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Astrología ¿Declaran los cielos el destino del hombre?


Una breve introducción histórica

La astrología está basada en el concepto de que los cuerpos celestes influyen de alguna forma, o aun determinan, los sucesos en la tierra. Se cree que una comprensión precisa de estas influencias celestes, especialmente en el momento de su nacimiento, pueden darnos una perspectiva del carácter y el destino de una persona. Si bien la creencia en la astrología es muy antigua, sigue teniendo muchos adeptos aun en nuestros días. Un escritor estima que tanto como un cuarto de la población mundial "cree en la astrología y la sigue en alguna medida."{1} Lamentablemente, los cristianos no están exentos de estas creencias. Las estimaciones indican que entre el diez y el treinta por ciento de quienes dicen ser cristianos "nacidos de nuevo" creen de alguna forma que la astrología es verdadera.{2}
Si bien hay alguna discrepancia entre los eruditos acerca de cuándo se originó el sistema occidental de astrología, el astrólogo Robert Parry señala: "La erudición convencional se inclina hacia el punto de vista de que la astrología comenzó en las antiguas civilizaciones mesopotámicas del Oriente Medio, en algún momento próximo al segundo milenio a.C." {3}En ese tiempo no había ninguna distinción entre la astrología y la astronomía. Sin embargo, "debido a que los centros de enseñanza eran también… centros de religión, la astrología natural se corrompió con la magia y los mitos y deidades paganos. Como resultado, comenzaron a coexistir dos formas de astrología: la astrología ([o] astronomía) natural y la astrología religiosa." {4} Fue el "astrónomo alejandrino Ptolomeo… [quien] refinó la astrología para llegar a su forma actual en el segundo siglo d.C." {5} Esta es la versión de la astrología que ha tenido mayor influencia en Occidente. Pero no es de ningún modo la única forma que existe.
Los antiguos sistemas astrológicos que difieren de nuestra variedad occidental fueron desarrollados tanto en China como en India – además de otros lugares. Pero estos sistemas no sólo difieren del nuestro, sino que también difieren entre sí. Además, dentro de cada uno de estos tres sistemas principales encontramos también muchos subsistemas contradictorios.{6} Por ejemplo: "No todos los astrólogos occidentales concuerdan en que hay 12 signos del zodíaco. Steven Schmidt, en su libroAstrology 14 afirma que hay… un total de 14 signos. Pero algunos argumentan a favor de sólo 8, otros de 10, y unos pocos de 24."{7} ¡Fueron indudablemente estas muchas diferencias que llevó al astrólogo Richard Nolle a admitir que hay casi tantos sistemas astrológicos como astrónomos!{8}
Pero, ¿acaso no afectan la confiabilidad de la astrología todas estas diferencias? Después de todo, ¿no arrojarán resultados diferentes los diferentes sistemas? Ciertamente lo harán. Por ejemplo, un astrólogo podrá predecir que usted tendrá un matrimonio maravilloso; otro, que nunca se casará - ¡usted puede fácilmente recibir lecturas contradictorias de astrólogos diferentes! Y la ley de la falta de contradicción dice que ambos no pueden estar en lo correcto (si bien ambos podrían estar errados). Es por razones como estas que deberíamos dudar en colocar nuestra confianza en la astrología.

Dificultades en la interpretación de las cartas

"La base de todo el trabajo astrológico es la carta natal. Esto es un mapa preciso del cielo para la fecha, hora y lugar exactos del nacimiento… Este puede ser el nacimiento de una persona… de una nación… o aún de una idea o cuestión." {9} Una vez que el astrólogo tiene esta información, está listo para comenzar a interpretar la carta. Pero, ¿qué tipo de información es más pertinente para la interpretación de la carta?
Si bien no podemos cubrir todos los detalles, el astrólogo se ocupa principalmente del análisis de los planetas, las casas y los signos – y cómo estos se relacionan entre sí. Por lo tanto, el astrólogo Robert Parry escribe: "Cada planeta tiene un carácter diferente y distintivo que es modificado por el signo y la casa en la que está colocado. Marte, por ejemplo, es el planeta de la agresión, la extraversión, la auto confianza y la sexualidad." {10} Los "signos" son los doce signos del zodíaco. "Todos… nacen bajo uno de estos… signos (piscis, el pez, etc.)." {11} Finalmente, "las casas son las 12 divisiones del zodíaco que se dice corresponden simbólicamente a cada área de la vida… se considera que los planetas viajan por las casas, influenciando cada área de la vida al hacerlo."{12}
Pero el astrólogo no sólo debe prestar atención a los planetas, las casas y los signos, sino que también debe notar sus relaciones mutuas. Por ejemplo, "las relaciones angulares entre los planetas son… muy importantes. Estas relaciones se denominan ‘aspectos’…un aspecto Cuadrado (90 grados) entre dos planetas indica tensión o desacuerdo… en tanto que un aspecto Trino (120 grados) indica simpatía y cooperación."{13}
Por lo tanto, interpretar una carta natal es un asunto muy complejo. Por cierto, ¡un astrólogo "calculó que lamenor cantidad posible de combinaciones diferentes que resultan de la carta más básica… era algo así como la cantidad estimada de átomos en el universo conocido!"{14} Y esta complejidad es sólo una de muchas dificultades.
Otra es que no todos los astrólogos concuerdan en la cantidad de signos que deben ser considerados al interpretar una carta. Si bien la mayoría reconocen doce, algunos piensan que son menos y otros, más. Hay también diferencias con relación a dónde deberían colocarse las diversas casas en una carta. Y, claramente, estas diferencias llevarán a interpretaciones contradictorias.
Finalmente, está el problema de la autoridad.{15} ¿Qué base objetiva tienen los astrólogos para aseverar que un aspecto Cuadrado indica desacuerdo, en tanto que un aspecto Trino indica cooperación? ¿Por qué algunos astrólogos consideran que Saturno es un planeta "malo" y Júpiter es un planeta "bueno"? ¿Cómo sabe el astrólogo que "la primera casa representa la personalidad, la segunda… el dinero [y]… la octava… la muerte?" {16} Dado que dichas aseveraciones parecen ser arbitrarias, se deduce que los resultados serán arbitrarios también. Por lo tanto, uno debería cuidarse de aceptar los consejos de los astrólogos – ¡al menos cuando están hablando como astrólogos!

El problema de los mellizos

En su libro, In Defense of Astrology (En defensa de la astrología), Robert Parry intenta defender a la astrología de las doce objeciones más frecuentes que suelen levantarse contra ella. Consideremos sólo una de estas: el problema de los mellizos.
Algunos mellizos nacen con una separación de minutos. Sin embargo, pueden llevar vidas muy diferentes. Pero si el carácter y el destino de una persona están determinados en gran medida por las posiciones de los cuerpos celestes al momento de nacer, esperaríamos que los mellizos fueran asombrosamente similares en estos aspectos. Sin embargo, claramente este no es siempre el caso. Aun Parry admite que un mellizo puede morir muy joven mientras que "el otro muere a una edad avanzada". {17} ¿Cómo aborda esta dificultad en su carácter de astrólogo?
Comienza señalando: "Aun unos pocos minutos pueden hacer una gran diferencia en una carta natal." {18}Luego argumenta que aun cuando un mellizo muera y el otro viva, "el mismo suceso, a saber, la muerte, ha entrado en ambas vidas en el mismo instante. Un mellizo muere… el otro es tocado radicalmente por la pena… de… la muerte." {19} Concluye: "Seguramente este es un argumento a favor de la astrología, y no en contra de ella."{20} Pero, ¿cuán convincente es este argumento, en realidad?
Si bien puede ser cierto que unos pocos minutos pueden a veces hacer una gran diferencia en una carta natal, claramente este no es siempre el caso. Por cierto, algunos eruditos afirman que aun "un intervalo de varios minutos no haría mucha diferencia." {21}Segundo, indudablemente hay una gran diferencia en que alguien muera, por un lado, y que alguien pierda a un ser querido, por el otro. Parece innegable que los destinos de estas dos personas son radicalmente diferentes. Sin duda, esto constituye una objeción legítima a la capacidad de la astrología para predecir el destino de una persona.
Además, para quienes aceptamos la autoridad de la Biblia, es instructivo contemplar las vidas de Jacob y Esaú, dos mellizos que nacieron tan cerca en el tiempo que Jacob salió del vientre "trabada su mano al calcañar de Esaú".{22} La astrología esperaría que estos dos hombres tuvieran personalidades y destinos similares. Pero, ¿fue así?
La Biblia registra: "Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas."{23} Además de ser bastante diferentes en su personalidad y temperamento, eran físicamente diferentes también. Esaú era un hombre velludo, pero Jacob era lampiño.{24} Pero lo más importante es que los destinos de ambos hombres, así como sus descendientes, fueron drásticamente diferentes. Dios otorgó su favor especial sobre Jacob, pero rechazó a Esaú al declarar: "Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí."{25} Sin duda, si la astrología fuera cierta uno no esperaría que mellizos nacidos prácticamente en el mismo instante fueran tan completamente diferentes, tanto en su carácter como en su destino.

La astrología y la ciencia

Hay numerosos estudios que han intentado comprobar las afirmaciones de la astrología. El científico citado más a menudo por los astrólogos que ha brindado "pruebas" para algunas de sus ideas es el fallecido psicólogo Michel Gauquelin. El astrólogo Robert Parry escribe:
Los resultados de Gauquelin son asombrosos. Por ejemplo, se demuestra en forma bastante concluyente que el planeta tradicionalmente enérgico y agresivo, Marte, es fuerte más frecuentemente en las cartas de deportistas que lo que permitiría el azar normalmente… Además, estos atributos profesionales tienden a concordar con la ley astrológica tradicional, que siempre ha asociado a Marte con el espíritu competitivo.{26}
Los resultados de Gauquelin son conocidos como el "efecto Marte". Dijo haber encontrado evidencias de este efecto en "un estudio que intentaba verificar si las fechas de nacimiento de 2088 campeones del deporte eran o no ‘estadísticamente significativas’ de acuerdo con la posición de Marte." {27} Irónicamente, si bien se notó ciertamente alguna leve evidencia a favor de este efecto, Gauquelin "no lo consideró un efecto astrológico".{28} Más aún, si bien es citado frecuentemente como una persona que presta validez al tema, él "nunca dijo que validara la astrología tradicional en ningún sentido". {29}
Sin embargo, dijo encontrar alguna evidencia para el "efecto Marte". ¿Acaso no otorga esto alguna credibilidad a la astrología? No necesariamente. "El problema para los astrólogos es que el ‘efecto Marte’ jamás ha sido confirmado en 30 años de estudios posteriores." {30} Uno de los estudios más perjudiciales en este sentido fue publicado en 1995 por un equipo de científicos franceses. Después de un exhaustivo estudio de doce años, el "intento del equipo de replicar independientemente los hallazgos de Gauquelin fracasaron; no ofreció ‘ninguna evidencia del efecto Marte’" {31} Dado que este "efecto" suele considerarse como una confirmación fuerte de la veracidad de la astrología, parece ser que el apoyo científico en este tema es bastante difícil de obtener.
Pero, ¿no hay otras pruebas para la validez de la astrología? Por ejemplo, ¿no ofrecen todas las predicciones hechas por astrólogos una forma de verificar la precisión del tema? Ciertamente es así, pero los resultados suelen ser bastante poco convincentes. Si bien pueden ocurrir a veces predicciones exitosas, en general, "las predicciones publicadas… parecen tener un historial peor que las revelaciones hechas por los clientes". {32}
En un estudio llevado a cabo entre 1974 y 1979, más de 3.000 predicciones hechas por astrólogos destacados como Jeane Dixon y Carroll Righter fueron examinadas. La cantidad de fracasos fue 2673 - ¡casi un 90 por ciento! Además, "a los astrólogos… se les dio el beneficio de la duda para los casos en que la predicción pudiera ser atribuida a la adivinanza sagaz, el uso ambiguo de palabras o información confidencial".{33} ¡Sin estos beneficios, la tasa de fracasos habría sido de casi 100 por ciento! Los autores del estudio concluyeron: "Los resultados… pintan un cuadro sombrío… para la… afirmación de que ‘la astrología funciona’"{34}

La astrología y la Biblia

¿Qué dice la Biblia acerca de la astrología? Según un astrólogo, "la Biblia está llena de la filosofía de la astrología". {35} Pero cuando uno examina cuidadosamente los pasajes que supuestamente hablan favorablemente de la astrología, tiene que concluir con los Dres. Bjornstad y Johnson que "absolutamente NINGÚN pasaje de las escrituras apoya la astrología… ni una sola referencia siquiera indica tolerancia de este arte."{36}
La Biblia condena la fe en la astrología como fútil y mal dirigida. En Jeremías 10, Dios da esta advertencia: "No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad."{37} Dios es a la vez el Creador y el Soberano de los cielos; por lo tanto, las personas deben confiar en Él y temerle – y no lo que Él ha hecho.
A diferencia de Dios, la astrología es impotente para liberar a los que confían en ella. En Isaías 47, "Dios condena a Babilonia y cuenta de su juicio próximo".{38} En el versículo 13 dice: "Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti." Pero se ve que sus esfuerzos serán completamente vanos en las últimas palabras del capítulo: "No habrá quien te salve." {39}Sea cual fuere el poder de predicción que tenga la astrología, ¡queda completamente opacado por el Señor soberano que creó todas las cosas y que gobierna todas las cosas!
Finalmente, en Deuteronomio 18:10-12, la astrología cae bajo la misma condenación que todas las otras formas de adivinación. Probablemente haya muchas razones para esto, pero déjeme mencionar una sola. Si las ideas de la astrología han sido desacreditadas en gran medida, ¿qué justifica su poder de predicción a veces asombroso? La Biblia, además de admisiones francas de algunos astrólogos, indica una participación sobrenatural o espiritual. Pero si Dios condena la astrología, ¿de qué tipo de espíritus estamos hablando? Si bien puede ser impopular decirlo, la Biblia sugiere que son demonios.{40} Y es extraño cuántos astrólogos de hecho atribuyen sus poderes de predicción a la sabiduría de sus espíritus guías. Un astrólogo profesional con doce años de antigüedad confesó: "Nunca conocí a un astrólogo exitoso… que no admitiera… que el espiritismo era el poder detrás del oficio."{41} ¿Podría ser que la astrología funciona (cuando funciona) no debido a sus ideas desacreditadas y contradictorias sino por el poder invisible del mundo espiritual? Si es así, la condenación de Dios de la astrología podría ser motivada parcialmente por una preocupación por proteger a las personas de la influencia de estos espíritus malignos.
Para concluir, los cielos no declaran el destino del hombre sino la gloria del Dios que los creó. {42} Es Dios, y no los cielos, quien "hace todas las cosas según el designio de su voluntad."{43}
Notas

ESTADOS UNIDOS: Una nación bajo Dios


Bandera_usa : Bandera de Estados Unidos sobre fondo blanco. Cerrar.

Los fundadores de Estados Unidos: Primera parte

G.K. Chesterton dijo una vez que "Estados Unidos es el único país del mundo que está fundado sobre un credo. Ese credo aparece con lucidez dogmática y aun teológica en la Declaración de la Independencia". {1} Vamos a documentar los orígenes de este país considerando un libro que se titula One Nation Under God: Ten Things Every Christian Should Know About the Founding of America (Una nación bajo Dios: Diez cosas que todo cristiano debería saber acerca de la fundación de Estados Unidos).{2}
La primera cosa que un cristiano debería saber es que "Cristóbal Colón fue motivado por su fe cristiana para navegar al Nuevo Mundo". Un ejemplo de esto puede encontrarse en sus escritos, luego de descubrir esta nueva tierra. Escribió: "Por lo tanto, que el rey y la reina, los príncipes de sus reinos más afortunados, y todos los demás países de la cristiandad, den gracias a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien nos ha otorgado una victoria y un regalo tan grandes. Que las procesiones religiosas sean solemnizadas; que se hagan festivales sagrados; que las iglesias estén cubiertas de guirnaldas festivas. Que Cristo se regocije en la tierra, como se regocija en el cielo, al anticipar la salvación de tantas almas de personas perdidas hasta ahora".{3}
La segunda cosa que debería saber todo cristiano es que "los peregrinos dijeron claramente que venían al Nuevo Mundo para glorificar a Dios y extender la fe cristiana". Podría decirse fácilmente que Estados Unidos comenzó con las palabras: "En el nombre de Dios. Amén". Estas eran las primeras palabras del primer documento de autogobierno de la nación: el Convenio del Mayflower, oMayflower Compact.
Los peregrinos eran creyentes en la Biblia que se rehusaban a someterse a la Iglesia de Inglaterra estatal herética y terminaron por venir a América. Su líder, William Bradford, dijo: "Tenían una gran esperanza y un celo interior por establecer un buen fundamento, o al menos avanzar en ese sentido, para la propagación y la extensión del evangelio del reino de Cristo en aquellas partes remotas del mundo; sí, que ellos pudieran ser como piedras sobre las cuales otros pudieran caminar para realizar una tarea tan grande".{4}
Muchos eruditos creen que el acuerdo inicial para el autogobierno que se encuentra en el Mayflower Compactse convirtió en la piedra angular de la Constitución de EE.UU. Este acuerdo para el autogobierno, firmado el 11 de noviembre de 1620, creaba un nuevo gobierno en el cual acordaban "hacer pacto y combinarse" juntos en un "cuerpo civil" (Body Politick).
El historiador británico Paul Johnson dijo: "Es un documento sorprendente . . . Lo que era notable acerca de este contrato específico era que no era entre un siervo y un amo, o un pueblo y un rey, sino mutuamente entre un grupo de personas de ideas similares, y con Dios como testigo y confirmante simbólico".{5}

Los fundadores de Estados Unidos: Segunda parte

La tercera cosa que debería saber todo cristiano es que "los puritanos crearon comunidades basadas en la Biblia a fin de practicar un gobierno representativo que seguía el modelo de los pactos eclesiásticos". Tanto los peregrinos como los puritanos no estaban de acuerdo con muchas cosas de la Iglesia de Inglaterra de su tiempo. Pero los peregrinos sentían que reformar la iglesia era un esfuerzo inútil. Fueron llevados a separarse de la iglesia oficial y fueron rotulados frecuentemente como "separatistas". Los puritanos, por otra parte, querían reformar a la Iglesia de Inglaterra desde adentro. Abogaban, desde adentro, a favor de la pureza de la iglesia. De ahí su nombre: puritanos.
En ese tiempo no había habido ninguna constitución escrita en Inglaterra. El derecho común británico era una tradición mayormente oral, expresada según la necesidad en varias decisiones escritas de tribunales. Los puritanos se propusieron anclar sus libertades en la hoja escrita, una tradición tomada de la Biblia. Crearon el Cuerpo de Libertades que fueron establecidas sobre la creencia de que el gobierno de Cristo no se da solo para la iglesia sino también para el estado. Contenía principios encontrados en la Biblia, específicamente noventa y ocho protecciones distintas de los derechos individuales, incluyendo el debido procedimiento legal, el juicio por jurado de pares y prohibiciones contra el castigo cruel e inusitado.
La cuarta cosa que debería saber todo cristiano es que "esta nación fue fundada como un santuario para los disidentes religiosos". Roger Williams cuestionó muchas de las leyes puritanas de Massachussets, especialmente el derecho de los magistrados de castigar a quienes no guardaban el día de reposo. Luego de dejar Massachussets y fundar Rhode Island, se convirtió en el primero en formular el concepto de "separación de la iglesia y el estado" en Estados Unidos.
Williams dijo: "El magistrado civil no podrá inmiscuirse ni siquiera para evitar que una iglesia cometa apostasía o herejía". {6} En el acta de constitución de Rhode Island de 1643 y todos sus estatutos subsiguientes, Roger Williams estableció la idea de que el estado no debería imponer la opinión religiosa.
Otro disidente era el cuáquero William Penn. Él fue el autor principal del documento fundacional del gobierno para la tierra que llegó a conocerse con el nombre de Pennsylvania. Este documento se llamó The Concessions (Las concesiones), y trataba no solo con asuntos del gobierno sino que se ocupaba también de cuestiones sociales, filosóficas, científicas y políticas. Para 1680,The Concessions tenía 150 firmantes y, de acuerdo con el espíritu cuáquero, este esfuerzo grupal preveía libertades de una amplitud nunca vistas antes en la ley anglosajona.
Paul Johnson dijo que, cuando fue fundado Estados Unidos, Filadelfia era "la capital cultural de Estados Unidos". También señala: "Puede sostenerse, por cierto, que la Pennsylvania cuáquera fue el estado clave en la historia estadounidense. Fue el último gran florecimiento de innovación política puritana, alrededor de esta gran ciudad de amor fraternal".{7}

