpientes es su vino, y ponzoña cruel de áspides." (Deuteronomio 32:32-33)

LA ACEPTACIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD: SIGNO DE LA DECADENCIA MORAL DE UNA SOCIEDAD

"He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité" (Ezequiel 16:49-50).

LOS SEGUIDORES DE DIOS NO DEBEN ACEPTAR LAS DEMANDAS HOMOSEXUALES

Nos referimos a no aceptar como seguidores de Jesús, esta práctica como algo "natural" o una "alternativa". Debemos sin embargo tratar con respeto a las personas homosexuales y no insultarlas, menospreciarlas ni burlarnos de ellos. Otra cosa es nuestra perspectiva de sus prácticas sexuales.

"Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram" (Génesis 14:22)

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO DE SODOMA: PRÓXIMO JUICIO DE DIOS

Antes del juicio de Dios (que siempre llega, tarde o temprano), Éste da la oportunidad de que nos arrepintamos: tanto del pecado de la homosexualidad o de cualquier otro en el que hayamos caído. Para eso Jesús murió en la cruz: para salvar también a los afeminados y a los homosexuales. ¡Ay de nosotros si despreciamos una salvación tan grande!

"Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo" (Génesis 18:20)
"Luego le advirtieron a Lot: ¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas, y a todos los que te pertenezcan,  porque vamos a destruirla. El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor, y ya resulta insoportable. Por eso nos ha enviado a destruirla" (Génesis 19: 12-13)
"Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste" (Lucas 17:28-29)

LO QUE DICE LA LEY DE DIOS

"No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación" (Levítico 18:22)
Comentario: Si se lee este pasaje de Levítico en su contexto se verá que se incluye la homosexualidad entre pecados abominables para Dios como el incesto, el bestialismo -relaciones con animales- etc. Es pues falso que la Biblia sea neutral respecto a la  práctica homosexual.

"Cualquiera que practique alguna de estas abominaciones será eliminado de su pueblo" (Levítico 18:29)
Comentario: Con "eliminado de su pueblo" debemos entender que la práctica homosexual es incompatible con el ser cristiano. No podemos aceptar como miembro en la iglesia a alguien que siga prácticando sin remordimientos, repulsa y arrepentimiento, la práctica homosexual.

EL JUICIO DE LA LEY DE DIOS SOBRE ESTE PECADO

"Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno" (Génesis 19:28)

"Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables" (Levítico 20:13)
Comentario: No es el Dios de la Vida quien condena a muerte (al infierno eterno) al homosexual, es su propio pecado el que le condena y que le hace responsable y reo de muerte ante la Ley del Dios Santo. El Dios de la Vida quiere que el homosexual como cualquier otro pecador (Todos lo somos) se arrepienta de su pecado, vaya a Jesús (no a una religión) y viva.

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí" (Isaías 3:9)
Comentario: ¿No es esto lo que pasa hoy en día con el pecado de la homosexualidad y el lesbianismo? Publican desvergonzadamente y sin disimulo a los 4 vientos su pecado para convencer a esta decadente y cauterizada moralmente sociedad de que les acepte.

No doble sus rodillas ante esta avalancha mediática.

"Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías" (Lamentaciones 4:6)

EL TRAVESTISMO ES ABOMINACIÓN ANTE DIOS:

"No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Yahvé tu Dios cualquiera que esto hace" (Deuteronomio 22:5)

EL LESBIANISMO ES UNA PASIÓN CONTRA LA NATURALEZA Y VERGONZOSA

"Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza" (Romanos 1:26)

LA HOMOSEXUALIDAD RECIBE EN SI MISMA CASTIGO

Comentario: Creo que no debemos pensar, como algunos energúmenos creen, que el castigo particular de Dios contra este pecado particular sea el SIDA u otra enfermedad similar que afecta a tantos inocentes (en ese caso todos deberíamos estar afectados por una enfermedad, porque todos somos pecadores ante Dios los unos lavados por la sangre de Cristo y los otros no-). Estas enfermedades que se han propagado en un principio por causa de prácticas sexuales contra-naturaleza no son comparables con el venidero juicio de Dios cuando estemos ante Su Santo Trono para ser juzgados. Personalmente, en tiempos peores para esta enfermedad y afortunadamente pasados gracias a los avances médicos, he visitado en hospitales a homosexuales afectados de SIDA a los que sus amigos "Gays" habían abandonado. ¡Que triste entonces ver que las falsas luces de éste mundo que perece se habían convertido en sombras, y las risas en lágrimas! Los homosexuales en lo profundo de sus corazones sufren por su pecado más de lo que podemos imaginar.

"y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío" (Romanos 1:27)

LA HOMOSEXUALIDAD O EL SER AFEMINADO EXCLUYE DEL REINO DE DIOS

Comentario: La Biblia tacha a la homosexualidad como depravada hasta el extremo porque niega la imagen de Dios a la que el hombre ha sido creado. Niega el plan de Dios para la sociedad por medio de la institución de la familia (fundada por Dios aún antes que la iglesia). Creo que es por esto y no otra cosa que es un pecado especialmente desagradable a Sus santos ojos.

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1ª Corintios 6:9-11)

LA HOMOSEXUALIDAD ES ENEMIGA DEL EVANGELIO

Comentario: Ya es el tiempo en que en algunos países europeos, los homosexuales que reclaman para si mismos tolerancia y que no la tienen para los que pensamos que sus prácticas no son "normales" y sí contra-natura, están promoviendo leyes que envían a la cárcel a los pocos mártires (confesores de la Palabra de Dios) modernos que denuncian y hablan claramente de este pecado.

"Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito" (1ª Timoteo 1:8-11)

LA HOMOSEXUALIDAD ES CASTIGADA CON DESTRUCCIÓN

"condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente" (2ª Pedro 2:6)

LA HOMOSEXUALIDAD ES CASTIGADA CON FUEGO ETERNO

"como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno" (Judas 1:7)

HAY LIBERACIÓN Y PERDÓN DEL PECADO DE LA HOMOSEXUALIDAD

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis (...) ni los afeminados, ni los que se echan con varones (...) heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1ª Corintios 6:9-11)
Se hace necesario decir aquí, en justicia, que de los alrededor de 80 países del mundo donde la homosexualidad está penada, ninguno de ellos es "cristiano". En 8 de ellos está penada con la muerte (todos ellos musulmanes), en otros 8 se les puede condenar a cadena perpetua, y en el resto es ilegal y está penada con penas más o menos duras. El cristiano no aprueba el pecado homosexual, pero debe entender que el homosexual está necesitado como cualquier otro hombre pecador, de la liberación de su pecado que solo Jesús puede dar.

SI ERES HOMOSEXUAL -Y HAS LLEGADO HASTA AQUÍ- DEBES SABER QUE...

No eres más o menos pecador que el autor de esta Web. La única diferencia entre el mejor cristiano y el peor de los pecadores la hace Jesús de Nazaret. Tu pecado, y el mio, sea cual sea, no es sino una manifestación del pecado que hay en el corazón de todos nosotros. El ser "más o menos bueno" o ser un homosexual practicante o un hombre que va a la iglesia cada domingo intentando cumplir los mandamientos de la Ley de Dios no nos libra:

"Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho trasgresor de la ley." (Santiago 2:10,11).
Cuando incumplimos o transgredimos uno solo de estos mandamientos (en tu caso al ser homosexual y en el del que escribe esto pecados de otra índole) nos hacemos culpables ante toda la Ley de Dios, (por ejemplo: como el que cumple todas y cada una de las leyes de un país salvo una: robar bancos) y merecedores del castigo que Él en Su Santidad ha decretado para el pecado:

"Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23)
Hay un lugar terriblemente real destinado a los que mueren en sus pecados, sean homosexuales o "cristianos" de nombre:

"Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:43-48)
Ahora bien, hubo Uno: Jesús, que cumplió perfectamente la Ley:

"Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4:14-16).
Ese es Jesús, el Buen Jesús. Él pagó en la cruz el precio que merecían tus y mis pecados, por eso Él es el Salvador:

"El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Romanos 4:25)
Por eso dice la Biblia:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3:16-18).
Jesús murió por culpa nuestra. Dios no nos perdona de cualquier modo o porque le apetezca: nos perdona porque ya castigó nuestros pecados en Su Hijo, que tomó el pecado también de los homosexuales en la cruz. Ahora si te arrepientes (cambias de vida) y te vuelves a Él te digo que hay esperanza para ti, Dios te puede dar limpieza, pureza y una nueva vida, porque Dios dice en Su Palabra:

"Venid luego, dice El Señor, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." (Isaías 1:18)
A ti, que no sabes de qué están hechos sus próximos 5 minutos de vida, que estás desesperado, que buscas verdadera libertad, te toca decidir ahora dónde quiere pasar una eternidad. Solo tienes que arrepentirte de tus pecados y entregarle tu vida entera a Jesucristo. Así de sencillo: entregarle tú tu vida llena de miserias a Jesús y a cambio Él Te dará una nueva vida -Su Vida- de perdón y plenitud.

"Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11: 28-30)
Si esto te ha hecho reflexionar te aconsejo que busques una buena iglesia genuinamente cristiana -no de la religión tradicional y "popular" ni uno de esos grupos "locos" que hay por ahí- y pidas poder hablar con el responsable (te recomiendo una iglesia bautista). En el improbable caso de que no te hicieran caso o te tratasen mal, no te desanimes: sigue buscando y mira a Jesús, no  a los hombres. Si no sabes si cerca de ti hay una escríbeme y trataré de ayudarte.

Quizás mañana sea tarde...

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH


                                                   José Smith recibiendo un falso evangelio de un falso angel de luz

En la imagen el falso profeta José Smith recibiendo la visita de unos seres luminosos que le revelaron un nuevo "evangelio" en el "Libro de Mormón" (imagen mormona)

"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:8-9) 
"Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2ª Corintios 11:14-15)
Los mormones y Joseph Smith 
La influencia de la masonería (I)

El peso de la masonería en el reverdecer del ocultismo del siglo XIX fue, como vimos en las entregas anteriores, ciertamente extraordinario, hasta el punto de que no puede entenderse su historia sin hacer referencia a él. Ya hemos indicado como uno de sus componentes esenciales – y de sus atractivos – era la pretensión de poseer un conocimiento secreto, una gnosis, que sólo se comunicaba a los iniciados. Esta circunstancia - absolutamente esencial en la historia de la masonería y, sin embargo, tantas veces omitida - explica, por ejemplo, el considerable papel representado por la masonería en la configuración de algunas de las sectas surgidas durante el siglo XIX. En las siguientes entregas, nos ocuparemos del papel de la masonería en la fundación del mormonismo, de los adventistas, de la Ciencia cristiana y de los testigos de Jehová.

De entre las sectas contemporáneas, la más importante, con diferencia, es la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, más conocidos popularmente como los mormones. En la actualidad, los mormones cuentan con no menos de diez millones de miembros en todo el mundo y un peso social, político y económico que supera con mucho el de ese número . Todo eso es más o menos conocido, lo que ya resulta mucho menos sabido es que Joseph Smith Jr. era masón y que la masonería desempeñó un papel muy considerable en el nacimiento y establecimiento de la secta.

Resulta obligado decir que nada puede alcanzar la categoría de comprensible en relación con la historia y la teología de los mormones – a la que Ferguson denominó la religión sintética de Utah – sin hacer referencia a la persona de su fundador y profeta Joseph Smith .

Nacido el 23 de diciembre de 1805, cuando Estados Unidos era una jovencísima nación recién emancipada de Gran Bretaña, Smith nació en un entorno doméstico peculiar. Los vecinos de Smith consideraban a la familia de éste como “analfabeta, bebedora de whiskey, holgazana e irreligiosa” (1). La madre de Smith, Lucy Mak, practicaba la hechicería y alimentaba la pretensión – por lo visto no del todo desprovista de fines crematísticos – de tener visiones.

El padre, Joseph, más conocido como Joe, contaba con una cierta popularidad que emanaba de que su ocupación consistía en buscar tesoros en favor de aquellos que le pagaban con esa finalidad. Está documentado que el joven Joseph Smith acompañaba con frecuencia a su padre en estas expediciones a mitad de camino entre el fraude y lo oculto, y desde edad muy temprana se dedicó a la práctica de la adivinación y de decir la fortuna mediante el uso de piedras, una práctica específicamente prohibida por la Biblia (2). Sin embargo, de manera aún más interesante, la familia de Joseph Smith estaba estrechamente vinculada con la masonería.

El padre, Joseph Smith Sr. había sido iniciado en el grado de maestro masón el 7 de mayo de 1818 en la logia de Ontario n. 23 de Canandaigua, Nueva York. Uno de los hijos mayores, Hyrum Smith, era miembro de la logia Mount Moriah n. 112 de Palmyra, Nueva York.

Las fechas resultan interesantes porque en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta .

La importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que “La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia” (3). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Tal y como lo expresó el apóstol mormón John A. Widtsoe: “Sobre su realidad (la de la visión) descansa la verdad y el valor de su (de Smith) obra posterior”(4). Desde luego, no es para menos. Si efectivamente Dios se le apareció a Joseph Smith dándole instrucciones concretas, sería estúpido negarle, al menos, un poco de atención. Si, por el contrario, la historia es falsa, Smith sería un farsante, un enfermo o algo peor.

El relato oficial es como sigue. En 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años , se adentró, una hermosa mañana de inicios de la primavera, en el bosque. Al parecer había decidido orar para descubrir cual de “todas las sectas era la correcta”, una oración nada baladí teniendo en cuenta la vinculación de su padre con la masonería. Mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo” . Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas.

En el siguiente artículo analizaremos la revelación de J. Smith.

(1) Citado en B. Larson, Oc, p. 309.
(2) Las citas al respecto son claras. Por ejemplo, “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos” (Levítico 19:26) o “ No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de el Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios” (Deuteronomio 10, 8-14).
(3) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85.
(4) John A Widtsoe, Joseph Smith-Seeker After Truth, SALT Lake City, 1951, pg. 19.

Mormones: la visión de Joseph Smith
La influencia de la masonería (II)

Vimos que en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta, siendo la importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que "La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia"(1). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Como relatamos en el artículo anterior, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas.

Sería de esperar que esta visión de radical importancia hubiera sido registrada desde el principio entre los recuerdos y testimonios del futuro profeta. Lo cierto es que no fue así. Los mismos mormones se han visto obligados a reconocer que "el relato oficial de la primera visión de Joseph Smith y las visitas del ángel Moroni... fue publicado por primera vez en 1842"(2), es decir, 22 años después de acontecidos los hechos. Hasta qué punto este "retraso" resulta absurdo podemos verlo en el hecho de que la secta fue fundada oficialmente en 1830, el mismo año de publicación del Libro de Mormón. ¿A qué se debe que la piedra básica - la visión divina de Smith - sobre la que está edificada la secta de los mormones no fuera mencionada por el profeta sino veintidós años después de presuntamente acontecida?.

Diversas investigaciones parecen apuntar a una causa bien poco presentable: el mismo Joseph Smith no contó siempre la misma historia y ello se debe sencillamente a que la misma no era verdad. Jerald y Sandra Tanner (3) han dejado de manifiesto que en el interior de la secta circulaban, al menos, dos versiones diferentes de la visión divina de Smith si bien no salieron a la luz pública hasta que Paul Cheesman, un estudiante de la universidad Brigham Young, las publicó en 1965. Por si esto fuera poco, al año siguiente, James B. Allen, profesor asociado de Historia de la BYU, reveló otra versión más de la visión. Demasiados relatos discordantes para creer en una versión - hoy oficial - que, al parecer, desconocieron dirigentes mormones como Brigham Young y Oliver Cowdery (4).

El mismo Joseph Smith se destacó por ser el origen de este tremendo embrollo. A fin de cuentas, no relató siempre la misma historia . Así, el Messenger and Advocate de septiembre de 1834 y de febrero de 1835 publicó diversas versiones de la "primera visión" considerablemente diferentes de la oficial de 1842. Las diferencias son de bulto. En la versión ahora oficial, Joseph Smith tenía catorce años, buscaba saber qué secta era la verdadera y se le aparecieron el Padre y el Hijo. En las de 1834 y 1835, Joseph Smith tenía diecisiete años, lo que ansiaba saber es si existía un ser supremo y el que se le apareció fue un simple ángel. Para terminar de complicar las cosas el 29 de mayo de 1852 el Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en que afirmaba que la primera visión la tuvo a los catorce años y que fue de ángeles.

Esto fue corroborado posteriormente, por el apóstol mormón Orson Pratt (5) y por John Taylor, el tercer presidente de los mormones (6). Por desgracia para Smith, ni siquiera en la época en que coincidían casi todos en que quien se había aparecido era un ángel, llegaban a ponerse de acuerdo sobre la identidad del mismo. En la primera edición de la "Perla de gran precio" de 1851, pg. 41, se decía que el ángel era Nephi y la misma opinión sustentaba Lucy Mack, su madre. No obstante, después se denominó al ángel con el apelativo de Moroni. Finalmente, alguien debió de llegar a la conclusión de que una aparición del Padre y del Hijo siempre es mucho más atrayente que la de un simple enviado. Así esta tesis acabaría imponiéndose de manera oficial en la "Perla de gran precio", uno de los libros sagrados de los mormones (7) .

Como fundamento- según el profeta y apóstol MacKay - de la organización que afirmaba ser la única iglesia cristiana, la visión primera de Smith da la impresión de dejar mucho que desear. No coinciden - de acuerdo a las diferentes versiones - ni la edad de Smith, ni el motivo de su oración ni los personajes que se le aparecieron. Francamente, un profeta con una memoria tan dudosa sobre asunto de tanta importancia no consigue crear precisamente confianza en la manera en que transmite las revelaciones ni en la veracidad de las mismas. Para colmo, la última - por el momento - versión de la visión de Smith se contradice con sus propias enseñanzas de manera directa.

En 1832, Joseph Smith afirmó haber tenido una revelación de Dios según la cual nadie puede ver a Dios sin tener el sacerdocio. Según el propio SmitH él no tuvo ese sacerdocio hasta pasado 1830 (8) pero la visión de Dios fue, al menos, diez años antes. Como y por qué Dios hizo una excepción a Su revelación en relación a Smith constituye un misterio que - hasta la fecha - ningún adepto de la secta ha conseguido aclarar.

Como ha dejado de manifiesto Floyd C. Mc Elveen, ambas revelaciones no pueden ser verdad. O bien Smith vio a Dios en 1820 - y eso se contradice con la revelación sobre el sacerdocio de 1832 - o bien la revelación de 1832 es falsa y con ello queda a salvo la veracidad de la versión - hoy oficial- de la visión de 1820. Naturalmente cabe también la posibilidad de que ambas visiones no fueran sino una falacia.

(1) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85.
(2) Improvement Era, julio de 1961, p. 490.
(3) Jerald y Sandra Tanner, The First ision Examines. Salt Lake City. 1969.La obra constituye un clásico en el estudio de las fuentes de la secta.
(4).C..Mc Elveen, The mormon illusion, Ventura, 1977 pp. 24-25.
(5) Vid: Messenger and Advocate, vol.I, pp. 78-79.
(6) Journal of Discourses, Salt Lake City. (1966) vol. 13, pp. 65-66.
(7) Pearl of Great Price, Salt Lake City, 1958, p.48 par.17.
(8) Bruce R. McConkie, doctrines of Salvation, SALT Lake City, 1954, vol. I, p. 4.

El "Libro del Mormón" 
La influencia de la masonería (III)

Aún más problemas plantea esa obra que Mark Twain denominó "cloroformo en forma de libro" y que nosotros conocemos como el Libro del Mormón. La historia oficial del mismo es digna de ser referida aunque sea brevemente. En la Perla de gran precio, uno de los libros sagrados de la secta, Joseph Smith narra una visión que tuvo en 1823. De acuerdo con este libro, en el curso de la misma se le apareció a Smith un ángel llamado Moroni que le señaló la misión que Dios le había encomendado. Smith tenía que encontrar unas placas de oro en las que había escrita una obra cuya traducción debía acometer. Junto a las placas, Smith encontraría unas gafas que le permitirían traducir las placas del egipcio reformado en que estaban escritas al inglés. Para colmo de maravillas, las mencionadas lentes fueron identificadas por el ángel con el Urim y el Tumim del Antiguo Testamento. La obra señalada por el ángel, presuntamente, era el Libro del Mormón.

