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El origen del Mormonismo


El origen del Mormonismo


Fundada en el año 1830 la llamada “Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día” o Mormones, por un hombre llamado Joseph Smith, esta secta ha venido a ser una de las más influyentes y bien organizadas en EE.UU., donde, también tuvo sus orígenes.
Nació Joseph Smith en el estado de Vermont, sin gozar apenas de instrucción en su infancia. En 1820 y 1823, Smith dijo haber tenido importantes revelaciones de un ángel llamado Moroni, quien en la última de estas revelaciones hizo saber el lugar donde yacían ocultas unas importantes tablas de oro conteniendo la historia primitiva de América y otras importantes cuestiones, de naturaleza religiosa- Smith desenterró dichas tablas y, con la ayuda del ángel, descifró los “caracteres egipcios reformados” en que estaban escritas. Esta traducción constituye, esencialmente, el llamado Libro de Mormón. Lo que ha quedado sin explicar es de qué manera unas tablas que, según Joseph Smith, habían estado enterradas desde el año 420 d.J.C- hasta el 22 de septiembre de 1823, pueden contener extensas citas de la versión inglesa de la Biblia de 1611. El Libro de Mormón tiene para los mormones igual autoridad que la Biblia , y, de hecho, recibe muchos más honores. Existen, sin embargo, fundadas razones para creer que la base de ese libro está constituida por una novela inédita del escritor Salomón Spaulding, titulada El Manuscrito no Encontrado.
En 1830, Joseph Smith organizó en la población de Fayette, en el estado de Nueva York, la llamada “Iglesia de Jesucristo de los Santos de! Ultimo Día”, tras convencer a un núcleo de sus oyentes. En junio de 1831, el reducido grupo de mormones partió hacia Missouri, obedeciendo una nueva revelación de Smith; pero una serie de incidentes, con los que ellos llamaron “paganos” y “enemigos del Señor”, es decir, con los colonos de aquellas tierras, determinaron su expulsión de aquel estado por orden del gobernador Boggs. Fueron a refugiarse, los mormones en Illinois, desde donde Smith comenzó una intensa propaganda personal, llegando a afirmar que era candidato a la presidencia de EE.UU. Acusado de inmoralidad, falsificación, etc. Smith fue encarcelado, pero antes de que el juicio pudiera celebrarse, una turba enfurecida asaltó la prisión y Smith, junto con su hermano Hyrum, fue linchado.
Estos sucesos favorecieron enormemente la extensión del mormonismo, al crearse la leyenda del martirio de Smith. Bajo la dirección de un nuevo dirigente, el inglés Brigharo Young, los soliviantados mormones se dirigieron hacia el estado de Utah, que en aquel entonces estaba bajo dominio mejicano. Al llegar a Satt Lake (Lago Salado) Young anunció que, por revelación de Dios, aquel era el lugar definitivo para establecerse. Los mormones demostraron que como colonos no tenían rival. Soportando duras condiciones, y con gran sacrificio, consiguieron crear, en poco tiempo, una floreciente comunidad desde la que inmediatamente se enviaron misioneros al resto de América del Norte, y muy pronto, incluso, a Europa. Brigham Young, que por aquel entonces tenía ya veintinueve esposas, fue el primer gobernador de aquella zona, hasta que en 1849, al terminar la guerra entre EE.UU. y México, el gobierno norteamericano nombró su propio gobernador, con gran oposición de los mormones, que querían permanecer al margen de la tutela de Washington.
En Utah, los mormones prosperaron rápidamente en todos los órdenes. Los templos de esta secta comenzaron a aparecer por toda la nación, y por el grado de fastuosidad y riqueza que se observa en ellos es fácil deducir que la comunidad mormona había subido mucho en la escala social. En 1927, se construyó en Arizona el noveno de estos templos, y diez anos más tarde ye erigían otros dos de gigantescas proporciones en Idaho y California, con un costo tota! de 2’6 millones de dólares. De todos estos templos el más famoso sin duda es el de Los Ángeles, terminado en 1956 con un costo de 6 millones de dólares.
A pesar de tan fabulosas inversiones en la construcción de templos, no debe pensarse que los mormones olvidan otras facetas de su obra. Su dedicación a la beneficencia y a la seguridad social son bien conocidas en todo el mundo. Puede decirse que, gracias a sus ejemplares programas de ayuda a los necesitados y parados de su propia organización, no existe la indigencia entre ellos. Los mormones son muy estrictos y desprendidos a la hora de hacer donaciones para su secta, y dado el gran número de poderosos capitalistas que se cuentan entre sus adeptos (la gran industria azucarera “U & I”, por ejemplo, es propiedad de mormones) es fácil comprender su gran potencial económico.
Desde el punto de vista doctrinal, presenta esta secta un variado cuadro de ideas y creencias, expresadas en sus dos obras fundamentales: El Libro de Mormón y Doctrina y Pactos. Para los mormones, Joseph Smith es, lógicamente, el gran profeta.; pero no se ha limitado el proceso de la revelación a su fundador. De hecho, el mormonismo no es, por esta misma razón, un sistema fijo e inalterable de dogmas, pues ni siquiera la Biblia tiene entre ellos el papel de revelación definitiva.
De todos modos, hay ciertos puntos que siempre se han mantenido igual, como es, por ejemplo, la concepción de la salvación como fruto de las obras humanas; la idea de un infierno de duración temporal y proporcionado a la gravedad de las faltas cometidas. También ha mantenido siempre esta secta un ministerio de tipo sacerdotal. inspirado en el Antiguo Testamento, y unos ritos de bautismo por inmersión, y conmemoración de la última Cena del Señor, aunque con diferente significado de los sustentados por el cristianismo.
Muy del dominio público es el hecho de que los mormones permiten la poligamia. Joseph Smith no reveló este extremo a todos sus seguidores de inmediato, pero sus más íntimos colaboradores conocían sus inclinaciones. Hasta 1852 no se hizo una declaración pública sobre esta cuestión, desatándose, de inmediato, una larga batalla legal para declararla inmoral. En 1889, el Presidente Wilford Woodruf publicó un manifiesto contra ella, pero durante muchos años se siguió practicando en secreto. En la actualidad, la poligamia parece haber sido descartada por completo del mormonismo, pero la teoría que subyace a esta costumbre se sigue manteniendo como doctrina revelada.
Independientemente de las causas que pudieran conducir a los fundadores a establecer esta forma de vida matrimonial, la poligamia se explica por la creencia de que la mujer es, en realidad, un ser inferior que no puede hallar la plenitud -ni en esta vida ni en la venidera- sin el hombre, y, por tanto, es deber de éste compadecerse de ella y tomarla por mujer. En los tiempos en que la poligamia se practicaba abiertamente se requería, en todo caso, una afinidad de tipo espiritual entre los contrayentes, además del consentimiento de todas las partes para la celebración de un nuevo matrimonio.
Dejando a un lado los diversos escándalos públicos que acompañaron al nacimiento de la secta, es justo reconocer que hoy en día los mormones tienen mejor reputación. Sus costumbres son sobrias -son completamente abstemios de bebidas alcohólicas y estimulantes, y defienden con vigor la unidad familiar. Los jóvenes mormones suelen dedicar un año de su vida, de forma voluntaria y desinteresada, a extender sus creencias religiosas entre “los gentiles”, a modo de misioneros altruistas.
Como curiosidad doctrina), puede también mencionarse la creencia en la preexistencia de todos los seres humanos; la existencia de un Dios de carne y hueso que engendra hijos espirituales (las almas); el carácter de divinidad menor que adquiere el hombre en el más allá; el uso del agua en lugar del vino para conmemorar la Santa Cena ; y el carácter de infalibilidad que se da a los pronunciamientos doctrinales de su Presidente.

El Adventismo del Septimo Día


El Adventismo es uno de los movimientos religiosos modernos más difíciles de clasificar, dado que, en realidad, no niega la doctrina capital de la fe cristiana, es decir, la divinidad de Jesucristo, y, sin embargo, mantiene otras teorías -especialmente en relación con el sacrificio expiatorio de Jesucristo y prácticas de legalismo de carácter judaico que son rechazados por el resto de la cristiandad. El hecho de que muchas de estas diferencias afecten a puntos que también se consideran esenciales, es lo que determina que incluyamos al Adventismo en esta sección, aparte de que por el simple hecho de ser un movimiento de muy nuevo cuño no puede ponerse junto a las iglesias surgidas de la Reforma.
Todo comenzó cuando, en 1830, un hombre llamado William Miller, en EE.UU., sintió un repentino interés por el estudio de las profecías bíblicas. Su investigación le llevó al convencimiento de que el retorno de Jesucristo era algo inminente, consiguiendo contagiar de su entusiasmo a un buen grupo de sus oyentes. Tan sincera y franca convicción no estaba unida, sin embargo, a una sólida formación escriturística y ello fue probablemente la causa que le llevara a hacer atrevidas predicciones, como la que fijaba para el año 1843 la tan esperada venida de Cristo. Esta fecha fue pospuesta para un año después, y cuando, al fin, llegó, y pasó, el tan esperado 1844 y nada sucedió, el frustrado profeta y sus seguidores cayeron en el desánimo.
A pesar de ello Miller no perdió la esperanza de ver aparecer pronto al Señor, y aparte de esta peculiar creencia no puede decirse que sustentara ninguna otra que pueda calificarse de heterodoxa. Miller era un apasionado por las profecías, y su interpretación de Daniel 8:14 era el punto sobre e] cual pivotaba toda su teoría. Cuando, en 1849, Miller murió, no se había apartado sustancialmente de la fe cristiana tradicional.
Sin embargo, sus seguidores no renunciaron a aquella teoría que consideraban como un gran descubrimiento, y poco después de la muerte de su maestro se ponían las bases de una nueva organización religiosa. Pero antes había que explicar, de algún modo, el aparente fracaso de Miller. Un seguidor de Miller, en el estado de Nueva York, llamado Hiram Edson, dijo que precisamente el día siguiente del que estaba fijado para el regreso de Cristo (22 de octubre de 1844) él había tenido una visión en la que percibió a Cristo junto a un altar en el cielo. Inmediatamente se interpretó este dato como la realización de la predicción de Milier, diciendo que, efectivamente. Cristo había “venido” en la fecha anunciada, pero no a la tierra, como algunos habían entendido, sino al santuario que hay en los cielos, el cual es una réplica exacta del que los judíos tenían en Jerusalén.
En 1860 la secta ya estaba plenamente organizada, bajo la dirección de uno de sus miembros, James White y su esposa a quien los adventistas califican de mujer inspirada por Dios. Fue precisamente esta Sra, White, quien introdujo en la recién creada secta, una de las doctrinas que más caracterizan al grupo: la observancia del sábado, y no del domingo, como día de descanso. En una de sus frecuentes visiones la supuesta profetisa tuvo el privilegio de contemplar las tablas de la Ley de Dios. De los diez mandamientos había uno (el cuarto, según el orden bíblico) que resaltaba sobre los demás y estaba rodeado de un halo de luz. La Sra. White lo interpretó como una llamada de atención por parte de Dios en el sentido de que los llamados cristianos habían cambiado sin autorización el día de descanso, que desde siempre había sido el sábado.
De ahí se llegó directamente a una conclusión rotunda: todos los que profanaban el sábado no podían ser considerados como parte del pueblo de Dios. A partir de ese momento los adventistas han inculcado a sus adeptos una rigurosa reverencia por el sábado. En cierto sentido, se ha vuelto a implantar en sus comunidades las costumbres judías sobre este día, con todo lo que tienen de complicado y enojoso cuando se trata de cumplir en un medio adverso. No es difícil, pues, imaginar, los innumerables problemas de orden social, labora!, etc. que los adventistas tienen que afrontar por esta razón.
Según ya hemos señalado, los adventistas no niegan la divinidad de Jesucristo. Sin embargo, su doctrina acerca de la redención es muy diferente de la sostenida por el cristianismo tradicional. A causa de la curiosa explicación sobre el retorno de Cristo en 1844, se hizo necesario amoldar Otras doctrinas a aquella visión. El santuario del cielo, está, como lo estaba el de los judíos en la tierra, dividido en dos partes: e] lugar santo y el lugar santísimo. Según la Sra. White , Cristo estuvo en el lugar santo durante dieciocho siglos después de su muerte, intercediendo por los pecadores, pero esto no fue suficiente, y, en consecuencia, en 1844, según dice la profecía de Daniel, Cristo pasó (“vino”) al lugar santísimo donde comenzó la obra de completar y perfeccionar su expiación del pecado.
Los adventistas creen que tras la muerte física del ser humano se produce un estado de inconsciencia que dura hasta el día de la resurrección. Spicer, un destacado adventista, habla de dicho estado en estos términos: “La muerte nos reduce a un estado de silencio, inactividad y completa inconsciencia.” Esto nos lleva a la cuestión del más allá. Después del juicio los creyentes heredarán el Reino, en tanto que los incrédulos serán completamente aniquilados. El infierno, en cuanto lugar de eterno tormento, no existe. El único fin de los impíos es la extinción completa.
Hay cosas positivas que destacar de los adventistas. Junto a un nivel moral, por lo general, bastante elevado, se encuentra un escrupuloso cuidado de la salud corporal, por medio del ejercicio físico y un régimen alimenticio esencialmente vegetariano. En el campo de la educación han logrado muchos éxitos, proveyendo, cuando ello es factible, una educación gratuita para los hijos de sus afiliados. Se hace mucho hincapié en la santidad del matrimonio, la unidad de la familia, la formación de la juventud en un ambiente distinto del que impera en la sociedad actual, etc. La contribución económica de los adventistas a su propia causa es realmente espectacular, convirtiéndoles en uno de los movimientos religiosos más florecientes en proporción a su número, especialmente si se tiene en cuenta que no tienen protección oficial. Hay entre ellos muchos médicos, y en varios países del mundo han construido magníficos hospitales. En España cuentan con un Seminario y lugares de culto en las principales ciudades.
Por: Ricardo Cerni