La educación y la religión en Estados Unidos

La quinta cosa que todo cristiano debería saber es que "la educación de los colonos y fundadores de Estados Unidos fue singularmente cristiana y basada en la Biblia". La educación era muy importante para los fundadores de este país. Una de las leyes de la Nueva Inglaterra puritana era el Old Deluder Act (Acta del Viejo Engañador). Se llamaba así porque apuntaba a derrotar a Satanás, el Viejo Engañador, que había usado el analfabetismo en el Viejo Mundo para impedir que la gente leyera la Palabra de Dios. La Cartilla de Nueva Inglaterra fue usada para enseñar a los niños coloniales a leer, e incluía el Padrenuestro, el Credo de los Apóstoles y el texto de muchos himnos y oraciones.
Podemos ver también la importancia de la educación en la reglas de muchas de las primeras universidades. Las Leyes y Estatutos de la Universidad de Harvard, en 1643, decía: "Sea todo estudiante instruido claramente e impulsado celosamente a considerar que el principal fin de su vida y de sus estudios es conocer a Dios y a Jesucristo, que es vida eterna (Juan 17:3)."{8}
La Universidad de Yale contenía dos requisitos en su acta de constitución de 1745: "Todos los estudiosos vivirán vidas religiosas, piadosas e intachables de acuerdo con las reglas de la Palabra de Dios, leyendo diligentemente las Sagradas Escrituras, la fuente de luz y verdad; y constantemente atendiendo a todos los deberes de la religión, tanto en público como en secreto".{9}
El reverendo John Witherspoon fue el único ministro en actividad que firmó la Declaración de la Independencia. El erudito constitucional John Eidsmoe dice: "La mejor forma de describir a John Witherspoon es como el hombre que dio forma a los hombres que dieron forma a Estados Unidos. Si bien él no asistió a la Convención Constituyente, su influencia se multiplicó varias veces por aquellos que hablaron así como por lo que se dijo".{10}
New Jersey eligió a John Witherspoon al Congreso Constituyente que redactó la Declaración de la Independencia. Cuando el Congreso pidió un día nacional de ayuno y oración el 17 de mayo de 1776, se le pidió a John Witherspoon que predicara el sermón. Su tema fue: "El dominio de la Providencia en los asuntos de los hombres".
La sexta cosa que debería saber todo cristiano es que "un avivamiento religioso fue el factor clave en la unificación de las colonias separadas antes de la Guerra Revolucionaria".
Paul Johnson, autor de A History of the American People (Una historia del pueblo estadounidense), informa que este Gran Despertar podría haber tocado tanto como tres de cada cuatro colonos estadounidenses.{11}También señala que este Gran Despertar "hizo sonar el toque de difuntos del colonialismo británico".{12}
Según diría John Adams más adelante: "La revolución tuvo lugar antes de comenzar la guerra. La revolución estaba en la mente y el corazón del pueblo, y el cambio, en sus sentimientos religiosos de sus deberes y obligaciones".
Paul Johnson cree que "la revolución no podría haber ocurrido sin este trasfondo religioso. La diferencia esencial entre la Revolución Estadounidense y la Revolución Francesa era que la primera, en sus orígenes, fue un evento religioso, en tanto la segunda fue un evento antirreligioso".{13}

El clero y el cristianismo bíblico

La séptima cosa que todo cristiano debería saber es que "muchos de los clérigos de las colonias estadounidenses, miembros del Regimiento Negro, predicaban la libertad". Mucho de esto tuvo lugar en los llamados "Sermones electorales" de Massachussets, Connecticut, Nueva Hampshire y Vermont. A menudo los ministros hablaban del tema del gobierno civil de forma seria e instructiva. El sermón luego era impreso para que cada representante tuviera una copia para él, y para que los ministros de cada pueblo tuvieran una copia.
John Adams señaló: "Los ministros de Filadelfia 'tronaban y relampagueaban cada día de reposo' contra el despotismo del Jorge III".{14} Y, al hablar en su Virginia natal, Thomas Jefferson notó que "la oratoria en los púlpitos corría como un choque eléctrico por toda la colonia".{15}
Entre los predicadores más influyentes estaban John Witherspoon, Jonathan Mayhew, Samuel West y el reverendo John Peter Muhlenberg. El reverendo Mayhew, por ejemplo, predicó un mensaje titulado "Con relación a la sumisión ilimitada a los Altos Poderes, al Consejo y a la Casa de Representantes en la Nueva Inglaterra colonial". Dijo: "Es de esperar que solo unos pocos considerarán que el tema no corresponde ser tratado en el púlpito, con la idea de que es predicar política, en vez de Cristo. Sin embargo, para quitar prejuicios de todo tipo, ruego que se recuerde que 'toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia'. ¿Por qué, entonces, no deberían aquellas partes de las Escrituras que están relacionadas con el gobierno civil ser examinadas y explicadas desde el púlpito, así como las otras?".{16}
La octava cosa que todo cristiano debería saber es que "el cristianismo bíblico fue la fuerza impulsora detrás de los líderes clave de la Revolución Estadounidense".
En 1772, Samuel Adams creó una "Comisión de Correspondencia" en Boston, a fin de mantenerse en contacto con sus compañeros estadounidenses a lo largo de la costa. El historiador George Bancroft llamó a Samuel Adams "el último de los puritanos".{17} Su biógrafo, John C. Miller, dice que Samuel Adams no puede ser entendido sin considerar el impacto duradero que tuvo sobre él la predicación de Whitefield en Harvard, durante el Gran Despertar. {18} Adams había estado diciendo a sus compatriotas durante años que Estados Unidos debía tomar una posición contra la tiranía. Consideraba que la libertad individual era "la ley del Creador", y un derecho cristiano documentado en el Nuevo Testamento.{19} Al firmarse la Declaración de la Independencia, Sam Adams dijo: "Este día hemos restaurado al Soberano a Quien todos los hombres deben ser obedientes. Él reina en el cielo desde la salida hasta la puesta del sol, venga su reino".

Los documentos fundadores

La novena cosa que todo cristiano debería saber es que "el cristianismo jugó un papel significativo en el desarrollo del certificado de nacimiento de nuestra nación: la Declaración de la Independencia". Por ejemplo, los ancianos presbiterianos de Carolina del Norte redactaron la Declaración de Mecklenburg, en mayo de 1775, bajo la dirección del anciano Ephraim Brevard (un graduado de Princeton). Un estudioso dice: "Al corregir su primer borrador de la Declaración puede verse, al menos en algunos lugres, que Jefferson había borrado las palabras originales y había insertado las que se encuentran en la Declaración de Mecklenburg. Nadie puede dudar que Jefferson tenía las resoluciones de Brevard delante de él cuando escribía su inmortal Declaración".{20}
La relación entre la Declaración de la Independencia y la Constitución es crucial. La Declaración es el "por qué" del gobierno estadounidense, mientras que la Constitución es el "cómo".
Otra influencia en la Declaración fue la "Declaración de Derechos de Virginia" de George Mason. Note cuánto se parece a la Declaración: "Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado de la sociedad, no pueden, por ningún convenio, despojar o desposeer a su posteridad; a saber, el disfrute de la vida y la libertad, con los medios para adquirir y poseer propiedad, y seguir y obtener felicidad y seguridad".
Paul Johnson dice: "No hay ninguna duda de que la Declaración de Independencia fue, para quienes la firmaron, un acta religiosa además de secular, y que la Guerra Revolucionaria tuvo la aprobación de la divina providencia. La habían ganado con la bendición de Dios y luego formularon su marco de gobierno con la bendición de Dios, así como en el siglo XVII los colonos habían formulado sus Convenios y Estatutos y Órdenes e Instrumentos, con Dios mirando por sobre sus hombros".{21}
La décima cosa que todo cristiano debería saber es que "la comprensión bíblica de la pecaminosidad del hombre fue el principio rector detrás de la Constitución de los Estados Unidos". John Eidsmoe dice: "Si bien Witherspoon derivó el concepto de la separación de los poderes de otras fuentes, como Montesquieu, el sistema de equilibrio de poderes parece haber sido su contribución singular a la fundación del gobierno de EE.UU."{22}. Agrega: "Una cosa es cierta: la religión cristiana, especialmente el calvinismo del reverendo Witherspoon, que enfatizaba la naturaleza caída del hombre, influyó en la visión de Madison de la ley y el gobierno".{23}
Notas
  1. Gilbert K. Chesterton, What I Saw in America (London: Hodder and Stoughton, 1922). Volver
  2. David C. Gibbs, One Nation Under God: Ten Things Every Christian Should Know About the Founding of America(Seminole, FL: Christian Law Association, 2003). Volver
  3. Christopher Columbus, Journal, 1492, citado en Federer, United States Folder, Library of ClassicsVolver
  4. William Bradford, Of Plymouth Plantation, 1620-1647, editado y actualizado por Samuel Eliot Morison (New York: Alfred A. Knopf, 2001), 25. Volver
  5. Paul Johnson, A History of the American People (New York: HarperCollins Publishers, 1997), 29-30. Volver
  6. George Bancroft, History of the United States of America, From the Discovery of the Continent (New York: D. Appleton and Company, 1890), Vol. I, 250. Volver
  7. Johnson, 66. Volver
  8. Rules for Harvard University, 1643, from "New England's First Fruits," The Annals of America, Vol. 1, 176. Volver
  9. Regulations at Yale College, 1745, from "New England's First Fruits," The Annals of America, Vol. 1, 464. Volver
  10. John Eidsmoe, Christianity and the Constitution (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1987), 81. Volver
  11. Johnson, 115. Volver
  12. Ibid., 307. Volver
  13. Ibid., 116-117. Volver
  14. Derek Davis, "Jesus vs. the Watchmaker," Christian History, May 1996, 35. Volver
  15. Thomas Jefferson, Autobiography, January 6, 1821. Volver
  16. Jonathan Mayhew, to the Council and House of Representatives in Colonial New England, 1749. Volver
  17. Bancroft, History, Vol. III, 77. Volver
  18. John C. Miller, Sam Adams: Pioneer in Propaganda(Stanford, CA: Stanford University Press, 1936/1960), 85, citado en Eidsmoe, Christianity and the Constitution, 248.Volver
  19. Robert Flood, Men Who Shaped America (Chicago: Moody Press, 1976), 35-36. Volver
  20. N. S. McFetridge, Calvinism in History (Philadelphia: Presbyterian Board of Publication, 1882), 85-88. Volver
  21. Johnson, 204-205. Volver
  22. Eidsmoe, 89. Volver
  23. Ibid., 101. Volver

La ética protestante y el espíritu del capitalismo Max Weber


La ética protestante y el espíritu del capitalismo
Max Weber
En una sola frase la tesis de Weber es que el mundo protestante es más exitoso económicamente que el mundo católico gracias al influjo de la religión protestante en cada uno de sus individuos: amor al trabajo, honradez, ahorro y un apego permitido a lo material, algo que el catolicismo solo supo predicar los domingos pero no controlar ni inculcar en la cotidianeidad de su pueblo.
En base a estudios estadísticos propios, en la Alemania de principios del s. XX, el autor comienza señalando que en dicho país los protestantes participan en la posesión del capital mucho más que los católicos. La primera causa de esta diferencia es que la Reforma trajo consigo una dominación eclesiástico-religiosa de la vida cotidiana mucho más estricta y rigurosa que la católica, en ese entonces un “poder extremadamente suave” sobre la vida de los individuos. La iglesia católica “castiga al hereje, pero es indulgente con el pecador”. Las pujantes clases burguesas aceptaron la tiranía puritana protestante e incluso la defendieron, ensalzando así el trabajo, la vida pura, el ahorro, entre otros.
También sus estadísticas señalan que los protestantes acuden y estudian para profesiones de tipo industrial y mercantil en mayor proporción que los católicos, quienes prefieren en su mayoría los estudios humanistas. Plantea que las causas provienen de características propias a cada confesión y no a contingencias histórico-política.
El gusto por el humanismo en desmedro de la ciencias podría explicarse por un mayor “alejamiento del mundo” por parte del catolicismo, que ha educado a sus fieles en un espíritu de indiferencia ante los bienes mundanos. Los protestantes tachan esto de pereza; los católicos en cambio, a los protestantes, de materialistas… “que sería consecuencia de la laicización de todo el repertorio vital llevada a cabo por el protestantismo”. Weber da a entender que el católico es conformista y prefiere la seguridad, mientras que el protestante se atreve con el peligro y la exaltación.
Las “formas más puras e íntimas de la piedad cristiana” se hallan también en el área protestante. El énfasis protestante no está en la confesión sino en la conducta: trabajo, pureza, no alcohol, no fiestas, si familia, si ahorro. Los protestantes son famosos por su laboriosidad: los hugonotes en Francia son un buen ejemplo en el seno del catolicismo. Énfasis en la conducta: “minuciosa reglamentación religiosa de la vida”. Otro ejemplo es la tolerancia de Federico I de Prusia, quien permitió que los menonitas no hicieran el servicio militar porque sabía de su enorme capacidad de trabajo.

“La falta más absoluta de escrúpulos cuando se trata de imponer el propio interés en la ganancia de dinero es una característica peculiar de aquellos países cuyo desenvolvimiento burgués capitalista aparece “retrasado” en relación a la medida de la evolución del capitalismo en Occidente. Cualquier fabricante sabe que es justamente la falta de conscienziosità de los trabajadores de países como Italia (a diferencia de Alemania por ejemplo) uno de los obstáculos principales de su evolución capitalista, y aún de todo progreso en general”. Estas probidad y escrúpulo en un capitalismo exitoso provienen de la rigurosidad y vigilancia de los preceptos inculcados por el protestantismo en la vida de cada cual.
Continúa con el espíritu del capitalismo: la diferencia entre católicos y protestantes no está tampoco, según él, en la intensidad del “impulso adquisitivo” por parte de los segundos, ni en su desarrollo, puesto que una intensidad desenfrenada, sin escrúpulos, es perjudicial al espíritu capitalista.
Uno de los principales obstáculos que tuvo que afrontar el espíritu capitalista fue la conducta tradicional de trabajar para la suficiencia, “ganar lo necesario para seguir viviendo”. De poco sirvió para combatir esta conducta el trabajo a destajo (una temporada corta ganando mucho dinero); luego se intentó lo contrario, bajar el nivel de los salarios, asunto que resultó hasta ciertos límites. Capitalismo como selección económica de sujetos. Los salarios bajos a veces perjudican fisiológicamente y por lo tanto se selecciona a “los más inútiles”. Dice que el salario bajo es contrario a los trabajos cualificados.
El trabajo como un fin en sí, como “profesión”, como algo querido, es algo que el “capitalismo exige”, y que no se logra con salarios altos o bajos sino con educación, mediante moralización religiosa por ejemplo, asociándola con la economía.
Pre-capitalismo: trabajo doméstico, oficios. Por tradicional entiende el trabajo para cubrir las necesidades de la vida y un poco más, sin ansia de capital acumulándose. Esto es típico de sistemas precapitalistas. Pero cuando uno sólo decide enriquecerse (con cambios en sus medios de producción, reorganización de políticas de compras y ventas…) los demás están casi obligados a seguir sus pasos, porque el primero acapara. El hombre precapitalista detesta al capitalista.
Origen del capitalismo; dos leitmotiv según Sombart: la “satisfacción de las necesidades” y el “lucro”. La seguridad eterna, la despensa bien llena, o la capacidad de adquirir cualquier cosa. Así el enriquecerse se convierte en “profesión”.
Niega la racionalización del Derecho privado como algo fundamental en el auge del capitalismo. Tampoco la filosofía laica y racionalista (s. XVIII) “floreció de modo exclusivo ni siquiera dominante en los países económicamente más adelantados”. El racionalismo “no es en modo alguno campo abonado para que florezca esa relación del hombre con su “profesión”, en el sentido misional, que requiere el capitalismo”. “La dedicación abnegada … al trabajo profesional… era y sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra civilización capitalista”.