No hace falta decir que para una vez que una revelación presuntamente divina no se produce por inspiración sino por traducción, hubiera resultado sumamente interesante poder examinar los textos y el artilugio destinado a facilitar su comprensión a los mortales. No ha sido posible. Según la tesis mormona, después de que Smith tradujo las 116 primeras páginas del Libro del Mormón, aquellas desaparecieron. ¿Y las gafas? Se las llevó el ángel.

Según los tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris, el método de traducción de Smith era auténticamente peculiar. En primer lugar, Smith colocaba los lentes en un sombrero y después metía la cara en el mismo comenzando a continuación a traducir de las placas de oro... que prácticamente nunca estuvieron presentes. Dado el método utilizado, no es de extrañar que no hicieran ni falta.

No acaba aquí la cosa. Según ha dejado escrito David Whitmer (1), una vez que Smith se echaba a la cara el sombrero con las gafas, aparecía una especia de jeroglífico con la traducción inglesa debajo. Smith la leía entonces para que copiara Cowdery o cualquier otro y si quedaba escrito correctamente la frase desaparecía.

El método se presenta como un tanto alambicado, pero así es como fue presentado por Smith y sus adeptos más cercanos. La obra era una revelación de Dios de igual importancia - en la práctica más - que la Biblia. Por desgracia para Smith y su secta, la nueva revelación por escrito iba a levantar aún mayores dudas que el relato referente a su presunta visión divina. Joseph Smith afirmó que la obra fue escrita en torno al 384 al 421 A. de C. por Mormón, el padre de Moroni. Por ello, no deja de ser curioso que la obra reproduzca textualmente la versión de la Biblia del Rey Jaime que se imprimió... en 1611 A.D. El cómo un libro puede llevar millares de citas textuales de una obra que, supuestamente, se imprimió dos mil años después es otro de los grandes enigmas de la religión mormona, y el enigma se agranda cuando vemos que hasta las palabras en cursiva de la versión del Rey Jaime se reproducen así en el Libro del Mormón.

No menos curioso es el estilo gramatical de la obra . Supuestamente, "cada palabra y cada letra le fueron dadas (a Joseph Smith) por el don y el poder de Dios", pero eso no ha evitado que los mormones hayan realizado unos cuatro mil cambios de estilo - y no sólo de estilo - en la obra (2). Francamente, resulta curioso que las autoridades mormonas se hayan mostrado tan predispuestas a alterar con suma libertad una obra que - presuntamente - fue dada por Dios al profeta fundador de la secta. Quizá una explicación de este fenómeno resida en el hecho de que cuando Smith cita de la versión de King James o Rey Jaime (supuestamente escrita dos mil años después que el Libro de Mormón) su gramática es impecable, pero deja de serlo en el momento en que - al parecer - traducía del egipcio ayudado por las gafas que le dio el ángel. Desde luego, si Dios entregó la revelación a Smith de manera directa, lo hizo en momentos en que Su gramática no era muy sólida.

Estas y otras cuestiones - que, desde luego, no contribuyen lo más mínimo a afianzar la creencia de que Joseph Smith era un profeta de Dios - suelen ser dejadas de lado por los adeptos de la secta con una referencia rápida al testimonio, favorable al Libro de Mormón, de los testigos.

Efectivamente, en las páginas iniciales del Libro de Mormón se menciona el "Testimonio de los tres Testigos", a saber, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; así como el de los "Ocho testigos", es decir, Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Irma Page, Joseph Smith, Sen; Hyrum Smith y Samuel H. Smith. Según los adeptos, el testimonio de estas personas en bloque no deja ninguna duda de que el Libro de Mormón fue una obra inspirada por Dios y revelada a Su profeta, Joseph Smith. Sin duda, muchos adeptos lo creen. El problema es que el mencionado testimonio no se sostiene ni siquiera parcialmente. Para empezar el grupo de los "tres testigos" jamás afirmó haber visto las placas de oro donde - supuestamente - se escribió el Libro de Mormón. Lo más que llegaron a afirmar fue que tuvieron una "visión" de las mismas, que las vieron "con el ojo de la fe" o cuando estaban envueltas o tapadas (3). Si alguien vio alguna vez - y resulta dudoso - aquellas placas fue sólo Joseph Smith.

(1) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975.
(2) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975.
(3) Cf: F.C. McElveen, Oc, p. 48 ss.

Las grandes deserciones mormonas 
La influencia de la masonería (IV)

Por desgracia, no termina en el Libro del Mormón en sí el cúmulo de problemas que presentan los mencionados testigos de Shmit. Veámoslos, aunque sea por encima. De los once testigos mencionados, todos se marcharon de la secta salvo los Smith, es decir, los de la familia del profeta e incluso de éstos, un par de los hijos de Smith dejaron la secta para afiliarse a la iglesia reorganizada de los Santos de los Últimos Días.

Como relatamos en artículos anteriores, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. Existen los llamados tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris.

Visto el éxito final que tuvo con ellos, no es de extrañar que el profeta Smith denominara a los tres testigos principales "ladrones y embusteros" (1) y que incluso manifestara en la "Historia de la Iglesia" que habría que olvidarlos (2). De nuevo este conjunto de circunstancias no pueden sino resultar sorprendentes al venir ligadas a una revelación supuestamente de Dios. Por ello, resulta injustificable que la secta de los mormones tenga el valor de presentarlos como testigos a favor de las revelaciones de su profeta, cuando todos, menos los familiares de éste, la abandonaron convencidos de que aquello no tenía ninguna relación, ni siquiera lejana, con Dios.

Realmente, da la impresión de que la gente más cercana a Smith creía que todo era un fraude y se cansó de seguir la farsa. A causa de ellos, Smith los descalificó como embusteros y ladrones en un intento de privar de valor a los testimonios - esta vez ciertos - que pudieran dar acerca del. Posteriormente, la secta correría un tupido velo sobre el abandono e insistiría en que todos ellos eran piedra fundamental para creer la veracidad de las pretensiones de Smith. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de a quien beneficiaba esa falsedad consciente.

Una cuestión adicional sirve para dejar aún más de manifiesto el dudosa carácter de los poderes de Smith. Para desgracia de la secta, el asunto pasó por los tribunales y las minutas del procedimiento fueron localizadas por Wesley P. Walters el 28 de julio de 1971 (3). En 1826, es decir, seis años después de la supuesta visión divina, Joseph Smith fue acusado (y condenado) por ser un "glass looker". El término anglosajón, que se podría traducir como "mirador de cristal", sirve para designar a una persona que mirando a través de un vidrio o de una piedra puede encontrar tesoros o propiedades perdidas. Smith había estafado a una persona llamada Josiah Stowell asegurándole que, mirando a través del cristal, localizaría tesoros y propiedades perdidas.

No deja de ser curioso que Smith fracasara utilizando la misma metodología que le permitió - en teoría - traducir las placas de oro que un ángel de Dios le había mostrado y tampoco deja de llamar la atención que, seis años (o tres, según la visión) después de hablar con el Padre y el Hijo (o con un ángel, llamado o Moroni o Nephi, según qué visión y qué persona) anduviera dedicado a los menesteres - nada respetables - que había aprendido en su familia. No parece lo más adecuado que un profeta de Dios se dedique a estafar al prójimo prometiéndole encontrar tesoros... a menos, claro está, que no se sea tal tipo de profeta. Desde luego, con esos antecedentes tampoco llama mucho la atención las controversias desatadas desde el principio en relación con el Libro de Mormón.

(1) Times and Seasons, vol. I, pg. 81; Elders Journal, pg. 59; Senate Documents 189, pp. 6,9.
(2) Smith, History of the Church, vol. 3, p. 232.
(3) Una reproducción fotográfica de las minutas judiciales originales en J. Y S. Tanner, Joseph Smith´s 1826 Trial, Salt Lake City. 1971.

Falsedades históricas del Libro de Mormón 
La influencia de la masonería (V)

Los libros sagrados de las diversas religiones suelen contener datos históricos, geográficos y arqueológicos susceptibles de ser verificados por los especialistas en estas ciencias. En alguna medida, su fiabilidad viene confirmada o negada precisamente por la posibilidad de verificar si los datos históricos o arqueológicos son o no reales. El ejemplo más destacado de esta tesis lo constituye, sin lugar a dudas, la Biblia. Los datos geográficos, históricos y arqueológicos que aparecen en la misma no sólo son reales y están cuidadosamente expuestos sino que han servido de base para realizar descubrimientos arqueológicos en tiempos modernos. En el caso de otros libros religiosos los datos son escasos y difícilmente comprobables vg: los libros canónicos del hinduismo, pero incluso así parece existir un fondo histórico real aunque se haya visto deformado por la leyenda. La única excepción a esta regla la constituye el Libro de Mormón, la presunta revelación divina recibida por Joseph Smith, un escrito que resulta aún menos fiable que los textos sagrados del hinduismo.

La historia contenida en esta obra no deja de ser un tanto complicada en sus detalles. Haremos aquí un breve resumen de la misma en relación con sus aspectos fundamentales. En las páginas del libro canónico por antonomasia del mormonismo, se nos narra que un pueblo llamado jareditas, procedentes de la Torre de Babel, emigró a América en el año 2247 A.C. Supuestamente esta cultura ocupó América Central hasta desvanecerse a causa de los conflictos internos. Un superviviente llamado Ether escribió su historia en 24 placas metálicas.

LA HISTORIA SEGÚN EL LIBRO DE MORMÓN
Hacía el año 600 A.C., las dos familias de Lehi e Ismael salieron de Jerusalén y cruzando el océano Atlántico desembarcaron en América del Sur. Dos hijos de Lehi, llamados Laman y Nephi, acabaron enfrentándose junto con sus seguidores en el campo de batalla. De aquí procederían los pieles rojas que poblarían el Nuevo Mundo. La razón, según Joseph Smith, no podía ser más fácil: los lamanitas era rebeldes contra Dios y El los castigó haciendo que su piel se oscureciera dando así origen a los indios americanos.

Los nefitas, por el contrario, que seguían conservando una piel inmaculadamente blanca, fueron favorecidos por Dios y se asentaron en América Central en la época de Cristo. Después de su crucifixión, Jesús se les apareció en esta parte del continente americano e instituyó el bautismo, el sacramento del pan y el vino, el sacerdocio, etc. Un par de siglos después, aquella cultura centroamericana abandonó los caminos del Señor y otro siglo y medio después nefitas y lamanitas se enfrentaron de nuevo en batalla.

El jefe de los nefitas era un profeta y sacerdote llamado Mormón. Cuando comprendió que la derrota era una posibilidad clara, decidió escribir en placas de oro la historia de su pueblo. Se las entregó a su hijo Moroni que, supuestamente, la escondió en una colina cerca de Palmyra, Nueva York, unos mil cuatrocientos años antes de que, presuntamente, un ángel se le apareciera a Smith y le dijera donde encontrarlas. Por qué escogió este lugar – salvo porque Smith viviría cerca de él – es un enigma. Enigma resulta también que Mormón retara a los lamanitas a trabar combate en un cerro insignificante llamado Cumorah. Este lugar, al parecer, se hallaba a centenares de miles de millas de donde se encontraba su pueblo y, por ello, aquel se vio obligado a cruzarlas. Lógicamente, debió llegar hecho trizas al lugar de la batalla. Mormón, si es que existió, fue quizá un profeta y un sacerdote piadoso, pero, desde luego, dejaba mucho que desear como estratega. De acuerdo con el Libro de Mormón, hacia el 421 A.de C. todos los nefitas habían sido asesinados y los impíos lamanitas dominaban la tierra. Presuntamente cuando Colón llegó a América en 1492, se encontró a los descendientes de los lamanitas.

LAS BASES HISTÓRICAS REALES
Desde luego, no cabe duda que la historia como tal, pese al tono aburridísimo de su exposición, derrocha imaginación. El problema, para Smith y la secta, claro está, es que existen buenas razones para pensar que no cuenta con la más mínima base histórica.

Para empezar, está la cuestión del incremento de la población . Según el Libro de Mormón, en treinta años, de 28 personas se formaron dos naciones poderosas (I Nephi; 2 Nephi 5:5,6,28), nephitas y lamanitas que se enfrentarían a muerte. En términos demográficos, tal posibilidad es absolutamente inaceptable. Por si fuera poco, siempre según el Libro de Mormón, esas dos naciones – que se formaron en treinta años – edificaron multitud de ciudades poderosas, seguramente durante el tiempo que no se dedicaban a multiplicarse frenéticamente. En el Libro de Mormón se mencionan al menos 38 ciudades: Ammonihah, Bountiful, Gideon, Shem, Zarahemla, etc. No se han encontrado restos de una sola siquiera ni en Centroamérica ni en Suramérica.

Como remate, tampoco tenemos pruebas de que, como afirma el Libro de Mormón, en América se utilizara profusamente el egipcio reformado y el hebreo . Para ser honrados habría que decir que no contamos con un solo vestigio de ello. Algo, por otra parte, incomprensible su fiera cierto que, como afirma el Libro de Mormón, ambas lenguas fueron utilizadas durante siglos en el continente americano.

Las cuestiones menores de dudosa fiabilidad son numerosísimas . Por sólo citar algún ejemplo diremos que el profeta Nephi, que supuestamente escribió varios siglos antes de Cristo, cita a Mateo, Lucas, Pedro y Pablo que no vivieron ni escribieron hasta el siglo primero de nuestra Era. En Alma 46:15 se llama “cristianos” a fieles que vivían 73 años antes del nacimiento de Cristo. Se afirma en Ether 2:3 que había abejas en América unos dos mil años A.de C., cuando lo cierto es que fueron los españoles los que las llevaron al Nuevo Mundo, etc.

En realidad, lo que resulta establecido más allá de cualquier duda razonable es que el Libro de Mormón es un verdadero fraude histórico . De hecho, autoridades competentes como el Instituto Smithsoniano de Washington han dejado claro que carece de la más mínima base histórica o arqueológica afirmando, por ejemplo, que “los arqueólogos del Smithsoniano no ven ninguna conexión entre la arqueología del Nuevo Mundo y el tema del Libro (de Mormón)” (1). Como ha señalado el Dr. Frank H.H. Roberts, Jr., director del departamento de etnología americana del citado instituto: “No existe ninguna prueba de ninguna emigración desde Israel a América, y de manera similar no hay ninguna prueba de que los indios precolombinos tuvieran ningún conocimiento del cristianismo o de la Biblia”. De la misma opinión es el arqueólogo Michael Coe, especialista en culturas precolombinas: “No hay un solo arqueólogo profesional, que no sea mormón, que encuentre alguna justificación científica para creer que (el Libro de Mormón) es cierto”.(2)

Los datos resultan tan aplastantes que, incluso, algunos arqueólogos mormones se han visto obligados a aceptarlos . Un ejemplo claro es el del reconocido arqueólogo mormón Dee F. Green que efectivamente ha afirmado: “La moderna topografía no permite situar ninguno de los lugares a los que se refiere el Libro de Mormón. Se puede estudiar la arqueología bíblica, porque sabemos dónde estaban y está Jerusalén y Jericó, pero no sabemos dónde estaban ni están Zarahemla y Bountiful, ni ningún otro sitio realmente (3).

(1) J. Y S. Tanner-Mormonism Shadow or Reality. Salt Lake City. 1975, p. 57.
(2) Dialogue: A Journal of Mormon Thought, “Mormons and Archaeology: An Outside View”.Verano de 1973, p.p. 41-42, 46 .
(3) Dialogue, Oc, verano de 1969, pp. 77-78.

Más vínculos del mormonismo y la masonería 
La influencia de la masonería (VI)

No es de extrañar que ante los datos mencionados en el artículo anterior acerca del Libro de Mormón, multitud de personas dejen de creer en el carácter divino de la revelación de Smith. Uno de los casos más claros es el de Thomas Stuart Ferguson (1). Fundador de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, era un miembro respetado de la secta, en apoyo de la cual había escrito tres libros con argumentos a favor de la veracidad del Libro de Mormón. Tras veinticinco años de investigación, llegó a la conclusión de que "las pruebas en contra de Joseph Smith eran absolutamente rotundas" y perdió la fe en el mormonismo como revelación divina.

Bajo presiones de las autoridades de la secta escribió una carta en la que afirmaba que no rompería su relación con la misma, sin embargo, había dejado de creer - convencido por la aplastante evidencia - en Joseph Smith como profeta de Dios (2).

A pesar de todo, la verdad es que el Libro de Mormon levantó tantas expectativas que, al parecer, Joseph Smith decidió adentrarse por el camino de las sucesivas revelaciones. Supuestamente, en 1835, Smith compró varias momias egipcias y rollos de papiro de un tal Michael H. Chandler. Al parecer, el profeta tradujo los textos y con ellos formó el "Libro de Abraham" que está incluido en otro de los textos sagrados del mormonismo, "La Perla de Gran Precio".

Según la interpretación de Smith, el primer dibujo mostraba al sacerdote idólatra Elkenah intentando ofrecer a Abraham como sacrificio. El pájaro que aparecía en el dibujo era el Ángel del Señor, etc.

Por desgracia para Smith, esta vez sí que hubo quien vio los textos. F.S. Spalding envió copias de este facsímil y de otros que dibujó Smith a varios de los egiptólogos más competentes del mundo (2). Todos, sin excepción, manifestaron que el tema de los papiros era el embalsamamiento de los muertos. Asimismo, fueron unánimes en afirmar que la interpretación de Smith - sagrada palabra de Dios para sus seguidores - era falsa y que no constituía una traducción veraz de los jeroglíficos.

Al igual que ha sucedido con arqueólogos mormones que perdieron su fe en J. Smith después de examinar científicamente el Libro de Mormón ha acontecido con esta otra revelación. Dee Jay Nelson (3), un supuesto egiptólogo mormón, abandonó la secta tras examinar los datos y llegar a la conclusión de que la supuesta traducción de Smith era un fraude. Su caso no es único.

A pesar de todo lo anterior - que, difícilmente, puede considerarse propio de una persona honrada - Joseph Smith no tuvo ninguna dificultad para que la masonería aceptara iniciarlo en sus secretos. Cómo se llegó hasta ese paso es - como sucede con tantos episodios de la historia de la masonería - verdaderamente novelesco.

Dentro de la historia de la masonería constituye un capítulo especialmente importante el relacionado con la historia de la muerte de William Morgan, un hombre asesinado por escribir un libro en el que, supuestamente, revelaba secretos relacionados con la masonería.

El episodio provocó una gran reacción contra la masonería en los Estados Unidos, pero no es ése el aspecto en el que vamos a detenernos aquí. Al ser asesinado Morgan por los mormones, dejó una viuda llamada Lucindia. Inicialmente, Lucindia no dudó en elevar votos de mantenerse fiel a la memoria de su marido y, por supuesto, recibió donativos de no pocos anti-masones que la contemplaban con simpatía y afecto. Sin embargo, cuando Lucindia volvió a casarse el 23 de noviembre de 1830, lo hizo con un masón llamado George W. Harris. Acto seguido, se convirtió al mormonismo y se trasladó a Nauvoo, Illinois. Ni de lejos iba a ser la única vinculación entre la masonería y el mormonismo. De hecho, el 6 de abril de 1840, fue fundada la Gran Logia de Illinois por el general, juez y patriarca mormón, James Adams. La nueva Gran Logia de manera inmediata se entregó a establecer estrechos vínculos con la secta fundada por Smith. Al cabo de poco tiempo, Nauvoo contaba con tres logias y Iowa con dos, las cinco eran denominadas las "logias mormonas" y contaban con unos 1550 hermanos. El mismo Joseph Smith Jr., profeta de Dios según su testimonio, fue iniciado como aprendiz masón el martes, 15 de marzo de 1842. El episodio aparece documentado en las minutas de la logia de Nauvoo correspondientes a esa fecha donde se habla de cómo Smith Jr. y Sydney Rigdon "fueron debidamente iniciados como aprendices masones durante el día".