El Rosicrucianismo


Al tratar de los movimientos místicos que se produjeron en la Alemania protestante del siglo XVII, mencionamos, ligeramente, el auge que en aquella época tuvo esta secta. Sus orígenes son realmente oscuros y difíciles de definir, como también lo son sus enseñanzas. Según dicen sus adeptos, en el siglo XIII un hombre llamado Christian Rosenkreuz tuvo revelaciones especiales para dar luz a la mal interpretada religión cristiana, y también para explicar el misterio de la vida y del ser desde un punto de vista científico y, a la vez, religioso.
En la práctica, en esta secta, no queda nada por explicar. Todo encaja perfectamente en esta mezcla de teosofía, misticismo, astrología y religión panteísta, de manera que los iniciados en ella poseen la llave de la verdadera sabiduría y el secreto de los conocimientos metafísicos universales.
En tiempos modernos el principal promotor de esta secta ha sido el norteamericano Max Heindel, autor de extensísimas obras doctrinales como La Cosmo- Concepción Rosicruciana o Cristianismo Místico, y La Filosofía Rosicruciana en Preguntas y Respuestas.
El emblema o símbolo del rosicrucianismo consiste en una cruz con una corona de rosas en el centro. La cruz no es un símbolo de sufrimiento. Su verdadero significado, al decir de los rosacruces, lo dio Platón, que fue uno de los iniciados en esta clase de sabiduría, cuando dijo: “El alma del mundo está crucificada.” Esto quiere decir que la cruz es símbolo de las corrientes de vida que animan los cuerpos de los vegetales, animales y seres humanos. Es también símbolo de la pasada evolución del hombre, su constitución presente y su desarrollo futuro. El brazo superior de la cruz representa al hombre. El brazo inferior al reino vegetal. Entre los dos está el reino animal, o sea, el brazo horizontal, que además es la posición de la columna vertebral de los animales. Las rosas rojas que hay en el centro de la cruz representan los órganos generativos de estos tres órdenes.
Según el rosicrucianismo, existen siete mundos, que juntos forman el Universo. Cada uno de estos mundos tiene sus propias leyes, sin que se afecten mutuamente. A su vez, cada uno de estos siete mundos está dividido en siete regiones o subdivisiones de la materia. El hombre vive en el mundo físico, el último de todos, teniendo como mundo más cercano el mundo de los deseos.
A su vez, el hombre se divide en dos partes:
cuerpo denso y cuerpo de deseo (algo parecido al cuerpo y alma). El cuerpo de deseo está unido al corazón por un hilo de plata, que a! romperse causa la muerte, y que, por otra parte, sirve para mantener unidos los dos cuerpos durante la parcial separación del sueño. Tras la muerte, y después de un complicado proceso que dura mil años, el hombre vuelve a reencarnarse en un nuevo período de la evolución de la Humanidad. Pero , también, hay una evolución negativa para algunos. Los antropoídes no son los progenitores del hombre, sino hombres que han reencarnado negativamente.
El Gran Ser (llamado Dios en el mundo occidental) procede de la “Raíz de la Existencia “. ‘El es el Absoluto, pero, indudablemente, no es Cristo. Este Ser Supremo existe en cuanto Poder, Palabra y Movimiento. Pero cada sistema solar del universo tiene su propio Dios, habitando todos dios en el mundo superior del séptimo plano cósmico.
Cada uno de los siete mundos pasa, como el hombre, por siete períodos o renacimientos, cuyos nombres son: Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano. Tales nombres nada tienen que ver con los astros en sí. Son esotéricos. Pero lo que sí se afirma es que en el último estadio de esta evolución el hombre quedará fundido con Dios.
Con palabras del propio Max Heindel, podemos trazar un breve bosquejo de las creencias rosicrucianistas respecto a Jesucristo: “En el Credo cristiano aparece esta frase: ‘Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios’. Normalmente se entiende esto en el sentido de que una cierta persona que apareció en Palestina hace unos 2000 años, del que se habla como Jesucristo -en una sola persona-, fue el Hijo Unigénito de Dios,
Esto es una gran equivocación. En esta frase hay tres seres claramente distintos.” Luego, prosigue Heindel haciendo ver que Jesucristo no es lo mismo que el Unigénito (o el Verbo). Jesús fue simplemente un espíritu perteneciente a nuestra evolución, como también lo fue Buda. El espíritu del Cristo que habitó en Jesús era un rayo del Cristo cósmico, y aunque se puede seguir el rastro de las anteriores encarnaciones de Jesús, e incluso su actual desarrollo, no es posible hallar entre los espíritus humanos al espíritu del Cristo- El cuartel genera! del rosicrucianismo se encuentra en la población de Oceanside (California), realizándose desde allí una intensa labor de propaganda, sobre todo a través de los libros de Max Heindel, último gran apóstol del rosicrucianismo.
REARME MORAL
Uno de los movimientos modernos de más elevados ideales y posiblemente de menor significación religiosa, entre los hasta aquí considerados, es el llamado Rearme Mora!, o Movimiento del Grupo de Oxford o Buchmanismo.
En 1878 nació, en Pennsylvania, Frank Daniel Buchman, de ascendencia germano-helvética y de religión luterana. Realizó estudios de teología y fue pastor de una pequeña iglesia, pero, por dificultades internas, tuvo que abandonar aquella comunidad dejando tras sí varios enemigos personales. Buchman marchó a Inglaterra y allí experimentó un gran cambio espiritual. Llegó al convencimiento de que debía hacer las paces con sus antiguos enemigos, y por ello les escribió expresivas cartas de reconciliación.
Desde entonces, Buchman dio por demostrado que la lucha contra el pecado y el mal depende de la disposición de nuestra voluntad para someterse a la voluntad de Dios. La máxima de Buchman dice así: “El grado de nuestra libertad respecto al pecado, es e! grado de nuestro deseo de ser libres.”
Buchman se dedicó, en adelante, a predicar su teoría de la recuperación moral a través del esfuerzo de la voluntad. En Oxford se organizó un activo grupo que se propuso, como meta, la transformación de la mentalidad de naciones enteras, incluyendo a sus dirigentes, con el fin de evitar las guerras y demás males sociales.
Este objetivo se consigue partiendo de las transformaciones individuales, por medio de los cuatro Absolutos: Honradez. Absoluta, Pureza Absoluta, Abnegación Absoluta y Amor Absoluto. Después de la II Guerra Mundial, la organización estableció su cuartel general en Caux (Suiza), donde, periódicamente, se celebran conferencias y retiros. El deliberado propósito de influenciar con sus máximas de conducta a las altas personalidades de todo el mundo, ha hecho que el Rearme Moral se convierta en buena parte en un movimiento para las altas esferas de la sociedad.
En el aspecto concreto de las creencias religiosas, el Rearme Moral se caracteriza por su extraordinaria amplitud dogmática. De hecho, todos los credos tienen cabida en esta organización que, sin pretender formar una Iglesia, busca la reforma del cristianismo por medio de la conversión moral de sus miembros integrantes.
Frank Daniel Buchman fue durante muchos anos el supervisor del Rearmamento Moral en todo el mundo. Sus viajes le llevaron a la India , África del Sur, Estados Unidos y otros países. En 1961 el anciano dirigente murió en Suiza sin ver su sueño realizado. Por el contrario, los acontecimientos mundiales desde el fín de la II Guerra Mundial, han seguido por muy distintos caminos de los deseados por este grupo de altruistas; y, a pesar de los buenos propósitos expresados en sus muchos libros (Cambio de Vida, Sólo Para Pecadores, ¿Qué es el Grupo de Oxford?, ele) la influencia ejercida en la sociedad ha sido mínima.
Por: Ricardo Cerni

Carta a un misionero mormón


Mucho le agradezco su visita para dialogar conmigo acerca del mormonismo. Aprecio su interés en compartir conmigo sus creencias. Hoy en día, cuando la mayoría de la gente vive sólo para sí y se olvida de Dios, es muy loable que Ud. Y muchos más de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se preocupen del bienestar espiritual de otros.
Me interesa estar seguro de lo que creo en cuanto a Dios y mi relación con El. Puesto que Ud. también tiene el mismo interés, creo conveniente poner por escrito algunas de mis observaciones concernientes al mormonismo. De esta manera, Ud. puede tener mi comentario en forma permanente para su estudio y consideración.
1- Según la enseñanza mormónica, el Libro de Mormón fue trascrito de unas escrituras en placas de oro. Se dice que el idioma que se empleó fue el “egipcio reformado”. Sin embargo, ¿no le parece raro que ningún lingüista de talla, ni ningún egiptólogo haya hecho referencia a un idioma “egipcio reformado”?
Basado en el testimonio de Joseph Smith, los caracteres de la siguiente ilustración fueron tomados de las placas de oro y son del idioma “egipcio reformado”. Permítame una pregunta: ¿Ha examinado Ud. detenidamente estas “letras”? ¿No ha notado Ud. que algunas de estas presuntas letras se parecen al número 2, otras al 4 y otras a una H dibujada con fantasía? Estos caracteres no tienen apariencia de ser del estilo egipcio. Son completamente distintos de todo escrito egipcio, incluyendo los escritos jeroglíficos, demóticos y hieráticos. Si estos caracteres fueran del “egipcio reformado”, entonces los maestros lingüistas, que conocen el egipcio, seguramente podrían traducirlos. Sin embargo, ningún lingüista ni egiptólogo los ha traducido. ¿Por qué? ¡Sencillamente, porque no son egipcios! Y la verdad es que no pertenecen a ningún idioma.

No hay evidencia alguna de que posean los elementos más básicos de algún idioma conocido por el hombre, sea antiguo o moderno. Si no hubiera más que considerar en cuanto al Libro de Mormón, está sola circunstancia sería suficiente para crear dudas serias en cuanto a su veracidad. “Sin embargo, dirá Ud. , Martín Harris, uno de los tres testigos del Libro de Mormón, llevó copias de lo escrito en las placas de oro al señor Charles Anthon, profesor de idiomas de la Universidad de Columbia, para saber si el idioma de las placas de oro era egipcio. El profesor Anthon respondió que eran egipcio, caldeo, sirio y árabe. Esta es prueba positiva de que una autoridad lingüística, no mormónica, reconoció la validez de los caracteres tomados de las placas de oro”.
Permítame mencionar dos cosas importantes en relación con la conversación de Martín Harris y el profesor Anthon. Primero, si es cierta la declaración mormónica de que sólo Dios sabe el idioma “egipcio reformado”, ¿cómo pudo reconocerlo el profesor  Anthon? Segundo, ¿sabe Ud. que después de la presunta visita del señor Harris al profesor Anthon, éste escribió:
“La declaración de que yo había dicho que la inscripción mormónica era jeroglíficos de egipcio reformado es completamente falsa”
En otras palabras, tenemos un conflicto entre el testimonio de una persona no educada, no especialista (el señor Harris era campesino), y el testimonio de uno que es lingüista y profesor universitario. ¿Cuál aceptaría Ud.? Yo encuentro más lógico aceptar el testimonio del profesor, en cuanto a lo que él mismo dijo, en vez de aceptar el testimonio del señor Harris sobre lo que él entendió que había dichoel profesor.
2- Según el mormonismo, se consideran divinos 4 libros: la Biblia, el Libro de Mormón. Doctrinas y pactos y La perla de gran precio. Si estos cuatro son de Dios, no pueden contradecirse. ¡Pero hay contradicciones grandes! Citaré algunos ejemplos.
La Biblia declara que Jesucristo nació en Belén (Mateo 2:1); pero el Libro de Mormón declara que Cristo nació en Jerusalén (Alma 7:9-10). Puesto que es imposible que Cristo naciera en ambos lugares, o se equivocó la Biblia o se equivocó el Libro de Mormón. Los dos no pueden tener razón.
Puede ser que Ud. responda que Jerusalén era el nombre de la zona que incluye a Belén, pero esta respuesta carece de validez, porque Jerusalén, a lo largo de su historia, siempre ha sido una ciudad y nunca el nombre de una zona más grande que la ciudad. Belén se encuentra a 8 kilómetros directamente al sur de Jerusalén, pero mucho más lejos por el camino sinuoso que conduce a él. Es imposible confundir los dos lugares.
El cristianismo siempre ha mantenido que el lugar del nacimiento de Cristo fue Belén. Aun en el Antiguo Testamento, el profeta Miqueas predijo el nacimiento en Belén (Miqueas 5:2). Por lo tanto, hay mucha duda sobre la veracidad del Libro de Mormón en este punto.
El Libro de Mormón declara que cuando Cristo murió, la oscuridad cubrió toda la tierra durante tres días (Helaman 14:20-29); pero la Biblia declara que la oscuridad duró sólo tres horas (Lucas 23:44).
Otro conflicto entre La perla de gran precio y la Biblia es la enseñanza de que Joseph Smith recibió el sacerdocio de Melquisedec de las manos de Pedro, Santiago y Juan, y el sacerdocio de Aarón, de Juan el Bautista. Hay varios problemas en esta declaración que quiero someter a su consideración. Primero, la Biblia indica claramente que el sacerdocio de Aarón fue únicamente para los judíos que eran hijos de Aarón, o sea de la tribu de Leví (Números 3:5-10). Entonces la declaración de Joseph Smith, de que él recibió este sacerdocio, queda en tela de juicio, puesto que él no fue judío ni de la tribu de Leví.
Segundo, se entiende que el sacerdocio de Aarón, juntamente con todo el sistema de ordenanzas, sacrificios y sacerdotes fue abolido por la muerte de Cristo (Gálatas 3:13; Colosenses 2:14; Hebreos 7:18,19; 10:9). Por lo tanto, es anti bíblico pretender que alguien tiene este sacerdocio hoy.
Tercero, con la excepción del mismo Melquisedec, sólo Cristo fue poseedor de este sacerdocio. Pedro, Santiago y Juan nunca lo poseyeron y, por tanto, no tenían autoridad de otorgárselo a Joseph Smith. Cuarto, el sacerdocio de Melquisedec,  que tuvo Cristo, era intransferible (vea Hebreos 7:24). El hecho de que este sacerdocio no podía transferirse a ninguna otra persona significa que Cristo lo tiene todavía. El es nuestro sumo Sacerdote y, por tanto, nadie más puede reclamarlo.
Otra contradicción tiene que ver con la doctrina mormónica sobre la poligamia. El Libro de Mormón denuncia la poligamia en Jacob 2:24,27; sin embargo, el libro Doctrinas y pactos la proclama. Tales contradicciones levantan dudas en cuanto a la veracidad de estos libros mormónicos y, como resultado, dudas sobre el mismo mormonismo.
3.- Según el Libro de Mormón, los indios de la América del Norte son descendientes de los israelitas que emigraron a Occidente. Es interesante notar que esta teoría era común en la década que comenzó en 1820, cuando Joseph Smith vivía en Nueva York.
¿Sabe Ud. que la Oficina de Antropología del Instituto Smithsonian de Washington, D.C. declara que los indios de América del Norte son “más parecido a la gente de Asia central y oriental que a la del Medio Oriente? El tipo físico del indio norteamericano es básicamente mongoloide”, no mediterráneo ni caucásico. Si los antepasados de los indios hubieran sido israelitas, como pretende el Libro de Mormón, ¿cómo pudieron cambiar su semblante físico para que se parezcan a los mongoloides y no a los semitas? ¿No le parece posible que los indios no eran israelitas sino asiáticos que vinieron por el puente terrestre que se encuentra entre Alaska y Rusia? ¿No le parece que este es un asunto de aceptar la evidencia antropológica o el Libro de Mormón ?
Por supuesto, autores mormones han escrito varios artículos en los cuales anuncian descubrimientos arqueológicos en México y en América Central que, según ellos, demuestran evidencias sobre escrituras egipcias y hebreas. Ellos emplean estos anuncios para sostener su teoría de que los indios de estos países son descendientes de los judíos. Pero es muy raro que NINGÚN lingüista honrado encuentre relación alguna entre estos idiomas y el idioma de los egipcios o de los hebreos.
4.- Ud. hace mucho alarde del testimonio de los tres testigos: Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; y de los ocho testigos de la autenticidad del Libro de Mormón. Ellos declararon que vieron las placas de las cuales fue traducido el Libro de Mormón. El señor John Alonzo Clark, residetite de Palmyra, Nueva York, le preguntó al señor Martín Harris, uno de los tres testigos, si él había visto las placas con sus ojos naturales, “tal como Ud. ve esta pluma en mi mano”. El señor Harris respondió: “Bueno, no las vi como veo la pluma, pero las vi con los ojos de la fe”. ¿No es presunción, entonces, que los mormones declaren que Martín Harris realmente vio las placas, cuando él dijo con sus propias palabras que no las vio? Y aunque las hubieran visto, él y los demás, ¿prueba eso que son de Dios?
Además de estos asuntos sobre el Libro de Mormón, permítame llamarle la atención a otro asunto que debe considerar seriamente. Cuando el señor Joseph Smith y cinco hombres más organizaron la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de abril de 1830, en Fayette, Nueva York, Joseph Smith declaró que él era “vidente, profeta y apóstol de Jesucristo”. Personalmente me parece muy difícil creer eso,
Seguramente Ud. sabe que Joseph Smith era bien conocido entre sus vecinos por su costumbre de buscar tesoros escondidos y por su pretensión de localizar cosas perdidas, dinero escondido, agua para pozos y otros tesoros, por medio de una piedra mágica llamada peepstone (piedra de atisbo). Un adivino llamado Walters, que también utilizaba piedras y palos para localizar objetos perdidos, estaba en contacto con Smith. La participación de Smith en estas prácticas ocultas es condenada por Dios (Deuteronomio 18:10). La historia de 2 Reyes 17 claramente demuestra que Dios se airó contra Israel precisamente por la práctica de la adivinación (versículos 17,18). El uso de piedras mágicas por parte de Smith, para traducir las placas de oro, contrasta con el método por el cual los profetas de Dios fueron guiados por el Espíritu Santo para escribir los libros de la Biblia. El uso de amuletos no es solamente indigno de la gloria y de la soberanía de Dios, sino una forma de adivinación que Dios prohíbe. El punto más importante que debemos considerar es el relativo al camino de la salvación. Nuestro destino es de suma importancia por cuanto es para toda la eternidad. Usted enseña que la salvación individual del pecador se obtiene por “obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio”. ¿Se ha dado cuenta Ud. De que esta enseñanza se opone a la Biblia? Note los siguientes versículos bíblicos en los cuales se declara que la salvación no se obtiene por medio de “leyes y ordenanzas”.
Romanos 3:20“Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él”. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Romanos 3:24: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Romanos 4:6“Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras”.
Romanos 4:5“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
Gálatas 2:16“Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”.
Efesios 2:8,9“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Juan 1:12“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
Juan -3:16
: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Le ruego meditar en esta pregunta: ¿Sabe Ud. si sus pecados han sido perdonados? ¿Se acuerda Ud. de algún momento cuando Ud. oró a Dios para pedirle el perdón de sus pecados y para invitar a Cristo a que entrara en su corazón y vida y para que le diera vida eterna? Si Ud. no ha hecho eso antes, ¿por qué no lo hace ahora? Este es el mensaje central de la Biblia. Por esto vino el Señor Jesús y murió en la cruz como Sustituto suyo (Romanos 5:8; Gálatas 1:4); para que usted tenga vida eterna y seguridad del cielo.
Gracias por permitirme compartir con Ud. estas inquietudes. Espero que no las tenga en poco, sino que, con oración, considere lo que le he dicho. Lo que Ud. Crea en cuanto a la Biblia y al Señor Jesucristo es de suma importancia, porque determina su destino eterno. Pido a Dios que El le dé sabiduría y entendimiento en su Palabra y para que llegue a la verdad en Cristo Jesús.
Me suscribo sinceramente como siervo de Cristo,
Roy B. Zuck