La palabra “profesión” tiene un matiz religioso en todos los pueblos de mayoría protestante, mientras que carece de él en los católicos, y en las lenguas antiguas sólo el hebreo parece tener un matiz religioso para esa palabra. Beruf, en alemán, y calling, en inglés. Dichas palabras nacieron de traducciones de la Biblia, pero “no del espíritu del texto original sino precisamente del espíritu del traductor”, de la traducción de Jesús Sirach pasó al lenguaje de los demás pueblos protestantes que la adoptaron. Así el trabajo obtiene un sentido sagrado. La “superación de la moralidad terrena” se realiza según el protestantismo mediante el cumplimiento de los deberes que cada cual se impone según su posición en la vida y su profesión, y no mediante la ascesis monástica. Pero sin embargo Weber no considera el sentido del trabajo como castigo desde la expulsión del paraíso, bastante distinto de “misión”, y si los protestantes en su mayoría siguen los preceptos y los sentidos de la Biblia, dicha concepción aparecida en el génesis no debió haber sido omitida.
El protestantismo rompe definitivamente con la vida monástica; según Lutero aquella es “el producto de un desamor egoísta” que “carece de valor para justificarse ante Dios”, que “se sustrae al cumplimiento de los deberes”; en cambio ensalza el trabajo profesional como amor al prójimo. Weber señala el nexo con Adam Smith: “la división del trabajo obliga a cada cual a trabajar para los demás”; de paso anula completamente la autosuficiencia.
La concepción del trabajo y la profesión es una de las mayores aportaciones de la Reforma y de Lutero. Pero Lutero no puede relacionarse directamente con el espíritu del capitalismo, pues se encuentran en sus palabras diatribas contra los grandes mercaderes, contra la usura, el préstamo y el interés.
La visión paulista del trabajo y de la profesión es la de un medio al que no de le debe atribuir excesiva importancia; pues lo importante es conseguir la bienaventuranza (p.69). Es decir que el trabajo no es la bienaventuranza para la concepción paulista. El protestantismo temprano asocia trabajo y profesión al destino: “cada cual debe permanecer en la profesión y estado en el que le ha colocado Dios…”.
La Reforma es inimaginable sin la evolución “personalísima de Lutero”, pero su “obra no hubiera sido duradera sin el calvinismo”. Católicos y luteranos aborrecen por igual al calvinismo, porque este muestra una enérgica dedicación puritana al mundo.
La reforma o las influencias religiosas no son indispensables ni para el nacimiento ni para el desarrollo del capitalismo pero si participan e influyen en él; basta “establecer si han existido afinidades electivas entre ciertas modalidades de la fe religiosa y la ética profesional” (p.76) para demostrarlo.
Iglesias reformadas, puritanas o ascéticas: calvinismo, pietismo, metodismo, bautistas (bautizantes), presbiterianas. El metodismo nace en XVIII dentro de la iglesia anglicana; se separa de ésta al llegar a América. El pietismo nace del calvinismo inglés y holandés, se unió a la ortodoxia y finalmente se incorporó al luteranismo. El movimiento puritano (o ascético) atacaba los fundamentos del anglicanismo, al parecer igual de poco riguroso con sus fieles que el catolicismo; el puritanismo se abocaba a la fidelidad moral-vida.
El hombre debe recorrer solo su camino en la búsqueda de la felicidad eterna, camino ignorado pero prescrito de antemano: “nadie podía ayudarle; no el predicador, porque sólo el elegido era capaz de comprender el espíritu de la palabra de Dios; no los sacramentos…” porque solo son medios para aumento de su gloria; tampoco la iglesia, que fuerza a los hombres a cumplir esos preceptos. “Este radical abandono… de la posibilidad de una salvación eclesiástico sacramental era el factor decisivo frente al catolicismo. Con él halló acabamiento el proceso de “desencantamiento” del mundo”. El hombre busca él solo Dios y la bienaventuranza, y además está predestinada a encontrarla.
El desencantamiento y el rechazo a todo lo mágico sacramental alcanzó en los puritanos por ejemplo, a enterrar calladamente a los suyos. Solo Dios otorga la gracia. Puritanos: “no confiar demasiado en la ayuda y amistad de los hombres”, “desconfiar del amigo más íntimo”… “Dios debe ser el único confidente del hombre”. El calvinismo, a diferencia del luteranismo, eliminó la confesión privada.
“El sumo bien a que aspira la religiosidad: la certidumbre de la gracia”. El calvinismo quiere alcanzarla según la máxima: “Dios ayuda al que se ayuda a si mismo”, y no por las buenas obras como pretende el catolicismo, sino mediante “un sistemático control de si mismo”. El cristiano medieval hacía buenas obras ocasionales, sobretodo para expiar pecados. El calvinismo insiste en transformarlo en cotidiano, en hace de cada pedazo de vida una buena obra y una perfecta conducta. El luterano también se expía mediante las “buenas obras”.
El pecado original y el trabajo como castigo es solucionado por el luteranismo como una obediencia, penitencia cotidiana para la remisión de los pecados.
El metodismo es muy cercano al calvinismo; las buenas obras ocasionales no son el medio para pasar del estado natural al estado de gracia (status gratiae) sino la aplicación conductual en cada hora y acción; racionalización de la conducta era el principio del puritanismo, “para sustraer al hombre de los apetitos irracionales”, para asegurar la “primacía de la voluntad planificada”; todo esto se transforma con el tiempo en el “reservado autocontrol… del gentleman inglés y angloamericano".
La educación de la conducta trabajaba sobre la voluntad. El calvinismo masificó la conducta monacal (que Weber llama ascética), que en la religión católica solo practicaban los monjes. Se predica la vida santa para todos. Se transforma “el ascetismo sobrenatural en una ascesis puramente “profana”, terrenal”; la reforma le puso entonces “barreras a la huída del mundo”; y en así no hay perfecto silencio posible.
El catolicismo también intentó masificar el ascetismo cotidiano, sin resultados pero con intentos: siempre se encontraba con corruptores, como las indulgencias, que los reformistas siempre consideraron como el peor de los males. Los calvinistas pasan a no aceptar más que gente pura (regenerada) en sus iglesias. Esto es considerado como una medida anticorrupción.
Lo más leído por los puritanos: los salmos y las sentencias de salomón.
El luteranismo “carecía del impulso interior hacia el autocontrol constante y la reglamentación planificada de la propia vida”; uno podía salvarse con arrepentimiento. El luterano parece despreocupado de caer en el status naturalis porque puede volver a levantarse con sus propias alas. “Lo esencial no es tanto la santificación práctica como la remisión de los pecados”. El luteranismo pone acento en la comunión con Dios en “este mundo”.
Metodismo: “método” para “producir el acto sentimental de la conversión”, “metodización sistemática de la conducta como medio de alcanzar la certitudo salutis”, o estado de gracia; “unión de la religiosidad sentimental (“hasta los más imponentes éxtasis”) y a la par ascética con la creciente indiferencia y repulsa hacia los fundamentos dogmáticos del ascetismo calvinista”. Aunque el calvinismo también quiere regular la vida, es mucho más parco y carece de sentimientos, para los cuales tiene una verdadera repulsa, pues considera engañoso todo lo sentimental. “El metodismo aspiró desde un principio a ejercer una misión sobre las masas”, mediante la sistematización de la conducta… pero a través de la fuerza del sentimiento.
Bautizantes, o bautistas, muestran en sus comienzos un fuerte alejamiento del mundo; a esta iglesia solo pertenecían los regenerados, los que oyeron el llamamiento de Dios; al mismo tiempo, al ubicar cada vez más la atención en Dios, se rechazaba la idolatría, y con el tiempo se reducía el poder de la Biblia como agente regenerador, a tal punto que los cuáqueros eliminaron el bautismo y la comunión.
Evolución del protestantismo: primero contra los curas, después contra los sacramentos, los santos, la virgen maría, la idolatría… la Biblia! Sólo Dios, sólo la luz interior. Fuerte antiautoritarismo en el protestantismo tardío. Se abandonaba también doctrina de la predestinación: se aguardaba la acción de Dios. Barclay: “hay que callar para que en el alma impere la serena tranquilidad que deje oír la palabra de Dios”, pero esto mediante el desarrollo de las “virtudes ascéticas en el trabajo profesional”. “Desde Lutero (seguido en esto por los bautizantes) se habría condenado el ascetismo sobrenatural monástico, considerándolo contrario al espíritu bíblico…”.
Principio Goethiano: “ el hombre activo es desleal, solo el contemplativo tiene consciencia”.
Calvinismo: sumisión autoritaria y policíaca; sectas (bautistas, menonitas, cuáqueros): sumisión espontánea.
El nexo con el sistema capitalista: “lo más importante es, empero, que la vida propia religiosamente exigida al “santo” no se proyectaba fuera del mundo, en comunidades monacales, sino que precisamente había de realizarla dentro del mundo y sus ordenaciones. Esta racionalización de la conducta en el mundo con fines ultramundanos fue el efecto de la concepción que el protestantismo ascético tuvo de la profesión”.
Baxter, presbiteriano, rama del calvinismo: Chrisitian directory, compendio de moral puritana. Spener: Dificultades teológicas, representante del pietismo alemán. Barclay: Apology, representante de los cuáqueros. Baxter contra el enriquecimiento, diferente de Calvino; para Baxter el enriquecimiento no era un obstáculo, tampoco para los puritanos.
Para los católicos el peligro que representaba, supuestamente, la riqueza, estaba en el descanso en la riqueza; se condena el ocio, el lujo, el sueño excesivo (de 6 a 8 horas como máximo).
Baxter exalta el trabajo duro y continuado, corporal o espiritual; lo justifica: trabajo como más antiguo y acreditado medio ascético, y como el preventivo más eficaz contra la unclean life. Contra las tentaciones sexuales: dieta sobria, régimen vegetariano, baños fríos, pero sobretodo: “trabaja duramente en tu profesión”. “Sentir disgusto en el trabajo es prueba de que falta el estado de gracia”. Diferencia con Aquino: “trabajo necesario sólo naturli ratione”.
Mormones: “Pero un cristiano no puede ser un mozo de cuerda o un holgazán, y ser bienaventurado. Está destinado a ser picoteado hasta la muerte y arrojado de la colmena”; así ponían al individuo entre trabajar o ser eliminado; esto produjo entonces las asombrosas creaciones económicas de esta secta.
Común acuerdo: los ricos también deben trabajar. El protestantismo tardío: “el trabajo y la profesión no son algo predestinado a lo que debemos conformarnos (como en el luteranismo) sino el medio de enaltecer la honra de Dios”; “Lutero nunca rompió con la indiferencia paulina hacia el mundo”.
Baxter: partidario de la profesión fija (stated calling), porque sino “todos los trabajos son puramente ocasionales y efímeros” y se le dedica así “más tiempo al ocio que al trabajo”, mientras que el profesional “realizará en orden su trabajo” sin vivir en perpetuo desorden.
La utilidad de la profesión y su agrado para Dios era medida según: 1.- criterios éticos 2.- importancia para la colectividad 3.- provecho para el individuo.
Los puritanos veían a Dios en los detalles y en la economía: “Si Dios os muestra un camino que os va a proporcionar más riqueza…”. La mendicidad es reprobable. Condenaban las artes no científicas, el teatro, de manera absoluta el desnudo, el hablar superfluo, todo obrar sin un fin; el deporte no es alentado, las fiestas y las borracheras, repudiadas. Esto reprimía el consumo, sobretodo de los lujos. Pero ni puritanos ni cuáqueros condenaban la riqueza.
El puritanismo, el calvinismo, los cuáqueros, favorecieron la acumulación de riqueza hasta la aparición del “hombre económico”; pero este no resistió las tentaciones y dejó la religión. Así las religiones y su veneración al trabajo sentaron las bases del hombre moderno, cómodo y ateo en la práctica. Acción secularizadora de la riqueza. Wesley: ante el surgimiento de la riqueza: “no veo, pues, como sea posible… una larga duración de cada nuevo despertar de la religiosidad verdadera. Pues necesariamente, la religión produce laboriosidad (industry) y sobriedad (frugality), los cuales son a su vez causa de riqueza”.
Mientras que la ética medieval había llegado a glorificar la mendicidad en las órdenes mendicantes, sectas protestantes y las comunidades estrictamente puritanas no admiten la mendicidad.

La exaltación del trabajo por el ascetismo religioso: “ponía a su disposición trabajadores sobrios, honrados, de gran resistencia y lealtad para el trabajo”, trabajo que es transformado en un fin querido por Dios; y por otra parte se justificaba la desigualdad económica como algo planeado por Dios… que persigue “finalidades ocultas”. Y hoy en día entonces, “la idea del “deber profesional” ronda por nuestra vida como un fantasma de ideas religiosas ya pasadas”.

Independencia De Los Estados Unidos


Bandera_usa : Bandera de Estados Unidos sobre fondo blanco. Cerrar.
La Independencia de los Estados Unidos es uno de los hechos más importantes ocurridos en el siglo XVIII, siendo la Declaración de Independencia leída en Filadelfia (1776), uno de los textos más innovadores y trascendentes de la historia contemporánea.
Inglaterra controlaba 13 colonias en América del Norte, donde habían emigrado los católicos y protestantes disidentes, durante las guerras religiosas.
En 1765, el gobierno inglés de Jorge III aumento abusivamente los impuestos en las colonias provocando desórdenes en muchas colonias. El parlamento de Londres prosiguió con su rígida política y en 1767 volvió a votar nuevos impuestos.
La indignación cundió en las colonias y los patriotas comenzaron a gestar la revolución y, tras proclamar la Declaración de Derechos (1774), se declararon independientes (1776).
El 3 de septiembre de 1783 se firmó en Versalles el tratado de paz, donde Inglaterra reconocía la independencia y soberanía de las colonias americanas.

El trono de la Gracia: Escrito por Charles H. Spurgeon


Hebreos 4:16
Estas palabras se encuentran engastadas en aquel versículo lleno de gracia: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanazar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." Son una gema en un engaste de oro. La verdadera oración es un acercamiento del alma por el Espíritu de Dios al trono de Dios. No es emitir palabras, no es solamente el sentir deseos, sino es la presentación de los deseos a Dios, el acercamiento de nuestra naturaleza a Dios nuestro Señor. La verdadera oración no es un puro ejercicio mental, ni una ejecución vocal; es mucho más profundo que eso: es comercio espiritual con el creador del cielo y la tierra. Dios es un Espíritu invisible al ojo mortal, y solamente puede ser visto por el hombre interior; nuestro espíritu dentro de nosotros, engendrado por el Espíritu Santo en nuestra regeneración, discierne el Gran Espíritu, tiene comunión con El, le refiere sus peticiones, y recibe de él respuestas de paz. Es un negocio espiritual de principio a fin; y su propósito y objetivo no termina en el hombre, sino llega a Dios mismo.

Para ordenar dicha oración, es necesaria la obra del Espíritu Santo. Si el oración fuera de labios solamente, necesitaríamos solamente el aliento de nuestras narices para orar. Si la oración fuera deseos solamente, muchos deseos se sienten fácilmente, y esto aun en el hombre natural. Pero cuando es deseo espiritual, y comunión del espíritu humano con el Gran Espíritu, entonces el Espíritu Santo mismo debe estar presente en todo el proceso, a fin de ayudar en la debilidad, y dar vida y poder, o de otro modo nunca se dará una oración verdadera, y la cosa ofrecida a Dios tendrá el nombre y la forma, pero la vida interior de oración estará muy lejos de allí.

Además, es claro en la conexión de nuestro texto, que la intervención del Señor Jesucristo es esencial para la oración aceptable. Como oración no será verdadera oración sin el Espíritu de Dios, de modo que no será oración que prevalece gin el hijo de Dios. El es el gran Sumo Sacerdote, debe entrar tras el velo por nosotros. Más aun, por medio de su persona crucificado el velo debe ser quitado por completo. Porque hasta ese momento estamos excluidos de la presencia del Dios vivo. El hombre que a pesar de la enseñanza de las Escrituras, procura orar sin un Salvador insulta a la Deidad. Y aquel que imagina que su propio deseo natural puede llegar a la presencia de Dios sin ser rociado con la sangre preciosa, y que será un sacrificio aceptable delante de Dios, comete un error. No ha traído una ofrenda que Dios pueda aceptar, no más que si hubiera desnucado un perro, u ofrecido un sacrificio inmundo. Obrada en nosotros por el Espíritu, presentada a nuestro favor por el Cristo de Dios, la ración se convierte en poder delante del Altísimo, pero no de ora manera.

Al tratar de hablar del texto de esta mariana, lo tomaré así Primero, Tenemos un trono; luego, en segundo lugar, vemos la gracia; en seguida juntamos las dos cosas y veremos u gracia en el trono; y reuniéndoles en otro orden, veremos la soberanía manifestándose a sí misma y resplandeciente en gracia.
  1.  Nuestro texto habla de UN TRONO: "El trono de la Gracia"

    En la oración, Dios debe ser visto como nuestro Padre. Este es el aspecto que nos resulta más querido. Pero aún no tenemos que considerarlo como si fuera como nosotros, porque nuestro Salvador ha calificado la expresión "Padre nuestro," con las palabras "que estás en los cielos"; y muy cerca, detrás de esas palabras que presentan el nombre tan condescendiente, para recordarnos que nuestro Padre es todavía infinitamente más grande que nosotros, nos ha ordenado decir: "Santificado sea tu nombre; venga tu reino." De modo que nuestro Padre todavía debe ser considerado como un Rey, y en la oración no solamente llegamos a los pies de nuestro Padre, sino llegamos al trono del Gran Monarca del Universo. El trono de la gracia es un trono, y eso es algo que no debemos olvidar.

    Si la oración siempre debe ser considerada por nosotros como una entrada en la corte de la realeza celestial; si hemos de conducirnos como cortesanos que están en la presencia de una ilustre majestad, entonces, no es una pérdida que sepamos cual es el espíritu correcto en que debemos orar. Si en la oración llegamos ante de un trono, es claro que, en primer lugar debe ser en espíritu de humilde reverencia. Se espera que el súbdito, al acercarse al rey, le rinda homenaje y honra. E1 orgullo que no reconoce al rey, la tradición que se rebela contra la soberana voluntad debería, si es sabia, eludir cualquier acercamiento al trono. Que el orgullo muerda las barricadas a la distancia y la traición esté al acecho en los rincones, porque solamente la reverencia profunda puede llegar a la presencia del Rey mismo, cuando está sentado con sus majestuosas vestiduras. En nuestro caso, el rey ante el cual venimos es la más elevada de las majestades, el Rey de reyes, el Señor de los señores. Los emperadores son solo residuos de su poder imperial. Se llaman reyes por derecho divino, pero ¿qué derecho tienen? El sentido común se ríe de sus pretensiones. Solo el Señor tiene derecho divino, y a él solamente pertenece el reino. El es el bendito y único potentado. Ellos son reyes nominales, puestos y derribados por voluntad de los hombres, o por el decreto de la providencia, pero El solamente es Señor, el Príncipe de los reyes de la tierra.

    Corazón mío, asegúrate de postrarte ante tal presencia. Si él es tan grande, besa el polvo delante de él, porque es el más poderoso de todos los reyes. Su trono domina en todos los mundos. El cielo le obedece con alegría, el infierno tiembla cuando él frunce el ceño, y la tierra es constreñida a rendirle homenaje voluntario quiéranlo o no. Su poder puede crear o ;)vede destruir; crear o aplastar; las dos cosas son igualmente fáciles para él. Alma mía, cuando te acercas al Omnipotente, que es fuego consumidor, quita el calzado de tus ;pies, y adórale con profunda humildad.

    Además, el es el más santo de todos los reyes. Su trono es un gran trono blanco, sin mancha, y clara como el cristal. "Ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos," "y notó necedad en sus ángeles." Y tú, criatura pecadora, con cuánta humildad deberías acercarte a El. Puede haber familiaridad, pero que no sea profana. Debe haber osadía, pero que no sea impertinencia. Todavía tú estas en la tierra y él en el cielo. Todavía eres un gusano en el polvo, una criatura abrumada ante la polilla, y él es eterno. Antes que existieran las montañas, él era Dios, y si todo lo creado dejara de existir, él sigue siendo el mismo. Hermanos míos, temo que no nos :dinamos como debiéramos ante la Eterna Majestad. Pero hoy en adelante, pidamos al Espíritu de Dios que nos dé un ánimo correcto, para que cada una de nuestras oraciones pueda ser un acercamiento reverente a la majestad infinita que está en los cielos.

    En segundo lugar, hay que acercarse a un trono con devota alegría. Si la gracia divina me ha otorgado el que esté entre los favoritos que frecuentan su corte, ¿no debo sentirme contento? Podría haber sido expulsado, de su presencia para siempre, sin embargo, se fine permite acercarme a El, hasta palacio real, hasta su cámara secreta de las audiencias de gracia, y ¿no he de estar agradecido? ¿No ha de convertirse mi gratitud en gozo, y no he de sentir que he sido honrado, que soy hecho receptor de grandes favores cuando se me permite orar? ¿Por qué está triste tu rostro, Oh tú que suplicas, cuando estás delante del trono de la gracia? Si estuvieras cite el estrado de la justicia para ser condenado por tus iniquidades, podrías bien mostrarte deprimido, pero has sido favorecido y puedes presentarte ante el Rey que está en sus vestiduras de seda del amor, por lo tanto, tu rostro debe resplandecer con sagrado placer. Si tu tristeza es grande, cuéntasela a El porque El puede mitigarla; si tu pecado se ha multiplicado, confiésalo porque El lo puede perdonar. Oh, vosotros, cortesanos que estáis en los salones de este Monarca, alegraos sobremanera, y poned alabanzas en vuestras oraciones.

    Es un trono, y por lo tanto, en tercer lugar, cuandoquiera que uno se acerca debe hacerlo con completa sumisión. Nosotros no oramos a Dios para darle instrucciones acerca de lo que debe hacer. Ni por un momento deberíamos presumir que dictamos la línea de procedimiento divino. Se nos permite decirle a Dios: "Así y así nos gustaría tener," pero además deberíamos agregar: "pero viendo que somos ignorantes y podemos estar equivocados --viendo que aún estamos en la carne, y por lo tanto podríamos estar actuando con motivos carnales-- no sea como yo quiero, sino conforme a tu voluntad." Quién va a darle instrucciones al trono? Ningún hijo de Dios que sea leal ni por un momento imaginará que puede ocupar el trono que es el derecho de ser Señor de todo. Y aunque el creyente expresa su deseo fervientemente, vehementemente, importunamente, y suplica y vuelve a suplicar, mantiene siempre esta reserva necesaria: "Sea hecha tu voluntad, mi Señor; y si pido algo que no estés de acuerdo con ella, mi deseo más íntimo es que seas suficientemente bueno como para negársela a tu siervo. Lo tomaré como una respuesta verdadera, si me rechazas lo pedido por mí que no parezca bueno ante tu vista." Si recordáramos constantemente esto, pienso que nos veríamos menos inclinados a insistir en ciertos casos delante del trono, porque sentiríamos: "Aquí estoy buscando mi propia comodidad, ventaja para mí, facilidades personales, y, quizás esté pidiendo algo que deshonre a Dios; así que oraré con la más profunda sumisión a los decretos divinos." Pero, hermanos, en cuarto lugar, si es un trono, debemos acercarnos con aumentadas expectativas. Un himno lo expresa muy bien:


    "Cuando vienes ante el Rey,
    grandes peticiones debes traer."

    No venimos en oración como si fuéramos al lugar donde Dios distribuye limosnas, donde dispensa sus favores a los pobres, ni venimos a la puerta trasera de la casa de misericordia a recibir mendruga, aunque ello fuera más de lo que merecemos, a comer las migajas que caen de la mesa del Maestro, que es más de lo que podríamos pretender. Pero cuando oramos, estamos dentro del palacio, de pie sobre el resplandeciente piso de la sala de recepción del gran rey, y de ese modo estamos en una posición ventajosa. En las oraciones nosotros estamos de pie donde los ángeles se inclinan con sus rostros velados; allí, sí, allí, adoran los querubines y serafines, delante del trono mismo al cual ascienden nuestras oraciones. ¿Y llegaremos allí con peticiones atrofiadas, y una fe estrecha y contrahecha? No, no es de los reyes el dar centésimos y monedas sin valor; el Rey distribuye monedas de oro. No reparte, como hacen los pobres hombres, pedazos de pan y restos de comida, sino hace una fiesta de manjares sustanciosos, de manjares llenos de médula, de vinos bien refinados.

    Cuando a un soldado Alejandro se le dijo que pidiera lo que quisiera, éste no pidió limitándose al mérito que tenía, sino que hizo una demanda tan grande, que el tesorero real se negó a pagar, y planteó la cuestión ante Alejandro, y Alejandro en una actitud verdaderamente real, replicó: "El sabe la grandeza de Alejandro, y ha pedido como se pide a un rey; que tenga lo que ha pedido." Cuídate de imaginar que los pensamientos de Dios son tus pensamientos, y que sus caminos como tus caminos. No traigas ante Dios peticiones menguadas y deseos estrechos diciendo: "Señor, haz conforme a estas cosas," pero recuerda, como los cielos son más altos que tus caminos, y sus pensamientos más que tus pensamientos, y pide, por lo tanto, como se le pide a Dios, pide grandes cosas, porque estás delante de un gran trono. Oh, que siempre sintamos esto cuando llegamos ante el trono de la gracia, porque entonces El puede hacer por nosotros mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos.