Se trataba tan sólo del principio. Los cinco primeros presidentes de la secta - Joseph Smith, Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow - fueron todos iniciados en la masonería en la misma logia de Nauvoo. De hecho, prácticamente todos los miembros de la jerarquía o eran ya masones o fueron iniciados en la masonería una vez que Joseph Smith fue ascendido al grado de maestro masón. A decir verdad, es posible que la logia mormona de Nauvoo haya sido la que ha contado con más personas celebres entre sus miembros con la excepción de la ya citada Logia de las Nueve hermanas.

Una vez que la masonería fue introducida en Nauvoo, la logia celebró sus reuniones en la habitación superior del almacén de Joseph Smith hasta que se construyera el edificio especialmente dedicado a las tenidas. Éste fue dedicado por Hyrum Smith el 5 de abril de 1844.

(1) Una narración más extensa del mismo en Ed. Decker y D. Hunt, Los fabricantes de dioses, Minneapolis, 1987. pp. 78 ss.
(2) Durante años se ha defendido la tesis de que El Libro de Mormón no fue siquiera obra de Joseph Smith, sino que éste la plagió de un tal Solomon Spaulding. Al parecer, éste había escrito una novela histórica sobre una familia judía que emigraba al Nuevo Mundo. Esta explicación del origen del Libro de Mormón es, a nuestro juicio, la más satisfactoria por tres razones. Primero, explica la utilización de la Biblia del Rey Jaime de 1611. Es lógico que un protestante del siglo XIX la utilizara para citar de las Escrituras al ser la de mayor difusión en las naciones de habla inglesa. Segundo, explica la falta de base histórica ya que se trata sólo de novelar y no de historiar. Tercero, la tesis viene apoyada por multitud de testigos que afirmaron haber leído o escuchado fragmentos de la obra de Spaulding que eran idénticos a la que Smith presentaba como Libro de Mormón. No hace falta decir que de ser cierta esta teoría, el profeta Smith saldría aún peor parado en sus pretensiones, pero ese no es un problema para el investigador imparcial..
(3) Los egiptólogos fueron A.H. Sayce de la universidad de Oxford, William M.F. Petrie de la universidad de Londres, A.C. Mace del departamento de egiptología del Museo metropolitano de Nueva York, J. Peters, director de la expedición babilónica de la universidad de Pensylvania; S.A.B. Mercer del Western Theological Seminary de Chicago, E. Meyer de la universidad de Berlín y B.V. Bissing de la universidad de Munich.
(4) Dee Jay Nelson, The Joseph Smith Papyri, part. 2 y The Eye of Ra.

Mormonismo y poligamia 
La influencia de la masonería (VII)

Las relaciones de la nueva secta del mormonismo así como de su fundador con la masonería resultaban, desde luego, inmejorables. Sin embargo, Joseph Smith distaba mucho - consideraciones sobre sus revelaciones aparte - de ser un modelo moral tal y como, presuntamente, exige la masonería de sus miembros. De hecho, en 1842, el profeta fue acusado de asesinato. Fuera o no cierto, la verdad es que salió bien parado en el procedimiento judicial e incluso se permitió declararse candidato a la presidencia de los Estados Unidos. No se saldría con la suya, pero el año siguiente recibiría otra revelación de enormes consecuencias. Su tema sería la poligamia. Al parecer antes de la canónica revelación de 12 de julio de 1843, Smith había tenido otras varias relativas a este tema, la diferencia estaba en que, hasta entonces, fueron privadas y generalmente iban dirigidas a convencer a la mujer ansiada (que podía ser tanto soltera como casada) de que Dios deseaba que se entregara al profeta Smith.

Si la mujer se convencía - cosa, al parecer, no muy difícil dado el poder de atracción de Smith - se celebraba un matrimonio secreto y, a partir de entonces, tenían lugar los encuentros sexuales de manera oculta. Ann Whitney, por citar sólo un ejemplo, se casó con Smith cerca de un año antes de la revelación de 1843 (1), pero la costumbre de perpretrar adulterios de manera constante, venía de muy lejos.

La primera acusación pública de adulterio formulada contra Smith procedió, nada menos, que de uno de los testigos del Libro de Mormón: Oliver Cowdery. Está documentado que, desde 1835, Smith mantuvo con una tal Fanny Alger una relación adulterina de la que no lograron disuadirlo ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos (2). Pronto el número de amantes - esposas, según Smith - llegó a más de ochenta.

Al parecer, a Smith no le importaba mucho lo moral de sus actuaciones, pero sí el que su esposa Emma le pudiera descubrir . Esto, al menos, es lo que se desprende de una carta descubierta por Michael Marqwardt en el George Albert Smith Collection de la Biblioteca de la Universidad de Utah (3). Tanto le preocupaba la cólera de la esposa engañada que incluso, en algunas ocasiones, el profeta arregló casamientos fingidos entre sus "mujeres" y otros hombres (4), para cubrir una realidad más evidente: esas mujeres eran las amantes adulterinas de Smith. Desde luego, el sistema no deja de parecer una actitud curiosa si aceptamos la tesis de que Smith sólo hacía lo que Dios le ordenaba.

Como es de suponer, la lujuria del profeta pronto se convirtió en una pesadilla para muchos de sus adeptos. Tener una esposa hermosa era un riesgo porque, a buen seguro que, tarde o temprano, constituiría una tentación que Smith no podría ni querría resistir. Si una mujer le apetecía sexualmente, la tomaba sin el más mínimo problema de conciencia. Hay que decir, no obstante, que en algunas ocasiones estuvo dispuesto a aceptar un canje.

Un caso así fue el de Vilate Kimball, casada con el apóstol mormón Heber C. Kimball. La mujer debía tener un cierto atractivo físico y el profeta le comunicó que debía acceder a sus deseos sexuales. Ni a ella ni a su esposo les debió convencer - mucho menos honrar - la sugerencia. Finalmente, idearon una forma de escapar a tan alto honor. Kimball, con enorme tacto, preguntó a Smith si le daría igual tomar a la hija en lugar de la madre. El profeta aceptó el cambio (5).

En otros casos, como suele suceder en estas circunstancias con relativa frecuencia, el marido engañado por el profeta desconocía que su esposa - a la que consideraba un ejemplo de virtudes - había pasado a formar parte del harén de Smith (6). El conocimiento del secreto quedaba reducido a los protagonistas y a algunas personas muy cercanas.

Con todos los alicientes que el tener relaciones adúlteras con un supuesto profeta de Dios pudiera presentar para las mujeres, no puede decirse que aquella práctica hiciera especialmente felices a todas las de la secta. Cuando la poligamia se extendió a todos los varones del movimiento, no pocas adeptas se desesperaron y prefirieron suicidarse antes de allanarse a una conducta que las rebajaba de esa manera.

Naturalmente, todo aquello resultaba excesivo para la gente que vivía cerca de los mormones - nada pacíficos, por otro lado - y que temía verse desbordada por ellos (7). En el estado de Illinois la bigamia era un delito y Joseph Smith - en aquellos momentos en excelentes relaciones con la masonería - y su hermano Hyrum - el masón más importante de Nauvoo - fueron arrestados. Sin embargo, no fueron esos los únicos cargos presentados contra él. Las acusaciones iban desde gran inmoralidad a falsificación, pasando por encubrimiento y otros delitos. Hubiera sido de desear que compareciera ante un tribunal porque, quizá de esta manera, habría podido quedar establecido de manera legal cuál era el verdadero carácter de Smith. No fue así. Un grupo de unas ciento cincuenta personas hartas de los excesos de Smith asaltó la prisión de Carthage, en que estaba confinado, con ánimo de lincharlo.

Joseph Smith intentó salvarse realizando alguno de los gestos rituales de la masonería y profiriendo gritos de auxilio hacia posibles masones que pudieran encontrarse entre sus asaltantes. No podemos saber a ciencia cierta si había masones entre ellos, pero, en cualquiera de los casos, no le sirvió de nada. La turba disparó a través de la puerta de la cárcel y mataron instantáneamente a Hyrum. Joseph Smith disponía de un revólver y logró herir a cuatro de los atacantes. Sin embargo, cuando vio que la situación era desesperada, intentó escapar lanzándose por la ventana. Fue atrapado en la huída y asesinado.

(1) The Contributor, vol. 6, n. 4,enero de 1885, p. 131.
(2) Historical Record pg. 15, una fuente mormona da por verídico el dato.
(3) Reproducida en E. Decker y D. Hunt, Oc. P, 139.
(4) Cf. E. Decker y D. Hunt, Oc, p. 139 y ss.
(5) Dr. Wyl, Mormon Portraits, 1886, pp. 70-72.
(6) Tal como fue el caso de un tal H. B. Jacobs.
(7) Cf. No man knows my story, Fawn M. Brodie. 1945.

Mormonismo: la dudosa moralidad de Joseph Smith
La influencia de la masonería (VIII)

Joseph Smith en diversas ocasiones había declarado que "podía desafiar a la Tierra y al infierno (1)", que era el hombre más importante que hubiera vivido jamás, incluido Jesucriston (2), que era un abogado, un gran legislador y que abarcaba todo, el cielo, la tierra y el infierno y que iba a descubrir el conocimiento que cubriría a todos los otros abogados, doctores y cuerpos de letrados (3). Al fundar la iglesia mormona, Smith se había colocado por delante de todo profeta o apóstol anterior a él, incluyendo al propio Cristo: "Tengo más para jactarme de lo que haya tenido nunca ningún hombre. Soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida a toda una iglesia desde los días de Adán... Ni Pablo, ni Juan, ni Pedro, ni Jesús lo consiguieron nunca. Presumo de que ningún hombre hizo nunca un trabajo como el que yo hago. Los seguidores de Jesús se apartaron corriendo de El, pero los Santos de los Últimos Días nunca se apartarán de mí" (History of the Church, vol. 6, pp. 408-9).

Pretendía asimismo que él no era un siervo de Dios sino que, por el contrario, Dios era su mismo ayudante. Así lo dijo de manera indiscutible: "La tierra entera será testigo de que yo, como la roca elevada en medio del océano, que ha resistido la poderosa embestida de las olas durante siglos, soy invencible...

"Yo combato los errores de la Historia, me enfrento con la violencia de las masas; me las arreglo con los procedimientos ilegales de la autoridad; corto el nudo gordiano de los poderes y resuelvo los problemas matemáticos de las universidades, con la verdad, con la verdad primera: y DIOS ES MI HOMBRE DE CONFIANZA, MI MANO DERECHA".(4)

Su sueño megalómano concluyó aquel día al lado de la prisión de Carthage (que mencionamos en el artículo de la semana anterior). En el St. Clair Banner de 17 de septiembre de 1844 se publicó una declaración jurada de G.T.M. Davis en la que se revelaban los propósitos del profeta:

"El gran objetivo de Joseph Smith era evidentemente el de asumir poderes ilimitados - civiles, militares, eclesiásticos - sobre todos los que llegaran a ser miembros de su sociedad.
"... y para satisfacer a su gente... mostrando que la autoridad que Dios le había otorgado... se extendía sobre toda la raza humana y que los Santos de los Últimos Días, y las órdenes de Joe como rey y legislador iban a dominar a los gentiles y que obtendrían su sumisión mediante la espada". (5)

No resulta, por lo tanto, extraño que Joseph Smith enseñara y ordenara a sus adeptos que practicaran el robo, el saqueo y el asesinato de aquellos que se les enfrentaban. Esta conducta - que difícilmente podría denominarse cristiana, pero que cuenta con paralelos en procesos sociales impulsados por la masonería - era etiquetada con el término de "despojar a los gentiles". Como ha reconocido el escritor mormón Leland Gentry se consideraba que "había llegado el tiempo en que las riquezas de los gentiles debían ser consagradas a los Santos".(6)

La muerte de Smith provocó el lógico problema sucesorio. Originalmente, Joseph Smith había deseado que fuera un hijo suyo el que le sucediera a la cabeza de la secta ocultista fundada por él. Un manuscrito fechado el 17 de enero de 1844 y firmado por Joseph Smith apenas cinco meses antes de su muerte establece:

"Bendición dada por Joseph Smith Jr. A Joseph Smith III... Bendito del Señor es mi hijo Joseph III. porque él será mi sucesor en la Presencia del Alto sacerdocio; un vidente, un revelador, un profeta para la Iglesia; su designación le pertenece a él por mi bendición; y también por derecho".

Así lo quería el profeta, pero no le sirvió de nada. Uno de sus lugartenientes, Brigham Young, se autonombró sucesor suyo y el heredero oficial tuvo que conformarse con formar otra secta aparte. El 24 de julio de 1847, la primera caravana de mormones al mando de Brigham Young entraba en el Valle de Salt Lake. Más del sesenta por ciento de los mormones que llegaban a un territorio que pronto sería suyo eran masones, entre ellos toda la jerarquía de la secta. En los años venideros, los rituales del templo mormón de Salt Lake City - supuestamente procedentes del templo de Salomón - serían tomados de manera directa y apenas modificada de los de la masonería.

(1) Carta fechada el 22 de julio de 1844 de Sarah Scott en la que se describe las pretensiones de Smith.
(2) History of the Church, vol. 6, p. 408.
(3) Idem, vol. 5, p. 467.
(4) Idem, vol. 6, p. 78.
(5) Citado por J. Y S. Tanner - Mormonism - Shadow or Reality?. Pp. 415-6.
(6) L. Gentry, A History of Alter Day Saints in Norteen Missouri form 1836-1839, UBY, 1965, p. 32.

LA HISTORIA DE LOS VALDENSES


LOS VALDENSES
Este artículo trata sobre estos tan ignorados cristianos evangélicos de la Edad Media, de más de 4 siglos antes de Lutero (contra las mentiras romanistas que afirman que el cristianismo evangélico nació de una escisión de Roma con este reformador), y de los cuales sus propios verdugos: los inquisidores de la iglesia católico Romana dijeron lo siguiente:

"Los herejes valdenses se distinguen por su comportamiento y el habla. Son impasibles y sensatos. No se esfuerzan en llamar la atención con vestidos extravagantes o indecorosos. No son comerciantes con el fin de evitar mentir, jurar o engañar. Viven únicamente del trabajo artesano de sus manos. También sus maestros son tejedores y zapateros. No acumulan riquezas, sino que se contentan con lo necesario para vivir. Comen y beben con moderación, no frecuentan posadas ni van a bailes u otros lugares de mala reputación. Son lentos para la ira. Son trabajadores, se dedican a aprender y a enseñar. Les reconocerán por su manera de hablar: con cordura y veracidad. No difaman, no hablan con palabras vulgares o vacías. Evitan toda expresión que pueda ser mentirosa o de juramento. No dirán "sinceramente" o "de verdad", sino que se limitarán a decir "si" o "no". Según ellos hacen así porque Jesús lo ordenó en Mateo 5:37" (Passauer Anonymus).

El inquisidor de Passau en el s.XII dijo de los mismos: "Entre todas las sectas que existen o que han existido, no hay ninguna más perniciosa para la iglesia; y esto por tres razones: La primera por su gran antigüedad, pues algunos dicen que los Valdenses se remontan al tiempo de Silvestre y hasta hay quien asegura que al tiempo de los apóstoles. La segunda por que es la más extendida y apenas si hay un país donde no exista esta secta. La tercera razón es que, mientras todas las demás sectas despiertan horror y la repulsa de sus oyentes por sus blasfemias en contra de Dios, esta demuestra una gran semblanza de piedad; tanto que sus adherentes viven justamente delante de todos los hombres y creen en todos los artículos del Credo, respetando en todo a Dios: Solamente blasfeman de la Iglesia y del clero romanos; por esto tan grandes multitudes de laicos les prestan atención." ("Catolicismo Romano: Orígenes y Desarrollo" José Grau. Tomo I, pág. 330. Ed. EEE, Barcelona 1987)

A continuación una respuesta a afirmaciones hechas en los foros de discusión de religión en Internet por parte de una persona que se hacía llamar C.C. (Cristiano católico) donde llega a decir que si los Valdenses sufrieron tantas matanzas por parte de la ICAR (Iglesia católica) es casi porque se lo merecieron (por ser "enemigos de Roma"). Más abajo hay algunas preguntas y respuestas del citado C.C.

"Ireneo de Lyon" <Ecclesia@Lyonensis.com> escribió en el mensajenews:3f54f4c7$0$27053$626a54ce@news.free.fr...
Olvidados por los siglos, quizá a alguien le interese esta historia... (más abajo se habla de ellos en España)

(Con la esperanza de que C.C. al menos reflexione)

PEDRO WALDO Y LOS VALDENSES

El movimiento evangélico de la Edad Media recibió un valioso refuerzo con la conversión de Pedro Waldo debido,a la impresión que le produjo la muerte repentina de un amigo con el cual estaba conversando. Dicho incidente hizo que este rico comerciante, dejando sus negocios, pensara solo en la salvación de su alma.

Un sacerdote a quien preguntó sobre el asunto le respondió que había varias maneras de salvar el alma, pero que la más segura era poner en práctica las palabras de Jesús al joven rico: -Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres. Se cree que el cura lo dijo con ironía, por que Waldo era un hombre muy rico; pero éste, que estaba decidido a conseguir la salvación a todo coste, lo cumplió al pie de la letra. Su gran acierto fue que, en lugar de ir a profesar el voto de pobreza en un convento, resolvió deshacerse de sus bienes, empleándolos él mismo para beneficio de los pobres y la extensión del Reino de Dios.

Consideró que era una obra muy buena a los ojos de Dios el mandar traducir y poner en manos del pueblo las Sagradas Escrituras. Hizo escribir a mano muchas copias que eran llevadas por cristianos fieles de un pueblo a otro.

El clero empezó a mirar con recelo a aquellos hombres humildes que, de dos en dos, descalzos y pobremente vestidos, con el volumen sagrado en la mano, iban predicando la Palabra de Dios, y el arzobispo Guichard les prohibió predicar.

 Pedro Waldo apeló al papa esperando que su justa causa sería reconocida, y compadeció con uno de sus colaboradores ante el Concilio de Letrán en marzo del año 1179, El papa los trató amablemente pensando que los pobres de Lyon, como les llamaban, permanecerían dentro de la Iglesia Católica, quedando convertidos en una orden monástica y, según testimonios que tenemos de sus jueces, los hallaron muy piadosos y austeros en su modo de vivir, pero ignorantes -según ellos- e incapaces de predicar. Esto fue porque, en lugar de examinarlos sobre las Sagradas Escrituras y las doctrinas más claras y evidentes del Cristianismo, les interrogaron, en Lenguaje filosófico, sobre la Santísima Trinidad, las dos naturalezas de Cristo, y otras cosas que los Concilios habían tratado de resolver y establecer como dogmas, sin pensar que Dios tiene derecho a reservarse algunos misterios, sin revelárnoslos, hasta aquel día en el cual seremos capaces de comprender todas las cosas.

Vueltos a Lyon, resolvieron que debían predicar el Evangelio con sencillez, porque era menester obedecer a Dios antes que a los hombres, y se lanzaron a la obra, desafiando la persecución. Esto les unió a sus hermanos los antiguos paulicianos -descendientes de los cristianos primitivos-, a los pedrobrusianos y enriquistas, y todos juntos vinieron a formar la Iglesia Evangélica Valdense, que subsistió y se extendió por toda Europa durante varios siglos antes de que apareciese la Reforma.

El edicto de excomunión que se extendió contra ellos en el año 1181 les obligó a salir de Lyon, lo que fue tan beneficioso para la causa del Evangelio como lo había sido la primera persecución que vino a la iglesia cristiana de Jerusalén, la cual obligó a los primeros cristianos a extenderse por todo el mundo antiguo predicando el Evangelio.

Pedro Waldo  huyendo d  la intolerancia llegó hasta Bolonia (hoy Polonia) en la misma frontera de Rusia donde murió el año 1217 después de cincuenta y siete años de servicio para el Señor.

Los Valdenses en España

Animados por su celo misionero los valdenses recorrieron el sur de Alemania, Suiza y Francia llegando a España donde formaron grupos de cristianos disidentes de Roma en las provincias del Norte, y sobre todo en Cataluña.

El hecho de que dos concilios y tres  reyes se hayan  ocupado  de expulsarlos de nuestra patria  demuestra que su número tenía que ser considerable.