Ni Iglesia, ni Santos, ni de Jesucristo, ni de los Últimos Dias


No son iglesia
Aunque se anuncien a su puerta como representantes de “La Iglesia de los Santos de los Últimos Días” (SUD), los mormones no son una iglesia en el sentido en que usted y yo conocemos la palabra. Son más bien una organización religiosa concebida originalmente, y cotejada después, en el cerebro irredento del hombre. La iglesia auténtica, en contraste, es un organismo viviente salido del costado herido de Jesucristo para instrumentar bendición a la humanidad.
El mormonismo es una filosofía religiosa elaborada en la fragua artificiosa de mentes fuertes, tenaces, determinadas, y actualmente hostiles a la iglesia genuina de Jesucristo. En la formulación de la filosofía mormona se incluye la confesa intención de “restaurar” la verdadera iglesia de Jesucristo, la cual los “profetas” mormones consideran una abominación.
Económicamente, el mormonismo es una corporación multimillonaria con definidas actividades e intereses mercantiles. En los Estados Unidos constituye una estructura monolítica de capital que ocupa un sitial entre las cincuenta corporaciones mayores de la nación. La corporación mormona hace inversiones de millones de dólares en las grandes compañías de seguro, en lugares turísticos y de recreo, hoteles, periódicos importantes y otros negocios de ese país. En contraste, la iglesia verdadera es sencillamente un compañerismo espiritual que abarca a todos los que han alcanzado fe preciosa.
Las creencias y prácticas de la mal llamada “iglesia” mormona, están en oposición a las de la legítima iglesia del Señor Jesucristo. Tienen más bien afinidad con las del espiritismo. Muestran un sutil alineamiento con el paganismo clásico. Se ven salpicadas de misterios y reforzadas por ceremonias secretas propias de la masonería.
La genuina iglesia cristiana no tuvo templos suntuosos diseñados interiormente para celebrar ritos secretos y practicar doctrinas tapadas. Pero esto es característico tanto de la institución mormona como de la institución masónica. Los únicos dos ritos que practica la verdadera iglesia son públicos: el Bautismo y la Santa Cena (Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23-34). Sus enseñanzas también están abiertas al examen de todos (Hechos 17:11). Como su Señor y Maestro, los cristianos no tienen nada que ocultar (Juan 18:20). No se bautizan por los muertos como hacían los paganos del tiempo de San Pablo (1 Corintios 15:29). No celebran “matrimonios celestiales”
Los SUD practican lo antes mencionado convirtiéndose en una nota discordante con respecto a la iglesia fidedigna. Por tanto, ¿cómo pretenden apropiarse el nombre de “iglesia” si son tan diferentes a ella? Si no son iglesia, entonces, ¿qué son? Siga leyendo y juzgue usted mismo.
No son santos
En el Nuevo Testamento la palabra ‘iglesia’ significa “llamados fuera”, y la palabra ‘santos’ significa “apartados”. Ambos significados se exhiben en el carácter separado de los cristianos verdaderos. Incluye una obra de higiene moral que entre otras cosas sanea las actitudes, asea los afectos, y limpia la mente (vida pensante) de aberraciones sexuales. El auténtico cristiano rehúsa alimentar los deseos naturales del cuerpo y de la mente (1 Juan 1 Juan 2:15-17 Romanos 12:1-2, Santiago 4:7), y mejor, “huye” de ellos (2 Timoteo 2:22).
Creer y enseñar que Dios Padre tuviera relaciones maritales con la virgen María no son pensamientos que se generan en una mente santificada por el Espíritu de Dios o que se satura de la savia bienhechora de la Biblia. El sexo es una función del cuerpo con referencia a esta tierra únicamente (Marcos 12:25). El Padre Celestial es Espíritu, perfecto, distanciado de las pasiones y de los deseos naturales del hombre. La Biblia enseña que “Dios no puede ser tentado, ni El tienta a nadie” (Santiago 1:13). Lea además Filipenses 4:8 y compare esta Escritura con el blasfemo sexismo que incendia la teología mormona perennemente. Si los mormones no son santos, entonces, ¿qué son? Siga leyendo y juzgue usted mismo.
No son de Jesucristo
Pues no “permanecen” en la Palabra de Cristo sino que se extravían de ella. Están de veras bajo el yugo degradante de un insidioso espíritu de error. Jesús dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31).
Los SUD creen, practican, y difunden la palabra de sus propios “profetas” u “oráculos vivientes” como si lo que éstos dicen tuviera el peso y la autoridad de lo que dice Cristo. Por ejemplo, Cristo dijo: “Dios es Espíritu” (Juan 4:24). El espíritu no tiene cuerpo, ni color, ni peso, ni dimensión. En cambio, los profetas mormones dicen que Dios fue un hombre de carne y hueso quien mediante la “ley de progresión” llegó a sublimarse. A través de este proceso imaginario, Dios eventualmente ascendió de categoría volviéndose divino y trajo a su nuevo estado el cuerpo humano que tenía.
Jesucristo, por su parte, enseñó todo lo opuesto. Después de resucitar, apareció a sus discípulos. Al pensar ellos “que veían espíritu”, Cristo les dijo: “Palpad y ved porque an espíritu no tiene carne ni hueso, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). Esta declaración establece la incorporeidad del’ espíritu y la corporeidad del Hijo de Dios. En consecuencia, si Dios el Padre es Espíritu, inmortal, eterno, invisible, intangible y trascendente, resulta absurdo afirmar que tiene cuerpo. Contradecir lo que tan claramente enseñara Cristo es no permanecer en su palabra, y por tanto, equivale a no ser su discípulo.
Enlodando todavía más la imagen sacrosanta del Cristo que proyecta el Nuevo Testamento, los mormones propagan que éste tuvo varias esposas con las que procreó hijos. Dicen que Jesús es hermano del diablo. Estas extrañezas son foráneas al Testamento inspirado, y por ende, estuvieron por siempre ausentes del cuerpo de creencias históricas sustentadas por los auténticos discípulos de Cristo durante los últimos dos mil años. Si los SUD no son discípulos de Cristo, entonces, ¿quién es su maestro? Siga leyendo y juzgue usted mismo.

No son de los últimos días

Son más bien otro eslabón en la cadena de la rebelión que se inició en los primeros días. Los mormones creen y propagan el Gran Fraude introducido por el diablo desde los primeros días del hombre sobre la tierra. En el Jardín del Edén, Eva creyó la Gran Mentira que inyectó en su corazón la serpiente antigua, Satanás o diablo. “Seréis como Dios”, le dijo el padre de mentiras (Génesis 3:5).
La Gran Mentira de que el mormón puede llegar a ser un dios es creída y difundida solícitamente por esta religión estrambótica. Tan torcido credo fue expresado por uno de sus profetas más distinguidos con palabras que creyó inspiradas: “Como es el hombre, Dios fue una vez; como Dios es, el hombre también será”. ¿Se habrá emitido un eco que haya reproducido mejor el “Seréis como Dios” que tan mentirosamente prometiera la serpiente a la primera mujer?
Los SUD dicen que creen en la Biblia, la Palabra de Dios, “siempre y que ésta esté bien traducida”. Usan este pretexto para darse a la tarea de revisar las declaraciones del Libro Santo y tomarse la libertad de acomodarlas a sus fantásticos intereses. En realidad, todo lo que logran es tergiversarla. Esto es afín con la obra del diablo. Satanás fue el primer ‘tergiversador’ y ‘contradictor’ de la Palabra de Dios. En el Huerto del Edén, con el más mal intencionado sarcasmo capaz de engendrar la peor duda, éste preguntó a la primera mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Pero el caso es que ¡Dios había dicho todo lo contrario! “De todo árbol del huerto podrás comer” (Génesis 2:16).
Consecuentemente, lo que tenemos por delante aquí no es una simple tergiversación sino una mayúscula contradicción de lo que Dios en realidad había dicho. ¡Satanás es un maestro del engaño y un experto en contradicción!
Los SUD afirman que el Libro de Mormón es el libro “más correcto sobre la tierra y la piedra clave” de su religión. Enseñan que un hombre “se acerca más a Dios si vive de acuerdo con sus preceptos, que siguiendo otro libro”. La inferencia lógica es que la Biblia queda corta frente a este libro espurio.
Irónicamente, el Libro de Mormón no apoya sino que más bien contradice algunas de las más preciadas doctrinas de los SUD. No obstante la denuncia del mormonismo que hace el propio Libro de Mormón, éste, a la par con Doctrina y Convenios y Perla de Gran Precio, constituye la “revelación” que de veras nutre la fe mormona.
La iglesia verdadera, por su parte, alimenta su fe sólo en la Biblia, su manual exclusivo en materia de fe y práctica.
En consecuencia, desde el Jardín del Edén mismo, allá en los primeros días, tanto Satanás como el primer hombre han estado haciendo lo mismísimo que hacen hoy los así llamados “Santos de los Últimos Días”. Esto es, dudando la auténtica Palabra de Dios, contradiciendo sus claras enseñanzas, y tergiversando sus doctrinas. Por tanto, a los “Santos de los Últimos Días” no les cabe el nombre que se dan, puesto que en realidad sus creencias no son nuevas. Simplemente continúan aquellas de los primeros días. Los “Santos de los Últimos Días” son mormones y nada más. Juzgue usted mismo y manténgase alerta sobre este dañino error.
Para ayudarle a estudiar seriamente esta religión exótica, hemos editado el librito MORMONIDADES. El mismo contiene trece lecciones introductivas al mormonismo. Lo enviaremos gratis pero solamente a aquellos que tengan intenciones firmes de internarse en el laberinto de estas creencias estrafalarias con la determinación de combatirlas enérgicamente.
Por favor, no solicite, repito, no solicite el librito MORMONIDADES sólo porque es gratis. Disponemos de copias limitadas que queremos conservar sólo para los que tengan la determinación arriba mencionada.
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Del mormonismo a Jesucristo (testimonio


07:38

Hago público mi testimonio con deseos en el corazón de llegar al alma de toda persona con las buenas noticias de salvación eterna por medio de Jesucristo. Quiero acercarme con amor sincero especialmente a quienes se denominan “Santos de los Últimos Días”, o Mormones.
Me llamo Brendan Terry. Nací y me crié en Virginia, Estados Unidos, dentro de una familia mormona creyente, diligente, fiel en sus obligaciones con la iglesia, y sincera en sus deseos de alcanzar las metas espirituales inculcadas por la misma. Mis padres me amaban (y me siguen amando) y siempre querían para mí una vida estable y feliz, obediente a la religión en que creíamos.
Durante los cuatro años de escuela secundaria, todas las madrugadas, asistía sin falta a una hora de clases en el “seminario” mormón. Tanto en el “seminario” como en los cultos regulares de la iglesia, recibí una sólida preparación en los principios de la religión mormona. Procuraba vivir estos principios de forma constante, aunque me sentía oprimido bajo una carga de “pecadillos” e “imperfecciones”. Al graduarme en la escuela secundaria fui becado para estudiar en la Universidad Brigham Young, la cual pertenece a la iglesia mormona. Acabado mi primer año allí, y tal como lo hacían muchos jóvenes, acepté con entusiasmo el llamado de la iglesia para predicar sus doctrinas y ganar conversos en el sudoeste de mi país. En esa región viven muchas personas de origen Latinoamericano.
Aproveché esos dos años de trabajo misionero para profundizar mis propias creencias. Buscaba res-puestas a las preguntas sinceras y vitales que la gente “investigadora” me hacía, recurriendo tanto a la Biblia como a los libros canónicos mormones: el LIBRO DE MORMON, DOCTRINAS Y CONVENIOS, y LA PERLA DE GRAN PRECIO. Consulté también otros escritos de los profetas y líderes mormones acerca de cuya autoridad jamás había tenido dudas serias.
Tocando diariamente de puerta en puerta en las ciudades de El Paso, Texas y Albuquerque, Nuevo México, llegué a conocer individuos de todas las razas
y proveniencias. Entre ellas había las que me hablaban sinceramente de su relación personal con Dios a través de Jesús. Describían una nueva vida que El les había dado, y afirmaban gozar de una certeza en cuanto a su propio destino eterno. Estas personas sabían que tenían vida eterna, no como posibilidad teórica, sino como realidad actual. “Jesús”, me decían con rostros llenos de seguridad y paz, “me ha salvado y me ha rescatado de la condenación v de la oscuridad”. Utilizando textos bíblicos, me explicaban lo que era para ellos una experiencia tangible y continua. Tanto sus acciones como sus actitudes hacían patente una cosa: el amor del Dios vivo que, comenzando un día con el “nuevo nacimiento”, entró en sus vidas y comenzó a obrar milagros de curación espiritual en lo más profundo de su ser. Estas personas se llamaban simplemente “cristianos” y pertenecían a varias denominaciones.
Poco a poco, a medida que intentaba entender las grandes diferencias entre sus creencias y las mías (al principio con intención de convertirlos), me di cuenta que algo andaba mal con mi religión. Desde el punto de vista intelectual, ésta no concordaba con muchas doctrinas clave de la Biblia, enseñadas por Jesús y sus discípulos. Además, simple y llanamente fracasaba en presentar un cuadro convincente del mundo real. Desde el punto de vista espiritual, el mormonismo no me había conducido a una relación íntima con el Dios vivo a quien estos amigos cristianos parecían conocer tan bien. Mis necesidades espirituales quedaban sin satisfacer. Tuve que admitirme a mí mismo que aunque exteriormente mi vida religiosa lucía controlada, en realidad se caracterizaba más bien por el cansancio espiritual, la incertidumbre ante el porvenir, la duda, y la incapacidad para cambiar patrones negativos de pensamiento y de conducta. Vine a ser más consciente aún del vacío enorme que había dentro de mí.

Aunque ese vacío había existido siempre, ahora se hacía intolerable. Por mucho tiempo después anduve frustrado y confundido. Buscaba respuestas pero no las hallaba en mi propia religión, ni en los libros ni en los consejos de líderes respetados. A través de ninguno de ellos pude percibir la voz de ese Dios que ahora anhelaba conocer. Regresé de esa experiencia misionera habiendo servido honorablemente, sí, pero confuso y lleno de serias dudas que me colocaron por rumbo incierto. “Si las respuestas mormonas a la vida no eran ciertas, entonces ¿qué? ¿Quién era yo? ¿Cómo encontrar la verdad? ¿Cómo ser libre de mis pecados v de mi tristeza? ¿Dónde hallar la vida eterna y la paz de Dios?” Estas interrogantes quemaban mi mente de continuo.
Tras otros dos años de estudios universitarios, y de haber profundizado más el cristianismo bíblico, abandone temporalmente la universidad dejando atrás amigos muy queridos para buscar el camino de seguridad y de verdad. En esta etapa de mi vida, ya mis estudios y convicciones espirituales me habían llevado inevitablemente a ciertas conclusiones en cuanto a la verdad. Estas contradecían al mormonismo ortodoxo en lo más esencial:
1.- La Biblia es un documento fidedigno transmitido con precisión a través de muchos siglos, y exhibe unidad interna y suficiencia doctrinal.
2.- En verdad, sólo hay un Dios que siempre ha sido Dios. Es un ser infinito, perfecto en amor, en justicia, en misericordia, en sabiduría.
3. - Jesucristo era, y es, ese Dios hecho carne venido a la tierra en forma de hombre para llevar a cabo la redención del hombre, y ahora está exaltado a una posición de poder y autoridad supremos en el cielo.
4.- El hombre es un ser creado por Dios, no “co-eterno” con Dios. Dicho de otro modo, hubo un tiempo en que ni tú ni yo existíamos. Dios nos creó por su poder y sabiduría y lo hizo con propósito de que tuviésemos una relación de amor con EL.
5.- Cualquier ser humano que desobedece a Dios demuestra su enemistad hacia El. La raza humana toda está bajo la ira de Dios y merece el castigo eterno; todos necesitamos ser salvos, y volver a una relación de amistad con Dios.
6.- La salvación es posible sólo por medio de la obra acabada de Cristo y por la gracia divina, sin agregar obras humanas de cualquier tipo. Lo que facilita al hombre su entrada al cielo es el poder de la sangre redentora del Hijo de Dios. Es necesario que el hombre pecador se valga de la obra hecha por Jesús sobre la cruz del Calvario. Allí Cristo derramó su sangre cuando murió en nuestro lugar. Sólo el orgullo del hombre lo hace pensar que sus obras y observancias le podrán calificar para tener ciudadanía en el reino de Dios. Dios no da lugar para que alguno se jacte en el postrer día.
Cuando la confianza en mis propios esfuerzos religiosos y el efecto cegador de las creencias, erradas se habían desprendido de mis ojos como la cascara de una cebolla, advertí que yo también necesitaba ser salvo de la ira de Dios, de la justa condenación a causa de mis pecados, entre otros, el egoísmo, la lujuria, el rencor, y la envidia. El disfraz de rectitud y pureza que yo llevaba bien podía convencer a todo el mundo pero nunca al Dios vivo. Necesitaba experimentar una vida nueva y una renovación interior.
Al poco tiempo de estar estudiando la Biblia con unos cristianos universitarios en Sevilla, España, acepté como regalo esta vida nueva que Dios me ofrecía. Fui verdaderamente salvo al poner mi fe en la obra que Jesús hizo a favor mío en la cruz. Sentí que su sangre redentora me había limpiado de todo pecado. Sobre el tosco madero El sufrió una muerte ignominiosa y la separación de Su Padre Eterno, fuente de toda vida y bendición, para pagar el precio de mis pecados. Yo merecía la muerte, pero El murió en mi lugar.
Hoy puedo decir que Dios ha obrado un cambio milagroso en mi vida que comenzó en el mismo momento de mi nacimiento espiritual. El ha llenado mi ser de un gozo constante que no varía con las circunstancias externas de la vida. ¡Ya no hay aquél vacío! Ha quitado de los hombros el sentido de culpabilidad, el dolor de mi vida pasada y de mis muchos fracasos. ¡Ya no hay cansancio espiritual! Me ha dado propósito y dirección en la vida. Me ha asegurado de tener siempre, como experiencia diaria, su amor, su perdón y su consuelo divinos. Como garantía, ha enviado su propio Espíritu para morar literalmente en mi ser.