    Y, amados, en quinto lugar, podría agregar que el espíritu correcto en que nos acercamos al trono de la gracia es de una confianza sin vacilaciones. ¿Quién podrá dudar del Rey? ¿Quién se atreve a impugnar la palabra imperial? Se ha dicho que si toda integridad desapareciera de los corazones de la humanidad, todavía estaría en el corazón de los reyes. Sería vergonzoso que un rey mintiera. Hasta el mendigo en las calles es deshonrado si rompe una promesa, pero, ¿qué diremos de un rey si ni se puede confiar en su palabra? ¡Que vergonzosos para nosotros, si nos paramos con incredulidad ante el trono del rey del cielo y de la tierra! Con nuestro Dios ante nosotros en toda su gloria, sentado en el trono de la gracia, ¿se atreverán nuestros corazones a decir que desconfiamos de El? ¿Podremos imaginar que El no puede o no quiere cumplir su promesa? Ciertamente allí está el lugar en que el hijo puede confiar en su Padre, donde el súbdito fiel puede confiar en su monarca, y, por lo tanto, lejos esté de vacilar o de dar lugar a la desconfianza. La fe sin vacilaciones debe ser la que predomina ante el trono de la gracia.

    Una observación más sobre este punto, y este es que, si la oración es presentarse ante el trono de Dios, siempre debiera hacerse con la más profunda sinceridad, y en el espíritu que hace que todo sea real. Si eres suficientemente deseal para depreciar al rey, por lo menos, por tu propio bien, no te burles de E1 en su rostro, y cuando El está sobre el trono. Si en alguna parte te atreves a proferir palabras santas que no salen del corazón, que no sea en el palacio de Jehová. Si se me invita a orar en público, no debo comprender que estoy hablando con Dios mismo, y que tengo asuntos que tratar con el gran Señor. Y en mi oración privada, al levantarme en la mañana, si me inclino y repito algunas palabras, o al retirarme a descansar en la noche y paso por lo mismo, más bien peco y no hago bien, a menos que desde el alma hable al altísimo. ¿Crees tú que el rey del cielo se complace en oírte proferir palabras con lengua frívola, y con una mente que no está en ello? Tú no conoces. El es Espíritu, y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que adoran.

    Amados, la suma de todo lo dicho es esto: la oración no es una insignificancia. Es un acto eminente y elevado; es un privilegio elevado y maravilloso. En el antiguo Imperio Persa solamente unos pocos, pertenecientes a la nobleza podían entrar en cualquier momento ante el rey, y se consideraba esto como el privilegio más elevado de los mortales. Vosotros y yo, el pueblo de Dios, tenemos un permiso, un pasaporte para venir ante el trono de la gracia en el momento que lo deseamos, y se nos exhorta a acudir con gran confianza, pero de todos modos no debemos olvidar que no es poca cosa ser cortesano de la corte de los cielos y la tierra, para adorar a aquel que nos hizo y sustenta nuestro ser. En verdad, cuando intentamos orar podríamos oír la voz que, desde la excelsa gloria, dice: "Venid, adoremos y postrémonos, arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque El es nuestro Dios, y nosotros pueblo de su prado, y ovejas de su mano." "Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; Temed delante de él, toda la tierra."
  2. Para que la brillantez y el resplandor de la palabra "trono" no sea demasiado para la visión humana, nuestro texto ahora nos regala una palabra suave, amable y deleitosa: Gracia.

    Somos llamados al trono de la gracia, no al trono de ley. E1 rocoso Monte Sinaí era el trono de la ley, cuando Dios vino a Parán con diez millares de sus santos. ¿Quién querría acercarse a ese trono? Ni siquiera Israel. Se fijaron límites alrededor del monte, y sin aun una bestia tocaba el monte era apedreada o atravesada con una lanza. Vosotros, los que sois justos ante vuestros propios ojos y que esperáis poder obedecer la ley, y pensáis que podéis ser salvos por ella, mirad las llamas que Moisés vio y estremeceos y temblad, y desesperad. No es ese el trono al que ahora nos acercamos, porque por medio de Jesús el caso ha cambiado. Para la conciencia lavada por la sangre preciosa no hay ira sobre el trono divino, aunque, para nuestras atribuladas mentes:

    Era objeto de la ira ardiente, su parte era el fuego devorador, nuestro Dios es fuego consumidor, celoso es su nombre para siempre.

    Y, ¡bendito sea Dios! Esta mañana no vamos a hablar del trono del juicio final. Todos concurriremos ante él, y cuantos hayamos creído encontraremos que es un trono de gracia, a la vez que trono de justicia. Porque Aquel que está sentado sobre el trono no pronunciará sentencia de condenación contra la persona que es justificada por la fe. Es un trono establecido con al propósito de dispensar la gracia, un trono desde el cual cada expresión es una expresión de gracia. El cetro que desde él se extiende es el cetro de plata de la gracia. Los decretos que desde él se promulgan tienen el propósito de otorgar gracia. Los dones que desde allí se distribuyen a los que están al pie de los escalones de oro son dones de gracia. El que se sienta sobre el trono, el mismo es la gracia. Cuando oramos nos acercamos al trono de la gracia. Y por un momento, pensamos en ello, a modo de estímulo consolador para quienes están comenzando a orar; es decir, a todos los que somos hombres y mujeres de oración.

    Si vengo en oración ante el trono de la gracia, entonces serán disimuladas las faltas de mi oración. A1 comenzar a orar, queridos amigos, vosotros sentís como si no estuvierais orando. Los gemidos de vuestro espíritu, cuando os levantáis de vuestras rodillas son tales que pensáis que no hay nada en ellos. ¡Qué oración tal llena de manchas, empañada y estropeada es! No importa. Vosotros no habéis ido al trono de la justicia, de otro modo cuando Dios percibió la falta en la oración la habría desdeñado. Tus palabras entrecortadas, tus jadeos y tartamudeos están ante el trono de la gracia. Cuando alguno de nosotros ha presentado sus mejores oraciones ante Dios, si la ve como Dios la ve, no hay duda que haría un gran lamento por ella. Porque en la mejor de las oraciones que se haya orado hay suficiente pecado como para que sea desechada por Dios. Pero digo nuevamente que no es un trono de juicio, y hay esperanza para nuestras débiles y poco convincentes oraciones. Nuestro condescendiente Rey no mantiene una etiqueta rígida en su corte como la que observan los príncipes entre los hombres, donde un pequeño error o una imperfección resultarían en la desgracia del peticionario. Oh, no. Los defectuosos clamores de sus hijos no son criticados severamente por El. El supremo Chambelán del palacio de las alturas, nuestro Señor Jesucristo, pone cuidado y altera y enmienda cada oración que se le presenta y hace que la oración sea perfecta con su perfección, y que prevalezca por Sus méritos. Dios considera la oración presentada por medio de Cristo, y perdona todas sus faltas inherentes. ¡Cómo debiera esto estimularnos a los que nos damos cuenta que somos débiles, erráticos y poco hábiles en la oración! Si no puedes suplicar a Dios, como la hacías en años que ya se han ido, si puedes sentir que de uno u otro modo has perdido la práctica en la tarea de la suplicación, no te des por vencido, regresa aún, y preséntate, sí, con más frecuencia, porque no es un trono de críticas severas, es un trono de gracia al cual te ha acercado. Entonces, puesto que es un trono de gracia, las faltas del peticionario mismo no impedirán el éxito de su oración. Oh, ¡qué faltas hay en nosotros! ¡Cuán inadecuados somos para ir ante un trono! ¡Estamos tan contaminados por el pecado por dentro y por fuera! No podría decirnos "Orad," ni siquiera a vosotros los santos, si no hubiera un trono de gracia, mucho menos podría hablar de oración a vosotros los pecadores. Pero ahora diré esto a cada pecador que haya existido: clama al Señor y búscale mientras pueda ser hallado. Un trono de gracia es un lugar adecuado para ti: arrodíllate. Con fe sencilla acude a tu Salvador, porque El, El es el trono de la gracia. Es en El que Dios puede dispensar gracia al más culpable de la humanidad. Bendito sea Dios, ni las faltas de la oración ni las del que suplica cerrarán las puertas a nuestras peticiones del Dios que se deleita en los corazones contritos y humillados.

    Si es un trono de la gracia, entonces los deseos del que suplica serán bien interpretados. Si no puedo encontrar las palabras para expresar mis deseos sin palabras, Dios en su gracia leerá mis deseos sin palabras. El capta el sentido de sus santos, el significado de sus gemidos. Un trono que no fuera de la gracia no se tomaría la molestia de descifrar nuestras peticiones; pero Dios, el infinitamente misericordioso, buceará en el alma de nuestros deseos, y leerá allí lo que no podemos hablar con la lengua. Habéis visto a un padre, cuando su hijito está tratando de decirle algo, sabe muy bien lo que el pequeño está procurando hablar, le ayuda a formar la palabras y las sisabas, y si el chiquito ha medio olvidado lo que iba a decir, el padre sugiere la palabra. Así ocurre con el siempre bendito Espíritu: desde el trono de la gracia nos ayudará, nos enseñará las palabras, sí, y escribirá en nuestros corazones nuestros deseos mismos. En las Escrituras tenemos casos en que Dios pone palabras en boca de los pecadores. "Lleva contigo palabras," le dice, "Y dile: Recíbenos con misericordia y ámanos libremente." El pondrá los deseos, y dará además la expresión de aquellos deseos en tu Espíritu por su gracia. El dirigirá tus deseos a las cosas que deberías buscar. El te enseñará tu necesidad como si tú no la conocieras. E1 sugeriría las promesas a las que puedes recurrir para orar. En realidad, El será el Alfa y la Omega de tu oración, así como lo es en salvación. Porque así como la salvación es por gracia, de principio a fin, el acercamiento del pecador al trono de la gracia es pura gracia de principio a fin. ¡Qué consolador es esto! Queridos amigos, ¿no nos acercaremos con la mayor de las confianzas a este trono mientras sorbemos el dulce significado de esta preciosa frase "el trono de la gracia?"

    Si es un trono de gracia, entonces todas las necesidades de los que se acercan serán suplidas. El rey de ese trono no dirá "Debes traerme presentes, debes ofrecerme sacrificios." No es un trono para recibir tributos; es un trono que dispensa dones. Entonces, venid vosotros que sois pobres como la pobreza misma, venid vosotros que estáis reducidos a la bancarrota por la caída de Adán y por vuestras propias transgresiones. Este no es el trono de la majestad que se mantiene por los impuestos que recoge de entre sus súbditos, sino un trono que se glorifica cuando derrama, como una fuente, corrientes de cosas buenas. Venid ahora, y recibid el vino y la leche que se dan libremente; sí, venid, comprad vino y leche, sin dinero y sin precio. Todas las necesidades del peticionario serán suplidas, porque es un trono de gracia.

    E1 trono de la gracia. La frase crece a medida que retorna a mi mente, y para mí es una reflexión altamente placentera que si acudo al trono de la gracia en oración, puedo sentir que tengo mil defectos, pero, no obstante, hay esperanzas. Usualmente me siento menos satisfecho con mis oraciones que con cualquier otra cosa que hago. No creo que es cosa fácil orar en público, como lo es dirigir en forma correcta la adoración en una gran congregación. A veces oímos que se elogia a personas porque predican bien, pero si alguno es capacitado para orar bien, habrá un don igual y una gracia superior en ello. Pero, hermanos, supongamos que en nuestras oraciones haya defectos de conocimientos; es un trono de gracia, y nuestro Padre sabe que tenemos necesidad de estas cosas. Supongamos que haya defectos de fe; E1 ve nuestra poca fe y todavía no nos rechaza, a pesar de ser poca. En cada caso no mide su dádiva por el grado de nuestra fe, sino por la sinceridad y veracidad de la fe. Y si hay defectos graves en nuestro espíritu y fracasos en el fervor o en la humildad de la oración, aún, pese a que estas cosas no debieran ocurrir y son muy deplorables, la gracia las pasa por alto, las perdona, y sigue su mano misericordiosa extendida para enriquecernos conforme a nuestras necesidades. Ciertamente esto debiera inducir a muchos a orar y que todavía no han orado, y debiera hacer que lo que han estado por largo tiempo acostumbrados al uso del consagrado arte de la oración se acerquen con mayor confianza que nunca ante al trono de la gracia.
  3. Pero, ahora, respecto de nuestro texto como en todo, nos da la idea de la GRACIA ENTRONIZADA.

    Tenemos un trono, y ¿quién se siente en él? Es la gracia personificada la que está instalada en dignidad. Y en verdad, actualmente la gracia está en un trono. En el evangelio de Jesucristo la gracia es el atributo predominante de Dios. ¿Cómo llega a ser tan excelso? Respondemos: la gracia tiene su trono por conquista. La gracia vino a la tierra en la forma de un Bienamado, y se enfrentó con el pecado, lo cargó sobre su hombro, y aunque casi fue aplastada bajo la carga, llevó el pecado a la cruz, lo calvo allí, le dio muerte, lo dejó muerto para siempre, y triunfó gloriosa. Por esta causa, en esta hora la gracia está sentada en un trono, porque ha vencido el pecado humano, ha llevado el castigo de la culpa humana y ha derrotado a todos sus enemigos.

    Además la gracia está sentada en un trono, porque se ha establecido allí por derecho. No hay injusticia en la gracia de Dios. Dios es tan justo, cuando perdona al pecador como cuando echa a un pecador al infierno. Creo con toda mi alma que hay una justicia tan pura en la aceptación de un alma que cree un Cristo como la habrá en el rechazo de Aquellas almas impenitentes que son desterradas de la presencia de Jehová. El sacrificio de Cristo ha permitido que Dios sea justo, y, sin embargo, pueda justificar al que cree. El que conoce la palabra Sustitución y puede saber en forma correcta su significado, verá que nada punitivo se debe a la justicia por parte de ningún creyente, y que ahora Dios podría ser injusto si no salvara a aquellos por los cuales Cristo sufrió vicariamente, aquellos para quienes se proveyó su justicia, y a los cuales ha sido imputada. La gracia está en el trono por conquista, y se sienta allí por derecho.

    La gracia está entronizada hoy en día, hermanos, porque Cristo ha finalizado su obra y ha entrado en los cielos. Está entronizado en poder. Cuando hablamos de su trono, queremos decir que tiene un poder ilimitado. La gracia no se sienta en el estrado de Dios; la gracia no está de pie en la corte de Dios, sino que está sentada en el trono. Es el atributo que reina; es el rey de hoy en día. Esta es la dispensación de la gracia, el año de la gracia. La gracia reina por medio de la justicia para vida eterna Vivimos en la dinastía de la gracia, porque considerando que Jesús vive ara siempre él intercede por los hijos de los hombres, también es poderoso para salvar hasta lo sumo a los que por él acercan a Dios. Pecador, si fueras a encontrar la gracia a orilla de un camino, como un pasajero en su viaje, te optaría que hagas amistad con ella y pidas su influencia; fueras a encontrar la gracia como a un comerciante en una transacción con tesoros en las manos, te recomendaría que quistas su amistad, te enriquecería en la hora de tu reza; si vieras la gracia como uno de los pares del cielo, exaltada hasta lo sumo, te exhortaría a que te hiciera oír por pero, cuando la gracia está más alto, no puede ser mayor, porque está escrito "Dios es amor," que es un alias de la gracia. Oh, ven, e inclínate delante de ella; ven y adora la infinita gracia y misericordia de Dios. No dudes, no te detengas no vaciles. La gracia reina; la gracia es Dios; Dios es amor. Hay un arco iris alrededor del trono semejante a una raída, la esmeralda de su compasión y de su amor. Oh, almas felices que pueden creer esto, y creyéndolo pueden de inmediato y glorificar la gracia convirtiéndose en ejemplos de su poder.
  4. Finalmente, nuestro texto, bien leído, tiene LA SOBERANÍA RESPLANDECIENTE DE GLORIA, LA GLORIA DE LA GRACIA.

    El trono de la gracia es un trono. Aunque la gracia esté sigue siendo un trono. La gracia no desplaza a la soberanía. Ahora bien, el atributo de soberanía es muy elevado y Su luz es como una piedra de jaspe, más preciosa, y como piedra de zafiro, o como Ezequiel la llama, "el terrible cristal" Así dice el Rey, el Señor de los Ejércitos, "Tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente." "¿Quién eres tú, oh hombre para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que formó: ¿Por qué me has hecho así?" "No tiene potestad alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" Pero, para que ninguno de vosotros sea abatido por el pensamiento de su soberanía, os invito al texto. Es un trono. Hay soberanía, pero para cada alma que sabe orar, para cada alma que por fe que viene a Jesús, el verdadero trono de la gracia, la soberanía divina no presenta un aspecto oscuro y terrible, sino que está llena de amor. Es un trono de gracia; de lo que deduzco que la soberanía de Dios para el creyente, para uno que suplica, para uno que viene a Dios en Cristo, siempre se ejerce de pura gracia. Para vosotros, los que acudís a Dios en oración, la soberanía siempre dice así: "Tendré misericordia de ese pecador. Aunque no lo merece, aunque, no hay méritos en él puesto que yo puedo hacer lo que bien me parezca, le bendeciré, lo haré mi hijo, yo le aceptaré, será mío el día que hay mis joyas."

    Hay dos o tres cosas para pensar, y luego termino. En el trono de la gracia, la soberanía se ha puesto bajo lazos de amor. Dios hará lo que El quiere; pero sobre el trono de la gracia, él está sometido a lazos, lazos que él mismo preparado, porque ha establecido un pacto con Cristo, y de ese modo, entró en relación de pacto con sus escogidos. Aun que Dios es y debe ser un soberano, nunca quebrantará pacto, ni alternará la palabra que ha salido de su boca. puede usar de falsedad con el pacto que el mismo estableció. Cuando acudo a Dios en Cristo, a Dios sobre el trono de gracia, no debo imaginar que por algún acto de soberanía Dios va a dejar de lado su pacto. Eso no puede ser. Es imposible.

    Además, sobre el trono de la gracia, Dios está nuevamente obligado hacia nosotros por sus promesas. El pacto contiene muchísimas promesas de gracia, sobremanera grandes y preciosas. "Pedid y se os dará; buscad y hallaré llamad y se os abrirá." Cuando Dios no había aun pronunciado tales palabras, u otra expresión en ese sentido, era libre de oír o no la oración; pero ahora no es así, porque ahora, si se trata de una verdadera oración ofrecida por medio de Jesucristo, su atributo de fidelidad le obliga a oírla. Un hombre puede ser perfectamente libre, pero desde el momento que hace una promesa, ya no es libre de quebrantarla. El Dios eterno no quiere quebrantar su promesa. Se complace en cumplirla. El ha declarado que todas sus promesas son sí y amén en Cristo Jesús. Pero, para nuestra consolación, cuando examinamos a Dios bajo el elevado y terrible aspecto de un soberano, tenemos esto para reflexionar, que está bajo la obligación de la promesa del pacto de ser fiel a las almas que le buscan. Su trono debe ser un trono de gracia para su pueblo.

    Y una vez más, el más dulce de todos los pensamientos, toda la promesa del pacto ha sido confirmada y sellada con sangre, y lejos está del Dios eterno hacer que el vituperio caiga sobre la sangre de su querido hijo. Cuando el rey otorga una carta de derechos a la ciudad, aunque pudo ser absolutista antes de otorgar la carta, la ciudadanía puede invocar sus derechos ante el rey. De la misma manera, Dios ha dado a su pueblo una carta de indecibles bendiciones, otorgándoles las ciertísimas misericordias de David. En gran medida, la validez de una carta depende de la firma y del sello y, hermanos míos, ¡cuán seguro es el pacto de gracia! La firma es de la mano de Dios mismo y el sello es la sangre de Cristo, el Hijo unigénito de Dios. El pacto es ratificado con sangre, la sangre de su propio Hijo amado. No es posible que podamos suplicar a Dios en vano cuando se invoca el pacto sellado con la sangre, ordenado y seguro en todas las cosas. El cielo y la tierra pasarán, pero el poder de la sangre de Jesús no puede fracasar ante Dios. Habla cuandoestamos en silencio, y prevalece cuando somos derrotados. Cuando pide, pide mejores cosas que Abel, y su clamor es oído. Acerquémonos confiadamente, porque llevamos la promesa en nuestros corazones. Cuando nos sintamos alarmados por la soberanía de Dios, cantemos alegremente:
El evangelio mi espíritu levanta:
El Dios fiel e inmutable
pone el fundamento de mi esperanza
con juramento, promesas y con sangre.
Que Dios el Espíritu Santo nos ayude a usar en forma correcta de hoy en adelante "el trono de la gracia." Amén.
  

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Astrología ¿Declaran los cielos el destino del hombre?