El clero impotente para detener el avance y, alarmado, pidió al papa Celestino III que tomase medidas en contra del movimiento. El papa mandó un delegado en el año 1194 que convocó la asamblea de prelados y nobles en Mérida asistiendo personalmente el mismo rey Alfonso II quien dictó el siguiente decreto:

"Ordenamos a todo valdense que en vista de que están excomulgados de la Santa Iglesia son enemigos declarados de este reino y tienen que abandonarlo, e igualmente todos los estados de nuestros dominios. En virtud de esta orden cualquiera que desde hoy se permita recibir en su casa a los susodichos valdenses asistir a sus perniciosos discursos o proporcionarles alimentos atraerá por esto la indignación de Dios Todopoderoso y la nuestra; sus bienes serán confiscados sin apelación y será castigado como culpable del delito de lesa majestad; además cualquier noble o plebeyo que encuentre dentro de nuestros estados a uno de estos miserables sepa que si los ultraja los maltrata o los persigue no hará con esto nada que no nos sea agradable."

 Desde entonces la persecución se hizo sentir con violencia, y en una sola ejecución 114 valdenses fueron quemados vivos y sus cenizas echadas al río Ter en Gerona. Sin embargo, muchos lograron esconderse y seguir secretamente la obra de Dios en el reino de León, en Vizcaya y en Cataluña, pues al contrario de lo que decretaba la orden real, les Veían con costumbres austeras y anunciando tan Claramente las Buenas Nuevas de salvación, bien afirmadas en textos de la Sagrada Escritura, que hasta Se menciona al obispo de Huesca, uno de los más notables prelados de Aragón como protector decidido de los perseguidos Valdenses.

Pero las persecuciones contra ellos no cesaron, llegando a su apogeo por el año 1237, cuando 45 de ellos fueron arrestados en Castellón y 15 de ellos quemados vivos en la hoguera.

En Alsacia y Lorena hubo desde el año 1200 tres grandes centros de actividad misionera. En Meta, el barba (pastor) Crespin y sus numerosos hermanos confundían al obispo Beltrán quien en Vano se esforzaba por suprimirlos. En Estrasburgo los inquisidores mantenían siempre el fuego de la intolerancia contra 1a propaganda activa que hacía el barba Juan y más de 500 hermanos que componían la iglesia perseguida de aquella ciudad.

En Bohemia, donde pedro Waldo terminó su gloriosa carera, 1os resultados de la obra Misionera valdense fueron fecundos. A mediados del Siglo XIII el inquisidor de passau nombraba 42 poblaciones donde los valdenses habían echado raíces; y en Austria, a principios del siglo xIv, el inquisidor Krens hacía quemar 130 valdenses. Se cree que el número de ellos en Austria no bajaba de 80.000.

En Italia 1os Valdenses estaban diseminados Y bien establecidos en todas partes de la península. Tenían propiedades en loS grandes Centros, Y un ministerio itinerante perfectamente organizado.  En Lombardía los discípulos de Arnaldo de Brescia gran opositor del papa a pesar de que nunca llegó a separarse de la Iglesia Católico-Romana y que fue quemado vivo en el año 1155- unían fácilmente a los valdenses cuando éstos les predicaban el Evangelio. En Milán poseían una escuela que era centro de una gran actividad misionera.

En Calabria se establecieron muchos valdenses del Piamonte  en el ano 1300 en Fuscaldo y Montecarlo. Habían conseguido cierta tolerancia y  les permitían celebrar secretamente sus cultos con tal de que pagaran los diezmos al clero.

 En tres de los valles del Piamonte  Lucerna Perusa y San Martín  los  Valdenses formaron  pueblos enteros en las primeras décadas del siglo XIII.

Estos datos históricos que poseemos de la abundante literatura producida por los Valdenses prueban de un modo irrefutable cuán  equivocada y absurda es la afirmación de la Iglesia Romana de  que el Protestantismo tuvo su origen en Lutero: Centenares de años antes de que se produjese el movimiento espiritual de la Reforma existían ya muchos miles de cristianos que no comulgaban con los dogmas de la Iglesia Católica Romana y eran tanto o más protestantes de los errores y abusos del Catolicismo que el famoso fraile sajón. (extracto de "Origen e Historia de las Denominaciones Cristianas" de Samuel Vila, Ed. CLIE, España)

"Ireneo de Lyon" <Ecclesia@lyonensis.com> escribió en el mensajenews:3f54c8f6$0$6192$626a54ce@news.free.fr...
Más gotas sobre los valdenses, para CC:

El abad de Citeaux, Arnaud Amalric, legado papal (de la "Iglesia de Cristo"  según C.C.), contestó la famosa frase: "Matadlos a todos; Dios reconocerá a  los suyos" al consultársele durante la toma de Béziers (Sudeste de Francia)  como distinguir a los "herejes" Valdenses del resto de la población.

Esta frase, bastante discutida por los historiadores revisionistas católicos  del siglo XXI, a mí me parece horriblemente probable: Puesto que de hecho no  hay duda histórica de que no dejó sobreviviente alguno -tampoco niños ni  mujeres- de una ciudad que tenía entonces 20.000 habitantes... no veo porqué  iba a tener escrúpulos por la brutalidad de una frase.

Ireneo

Aquí va otro artículo sobre los Valdenses

Saludos

Lito.

Los valdenses... ¿herejes, o buscadores de la verdad?

¿EL TIEMPO? El siglo doce de la era común... 200 años antes de la época de Wiclef y Hus y 300 años antes de Lutero. ¿El lugar? El sur de Francia y los valles alpinos de aquel país y del norte de Italia. ¿El marco de circunstancias? Una clase clerical rica y a menudo libertina mantiene en ignorancia, a propósito, a la gente común, la cual vive en la pobreza. Por toda Europa, la Iglesia Católica Romana ejerce la supremacía, pues es poderosa, opulenta y mundana.

En vivo contraste, hallamos un grupo de personas que se destacan en este fondo histórico. Creen que la Biblia es la Palabra de Dios y se esfuerzan por vivir en armonía con los principios justos de ella. Caminando en pares, estas personas suben las colinas y bajan los valles predicando y enseñando cualesquier verdades que hayan podido descubrir al leer las porciones de las Escrituras que están disponibles en el propio idioma de ellas. Debido a esto, se les persigue como a herejes, y muchas de ellas pierden la vida. ¿Quiénes son?

En Francia se les llegó a conocer por el nombre de Vaudois. Los que perseguían a estas personas las llamaban, en latín, valdenses, nombre que se mantiene así en español.

PRECURSORES

Los historiadores católicos y protestantes no concuerdan en cuanto a los orígenes de los valdenses. Los primeros quisieran convencernos de que lo que ellos llaman la "secta herética" de los valdenses era un fenómeno aislado que surgió repentinamente a fines del siglo doce bajo la dirección de un francés de Lyón llamado Valdès o Valdo. En cambio, muchos protestantes afirman que los valdenses constituyen un eslabón en la cadena continua de disidentes que surgieron entre la época del emperador Constantino (cuarto siglo de la E.C.) y los reformadores protestantes del siglo dieciséis. Estos protestantes opinan que el nombre valdenses se deriva de la palabra latina vallis, que significa "valle," y se refiere al hecho de que aquellos disidentes a quienes se perseguía con persistencia como herejes se vieron obligados a refugiarse en los valles alpinos de Francia e Italia.

Claro, los historiadores católicos rechazan esta explicación protestante, pues no la consideran histórica. Pero al afirmar que los valdenses aparecieron repentinamente en la escena de la historia medieval bajo la dirección de Valdès o Valdo la Iglesia Católica está minimizando el patente hecho histórico de que hubo muchos otros disidentes antes de que Valdo comenzara a predicar a fines de los años setenta del siglo doce. La verdad parece ser que Valdo y sus asociados llegaron a ser un punto de reunión para grupos similares de disidentes, algunos de los cuales habían estado en existencia por largo tiempo.

A la Iglesia Católica le gustaría que olvidáramos que había semillas de descontento entre los suyos muchos años antes de que apareciera Valdo. Por ejemplo, el obispo Agobard de Lyón, Francia (779-840 de la E.C.), atacó vigorosamente la adoración de imágenes, el dedicar iglesias a santos y la liturgia eclesiástica que no estaba en armonía con la Biblia.

Al otro lado de los Alpes, en Turín, Italia, un contemporáneo de Agobard, el obispo Claudio, adoptó una posición similar. Condenó las oraciones dirigidas a los santos, la veneración de reliquias y de la cruz y, en general, rechazó la tradición eclesiástica debido a que ésta iba en contra de las Escrituras. A Claudio de Turín se le ha llamado "el primer reformador protestante."

En el siglo once, el arcediano Bérenger, o Berengarius, de Tours, Francia, que, según se dice, era uno de los teólogos más influyentes de su tiempo, se opuso al dogma de la transubstanciación y sostuvo que el pan y el vino que se utilizan durante la conmemoración de la muerte de Cristo son emblemáticos y no se transforman milagrosamente en el cuerpo y la sangre de Cristo. También sostuvo que la Biblia era superior a la tradición. Bérenger fue excomulgado por herejía en 1050.

Al mismo principio del siglo doce, dos hombres se destacan en Francia como disidentes notables. Fueron ellos Pedro de Bruys y Enrique de Lausana. El primero comenzó su vida adulta como sacerdote en los Alpes al sudeste de Francia. Al poco tiempo abandonó el sacerdocio porque no estaba de acuerdo con la Iglesia sobre doctrinas importantes como el bautismo de infantes, la transubstanciación, las oraciones para los muertos, la adoración de la cruz y la necesidad de tener edificios que sirvan de iglesias. Después de ser expulsado de la diócesis de los Alpes meridionales, predicó directamente a la gente por todo el sur de Francia e hizo muchos discípulos. Al fin fue quemado en la hoguera en St. Gilles en 1140.

Enrique de Lausana, a quien también se llama Enrique de Cluny, continuó la obra de Pedro de Bruys. Enrique era monje y ya en el año 1101 había empezado a hablar denodadamente en contra de la liturgia eclesiástica, el clero corrupto de aquel entonces y el sistema de una jerarquía religiosa. Sostenía que la Biblia era la única norma para la fe y la adoración. Empezó a predicar en Le Mans, y cuando se le expulsó de allí, continuó su obra misional por todo el sur de Francia y con el tiempo se encontró con Pedro de Bruys. En 1148 se le arrestó y se le puso en prisión, donde pasó el resto de su vida. Pero las ideas de estos hombres se propagaron como un reguero de pólvora desde el sur de los Alpes hasta el Mediterráneo y de un extremo al otro del sur de Francia hasta el Golfo de Vizcaya.

VALDO Y LOS "POBRES DE LYÓN"

Dentro de este ambiente histórico apareció un laico en la escena en Lyón, Francia. No se sabe nada en cuanto al nacimiento de este hombre, que según se dice ocurrió alrededor de 1140 de la E.C. Hasta cierto grado, aun su nombre es un misterio, pues se deletrea Valdès, Valdo o Waldo. El nombre Pierre, o Pedro, no aparece en ningún manuscrito que esté fechado antes de 1368. Se cree que en años posteriores sus discípulos le dieron el nombre, para indicar que él era un imitador más digno del apóstol Pedro que los papas de Roma, que afirman ser los sucesores de Pedro.

Valdo era un comerciante adinerado de Lyón. Estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante, pidió a un amigo teólogo que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios. En respuesta, su amigo citó Mateo 19:21, donde Jesús dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, y, ven, sé mi seguidor."

Valdo tomó a pecho este consejo. Después de proveer para el sustento de su esposa y colocar a sus dos hijas en un convento, comisionó a dos sacerdotes, Etienne d'Anse y Bernard Ydros, para que tradujeran los Evangelios y otros libros de la Biblia al idioma vernáculo que se hablaba en las provincias de Provenza y Dauphiné en el sudeste de Francia. Entonces distribuyó el resto de sus posesiones entre los pobres y se puso a estudiar la Palabra de Dios. Además, predicó en las calles de Lyón, invitando a los habitantes a que despertaran espiritualmente y regresaran al cristianismo bíblico.

Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios, muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la iglesia había impedido que se tradujera la Biblia a otro idioma con la excepción del latín. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a conocer como los "Pobres de Lyón."

Esta predicación laica incitó la ira del clero. En 1179 el papa Alejandro III prohibió a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso del obispo local. Como era de esperar, el obispo Bellesmains de Lyón rehusó dar su consentimiento. Los registros históricos indican que, ante esta proscripción, Valdo respondió a la jerarquía usando las palabras de Hechos 5:29: "Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres."

Valdo y sus asociados continuaron predicando. Así, en 1184 el papa Lucio III los excomulgó, y el obispo de Lyón los expulsó de la diócesis. Resultó algo parecido a lo que ocurrió cuando los primeros cristianos fueron echados de Jerusalén. Acerca de ellos, la Biblia declara: "Los que habían sido esparcidos fueron por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra."-Hech. 8:1-4.

Estos disidentes del siglo doce se refugiaron en los Alpes y por todo el sur de Francia, y enseñaban la Biblia a medida que iban de un lugar a otro. Sin duda se toparon con otros grupos disidentes, como los seguidores de Pedro de Bruys y Enrique de Lausana. Al cruzar los desfiladeros de los Alpes en dirección al norte de Italia, se encontraron con grupos de disidentes que ya existían en los valles del Piamonte y de Lombardía. Estos grupos de disidentes con orientación bíblica, que luego llegaron a conocerse por toda Europa como valdenses, deben distinguirse de grupos "herejes" contemporáneos, como los cátaros y los albigenses, cuyas doctrinas estaban basadas más en la filosofía persa que en la Biblia. Los registros históricos muestran que para principios del siglo trece podían hallarse valdenses no solo en el sur de Francia y el norte de Italia, sino también en el este y norte de Francia, en Flandes, en Alemania, en Austria y hasta en Bohemia, donde se dice que Valdo murió en 1217.

EN BUSCA DE LA VERDAD BÍBLICA

Sea que Valdo mismo haya sido el fundador de los valdenses o no, a él se le tiene que dar el crédito por haber tomado la iniciativa de hacer traducir la Biblia del latín a las lenguas vernáculas que en aquel entonces hablaba la gente común a quienes él y sus asociados predicaban. Además, debe recordarse que eso ocurrió unos 200 años antes de que Wiclef tradujera la Biblia para los disidentes que hablaban inglés.

La posición básica de los valdenses primitivos era que la Biblia es la única fuente de la verdad en lo que tiene que ver con la religión. En un mundo que estaba comenzando a salir de lo que se ha llamado la "Edad del Oscurantismo," ellos buscaron a tientas la verdad cristiana. Evidentemente hicieron lo mejor que pudieron con los cuantos libros de las Escrituras Hebreas y Griegas que poseían en un idioma que podían leer y comprender.

No obstante, los valdenses primitivos comprendieron la Biblia lo suficientemente bien como para rechazar la adoración de las imágenes, la transubstanciación, el bautismo de infantes, el purgatorio, el culto de María, las oraciones a los santos, la veneración de la cruz y de las reliquias, el arrepentimiento de última hora, la confesión a los sacerdotes, las misas para los muertos, las indulgencias papales, el celibato sacerdotal y el uso de armas carnales. También rechazaron el uso de imponentes y elegantes edificios religiosos y consideraban que "Babilonia la Grande, la madre de las rameras," era la Iglesia de Roma, e invitaban a sus oyentes a huir de ella. (Apoc. 17:5; 18:4) ¡Todo esto lo hicieron a fines del siglo doce y a principios del siglo trece!

En su obra de predicar, los valdenses primitivos enseñaban la Biblia y daban mucha importancia al Sermón del Monte y al padrenuestro, en los cuales se muestra que el reino de Dios es lo que se debe buscar primeramente y lo que se debe pedir en oración. (Mat. 6:10, 33) Sostenían que cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, que poseyera suficiente conocimiento de la Biblia estaba autorizado para predicar las "buenas nuevas." Además, consideraban a Jesús como el único mediador entre Dios y el hombre. Puesto que Jesús había muerto una vez para siempre, ellos sostenían que un sacerdote no podía reanudar este sacrificio por medio de celebrar una misa. Los valdenses primitivos conmemoraban la muerte de Cristo, utilizando pan y vino como símbolos.

LA PREDICACIÓN RESULTA EN PERSECUCIÓN

Los valdenses primitivos sostenían que no era necesario ir a una iglesia para adorar a Dios. Celebraban reuniones clandestinas en establos, hogares particulares y dondequiera que pudieran hacerlo. Durante estas reuniones estudiaban la Biblia y preparaban nuevos predicadores, los cuales acompañaban a los más experimentados. Viajaban en pares de granja en granja y, cuando estaban en los pueblos y aldeas, iban de casa en casa. El autoritativo libro de consulta intitulado Dictionnaire de Théologie Catholique (Tomo 15, columna 2591) en un artículo que, por lo demás, no favorece a los valdenses, declara: "Desde la más tierna edad, sus hijos empezaban a aprender los Evangelios y las Epístolas. La predicación de sus diáconos, sacerdotes y obispos consistía principalmente en citas de
la Biblia."

Otras obras nos informan que los valdenses tenían una excelente reputación de ser muy trabajadores, sumamente morales y honrados al pagar sus impuestos. Expulsaban a los pecadores que no se arrepentían.

Así eran estas personas temerosas de Dios a quienes perseguidores religiosos persiguieron hasta la muerte, pues a muchas de ellas las quemaron en la hoguera. Una gran cantidad de ellas fueron víctimas de la terrible cruzada que ordenó el papa Inocencio III en 1209 contra los cátaros y albigenses en el sur de Francia. Otros sufrieron tortura y se les dio muerte durante la temible Inquisición que empezó en el sur de Francia en 1229. Algunos de los valdenses lograron escapar a otros países, y muchos más se refugiaron en los elevados valles de los Alpes de Francia e Italia, donde por siglos sobrevivieron comunidades valdenses.

A principios del siglo dieciséis, los valdenses se unieron a sus hermanos protestantes y hoy en día son considerados una denominación protestante más.

Pero los valdenses primitivos, aunque se les acusó de ser "herejes," estaban de hecho sinceramente buscando la verdad y tomaron la delantera en traducir la Biblia, enseñarla y vivir conforme al modo sencillo que corresponde al cristianismo. Es cierto que no se libraron de todas las doctrinas erróneas de la religión babilónica falsa. Pero evidentemente vivieron conforme al conocimiento que habían obtenido de la Palabra de Dios. Muchos, según parece, estuvieron dispuestos a morir más bien que a renunciar a su fe. Claro, solo "El Señor conoce a los que le pertenecen." Por eso, con confianza podemos dejar en manos de Él el dar cualquier galardón de vida futura.-2 Tim. 2:19.


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LO QUE LA PALABRA DE DIOS -LA BIBLIA- DICE SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD


LO QUE LA PALABRA DE DIOS -LA BIBLIA- DICE SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí"
(Isaías 3:9)

Homosexuales
El propósito de este breve estudio no es "machacar" a los homsexuales, sino exponer lo que la Biblia declara sobre la Homosexualidad, y hacerlo sin rodeos. Dios ama a las personas y quiere que éstas sean salvas y libres, pero me siento en la responsabilidad de responder como cristiano ante las demandas del lobby gay, que en este tiempo están rebasando los límites de lo aceptable: El Gobierno socialista español ha legalizado estas uniones equiparándolas al matrimonio con derecho a adopción de niños (de hecho las llama "matrimonio" cuando el origen etimológico del término es la expresión "matri-monium", es decir, el derecho que adquiere la mujer que lo contrae para poder ser madre dentro de la legalidad.)
namla
En la moderna Suecia o en el Reino Unido recientemente se han encarcelado (por breves periodos de tiempo, por el momento) a pastores protestantes por decir en público lo que la Biblia dice sobre la homosexualidad.

Pero ya no se trata de que esta o aquella "iglesia" protestante nombre como obispos a homosexuales declarados y practicantes o a que algún cura católico romano "salga del armario" como dicen ellos....

namla ...algunos homosexuales ya no se conforman con tratar de hacer que aceptemos como natural su conducta sexual, ellos quieren más:

Aunque suene a ciencia ficción quieren que se legalice la pederastia con una asociación que ellos llaman "Asociación para el amor entre hombre y niño" -en inglés las siglas sonNAMBLA- (busque el término en internet). Les han recibido hasta en la ONU (Dicen que por error y entre otras asociaciones homosexuales, pero en todo caso les recibieron). Ellos -de esta asociación- incluso tienen como una página WEB donde reclaman este derecho -por si alguien no me cree: ver su web en http://www.nambla.org/ (No hay fotos obscenas, copie el enlace en su navegador para ver dicha web). La foto de la izquierda es la de estos criminales de NAMLA en el día del orgullo gay en una ciudad de USA con una pancarta reclamando el derecho a mantener relaciones sexuales con niños.