Por medio del Espíritu Santo, Dios ha comenzado en mí una obra de santificación, transformándome poco a poco a la imagen de su Hijo, y enseñándome a vivir de acuerdo con la rectitud que le es inherente. Me ha hecho miembro de su familia eterna, el pueblo cristiano auténtico. Ciertamente me ha hecho pasar de la muerte a la vida eterna, y ahora mi único deseo es poder compartir con todo el mundo esta riqueza incomparable e indescriptible.
Muy estimado lector, ya sea usted mormón o de cualquier otra religión o filosofía, le ruego que confiese su pecado y su necesidad espiritual delante del Dios vivo, el que habita en la eternidad y que hace del cielo su morada. Le ruego que acepte con manos vacías el regalo de vida y el gozo que Jesús ofrece.

Reciba a Cristo como el que manda en todos los aspectos de su vida, tanto internos como externos. Confíe en que El le dotará de la fuerza y de la sabiduría sobrenatural  para poder obedecer la voluntad divina del Creador. No tarde en clamar a Dios a favor de su alma. De seguro El le oirá y le responderá con amor y gracia imposible de describir e imposible de apagar.

Profecías falsas de los Testigos de Jehová


Los Testigos de Jehová tienen por qué sentirse completamente frustrados, aun abochornados.   ¡Tantas profecías fracasadas; tantas palabras caídas a tierra! ¡Tanto esperar en vano lo anunciado por los dirigentes de la Sociedad en Brooklyn (E.U.)!  No obstante, siguen predicando con ahínco su mensaje del reino y  vendiendo “La Atalaya” y “Despertad” como si no hubiera pasado nada.
Debieran enfrentarse valiente y honestamente los hechos irrefutables.  Su organización ha fallado repetidas veces al pronunciar profecías sobre el reino, el tiempo del fin, Armagedón y el Milenio.  Para ellos, el tiempo ya lo ha dicho todo.  Con presunción hablaron los Testigos, pues no aconteció lo que profetizaron.  “Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliera lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él” (Deuteronomio 18:22).

“OTOÑO de 1975”
Escribió algún dirigente de los Testigos.  (¿Knorr?  ¿Franz?  No se sabe cuál de ellos pues no firman sus escritos.) : “Según esta cronología bíblica fidedigna seis mil años desde la creación del hombre terminarían en 1975, y el séptimo período de mil años de la historia humana comenzaría en el otoño de 1975” (“Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios”, Pág. 29, publicado en 1966 por la Sociedad Watch Tower Bible and  Tract).
En la tabla de fechas presentada en las páginas 31-35 del mismo libro se señala el año 1975 con la explicación siguiente: “Fin del sexto día de 1,000 años de la existencia del hombre (temprano en el otoño)”.  La próxima fecha que aparece en la tabla es el año 2975 y de ella se dice: “Fin del séptimo día de 1,000 años de la existencia del hombre (temprano en el otoño)”.  Para otras declaraciones proféticas sobre 1975 véase la “Despertad” del 8 de Oct. de 1966 y “La Atalaya” del 1 de mayo de 1968.
La doctrina actual  de la Sociedad de los Testigos es que el séptimo período de 1,000 años es el milenio, o sea, la época de mil años a la cual se alude en Apocalipsis 20:1-10.  También ha enseñado que la batalla de Armagedón se daría en los días previos al comienzo del milenio.  En el referido conflicto global la Iglesia Católica quedaría destruida junto con todas las demás sectas de la cristiandad y los poderes políticos.
Según sus profecías, a lo menos cuatro acontecimientos estremecedores debieran de haber tomado lugar en 1975, son a saber:
1. La batalla de Armagedón.
2. La aniquilación de la Iglesia Católica Romana y de las demás iglesias opuestas a la obra de los Testigos.
3. La destrucción de los poderes políticos.
4. El comienzo del milenio en la tierra.

¡Ninguno de estos acontecimientos ocurrió!  ¡Ni siquiera uno!  ¡Nada en 1975 para los Testigos!  Sus ancianos, vice-presidentes y presidente quedan una vez más desacreditados.  La Iglesia Católica sigue en pie; también las demás iglesias.  Los poderes políticos permanecen.  Y, ¿los Testigos?  Pues, ¡helos ahí en las calles aun vendiendo “La Atalaya” y “Despertad”!  Dicen que son esclavos y se lo creemos.  Sí, son esclavos, esclavos de la junta dictatorial que desde Brooklyn gobierna la Sociedad.  Es más: son víctimas de un buen lavado de cerebro administrado hábilmente por dicha junta.

Hundiéndose, se agarran de una cuerda roto.  Dicen que Adán fue creado en septiembre del 4026 antes de Cristo.  Después Eva fue creada, pero no se sabe cuanto tiempo después.  Si fue seis meses después, entonces el milenio comenzaría en marzo de 1976; si un año después, el milenio comenzaría en el otoño de 1976,  Así razonan.  Sin embargo, antes de encontrarse en el impasse creado por sus profecías en cuanto a 1975, habían afirmado que Eva también había sido creada en el 4026 (“La Atalaya”, 1 de mayo de 1968; “Despertad”, 8 de oct. de 1968; “El propósito de Dios”, Pág. 51, 1974).  Además, si el milenio terminaría, como se señala en la tabla de fechas dada en el libro “Vida eterna”, en el otoño del 2975 tendría que haber empezado en el otoño de 1975.  De otro modo, no se completarían los mil años en 2975.  Quiere decir que, según la cronología de los Testigos, Armagedón debiera haber pasado ya y el milenio debiera haber empezado.  No hay escapatoria para ellos.  El laberinto de sus propias doctrinas los enreda y los traiciona.

¡A los Testigos se les acabó el tiempo!  Dígaselo usted, lector.  ¡Que sean humildes y honestos!  ¡Que lo admitan!  Que no pueden tapar el cielo con un dedo ni pueden ocultar sus fracasos con más subterfugios, negaciones y nuevas profecías.

HISTORIA de PROFECÍAS  FRACASADAS
Los que estamos al tanto de la historia de los Testigos sabemos que la secta se originó con la promulgación de un sistema de doctrinas basadas principalmente en fechas, tiempos y profecías.  La vida de la secta, como también su impulso evangelístico, se deriva de sus creencias sobre el cumplimiento de los tiempos y las profecías.  Cabe preguntar cuánto tiempo más podrá sobrevivir la Sociedad  de los Testigos ya que su alimentación a través de los años ha sido, de continuo, la de profecías muertas y esperanzas frustradas.  Si usted, estimado lector, considera las siguientes profecías y declaraciones de los Testigos no le asombrará el que sus predicciones sobre 1975 no se cumplieran.  Su historia es una de numerosas profecías fracasadas.
1877   “El fin del mundo, es decir, el fin de la época del evangelio y el comienzo de la edad milenial, es más cercano de lo que suponen la mayoría de los hombres.  De hecho, ya hemos entrado en el período de transición el cual será  ‘tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces’ (Daniel 12:1)”.  (Russell, “Tres mundos, y La cosecha de este mundo”, Pág. 17).
1889  Pues, no se sorprendan cuando, en    capítulos subsiguientes, presentemos pruebas de que ya ha comenzado el establecimiento del reino de Dios el cual, según señala la profecía, empezaría a ejercer   poder en 1878, y de que ‘la batalla de aquel   gran día del Dios Todopoderoso’, la cual  terminaría en 1914 cuando hayan sido derribados los gobiernos actuales de la tierra, ya ha comenzado” (“El tiempo se acerca”, Pág. 101).

Errores y contradicciones
1. El reino de Dios no fue establecido en 1878 sino en el año 33.  Marcos 9:1; Mateo 16:28; Colosenses 1:13.
2. Charles Taze Russell, el fundador de los Testigos, profetizó que Armagedón terminaría en 1914.  Cuando no aconteció, los Testigos cambiaron la fecha, su última predicción siendo para el otoño de 1975.
3. Los gobiernos no fueron derribados en 1914, ¡ni tampoco en 1975!
1894 “No vemos por qué cambiar las fechas.  No podríamos cambiarlas aunque quisiéramos.  Creemos que son las fechas de Dios, no las nuestras.  Tenga presente el que 1914 no es el principio sino el fin del tiempo de angustia” (Russell, “La Atalaya de Sión”, 15 de julio de 1894).
Comentarios: Nótese la confianza con que escribe Russell sobre “las fechas de Dios” y el énfasis sobre la terminación de todo en 1914.  Dice Cristo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7).  “En su sola potestad”, no en la de Russell y los Testigos.
1904  “Según nuestras expectaciones,           pronto, entre 1910-1912, nos sobrevendrán las tensiones del gran tiempo de angustia, culminando al finalizarse los ‘tiempos de los gentiles’ en octubre de 1914” (Russell, “La Creación Nueva”, 1904).
1914  “Aunque es posible que comience        Armagedón en la primavera del añoentrante decir exactamente cuándo, sería mera especulación” (Russell, Reimpresiones de“La Atalaya, VI, 1 de Sept. De 1914, Pág.5527).
Comentarios: ¿Comenzó Armagedón en 1915?  ¡De modo alguno!  ¡Ni tampoco en 1975!  Cabe preguntar por qué rechazaron los Testigos la cronología de Russell.  El dijo que las fechas eran de Dios.
1915  “La batalla de Armagedón, para la cual está abriendo paso esta guerra. . .  significará  la derrota total y eterna del mal y el establecimiento del reino justo del Mesías. . .”  (Russell, Reimpresiones de “La Atalaya”, VI, Pág. 5659).
Comentarios: La guerra a la cual se alude Russell era la primera guerra mundial.  Esta no abrió paso a Armagedón ni fue establecido el reino milenial después de la guerra.  ¡No hay tal cosa como el reino milenial!  Si quiere leer una exposición sobre lo que es el milenio escríbanos y le enviaremos gratis el folleto “El milenio y el rapto de la iglesia”.
1916  Dentro de pocos años veremos el colapso total (del tiempo de los  gentiles) y el establecimiento completo del reino de Dios en manos del Mesías” (Russell,    Reimpresiones de “La Atalaya”, VI, Pág. 5950).
Comentarios: ¡Otra profecía fracasada!  En vano esperaron los Testigos el establecimiento del reino milenial después de la primera guerra mundial.  Nótese la contradicción sobre el tiempo de los gentiles.  Russell había dicho que el referido período terminaría en octubre de 1914.  En el 1916 hablaba de que, en efecto, seguía.
1917  “La gran guerra en Europa es el comienzo del Armagedón de las Escrituras” (Sermones del pastor Russell, Pág. 676).
Comentario: ¡Y los Testigos de hoy día aun esperan el Armagedón!
1918  El día 24 de febrero de 1918 el Sr. Rutherford, sucesor de Russell, pronunció por primera vez la conferencia “Millones ahora vivos nunca morirán”.
1920  “Basándonos en el argumento ya expuesto de que el sistema viejo de cosas, el mundo viejo, está feneciendo . . . y que se está acercando el sistema nuevo, y de que en 1925 resucitarán los fieles ilustres del pasado y comenzará la reconstrucción (o sea, el milenio, DS) es razonable concluir que millones de personas que ahora viven en la tierra estarán aun vivas en 1925.  Pues, de acuerdo con las promesas dadas en la Palabra divina, tenemos que llegar a la conclusión positiva e indisputable de que millones ahora vivos nunca morirán” (Rutherford, Pág. 97, “Millones ahora vivos”).
Comentarios: ¿Qué pasó en 1925?  ¡Nada sino el fracaso de las descaradas profecías de Rutherford!
¿Resucitaron los fieles de los tiempos pasados? ¡NO!
¿Se inició el milenio?  ¡NO!
Y, ¿aquellos millones que nunca morirían?  Pues, ¡ya han muerto!  Aquella generación de 1918, efectivamente, ha pasado De cierto, a los Testigos se les acabó el tiempo.
1929  Fue construida “Beth Sarím” (o sea, “Casa de los Príncipes”) en San Diego, California (E.U.).  Según se creía, antes del fin vendrían a morar en “Beth Sarim” Abraham, Isaac, Jacob y otros de épocas pasadas.  La casa fue vendida después de la muerte de Rutherford en 1942.

¿POR QUÉ, Testigos?
¿Por qué la vendieron?
1940  “Tal parece que el trabajo de testimoniar a favor de la Teocracia está para terminar en la mayoría de los países de la cristiandad” (Rutherford, “La Atalaya”, 1 de Sept. De 1940, Pág. 265).
Comentarios: ¡Esto fue dicho 36 años atrás!  Y, todavía siguen testimoniando los Testigos.  Dada la conglomeración de teorías que promueven, su trabajo es uno que nunca debiera haberse comenzado.  ¿Terminará ahora ya que sus profecías para 1975 cayeron a tierra?  Lo dudamos.  Tremenda organización mundial de esclavos tienen los dirigentes Brooklyn, y una imprenta enorme.  ¿Cómo podrían permitir que todo se esfumara?  ¿Qué el trabajo de décadas quedara en nada?  Astutamente buscarán cómo justificar la continuación de su obra nefaria.
1941  En el libro “Hijos” (Rutherford, Pág. 366)  Juan, uno de los personajes del libro dice a su novia: “Sin duda, se acerca Armagedón . . . Desde ahora en adelante le daremos toda la devoción de nuestros corazones a la Teocracia (Término más acertado hubiera sido “La Sociedad Watch Tower”, DS), sabiendo que pronto viajaremos juntos por la eternidad en la tierra.  Nuestra esperanza es que dentro de pocos años sea consumado nuestro matrimonio y . . . que tengamos hijos buenos que al Señor le traigan honor.  Bien podemos posponer nuestro matrimonio hasta que haya paz duradera en la tierra”.
Comentarios: Si Juan y su novia Eunice hubieran sido personas reales, ¡Todavía estarían esperando la consumación de su matrimonio!  El tendría 55 años de edad; ella, 53.  Y, ¿esos hijos buenos que querrían tener?  Pues, ¡no los tendrían jamás!  Cruel es el sistema religioso que, por medio de profecías falsas y alarmas huecas, desoriente a los hombres engañados llevándolos a rechazar el matrimonio, evitar tener hijos cuando su deseo sería procrearlos, suprimir su preparación académica, renunciar sus empleos y vender sus propiedades.  ¡Tal sistema es el de los Testigos!
1942  “El nuevo mundo está a las puertas . . . el tiempo es corto” ) ”El nuevo mundo”, Pág. 10).
1944  “Se acerca el fin del sistema mundano” (“Se acerca el reino”, Pág. 342).
“El desastre de Armagedón, más grande que el que cayó sobre Sodoma y Gomorra, está a la puerta” (“Sea Dios veraz”, Pág. 194).
1950  “El tiempo de Jehová ha llegado cuando, de manera definitiva, será    decidida la cuestión de la soberanía universal”.
1966  “Según esta cronología bíblica fidedigna seis mil años desde la creación del hombre terminarán en 1975, y el séptimo período de mil años de la historia humana comenzará en el otoñ{o de 1975” (“Vida eterna”, Pág. 29).
Y AHORA, ¿QUÉ?
Testigos, sinceramente a ustedes se les acabó el tiempo.
El tiempo de la generación de 1914 ya pasó.  Si no, favor de decirnos ¿cuánto dura una generación?
Pasó el año 1975 sin que fuesen cumplidas sus profecías.
Los dirigentes en Brooklyn los culpan a ustedes por haber esperado que vinieran Armagedón y el establecimiento del reino milenial en 1975. Pero, ellos, no ustedes, son los que escriben “La Atalaya” y “Despertad”.
Ellos, no ustedes, son los autores de esas profecías que fallaron.  De ellos aprendieron ustedes una doctrina errónea y los alentaron con vanas esperanzas.
Y ahora, ¿qué harán?  ¿Dejarán que los grandes de la Sociedad en Brooklyn sigan usándolos como a esclavos?  ¡Dios los libre!  Han tenido convicciones muy fuertes.  Por tanto, no les será fácil ver los temas de la Biblia desde otro punto de vista.  Sin embargo, desechando prejuicios y fanatismo, debieran hacer el esfuerzo.  Pueden ser cristianos, ni más ni menos, y pueden pertenecer al verdadero reino de Dios, es decir a la iglesia de Jesucristo.
Plan de la Salvación:
“Porque la paga del pecado es muerte” (Ro 6:23)

¿Quién puede salvarme?
“Cristo murió por nuestros pecados” (1 Co 15:3)

¿Qué debo hacer?
“A todos los que le recibieron los hizo hijos de Dios” (Juan 1:12).