Una breve introducción histórica

La astrología está basada en el concepto de que los cuerpos celestes influyen de alguna forma, o aun determinan, los sucesos en la tierra. Se cree que una comprensión precisa de estas influencias celestes, especialmente en el momento de su nacimiento, pueden darnos una perspectiva del carácter y el destino de una persona. Si bien la creencia en la astrología es muy antigua, sigue teniendo muchos adeptos aun en nuestros días. Un escritor estima que tanto como un cuarto de la población mundial "cree en la astrología y la sigue en alguna medida."{1} Lamentablemente, los cristianos no están exentos de estas creencias. Las estimaciones indican que entre el diez y el treinta por ciento de quienes dicen ser cristianos "nacidos de nuevo" creen de alguna forma que la astrología es verdadera.{2}
Si bien hay alguna discrepancia entre los eruditos acerca de cuándo se originó el sistema occidental de astrología, el astrólogo Robert Parry señala: "La erudición convencional se inclina hacia el punto de vista de que la astrología comenzó en las antiguas civilizaciones mesopotámicas del Oriente Medio, en algún momento próximo al segundo milenio a.C." {3}En ese tiempo no había ninguna distinción entre la astrología y la astronomía. Sin embargo, "debido a que los centros de enseñanza eran también… centros de religión, la astrología natural se corrompió con la magia y los mitos y deidades paganos. Como resultado, comenzaron a coexistir dos formas de astrología: la astrología ([o] astronomía) natural y la astrología religiosa." {4} Fue el "astrónomo alejandrino Ptolomeo… [quien] refinó la astrología para llegar a su forma actual en el segundo siglo d.C." {5} Esta es la versión de la astrología que ha tenido mayor influencia en Occidente. Pero no es de ningún modo la única forma que existe.
Los antiguos sistemas astrológicos que difieren de nuestra variedad occidental fueron desarrollados tanto en China como en India – además de otros lugares. Pero estos sistemas no sólo difieren del nuestro, sino que también difieren entre sí. Además, dentro de cada uno de estos tres sistemas principales encontramos también muchos subsistemas contradictorios.{6} Por ejemplo: "No todos los astrólogos occidentales concuerdan en que hay 12 signos del zodíaco. Steven Schmidt, en su libroAstrology 14 afirma que hay… un total de 14 signos. Pero algunos argumentan a favor de sólo 8, otros de 10, y unos pocos de 24."{7} ¡Fueron indudablemente estas muchas diferencias que llevó al astrólogo Richard Nolle a admitir que hay casi tantos sistemas astrológicos como astrónomos!{8}
Pero, ¿acaso no afectan la confiabilidad de la astrología todas estas diferencias? Después de todo, ¿no arrojarán resultados diferentes los diferentes sistemas? Ciertamente lo harán. Por ejemplo, un astrólogo podrá predecir que usted tendrá un matrimonio maravilloso; otro, que nunca se casará - ¡usted puede fácilmente recibir lecturas contradictorias de astrólogos diferentes! Y la ley de la falta de contradicción dice que ambos no pueden estar en lo correcto (si bien ambos podrían estar errados). Es por razones como estas que deberíamos dudar en colocar nuestra confianza en la astrología.

Dificultades en la interpretación de las cartas

"La base de todo el trabajo astrológico es la carta natal. Esto es un mapa preciso del cielo para la fecha, hora y lugar exactos del nacimiento… Este puede ser el nacimiento de una persona… de una nación… o aún de una idea o cuestión." {9} Una vez que el astrólogo tiene esta información, está listo para comenzar a interpretar la carta. Pero, ¿qué tipo de información es más pertinente para la interpretación de la carta?
Si bien no podemos cubrir todos los detalles, el astrólogo se ocupa principalmente del análisis de los planetas, las casas y los signos – y cómo estos se relacionan entre sí. Por lo tanto, el astrólogo Robert Parry escribe: "Cada planeta tiene un carácter diferente y distintivo que es modificado por el signo y la casa en la que está colocado. Marte, por ejemplo, es el planeta de la agresión, la extraversión, la auto confianza y la sexualidad." {10} Los "signos" son los doce signos del zodíaco. "Todos… nacen bajo uno de estos… signos (piscis, el pez, etc.)." {11} Finalmente, "las casas son las 12 divisiones del zodíaco que se dice corresponden simbólicamente a cada área de la vida… se considera que los planetas viajan por las casas, influenciando cada área de la vida al hacerlo."{12}
Pero el astrólogo no sólo debe prestar atención a los planetas, las casas y los signos, sino que también debe notar sus relaciones mutuas. Por ejemplo, "las relaciones angulares entre los planetas son… muy importantes. Estas relaciones se denominan ‘aspectos’…un aspecto Cuadrado (90 grados) entre dos planetas indica tensión o desacuerdo… en tanto que un aspecto Trino (120 grados) indica simpatía y cooperación."{13}
Por lo tanto, interpretar una carta natal es un asunto muy complejo. Por cierto, ¡un astrólogo "calculó que lamenor cantidad posible de combinaciones diferentes que resultan de la carta más básica… era algo así como la cantidad estimada de átomos en el universo conocido!"{14} Y esta complejidad es sólo una de muchas dificultades.
Otra es que no todos los astrólogos concuerdan en la cantidad de signos que deben ser considerados al interpretar una carta. Si bien la mayoría reconocen doce, algunos piensan que son menos y otros, más. Hay también diferencias con relación a dónde deberían colocarse las diversas casas en una carta. Y, claramente, estas diferencias llevarán a interpretaciones contradictorias.
Finalmente, está el problema de la autoridad.{15} ¿Qué base objetiva tienen los astrólogos para aseverar que un aspecto Cuadrado indica desacuerdo, en tanto que un aspecto Trino indica cooperación? ¿Por qué algunos astrólogos consideran que Saturno es un planeta "malo" y Júpiter es un planeta "bueno"? ¿Cómo sabe el astrólogo que "la primera casa representa la personalidad, la segunda… el dinero [y]… la octava… la muerte?" {16} Dado que dichas aseveraciones parecen ser arbitrarias, se deduce que los resultados serán arbitrarios también. Por lo tanto, uno debería cuidarse de aceptar los consejos de los astrólogos – ¡al menos cuando están hablando como astrólogos!

El problema de los mellizos

En su libro, In Defense of Astrology (En defensa de la astrología), Robert Parry intenta defender a la astrología de las doce objeciones más frecuentes que suelen levantarse contra ella. Consideremos sólo una de estas: el problema de los mellizos.
Algunos mellizos nacen con una separación de minutos. Sin embargo, pueden llevar vidas muy diferentes. Pero si el carácter y el destino de una persona están determinados en gran medida por las posiciones de los cuerpos celestes al momento de nacer, esperaríamos que los mellizos fueran asombrosamente similares en estos aspectos. Sin embargo, claramente este no es siempre el caso. Aun Parry admite que un mellizo puede morir muy joven mientras que "el otro muere a una edad avanzada". {17} ¿Cómo aborda esta dificultad en su carácter de astrólogo?
Comienza señalando: "Aun unos pocos minutos pueden hacer una gran diferencia en una carta natal." {18}Luego argumenta que aun cuando un mellizo muera y el otro viva, "el mismo suceso, a saber, la muerte, ha entrado en ambas vidas en el mismo instante. Un mellizo muere… el otro es tocado radicalmente por la pena… de… la muerte." {19} Concluye: "Seguramente este es un argumento a favor de la astrología, y no en contra de ella."{20} Pero, ¿cuán convincente es este argumento, en realidad?
Si bien puede ser cierto que unos pocos minutos pueden a veces hacer una gran diferencia en una carta natal, claramente este no es siempre el caso. Por cierto, algunos eruditos afirman que aun "un intervalo de varios minutos no haría mucha diferencia." {21}Segundo, indudablemente hay una gran diferencia en que alguien muera, por un lado, y que alguien pierda a un ser querido, por el otro. Parece innegable que los destinos de estas dos personas son radicalmente diferentes. Sin duda, esto constituye una objeción legítima a la capacidad de la astrología para predecir el destino de una persona.
Además, para quienes aceptamos la autoridad de la Biblia, es instructivo contemplar las vidas de Jacob y Esaú, dos mellizos que nacieron tan cerca en el tiempo que Jacob salió del vientre "trabada su mano al calcañar de Esaú".{22} La astrología esperaría que estos dos hombres tuvieran personalidades y destinos similares. Pero, ¿fue así?
La Biblia registra: "Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas."{23} Además de ser bastante diferentes en su personalidad y temperamento, eran físicamente diferentes también. Esaú era un hombre velludo, pero Jacob era lampiño.{24} Pero lo más importante es que los destinos de ambos hombres, así como sus descendientes, fueron drásticamente diferentes. Dios otorgó su favor especial sobre Jacob, pero rechazó a Esaú al declarar: "Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí."{25} Sin duda, si la astrología fuera cierta uno no esperaría que mellizos nacidos prácticamente en el mismo instante fueran tan completamente diferentes, tanto en su carácter como en su destino.

La astrología y la ciencia

Hay numerosos estudios que han intentado comprobar las afirmaciones de la astrología. El científico citado más a menudo por los astrólogos que ha brindado "pruebas" para algunas de sus ideas es el fallecido psicólogo Michel Gauquelin. El astrólogo Robert Parry escribe:
Los resultados de Gauquelin son asombrosos. Por ejemplo, se demuestra en forma bastante concluyente que el planeta tradicionalmente enérgico y agresivo, Marte, es fuerte más frecuentemente en las cartas de deportistas que lo que permitiría el azar normalmente… Además, estos atributos profesionales tienden a concordar con la ley astrológica tradicional, que siempre ha asociado a Marte con el espíritu competitivo.{26}
Los resultados de Gauquelin son conocidos como el "efecto Marte". Dijo haber encontrado evidencias de este efecto en "un estudio que intentaba verificar si las fechas de nacimiento de 2088 campeones del deporte eran o no ‘estadísticamente significativas’ de acuerdo con la posición de Marte." {27} Irónicamente, si bien se notó ciertamente alguna leve evidencia a favor de este efecto, Gauquelin "no lo consideró un efecto astrológico".{28} Más aún, si bien es citado frecuentemente como una persona que presta validez al tema, él "nunca dijo que validara la astrología tradicional en ningún sentido". {29}
Sin embargo, dijo encontrar alguna evidencia para el "efecto Marte". ¿Acaso no otorga esto alguna credibilidad a la astrología? No necesariamente. "El problema para los astrólogos es que el ‘efecto Marte’ jamás ha sido confirmado en 30 años de estudios posteriores." {30} Uno de los estudios más perjudiciales en este sentido fue publicado en 1995 por un equipo de científicos franceses. Después de un exhaustivo estudio de doce años, el "intento del equipo de replicar independientemente los hallazgos de Gauquelin fracasaron; no ofreció ‘ninguna evidencia del efecto Marte’" {31} Dado que este "efecto" suele considerarse como una confirmación fuerte de la veracidad de la astrología, parece ser que el apoyo científico en este tema es bastante difícil de obtener.
Pero, ¿no hay otras pruebas para la validez de la astrología? Por ejemplo, ¿no ofrecen todas las predicciones hechas por astrólogos una forma de verificar la precisión del tema? Ciertamente es así, pero los resultados suelen ser bastante poco convincentes. Si bien pueden ocurrir a veces predicciones exitosas, en general, "las predicciones publicadas… parecen tener un historial peor que las revelaciones hechas por los clientes". {32}
En un estudio llevado a cabo entre 1974 y 1979, más de 3.000 predicciones hechas por astrólogos destacados como Jeane Dixon y Carroll Righter fueron examinadas. La cantidad de fracasos fue 2673 - ¡casi un 90 por ciento! Además, "a los astrólogos… se les dio el beneficio de la duda para los casos en que la predicción pudiera ser atribuida a la adivinanza sagaz, el uso ambiguo de palabras o información confidencial".{33} ¡Sin estos beneficios, la tasa de fracasos habría sido de casi 100 por ciento! Los autores del estudio concluyeron: "Los resultados… pintan un cuadro sombrío… para la… afirmación de que ‘la astrología funciona’"{34}

La astrología y la Biblia

¿Qué dice la Biblia acerca de la astrología? Según un astrólogo, "la Biblia está llena de la filosofía de la astrología". {35} Pero cuando uno examina cuidadosamente los pasajes que supuestamente hablan favorablemente de la astrología, tiene que concluir con los Dres. Bjornstad y Johnson que "absolutamente NINGÚN pasaje de las escrituras apoya la astrología… ni una sola referencia siquiera indica tolerancia de este arte."{36}
La Biblia condena la fe en la astrología como fútil y mal dirigida. En Jeremías 10, Dios da esta advertencia: "No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad."{37} Dios es a la vez el Creador y el Soberano de los cielos; por lo tanto, las personas deben confiar en Él y temerle – y no lo que Él ha hecho.
A diferencia de Dios, la astrología es impotente para liberar a los que confían en ella. En Isaías 47, "Dios condena a Babilonia y cuenta de su juicio próximo".{38} En el versículo 13 dice: "Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti." Pero se ve que sus esfuerzos serán completamente vanos en las últimas palabras del capítulo: "No habrá quien te salve." {39}Sea cual fuere el poder de predicción que tenga la astrología, ¡queda completamente opacado por el Señor soberano que creó todas las cosas y que gobierna todas las cosas!
Finalmente, en Deuteronomio 18:10-12, la astrología cae bajo la misma condenación que todas las otras formas de adivinación. Probablemente haya muchas razones para esto, pero déjeme mencionar una sola. Si las ideas de la astrología han sido desacreditadas en gran medida, ¿qué justifica su poder de predicción a veces asombroso? La Biblia, además de admisiones francas de algunos astrólogos, indica una participación sobrenatural o espiritual. Pero si Dios condena la astrología, ¿de qué tipo de espíritus estamos hablando? Si bien puede ser impopular decirlo, la Biblia sugiere que son demonios.{40} Y es extraño cuántos astrólogos de hecho atribuyen sus poderes de predicción a la sabiduría de sus espíritus guías. Un astrólogo profesional con doce años de antigüedad confesó: "Nunca conocí a un astrólogo exitoso… que no admitiera… que el espiritismo era el poder detrás del oficio."{41} ¿Podría ser que la astrología funciona (cuando funciona) no debido a sus ideas desacreditadas y contradictorias sino por el poder invisible del mundo espiritual? Si es así, la condenación de Dios de la astrología podría ser motivada parcialmente por una preocupación por proteger a las personas de la influencia de estos espíritus malignos.
Para concluir, los cielos no declaran el destino del hombre sino la gloria del Dios que los creó. {42} Es Dios, y no los cielos, quien "hace todas las cosas según el designio de su voluntad."{43}
Notas

ESTADOS UNIDOS: Una nación bajo Dios


Bandera_usa : Bandera de Estados Unidos sobre fondo blanco. Cerrar.

Los fundadores de Estados Unidos: Primera parte

G.K. Chesterton dijo una vez que "Estados Unidos es el único país del mundo que está fundado sobre un credo. Ese credo aparece con lucidez dogmática y aun teológica en la Declaración de la Independencia". {1} Vamos a documentar los orígenes de este país considerando un libro que se titula One Nation Under God: Ten Things Every Christian Should Know About the Founding of America (Una nación bajo Dios: Diez cosas que todo cristiano debería saber acerca de la fundación de Estados Unidos).{2}
La primera cosa que un cristiano debería saber es que "Cristóbal Colón fue motivado por su fe cristiana para navegar al Nuevo Mundo". Un ejemplo de esto puede encontrarse en sus escritos, luego de descubrir esta nueva tierra. Escribió: "Por lo tanto, que el rey y la reina, los príncipes de sus reinos más afortunados, y todos los demás países de la cristiandad, den gracias a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien nos ha otorgado una victoria y un regalo tan grandes. Que las procesiones religiosas sean solemnizadas; que se hagan festivales sagrados; que las iglesias estén cubiertas de guirnaldas festivas. Que Cristo se regocije en la tierra, como se regocija en el cielo, al anticipar la salvación de tantas almas de personas perdidas hasta ahora".{3}
La segunda cosa que debería saber todo cristiano es que "los peregrinos dijeron claramente que venían al Nuevo Mundo para glorificar a Dios y extender la fe cristiana". Podría decirse fácilmente que Estados Unidos comenzó con las palabras: "En el nombre de Dios. Amén". Estas eran las primeras palabras del primer documento de autogobierno de la nación: el Convenio del Mayflower, oMayflower Compact.
Los peregrinos eran creyentes en la Biblia que se rehusaban a someterse a la Iglesia de Inglaterra estatal herética y terminaron por venir a América. Su líder, William Bradford, dijo: "Tenían una gran esperanza y un celo interior por establecer un buen fundamento, o al menos avanzar en ese sentido, para la propagación y la extensión del evangelio del reino de Cristo en aquellas partes remotas del mundo; sí, que ellos pudieran ser como piedras sobre las cuales otros pudieran caminar para realizar una tarea tan grande".{4}
Muchos eruditos creen que el acuerdo inicial para el autogobierno que se encuentra en el Mayflower Compactse convirtió en la piedra angular de la Constitución de EE.UU. Este acuerdo para el autogobierno, firmado el 11 de noviembre de 1620, creaba un nuevo gobierno en el cual acordaban "hacer pacto y combinarse" juntos en un "cuerpo civil" (Body Politick).
El historiador británico Paul Johnson dijo: "Es un documento sorprendente . . . Lo que era notable acerca de este contrato específico era que no era entre un siervo y un amo, o un pueblo y un rey, sino mutuamente entre un grupo de personas de ideas similares, y con Dios como testigo y confirmante simbólico".{5}

Los fundadores de Estados Unidos: Segunda parte

La tercera cosa que debería saber todo cristiano es que "los puritanos crearon comunidades basadas en la Biblia a fin de practicar un gobierno representativo que seguía el modelo de los pactos eclesiásticos". Tanto los peregrinos como los puritanos no estaban de acuerdo con muchas cosas de la Iglesia de Inglaterra de su tiempo. Pero los peregrinos sentían que reformar la iglesia era un esfuerzo inútil. Fueron llevados a separarse de la iglesia oficial y fueron rotulados frecuentemente como "separatistas". Los puritanos, por otra parte, querían reformar a la Iglesia de Inglaterra desde adentro. Abogaban, desde adentro, a favor de la pureza de la iglesia. De ahí su nombre: puritanos.
En ese tiempo no había habido ninguna constitución escrita en Inglaterra. El derecho común británico era una tradición mayormente oral, expresada según la necesidad en varias decisiones escritas de tribunales. Los puritanos se propusieron anclar sus libertades en la hoja escrita, una tradición tomada de la Biblia. Crearon el Cuerpo de Libertades que fueron establecidas sobre la creencia de que el gobierno de Cristo no se da solo para la iglesia sino también para el estado. Contenía principios encontrados en la Biblia, específicamente noventa y ocho protecciones distintas de los derechos individuales, incluyendo el debido procedimiento legal, el juicio por jurado de pares y prohibiciones contra el castigo cruel e inusitado.
La cuarta cosa que debería saber todo cristiano es que "esta nación fue fundada como un santuario para los disidentes religiosos". Roger Williams cuestionó muchas de las leyes puritanas de Massachussets, especialmente el derecho de los magistrados de castigar a quienes no guardaban el día de reposo. Luego de dejar Massachussets y fundar Rhode Island, se convirtió en el primero en formular el concepto de "separación de la iglesia y el estado" en Estados Unidos.
Williams dijo: "El magistrado civil no podrá inmiscuirse ni siquiera para evitar que una iglesia cometa apostasía o herejía". {6} En el acta de constitución de Rhode Island de 1643 y todos sus estatutos subsiguientes, Roger Williams estableció la idea de que el estado no debería imponer la opinión religiosa.
Otro disidente era el cuáquero William Penn. Él fue el autor principal del documento fundacional del gobierno para la tierra que llegó a conocerse con el nombre de Pennsylvania. Este documento se llamó The Concessions (Las concesiones), y trataba no solo con asuntos del gobierno sino que se ocupaba también de cuestiones sociales, filosóficas, científicas y políticas. Para 1680,The Concessions tenía 150 firmantes y, de acuerdo con el espíritu cuáquero, este esfuerzo grupal preveía libertades de una amplitud nunca vistas antes en la ley anglosajona.
Paul Johnson dijo que, cuando fue fundado Estados Unidos, Filadelfia era "la capital cultural de Estados Unidos". También señala: "Puede sostenerse, por cierto, que la Pennsylvania cuáquera fue el estado clave en la historia estadounidense. Fue el último gran florecimiento de innovación política puritana, alrededor de esta gran ciudad de amor fraternal".{7}