¿CUÁL FUE EL EL PECADO DE SODOMA?

"Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera." (Génesis 13:13)
"Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente. Llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los hombres que vinieron a pasar la noche en tu casa? ¡Échalos afuera! ¡Queremos acostarnos con ellos! Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí,  les dijo: Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad" (Génesis 19:4-7)
"Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, y de los campos de Gomorra; las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, Racimos muy amargos tienen. Veneno de serpientes es su vino, y ponzoña cruel de áspides." (Deuteronomio 32:32-33)

LA ACEPTACIÓN DE LA HOMOSEXUALIDAD: SIGNO DE LA DECADENCIA MORAL DE UNA SOCIEDAD

"He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso. Y se llenaron de soberbia, e hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité" (Ezequiel 16:49-50).

LOS SEGUIDORES DE DIOS NO DEBEN ACEPTAR LAS DEMANDAS HOMOSEXUALES

Nos referimos a no aceptar como seguidores de Jesús, esta práctica como algo "natural" o una "alternativa". Debemos sin embargo tratar con respeto a las personas homosexuales y no insultarlas, menospreciarlas ni burlarnos de ellos. Otra cosa es nuestra perspectiva de sus prácticas sexuales.

"Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram" (Génesis 14:22)

LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO DE SODOMA: PRÓXIMO JUICIO DE DIOS

Antes del juicio de Dios (que siempre llega, tarde o temprano), Éste da la oportunidad de que nos arrepintamos: tanto del pecado de la homosexualidad o de cualquier otro en el que hayamos caído. Para eso Jesús murió en la cruz: para salvar también a los afeminados y a los homosexuales. ¡Ay de nosotros si despreciamos una salvación tan grande!

"Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo" (Génesis 18:20)
"Luego le advirtieron a Lot: ¿Tienes otros familiares aquí? Saca de esta ciudad a tus yernos, hijos, hijas, y a todos los que te pertenezcan,  porque vamos a destruirla. El clamor contra esta gente ha llegado hasta el Señor, y ya resulta insoportable. Por eso nos ha enviado a destruirla" (Génesis 19: 12-13)
"Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste" (Lucas 17:28-29)

LO QUE DICE LA LEY DE DIOS

"No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación" (Levítico 18:22)
Comentario: Si se lee este pasaje de Levítico en su contexto se verá que se incluye la homosexualidad entre pecados abominables para Dios como el incesto, el bestialismo -relaciones con animales- etc. Es pues falso que la Biblia sea neutral respecto a la  práctica homosexual.

"Cualquiera que practique alguna de estas abominaciones será eliminado de su pueblo" (Levítico 18:29)
Comentario: Con "eliminado de su pueblo" debemos entender que la práctica homosexual es incompatible con el ser cristiano. No podemos aceptar como miembro en la iglesia a alguien que siga prácticando sin remordimientos, repulsa y arrepentimiento, la práctica homosexual.

EL JUICIO DE LA LEY DE DIOS SOBRE ESTE PECADO

"Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno" (Génesis 19:28)

"Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables" (Levítico 20:13)
Comentario: No es el Dios de la Vida quien condena a muerte (al infierno eterno) al homosexual, es su propio pecado el que le condena y que le hace responsable y reo de muerte ante la Ley del Dios Santo. El Dios de la Vida quiere que el homosexual como cualquier otro pecador (Todos lo somos) se arrepienta de su pecado, vaya a Jesús (no a una religión) y viva.

"La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! porque amontonaron mal para sí" (Isaías 3:9)
Comentario: ¿No es esto lo que pasa hoy en día con el pecado de la homosexualidad y el lesbianismo? Publican desvergonzadamente y sin disimulo a los 4 vientos su pecado para convencer a esta decadente y cauterizada moralmente sociedad de que les acepte.

No doble sus rodillas ante esta avalancha mediática.

"Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías" (Lamentaciones 4:6)

EL TRAVESTISMO ES ABOMINACIÓN ANTE DIOS:

"No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Yahvé tu Dios cualquiera que esto hace" (Deuteronomio 22:5)

EL LESBIANISMO ES UNA PASIÓN CONTRA LA NATURALEZA Y VERGONZOSA

"Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza" (Romanos 1:26)

LA HOMOSEXUALIDAD RECIBE EN SI MISMA CASTIGO

Comentario: Creo que no debemos pensar, como algunos energúmenos creen, que el castigo particular de Dios contra este pecado particular sea el SIDA u otra enfermedad similar que afecta a tantos inocentes (en ese caso todos deberíamos estar afectados por una enfermedad, porque todos somos pecadores ante Dios los unos lavados por la sangre de Cristo y los otros no-). Estas enfermedades que se han propagado en un principio por causa de prácticas sexuales contra-naturaleza no son comparables con el venidero juicio de Dios cuando estemos ante Su Santo Trono para ser juzgados. Personalmente, en tiempos peores para esta enfermedad y afortunadamente pasados gracias a los avances médicos, he visitado en hospitales a homosexuales afectados de SIDA a los que sus amigos "Gays" habían abandonado. ¡Que triste entonces ver que las falsas luces de éste mundo que perece se habían convertido en sombras, y las risas en lágrimas! Los homosexuales en lo profundo de sus corazones sufren por su pecado más de lo que podemos imaginar.

"y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío" (Romanos 1:27)

LA HOMOSEXUALIDAD O EL SER AFEMINADO EXCLUYE DEL REINO DE DIOS

Comentario: La Biblia tacha a la homosexualidad como depravada hasta el extremo porque niega la imagen de Dios a la que el hombre ha sido creado. Niega el plan de Dios para la sociedad por medio de la institución de la familia (fundada por Dios aún antes que la iglesia). Creo que es por esto y no otra cosa que es un pecado especialmente desagradable a Sus santos ojos.

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1ª Corintios 6:9-11)

LA HOMOSEXUALIDAD ES ENEMIGA DEL EVANGELIO

Comentario: Ya es el tiempo en que en algunos países europeos, los homosexuales que reclaman para si mismos tolerancia y que no la tienen para los que pensamos que sus prácticas no son "normales" y sí contra-natura, están promoviendo leyes que envían a la cárcel a los pocos mártires (confesores de la Palabra de Dios) modernos que denuncian y hablan claramente de este pecado.

"Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito" (1ª Timoteo 1:8-11)

LA HOMOSEXUALIDAD ES CASTIGADA CON DESTRUCCIÓN

"condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente" (2ª Pedro 2:6)

LA HOMOSEXUALIDAD ES CASTIGADA CON FUEGO ETERNO

"como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquellos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno" (Judas 1:7)

HAY LIBERACIÓN Y PERDÓN DEL PECADO DE LA HOMOSEXUALIDAD

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis (...) ni los afeminados, ni los que se echan con varones (...) heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1ª Corintios 6:9-11)
Se hace necesario decir aquí, en justicia, que de los alrededor de 80 países del mundo donde la homosexualidad está penada, ninguno de ellos es "cristiano". En 8 de ellos está penada con la muerte (todos ellos musulmanes), en otros 8 se les puede condenar a cadena perpetua, y en el resto es ilegal y está penada con penas más o menos duras. El cristiano no aprueba el pecado homosexual, pero debe entender que el homosexual está necesitado como cualquier otro hombre pecador, de la liberación de su pecado que solo Jesús puede dar.

SI ERES HOMOSEXUAL -Y HAS LLEGADO HASTA AQUÍ- DEBES SABER QUE...

No eres más o menos pecador que el autor de esta Web. La única diferencia entre el mejor cristiano y el peor de los pecadores la hace Jesús de Nazaret. Tu pecado, y el mio, sea cual sea, no es sino una manifestación del pecado que hay en el corazón de todos nosotros. El ser "más o menos bueno" o ser un homosexual practicante o un hombre que va a la iglesia cada domingo intentando cumplir los mandamientos de la Ley de Dios no nos libra:

"Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho trasgresor de la ley." (Santiago 2:10,11).
Cuando incumplimos o transgredimos uno solo de estos mandamientos (en tu caso al ser homosexual y en el del que escribe esto pecados de otra índole) nos hacemos culpables ante toda la Ley de Dios, (por ejemplo: como el que cumple todas y cada una de las leyes de un país salvo una: robar bancos) y merecedores del castigo que Él en Su Santidad ha decretado para el pecado:

"Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23)
Hay un lugar terriblemente real destinado a los que mueren en sus pecados, sean homosexuales o "cristianos" de nombre:

"Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga" (Marcos 9:43-48)
Ahora bien, hubo Uno: Jesús, que cumplió perfectamente la Ley:

"Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." (Hebreos 4:14-16).
Ese es Jesús, el Buen Jesús. Él pagó en la cruz el precio que merecían tus y mis pecados, por eso Él es el Salvador:

"El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Romanos 4:25)
Por eso dice la Biblia:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Juan 3:16-18).
Jesús murió por culpa nuestra. Dios no nos perdona de cualquier modo o porque le apetezca: nos perdona porque ya castigó nuestros pecados en Su Hijo, que tomó el pecado también de los homosexuales en la cruz. Ahora si te arrepientes (cambias de vida) y te vuelves a Él te digo que hay esperanza para ti, Dios te puede dar limpieza, pureza y una nueva vida, porque Dios dice en Su Palabra:

"Venid luego, dice El Señor, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana." (Isaías 1:18)
A ti, que no sabes de qué están hechos sus próximos 5 minutos de vida, que estás desesperado, que buscas verdadera libertad, te toca decidir ahora dónde quiere pasar una eternidad. Solo tienes que arrepentirte de tus pecados y entregarle tu vida entera a Jesucristo. Así de sencillo: entregarle tú tu vida llena de miserias a Jesús y a cambio Él Te dará una nueva vida -Su Vida- de perdón y plenitud.

"Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y Yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mateo 11: 28-30)
Si esto te ha hecho reflexionar te aconsejo que busques una buena iglesia genuinamente cristiana -no de la religión tradicional y "popular" ni uno de esos grupos "locos" que hay por ahí- y pidas poder hablar con el responsable (te recomiendo una iglesia bautista). En el improbable caso de que no te hicieran caso o te tratasen mal, no te desanimes: sigue buscando y mira a Jesús, no  a los hombres. Si no sabes si cerca de ti hay una escríbeme y trataré de ayudarte.

Quizás mañana sea tarde...

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH


                                                   José Smith recibiendo un falso evangelio de un falso angel de luz

En la imagen el falso profeta José Smith recibiendo la visita de unos seres luminosos que le revelaron un nuevo "evangelio" en el "Libro de Mormón" (imagen mormona)

"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:8-9) 
"Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2ª Corintios 11:14-15)
Los mormones y Joseph Smith 
La influencia de la masonería (I)

El peso de la masonería en el reverdecer del ocultismo del siglo XIX fue, como vimos en las entregas anteriores, ciertamente extraordinario, hasta el punto de que no puede entenderse su historia sin hacer referencia a él. Ya hemos indicado como uno de sus componentes esenciales – y de sus atractivos – era la pretensión de poseer un conocimiento secreto, una gnosis, que sólo se comunicaba a los iniciados. Esta circunstancia - absolutamente esencial en la historia de la masonería y, sin embargo, tantas veces omitida - explica, por ejemplo, el considerable papel representado por la masonería en la configuración de algunas de las sectas surgidas durante el siglo XIX. En las siguientes entregas, nos ocuparemos del papel de la masonería en la fundación del mormonismo, de los adventistas, de la Ciencia cristiana y de los testigos de Jehová.

De entre las sectas contemporáneas, la más importante, con diferencia, es la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, más conocidos popularmente como los mormones. En la actualidad, los mormones cuentan con no menos de diez millones de miembros en todo el mundo y un peso social, político y económico que supera con mucho el de ese número . Todo eso es más o menos conocido, lo que ya resulta mucho menos sabido es que Joseph Smith Jr. era masón y que la masonería desempeñó un papel muy considerable en el nacimiento y establecimiento de la secta.

Resulta obligado decir que nada puede alcanzar la categoría de comprensible en relación con la historia y la teología de los mormones – a la que Ferguson denominó la religión sintética de Utah – sin hacer referencia a la persona de su fundador y profeta Joseph Smith .

Nacido el 23 de diciembre de 1805, cuando Estados Unidos era una jovencísima nación recién emancipada de Gran Bretaña, Smith nació en un entorno doméstico peculiar. Los vecinos de Smith consideraban a la familia de éste como “analfabeta, bebedora de whiskey, holgazana e irreligiosa” (1). La madre de Smith, Lucy Mak, practicaba la hechicería y alimentaba la pretensión – por lo visto no del todo desprovista de fines crematísticos – de tener visiones.

El padre, Joseph, más conocido como Joe, contaba con una cierta popularidad que emanaba de que su ocupación consistía en buscar tesoros en favor de aquellos que le pagaban con esa finalidad. Está documentado que el joven Joseph Smith acompañaba con frecuencia a su padre en estas expediciones a mitad de camino entre el fraude y lo oculto, y desde edad muy temprana se dedicó a la práctica de la adivinación y de decir la fortuna mediante el uso de piedras, una práctica específicamente prohibida por la Biblia (2). Sin embargo, de manera aún más interesante, la familia de Joseph Smith estaba estrechamente vinculada con la masonería.

El padre, Joseph Smith Sr. había sido iniciado en el grado de maestro masón el 7 de mayo de 1818 en la logia de Ontario n. 23 de Canandaigua, Nueva York. Uno de los hijos mayores, Hyrum Smith, era miembro de la logia Mount Moriah n. 112 de Palmyra, Nueva York.

Las fechas resultan interesantes porque en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta .

La importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que “La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia” (3). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Tal y como lo expresó el apóstol mormón John A. Widtsoe: “Sobre su realidad (la de la visión) descansa la verdad y el valor de su (de Smith) obra posterior”(4). Desde luego, no es para menos. Si efectivamente Dios se le apareció a Joseph Smith dándole instrucciones concretas, sería estúpido negarle, al menos, un poco de atención. Si, por el contrario, la historia es falsa, Smith sería un farsante, un enfermo o algo peor.

El relato oficial es como sigue. En 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años , se adentró, una hermosa mañana de inicios de la primavera, en el bosque. Al parecer había decidido orar para descubrir cual de “todas las sectas era la correcta”, una oración nada baladí teniendo en cuenta la vinculación de su padre con la masonería. Mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo” . Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas.

En el siguiente artículo analizaremos la revelación de J. Smith.

(1) Citado en B. Larson, Oc, p. 309.
(2) Las citas al respecto son claras. Por ejemplo, “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos” (Levítico 19:26) o “ No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de el Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios” (Deuteronomio 10, 8-14).
(3) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85.
(4) John A Widtsoe, Joseph Smith-Seeker After Truth, SALT Lake City, 1951, pg. 19.

Mormones: la visión de Joseph Smith
La influencia de la masonería (II)

Vimos que en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta, siendo la importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que "La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia"(1). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Como relatamos en el artículo anterior, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas.

Sería de esperar que esta visión de radical importancia hubiera sido registrada desde el principio entre los recuerdos y testimonios del futuro profeta. Lo cierto es que no fue así. Los mismos mormones se han visto obligados a reconocer que "el relato oficial de la primera visión de Joseph Smith y las visitas del ángel Moroni... fue publicado por primera vez en 1842"(2), es decir, 22 años después de acontecidos los hechos. Hasta qué punto este "retraso" resulta absurdo podemos verlo en el hecho de que la secta fue fundada oficialmente en 1830, el mismo año de publicación del Libro de Mormón. ¿A qué se debe que la piedra básica - la visión divina de Smith - sobre la que está edificada la secta de los mormones no fuera mencionada por el profeta sino veintidós años después de presuntamente acontecida?.

Diversas investigaciones parecen apuntar a una causa bien poco presentable: el mismo Joseph Smith no contó siempre la misma historia y ello se debe sencillamente a que la misma no era verdad. Jerald y Sandra Tanner (3) han dejado de manifiesto que en el interior de la secta circulaban, al menos, dos versiones diferentes de la visión divina de Smith si bien no salieron a la luz pública hasta que Paul Cheesman, un estudiante de la universidad Brigham Young, las publicó en 1965. Por si esto fuera poco, al año siguiente, James B. Allen, profesor asociado de Historia de la BYU, reveló otra versión más de la visión. Demasiados relatos discordantes para creer en una versión - hoy oficial - que, al parecer, desconocieron dirigentes mormones como Brigham Young y Oliver Cowdery (4).

El mismo Joseph Smith se destacó por ser el origen de este tremendo embrollo. A fin de cuentas, no relató siempre la misma historia . Así, el Messenger and Advocate de septiembre de 1834 y de febrero de 1835 publicó diversas versiones de la "primera visión" considerablemente diferentes de la oficial de 1842. Las diferencias son de bulto. En la versión ahora oficial, Joseph Smith tenía catorce años, buscaba saber qué secta era la verdadera y se le aparecieron el Padre y el Hijo. En las de 1834 y 1835, Joseph Smith tenía diecisiete años, lo que ansiaba saber es si existía un ser supremo y el que se le apareció fue un simple ángel. Para terminar de complicar las cosas el 29 de mayo de 1852 el Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en que afirmaba que la primera visión la tuvo a los catorce años y que fue de ángeles.

Esto fue corroborado posteriormente, por el apóstol mormón Orson Pratt (5) y por John Taylor, el tercer presidente de los mormones (6). Por desgracia para Smith, ni siquiera en la época en que coincidían casi todos en que quien se había aparecido era un ángel, llegaban a ponerse de acuerdo sobre la identidad del mismo. En la primera edición de la "Perla de gran precio" de 1851, pg. 41, se decía que el ángel era Nephi y la misma opinión sustentaba Lucy Mack, su madre. No obstante, después se denominó al ángel con el apelativo de Moroni. Finalmente, alguien debió de llegar a la conclusión de que una aparición del Padre y del Hijo siempre es mucho más atrayente que la de un simple enviado. Así esta tesis acabaría imponiéndose de manera oficial en la "Perla de gran precio", uno de los libros sagrados de los mormones (7) .

Como fundamento- según el profeta y apóstol MacKay - de la organización que afirmaba ser la única iglesia cristiana, la visión primera de Smith da la impresión de dejar mucho que desear. No coinciden - de acuerdo a las diferentes versiones - ni la edad de Smith, ni el motivo de su oración ni los personajes que se le aparecieron. Francamente, un profeta con una memoria tan dudosa sobre asunto de tanta importancia no consigue crear precisamente confianza en la manera en que transmite las revelaciones ni en la veracidad de las mismas. Para colmo, la última - por el momento - versión de la visión de Smith se contradice con sus propias enseñanzas de manera directa.

En 1832, Joseph Smith afirmó haber tenido una revelación de Dios según la cual nadie puede ver a Dios sin tener el sacerdocio. Según el propio SmitH él no tuvo ese sacerdocio hasta pasado 1830 (8) pero la visión de Dios fue, al menos, diez años antes. Como y por qué Dios hizo una excepción a Su revelación en relación a Smith constituye un misterio que - hasta la fecha - ningún adepto de la secta ha conseguido aclarar.

Como ha dejado de manifiesto Floyd C. Mc Elveen, ambas revelaciones no pueden ser verdad. O bien Smith vio a Dios en 1820 - y eso se contradice con la revelación sobre el sacerdocio de 1832 - o bien la revelación de 1832 es falsa y con ello queda a salvo la veracidad de la versión - hoy oficial- de la visión de 1820. Naturalmente cabe también la posibilidad de que ambas visiones no fueran sino una falacia.

(1) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85.
(2) Improvement Era, julio de 1961, p. 490.
(3) Jerald y Sandra Tanner, The First ision Examines. Salt Lake City. 1969.La obra constituye un clásico en el estudio de las fuentes de la secta.
(4).C..Mc Elveen, The mormon illusion, Ventura, 1977 pp. 24-25.
(5) Vid: Messenger and Advocate, vol.I, pp. 78-79.
(6) Journal of Discourses, Salt Lake City. (1966) vol. 13, pp. 65-66.
(7) Pearl of Great Price, Salt Lake City, 1958, p.48 par.17.
(8) Bruce R. McConkie, doctrines of Salvation, SALT Lake City, 1954, vol. I, p. 4.