¿Cuánto me ha de costar?
“El regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús” (Ro 6:23)

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El origen del Mormonismo


El origen del Mormonismo


Fundada en el año 1830 la llamada “Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día” o Mormones, por un hombre llamado Joseph Smith, esta secta ha venido a ser una de las más influyentes y bien organizadas en EE.UU., donde, también tuvo sus orígenes.
Nació Joseph Smith en el estado de Vermont, sin gozar apenas de instrucción en su infancia. En 1820 y 1823, Smith dijo haber tenido importantes revelaciones de un ángel llamado Moroni, quien en la última de estas revelaciones hizo saber el lugar donde yacían ocultas unas importantes tablas de oro conteniendo la historia primitiva de América y otras importantes cuestiones, de naturaleza religiosa- Smith desenterró dichas tablas y, con la ayuda del ángel, descifró los “caracteres egipcios reformados” en que estaban escritas. Esta traducción constituye, esencialmente, el llamado Libro de Mormón. Lo que ha quedado sin explicar es de qué manera unas tablas que, según Joseph Smith, habían estado enterradas desde el año 420 d.J.C- hasta el 22 de septiembre de 1823, pueden contener extensas citas de la versión inglesa de la Biblia de 1611. El Libro de Mormón tiene para los mormones igual autoridad que la Biblia , y, de hecho, recibe muchos más honores. Existen, sin embargo, fundadas razones para creer que la base de ese libro está constituida por una novela inédita del escritor Salomón Spaulding, titulada El Manuscrito no Encontrado.
En 1830, Joseph Smith organizó en la población de Fayette, en el estado de Nueva York, la llamada “Iglesia de Jesucristo de los Santos de! Ultimo Día”, tras convencer a un núcleo de sus oyentes. En junio de 1831, el reducido grupo de mormones partió hacia Missouri, obedeciendo una nueva revelación de Smith; pero una serie de incidentes, con los que ellos llamaron “paganos” y “enemigos del Señor”, es decir, con los colonos de aquellas tierras, determinaron su expulsión de aquel estado por orden del gobernador Boggs. Fueron a refugiarse, los mormones en Illinois, desde donde Smith comenzó una intensa propaganda personal, llegando a afirmar que era candidato a la presidencia de EE.UU. Acusado de inmoralidad, falsificación, etc. Smith fue encarcelado, pero antes de que el juicio pudiera celebrarse, una turba enfurecida asaltó la prisión y Smith, junto con su hermano Hyrum, fue linchado.
Estos sucesos favorecieron enormemente la extensión del mormonismo, al crearse la leyenda del martirio de Smith. Bajo la dirección de un nuevo dirigente, el inglés Brigharo Young, los soliviantados mormones se dirigieron hacia el estado de Utah, que en aquel entonces estaba bajo dominio mejicano. Al llegar a Satt Lake (Lago Salado) Young anunció que, por revelación de Dios, aquel era el lugar definitivo para establecerse. Los mormones demostraron que como colonos no tenían rival. Soportando duras condiciones, y con gran sacrificio, consiguieron crear, en poco tiempo, una floreciente comunidad desde la que inmediatamente se enviaron misioneros al resto de América del Norte, y muy pronto, incluso, a Europa. Brigham Young, que por aquel entonces tenía ya veintinueve esposas, fue el primer gobernador de aquella zona, hasta que en 1849, al terminar la guerra entre EE.UU. y México, el gobierno norteamericano nombró su propio gobernador, con gran oposición de los mormones, que querían permanecer al margen de la tutela de Washington.
En Utah, los mormones prosperaron rápidamente en todos los órdenes. Los templos de esta secta comenzaron a aparecer por toda la nación, y por el grado de fastuosidad y riqueza que se observa en ellos es fácil deducir que la comunidad mormona había subido mucho en la escala social. En 1927, se construyó en Arizona el noveno de estos templos, y diez anos más tarde ye erigían otros dos de gigantescas proporciones en Idaho y California, con un costo tota! de 2’6 millones de dólares. De todos estos templos el más famoso sin duda es el de Los Ángeles, terminado en 1956 con un costo de 6 millones de dólares.
A pesar de tan fabulosas inversiones en la construcción de templos, no debe pensarse que los mormones olvidan otras facetas de su obra. Su dedicación a la beneficencia y a la seguridad social son bien conocidas en todo el mundo. Puede decirse que, gracias a sus ejemplares programas de ayuda a los necesitados y parados de su propia organización, no existe la indigencia entre ellos. Los mormones son muy estrictos y desprendidos a la hora de hacer donaciones para su secta, y dado el gran número de poderosos capitalistas que se cuentan entre sus adeptos (la gran industria azucarera “U & I”, por ejemplo, es propiedad de mormones) es fácil comprender su gran potencial económico.
Desde el punto de vista doctrinal, presenta esta secta un variado cuadro de ideas y creencias, expresadas en sus dos obras fundamentales: El Libro de Mormón y Doctrina y Pactos. Para los mormones, Joseph Smith es, lógicamente, el gran profeta.; pero no se ha limitado el proceso de la revelación a su fundador. De hecho, el mormonismo no es, por esta misma razón, un sistema fijo e inalterable de dogmas, pues ni siquiera la Biblia tiene entre ellos el papel de revelación definitiva.
De todos modos, hay ciertos puntos que siempre se han mantenido igual, como es, por ejemplo, la concepción de la salvación como fruto de las obras humanas; la idea de un infierno de duración temporal y proporcionado a la gravedad de las faltas cometidas. También ha mantenido siempre esta secta un ministerio de tipo sacerdotal. inspirado en el Antiguo Testamento, y unos ritos de bautismo por inmersión, y conmemoración de la última Cena del Señor, aunque con diferente significado de los sustentados por el cristianismo.
Muy del dominio público es el hecho de que los mormones permiten la poligamia. Joseph Smith no reveló este extremo a todos sus seguidores de inmediato, pero sus más íntimos colaboradores conocían sus inclinaciones. Hasta 1852 no se hizo una declaración pública sobre esta cuestión, desatándose, de inmediato, una larga batalla legal para declararla inmoral. En 1889, el Presidente Wilford Woodruf publicó un manifiesto contra ella, pero durante muchos años se siguió practicando en secreto. En la actualidad, la poligamia parece haber sido descartada por completo del mormonismo, pero la teoría que subyace a esta costumbre se sigue manteniendo como doctrina revelada.
Independientemente de las causas que pudieran conducir a los fundadores a establecer esta forma de vida matrimonial, la poligamia se explica por la creencia de que la mujer es, en realidad, un ser inferior que no puede hallar la plenitud -ni en esta vida ni en la venidera- sin el hombre, y, por tanto, es deber de éste compadecerse de ella y tomarla por mujer. En los tiempos en que la poligamia se practicaba abiertamente se requería, en todo caso, una afinidad de tipo espiritual entre los contrayentes, además del consentimiento de todas las partes para la celebración de un nuevo matrimonio.
Dejando a un lado los diversos escándalos públicos que acompañaron al nacimiento de la secta, es justo reconocer que hoy en día los mormones tienen mejor reputación. Sus costumbres son sobrias -son completamente abstemios de bebidas alcohólicas y estimulantes, y defienden con vigor la unidad familiar. Los jóvenes mormones suelen dedicar un año de su vida, de forma voluntaria y desinteresada, a extender sus creencias religiosas entre “los gentiles”, a modo de misioneros altruistas.
Como curiosidad doctrina), puede también mencionarse la creencia en la preexistencia de todos los seres humanos; la existencia de un Dios de carne y hueso que engendra hijos espirituales (las almas); el carácter de divinidad menor que adquiere el hombre en el más allá; el uso del agua en lugar del vino para conmemorar la Santa Cena ; y el carácter de infalibilidad que se da a los pronunciamientos doctrinales de su Presidente.

El Adventismo del Septimo Día


El Adventismo es uno de los movimientos religiosos modernos más difíciles de clasificar, dado que, en realidad, no niega la doctrina capital de la fe cristiana, es decir, la divinidad de Jesucristo, y, sin embargo, mantiene otras teorías -especialmente en relación con el sacrificio expiatorio de Jesucristo y prácticas de legalismo de carácter judaico que son rechazados por el resto de la cristiandad. El hecho de que muchas de estas diferencias afecten a puntos que también se consideran esenciales, es lo que determina que incluyamos al Adventismo en esta sección, aparte de que por el simple hecho de ser un movimiento de muy nuevo cuño no puede ponerse junto a las iglesias surgidas de la Reforma.
Todo comenzó cuando, en 1830, un hombre llamado William Miller, en EE.UU., sintió un repentino interés por el estudio de las profecías bíblicas. Su investigación le llevó al convencimiento de que el retorno de Jesucristo era algo inminente, consiguiendo contagiar de su entusiasmo a un buen grupo de sus oyentes. Tan sincera y franca convicción no estaba unida, sin embargo, a una sólida formación escriturística y ello fue probablemente la causa que le llevara a hacer atrevidas predicciones, como la que fijaba para el año 1843 la tan esperada venida de Cristo. Esta fecha fue pospuesta para un año después, y cuando, al fin, llegó, y pasó, el tan esperado 1844 y nada sucedió, el frustrado profeta y sus seguidores cayeron en el desánimo.
A pesar de ello Miller no perdió la esperanza de ver aparecer pronto al Señor, y aparte de esta peculiar creencia no puede decirse que sustentara ninguna otra que pueda calificarse de heterodoxa. Miller era un apasionado por las profecías, y su interpretación de Daniel 8:14 era el punto sobre e] cual pivotaba toda su teoría. Cuando, en 1849, Miller murió, no se había apartado sustancialmente de la fe cristiana tradicional.
Sin embargo, sus seguidores no renunciaron a aquella teoría que consideraban como un gran descubrimiento, y poco después de la muerte de su maestro se ponían las bases de una nueva organización religiosa. Pero antes había que explicar, de algún modo, el aparente fracaso de Miller. Un seguidor de Miller, en el estado de Nueva York, llamado Hiram Edson, dijo que precisamente el día siguiente del que estaba fijado para el regreso de Cristo (22 de octubre de 1844) él había tenido una visión en la que percibió a Cristo junto a un altar en el cielo. Inmediatamente se interpretó este dato como la realización de la predicción de Milier, diciendo que, efectivamente. Cristo había “venido” en la fecha anunciada, pero no a la tierra, como algunos habían entendido, sino al santuario que hay en los cielos, el cual es una réplica exacta del que los judíos tenían en Jerusalén.
En 1860 la secta ya estaba plenamente organizada, bajo la dirección de uno de sus miembros, James White y su esposa a quien los adventistas califican de mujer inspirada por Dios. Fue precisamente esta Sra, White, quien introdujo en la recién creada secta, una de las doctrinas que más caracterizan al grupo: la observancia del sábado, y no del domingo, como día de descanso. En una de sus frecuentes visiones la supuesta profetisa tuvo el privilegio de contemplar las tablas de la Ley de Dios. De los diez mandamientos había uno (el cuarto, según el orden bíblico) que resaltaba sobre los demás y estaba rodeado de un halo de luz. La Sra. White lo interpretó como una llamada de atención por parte de Dios en el sentido de que los llamados cristianos habían cambiado sin autorización el día de descanso, que desde siempre había sido el sábado.
De ahí se llegó directamente a una conclusión rotunda: todos los que profanaban el sábado no podían ser considerados como parte del pueblo de Dios. A partir de ese momento los adventistas han inculcado a sus adeptos una rigurosa reverencia por el sábado. En cierto sentido, se ha vuelto a implantar en sus comunidades las costumbres judías sobre este día, con todo lo que tienen de complicado y enojoso cuando se trata de cumplir en un medio adverso. No es difícil, pues, imaginar, los innumerables problemas de orden social, labora!, etc. que los adventistas tienen que afrontar por esta razón.
Según ya hemos señalado, los adventistas no niegan la divinidad de Jesucristo. Sin embargo, su doctrina acerca de la redención es muy diferente de la sostenida por el cristianismo tradicional. A causa de la curiosa explicación sobre el retorno de Cristo en 1844, se hizo necesario amoldar Otras doctrinas a aquella visión. El santuario del cielo, está, como lo estaba el de los judíos en la tierra, dividido en dos partes: e] lugar santo y el lugar santísimo. Según la Sra. White , Cristo estuvo en el lugar santo durante dieciocho siglos después de su muerte, intercediendo por los pecadores, pero esto no fue suficiente, y, en consecuencia, en 1844, según dice la profecía de Daniel, Cristo pasó (“vino”) al lugar santísimo donde comenzó la obra de completar y perfeccionar su expiación del pecado.
Los adventistas creen que tras la muerte física del ser humano se produce un estado de inconsciencia que dura hasta el día de la resurrección. Spicer, un destacado adventista, habla de dicho estado en estos términos: “La muerte nos reduce a un estado de silencio, inactividad y completa inconsciencia.” Esto nos lleva a la cuestión del más allá. Después del juicio los creyentes heredarán el Reino, en tanto que los incrédulos serán completamente aniquilados. El infierno, en cuanto lugar de eterno tormento, no existe. El único fin de los impíos es la extinción completa.
Hay cosas positivas que destacar de los adventistas. Junto a un nivel moral, por lo general, bastante elevado, se encuentra un escrupuloso cuidado de la salud corporal, por medio del ejercicio físico y un régimen alimenticio esencialmente vegetariano. En el campo de la educación han logrado muchos éxitos, proveyendo, cuando ello es factible, una educación gratuita para los hijos de sus afiliados. Se hace mucho hincapié en la santidad del matrimonio, la unidad de la familia, la formación de la juventud en un ambiente distinto del que impera en la sociedad actual, etc. La contribución económica de los adventistas a su propia causa es realmente espectacular, convirtiéndoles en uno de los movimientos religiosos más florecientes en proporción a su número, especialmente si se tiene en cuenta que no tienen protección oficial. Hay entre ellos muchos médicos, y en varios países del mundo han construido magníficos hospitales. En España cuentan con un Seminario y lugares de culto en las principales ciudades.
Por: Ricardo Cerni