La educación y la religión en Estados Unidos

La quinta cosa que todo cristiano debería saber es que "la educación de los colonos y fundadores de Estados Unidos fue singularmente cristiana y basada en la Biblia". La educación era muy importante para los fundadores de este país. Una de las leyes de la Nueva Inglaterra puritana era el Old Deluder Act (Acta del Viejo Engañador). Se llamaba así porque apuntaba a derrotar a Satanás, el Viejo Engañador, que había usado el analfabetismo en el Viejo Mundo para impedir que la gente leyera la Palabra de Dios. La Cartilla de Nueva Inglaterra fue usada para enseñar a los niños coloniales a leer, e incluía el Padrenuestro, el Credo de los Apóstoles y el texto de muchos himnos y oraciones.
Podemos ver también la importancia de la educación en la reglas de muchas de las primeras universidades. Las Leyes y Estatutos de la Universidad de Harvard, en 1643, decía: "Sea todo estudiante instruido claramente e impulsado celosamente a considerar que el principal fin de su vida y de sus estudios es conocer a Dios y a Jesucristo, que es vida eterna (Juan 17:3)."{8}
La Universidad de Yale contenía dos requisitos en su acta de constitución de 1745: "Todos los estudiosos vivirán vidas religiosas, piadosas e intachables de acuerdo con las reglas de la Palabra de Dios, leyendo diligentemente las Sagradas Escrituras, la fuente de luz y verdad; y constantemente atendiendo a todos los deberes de la religión, tanto en público como en secreto".{9}
El reverendo John Witherspoon fue el único ministro en actividad que firmó la Declaración de la Independencia. El erudito constitucional John Eidsmoe dice: "La mejor forma de describir a John Witherspoon es como el hombre que dio forma a los hombres que dieron forma a Estados Unidos. Si bien él no asistió a la Convención Constituyente, su influencia se multiplicó varias veces por aquellos que hablaron así como por lo que se dijo".{10}
New Jersey eligió a John Witherspoon al Congreso Constituyente que redactó la Declaración de la Independencia. Cuando el Congreso pidió un día nacional de ayuno y oración el 17 de mayo de 1776, se le pidió a John Witherspoon que predicara el sermón. Su tema fue: "El dominio de la Providencia en los asuntos de los hombres".
La sexta cosa que debería saber todo cristiano es que "un avivamiento religioso fue el factor clave en la unificación de las colonias separadas antes de la Guerra Revolucionaria".
Paul Johnson, autor de A History of the American People (Una historia del pueblo estadounidense), informa que este Gran Despertar podría haber tocado tanto como tres de cada cuatro colonos estadounidenses.{11}También señala que este Gran Despertar "hizo sonar el toque de difuntos del colonialismo británico".{12}
Según diría John Adams más adelante: "La revolución tuvo lugar antes de comenzar la guerra. La revolución estaba en la mente y el corazón del pueblo, y el cambio, en sus sentimientos religiosos de sus deberes y obligaciones".
Paul Johnson cree que "la revolución no podría haber ocurrido sin este trasfondo religioso. La diferencia esencial entre la Revolución Estadounidense y la Revolución Francesa era que la primera, en sus orígenes, fue un evento religioso, en tanto la segunda fue un evento antirreligioso".{13}

El clero y el cristianismo bíblico

La séptima cosa que todo cristiano debería saber es que "muchos de los clérigos de las colonias estadounidenses, miembros del Regimiento Negro, predicaban la libertad". Mucho de esto tuvo lugar en los llamados "Sermones electorales" de Massachussets, Connecticut, Nueva Hampshire y Vermont. A menudo los ministros hablaban del tema del gobierno civil de forma seria e instructiva. El sermón luego era impreso para que cada representante tuviera una copia para él, y para que los ministros de cada pueblo tuvieran una copia.
John Adams señaló: "Los ministros de Filadelfia 'tronaban y relampagueaban cada día de reposo' contra el despotismo del Jorge III".{14} Y, al hablar en su Virginia natal, Thomas Jefferson notó que "la oratoria en los púlpitos corría como un choque eléctrico por toda la colonia".{15}
Entre los predicadores más influyentes estaban John Witherspoon, Jonathan Mayhew, Samuel West y el reverendo John Peter Muhlenberg. El reverendo Mayhew, por ejemplo, predicó un mensaje titulado "Con relación a la sumisión ilimitada a los Altos Poderes, al Consejo y a la Casa de Representantes en la Nueva Inglaterra colonial". Dijo: "Es de esperar que solo unos pocos considerarán que el tema no corresponde ser tratado en el púlpito, con la idea de que es predicar política, en vez de Cristo. Sin embargo, para quitar prejuicios de todo tipo, ruego que se recuerde que 'toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia'. ¿Por qué, entonces, no deberían aquellas partes de las Escrituras que están relacionadas con el gobierno civil ser examinadas y explicadas desde el púlpito, así como las otras?".{16}
La octava cosa que todo cristiano debería saber es que "el cristianismo bíblico fue la fuerza impulsora detrás de los líderes clave de la Revolución Estadounidense".
En 1772, Samuel Adams creó una "Comisión de Correspondencia" en Boston, a fin de mantenerse en contacto con sus compañeros estadounidenses a lo largo de la costa. El historiador George Bancroft llamó a Samuel Adams "el último de los puritanos".{17} Su biógrafo, John C. Miller, dice que Samuel Adams no puede ser entendido sin considerar el impacto duradero que tuvo sobre él la predicación de Whitefield en Harvard, durante el Gran Despertar. {18} Adams había estado diciendo a sus compatriotas durante años que Estados Unidos debía tomar una posición contra la tiranía. Consideraba que la libertad individual era "la ley del Creador", y un derecho cristiano documentado en el Nuevo Testamento.{19} Al firmarse la Declaración de la Independencia, Sam Adams dijo: "Este día hemos restaurado al Soberano a Quien todos los hombres deben ser obedientes. Él reina en el cielo desde la salida hasta la puesta del sol, venga su reino".

Los documentos fundadores

La novena cosa que todo cristiano debería saber es que "el cristianismo jugó un papel significativo en el desarrollo del certificado de nacimiento de nuestra nación: la Declaración de la Independencia". Por ejemplo, los ancianos presbiterianos de Carolina del Norte redactaron la Declaración de Mecklenburg, en mayo de 1775, bajo la dirección del anciano Ephraim Brevard (un graduado de Princeton). Un estudioso dice: "Al corregir su primer borrador de la Declaración puede verse, al menos en algunos lugres, que Jefferson había borrado las palabras originales y había insertado las que se encuentran en la Declaración de Mecklenburg. Nadie puede dudar que Jefferson tenía las resoluciones de Brevard delante de él cuando escribía su inmortal Declaración".{20}
La relación entre la Declaración de la Independencia y la Constitución es crucial. La Declaración es el "por qué" del gobierno estadounidense, mientras que la Constitución es el "cómo".
Otra influencia en la Declaración fue la "Declaración de Derechos de Virginia" de George Mason. Note cuánto se parece a la Declaración: "Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen ciertos derechos inherentes, de los cuales, cuando entran en un estado de la sociedad, no pueden, por ningún convenio, despojar o desposeer a su posteridad; a saber, el disfrute de la vida y la libertad, con los medios para adquirir y poseer propiedad, y seguir y obtener felicidad y seguridad".
Paul Johnson dice: "No hay ninguna duda de que la Declaración de Independencia fue, para quienes la firmaron, un acta religiosa además de secular, y que la Guerra Revolucionaria tuvo la aprobación de la divina providencia. La habían ganado con la bendición de Dios y luego formularon su marco de gobierno con la bendición de Dios, así como en el siglo XVII los colonos habían formulado sus Convenios y Estatutos y Órdenes e Instrumentos, con Dios mirando por sobre sus hombros".{21}
La décima cosa que todo cristiano debería saber es que "la comprensión bíblica de la pecaminosidad del hombre fue el principio rector detrás de la Constitución de los Estados Unidos". John Eidsmoe dice: "Si bien Witherspoon derivó el concepto de la separación de los poderes de otras fuentes, como Montesquieu, el sistema de equilibrio de poderes parece haber sido su contribución singular a la fundación del gobierno de EE.UU."{22}. Agrega: "Una cosa es cierta: la religión cristiana, especialmente el calvinismo del reverendo Witherspoon, que enfatizaba la naturaleza caída del hombre, influyó en la visión de Madison de la ley y el gobierno".{23}
Notas
  1. Gilbert K. Chesterton, What I Saw in America (London: Hodder and Stoughton, 1922). Volver
  2. David C. Gibbs, One Nation Under God: Ten Things Every Christian Should Know About the Founding of America(Seminole, FL: Christian Law Association, 2003). Volver
  3. Christopher Columbus, Journal, 1492, citado en Federer, United States Folder, Library of ClassicsVolver
  4. William Bradford, Of Plymouth Plantation, 1620-1647, editado y actualizado por Samuel Eliot Morison (New York: Alfred A. Knopf, 2001), 25. Volver
  5. Paul Johnson, A History of the American People (New York: HarperCollins Publishers, 1997), 29-30. Volver
  6. George Bancroft, History of the United States of America, From the Discovery of the Continent (New York: D. Appleton and Company, 1890), Vol. I, 250. Volver
  7. Johnson, 66. Volver
  8. Rules for Harvard University, 1643, from "New England's First Fruits," The Annals of America, Vol. 1, 176. Volver
  9. Regulations at Yale College, 1745, from "New England's First Fruits," The Annals of America, Vol. 1, 464. Volver
  10. John Eidsmoe, Christianity and the Constitution (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1987), 81. Volver
  11. Johnson, 115. Volver
  12. Ibid., 307. Volver
  13. Ibid., 116-117. Volver
  14. Derek Davis, "Jesus vs. the Watchmaker," Christian History, May 1996, 35. Volver
  15. Thomas Jefferson, Autobiography, January 6, 1821. Volver
  16. Jonathan Mayhew, to the Council and House of Representatives in Colonial New England, 1749. Volver
  17. Bancroft, History, Vol. III, 77. Volver
  18. John C. Miller, Sam Adams: Pioneer in Propaganda(Stanford, CA: Stanford University Press, 1936/1960), 85, citado en Eidsmoe, Christianity and the Constitution, 248.Volver
  19. Robert Flood, Men Who Shaped America (Chicago: Moody Press, 1976), 35-36. Volver
  20. N. S. McFetridge, Calvinism in History (Philadelphia: Presbyterian Board of Publication, 1882), 85-88. Volver
  21. Johnson, 204-205. Volver
  22. Eidsmoe, 89. Volver
  23. Ibid., 101. Volver

La ética protestante y el espíritu del capitalismo Max Weber


La ética protestante y el espíritu del capitalismo
Max Weber
En una sola frase la tesis de Weber es que el mundo protestante es más exitoso económicamente que el mundo católico gracias al influjo de la religión protestante en cada uno de sus individuos: amor al trabajo, honradez, ahorro y un apego permitido a lo material, algo que el catolicismo solo supo predicar los domingos pero no controlar ni inculcar en la cotidianeidad de su pueblo.
En base a estudios estadísticos propios, en la Alemania de principios del s. XX, el autor comienza señalando que en dicho país los protestantes participan en la posesión del capital mucho más que los católicos. La primera causa de esta diferencia es que la Reforma trajo consigo una dominación eclesiástico-religiosa de la vida cotidiana mucho más estricta y rigurosa que la católica, en ese entonces un “poder extremadamente suave” sobre la vida de los individuos. La iglesia católica “castiga al hereje, pero es indulgente con el pecador”. Las pujantes clases burguesas aceptaron la tiranía puritana protestante e incluso la defendieron, ensalzando así el trabajo, la vida pura, el ahorro, entre otros.
También sus estadísticas señalan que los protestantes acuden y estudian para profesiones de tipo industrial y mercantil en mayor proporción que los católicos, quienes prefieren en su mayoría los estudios humanistas. Plantea que las causas provienen de características propias a cada confesión y no a contingencias histórico-política.
El gusto por el humanismo en desmedro de la ciencias podría explicarse por un mayor “alejamiento del mundo” por parte del catolicismo, que ha educado a sus fieles en un espíritu de indiferencia ante los bienes mundanos. Los protestantes tachan esto de pereza; los católicos en cambio, a los protestantes, de materialistas… “que sería consecuencia de la laicización de todo el repertorio vital llevada a cabo por el protestantismo”. Weber da a entender que el católico es conformista y prefiere la seguridad, mientras que el protestante se atreve con el peligro y la exaltación.
Las “formas más puras e íntimas de la piedad cristiana” se hallan también en el área protestante. El énfasis protestante no está en la confesión sino en la conducta: trabajo, pureza, no alcohol, no fiestas, si familia, si ahorro. Los protestantes son famosos por su laboriosidad: los hugonotes en Francia son un buen ejemplo en el seno del catolicismo. Énfasis en la conducta: “minuciosa reglamentación religiosa de la vida”. Otro ejemplo es la tolerancia de Federico I de Prusia, quien permitió que los menonitas no hicieran el servicio militar porque sabía de su enorme capacidad de trabajo.

“La falta más absoluta de escrúpulos cuando se trata de imponer el propio interés en la ganancia de dinero es una característica peculiar de aquellos países cuyo desenvolvimiento burgués capitalista aparece “retrasado” en relación a la medida de la evolución del capitalismo en Occidente. Cualquier fabricante sabe que es justamente la falta de conscienziosità de los trabajadores de países como Italia (a diferencia de Alemania por ejemplo) uno de los obstáculos principales de su evolución capitalista, y aún de todo progreso en general”. Estas probidad y escrúpulo en un capitalismo exitoso provienen de la rigurosidad y vigilancia de los preceptos inculcados por el protestantismo en la vida de cada cual.
Continúa con el espíritu del capitalismo: la diferencia entre católicos y protestantes no está tampoco, según él, en la intensidad del “impulso adquisitivo” por parte de los segundos, ni en su desarrollo, puesto que una intensidad desenfrenada, sin escrúpulos, es perjudicial al espíritu capitalista.
Uno de los principales obstáculos que tuvo que afrontar el espíritu capitalista fue la conducta tradicional de trabajar para la suficiencia, “ganar lo necesario para seguir viviendo”. De poco sirvió para combatir esta conducta el trabajo a destajo (una temporada corta ganando mucho dinero); luego se intentó lo contrario, bajar el nivel de los salarios, asunto que resultó hasta ciertos límites. Capitalismo como selección económica de sujetos. Los salarios bajos a veces perjudican fisiológicamente y por lo tanto se selecciona a “los más inútiles”. Dice que el salario bajo es contrario a los trabajos cualificados.
El trabajo como un fin en sí, como “profesión”, como algo querido, es algo que el “capitalismo exige”, y que no se logra con salarios altos o bajos sino con educación, mediante moralización religiosa por ejemplo, asociándola con la economía.
Pre-capitalismo: trabajo doméstico, oficios. Por tradicional entiende el trabajo para cubrir las necesidades de la vida y un poco más, sin ansia de capital acumulándose. Esto es típico de sistemas precapitalistas. Pero cuando uno sólo decide enriquecerse (con cambios en sus medios de producción, reorganización de políticas de compras y ventas…) los demás están casi obligados a seguir sus pasos, porque el primero acapara. El hombre precapitalista detesta al capitalista.
Origen del capitalismo; dos leitmotiv según Sombart: la “satisfacción de las necesidades” y el “lucro”. La seguridad eterna, la despensa bien llena, o la capacidad de adquirir cualquier cosa. Así el enriquecerse se convierte en “profesión”.
Niega la racionalización del Derecho privado como algo fundamental en el auge del capitalismo. Tampoco la filosofía laica y racionalista (s. XVIII) “floreció de modo exclusivo ni siquiera dominante en los países económicamente más adelantados”. El racionalismo “no es en modo alguno campo abonado para que florezca esa relación del hombre con su “profesión”, en el sentido misional, que requiere el capitalismo”. “La dedicación abnegada … al trabajo profesional… era y sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra civilización capitalista”.