El "Libro del Mormón" 
La influencia de la masonería (III)

Aún más problemas plantea esa obra que Mark Twain denominó "cloroformo en forma de libro" y que nosotros conocemos como el Libro del Mormón. La historia oficial del mismo es digna de ser referida aunque sea brevemente. En la Perla de gran precio, uno de los libros sagrados de la secta, Joseph Smith narra una visión que tuvo en 1823. De acuerdo con este libro, en el curso de la misma se le apareció a Smith un ángel llamado Moroni que le señaló la misión que Dios le había encomendado. Smith tenía que encontrar unas placas de oro en las que había escrita una obra cuya traducción debía acometer. Junto a las placas, Smith encontraría unas gafas que le permitirían traducir las placas del egipcio reformado en que estaban escritas al inglés. Para colmo de maravillas, las mencionadas lentes fueron identificadas por el ángel con el Urim y el Tumim del Antiguo Testamento. La obra señalada por el ángel, presuntamente, era el Libro del Mormón.

No hace falta decir que para una vez que una revelación presuntamente divina no se produce por inspiración sino por traducción, hubiera resultado sumamente interesante poder examinar los textos y el artilugio destinado a facilitar su comprensión a los mortales. No ha sido posible. Según la tesis mormona, después de que Smith tradujo las 116 primeras páginas del Libro del Mormón, aquellas desaparecieron. ¿Y las gafas? Se las llevó el ángel.

Según los tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris, el método de traducción de Smith era auténticamente peculiar. En primer lugar, Smith colocaba los lentes en un sombrero y después metía la cara en el mismo comenzando a continuación a traducir de las placas de oro... que prácticamente nunca estuvieron presentes. Dado el método utilizado, no es de extrañar que no hicieran ni falta.

No acaba aquí la cosa. Según ha dejado escrito David Whitmer (1), una vez que Smith se echaba a la cara el sombrero con las gafas, aparecía una especia de jeroglífico con la traducción inglesa debajo. Smith la leía entonces para que copiara Cowdery o cualquier otro y si quedaba escrito correctamente la frase desaparecía.

El método se presenta como un tanto alambicado, pero así es como fue presentado por Smith y sus adeptos más cercanos. La obra era una revelación de Dios de igual importancia - en la práctica más - que la Biblia. Por desgracia para Smith y su secta, la nueva revelación por escrito iba a levantar aún mayores dudas que el relato referente a su presunta visión divina. Joseph Smith afirmó que la obra fue escrita en torno al 384 al 421 A. de C. por Mormón, el padre de Moroni. Por ello, no deja de ser curioso que la obra reproduzca textualmente la versión de la Biblia del Rey Jaime que se imprimió... en 1611 A.D. El cómo un libro puede llevar millares de citas textuales de una obra que, supuestamente, se imprimió dos mil años después es otro de los grandes enigmas de la religión mormona, y el enigma se agranda cuando vemos que hasta las palabras en cursiva de la versión del Rey Jaime se reproducen así en el Libro del Mormón.

No menos curioso es el estilo gramatical de la obra . Supuestamente, "cada palabra y cada letra le fueron dadas (a Joseph Smith) por el don y el poder de Dios", pero eso no ha evitado que los mormones hayan realizado unos cuatro mil cambios de estilo - y no sólo de estilo - en la obra (2). Francamente, resulta curioso que las autoridades mormonas se hayan mostrado tan predispuestas a alterar con suma libertad una obra que - presuntamente - fue dada por Dios al profeta fundador de la secta. Quizá una explicación de este fenómeno resida en el hecho de que cuando Smith cita de la versión de King James o Rey Jaime (supuestamente escrita dos mil años después que el Libro de Mormón) su gramática es impecable, pero deja de serlo en el momento en que - al parecer - traducía del egipcio ayudado por las gafas que le dio el ángel. Desde luego, si Dios entregó la revelación a Smith de manera directa, lo hizo en momentos en que Su gramática no era muy sólida.

Estas y otras cuestiones - que, desde luego, no contribuyen lo más mínimo a afianzar la creencia de que Joseph Smith era un profeta de Dios - suelen ser dejadas de lado por los adeptos de la secta con una referencia rápida al testimonio, favorable al Libro de Mormón, de los testigos.

Efectivamente, en las páginas iniciales del Libro de Mormón se menciona el "Testimonio de los tres Testigos", a saber, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; así como el de los "Ocho testigos", es decir, Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Irma Page, Joseph Smith, Sen; Hyrum Smith y Samuel H. Smith. Según los adeptos, el testimonio de estas personas en bloque no deja ninguna duda de que el Libro de Mormón fue una obra inspirada por Dios y revelada a Su profeta, Joseph Smith. Sin duda, muchos adeptos lo creen. El problema es que el mencionado testimonio no se sostiene ni siquiera parcialmente. Para empezar el grupo de los "tres testigos" jamás afirmó haber visto las placas de oro donde - supuestamente - se escribió el Libro de Mormón. Lo más que llegaron a afirmar fue que tuvieron una "visión" de las mismas, que las vieron "con el ojo de la fe" o cuando estaban envueltas o tapadas (3). Si alguien vio alguna vez - y resulta dudoso - aquellas placas fue sólo Joseph Smith.

(1) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975.
(2) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975.
(3) Cf: F.C. McElveen, Oc, p. 48 ss.

Las grandes deserciones mormonas 
La influencia de la masonería (IV)

Por desgracia, no termina en el Libro del Mormón en sí el cúmulo de problemas que presentan los mencionados testigos de Shmit. Veámoslos, aunque sea por encima. De los once testigos mencionados, todos se marcharon de la secta salvo los Smith, es decir, los de la familia del profeta e incluso de éstos, un par de los hijos de Smith dejaron la secta para afiliarse a la iglesia reorganizada de los Santos de los Últimos Días.

Como relatamos en artículos anteriores, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. Existen los llamados tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris.

Visto el éxito final que tuvo con ellos, no es de extrañar que el profeta Smith denominara a los tres testigos principales "ladrones y embusteros" (1) y que incluso manifestara en la "Historia de la Iglesia" que habría que olvidarlos (2). De nuevo este conjunto de circunstancias no pueden sino resultar sorprendentes al venir ligadas a una revelación supuestamente de Dios. Por ello, resulta injustificable que la secta de los mormones tenga el valor de presentarlos como testigos a favor de las revelaciones de su profeta, cuando todos, menos los familiares de éste, la abandonaron convencidos de que aquello no tenía ninguna relación, ni siquiera lejana, con Dios.

Realmente, da la impresión de que la gente más cercana a Smith creía que todo era un fraude y se cansó de seguir la farsa. A causa de ellos, Smith los descalificó como embusteros y ladrones en un intento de privar de valor a los testimonios - esta vez ciertos - que pudieran dar acerca del. Posteriormente, la secta correría un tupido velo sobre el abandono e insistiría en que todos ellos eran piedra fundamental para creer la veracidad de las pretensiones de Smith. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de a quien beneficiaba esa falsedad consciente.

Una cuestión adicional sirve para dejar aún más de manifiesto el dudosa carácter de los poderes de Smith. Para desgracia de la secta, el asunto pasó por los tribunales y las minutas del procedimiento fueron localizadas por Wesley P. Walters el 28 de julio de 1971 (3). En 1826, es decir, seis años después de la supuesta visión divina, Joseph Smith fue acusado (y condenado) por ser un "glass looker". El término anglosajón, que se podría traducir como "mirador de cristal", sirve para designar a una persona que mirando a través de un vidrio o de una piedra puede encontrar tesoros o propiedades perdidas. Smith había estafado a una persona llamada Josiah Stowell asegurándole que, mirando a través del cristal, localizaría tesoros y propiedades perdidas.

No deja de ser curioso que Smith fracasara utilizando la misma metodología que le permitió - en teoría - traducir las placas de oro que un ángel de Dios le había mostrado y tampoco deja de llamar la atención que, seis años (o tres, según la visión) después de hablar con el Padre y el Hijo (o con un ángel, llamado o Moroni o Nephi, según qué visión y qué persona) anduviera dedicado a los menesteres - nada respetables - que había aprendido en su familia. No parece lo más adecuado que un profeta de Dios se dedique a estafar al prójimo prometiéndole encontrar tesoros... a menos, claro está, que no se sea tal tipo de profeta. Desde luego, con esos antecedentes tampoco llama mucho la atención las controversias desatadas desde el principio en relación con el Libro de Mormón.

(1) Times and Seasons, vol. I, pg. 81; Elders Journal, pg. 59; Senate Documents 189, pp. 6,9.
(2) Smith, History of the Church, vol. 3, p. 232.
(3) Una reproducción fotográfica de las minutas judiciales originales en J. Y S. Tanner, Joseph Smith´s 1826 Trial, Salt Lake City. 1971.

Falsedades históricas del Libro de Mormón 
La influencia de la masonería (V)

Los libros sagrados de las diversas religiones suelen contener datos históricos, geográficos y arqueológicos susceptibles de ser verificados por los especialistas en estas ciencias. En alguna medida, su fiabilidad viene confirmada o negada precisamente por la posibilidad de verificar si los datos históricos o arqueológicos son o no reales. El ejemplo más destacado de esta tesis lo constituye, sin lugar a dudas, la Biblia. Los datos geográficos, históricos y arqueológicos que aparecen en la misma no sólo son reales y están cuidadosamente expuestos sino que han servido de base para realizar descubrimientos arqueológicos en tiempos modernos. En el caso de otros libros religiosos los datos son escasos y difícilmente comprobables vg: los libros canónicos del hinduismo, pero incluso así parece existir un fondo histórico real aunque se haya visto deformado por la leyenda. La única excepción a esta regla la constituye el Libro de Mormón, la presunta revelación divina recibida por Joseph Smith, un escrito que resulta aún menos fiable que los textos sagrados del hinduismo.

La historia contenida en esta obra no deja de ser un tanto complicada en sus detalles. Haremos aquí un breve resumen de la misma en relación con sus aspectos fundamentales. En las páginas del libro canónico por antonomasia del mormonismo, se nos narra que un pueblo llamado jareditas, procedentes de la Torre de Babel, emigró a América en el año 2247 A.C. Supuestamente esta cultura ocupó América Central hasta desvanecerse a causa de los conflictos internos. Un superviviente llamado Ether escribió su historia en 24 placas metálicas.

LA HISTORIA SEGÚN EL LIBRO DE MORMÓN
Hacía el año 600 A.C., las dos familias de Lehi e Ismael salieron de Jerusalén y cruzando el océano Atlántico desembarcaron en América del Sur. Dos hijos de Lehi, llamados Laman y Nephi, acabaron enfrentándose junto con sus seguidores en el campo de batalla. De aquí procederían los pieles rojas que poblarían el Nuevo Mundo. La razón, según Joseph Smith, no podía ser más fácil: los lamanitas era rebeldes contra Dios y El los castigó haciendo que su piel se oscureciera dando así origen a los indios americanos.

Los nefitas, por el contrario, que seguían conservando una piel inmaculadamente blanca, fueron favorecidos por Dios y se asentaron en América Central en la época de Cristo. Después de su crucifixión, Jesús se les apareció en esta parte del continente americano e instituyó el bautismo, el sacramento del pan y el vino, el sacerdocio, etc. Un par de siglos después, aquella cultura centroamericana abandonó los caminos del Señor y otro siglo y medio después nefitas y lamanitas se enfrentaron de nuevo en batalla.

El jefe de los nefitas era un profeta y sacerdote llamado Mormón. Cuando comprendió que la derrota era una posibilidad clara, decidió escribir en placas de oro la historia de su pueblo. Se las entregó a su hijo Moroni que, supuestamente, la escondió en una colina cerca de Palmyra, Nueva York, unos mil cuatrocientos años antes de que, presuntamente, un ángel se le apareciera a Smith y le dijera donde encontrarlas. Por qué escogió este lugar – salvo porque Smith viviría cerca de él – es un enigma. Enigma resulta también que Mormón retara a los lamanitas a trabar combate en un cerro insignificante llamado Cumorah. Este lugar, al parecer, se hallaba a centenares de miles de millas de donde se encontraba su pueblo y, por ello, aquel se vio obligado a cruzarlas. Lógicamente, debió llegar hecho trizas al lugar de la batalla. Mormón, si es que existió, fue quizá un profeta y un sacerdote piadoso, pero, desde luego, dejaba mucho que desear como estratega. De acuerdo con el Libro de Mormón, hacia el 421 A.de C. todos los nefitas habían sido asesinados y los impíos lamanitas dominaban la tierra. Presuntamente cuando Colón llegó a América en 1492, se encontró a los descendientes de los lamanitas.

LAS BASES HISTÓRICAS REALES
Desde luego, no cabe duda que la historia como tal, pese al tono aburridísimo de su exposición, derrocha imaginación. El problema, para Smith y la secta, claro está, es que existen buenas razones para pensar que no cuenta con la más mínima base histórica.

Para empezar, está la cuestión del incremento de la población . Según el Libro de Mormón, en treinta años, de 28 personas se formaron dos naciones poderosas (I Nephi; 2 Nephi 5:5,6,28), nephitas y lamanitas que se enfrentarían a muerte. En términos demográficos, tal posibilidad es absolutamente inaceptable. Por si fuera poco, siempre según el Libro de Mormón, esas dos naciones – que se formaron en treinta años – edificaron multitud de ciudades poderosas, seguramente durante el tiempo que no se dedicaban a multiplicarse frenéticamente. En el Libro de Mormón se mencionan al menos 38 ciudades: Ammonihah, Bountiful, Gideon, Shem, Zarahemla, etc. No se han encontrado restos de una sola siquiera ni en Centroamérica ni en Suramérica.

Como remate, tampoco tenemos pruebas de que, como afirma el Libro de Mormón, en América se utilizara profusamente el egipcio reformado y el hebreo . Para ser honrados habría que decir que no contamos con un solo vestigio de ello. Algo, por otra parte, incomprensible su fiera cierto que, como afirma el Libro de Mormón, ambas lenguas fueron utilizadas durante siglos en el continente americano.

Las cuestiones menores de dudosa fiabilidad son numerosísimas . Por sólo citar algún ejemplo diremos que el profeta Nephi, que supuestamente escribió varios siglos antes de Cristo, cita a Mateo, Lucas, Pedro y Pablo que no vivieron ni escribieron hasta el siglo primero de nuestra Era. En Alma 46:15 se llama “cristianos” a fieles que vivían 73 años antes del nacimiento de Cristo. Se afirma en Ether 2:3 que había abejas en América unos dos mil años A.de C., cuando lo cierto es que fueron los españoles los que las llevaron al Nuevo Mundo, etc.

En realidad, lo que resulta establecido más allá de cualquier duda razonable es que el Libro de Mormón es un verdadero fraude histórico . De hecho, autoridades competentes como el Instituto Smithsoniano de Washington han dejado claro que carece de la más mínima base histórica o arqueológica afirmando, por ejemplo, que “los arqueólogos del Smithsoniano no ven ninguna conexión entre la arqueología del Nuevo Mundo y el tema del Libro (de Mormón)” (1). Como ha señalado el Dr. Frank H.H. Roberts, Jr., director del departamento de etnología americana del citado instituto: “No existe ninguna prueba de ninguna emigración desde Israel a América, y de manera similar no hay ninguna prueba de que los indios precolombinos tuvieran ningún conocimiento del cristianismo o de la Biblia”. De la misma opinión es el arqueólogo Michael Coe, especialista en culturas precolombinas: “No hay un solo arqueólogo profesional, que no sea mormón, que encuentre alguna justificación científica para creer que (el Libro de Mormón) es cierto”.(2)

Los datos resultan tan aplastantes que, incluso, algunos arqueólogos mormones se han visto obligados a aceptarlos . Un ejemplo claro es el del reconocido arqueólogo mormón Dee F. Green que efectivamente ha afirmado: “La moderna topografía no permite situar ninguno de los lugares a los que se refiere el Libro de Mormón. Se puede estudiar la arqueología bíblica, porque sabemos dónde estaban y está Jerusalén y Jericó, pero no sabemos dónde estaban ni están Zarahemla y Bountiful, ni ningún otro sitio realmente (3).

(1) J. Y S. Tanner-Mormonism Shadow or Reality. Salt Lake City. 1975, p. 57.
(2) Dialogue: A Journal of Mormon Thought, “Mormons and Archaeology: An Outside View”.Verano de 1973, p.p. 41-42, 46 .
(3) Dialogue, Oc, verano de 1969, pp. 77-78.

Más vínculos del mormonismo y la masonería 
La influencia de la masonería (VI)

No es de extrañar que ante los datos mencionados en el artículo anterior acerca del Libro de Mormón, multitud de personas dejen de creer en el carácter divino de la revelación de Smith. Uno de los casos más claros es el de Thomas Stuart Ferguson (1). Fundador de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, era un miembro respetado de la secta, en apoyo de la cual había escrito tres libros con argumentos a favor de la veracidad del Libro de Mormón. Tras veinticinco años de investigación, llegó a la conclusión de que "las pruebas en contra de Joseph Smith eran absolutamente rotundas" y perdió la fe en el mormonismo como revelación divina.

Bajo presiones de las autoridades de la secta escribió una carta en la que afirmaba que no rompería su relación con la misma, sin embargo, había dejado de creer - convencido por la aplastante evidencia - en Joseph Smith como profeta de Dios (2).

A pesar de todo, la verdad es que el Libro de Mormon levantó tantas expectativas que, al parecer, Joseph Smith decidió adentrarse por el camino de las sucesivas revelaciones. Supuestamente, en 1835, Smith compró varias momias egipcias y rollos de papiro de un tal Michael H. Chandler. Al parecer, el profeta tradujo los textos y con ellos formó el "Libro de Abraham" que está incluido en otro de los textos sagrados del mormonismo, "La Perla de Gran Precio".

Según la interpretación de Smith, el primer dibujo mostraba al sacerdote idólatra Elkenah intentando ofrecer a Abraham como sacrificio. El pájaro que aparecía en el dibujo era el Ángel del Señor, etc.

Por desgracia para Smith, esta vez sí que hubo quien vio los textos. F.S. Spalding envió copias de este facsímil y de otros que dibujó Smith a varios de los egiptólogos más competentes del mundo (2). Todos, sin excepción, manifestaron que el tema de los papiros era el embalsamamiento de los muertos. Asimismo, fueron unánimes en afirmar que la interpretación de Smith - sagrada palabra de Dios para sus seguidores - era falsa y que no constituía una traducción veraz de los jeroglíficos.

Al igual que ha sucedido con arqueólogos mormones que perdieron su fe en J. Smith después de examinar científicamente el Libro de Mormón ha acontecido con esta otra revelación. Dee Jay Nelson (3), un supuesto egiptólogo mormón, abandonó la secta tras examinar los datos y llegar a la conclusión de que la supuesta traducción de Smith era un fraude. Su caso no es único.

A pesar de todo lo anterior - que, difícilmente, puede considerarse propio de una persona honrada - Joseph Smith no tuvo ninguna dificultad para que la masonería aceptara iniciarlo en sus secretos. Cómo se llegó hasta ese paso es - como sucede con tantos episodios de la historia de la masonería - verdaderamente novelesco.

Dentro de la historia de la masonería constituye un capítulo especialmente importante el relacionado con la historia de la muerte de William Morgan, un hombre asesinado por escribir un libro en el que, supuestamente, revelaba secretos relacionados con la masonería.