El Rosicrucianismo


Al tratar de los movimientos místicos que se produjeron en la Alemania protestante del siglo XVII, mencionamos, ligeramente, el auge que en aquella época tuvo esta secta. Sus orígenes son realmente oscuros y difíciles de definir, como también lo son sus enseñanzas. Según dicen sus adeptos, en el siglo XIII un hombre llamado Christian Rosenkreuz tuvo revelaciones especiales para dar luz a la mal interpretada religión cristiana, y también para explicar el misterio de la vida y del ser desde un punto de vista científico y, a la vez, religioso.
En la práctica, en esta secta, no queda nada por explicar. Todo encaja perfectamente en esta mezcla de teosofía, misticismo, astrología y religión panteísta, de manera que los iniciados en ella poseen la llave de la verdadera sabiduría y el secreto de los conocimientos metafísicos universales.
En tiempos modernos el principal promotor de esta secta ha sido el norteamericano Max Heindel, autor de extensísimas obras doctrinales como La Cosmo- Concepción Rosicruciana o Cristianismo Místico, y La Filosofía Rosicruciana en Preguntas y Respuestas.
El emblema o símbolo del rosicrucianismo consiste en una cruz con una corona de rosas en el centro. La cruz no es un símbolo de sufrimiento. Su verdadero significado, al decir de los rosacruces, lo dio Platón, que fue uno de los iniciados en esta clase de sabiduría, cuando dijo: “El alma del mundo está crucificada.” Esto quiere decir que la cruz es símbolo de las corrientes de vida que animan los cuerpos de los vegetales, animales y seres humanos. Es también símbolo de la pasada evolución del hombre, su constitución presente y su desarrollo futuro. El brazo superior de la cruz representa al hombre. El brazo inferior al reino vegetal. Entre los dos está el reino animal, o sea, el brazo horizontal, que además es la posición de la columna vertebral de los animales. Las rosas rojas que hay en el centro de la cruz representan los órganos generativos de estos tres órdenes.
Según el rosicrucianismo, existen siete mundos, que juntos forman el Universo. Cada uno de estos mundos tiene sus propias leyes, sin que se afecten mutuamente. A su vez, cada uno de estos siete mundos está dividido en siete regiones o subdivisiones de la materia. El hombre vive en el mundo físico, el último de todos, teniendo como mundo más cercano el mundo de los deseos.
A su vez, el hombre se divide en dos partes:
cuerpo denso y cuerpo de deseo (algo parecido al cuerpo y alma). El cuerpo de deseo está unido al corazón por un hilo de plata, que a! romperse causa la muerte, y que, por otra parte, sirve para mantener unidos los dos cuerpos durante la parcial separación del sueño. Tras la muerte, y después de un complicado proceso que dura mil años, el hombre vuelve a reencarnarse en un nuevo período de la evolución de la Humanidad. Pero , también, hay una evolución negativa para algunos. Los antropoídes no son los progenitores del hombre, sino hombres que han reencarnado negativamente.
El Gran Ser (llamado Dios en el mundo occidental) procede de la “Raíz de la Existencia “. ‘El es el Absoluto, pero, indudablemente, no es Cristo. Este Ser Supremo existe en cuanto Poder, Palabra y Movimiento. Pero cada sistema solar del universo tiene su propio Dios, habitando todos dios en el mundo superior del séptimo plano cósmico.
Cada uno de los siete mundos pasa, como el hombre, por siete períodos o renacimientos, cuyos nombres son: Saturno, Sol, Luna, Tierra, Júpiter, Venus y Vulcano. Tales nombres nada tienen que ver con los astros en sí. Son esotéricos. Pero lo que sí se afirma es que en el último estadio de esta evolución el hombre quedará fundido con Dios.
Con palabras del propio Max Heindel, podemos trazar un breve bosquejo de las creencias rosicrucianistas respecto a Jesucristo: “En el Credo cristiano aparece esta frase: ‘Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios’. Normalmente se entiende esto en el sentido de que una cierta persona que apareció en Palestina hace unos 2000 años, del que se habla como Jesucristo -en una sola persona-, fue el Hijo Unigénito de Dios,
Esto es una gran equivocación. En esta frase hay tres seres claramente distintos.” Luego, prosigue Heindel haciendo ver que Jesucristo no es lo mismo que el Unigénito (o el Verbo). Jesús fue simplemente un espíritu perteneciente a nuestra evolución, como también lo fue Buda. El espíritu del Cristo que habitó en Jesús era un rayo del Cristo cósmico, y aunque se puede seguir el rastro de las anteriores encarnaciones de Jesús, e incluso su actual desarrollo, no es posible hallar entre los espíritus humanos al espíritu del Cristo- El cuartel genera! del rosicrucianismo se encuentra en la población de Oceanside (California), realizándose desde allí una intensa labor de propaganda, sobre todo a través de los libros de Max Heindel, último gran apóstol del rosicrucianismo.
REARME MORAL
Uno de los movimientos modernos de más elevados ideales y posiblemente de menor significación religiosa, entre los hasta aquí considerados, es el llamado Rearme Mora!, o Movimiento del Grupo de Oxford o Buchmanismo.
En 1878 nació, en Pennsylvania, Frank Daniel Buchman, de ascendencia germano-helvética y de religión luterana. Realizó estudios de teología y fue pastor de una pequeña iglesia, pero, por dificultades internas, tuvo que abandonar aquella comunidad dejando tras sí varios enemigos personales. Buchman marchó a Inglaterra y allí experimentó un gran cambio espiritual. Llegó al convencimiento de que debía hacer las paces con sus antiguos enemigos, y por ello les escribió expresivas cartas de reconciliación.
Desde entonces, Buchman dio por demostrado que la lucha contra el pecado y el mal depende de la disposición de nuestra voluntad para someterse a la voluntad de Dios. La máxima de Buchman dice así: “El grado de nuestra libertad respecto al pecado, es e! grado de nuestro deseo de ser libres.”
Buchman se dedicó, en adelante, a predicar su teoría de la recuperación moral a través del esfuerzo de la voluntad. En Oxford se organizó un activo grupo que se propuso, como meta, la transformación de la mentalidad de naciones enteras, incluyendo a sus dirigentes, con el fin de evitar las guerras y demás males sociales.
Este objetivo se consigue partiendo de las transformaciones individuales, por medio de los cuatro Absolutos: Honradez. Absoluta, Pureza Absoluta, Abnegación Absoluta y Amor Absoluto. Después de la II Guerra Mundial, la organización estableció su cuartel general en Caux (Suiza), donde, periódicamente, se celebran conferencias y retiros. El deliberado propósito de influenciar con sus máximas de conducta a las altas personalidades de todo el mundo, ha hecho que el Rearme Moral se convierta en buena parte en un movimiento para las altas esferas de la sociedad.
En el aspecto concreto de las creencias religiosas, el Rearme Moral se caracteriza por su extraordinaria amplitud dogmática. De hecho, todos los credos tienen cabida en esta organización que, sin pretender formar una Iglesia, busca la reforma del cristianismo por medio de la conversión moral de sus miembros integrantes.
Frank Daniel Buchman fue durante muchos anos el supervisor del Rearmamento Moral en todo el mundo. Sus viajes le llevaron a la India , África del Sur, Estados Unidos y otros países. En 1961 el anciano dirigente murió en Suiza sin ver su sueño realizado. Por el contrario, los acontecimientos mundiales desde el fín de la II Guerra Mundial, han seguido por muy distintos caminos de los deseados por este grupo de altruistas; y, a pesar de los buenos propósitos expresados en sus muchos libros (Cambio de Vida, Sólo Para Pecadores, ¿Qué es el Grupo de Oxford?, ele) la influencia ejercida en la sociedad ha sido mínima.
Por: Ricardo Cerni

Carta a un misionero mormón


Mucho le agradezco su visita para dialogar conmigo acerca del mormonismo. Aprecio su interés en compartir conmigo sus creencias. Hoy en día, cuando la mayoría de la gente vive sólo para sí y se olvida de Dios, es muy loable que Ud. Y muchos más de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se preocupen del bienestar espiritual de otros.
Me interesa estar seguro de lo que creo en cuanto a Dios y mi relación con El. Puesto que Ud. también tiene el mismo interés, creo conveniente poner por escrito algunas de mis observaciones concernientes al mormonismo. De esta manera, Ud. puede tener mi comentario en forma permanente para su estudio y consideración.
1- Según la enseñanza mormónica, el Libro de Mormón fue trascrito de unas escrituras en placas de oro. Se dice que el idioma que se empleó fue el “egipcio reformado”. Sin embargo, ¿no le parece raro que ningún lingüista de talla, ni ningún egiptólogo haya hecho referencia a un idioma “egipcio reformado”?
Basado en el testimonio de Joseph Smith, los caracteres de la siguiente ilustración fueron tomados de las placas de oro y son del idioma “egipcio reformado”. Permítame una pregunta: ¿Ha examinado Ud. detenidamente estas “letras”? ¿No ha notado Ud. que algunas de estas presuntas letras se parecen al número 2, otras al 4 y otras a una H dibujada con fantasía? Estos caracteres no tienen apariencia de ser del estilo egipcio. Son completamente distintos de todo escrito egipcio, incluyendo los escritos jeroglíficos, demóticos y hieráticos. Si estos caracteres fueran del “egipcio reformado”, entonces los maestros lingüistas, que conocen el egipcio, seguramente podrían traducirlos. Sin embargo, ningún lingüista ni egiptólogo los ha traducido. ¿Por qué? ¡Sencillamente, porque no son egipcios! Y la verdad es que no pertenecen a ningún idioma.

No hay evidencia alguna de que posean los elementos más básicos de algún idioma conocido por el hombre, sea antiguo o moderno. Si no hubiera más que considerar en cuanto al Libro de Mormón, está sola circunstancia sería suficiente para crear dudas serias en cuanto a su veracidad. “Sin embargo, dirá Ud. , Martín Harris, uno de los tres testigos del Libro de Mormón, llevó copias de lo escrito en las placas de oro al señor Charles Anthon, profesor de idiomas de la Universidad de Columbia, para saber si el idioma de las placas de oro era egipcio. El profesor Anthon respondió que eran egipcio, caldeo, sirio y árabe. Esta es prueba positiva de que una autoridad lingüística, no mormónica, reconoció la validez de los caracteres tomados de las placas de oro”.
Permítame mencionar dos cosas importantes en relación con la conversación de Martín Harris y el profesor Anthon. Primero, si es cierta la declaración mormónica de que sólo Dios sabe el idioma “egipcio reformado”, ¿cómo pudo reconocerlo el profesor  Anthon? Segundo, ¿sabe Ud. que después de la presunta visita del señor Harris al profesor Anthon, éste escribió:
“La declaración de que yo había dicho que la inscripción mormónica era jeroglíficos de egipcio reformado es completamente falsa”
En otras palabras, tenemos un conflicto entre el testimonio de una persona no educada, no especialista (el señor Harris era campesino), y el testimonio de uno que es lingüista y profesor universitario. ¿Cuál aceptaría Ud.? Yo encuentro más lógico aceptar el testimonio del profesor, en cuanto a lo que él mismo dijo, en vez de aceptar el testimonio del señor Harris sobre lo que él entendió que había dichoel profesor.
2- Según el mormonismo, se consideran divinos 4 libros: la Biblia, el Libro de Mormón. Doctrinas y pactos y La perla de gran precio. Si estos cuatro son de Dios, no pueden contradecirse. ¡Pero hay contradicciones grandes! Citaré algunos ejemplos.
La Biblia declara que Jesucristo nació en Belén (Mateo 2:1); pero el Libro de Mormón declara que Cristo nació en Jerusalén (Alma 7:9-10). Puesto que es imposible que Cristo naciera en ambos lugares, o se equivocó la Biblia o se equivocó el Libro de Mormón. Los dos no pueden tener razón.
Puede ser que Ud. responda que Jerusalén era el nombre de la zona que incluye a Belén, pero esta respuesta carece de validez, porque Jerusalén, a lo largo de su historia, siempre ha sido una ciudad y nunca el nombre de una zona más grande que la ciudad. Belén se encuentra a 8 kilómetros directamente al sur de Jerusalén, pero mucho más lejos por el camino sinuoso que conduce a él. Es imposible confundir los dos lugares.
El cristianismo siempre ha mantenido que el lugar del nacimiento de Cristo fue Belén. Aun en el Antiguo Testamento, el profeta Miqueas predijo el nacimiento en Belén (Miqueas 5:2). Por lo tanto, hay mucha duda sobre la veracidad del Libro de Mormón en este punto.
El Libro de Mormón declara que cuando Cristo murió, la oscuridad cubrió toda la tierra durante tres días (Helaman 14:20-29); pero la Biblia declara que la oscuridad duró sólo tres horas (Lucas 23:44).
Otro conflicto entre La perla de gran precio y la Biblia es la enseñanza de que Joseph Smith recibió el sacerdocio de Melquisedec de las manos de Pedro, Santiago y Juan, y el sacerdocio de Aarón, de Juan el Bautista. Hay varios problemas en esta declaración que quiero someter a su consideración. Primero, la Biblia indica claramente que el sacerdocio de Aarón fue únicamente para los judíos que eran hijos de Aarón, o sea de la tribu de Leví (Números 3:5-10). Entonces la declaración de Joseph Smith, de que él recibió este sacerdocio, queda en tela de juicio, puesto que él no fue judío ni de la tribu de Leví.
Segundo, se entiende que el sacerdocio de Aarón, juntamente con todo el sistema de ordenanzas, sacrificios y sacerdotes fue abolido por la muerte de Cristo (Gálatas 3:13; Colosenses 2:14; Hebreos 7:18,19; 10:9). Por lo tanto, es anti bíblico pretender que alguien tiene este sacerdocio hoy.
Tercero, con la excepción del mismo Melquisedec, sólo Cristo fue poseedor de este sacerdocio. Pedro, Santiago y Juan nunca lo poseyeron y, por tanto, no tenían autoridad de otorgárselo a Joseph Smith. Cuarto, el sacerdocio de Melquisedec,  que tuvo Cristo, era intransferible (vea Hebreos 7:24). El hecho de que este sacerdocio no podía transferirse a ninguna otra persona significa que Cristo lo tiene todavía. El es nuestro sumo Sacerdote y, por tanto, nadie más puede reclamarlo.
Otra contradicción tiene que ver con la doctrina mormónica sobre la poligamia. El Libro de Mormón denuncia la poligamia en Jacob 2:24,27; sin embargo, el libro Doctrinas y pactos la proclama. Tales contradicciones levantan dudas en cuanto a la veracidad de estos libros mormónicos y, como resultado, dudas sobre el mismo mormonismo.
3.- Según el Libro de Mormón, los indios de la América del Norte son descendientes de los israelitas que emigraron a Occidente. Es interesante notar que esta teoría era común en la década que comenzó en 1820, cuando Joseph Smith vivía en Nueva York.
¿Sabe Ud. que la Oficina de Antropología del Instituto Smithsonian de Washington, D.C. declara que los indios de América del Norte son “más parecido a la gente de Asia central y oriental que a la del Medio Oriente? El tipo físico del indio norteamericano es básicamente mongoloide”, no mediterráneo ni caucásico. Si los antepasados de los indios hubieran sido israelitas, como pretende el Libro de Mormón, ¿cómo pudieron cambiar su semblante físico para que se parezcan a los mongoloides y no a los semitas? ¿No le parece posible que los indios no eran israelitas sino asiáticos que vinieron por el puente terrestre que se encuentra entre Alaska y Rusia? ¿No le parece que este es un asunto de aceptar la evidencia antropológica o el Libro de Mormón ?
Por supuesto, autores mormones han escrito varios artículos en los cuales anuncian descubrimientos arqueológicos en México y en América Central que, según ellos, demuestran evidencias sobre escrituras egipcias y hebreas. Ellos emplean estos anuncios para sostener su teoría de que los indios de estos países son descendientes de los judíos. Pero es muy raro que NINGÚN lingüista honrado encuentre relación alguna entre estos idiomas y el idioma de los egipcios o de los hebreos.
4.- Ud. hace mucho alarde del testimonio de los tres testigos: Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; y de los ocho testigos de la autenticidad del Libro de Mormón. Ellos declararon que vieron las placas de las cuales fue traducido el Libro de Mormón. El señor John Alonzo Clark, residetite de Palmyra, Nueva York, le preguntó al señor Martín Harris, uno de los tres testigos, si él había visto las placas con sus ojos naturales, “tal como Ud. ve esta pluma en mi mano”. El señor Harris respondió: “Bueno, no las vi como veo la pluma, pero las vi con los ojos de la fe”. ¿No es presunción, entonces, que los mormones declaren que Martín Harris realmente vio las placas, cuando él dijo con sus propias palabras que no las vio? Y aunque las hubieran visto, él y los demás, ¿prueba eso que son de Dios?
Además de estos asuntos sobre el Libro de Mormón, permítame llamarle la atención a otro asunto que debe considerar seriamente. Cuando el señor Joseph Smith y cinco hombres más organizaron la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, el 6 de abril de 1830, en Fayette, Nueva York, Joseph Smith declaró que él era “vidente, profeta y apóstol de Jesucristo”. Personalmente me parece muy difícil creer eso,
Seguramente Ud. sabe que Joseph Smith era bien conocido entre sus vecinos por su costumbre de buscar tesoros escondidos y por su pretensión de localizar cosas perdidas, dinero escondido, agua para pozos y otros tesoros, por medio de una piedra mágica llamada peepstone (piedra de atisbo). Un adivino llamado Walters, que también utilizaba piedras y palos para localizar objetos perdidos, estaba en contacto con Smith. La participación de Smith en estas prácticas ocultas es condenada por Dios (Deuteronomio 18:10). La historia de 2 Reyes 17 claramente demuestra que Dios se airó contra Israel precisamente por la práctica de la adivinación (versículos 17,18). El uso de piedras mágicas por parte de Smith, para traducir las placas de oro, contrasta con el método por el cual los profetas de Dios fueron guiados por el Espíritu Santo para escribir los libros de la Biblia. El uso de amuletos no es solamente indigno de la gloria y de la soberanía de Dios, sino una forma de adivinación que Dios prohíbe. El punto más importante que debemos considerar es el relativo al camino de la salvación. Nuestro destino es de suma importancia por cuanto es para toda la eternidad. Usted enseña que la salvación individual del pecador se obtiene por “obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio”. ¿Se ha dado cuenta Ud. De que esta enseñanza se opone a la Biblia? Note los siguientes versículos bíblicos en los cuales se declara que la salvación no se obtiene por medio de “leyes y ordenanzas”.
Romanos 3:20“Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él”. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Romanos 3:24: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”.
Romanos 4:6“Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras”.
Romanos 4:5“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
Gálatas 2:16“Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado”.
Efesios 2:8,9“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Juan 1:12“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
Juan -3:16
: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Le ruego meditar en esta pregunta: ¿Sabe Ud. si sus pecados han sido perdonados? ¿Se acuerda Ud. de algún momento cuando Ud. oró a Dios para pedirle el perdón de sus pecados y para invitar a Cristo a que entrara en su corazón y vida y para que le diera vida eterna? Si Ud. no ha hecho eso antes, ¿por qué no lo hace ahora? Este es el mensaje central de la Biblia. Por esto vino el Señor Jesús y murió en la cruz como Sustituto suyo (Romanos 5:8; Gálatas 1:4); para que usted tenga vida eterna y seguridad del cielo.
Gracias por permitirme compartir con Ud. estas inquietudes. Espero que no las tenga en poco, sino que, con oración, considere lo que le he dicho. Lo que Ud. Crea en cuanto a la Biblia y al Señor Jesucristo es de suma importancia, porque determina su destino eterno. Pido a Dios que El le dé sabiduría y entendimiento en su Palabra y para que llegue a la verdad en Cristo Jesús.
Me suscribo sinceramente como siervo de Cristo,
Roy B. Zuck