La palabra “profesión” tiene un matiz religioso en todos los pueblos de mayoría protestante, mientras que carece de él en los católicos, y en las lenguas antiguas sólo el hebreo parece tener un matiz religioso para esa palabra. Beruf, en alemán, y calling, en inglés. Dichas palabras nacieron de traducciones de la Biblia, pero “no del espíritu del texto original sino precisamente del espíritu del traductor”, de la traducción de Jesús Sirach pasó al lenguaje de los demás pueblos protestantes que la adoptaron. Así el trabajo obtiene un sentido sagrado. La “superación de la moralidad terrena” se realiza según el protestantismo mediante el cumplimiento de los deberes que cada cual se impone según su posición en la vida y su profesión, y no mediante la ascesis monástica. Pero sin embargo Weber no considera el sentido del trabajo como castigo desde la expulsión del paraíso, bastante distinto de “misión”, y si los protestantes en su mayoría siguen los preceptos y los sentidos de la Biblia, dicha concepción aparecida en el génesis no debió haber sido omitida.
El protestantismo rompe definitivamente con la vida monástica; según Lutero aquella es “el producto de un desamor egoísta” que “carece de valor para justificarse ante Dios”, que “se sustrae al cumplimiento de los deberes”; en cambio ensalza el trabajo profesional como amor al prójimo. Weber señala el nexo con Adam Smith: “la división del trabajo obliga a cada cual a trabajar para los demás”; de paso anula completamente la autosuficiencia.
La concepción del trabajo y la profesión es una de las mayores aportaciones de la Reforma y de Lutero. Pero Lutero no puede relacionarse directamente con el espíritu del capitalismo, pues se encuentran en sus palabras diatribas contra los grandes mercaderes, contra la usura, el préstamo y el interés.
La visión paulista del trabajo y de la profesión es la de un medio al que no de le debe atribuir excesiva importancia; pues lo importante es conseguir la bienaventuranza (p.69). Es decir que el trabajo no es la bienaventuranza para la concepción paulista. El protestantismo temprano asocia trabajo y profesión al destino: “cada cual debe permanecer en la profesión y estado en el que le ha colocado Dios…”.
La Reforma es inimaginable sin la evolución “personalísima de Lutero”, pero su “obra no hubiera sido duradera sin el calvinismo”. Católicos y luteranos aborrecen por igual al calvinismo, porque este muestra una enérgica dedicación puritana al mundo.
La reforma o las influencias religiosas no son indispensables ni para el nacimiento ni para el desarrollo del capitalismo pero si participan e influyen en él; basta “establecer si han existido afinidades electivas entre ciertas modalidades de la fe religiosa y la ética profesional” (p.76) para demostrarlo.
Iglesias reformadas, puritanas o ascéticas: calvinismo, pietismo, metodismo, bautistas (bautizantes), presbiterianas. El metodismo nace en XVIII dentro de la iglesia anglicana; se separa de ésta al llegar a América. El pietismo nace del calvinismo inglés y holandés, se unió a la ortodoxia y finalmente se incorporó al luteranismo. El movimiento puritano (o ascético) atacaba los fundamentos del anglicanismo, al parecer igual de poco riguroso con sus fieles que el catolicismo; el puritanismo se abocaba a la fidelidad moral-vida.
El hombre debe recorrer solo su camino en la búsqueda de la felicidad eterna, camino ignorado pero prescrito de antemano: “nadie podía ayudarle; no el predicador, porque sólo el elegido era capaz de comprender el espíritu de la palabra de Dios; no los sacramentos…” porque solo son medios para aumento de su gloria; tampoco la iglesia, que fuerza a los hombres a cumplir esos preceptos. “Este radical abandono… de la posibilidad de una salvación eclesiástico sacramental era el factor decisivo frente al catolicismo. Con él halló acabamiento el proceso de “desencantamiento” del mundo”. El hombre busca él solo Dios y la bienaventuranza, y además está predestinada a encontrarla.
El desencantamiento y el rechazo a todo lo mágico sacramental alcanzó en los puritanos por ejemplo, a enterrar calladamente a los suyos. Solo Dios otorga la gracia. Puritanos: “no confiar demasiado en la ayuda y amistad de los hombres”, “desconfiar del amigo más íntimo”… “Dios debe ser el único confidente del hombre”. El calvinismo, a diferencia del luteranismo, eliminó la confesión privada.
“El sumo bien a que aspira la religiosidad: la certidumbre de la gracia”. El calvinismo quiere alcanzarla según la máxima: “Dios ayuda al que se ayuda a si mismo”, y no por las buenas obras como pretende el catolicismo, sino mediante “un sistemático control de si mismo”. El cristiano medieval hacía buenas obras ocasionales, sobretodo para expiar pecados. El calvinismo insiste en transformarlo en cotidiano, en hace de cada pedazo de vida una buena obra y una perfecta conducta. El luterano también se expía mediante las “buenas obras”.
El pecado original y el trabajo como castigo es solucionado por el luteranismo como una obediencia, penitencia cotidiana para la remisión de los pecados.
El metodismo es muy cercano al calvinismo; las buenas obras ocasionales no son el medio para pasar del estado natural al estado de gracia (status gratiae) sino la aplicación conductual en cada hora y acción; racionalización de la conducta era el principio del puritanismo, “para sustraer al hombre de los apetitos irracionales”, para asegurar la “primacía de la voluntad planificada”; todo esto se transforma con el tiempo en el “reservado autocontrol… del gentleman inglés y angloamericano".
La educación de la conducta trabajaba sobre la voluntad. El calvinismo masificó la conducta monacal (que Weber llama ascética), que en la religión católica solo practicaban los monjes. Se predica la vida santa para todos. Se transforma “el ascetismo sobrenatural en una ascesis puramente “profana”, terrenal”; la reforma le puso entonces “barreras a la huída del mundo”; y en así no hay perfecto silencio posible.
El catolicismo también intentó masificar el ascetismo cotidiano, sin resultados pero con intentos: siempre se encontraba con corruptores, como las indulgencias, que los reformistas siempre consideraron como el peor de los males. Los calvinistas pasan a no aceptar más que gente pura (regenerada) en sus iglesias. Esto es considerado como una medida anticorrupción.
Lo más leído por los puritanos: los salmos y las sentencias de salomón.
El luteranismo “carecía del impulso interior hacia el autocontrol constante y la reglamentación planificada de la propia vida”; uno podía salvarse con arrepentimiento. El luterano parece despreocupado de caer en el status naturalis porque puede volver a levantarse con sus propias alas. “Lo esencial no es tanto la santificación práctica como la remisión de los pecados”. El luteranismo pone acento en la comunión con Dios en “este mundo”.
Metodismo: “método” para “producir el acto sentimental de la conversión”, “metodización sistemática de la conducta como medio de alcanzar la certitudo salutis”, o estado de gracia; “unión de la religiosidad sentimental (“hasta los más imponentes éxtasis”) y a la par ascética con la creciente indiferencia y repulsa hacia los fundamentos dogmáticos del ascetismo calvinista”. Aunque el calvinismo también quiere regular la vida, es mucho más parco y carece de sentimientos, para los cuales tiene una verdadera repulsa, pues considera engañoso todo lo sentimental. “El metodismo aspiró desde un principio a ejercer una misión sobre las masas”, mediante la sistematización de la conducta… pero a través de la fuerza del sentimiento.
Bautizantes, o bautistas, muestran en sus comienzos un fuerte alejamiento del mundo; a esta iglesia solo pertenecían los regenerados, los que oyeron el llamamiento de Dios; al mismo tiempo, al ubicar cada vez más la atención en Dios, se rechazaba la idolatría, y con el tiempo se reducía el poder de la Biblia como agente regenerador, a tal punto que los cuáqueros eliminaron el bautismo y la comunión.
Evolución del protestantismo: primero contra los curas, después contra los sacramentos, los santos, la virgen maría, la idolatría… la Biblia! Sólo Dios, sólo la luz interior. Fuerte antiautoritarismo en el protestantismo tardío. Se abandonaba también doctrina de la predestinación: se aguardaba la acción de Dios. Barclay: “hay que callar para que en el alma impere la serena tranquilidad que deje oír la palabra de Dios”, pero esto mediante el desarrollo de las “virtudes ascéticas en el trabajo profesional”. “Desde Lutero (seguido en esto por los bautizantes) se habría condenado el ascetismo sobrenatural monástico, considerándolo contrario al espíritu bíblico…”.
Principio Goethiano: “ el hombre activo es desleal, solo el contemplativo tiene consciencia”.
Calvinismo: sumisión autoritaria y policíaca; sectas (bautistas, menonitas, cuáqueros): sumisión espontánea.
El nexo con el sistema capitalista: “lo más importante es, empero, que la vida propia religiosamente exigida al “santo” no se proyectaba fuera del mundo, en comunidades monacales, sino que precisamente había de realizarla dentro del mundo y sus ordenaciones. Esta racionalización de la conducta en el mundo con fines ultramundanos fue el efecto de la concepción que el protestantismo ascético tuvo de la profesión”.
Baxter, presbiteriano, rama del calvinismo: Chrisitian directory, compendio de moral puritana. Spener: Dificultades teológicas, representante del pietismo alemán. Barclay: Apology, representante de los cuáqueros. Baxter contra el enriquecimiento, diferente de Calvino; para Baxter el enriquecimiento no era un obstáculo, tampoco para los puritanos.
Para los católicos el peligro que representaba, supuestamente, la riqueza, estaba en el descanso en la riqueza; se condena el ocio, el lujo, el sueño excesivo (de 6 a 8 horas como máximo).
Baxter exalta el trabajo duro y continuado, corporal o espiritual; lo justifica: trabajo como más antiguo y acreditado medio ascético, y como el preventivo más eficaz contra la unclean life. Contra las tentaciones sexuales: dieta sobria, régimen vegetariano, baños fríos, pero sobretodo: “trabaja duramente en tu profesión”. “Sentir disgusto en el trabajo es prueba de que falta el estado de gracia”. Diferencia con Aquino: “trabajo necesario sólo naturli ratione”.
Mormones: “Pero un cristiano no puede ser un mozo de cuerda o un holgazán, y ser bienaventurado. Está destinado a ser picoteado hasta la muerte y arrojado de la colmena”; así ponían al individuo entre trabajar o ser eliminado; esto produjo entonces las asombrosas creaciones económicas de esta secta.
Común acuerdo: los ricos también deben trabajar. El protestantismo tardío: “el trabajo y la profesión no son algo predestinado a lo que debemos conformarnos (como en el luteranismo) sino el medio de enaltecer la honra de Dios”; “Lutero nunca rompió con la indiferencia paulina hacia el mundo”.
Baxter: partidario de la profesión fija (stated calling), porque sino “todos los trabajos son puramente ocasionales y efímeros” y se le dedica así “más tiempo al ocio que al trabajo”, mientras que el profesional “realizará en orden su trabajo” sin vivir en perpetuo desorden.
La utilidad de la profesión y su agrado para Dios era medida según: 1.- criterios éticos 2.- importancia para la colectividad 3.- provecho para el individuo.
Los puritanos veían a Dios en los detalles y en la economía: “Si Dios os muestra un camino que os va a proporcionar más riqueza…”. La mendicidad es reprobable. Condenaban las artes no científicas, el teatro, de manera absoluta el desnudo, el hablar superfluo, todo obrar sin un fin; el deporte no es alentado, las fiestas y las borracheras, repudiadas. Esto reprimía el consumo, sobretodo de los lujos. Pero ni puritanos ni cuáqueros condenaban la riqueza.
El puritanismo, el calvinismo, los cuáqueros, favorecieron la acumulación de riqueza hasta la aparición del “hombre económico”; pero este no resistió las tentaciones y dejó la religión. Así las religiones y su veneración al trabajo sentaron las bases del hombre moderno, cómodo y ateo en la práctica. Acción secularizadora de la riqueza. Wesley: ante el surgimiento de la riqueza: “no veo, pues, como sea posible… una larga duración de cada nuevo despertar de la religiosidad verdadera. Pues necesariamente, la religión produce laboriosidad (industry) y sobriedad (frugality), los cuales son a su vez causa de riqueza”.
Mientras que la ética medieval había llegado a glorificar la mendicidad en las órdenes mendicantes, sectas protestantes y las comunidades estrictamente puritanas no admiten la mendicidad.

La exaltación del trabajo por el ascetismo religioso: “ponía a su disposición trabajadores sobrios, honrados, de gran resistencia y lealtad para el trabajo”, trabajo que es transformado en un fin querido por Dios; y por otra parte se justificaba la desigualdad económica como algo planeado por Dios… que persigue “finalidades ocultas”. Y hoy en día entonces, “la idea del “deber profesional” ronda por nuestra vida como un fantasma de ideas religiosas ya pasadas”.

Independencia De Los Estados Unidos


Bandera_usa : Bandera de Estados Unidos sobre fondo blanco. Cerrar.
La Independencia de los Estados Unidos es uno de los hechos más importantes ocurridos en el siglo XVIII, siendo la Declaración de Independencia leída en Filadelfia (1776), uno de los textos más innovadores y trascendentes de la historia contemporánea.
Inglaterra controlaba 13 colonias en América del Norte, donde habían emigrado los católicos y protestantes disidentes, durante las guerras religiosas.
En 1765, el gobierno inglés de Jorge III aumento abusivamente los impuestos en las colonias provocando desórdenes en muchas colonias. El parlamento de Londres prosiguió con su rígida política y en 1767 volvió a votar nuevos impuestos.
La indignación cundió en las colonias y los patriotas comenzaron a gestar la revolución y, tras proclamar la Declaración de Derechos (1774), se declararon independientes (1776).
El 3 de septiembre de 1783 se firmó en Versalles el tratado de paz, donde Inglaterra reconocía la independencia y soberanía de las colonias americanas.

El trono de la Gracia: Escrito por Charles H. Spurgeon


Hebreos 4:16
Estas palabras se encuentran engastadas en aquel versículo lleno de gracia: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanazar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro." Son una gema en un engaste de oro. La verdadera oración es un acercamiento del alma por el Espíritu de Dios al trono de Dios. No es emitir palabras, no es solamente el sentir deseos, sino es la presentación de los deseos a Dios, el acercamiento de nuestra naturaleza a Dios nuestro Señor. La verdadera oración no es un puro ejercicio mental, ni una ejecución vocal; es mucho más profundo que eso: es comercio espiritual con el creador del cielo y la tierra. Dios es un Espíritu invisible al ojo mortal, y solamente puede ser visto por el hombre interior; nuestro espíritu dentro de nosotros, engendrado por el Espíritu Santo en nuestra regeneración, discierne el Gran Espíritu, tiene comunión con El, le refiere sus peticiones, y recibe de él respuestas de paz. Es un negocio espiritual de principio a fin; y su propósito y objetivo no termina en el hombre, sino llega a Dios mismo.

Para ordenar dicha oración, es necesaria la obra del Espíritu Santo. Si el oración fuera de labios solamente, necesitaríamos solamente el aliento de nuestras narices para orar. Si la oración fuera deseos solamente, muchos deseos se sienten fácilmente, y esto aun en el hombre natural. Pero cuando es deseo espiritual, y comunión del espíritu humano con el Gran Espíritu, entonces el Espíritu Santo mismo debe estar presente en todo el proceso, a fin de ayudar en la debilidad, y dar vida y poder, o de otro modo nunca se dará una oración verdadera, y la cosa ofrecida a Dios tendrá el nombre y la forma, pero la vida interior de oración estará muy lejos de allí.

Además, es claro en la conexión de nuestro texto, que la intervención del Señor Jesucristo es esencial para la oración aceptable. Como oración no será verdadera oración sin el Espíritu de Dios, de modo que no será oración que prevalece gin el hijo de Dios. El es el gran Sumo Sacerdote, debe entrar tras el velo por nosotros. Más aun, por medio de su persona crucificado el velo debe ser quitado por completo. Porque hasta ese momento estamos excluidos de la presencia del Dios vivo. El hombre que a pesar de la enseñanza de las Escrituras, procura orar sin un Salvador insulta a la Deidad. Y aquel que imagina que su propio deseo natural puede llegar a la presencia de Dios sin ser rociado con la sangre preciosa, y que será un sacrificio aceptable delante de Dios, comete un error. No ha traído una ofrenda que Dios pueda aceptar, no más que si hubiera desnucado un perro, u ofrecido un sacrificio inmundo. Obrada en nosotros por el Espíritu, presentada a nuestro favor por el Cristo de Dios, la ración se convierte en poder delante del Altísimo, pero no de ora manera.

Al tratar de hablar del texto de esta mariana, lo tomaré así Primero, Tenemos un trono; luego, en segundo lugar, vemos la gracia; en seguida juntamos las dos cosas y veremos u gracia en el trono; y reuniéndoles en otro orden, veremos la soberanía manifestándose a sí misma y resplandeciente en gracia.
  1.  Nuestro texto habla de UN TRONO: "El trono de la Gracia"

    En la oración, Dios debe ser visto como nuestro Padre. Este es el aspecto que nos resulta más querido. Pero aún no tenemos que considerarlo como si fuera como nosotros, porque nuestro Salvador ha calificado la expresión "Padre nuestro," con las palabras "que estás en los cielos"; y muy cerca, detrás de esas palabras que presentan el nombre tan condescendiente, para recordarnos que nuestro Padre es todavía infinitamente más grande que nosotros, nos ha ordenado decir: "Santificado sea tu nombre; venga tu reino." De modo que nuestro Padre todavía debe ser considerado como un Rey, y en la oración no solamente llegamos a los pies de nuestro Padre, sino llegamos al trono del Gran Monarca del Universo. El trono de la gracia es un trono, y eso es algo que no debemos olvidar.

    Si la oración siempre debe ser considerada por nosotros como una entrada en la corte de la realeza celestial; si hemos de conducirnos como cortesanos que están en la presencia de una ilustre majestad, entonces, no es una pérdida que sepamos cual es el espíritu correcto en que debemos orar. Si en la oración llegamos ante de un trono, es claro que, en primer lugar debe ser en espíritu de humilde reverencia. Se espera que el súbdito, al acercarse al rey, le rinda homenaje y honra. E1 orgullo que no reconoce al rey, la tradición que se rebela contra la soberana voluntad debería, si es sabia, eludir cualquier acercamiento al trono. Que el orgullo muerda las barricadas a la distancia y la traición esté al acecho en los rincones, porque solamente la reverencia profunda puede llegar a la presencia del Rey mismo, cuando está sentado con sus majestuosas vestiduras. En nuestro caso, el rey ante el cual venimos es la más elevada de las majestades, el Rey de reyes, el Señor de los señores. Los emperadores son solo residuos de su poder imperial. Se llaman reyes por derecho divino, pero ¿qué derecho tienen? El sentido común se ríe de sus pretensiones. Solo el Señor tiene derecho divino, y a él solamente pertenece el reino. El es el bendito y único potentado. Ellos son reyes nominales, puestos y derribados por voluntad de los hombres, o por el decreto de la providencia, pero El solamente es Señor, el Príncipe de los reyes de la tierra.

    Corazón mío, asegúrate de postrarte ante tal presencia. Si él es tan grande, besa el polvo delante de él, porque es el más poderoso de todos los reyes. Su trono domina en todos los mundos. El cielo le obedece con alegría, el infierno tiembla cuando él frunce el ceño, y la tierra es constreñida a rendirle homenaje voluntario quiéranlo o no. Su poder puede crear o ;)vede destruir; crear o aplastar; las dos cosas son igualmente fáciles para él. Alma mía, cuando te acercas al Omnipotente, que es fuego consumidor, quita el calzado de tus ;pies, y adórale con profunda humildad.

    Además, el es el más santo de todos los reyes. Su trono es un gran trono blanco, sin mancha, y clara como el cristal. "Ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos," "y notó necedad en sus ángeles." Y tú, criatura pecadora, con cuánta humildad deberías acercarte a El. Puede haber familiaridad, pero que no sea profana. Debe haber osadía, pero que no sea impertinencia. Todavía tú estas en la tierra y él en el cielo. Todavía eres un gusano en el polvo, una criatura abrumada ante la polilla, y él es eterno. Antes que existieran las montañas, él era Dios, y si todo lo creado dejara de existir, él sigue siendo el mismo. Hermanos míos, temo que no nos :dinamos como debiéramos ante la Eterna Majestad. Pero hoy en adelante, pidamos al Espíritu de Dios que nos dé un ánimo correcto, para que cada una de nuestras oraciones pueda ser un acercamiento reverente a la majestad infinita que está en los cielos.

    En segundo lugar, hay que acercarse a un trono con devota alegría. Si la gracia divina me ha otorgado el que esté entre los favoritos que frecuentan su corte, ¿no debo sentirme contento? Podría haber sido expulsado, de su presencia para siempre, sin embargo, se fine permite acercarme a El, hasta palacio real, hasta su cámara secreta de las audiencias de gracia, y ¿no he de estar agradecido? ¿No ha de convertirse mi gratitud en gozo, y no he de sentir que he sido honrado, que soy hecho receptor de grandes favores cuando se me permite orar? ¿Por qué está triste tu rostro, Oh tú que suplicas, cuando estás delante del trono de la gracia? Si estuvieras cite el estrado de la justicia para ser condenado por tus iniquidades, podrías bien mostrarte deprimido, pero has sido favorecido y puedes presentarte ante el Rey que está en sus vestiduras de seda del amor, por lo tanto, tu rostro debe resplandecer con sagrado placer. Si tu tristeza es grande, cuéntasela a El porque El puede mitigarla; si tu pecado se ha multiplicado, confiésalo porque El lo puede perdonar. Oh, vosotros, cortesanos que estáis en los salones de este Monarca, alegraos sobremanera, y poned alabanzas en vuestras oraciones.

    Es un trono, y por lo tanto, en tercer lugar, cuandoquiera que uno se acerca debe hacerlo con completa sumisión. Nosotros no oramos a Dios para darle instrucciones acerca de lo que debe hacer. Ni por un momento deberíamos presumir que dictamos la línea de procedimiento divino. Se nos permite decirle a Dios: "Así y así nos gustaría tener," pero además deberíamos agregar: "pero viendo que somos ignorantes y podemos estar equivocados --viendo que aún estamos en la carne, y por lo tanto podríamos estar actuando con motivos carnales-- no sea como yo quiero, sino conforme a tu voluntad." Quién va a darle instrucciones al trono? Ningún hijo de Dios que sea leal ni por un momento imaginará que puede ocupar el trono que es el derecho de ser Señor de todo. Y aunque el creyente expresa su deseo fervientemente, vehementemente, importunamente, y suplica y vuelve a suplicar, mantiene siempre esta reserva necesaria: "Sea hecha tu voluntad, mi Señor; y si pido algo que no estés de acuerdo con ella, mi deseo más íntimo es que seas suficientemente bueno como para negársela a tu siervo. Lo tomaré como una respuesta verdadera, si me rechazas lo pedido por mí que no parezca bueno ante tu vista." Si recordáramos constantemente esto, pienso que nos veríamos menos inclinados a insistir en ciertos casos delante del trono, porque sentiríamos: "Aquí estoy buscando mi propia comodidad, ventaja para mí, facilidades personales, y, quizás esté pidiendo algo que deshonre a Dios; así que oraré con la más profunda sumisión a los decretos divinos." Pero, hermanos, en cuarto lugar, si es un trono, debemos acercarnos con aumentadas expectativas. Un himno lo expresa muy bien:


    "Cuando vienes ante el Rey,
    grandes peticiones debes traer."

    No venimos en oración como si fuéramos al lugar donde Dios distribuye limosnas, donde dispensa sus favores a los pobres, ni venimos a la puerta trasera de la casa de misericordia a recibir mendruga, aunque ello fuera más de lo que merecemos, a comer las migajas que caen de la mesa del Maestro, que es más de lo que podríamos pretender. Pero cuando oramos, estamos dentro del palacio, de pie sobre el resplandeciente piso de la sala de recepción del gran rey, y de ese modo estamos en una posición ventajosa. En las oraciones nosotros estamos de pie donde los ángeles se inclinan con sus rostros velados; allí, sí, allí, adoran los querubines y serafines, delante del trono mismo al cual ascienden nuestras oraciones. ¿Y llegaremos allí con peticiones atrofiadas, y una fe estrecha y contrahecha? No, no es de los reyes el dar centésimos y monedas sin valor; el Rey distribuye monedas de oro. No reparte, como hacen los pobres hombres, pedazos de pan y restos de comida, sino hace una fiesta de manjares sustanciosos, de manjares llenos de médula, de vinos bien refinados.

    Cuando a un soldado Alejandro se le dijo que pidiera lo que quisiera, éste no pidió limitándose al mérito que tenía, sino que hizo una demanda tan grande, que el tesorero real se negó a pagar, y planteó la cuestión ante Alejandro, y Alejandro en una actitud verdaderamente real, replicó: "El sabe la grandeza de Alejandro, y ha pedido como se pide a un rey; que tenga lo que ha pedido." Cuídate de imaginar que los pensamientos de Dios son tus pensamientos, y que sus caminos como tus caminos. No traigas ante Dios peticiones menguadas y deseos estrechos diciendo: "Señor, haz conforme a estas cosas," pero recuerda, como los cielos son más altos que tus caminos, y sus pensamientos más que tus pensamientos, y pide, por lo tanto, como se le pide a Dios, pide grandes cosas, porque estás delante de un gran trono. Oh, que siempre sintamos esto cuando llegamos ante el trono de la gracia, porque entonces El puede hacer por nosotros mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos.