El episodio provocó una gran reacción contra la masonería en los Estados Unidos, pero no es ése el aspecto en el que vamos a detenernos aquí. Al ser asesinado Morgan por los mormones, dejó una viuda llamada Lucindia. Inicialmente, Lucindia no dudó en elevar votos de mantenerse fiel a la memoria de su marido y, por supuesto, recibió donativos de no pocos anti-masones que la contemplaban con simpatía y afecto. Sin embargo, cuando Lucindia volvió a casarse el 23 de noviembre de 1830, lo hizo con un masón llamado George W. Harris. Acto seguido, se convirtió al mormonismo y se trasladó a Nauvoo, Illinois. Ni de lejos iba a ser la única vinculación entre la masonería y el mormonismo. De hecho, el 6 de abril de 1840, fue fundada la Gran Logia de Illinois por el general, juez y patriarca mormón, James Adams. La nueva Gran Logia de manera inmediata se entregó a establecer estrechos vínculos con la secta fundada por Smith. Al cabo de poco tiempo, Nauvoo contaba con tres logias y Iowa con dos, las cinco eran denominadas las "logias mormonas" y contaban con unos 1550 hermanos. El mismo Joseph Smith Jr., profeta de Dios según su testimonio, fue iniciado como aprendiz masón el martes, 15 de marzo de 1842. El episodio aparece documentado en las minutas de la logia de Nauvoo correspondientes a esa fecha donde se habla de cómo Smith Jr. y Sydney Rigdon "fueron debidamente iniciados como aprendices masones durante el día".

Se trataba tan sólo del principio. Los cinco primeros presidentes de la secta - Joseph Smith, Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow - fueron todos iniciados en la masonería en la misma logia de Nauvoo. De hecho, prácticamente todos los miembros de la jerarquía o eran ya masones o fueron iniciados en la masonería una vez que Joseph Smith fue ascendido al grado de maestro masón. A decir verdad, es posible que la logia mormona de Nauvoo haya sido la que ha contado con más personas celebres entre sus miembros con la excepción de la ya citada Logia de las Nueve hermanas.

Una vez que la masonería fue introducida en Nauvoo, la logia celebró sus reuniones en la habitación superior del almacén de Joseph Smith hasta que se construyera el edificio especialmente dedicado a las tenidas. Éste fue dedicado por Hyrum Smith el 5 de abril de 1844.

(1) Una narración más extensa del mismo en Ed. Decker y D. Hunt, Los fabricantes de dioses, Minneapolis, 1987. pp. 78 ss.
(2) Durante años se ha defendido la tesis de que El Libro de Mormón no fue siquiera obra de Joseph Smith, sino que éste la plagió de un tal Solomon Spaulding. Al parecer, éste había escrito una novela histórica sobre una familia judía que emigraba al Nuevo Mundo. Esta explicación del origen del Libro de Mormón es, a nuestro juicio, la más satisfactoria por tres razones. Primero, explica la utilización de la Biblia del Rey Jaime de 1611. Es lógico que un protestante del siglo XIX la utilizara para citar de las Escrituras al ser la de mayor difusión en las naciones de habla inglesa. Segundo, explica la falta de base histórica ya que se trata sólo de novelar y no de historiar. Tercero, la tesis viene apoyada por multitud de testigos que afirmaron haber leído o escuchado fragmentos de la obra de Spaulding que eran idénticos a la que Smith presentaba como Libro de Mormón. No hace falta decir que de ser cierta esta teoría, el profeta Smith saldría aún peor parado en sus pretensiones, pero ese no es un problema para el investigador imparcial..
(3) Los egiptólogos fueron A.H. Sayce de la universidad de Oxford, William M.F. Petrie de la universidad de Londres, A.C. Mace del departamento de egiptología del Museo metropolitano de Nueva York, J. Peters, director de la expedición babilónica de la universidad de Pensylvania; S.A.B. Mercer del Western Theological Seminary de Chicago, E. Meyer de la universidad de Berlín y B.V. Bissing de la universidad de Munich.
(4) Dee Jay Nelson, The Joseph Smith Papyri, part. 2 y The Eye of Ra.

Mormonismo y poligamia 
La influencia de la masonería (VII)

Las relaciones de la nueva secta del mormonismo así como de su fundador con la masonería resultaban, desde luego, inmejorables. Sin embargo, Joseph Smith distaba mucho - consideraciones sobre sus revelaciones aparte - de ser un modelo moral tal y como, presuntamente, exige la masonería de sus miembros. De hecho, en 1842, el profeta fue acusado de asesinato. Fuera o no cierto, la verdad es que salió bien parado en el procedimiento judicial e incluso se permitió declararse candidato a la presidencia de los Estados Unidos. No se saldría con la suya, pero el año siguiente recibiría otra revelación de enormes consecuencias. Su tema sería la poligamia. Al parecer antes de la canónica revelación de 12 de julio de 1843, Smith había tenido otras varias relativas a este tema, la diferencia estaba en que, hasta entonces, fueron privadas y generalmente iban dirigidas a convencer a la mujer ansiada (que podía ser tanto soltera como casada) de que Dios deseaba que se entregara al profeta Smith.

Si la mujer se convencía - cosa, al parecer, no muy difícil dado el poder de atracción de Smith - se celebraba un matrimonio secreto y, a partir de entonces, tenían lugar los encuentros sexuales de manera oculta. Ann Whitney, por citar sólo un ejemplo, se casó con Smith cerca de un año antes de la revelación de 1843 (1), pero la costumbre de perpretrar adulterios de manera constante, venía de muy lejos.

La primera acusación pública de adulterio formulada contra Smith procedió, nada menos, que de uno de los testigos del Libro de Mormón: Oliver Cowdery. Está documentado que, desde 1835, Smith mantuvo con una tal Fanny Alger una relación adulterina de la que no lograron disuadirlo ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos (2). Pronto el número de amantes - esposas, según Smith - llegó a más de ochenta.

Al parecer, a Smith no le importaba mucho lo moral de sus actuaciones, pero sí el que su esposa Emma le pudiera descubrir . Esto, al menos, es lo que se desprende de una carta descubierta por Michael Marqwardt en el George Albert Smith Collection de la Biblioteca de la Universidad de Utah (3). Tanto le preocupaba la cólera de la esposa engañada que incluso, en algunas ocasiones, el profeta arregló casamientos fingidos entre sus "mujeres" y otros hombres (4), para cubrir una realidad más evidente: esas mujeres eran las amantes adulterinas de Smith. Desde luego, el sistema no deja de parecer una actitud curiosa si aceptamos la tesis de que Smith sólo hacía lo que Dios le ordenaba.

Como es de suponer, la lujuria del profeta pronto se convirtió en una pesadilla para muchos de sus adeptos. Tener una esposa hermosa era un riesgo porque, a buen seguro que, tarde o temprano, constituiría una tentación que Smith no podría ni querría resistir. Si una mujer le apetecía sexualmente, la tomaba sin el más mínimo problema de conciencia. Hay que decir, no obstante, que en algunas ocasiones estuvo dispuesto a aceptar un canje.

Un caso así fue el de Vilate Kimball, casada con el apóstol mormón Heber C. Kimball. La mujer debía tener un cierto atractivo físico y el profeta le comunicó que debía acceder a sus deseos sexuales. Ni a ella ni a su esposo les debió convencer - mucho menos honrar - la sugerencia. Finalmente, idearon una forma de escapar a tan alto honor. Kimball, con enorme tacto, preguntó a Smith si le daría igual tomar a la hija en lugar de la madre. El profeta aceptó el cambio (5).

En otros casos, como suele suceder en estas circunstancias con relativa frecuencia, el marido engañado por el profeta desconocía que su esposa - a la que consideraba un ejemplo de virtudes - había pasado a formar parte del harén de Smith (6). El conocimiento del secreto quedaba reducido a los protagonistas y a algunas personas muy cercanas.

Con todos los alicientes que el tener relaciones adúlteras con un supuesto profeta de Dios pudiera presentar para las mujeres, no puede decirse que aquella práctica hiciera especialmente felices a todas las de la secta. Cuando la poligamia se extendió a todos los varones del movimiento, no pocas adeptas se desesperaron y prefirieron suicidarse antes de allanarse a una conducta que las rebajaba de esa manera.

Naturalmente, todo aquello resultaba excesivo para la gente que vivía cerca de los mormones - nada pacíficos, por otro lado - y que temía verse desbordada por ellos (7). En el estado de Illinois la bigamia era un delito y Joseph Smith - en aquellos momentos en excelentes relaciones con la masonería - y su hermano Hyrum - el masón más importante de Nauvoo - fueron arrestados. Sin embargo, no fueron esos los únicos cargos presentados contra él. Las acusaciones iban desde gran inmoralidad a falsificación, pasando por encubrimiento y otros delitos. Hubiera sido de desear que compareciera ante un tribunal porque, quizá de esta manera, habría podido quedar establecido de manera legal cuál era el verdadero carácter de Smith. No fue así. Un grupo de unas ciento cincuenta personas hartas de los excesos de Smith asaltó la prisión de Carthage, en que estaba confinado, con ánimo de lincharlo.

Joseph Smith intentó salvarse realizando alguno de los gestos rituales de la masonería y profiriendo gritos de auxilio hacia posibles masones que pudieran encontrarse entre sus asaltantes. No podemos saber a ciencia cierta si había masones entre ellos, pero, en cualquiera de los casos, no le sirvió de nada. La turba disparó a través de la puerta de la cárcel y mataron instantáneamente a Hyrum. Joseph Smith disponía de un revólver y logró herir a cuatro de los atacantes. Sin embargo, cuando vio que la situación era desesperada, intentó escapar lanzándose por la ventana. Fue atrapado en la huída y asesinado.

(1) The Contributor, vol. 6, n. 4,enero de 1885, p. 131.
(2) Historical Record pg. 15, una fuente mormona da por verídico el dato.
(3) Reproducida en E. Decker y D. Hunt, Oc. P, 139.
(4) Cf. E. Decker y D. Hunt, Oc, p. 139 y ss.
(5) Dr. Wyl, Mormon Portraits, 1886, pp. 70-72.
(6) Tal como fue el caso de un tal H. B. Jacobs.
(7) Cf. No man knows my story, Fawn M. Brodie. 1945.

Mormonismo: la dudosa moralidad de Joseph Smith
La influencia de la masonería (VIII)

Joseph Smith en diversas ocasiones había declarado que "podía desafiar a la Tierra y al infierno (1)", que era el hombre más importante que hubiera vivido jamás, incluido Jesucriston (2), que era un abogado, un gran legislador y que abarcaba todo, el cielo, la tierra y el infierno y que iba a descubrir el conocimiento que cubriría a todos los otros abogados, doctores y cuerpos de letrados (3). Al fundar la iglesia mormona, Smith se había colocado por delante de todo profeta o apóstol anterior a él, incluyendo al propio Cristo: "Tengo más para jactarme de lo que haya tenido nunca ningún hombre. Soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida a toda una iglesia desde los días de Adán... Ni Pablo, ni Juan, ni Pedro, ni Jesús lo consiguieron nunca. Presumo de que ningún hombre hizo nunca un trabajo como el que yo hago. Los seguidores de Jesús se apartaron corriendo de El, pero los Santos de los Últimos Días nunca se apartarán de mí" (History of the Church, vol. 6, pp. 408-9).

Pretendía asimismo que él no era un siervo de Dios sino que, por el contrario, Dios era su mismo ayudante. Así lo dijo de manera indiscutible: "La tierra entera será testigo de que yo, como la roca elevada en medio del océano, que ha resistido la poderosa embestida de las olas durante siglos, soy invencible...

"Yo combato los errores de la Historia, me enfrento con la violencia de las masas; me las arreglo con los procedimientos ilegales de la autoridad; corto el nudo gordiano de los poderes y resuelvo los problemas matemáticos de las universidades, con la verdad, con la verdad primera: y DIOS ES MI HOMBRE DE CONFIANZA, MI MANO DERECHA".(4)

Su sueño megalómano concluyó aquel día al lado de la prisión de Carthage (que mencionamos en el artículo de la semana anterior). En el St. Clair Banner de 17 de septiembre de 1844 se publicó una declaración jurada de G.T.M. Davis en la que se revelaban los propósitos del profeta:

"El gran objetivo de Joseph Smith era evidentemente el de asumir poderes ilimitados - civiles, militares, eclesiásticos - sobre todos los que llegaran a ser miembros de su sociedad.
"... y para satisfacer a su gente... mostrando que la autoridad que Dios le había otorgado... se extendía sobre toda la raza humana y que los Santos de los Últimos Días, y las órdenes de Joe como rey y legislador iban a dominar a los gentiles y que obtendrían su sumisión mediante la espada". (5)

No resulta, por lo tanto, extraño que Joseph Smith enseñara y ordenara a sus adeptos que practicaran el robo, el saqueo y el asesinato de aquellos que se les enfrentaban. Esta conducta - que difícilmente podría denominarse cristiana, pero que cuenta con paralelos en procesos sociales impulsados por la masonería - era etiquetada con el término de "despojar a los gentiles". Como ha reconocido el escritor mormón Leland Gentry se consideraba que "había llegado el tiempo en que las riquezas de los gentiles debían ser consagradas a los Santos".(6)

La muerte de Smith provocó el lógico problema sucesorio. Originalmente, Joseph Smith había deseado que fuera un hijo suyo el que le sucediera a la cabeza de la secta ocultista fundada por él. Un manuscrito fechado el 17 de enero de 1844 y firmado por Joseph Smith apenas cinco meses antes de su muerte establece:

"Bendición dada por Joseph Smith Jr. A Joseph Smith III... Bendito del Señor es mi hijo Joseph III. porque él será mi sucesor en la Presencia del Alto sacerdocio; un vidente, un revelador, un profeta para la Iglesia; su designación le pertenece a él por mi bendición; y también por derecho".

Así lo quería el profeta, pero no le sirvió de nada. Uno de sus lugartenientes, Brigham Young, se autonombró sucesor suyo y el heredero oficial tuvo que conformarse con formar otra secta aparte. El 24 de julio de 1847, la primera caravana de mormones al mando de Brigham Young entraba en el Valle de Salt Lake. Más del sesenta por ciento de los mormones que llegaban a un territorio que pronto sería suyo eran masones, entre ellos toda la jerarquía de la secta. En los años venideros, los rituales del templo mormón de Salt Lake City - supuestamente procedentes del templo de Salomón - serían tomados de manera directa y apenas modificada de los de la masonería.

(1) Carta fechada el 22 de julio de 1844 de Sarah Scott en la que se describe las pretensiones de Smith.
(2) History of the Church, vol. 6, p. 408.
(3) Idem, vol. 5, p. 467.
(4) Idem, vol. 6, p. 78.
(5) Citado por J. Y S. Tanner - Mormonism - Shadow or Reality?. Pp. 415-6.
(6) L. Gentry, A History of Alter Day Saints in Norteen Missouri form 1836-1839, UBY, 1965, p. 32.

LA HISTORIA DE LOS VALDENSES


LOS VALDENSES
Este artículo trata sobre estos tan ignorados cristianos evangélicos de la Edad Media, de más de 4 siglos antes de Lutero (contra las mentiras romanistas que afirman que el cristianismo evangélico nació de una escisión de Roma con este reformador), y de los cuales sus propios verdugos: los inquisidores de la iglesia católico Romana dijeron lo siguiente:

"Los herejes valdenses se distinguen por su comportamiento y el habla. Son impasibles y sensatos. No se esfuerzan en llamar la atención con vestidos extravagantes o indecorosos. No son comerciantes con el fin de evitar mentir, jurar o engañar. Viven únicamente del trabajo artesano de sus manos. También sus maestros son tejedores y zapateros. No acumulan riquezas, sino que se contentan con lo necesario para vivir. Comen y beben con moderación, no frecuentan posadas ni van a bailes u otros lugares de mala reputación. Son lentos para la ira. Son trabajadores, se dedican a aprender y a enseñar. Les reconocerán por su manera de hablar: con cordura y veracidad. No difaman, no hablan con palabras vulgares o vacías. Evitan toda expresión que pueda ser mentirosa o de juramento. No dirán "sinceramente" o "de verdad", sino que se limitarán a decir "si" o "no". Según ellos hacen así porque Jesús lo ordenó en Mateo 5:37" (Passauer Anonymus).

El inquisidor de Passau en el s.XII dijo de los mismos: "Entre todas las sectas que existen o que han existido, no hay ninguna más perniciosa para la iglesia; y esto por tres razones: La primera por su gran antigüedad, pues algunos dicen que los Valdenses se remontan al tiempo de Silvestre y hasta hay quien asegura que al tiempo de los apóstoles. La segunda por que es la más extendida y apenas si hay un país donde no exista esta secta. La tercera razón es que, mientras todas las demás sectas despiertan horror y la repulsa de sus oyentes por sus blasfemias en contra de Dios, esta demuestra una gran semblanza de piedad; tanto que sus adherentes viven justamente delante de todos los hombres y creen en todos los artículos del Credo, respetando en todo a Dios: Solamente blasfeman de la Iglesia y del clero romanos; por esto tan grandes multitudes de laicos les prestan atención." ("Catolicismo Romano: Orígenes y Desarrollo" José Grau. Tomo I, pág. 330. Ed. EEE, Barcelona 1987)

A continuación una respuesta a afirmaciones hechas en los foros de discusión de religión en Internet por parte de una persona que se hacía llamar C.C. (Cristiano católico) donde llega a decir que si los Valdenses sufrieron tantas matanzas por parte de la ICAR (Iglesia católica) es casi porque se lo merecieron (por ser "enemigos de Roma"). Más abajo hay algunas preguntas y respuestas del citado C.C.

"Ireneo de Lyon" <Ecclesia@Lyonensis.com> escribió en el mensajenews:3f54f4c7$0$27053$626a54ce@news.free.fr...
Olvidados por los siglos, quizá a alguien le interese esta historia... (más abajo se habla de ellos en España)

(Con la esperanza de que C.C. al menos reflexione)

PEDRO WALDO Y LOS VALDENSES

El movimiento evangélico de la Edad Media recibió un valioso refuerzo con la conversión de Pedro Waldo debido,a la impresión que le produjo la muerte repentina de un amigo con el cual estaba conversando. Dicho incidente hizo que este rico comerciante, dejando sus negocios, pensara solo en la salvación de su alma.

Un sacerdote a quien preguntó sobre el asunto le respondió que había varias maneras de salvar el alma, pero que la más segura era poner en práctica las palabras de Jesús al joven rico: -Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres. Se cree que el cura lo dijo con ironía, por que Waldo era un hombre muy rico; pero éste, que estaba decidido a conseguir la salvación a todo coste, lo cumplió al pie de la letra. Su gran acierto fue que, en lugar de ir a profesar el voto de pobreza en un convento, resolvió deshacerse de sus bienes, empleándolos él mismo para beneficio de los pobres y la extensión del Reino de Dios.

Consideró que era una obra muy buena a los ojos de Dios el mandar traducir y poner en manos del pueblo las Sagradas Escrituras. Hizo escribir a mano muchas copias que eran llevadas por cristianos fieles de un pueblo a otro.

El clero empezó a mirar con recelo a aquellos hombres humildes que, de dos en dos, descalzos y pobremente vestidos, con el volumen sagrado en la mano, iban predicando la Palabra de Dios, y el arzobispo Guichard les prohibió predicar.

 Pedro Waldo apeló al papa esperando que su justa causa sería reconocida, y compadeció con uno de sus colaboradores ante el Concilio de Letrán en marzo del año 1179, El papa los trató amablemente pensando que los pobres de Lyon, como les llamaban, permanecerían dentro de la Iglesia Católica, quedando convertidos en una orden monástica y, según testimonios que tenemos de sus jueces, los hallaron muy piadosos y austeros en su modo de vivir, pero ignorantes -según ellos- e incapaces de predicar. Esto fue porque, en lugar de examinarlos sobre las Sagradas Escrituras y las doctrinas más claras y evidentes del Cristianismo, les interrogaron, en Lenguaje filosófico, sobre la Santísima Trinidad, las dos naturalezas de Cristo, y otras cosas que los Concilios habían tratado de resolver y establecer como dogmas, sin pensar que Dios tiene derecho a reservarse algunos misterios, sin revelárnoslos, hasta aquel día en el cual seremos capaces de comprender todas las cosas.

Vueltos a Lyon, resolvieron que debían predicar el Evangelio con sencillez, porque era menester obedecer a Dios antes que a los hombres, y se lanzaron a la obra, desafiando la persecución. Esto les unió a sus hermanos los antiguos paulicianos -descendientes de los cristianos primitivos-, a los pedrobrusianos y enriquistas, y todos juntos vinieron a formar la Iglesia Evangélica Valdense, que subsistió y se extendió por toda Europa durante varios siglos antes de que apareciese la Reforma.