Ni Iglesia, ni Santos, ni de Jesucristo, ni de los Últimos Dias


No son iglesia
Aunque se anuncien a su puerta como representantes de “La Iglesia de los Santos de los Últimos Días” (SUD), los mormones no son una iglesia en el sentido en que usted y yo conocemos la palabra. Son más bien una organización religiosa concebida originalmente, y cotejada después, en el cerebro irredento del hombre. La iglesia auténtica, en contraste, es un organismo viviente salido del costado herido de Jesucristo para instrumentar bendición a la humanidad.
El mormonismo es una filosofía religiosa elaborada en la fragua artificiosa de mentes fuertes, tenaces, determinadas, y actualmente hostiles a la iglesia genuina de Jesucristo. En la formulación de la filosofía mormona se incluye la confesa intención de “restaurar” la verdadera iglesia de Jesucristo, la cual los “profetas” mormones consideran una abominación.
Económicamente, el mormonismo es una corporación multimillonaria con definidas actividades e intereses mercantiles. En los Estados Unidos constituye una estructura monolítica de capital que ocupa un sitial entre las cincuenta corporaciones mayores de la nación. La corporación mormona hace inversiones de millones de dólares en las grandes compañías de seguro, en lugares turísticos y de recreo, hoteles, periódicos importantes y otros negocios de ese país. En contraste, la iglesia verdadera es sencillamente un compañerismo espiritual que abarca a todos los que han alcanzado fe preciosa.
Las creencias y prácticas de la mal llamada “iglesia” mormona, están en oposición a las de la legítima iglesia del Señor Jesucristo. Tienen más bien afinidad con las del espiritismo. Muestran un sutil alineamiento con el paganismo clásico. Se ven salpicadas de misterios y reforzadas por ceremonias secretas propias de la masonería.
La genuina iglesia cristiana no tuvo templos suntuosos diseñados interiormente para celebrar ritos secretos y practicar doctrinas tapadas. Pero esto es característico tanto de la institución mormona como de la institución masónica. Los únicos dos ritos que practica la verdadera iglesia son públicos: el Bautismo y la Santa Cena (Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23-34). Sus enseñanzas también están abiertas al examen de todos (Hechos 17:11). Como su Señor y Maestro, los cristianos no tienen nada que ocultar (Juan 18:20). No se bautizan por los muertos como hacían los paganos del tiempo de San Pablo (1 Corintios 15:29). No celebran “matrimonios celestiales”
Los SUD practican lo antes mencionado convirtiéndose en una nota discordante con respecto a la iglesia fidedigna. Por tanto, ¿cómo pretenden apropiarse el nombre de “iglesia” si son tan diferentes a ella? Si no son iglesia, entonces, ¿qué son? Siga leyendo y juzgue usted mismo.
No son santos
En el Nuevo Testamento la palabra ‘iglesia’ significa “llamados fuera”, y la palabra ‘santos’ significa “apartados”. Ambos significados se exhiben en el carácter separado de los cristianos verdaderos. Incluye una obra de higiene moral que entre otras cosas sanea las actitudes, asea los afectos, y limpia la mente (vida pensante) de aberraciones sexuales. El auténtico cristiano rehúsa alimentar los deseos naturales del cuerpo y de la mente (1 Juan 1 Juan 2:15-17 Romanos 12:1-2, Santiago 4:7), y mejor, “huye” de ellos (2 Timoteo 2:22).
Creer y enseñar que Dios Padre tuviera relaciones maritales con la virgen María no son pensamientos que se generan en una mente santificada por el Espíritu de Dios o que se satura de la savia bienhechora de la Biblia. El sexo es una función del cuerpo con referencia a esta tierra únicamente (Marcos 12:25). El Padre Celestial es Espíritu, perfecto, distanciado de las pasiones y de los deseos naturales del hombre. La Biblia enseña que “Dios no puede ser tentado, ni El tienta a nadie” (Santiago 1:13). Lea además Filipenses 4:8 y compare esta Escritura con el blasfemo sexismo que incendia la teología mormona perennemente. Si los mormones no son santos, entonces, ¿qué son? Siga leyendo y juzgue usted mismo.
No son de Jesucristo
Pues no “permanecen” en la Palabra de Cristo sino que se extravían de ella. Están de veras bajo el yugo degradante de un insidioso espíritu de error. Jesús dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31).
Los SUD creen, practican, y difunden la palabra de sus propios “profetas” u “oráculos vivientes” como si lo que éstos dicen tuviera el peso y la autoridad de lo que dice Cristo. Por ejemplo, Cristo dijo: “Dios es Espíritu” (Juan 4:24). El espíritu no tiene cuerpo, ni color, ni peso, ni dimensión. En cambio, los profetas mormones dicen que Dios fue un hombre de carne y hueso quien mediante la “ley de progresión” llegó a sublimarse. A través de este proceso imaginario, Dios eventualmente ascendió de categoría volviéndose divino y trajo a su nuevo estado el cuerpo humano que tenía.
Jesucristo, por su parte, enseñó todo lo opuesto. Después de resucitar, apareció a sus discípulos. Al pensar ellos “que veían espíritu”, Cristo les dijo: “Palpad y ved porque an espíritu no tiene carne ni hueso, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39). Esta declaración establece la incorporeidad del’ espíritu y la corporeidad del Hijo de Dios. En consecuencia, si Dios el Padre es Espíritu, inmortal, eterno, invisible, intangible y trascendente, resulta absurdo afirmar que tiene cuerpo. Contradecir lo que tan claramente enseñara Cristo es no permanecer en su palabra, y por tanto, equivale a no ser su discípulo.
Enlodando todavía más la imagen sacrosanta del Cristo que proyecta el Nuevo Testamento, los mormones propagan que éste tuvo varias esposas con las que procreó hijos. Dicen que Jesús es hermano del diablo. Estas extrañezas son foráneas al Testamento inspirado, y por ende, estuvieron por siempre ausentes del cuerpo de creencias históricas sustentadas por los auténticos discípulos de Cristo durante los últimos dos mil años. Si los SUD no son discípulos de Cristo, entonces, ¿quién es su maestro? Siga leyendo y juzgue usted mismo.

No son de los últimos días

Son más bien otro eslabón en la cadena de la rebelión que se inició en los primeros días. Los mormones creen y propagan el Gran Fraude introducido por el diablo desde los primeros días del hombre sobre la tierra. En el Jardín del Edén, Eva creyó la Gran Mentira que inyectó en su corazón la serpiente antigua, Satanás o diablo. “Seréis como Dios”, le dijo el padre de mentiras (Génesis 3:5).
La Gran Mentira de que el mormón puede llegar a ser un dios es creída y difundida solícitamente por esta religión estrambótica. Tan torcido credo fue expresado por uno de sus profetas más distinguidos con palabras que creyó inspiradas: “Como es el hombre, Dios fue una vez; como Dios es, el hombre también será”. ¿Se habrá emitido un eco que haya reproducido mejor el “Seréis como Dios” que tan mentirosamente prometiera la serpiente a la primera mujer?
Los SUD dicen que creen en la Biblia, la Palabra de Dios, “siempre y que ésta esté bien traducida”. Usan este pretexto para darse a la tarea de revisar las declaraciones del Libro Santo y tomarse la libertad de acomodarlas a sus fantásticos intereses. En realidad, todo lo que logran es tergiversarla. Esto es afín con la obra del diablo. Satanás fue el primer ‘tergiversador’ y ‘contradictor’ de la Palabra de Dios. En el Huerto del Edén, con el más mal intencionado sarcasmo capaz de engendrar la peor duda, éste preguntó a la primera mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Pero el caso es que ¡Dios había dicho todo lo contrario! “De todo árbol del huerto podrás comer” (Génesis 2:16).
Consecuentemente, lo que tenemos por delante aquí no es una simple tergiversación sino una mayúscula contradicción de lo que Dios en realidad había dicho. ¡Satanás es un maestro del engaño y un experto en contradicción!
Los SUD afirman que el Libro de Mormón es el libro “más correcto sobre la tierra y la piedra clave” de su religión. Enseñan que un hombre “se acerca más a Dios si vive de acuerdo con sus preceptos, que siguiendo otro libro”. La inferencia lógica es que la Biblia queda corta frente a este libro espurio.
Irónicamente, el Libro de Mormón no apoya sino que más bien contradice algunas de las más preciadas doctrinas de los SUD. No obstante la denuncia del mormonismo que hace el propio Libro de Mormón, éste, a la par con Doctrina y Convenios y Perla de Gran Precio, constituye la “revelación” que de veras nutre la fe mormona.
La iglesia verdadera, por su parte, alimenta su fe sólo en la Biblia, su manual exclusivo en materia de fe y práctica.
En consecuencia, desde el Jardín del Edén mismo, allá en los primeros días, tanto Satanás como el primer hombre han estado haciendo lo mismísimo que hacen hoy los así llamados “Santos de los Últimos Días”. Esto es, dudando la auténtica Palabra de Dios, contradiciendo sus claras enseñanzas, y tergiversando sus doctrinas. Por tanto, a los “Santos de los Últimos Días” no les cabe el nombre que se dan, puesto que en realidad sus creencias no son nuevas. Simplemente continúan aquellas de los primeros días. Los “Santos de los Últimos Días” son mormones y nada más. Juzgue usted mismo y manténgase alerta sobre este dañino error.
Para ayudarle a estudiar seriamente esta religión exótica, hemos editado el librito MORMONIDADES. El mismo contiene trece lecciones introductivas al mormonismo. Lo enviaremos gratis pero solamente a aquellos que tengan intenciones firmes de internarse en el laberinto de estas creencias estrafalarias con la determinación de combatirlas enérgicamente.
Por favor, no solicite, repito, no solicite el librito MORMONIDADES sólo porque es gratis. Disponemos de copias limitadas que queremos conservar sólo para los que tengan la determinación arriba mencionada.
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Del mormonismo a Jesucristo (testimonio


07:38

Hago público mi testimonio con deseos en el corazón de llegar al alma de toda persona con las buenas noticias de salvación eterna por medio de Jesucristo. Quiero acercarme con amor sincero especialmente a quienes se denominan “Santos de los Últimos Días”, o Mormones.
Me llamo Brendan Terry. Nací y me crié en Virginia, Estados Unidos, dentro de una familia mormona creyente, diligente, fiel en sus obligaciones con la iglesia, y sincera en sus deseos de alcanzar las metas espirituales inculcadas por la misma. Mis padres me amaban (y me siguen amando) y siempre querían para mí una vida estable y feliz, obediente a la religión en que creíamos.
Durante los cuatro años de escuela secundaria, todas las madrugadas, asistía sin falta a una hora de clases en el “seminario” mormón. Tanto en el “seminario” como en los cultos regulares de la iglesia, recibí una sólida preparación en los principios de la religión mormona. Procuraba vivir estos principios de forma constante, aunque me sentía oprimido bajo una carga de “pecadillos” e “imperfecciones”. Al graduarme en la escuela secundaria fui becado para estudiar en la Universidad Brigham Young, la cual pertenece a la iglesia mormona. Acabado mi primer año allí, y tal como lo hacían muchos jóvenes, acepté con entusiasmo el llamado de la iglesia para predicar sus doctrinas y ganar conversos en el sudoeste de mi país. En esa región viven muchas personas de origen Latinoamericano.
Aproveché esos dos años de trabajo misionero para profundizar mis propias creencias. Buscaba res-puestas a las preguntas sinceras y vitales que la gente “investigadora” me hacía, recurriendo tanto a la Biblia como a los libros canónicos mormones: el LIBRO DE MORMON, DOCTRINAS Y CONVENIOS, y LA PERLA DE GRAN PRECIO. Consulté también otros escritos de los profetas y líderes mormones acerca de cuya autoridad jamás había tenido dudas serias.
Tocando diariamente de puerta en puerta en las ciudades de El Paso, Texas y Albuquerque, Nuevo México, llegué a conocer individuos de todas las razas
y proveniencias. Entre ellas había las que me hablaban sinceramente de su relación personal con Dios a través de Jesús. Describían una nueva vida que El les había dado, y afirmaban gozar de una certeza en cuanto a su propio destino eterno. Estas personas sabían que tenían vida eterna, no como posibilidad teórica, sino como realidad actual. “Jesús”, me decían con rostros llenos de seguridad y paz, “me ha salvado y me ha rescatado de la condenación v de la oscuridad”. Utilizando textos bíblicos, me explicaban lo que era para ellos una experiencia tangible y continua. Tanto sus acciones como sus actitudes hacían patente una cosa: el amor del Dios vivo que, comenzando un día con el “nuevo nacimiento”, entró en sus vidas y comenzó a obrar milagros de curación espiritual en lo más profundo de su ser. Estas personas se llamaban simplemente “cristianos” y pertenecían a varias denominaciones.
Poco a poco, a medida que intentaba entender las grandes diferencias entre sus creencias y las mías (al principio con intención de convertirlos), me di cuenta que algo andaba mal con mi religión. Desde el punto de vista intelectual, ésta no concordaba con muchas doctrinas clave de la Biblia, enseñadas por Jesús y sus discípulos. Además, simple y llanamente fracasaba en presentar un cuadro convincente del mundo real. Desde el punto de vista espiritual, el mormonismo no me había conducido a una relación íntima con el Dios vivo a quien estos amigos cristianos parecían conocer tan bien. Mis necesidades espirituales quedaban sin satisfacer. Tuve que admitirme a mí mismo que aunque exteriormente mi vida religiosa lucía controlada, en realidad se caracterizaba más bien por el cansancio espiritual, la incertidumbre ante el porvenir, la duda, y la incapacidad para cambiar patrones negativos de pensamiento y de conducta. Vine a ser más consciente aún del vacío enorme que había dentro de mí.

Aunque ese vacío había existido siempre, ahora se hacía intolerable. Por mucho tiempo después anduve frustrado y confundido. Buscaba respuestas pero no las hallaba en mi propia religión, ni en los libros ni en los consejos de líderes respetados. A través de ninguno de ellos pude percibir la voz de ese Dios que ahora anhelaba conocer. Regresé de esa experiencia misionera habiendo servido honorablemente, sí, pero confuso y lleno de serias dudas que me colocaron por rumbo incierto. “Si las respuestas mormonas a la vida no eran ciertas, entonces ¿qué? ¿Quién era yo? ¿Cómo encontrar la verdad? ¿Cómo ser libre de mis pecados v de mi tristeza? ¿Dónde hallar la vida eterna y la paz de Dios?” Estas interrogantes quemaban mi mente de continuo.
Tras otros dos años de estudios universitarios, y de haber profundizado más el cristianismo bíblico, abandone temporalmente la universidad dejando atrás amigos muy queridos para buscar el camino de seguridad y de verdad. En esta etapa de mi vida, ya mis estudios y convicciones espirituales me habían llevado inevitablemente a ciertas conclusiones en cuanto a la verdad. Estas contradecían al mormonismo ortodoxo en lo más esencial:
1.- La Biblia es un documento fidedigno transmitido con precisión a través de muchos siglos, y exhibe unidad interna y suficiencia doctrinal.
2.- En verdad, sólo hay un Dios que siempre ha sido Dios. Es un ser infinito, perfecto en amor, en justicia, en misericordia, en sabiduría.
3. - Jesucristo era, y es, ese Dios hecho carne venido a la tierra en forma de hombre para llevar a cabo la redención del hombre, y ahora está exaltado a una posición de poder y autoridad supremos en el cielo.
4.- El hombre es un ser creado por Dios, no “co-eterno” con Dios. Dicho de otro modo, hubo un tiempo en que ni tú ni yo existíamos. Dios nos creó por su poder y sabiduría y lo hizo con propósito de que tuviésemos una relación de amor con EL.
5.- Cualquier ser humano que desobedece a Dios demuestra su enemistad hacia El. La raza humana toda está bajo la ira de Dios y merece el castigo eterno; todos necesitamos ser salvos, y volver a una relación de amistad con Dios.
6.- La salvación es posible sólo por medio de la obra acabada de Cristo y por la gracia divina, sin agregar obras humanas de cualquier tipo. Lo que facilita al hombre su entrada al cielo es el poder de la sangre redentora del Hijo de Dios. Es necesario que el hombre pecador se valga de la obra hecha por Jesús sobre la cruz del Calvario. Allí Cristo derramó su sangre cuando murió en nuestro lugar. Sólo el orgullo del hombre lo hace pensar que sus obras y observancias le podrán calificar para tener ciudadanía en el reino de Dios. Dios no da lugar para que alguno se jacte en el postrer día.
Cuando la confianza en mis propios esfuerzos religiosos y el efecto cegador de las creencias, erradas se habían desprendido de mis ojos como la cascara de una cebolla, advertí que yo también necesitaba ser salvo de la ira de Dios, de la justa condenación a causa de mis pecados, entre otros, el egoísmo, la lujuria, el rencor, y la envidia. El disfraz de rectitud y pureza que yo llevaba bien podía convencer a todo el mundo pero nunca al Dios vivo. Necesitaba experimentar una vida nueva y una renovación interior.
Al poco tiempo de estar estudiando la Biblia con unos cristianos universitarios en Sevilla, España, acepté como regalo esta vida nueva que Dios me ofrecía. Fui verdaderamente salvo al poner mi fe en la obra que Jesús hizo a favor mío en la cruz. Sentí que su sangre redentora me había limpiado de todo pecado. Sobre el tosco madero El sufrió una muerte ignominiosa y la separación de Su Padre Eterno, fuente de toda vida y bendición, para pagar el precio de mis pecados. Yo merecía la muerte, pero El murió en mi lugar.
Hoy puedo decir que Dios ha obrado un cambio milagroso en mi vida que comenzó en el mismo momento de mi nacimiento espiritual. El ha llenado mi ser de un gozo constante que no varía con las circunstancias externas de la vida. ¡Ya no hay aquél vacío! Ha quitado de los hombros el sentido de culpabilidad, el dolor de mi vida pasada y de mis muchos fracasos. ¡Ya no hay cansancio espiritual! Me ha dado propósito y dirección en la vida. Me ha asegurado de tener siempre, como experiencia diaria, su amor, su perdón y su consuelo divinos. Como garantía, ha enviado su propio Espíritu para morar literalmente en mi ser.