    Y, amados, en quinto lugar, podría agregar que el espíritu correcto en que nos acercamos al trono de la gracia es de una confianza sin vacilaciones. ¿Quién podrá dudar del Rey? ¿Quién se atreve a impugnar la palabra imperial? Se ha dicho que si toda integridad desapareciera de los corazones de la humanidad, todavía estaría en el corazón de los reyes. Sería vergonzoso que un rey mintiera. Hasta el mendigo en las calles es deshonrado si rompe una promesa, pero, ¿qué diremos de un rey si ni se puede confiar en su palabra? ¡Que vergonzosos para nosotros, si nos paramos con incredulidad ante el trono del rey del cielo y de la tierra! Con nuestro Dios ante nosotros en toda su gloria, sentado en el trono de la gracia, ¿se atreverán nuestros corazones a decir que desconfiamos de El? ¿Podremos imaginar que El no puede o no quiere cumplir su promesa? Ciertamente allí está el lugar en que el hijo puede confiar en su Padre, donde el súbdito fiel puede confiar en su monarca, y, por lo tanto, lejos esté de vacilar o de dar lugar a la desconfianza. La fe sin vacilaciones debe ser la que predomina ante el trono de la gracia.

    Una observación más sobre este punto, y este es que, si la oración es presentarse ante el trono de Dios, siempre debiera hacerse con la más profunda sinceridad, y en el espíritu que hace que todo sea real. Si eres suficientemente deseal para depreciar al rey, por lo menos, por tu propio bien, no te burles de E1 en su rostro, y cuando El está sobre el trono. Si en alguna parte te atreves a proferir palabras santas que no salen del corazón, que no sea en el palacio de Jehová. Si se me invita a orar en público, no debo comprender que estoy hablando con Dios mismo, y que tengo asuntos que tratar con el gran Señor. Y en mi oración privada, al levantarme en la mañana, si me inclino y repito algunas palabras, o al retirarme a descansar en la noche y paso por lo mismo, más bien peco y no hago bien, a menos que desde el alma hable al altísimo. ¿Crees tú que el rey del cielo se complace en oírte proferir palabras con lengua frívola, y con una mente que no está en ello? Tú no conoces. El es Espíritu, y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que adoran.

    Amados, la suma de todo lo dicho es esto: la oración no es una insignificancia. Es un acto eminente y elevado; es un privilegio elevado y maravilloso. En el antiguo Imperio Persa solamente unos pocos, pertenecientes a la nobleza podían entrar en cualquier momento ante el rey, y se consideraba esto como el privilegio más elevado de los mortales. Vosotros y yo, el pueblo de Dios, tenemos un permiso, un pasaporte para venir ante el trono de la gracia en el momento que lo deseamos, y se nos exhorta a acudir con gran confianza, pero de todos modos no debemos olvidar que no es poca cosa ser cortesano de la corte de los cielos y la tierra, para adorar a aquel que nos hizo y sustenta nuestro ser. En verdad, cuando intentamos orar podríamos oír la voz que, desde la excelsa gloria, dice: "Venid, adoremos y postrémonos, arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque El es nuestro Dios, y nosotros pueblo de su prado, y ovejas de su mano." "Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; Temed delante de él, toda la tierra."
  2. Para que la brillantez y el resplandor de la palabra "trono" no sea demasiado para la visión humana, nuestro texto ahora nos regala una palabra suave, amable y deleitosa: Gracia.

    Somos llamados al trono de la gracia, no al trono de ley. E1 rocoso Monte Sinaí era el trono de la ley, cuando Dios vino a Parán con diez millares de sus santos. ¿Quién querría acercarse a ese trono? Ni siquiera Israel. Se fijaron límites alrededor del monte, y sin aun una bestia tocaba el monte era apedreada o atravesada con una lanza. Vosotros, los que sois justos ante vuestros propios ojos y que esperáis poder obedecer la ley, y pensáis que podéis ser salvos por ella, mirad las llamas que Moisés vio y estremeceos y temblad, y desesperad. No es ese el trono al que ahora nos acercamos, porque por medio de Jesús el caso ha cambiado. Para la conciencia lavada por la sangre preciosa no hay ira sobre el trono divino, aunque, para nuestras atribuladas mentes:

    Era objeto de la ira ardiente, su parte era el fuego devorador, nuestro Dios es fuego consumidor, celoso es su nombre para siempre.

    Y, ¡bendito sea Dios! Esta mañana no vamos a hablar del trono del juicio final. Todos concurriremos ante él, y cuantos hayamos creído encontraremos que es un trono de gracia, a la vez que trono de justicia. Porque Aquel que está sentado sobre el trono no pronunciará sentencia de condenación contra la persona que es justificada por la fe. Es un trono establecido con al propósito de dispensar la gracia, un trono desde el cual cada expresión es una expresión de gracia. El cetro que desde él se extiende es el cetro de plata de la gracia. Los decretos que desde él se promulgan tienen el propósito de otorgar gracia. Los dones que desde allí se distribuyen a los que están al pie de los escalones de oro son dones de gracia. El que se sienta sobre el trono, el mismo es la gracia. Cuando oramos nos acercamos al trono de la gracia. Y por un momento, pensamos en ello, a modo de estímulo consolador para quienes están comenzando a orar; es decir, a todos los que somos hombres y mujeres de oración.

    Si vengo en oración ante el trono de la gracia, entonces serán disimuladas las faltas de mi oración. A1 comenzar a orar, queridos amigos, vosotros sentís como si no estuvierais orando. Los gemidos de vuestro espíritu, cuando os levantáis de vuestras rodillas son tales que pensáis que no hay nada en ellos. ¡Qué oración tal llena de manchas, empañada y estropeada es! No importa. Vosotros no habéis ido al trono de la justicia, de otro modo cuando Dios percibió la falta en la oración la habría desdeñado. Tus palabras entrecortadas, tus jadeos y tartamudeos están ante el trono de la gracia. Cuando alguno de nosotros ha presentado sus mejores oraciones ante Dios, si la ve como Dios la ve, no hay duda que haría un gran lamento por ella. Porque en la mejor de las oraciones que se haya orado hay suficiente pecado como para que sea desechada por Dios. Pero digo nuevamente que no es un trono de juicio, y hay esperanza para nuestras débiles y poco convincentes oraciones. Nuestro condescendiente Rey no mantiene una etiqueta rígida en su corte como la que observan los príncipes entre los hombres, donde un pequeño error o una imperfección resultarían en la desgracia del peticionario. Oh, no. Los defectuosos clamores de sus hijos no son criticados severamente por El. El supremo Chambelán del palacio de las alturas, nuestro Señor Jesucristo, pone cuidado y altera y enmienda cada oración que se le presenta y hace que la oración sea perfecta con su perfección, y que prevalezca por Sus méritos. Dios considera la oración presentada por medio de Cristo, y perdona todas sus faltas inherentes. ¡Cómo debiera esto estimularnos a los que nos damos cuenta que somos débiles, erráticos y poco hábiles en la oración! Si no puedes suplicar a Dios, como la hacías en años que ya se han ido, si puedes sentir que de uno u otro modo has perdido la práctica en la tarea de la suplicación, no te des por vencido, regresa aún, y preséntate, sí, con más frecuencia, porque no es un trono de críticas severas, es un trono de gracia al cual te ha acercado. Entonces, puesto que es un trono de gracia, las faltas del peticionario mismo no impedirán el éxito de su oración. Oh, ¡qué faltas hay en nosotros! ¡Cuán inadecuados somos para ir ante un trono! ¡Estamos tan contaminados por el pecado por dentro y por fuera! No podría decirnos "Orad," ni siquiera a vosotros los santos, si no hubiera un trono de gracia, mucho menos podría hablar de oración a vosotros los pecadores. Pero ahora diré esto a cada pecador que haya existido: clama al Señor y búscale mientras pueda ser hallado. Un trono de gracia es un lugar adecuado para ti: arrodíllate. Con fe sencilla acude a tu Salvador, porque El, El es el trono de la gracia. Es en El que Dios puede dispensar gracia al más culpable de la humanidad. Bendito sea Dios, ni las faltas de la oración ni las del que suplica cerrarán las puertas a nuestras peticiones del Dios que se deleita en los corazones contritos y humillados.

    Si es un trono de la gracia, entonces los deseos del que suplica serán bien interpretados. Si no puedo encontrar las palabras para expresar mis deseos sin palabras, Dios en su gracia leerá mis deseos sin palabras. El capta el sentido de sus santos, el significado de sus gemidos. Un trono que no fuera de la gracia no se tomaría la molestia de descifrar nuestras peticiones; pero Dios, el infinitamente misericordioso, buceará en el alma de nuestros deseos, y leerá allí lo que no podemos hablar con la lengua. Habéis visto a un padre, cuando su hijito está tratando de decirle algo, sabe muy bien lo que el pequeño está procurando hablar, le ayuda a formar la palabras y las sisabas, y si el chiquito ha medio olvidado lo que iba a decir, el padre sugiere la palabra. Así ocurre con el siempre bendito Espíritu: desde el trono de la gracia nos ayudará, nos enseñará las palabras, sí, y escribirá en nuestros corazones nuestros deseos mismos. En las Escrituras tenemos casos en que Dios pone palabras en boca de los pecadores. "Lleva contigo palabras," le dice, "Y dile: Recíbenos con misericordia y ámanos libremente." El pondrá los deseos, y dará además la expresión de aquellos deseos en tu Espíritu por su gracia. El dirigirá tus deseos a las cosas que deberías buscar. El te enseñará tu necesidad como si tú no la conocieras. E1 sugeriría las promesas a las que puedes recurrir para orar. En realidad, El será el Alfa y la Omega de tu oración, así como lo es en salvación. Porque así como la salvación es por gracia, de principio a fin, el acercamiento del pecador al trono de la gracia es pura gracia de principio a fin. ¡Qué consolador es esto! Queridos amigos, ¿no nos acercaremos con la mayor de las confianzas a este trono mientras sorbemos el dulce significado de esta preciosa frase "el trono de la gracia?"

    Si es un trono de gracia, entonces todas las necesidades de los que se acercan serán suplidas. El rey de ese trono no dirá "Debes traerme presentes, debes ofrecerme sacrificios." No es un trono para recibir tributos; es un trono que dispensa dones. Entonces, venid vosotros que sois pobres como la pobreza misma, venid vosotros que estáis reducidos a la bancarrota por la caída de Adán y por vuestras propias transgresiones. Este no es el trono de la majestad que se mantiene por los impuestos que recoge de entre sus súbditos, sino un trono que se glorifica cuando derrama, como una fuente, corrientes de cosas buenas. Venid ahora, y recibid el vino y la leche que se dan libremente; sí, venid, comprad vino y leche, sin dinero y sin precio. Todas las necesidades del peticionario serán suplidas, porque es un trono de gracia.

    E1 trono de la gracia. La frase crece a medida que retorna a mi mente, y para mí es una reflexión altamente placentera que si acudo al trono de la gracia en oración, puedo sentir que tengo mil defectos, pero, no obstante, hay esperanzas. Usualmente me siento menos satisfecho con mis oraciones que con cualquier otra cosa que hago. No creo que es cosa fácil orar en público, como lo es dirigir en forma correcta la adoración en una gran congregación. A veces oímos que se elogia a personas porque predican bien, pero si alguno es capacitado para orar bien, habrá un don igual y una gracia superior en ello. Pero, hermanos, supongamos que en nuestras oraciones haya defectos de conocimientos; es un trono de gracia, y nuestro Padre sabe que tenemos necesidad de estas cosas. Supongamos que haya defectos de fe; E1 ve nuestra poca fe y todavía no nos rechaza, a pesar de ser poca. En cada caso no mide su dádiva por el grado de nuestra fe, sino por la sinceridad y veracidad de la fe. Y si hay defectos graves en nuestro espíritu y fracasos en el fervor o en la humildad de la oración, aún, pese a que estas cosas no debieran ocurrir y son muy deplorables, la gracia las pasa por alto, las perdona, y sigue su mano misericordiosa extendida para enriquecernos conforme a nuestras necesidades. Ciertamente esto debiera inducir a muchos a orar y que todavía no han orado, y debiera hacer que lo que han estado por largo tiempo acostumbrados al uso del consagrado arte de la oración se acerquen con mayor confianza que nunca ante al trono de la gracia.
  3. Pero, ahora, respecto de nuestro texto como en todo, nos da la idea de la GRACIA ENTRONIZADA.

    Tenemos un trono, y ¿quién se siente en él? Es la gracia personificada la que está instalada en dignidad. Y en verdad, actualmente la gracia está en un trono. En el evangelio de Jesucristo la gracia es el atributo predominante de Dios. ¿Cómo llega a ser tan excelso? Respondemos: la gracia tiene su trono por conquista. La gracia vino a la tierra en la forma de un Bienamado, y se enfrentó con el pecado, lo cargó sobre su hombro, y aunque casi fue aplastada bajo la carga, llevó el pecado a la cruz, lo calvo allí, le dio muerte, lo dejó muerto para siempre, y triunfó gloriosa. Por esta causa, en esta hora la gracia está sentada en un trono, porque ha vencido el pecado humano, ha llevado el castigo de la culpa humana y ha derrotado a todos sus enemigos.

    Además la gracia está sentada en un trono, porque se ha establecido allí por derecho. No hay injusticia en la gracia de Dios. Dios es tan justo, cuando perdona al pecador como cuando echa a un pecador al infierno. Creo con toda mi alma que hay una justicia tan pura en la aceptación de un alma que cree un Cristo como la habrá en el rechazo de Aquellas almas impenitentes que son desterradas de la presencia de Jehová. El sacrificio de Cristo ha permitido que Dios sea justo, y, sin embargo, pueda justificar al que cree. El que conoce la palabra Sustitución y puede saber en forma correcta su significado, verá que nada punitivo se debe a la justicia por parte de ningún creyente, y que ahora Dios podría ser injusto si no salvara a aquellos por los cuales Cristo sufrió vicariamente, aquellos para quienes se proveyó su justicia, y a los cuales ha sido imputada. La gracia está en el trono por conquista, y se sienta allí por derecho.

    La gracia está entronizada hoy en día, hermanos, porque Cristo ha finalizado su obra y ha entrado en los cielos. Está entronizado en poder. Cuando hablamos de su trono, queremos decir que tiene un poder ilimitado. La gracia no se sienta en el estrado de Dios; la gracia no está de pie en la corte de Dios, sino que está sentada en el trono. Es el atributo que reina; es el rey de hoy en día. Esta es la dispensación de la gracia, el año de la gracia. La gracia reina por medio de la justicia para vida eterna Vivimos en la dinastía de la gracia, porque considerando que Jesús vive ara siempre él intercede por los hijos de los hombres, también es poderoso para salvar hasta lo sumo a los que por él acercan a Dios. Pecador, si fueras a encontrar la gracia a orilla de un camino, como un pasajero en su viaje, te optaría que hagas amistad con ella y pidas su influencia; fueras a encontrar la gracia como a un comerciante en una transacción con tesoros en las manos, te recomendaría que quistas su amistad, te enriquecería en la hora de tu reza; si vieras la gracia como uno de los pares del cielo, exaltada hasta lo sumo, te exhortaría a que te hiciera oír por pero, cuando la gracia está más alto, no puede ser mayor, porque está escrito "Dios es amor," que es un alias de la gracia. Oh, ven, e inclínate delante de ella; ven y adora la infinita gracia y misericordia de Dios. No dudes, no te detengas no vaciles. La gracia reina; la gracia es Dios; Dios es amor. Hay un arco iris alrededor del trono semejante a una raída, la esmeralda de su compasión y de su amor. Oh, almas felices que pueden creer esto, y creyéndolo pueden de inmediato y glorificar la gracia convirtiéndose en ejemplos de su poder.
  4. Finalmente, nuestro texto, bien leído, tiene LA SOBERANÍA RESPLANDECIENTE DE GLORIA, LA GLORIA DE LA GRACIA.

    El trono de la gracia es un trono. Aunque la gracia esté sigue siendo un trono. La gracia no desplaza a la soberanía. Ahora bien, el atributo de soberanía es muy elevado y Su luz es como una piedra de jaspe, más preciosa, y como piedra de zafiro, o como Ezequiel la llama, "el terrible cristal" Así dice el Rey, el Señor de los Ejércitos, "Tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente." "¿Quién eres tú, oh hombre para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que formó: ¿Por qué me has hecho así?" "No tiene potestad alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?" Pero, para que ninguno de vosotros sea abatido por el pensamiento de su soberanía, os invito al texto. Es un trono. Hay soberanía, pero para cada alma que sabe orar, para cada alma que por fe que viene a Jesús, el verdadero trono de la gracia, la soberanía divina no presenta un aspecto oscuro y terrible, sino que está llena de amor. Es un trono de gracia; de lo que deduzco que la soberanía de Dios para el creyente, para uno que suplica, para uno que viene a Dios en Cristo, siempre se ejerce de pura gracia. Para vosotros, los que acudís a Dios en oración, la soberanía siempre dice así: "Tendré misericordia de ese pecador. Aunque no lo merece, aunque, no hay méritos en él puesto que yo puedo hacer lo que bien me parezca, le bendeciré, lo haré mi hijo, yo le aceptaré, será mío el día que hay mis joyas."

    Hay dos o tres cosas para pensar, y luego termino. En el trono de la gracia, la soberanía se ha puesto bajo lazos de amor. Dios hará lo que El quiere; pero sobre el trono de la gracia, él está sometido a lazos, lazos que él mismo preparado, porque ha establecido un pacto con Cristo, y de ese modo, entró en relación de pacto con sus escogidos. Aun que Dios es y debe ser un soberano, nunca quebrantará pacto, ni alternará la palabra que ha salido de su boca. puede usar de falsedad con el pacto que el mismo estableció. Cuando acudo a Dios en Cristo, a Dios sobre el trono de gracia, no debo imaginar que por algún acto de soberanía Dios va a dejar de lado su pacto. Eso no puede ser. Es imposible.

    Además, sobre el trono de la gracia, Dios está nuevamente obligado hacia nosotros por sus promesas. El pacto contiene muchísimas promesas de gracia, sobremanera grandes y preciosas. "Pedid y se os dará; buscad y hallaré llamad y se os abrirá." Cuando Dios no había aun pronunciado tales palabras, u otra expresión en ese sentido, era libre de oír o no la oración; pero ahora no es así, porque ahora, si se trata de una verdadera oración ofrecida por medio de Jesucristo, su atributo de fidelidad le obliga a oírla. Un hombre puede ser perfectamente libre, pero desde el momento que hace una promesa, ya no es libre de quebrantarla. El Dios eterno no quiere quebrantar su promesa. Se complace en cumplirla. El ha declarado que todas sus promesas son sí y amén en Cristo Jesús. Pero, para nuestra consolación, cuando examinamos a Dios bajo el elevado y terrible aspecto de un soberano, tenemos esto para reflexionar, que está bajo la obligación de la promesa del pacto de ser fiel a las almas que le buscan. Su trono debe ser un trono de gracia para su pueblo.

    Y una vez más, el más dulce de todos los pensamientos, toda la promesa del pacto ha sido confirmada y sellada con sangre, y lejos está del Dios eterno hacer que el vituperio caiga sobre la sangre de su querido hijo. Cuando el rey otorga una carta de derechos a la ciudad, aunque pudo ser absolutista antes de otorgar la carta, la ciudadanía puede invocar sus derechos ante el rey. De la misma manera, Dios ha dado a su pueblo una carta de indecibles bendiciones, otorgándoles las ciertísimas misericordias de David. En gran medida, la validez de una carta depende de la firma y del sello y, hermanos míos, ¡cuán seguro es el pacto de gracia! La firma es de la mano de Dios mismo y el sello es la sangre de Cristo, el Hijo unigénito de Dios. El pacto es ratificado con sangre, la sangre de su propio Hijo amado. No es posible que podamos suplicar a Dios en vano cuando se invoca el pacto sellado con la sangre, ordenado y seguro en todas las cosas. El cielo y la tierra pasarán, pero el poder de la sangre de Jesús no puede fracasar ante Dios. Habla cuandoestamos en silencio, y prevalece cuando somos derrotados. Cuando pide, pide mejores cosas que Abel, y su clamor es oído. Acerquémonos confiadamente, porque llevamos la promesa en nuestros corazones. Cuando nos sintamos alarmados por la soberanía de Dios, cantemos alegremente:
El evangelio mi espíritu levanta:
El Dios fiel e inmutable
pone el fundamento de mi esperanza
con juramento, promesas y con sangre.
Que Dios el Espíritu Santo nos ayude a usar en forma correcta de hoy en adelante "el trono de la gracia." Amén.