El edicto de excomunión que se extendió contra ellos en el año 1181 les obligó a salir de Lyon, lo que fue tan beneficioso para la causa del Evangelio como lo había sido la primera persecución que vino a la iglesia cristiana de Jerusalén, la cual obligó a los primeros cristianos a extenderse por todo el mundo antiguo predicando el Evangelio.

Pedro Waldo  huyendo d  la intolerancia llegó hasta Bolonia (hoy Polonia) en la misma frontera de Rusia donde murió el año 1217 después de cincuenta y siete años de servicio para el Señor.

Los Valdenses en España

Animados por su celo misionero los valdenses recorrieron el sur de Alemania, Suiza y Francia llegando a España donde formaron grupos de cristianos disidentes de Roma en las provincias del Norte, y sobre todo en Cataluña.

El hecho de que dos concilios y tres  reyes se hayan  ocupado  de expulsarlos de nuestra patria  demuestra que su número tenía que ser considerable.

El clero impotente para detener el avance y, alarmado, pidió al papa Celestino III que tomase medidas en contra del movimiento. El papa mandó un delegado en el año 1194 que convocó la asamblea de prelados y nobles en Mérida asistiendo personalmente el mismo rey Alfonso II quien dictó el siguiente decreto:

"Ordenamos a todo valdense que en vista de que están excomulgados de la Santa Iglesia son enemigos declarados de este reino y tienen que abandonarlo, e igualmente todos los estados de nuestros dominios. En virtud de esta orden cualquiera que desde hoy se permita recibir en su casa a los susodichos valdenses asistir a sus perniciosos discursos o proporcionarles alimentos atraerá por esto la indignación de Dios Todopoderoso y la nuestra; sus bienes serán confiscados sin apelación y será castigado como culpable del delito de lesa majestad; además cualquier noble o plebeyo que encuentre dentro de nuestros estados a uno de estos miserables sepa que si los ultraja los maltrata o los persigue no hará con esto nada que no nos sea agradable."

 Desde entonces la persecución se hizo sentir con violencia, y en una sola ejecución 114 valdenses fueron quemados vivos y sus cenizas echadas al río Ter en Gerona. Sin embargo, muchos lograron esconderse y seguir secretamente la obra de Dios en el reino de León, en Vizcaya y en Cataluña, pues al contrario de lo que decretaba la orden real, les Veían con costumbres austeras y anunciando tan Claramente las Buenas Nuevas de salvación, bien afirmadas en textos de la Sagrada Escritura, que hasta Se menciona al obispo de Huesca, uno de los más notables prelados de Aragón como protector decidido de los perseguidos Valdenses.

Pero las persecuciones contra ellos no cesaron, llegando a su apogeo por el año 1237, cuando 45 de ellos fueron arrestados en Castellón y 15 de ellos quemados vivos en la hoguera.

En Alsacia y Lorena hubo desde el año 1200 tres grandes centros de actividad misionera. En Meta, el barba (pastor) Crespin y sus numerosos hermanos confundían al obispo Beltrán quien en Vano se esforzaba por suprimirlos. En Estrasburgo los inquisidores mantenían siempre el fuego de la intolerancia contra 1a propaganda activa que hacía el barba Juan y más de 500 hermanos que componían la iglesia perseguida de aquella ciudad.

En Bohemia, donde pedro Waldo terminó su gloriosa carera, 1os resultados de la obra Misionera valdense fueron fecundos. A mediados del Siglo XIII el inquisidor de passau nombraba 42 poblaciones donde los valdenses habían echado raíces; y en Austria, a principios del siglo xIv, el inquisidor Krens hacía quemar 130 valdenses. Se cree que el número de ellos en Austria no bajaba de 80.000.

En Italia 1os Valdenses estaban diseminados Y bien establecidos en todas partes de la península. Tenían propiedades en loS grandes Centros, Y un ministerio itinerante perfectamente organizado.  En Lombardía los discípulos de Arnaldo de Brescia gran opositor del papa a pesar de que nunca llegó a separarse de la Iglesia Católico-Romana y que fue quemado vivo en el año 1155- unían fácilmente a los valdenses cuando éstos les predicaban el Evangelio. En Milán poseían una escuela que era centro de una gran actividad misionera.

En Calabria se establecieron muchos valdenses del Piamonte  en el ano 1300 en Fuscaldo y Montecarlo. Habían conseguido cierta tolerancia y  les permitían celebrar secretamente sus cultos con tal de que pagaran los diezmos al clero.

 En tres de los valles del Piamonte  Lucerna Perusa y San Martín  los  Valdenses formaron  pueblos enteros en las primeras décadas del siglo XIII.

Estos datos históricos que poseemos de la abundante literatura producida por los Valdenses prueban de un modo irrefutable cuán  equivocada y absurda es la afirmación de la Iglesia Romana de  que el Protestantismo tuvo su origen en Lutero: Centenares de años antes de que se produjese el movimiento espiritual de la Reforma existían ya muchos miles de cristianos que no comulgaban con los dogmas de la Iglesia Católica Romana y eran tanto o más protestantes de los errores y abusos del Catolicismo que el famoso fraile sajón. (extracto de "Origen e Historia de las Denominaciones Cristianas" de Samuel Vila, Ed. CLIE, España)

"Ireneo de Lyon" <Ecclesia@lyonensis.com> escribió en el mensajenews:3f54c8f6$0$6192$626a54ce@news.free.fr...
Más gotas sobre los valdenses, para CC:

El abad de Citeaux, Arnaud Amalric, legado papal (de la "Iglesia de Cristo"  según C.C.), contestó la famosa frase: "Matadlos a todos; Dios reconocerá a  los suyos" al consultársele durante la toma de Béziers (Sudeste de Francia)  como distinguir a los "herejes" Valdenses del resto de la población.

Esta frase, bastante discutida por los historiadores revisionistas católicos  del siglo XXI, a mí me parece horriblemente probable: Puesto que de hecho no  hay duda histórica de que no dejó sobreviviente alguno -tampoco niños ni  mujeres- de una ciudad que tenía entonces 20.000 habitantes... no veo porqué  iba a tener escrúpulos por la brutalidad de una frase.

Ireneo

Aquí va otro artículo sobre los Valdenses

Saludos

Lito.

Los valdenses... ¿herejes, o buscadores de la verdad?

¿EL TIEMPO? El siglo doce de la era común... 200 años antes de la época de Wiclef y Hus y 300 años antes de Lutero. ¿El lugar? El sur de Francia y los valles alpinos de aquel país y del norte de Italia. ¿El marco de circunstancias? Una clase clerical rica y a menudo libertina mantiene en ignorancia, a propósito, a la gente común, la cual vive en la pobreza. Por toda Europa, la Iglesia Católica Romana ejerce la supremacía, pues es poderosa, opulenta y mundana.

En vivo contraste, hallamos un grupo de personas que se destacan en este fondo histórico. Creen que la Biblia es la Palabra de Dios y se esfuerzan por vivir en armonía con los principios justos de ella. Caminando en pares, estas personas suben las colinas y bajan los valles predicando y enseñando cualesquier verdades que hayan podido descubrir al leer las porciones de las Escrituras que están disponibles en el propio idioma de ellas. Debido a esto, se les persigue como a herejes, y muchas de ellas pierden la vida. ¿Quiénes son?

En Francia se les llegó a conocer por el nombre de Vaudois. Los que perseguían a estas personas las llamaban, en latín, valdenses, nombre que se mantiene así en español.

PRECURSORES

Los historiadores católicos y protestantes no concuerdan en cuanto a los orígenes de los valdenses. Los primeros quisieran convencernos de que lo que ellos llaman la "secta herética" de los valdenses era un fenómeno aislado que surgió repentinamente a fines del siglo doce bajo la dirección de un francés de Lyón llamado Valdès o Valdo. En cambio, muchos protestantes afirman que los valdenses constituyen un eslabón en la cadena continua de disidentes que surgieron entre la época del emperador Constantino (cuarto siglo de la E.C.) y los reformadores protestantes del siglo dieciséis. Estos protestantes opinan que el nombre valdenses se deriva de la palabra latina vallis, que significa "valle," y se refiere al hecho de que aquellos disidentes a quienes se perseguía con persistencia como herejes se vieron obligados a refugiarse en los valles alpinos de Francia e Italia.

Claro, los historiadores católicos rechazan esta explicación protestante, pues no la consideran histórica. Pero al afirmar que los valdenses aparecieron repentinamente en la escena de la historia medieval bajo la dirección de Valdès o Valdo la Iglesia Católica está minimizando el patente hecho histórico de que hubo muchos otros disidentes antes de que Valdo comenzara a predicar a fines de los años setenta del siglo doce. La verdad parece ser que Valdo y sus asociados llegaron a ser un punto de reunión para grupos similares de disidentes, algunos de los cuales habían estado en existencia por largo tiempo.

A la Iglesia Católica le gustaría que olvidáramos que había semillas de descontento entre los suyos muchos años antes de que apareciera Valdo. Por ejemplo, el obispo Agobard de Lyón, Francia (779-840 de la E.C.), atacó vigorosamente la adoración de imágenes, el dedicar iglesias a santos y la liturgia eclesiástica que no estaba en armonía con la Biblia.

Al otro lado de los Alpes, en Turín, Italia, un contemporáneo de Agobard, el obispo Claudio, adoptó una posición similar. Condenó las oraciones dirigidas a los santos, la veneración de reliquias y de la cruz y, en general, rechazó la tradición eclesiástica debido a que ésta iba en contra de las Escrituras. A Claudio de Turín se le ha llamado "el primer reformador protestante."

En el siglo once, el arcediano Bérenger, o Berengarius, de Tours, Francia, que, según se dice, era uno de los teólogos más influyentes de su tiempo, se opuso al dogma de la transubstanciación y sostuvo que el pan y el vino que se utilizan durante la conmemoración de la muerte de Cristo son emblemáticos y no se transforman milagrosamente en el cuerpo y la sangre de Cristo. También sostuvo que la Biblia era superior a la tradición. Bérenger fue excomulgado por herejía en 1050.

Al mismo principio del siglo doce, dos hombres se destacan en Francia como disidentes notables. Fueron ellos Pedro de Bruys y Enrique de Lausana. El primero comenzó su vida adulta como sacerdote en los Alpes al sudeste de Francia. Al poco tiempo abandonó el sacerdocio porque no estaba de acuerdo con la Iglesia sobre doctrinas importantes como el bautismo de infantes, la transubstanciación, las oraciones para los muertos, la adoración de la cruz y la necesidad de tener edificios que sirvan de iglesias. Después de ser expulsado de la diócesis de los Alpes meridionales, predicó directamente a la gente por todo el sur de Francia e hizo muchos discípulos. Al fin fue quemado en la hoguera en St. Gilles en 1140.

Enrique de Lausana, a quien también se llama Enrique de Cluny, continuó la obra de Pedro de Bruys. Enrique era monje y ya en el año 1101 había empezado a hablar denodadamente en contra de la liturgia eclesiástica, el clero corrupto de aquel entonces y el sistema de una jerarquía religiosa. Sostenía que la Biblia era la única norma para la fe y la adoración. Empezó a predicar en Le Mans, y cuando se le expulsó de allí, continuó su obra misional por todo el sur de Francia y con el tiempo se encontró con Pedro de Bruys. En 1148 se le arrestó y se le puso en prisión, donde pasó el resto de su vida. Pero las ideas de estos hombres se propagaron como un reguero de pólvora desde el sur de los Alpes hasta el Mediterráneo y de un extremo al otro del sur de Francia hasta el Golfo de Vizcaya.

VALDO Y LOS "POBRES DE LYÓN"

Dentro de este ambiente histórico apareció un laico en la escena en Lyón, Francia. No se sabe nada en cuanto al nacimiento de este hombre, que según se dice ocurrió alrededor de 1140 de la E.C. Hasta cierto grado, aun su nombre es un misterio, pues se deletrea Valdès, Valdo o Waldo. El nombre Pierre, o Pedro, no aparece en ningún manuscrito que esté fechado antes de 1368. Se cree que en años posteriores sus discípulos le dieron el nombre, para indicar que él era un imitador más digno del apóstol Pedro que los papas de Roma, que afirman ser los sucesores de Pedro.

Valdo era un comerciante adinerado de Lyón. Estaba casado y tenía dos hijas. Siendo hombre devoto y católico practicante, pidió a un amigo teólogo que le diera consejo de las Escrituras en cuanto a lo que debía hacer para agradar a Dios. En respuesta, su amigo citó Mateo 19:21, donde Jesús dijo al joven rico: "Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, y, ven, sé mi seguidor."

Valdo tomó a pecho este consejo. Después de proveer para el sustento de su esposa y colocar a sus dos hijas en un convento, comisionó a dos sacerdotes, Etienne d'Anse y Bernard Ydros, para que tradujeran los Evangelios y otros libros de la Biblia al idioma vernáculo que se hablaba en las provincias de Provenza y Dauphiné en el sudeste de Francia. Entonces distribuyó el resto de sus posesiones entre los pobres y se puso a estudiar la Palabra de Dios. Además, predicó en las calles de Lyón, invitando a los habitantes a que despertaran espiritualmente y regresaran al cristianismo bíblico.

Puesto que Valdo había sido bien conocido como próspero hombre de negocios, muchas personas le escucharon y pronto tuvo un grupo de seguidores. Les alegró oír el mensaje consolador de la Biblia en su propio idioma, pues hasta entonces la iglesia había impedido que se tradujera la Biblia a otro idioma con la excepción del latín. Muchas personas convinieron en renunciar a sus bienes y dedicarse a enseñar la Biblia en el idioma de la gente común. Se les llegó a conocer como los "Pobres de Lyón."

Esta predicación laica incitó la ira del clero. En 1179 el papa Alejandro III prohibió a Valdo y sus seguidores predicar sin el permiso del obispo local. Como era de esperar, el obispo Bellesmains de Lyón rehusó dar su consentimiento. Los registros históricos indican que, ante esta proscripción, Valdo respondió a la jerarquía usando las palabras de Hechos 5:29: "Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres."

Valdo y sus asociados continuaron predicando. Así, en 1184 el papa Lucio III los excomulgó, y el obispo de Lyón los expulsó de la diócesis. Resultó algo parecido a lo que ocurrió cuando los primeros cristianos fueron echados de Jerusalén. Acerca de ellos, la Biblia declara: "Los que habían sido esparcidos fueron por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra."-Hech. 8:1-4.

Estos disidentes del siglo doce se refugiaron en los Alpes y por todo el sur de Francia, y enseñaban la Biblia a medida que iban de un lugar a otro. Sin duda se toparon con otros grupos disidentes, como los seguidores de Pedro de Bruys y Enrique de Lausana. Al cruzar los desfiladeros de los Alpes en dirección al norte de Italia, se encontraron con grupos de disidentes que ya existían en los valles del Piamonte y de Lombardía. Estos grupos de disidentes con orientación bíblica, que luego llegaron a conocerse por toda Europa como valdenses, deben distinguirse de grupos "herejes" contemporáneos, como los cátaros y los albigenses, cuyas doctrinas estaban basadas más en la filosofía persa que en la Biblia. Los registros históricos muestran que para principios del siglo trece podían hallarse valdenses no solo en el sur de Francia y el norte de Italia, sino también en el este y norte de Francia, en Flandes, en Alemania, en Austria y hasta en Bohemia, donde se dice que Valdo murió en 1217.

EN BUSCA DE LA VERDAD BÍBLICA

Sea que Valdo mismo haya sido el fundador de los valdenses o no, a él se le tiene que dar el crédito por haber tomado la iniciativa de hacer traducir la Biblia del latín a las lenguas vernáculas que en aquel entonces hablaba la gente común a quienes él y sus asociados predicaban. Además, debe recordarse que eso ocurrió unos 200 años antes de que Wiclef tradujera la Biblia para los disidentes que hablaban inglés.

La posición básica de los valdenses primitivos era que la Biblia es la única fuente de la verdad en lo que tiene que ver con la religión. En un mundo que estaba comenzando a salir de lo que se ha llamado la "Edad del Oscurantismo," ellos buscaron a tientas la verdad cristiana. Evidentemente hicieron lo mejor que pudieron con los cuantos libros de las Escrituras Hebreas y Griegas que poseían en un idioma que podían leer y comprender.

No obstante, los valdenses primitivos comprendieron la Biblia lo suficientemente bien como para rechazar la adoración de las imágenes, la transubstanciación, el bautismo de infantes, el purgatorio, el culto de María, las oraciones a los santos, la veneración de la cruz y de las reliquias, el arrepentimiento de última hora, la confesión a los sacerdotes, las misas para los muertos, las indulgencias papales, el celibato sacerdotal y el uso de armas carnales. También rechazaron el uso de imponentes y elegantes edificios religiosos y consideraban que "Babilonia la Grande, la madre de las rameras," era la Iglesia de Roma, e invitaban a sus oyentes a huir de ella. (Apoc. 17:5; 18:4) ¡Todo esto lo hicieron a fines del siglo doce y a principios del siglo trece!

En su obra de predicar, los valdenses primitivos enseñaban la Biblia y daban mucha importancia al Sermón del Monte y al padrenuestro, en los cuales se muestra que el reino de Dios es lo que se debe buscar primeramente y lo que se debe pedir en oración. (Mat. 6:10, 33) Sostenían que cualquier cristiano, fuera hombre o mujer, que poseyera suficiente conocimiento de la Biblia estaba autorizado para predicar las "buenas nuevas." Además, consideraban a Jesús como el único mediador entre Dios y el hombre. Puesto que Jesús había muerto una vez para siempre, ellos sostenían que un sacerdote no podía reanudar este sacrificio por medio de celebrar una misa. Los valdenses primitivos conmemoraban la muerte de Cristo, utilizando pan y vino como símbolos.

LA PREDICACIÓN RESULTA EN PERSECUCIÓN

Los valdenses primitivos sostenían que no era necesario ir a una iglesia para adorar a Dios. Celebraban reuniones clandestinas en establos, hogares particulares y dondequiera que pudieran hacerlo. Durante estas reuniones estudiaban la Biblia y preparaban nuevos predicadores, los cuales acompañaban a los más experimentados. Viajaban en pares de granja en granja y, cuando estaban en los pueblos y aldeas, iban de casa en casa. El autoritativo libro de consulta intitulado Dictionnaire de Théologie Catholique (Tomo 15, columna 2591) en un artículo que, por lo demás, no favorece a los valdenses, declara: "Desde la más tierna edad, sus hijos empezaban a aprender los Evangelios y las Epístolas. La predicación de sus diáconos, sacerdotes y obispos consistía principalmente en citas de
la Biblia."

Otras obras nos informan que los valdenses tenían una excelente reputación de ser muy trabajadores, sumamente morales y honrados al pagar sus impuestos. Expulsaban a los pecadores que no se arrepentían.

Así eran estas personas temerosas de Dios a quienes perseguidores religiosos persiguieron hasta la muerte, pues a muchas de ellas las quemaron en la hoguera. Una gran cantidad de ellas fueron víctimas de la terrible cruzada que ordenó el papa Inocencio III en 1209 contra los cátaros y albigenses en el sur de Francia. Otros sufrieron tortura y se les dio muerte durante la temible Inquisición que empezó en el sur de Francia en 1229. Algunos de los valdenses lograron escapar a otros países, y muchos más se refugiaron en los elevados valles de los Alpes de Francia e Italia, donde por siglos sobrevivieron comunidades valdenses.

A principios del siglo dieciséis, los valdenses se unieron a sus hermanos protestantes y hoy en día son considerados una denominación protestante más.

Pero los valdenses primitivos, aunque se les acusó de ser "herejes," estaban de hecho sinceramente buscando la verdad y tomaron la delantera en traducir la Biblia, enseñarla y vivir conforme al modo sencillo que corresponde al cristianismo. Es cierto que no se libraron de todas las doctrinas erróneas de la religión babilónica falsa. Pero evidentemente vivieron conforme al conocimiento que habían obtenido de la Palabra de Dios. Muchos, según parece, estuvieron dispuestos a morir más bien que a renunciar a su fe. Claro, solo "El Señor conoce a los que le pertenecen." Por eso, con confianza podemos dejar en manos de Él el dar cualquier galardón de vida futura.-2 Tim. 2:19.