Por medio del Espíritu Santo, Dios ha comenzado en mí una obra de santificación, transformándome poco a poco a la imagen de su Hijo, y enseñándome a vivir de acuerdo con la rectitud que le es inherente. Me ha hecho miembro de su familia eterna, el pueblo cristiano auténtico. Ciertamente me ha hecho pasar de la muerte a la vida eterna, y ahora mi único deseo es poder compartir con todo el mundo esta riqueza incomparable e indescriptible.
Muy estimado lector, ya sea usted mormón o de cualquier otra religión o filosofía, le ruego que confiese su pecado y su necesidad espiritual delante del Dios vivo, el que habita en la eternidad y que hace del cielo su morada. Le ruego que acepte con manos vacías el regalo de vida y el gozo que Jesús ofrece.

Reciba a Cristo como el que manda en todos los aspectos de su vida, tanto internos como externos. Confíe en que El le dotará de la fuerza y de la sabiduría sobrenatural  para poder obedecer la voluntad divina del Creador. No tarde en clamar a Dios a favor de su alma. De seguro El le oirá y le responderá con amor y gracia imposible de describir e imposible de apagar.

Profecías falsas de los Testigos de Jehová


Los Testigos de Jehová tienen por qué sentirse completamente frustrados, aun abochornados.   ¡Tantas profecías fracasadas; tantas palabras caídas a tierra! ¡Tanto esperar en vano lo anunciado por los dirigentes de la Sociedad en Brooklyn (E.U.)!  No obstante, siguen predicando con ahínco su mensaje del reino y  vendiendo “La Atalaya” y “Despertad” como si no hubiera pasado nada.
Debieran enfrentarse valiente y honestamente los hechos irrefutables.  Su organización ha fallado repetidas veces al pronunciar profecías sobre el reino, el tiempo del fin, Armagedón y el Milenio.  Para ellos, el tiempo ya lo ha dicho todo.  Con presunción hablaron los Testigos, pues no aconteció lo que profetizaron.  “Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliera lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él” (Deuteronomio 18:22).

“OTOÑO de 1975”
Escribió algún dirigente de los Testigos.  (¿Knorr?  ¿Franz?  No se sabe cuál de ellos pues no firman sus escritos.) : “Según esta cronología bíblica fidedigna seis mil años desde la creación del hombre terminarían en 1975, y el séptimo período de mil años de la historia humana comenzaría en el otoño de 1975” (“Vida eterna, en libertad de los hijos de Dios”, Pág. 29, publicado en 1966 por la Sociedad Watch Tower Bible and  Tract).
En la tabla de fechas presentada en las páginas 31-35 del mismo libro se señala el año 1975 con la explicación siguiente: “Fin del sexto día de 1,000 años de la existencia del hombre (temprano en el otoño)”.  La próxima fecha que aparece en la tabla es el año 2975 y de ella se dice: “Fin del séptimo día de 1,000 años de la existencia del hombre (temprano en el otoño)”.  Para otras declaraciones proféticas sobre 1975 véase la “Despertad” del 8 de Oct. de 1966 y “La Atalaya” del 1 de mayo de 1968.
La doctrina actual  de la Sociedad de los Testigos es que el séptimo período de 1,000 años es el milenio, o sea, la época de mil años a la cual se alude en Apocalipsis 20:1-10.  También ha enseñado que la batalla de Armagedón se daría en los días previos al comienzo del milenio.  En el referido conflicto global la Iglesia Católica quedaría destruida junto con todas las demás sectas de la cristiandad y los poderes políticos.
Según sus profecías, a lo menos cuatro acontecimientos estremecedores debieran de haber tomado lugar en 1975, son a saber:
1. La batalla de Armagedón.
2. La aniquilación de la Iglesia Católica Romana y de las demás iglesias opuestas a la obra de los Testigos.
3. La destrucción de los poderes políticos.
4. El comienzo del milenio en la tierra.

¡Ninguno de estos acontecimientos ocurrió!  ¡Ni siquiera uno!  ¡Nada en 1975 para los Testigos!  Sus ancianos, vice-presidentes y presidente quedan una vez más desacreditados.  La Iglesia Católica sigue en pie; también las demás iglesias.  Los poderes políticos permanecen.  Y, ¿los Testigos?  Pues, ¡helos ahí en las calles aun vendiendo “La Atalaya” y “Despertad”!  Dicen que son esclavos y se lo creemos.  Sí, son esclavos, esclavos de la junta dictatorial que desde Brooklyn gobierna la Sociedad.  Es más: son víctimas de un buen lavado de cerebro administrado hábilmente por dicha junta.

Hundiéndose, se agarran de una cuerda roto.  Dicen que Adán fue creado en septiembre del 4026 antes de Cristo.  Después Eva fue creada, pero no se sabe cuanto tiempo después.  Si fue seis meses después, entonces el milenio comenzaría en marzo de 1976; si un año después, el milenio comenzaría en el otoño de 1976,  Así razonan.  Sin embargo, antes de encontrarse en el impasse creado por sus profecías en cuanto a 1975, habían afirmado que Eva también había sido creada en el 4026 (“La Atalaya”, 1 de mayo de 1968; “Despertad”, 8 de oct. de 1968; “El propósito de Dios”, Pág. 51, 1974).  Además, si el milenio terminaría, como se señala en la tabla de fechas dada en el libro “Vida eterna”, en el otoño del 2975 tendría que haber empezado en el otoño de 1975.  De otro modo, no se completarían los mil años en 2975.  Quiere decir que, según la cronología de los Testigos, Armagedón debiera haber pasado ya y el milenio debiera haber empezado.  No hay escapatoria para ellos.  El laberinto de sus propias doctrinas los enreda y los traiciona.

¡A los Testigos se les acabó el tiempo!  Dígaselo usted, lector.  ¡Que sean humildes y honestos!  ¡Que lo admitan!  Que no pueden tapar el cielo con un dedo ni pueden ocultar sus fracasos con más subterfugios, negaciones y nuevas profecías.

HISTORIA de PROFECÍAS  FRACASADAS
Los que estamos al tanto de la historia de los Testigos sabemos que la secta se originó con la promulgación de un sistema de doctrinas basadas principalmente en fechas, tiempos y profecías.  La vida de la secta, como también su impulso evangelístico, se deriva de sus creencias sobre el cumplimiento de los tiempos y las profecías.  Cabe preguntar cuánto tiempo más podrá sobrevivir la Sociedad  de los Testigos ya que su alimentación a través de los años ha sido, de continuo, la de profecías muertas y esperanzas frustradas.  Si usted, estimado lector, considera las siguientes profecías y declaraciones de los Testigos no le asombrará el que sus predicciones sobre 1975 no se cumplieran.  Su historia es una de numerosas profecías fracasadas.
1877   “El fin del mundo, es decir, el fin de la época del evangelio y el comienzo de la edad milenial, es más cercano de lo que suponen la mayoría de los hombres.  De hecho, ya hemos entrado en el período de transición el cual será  ‘tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces’ (Daniel 12:1)”.  (Russell, “Tres mundos, y La cosecha de este mundo”, Pág. 17).
1889  Pues, no se sorprendan cuando, en    capítulos subsiguientes, presentemos pruebas de que ya ha comenzado el establecimiento del reino de Dios el cual, según señala la profecía, empezaría a ejercer   poder en 1878, y de que ‘la batalla de aquel   gran día del Dios Todopoderoso’, la cual  terminaría en 1914 cuando hayan sido derribados los gobiernos actuales de la tierra, ya ha comenzado” (“El tiempo se acerca”, Pág. 101).

Errores y contradicciones
1. El reino de Dios no fue establecido en 1878 sino en el año 33.  Marcos 9:1; Mateo 16:28; Colosenses 1:13.
2. Charles Taze Russell, el fundador de los Testigos, profetizó que Armagedón terminaría en 1914.  Cuando no aconteció, los Testigos cambiaron la fecha, su última predicción siendo para el otoño de 1975.
3. Los gobiernos no fueron derribados en 1914, ¡ni tampoco en 1975!
1894 “No vemos por qué cambiar las fechas.  No podríamos cambiarlas aunque quisiéramos.  Creemos que son las fechas de Dios, no las nuestras.  Tenga presente el que 1914 no es el principio sino el fin del tiempo de angustia” (Russell, “La Atalaya de Sión”, 15 de julio de 1894).
Comentarios: Nótese la confianza con que escribe Russell sobre “las fechas de Dios” y el énfasis sobre la terminación de todo en 1914.  Dice Cristo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hechos 1:7).  “En su sola potestad”, no en la de Russell y los Testigos.
1904  “Según nuestras expectaciones,           pronto, entre 1910-1912, nos sobrevendrán las tensiones del gran tiempo de angustia, culminando al finalizarse los ‘tiempos de los gentiles’ en octubre de 1914” (Russell, “La Creación Nueva”, 1904).
1914  “Aunque es posible que comience        Armagedón en la primavera del añoentrante decir exactamente cuándo, sería mera especulación” (Russell, Reimpresiones de“La Atalaya, VI, 1 de Sept. De 1914, Pág.5527).
Comentarios: ¿Comenzó Armagedón en 1915?  ¡De modo alguno!  ¡Ni tampoco en 1975!  Cabe preguntar por qué rechazaron los Testigos la cronología de Russell.  El dijo que las fechas eran de Dios.
1915  “La batalla de Armagedón, para la cual está abriendo paso esta guerra. . .  significará  la derrota total y eterna del mal y el establecimiento del reino justo del Mesías. . .”  (Russell, Reimpresiones de “La Atalaya”, VI, Pág. 5659).
Comentarios: La guerra a la cual se alude Russell era la primera guerra mundial.  Esta no abrió paso a Armagedón ni fue establecido el reino milenial después de la guerra.  ¡No hay tal cosa como el reino milenial!  Si quiere leer una exposición sobre lo que es el milenio escríbanos y le enviaremos gratis el folleto “El milenio y el rapto de la iglesia”.
1916  Dentro de pocos años veremos el colapso total (del tiempo de los  gentiles) y el establecimiento completo del reino de Dios en manos del Mesías” (Russell,    Reimpresiones de “La Atalaya”, VI, Pág. 5950).
Comentarios: ¡Otra profecía fracasada!  En vano esperaron los Testigos el establecimiento del reino milenial después de la primera guerra mundial.  Nótese la contradicción sobre el tiempo de los gentiles.  Russell había dicho que el referido período terminaría en octubre de 1914.  En el 1916 hablaba de que, en efecto, seguía.
1917  “La gran guerra en Europa es el comienzo del Armagedón de las Escrituras” (Sermones del pastor Russell, Pág. 676).
Comentario: ¡Y los Testigos de hoy día aun esperan el Armagedón!
1918  El día 24 de febrero de 1918 el Sr. Rutherford, sucesor de Russell, pronunció por primera vez la conferencia “Millones ahora vivos nunca morirán”.
1920  “Basándonos en el argumento ya expuesto de que el sistema viejo de cosas, el mundo viejo, está feneciendo . . . y que se está acercando el sistema nuevo, y de que en 1925 resucitarán los fieles ilustres del pasado y comenzará la reconstrucción (o sea, el milenio, DS) es razonable concluir que millones de personas que ahora viven en la tierra estarán aun vivas en 1925.  Pues, de acuerdo con las promesas dadas en la Palabra divina, tenemos que llegar a la conclusión positiva e indisputable de que millones ahora vivos nunca morirán” (Rutherford, Pág. 97, “Millones ahora vivos”).
Comentarios: ¿Qué pasó en 1925?  ¡Nada sino el fracaso de las descaradas profecías de Rutherford!
¿Resucitaron los fieles de los tiempos pasados? ¡NO!
¿Se inició el milenio?  ¡NO!
Y, ¿aquellos millones que nunca morirían?  Pues, ¡ya han muerto!  Aquella generación de 1918, efectivamente, ha pasado De cierto, a los Testigos se les acabó el tiempo.
1929  Fue construida “Beth Sarím” (o sea, “Casa de los Príncipes”) en San Diego, California (E.U.).  Según se creía, antes del fin vendrían a morar en “Beth Sarim” Abraham, Isaac, Jacob y otros de épocas pasadas.  La casa fue vendida después de la muerte de Rutherford en 1942.

¿POR QUÉ, Testigos?
¿Por qué la vendieron?
1940  “Tal parece que el trabajo de testimoniar a favor de la Teocracia está para terminar en la mayoría de los países de la cristiandad” (Rutherford, “La Atalaya”, 1 de Sept. De 1940, Pág. 265).
Comentarios: ¡Esto fue dicho 36 años atrás!  Y, todavía siguen testimoniando los Testigos.  Dada la conglomeración de teorías que promueven, su trabajo es uno que nunca debiera haberse comenzado.  ¿Terminará ahora ya que sus profecías para 1975 cayeron a tierra?  Lo dudamos.  Tremenda organización mundial de esclavos tienen los dirigentes Brooklyn, y una imprenta enorme.  ¿Cómo podrían permitir que todo se esfumara?  ¿Qué el trabajo de décadas quedara en nada?  Astutamente buscarán cómo justificar la continuación de su obra nefaria.
1941  En el libro “Hijos” (Rutherford, Pág. 366)  Juan, uno de los personajes del libro dice a su novia: “Sin duda, se acerca Armagedón . . . Desde ahora en adelante le daremos toda la devoción de nuestros corazones a la Teocracia (Término más acertado hubiera sido “La Sociedad Watch Tower”, DS), sabiendo que pronto viajaremos juntos por la eternidad en la tierra.  Nuestra esperanza es que dentro de pocos años sea consumado nuestro matrimonio y . . . que tengamos hijos buenos que al Señor le traigan honor.  Bien podemos posponer nuestro matrimonio hasta que haya paz duradera en la tierra”.
Comentarios: Si Juan y su novia Eunice hubieran sido personas reales, ¡Todavía estarían esperando la consumación de su matrimonio!  El tendría 55 años de edad; ella, 53.  Y, ¿esos hijos buenos que querrían tener?  Pues, ¡no los tendrían jamás!  Cruel es el sistema religioso que, por medio de profecías falsas y alarmas huecas, desoriente a los hombres engañados llevándolos a rechazar el matrimonio, evitar tener hijos cuando su deseo sería procrearlos, suprimir su preparación académica, renunciar sus empleos y vender sus propiedades.  ¡Tal sistema es el de los Testigos!
1942  “El nuevo mundo está a las puertas . . . el tiempo es corto” ) ”El nuevo mundo”, Pág. 10).
1944  “Se acerca el fin del sistema mundano” (“Se acerca el reino”, Pág. 342).
“El desastre de Armagedón, más grande que el que cayó sobre Sodoma y Gomorra, está a la puerta” (“Sea Dios veraz”, Pág. 194).
1950  “El tiempo de Jehová ha llegado cuando, de manera definitiva, será    decidida la cuestión de la soberanía universal”.
1966  “Según esta cronología bíblica fidedigna seis mil años desde la creación del hombre terminarán en 1975, y el séptimo período de mil años de la historia humana comenzará en el otoñ{o de 1975” (“Vida eterna”, Pág. 29).
Y AHORA, ¿QUÉ?
Testigos, sinceramente a ustedes se les acabó el tiempo.
El tiempo de la generación de 1914 ya pasó.  Si no, favor de decirnos ¿cuánto dura una generación?
Pasó el año 1975 sin que fuesen cumplidas sus profecías.
Los dirigentes en Brooklyn los culpan a ustedes por haber esperado que vinieran Armagedón y el establecimiento del reino milenial en 1975. Pero, ellos, no ustedes, son los que escriben “La Atalaya” y “Despertad”.
Ellos, no ustedes, son los autores de esas profecías que fallaron.  De ellos aprendieron ustedes una doctrina errónea y los alentaron con vanas esperanzas.
Y ahora, ¿qué harán?  ¿Dejarán que los grandes de la Sociedad en Brooklyn sigan usándolos como a esclavos?  ¡Dios los libre!  Han tenido convicciones muy fuertes.  Por tanto, no les será fácil ver los temas de la Biblia desde otro punto de vista.  Sin embargo, desechando prejuicios y fanatismo, debieran hacer el esfuerzo.  Pueden ser cristianos, ni más ni menos, y pueden pertenecer al verdadero reino de Dios, es decir a la iglesia de Jesucristo.
Plan de la Salvación:
“Porque la paga del pecado es muerte” (Ro 6:23)

¿Quién puede salvarme?
“Cristo murió por nuestros pecados” (1 Co 15:3)

¿Qué debo hacer?
“A todos los que le recibieron los hizo hijos de Dios” (Juan 1:12).

¿Cuánto me ha de costar?
“El regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús” (Ro 6:23)