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LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

La herejía Mormona

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

© C. Vidal, Libertad digital (ProtestanteDigital.com. 2005, España)

Las grandes deserciones mormonas
Falsedades históricas del Libro de Mormón
Más vínculos del mormonismo y la masonería
Mormonismo y poligamia
La dudosa moralidad de Joseph Smith 
En la imagen el falso profeta José Smith recibiendo la visita de unos seres luminosos que le revelaron un nuevo "evangelio" en el "Libro de Mormón" (imagen mormona)

"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:8-9) 
"Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2ª Corintios 11:14-15)
Los mormones y Joseph Smith 
La influencia de la masonería (I) 

El peso de la masonería en el reverdecer del ocultismo del siglo XIX fue, como vimos en las entregas anteriores, ciertamente extraordinario, hasta el punto de que no puede entenderse su historia sin hacer referencia a él. Ya hemos indicado como uno de sus componentes esenciales – y de sus atractivos – era la pretensión de poseer un conocimiento secreto, una gnosis, que sólo se comunicaba a los iniciados. Esta circunstancia - absolutamente esencial en la historia de la masonería y, sin embargo, tantas veces omitida - explica, por ejemplo, el considerable papel representado por la masonería en la configuración de algunas de las sectas surgidas durante el siglo XIX. En las siguientes entregas, nos ocuparemos del papel de la masonería en la fundación del mormonismo, de los adventistas, de la Ciencia cristiana y de los testigos de Jehová.

De entre las sectas contemporáneas, la más importante, con diferencia, es la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, más conocidos popularmente como los mormones. En la actualidad, los mormones cuentan con no menos de diez millones de miembros en todo el mundo y un peso social, político y económico que supera con mucho el de ese número . Todo eso es más o menos conocido, lo que ya resulta mucho menos sabido es que Joseph Smith Jr. era masón y que la masonería desempeñó un papel muy considerable en el nacimiento y establecimiento de la secta. 

Resulta obligado decir que nada puede alcanzar la categoría de comprensible en relación con la historia y la teología de los mormones – a la que Ferguson denominó la religión sintética de Utah – sin hacer referencia a la persona de su fundador y profeta Joseph Smith . 

Nacido el 23 de diciembre de 1805, cuando Estados Unidos era una jovencísima nación recién emancipada de Gran Bretaña, Smith nació en un entorno doméstico peculiar. Los vecinos de Smith consideraban a la familia de éste como “analfabeta, bebedora de whiskey, holgazana e irreligiosa” (1). La madre de Smith, Lucy Mak, practicaba la hechicería y alimentaba la pretensión – por lo visto no del todo desprovista de fines crematísticos – de tener visiones. 

El padre, Joseph, más conocido como Joe, contaba con una cierta popularidad que emanaba de que su ocupación consistía en buscar tesoros en favor de aquellos que le pagaban con esa finalidad. Está documentado que el joven Joseph Smith acompañaba con frecuencia a su padre en estas expediciones a mitad de camino entre el fraude y lo oculto, y desde edad muy temprana se dedicó a la práctica de la adivinación y de decir la fortuna mediante el uso de piedras, una práctica específicamente prohibida por la Biblia (2). Sin embargo, de manera aún más interesante, la familia de Joseph Smith estaba estrechamente vinculada con la masonería. 

El padre, Joseph Smith Sr. había sido iniciado en el grado de maestro masón el 7 de mayo de 1818 en la logia de Ontario n. 23 de Canandaigua, Nueva York. Uno de los hijos mayores, Hyrum Smith, era miembro de la logia Mount Moriah n. 112 de Palmyra, Nueva York. 

Las fechas resultan interesantes porque en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta . 

La importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que “La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia” (3). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes. 

Tal y como lo expresó el apóstol mormón John A. Widtsoe: “Sobre su realidad (la de la visión) descansa la verdad y el valor de su (de Smith) obra posterior”(4). Desde luego, no es para menos. Si efectivamente Dios se le apareció a Joseph Smith dándole instrucciones concretas, sería estúpido negarle, al menos, un poco de atención. Si, por el contrario, la historia es falsa, Smith sería un farsante, un enfermo o algo peor. 

El relato oficial es como sigue. En 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años , se adentró, una hermosa mañana de inicios de la primavera, en el bosque. Al parecer había decidido orar para descubrir cual de “todas las sectas era la correcta”, una oración nada baladí teniendo en cuenta la vinculación de su padre con la masonería. Mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo” . Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

En el siguiente artículo analizaremos la revelación de J. Smith. 

(1) Citado en B. Larson, Oc, p. 309. 
(2) Las citas al respecto son claras. Por ejemplo, “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos” (Levítico 19:26) o “ No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de el Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios” (Deuteronomio 10, 8-14). 
(3) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(4) John A Widtsoe, Joseph Smith-Seeker After Truth, SALT Lake City, 1951, pg. 19.

Mormones: la visión de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (II) 

Vimos que en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta, siendo la importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que "La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia"(1). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Como relatamos en el artículo anterior, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

Sería de esperar que esta visión de radical importancia hubiera sido registrada desde el principio entre los recuerdos y testimonios del futuro profeta. Lo cierto es que no fue así. Los mismos mormones se han visto obligados a reconocer que "el relato oficial de la primera visión de Joseph Smith y las visitas del ángel Moroni... fue publicado por primera vez en 1842"(2), es decir, 22 años después de acontecidos los hechos. Hasta qué punto este "retraso" resulta absurdo podemos verlo en el hecho de que la secta fue fundada oficialmente en 1830, el mismo año de publicación del Libro de Mormón. ¿A qué se debe que la piedra básica - la visión divina de Smith - sobre la que está edificada la secta de los mormones no fuera mencionada por el profeta sino veintidós años después de presuntamente acontecida?. 

Diversas investigaciones parecen apuntar a una causa bien poco presentable: el mismo Joseph Smith no contó siempre la misma historia y ello se debe sencillamente a que la misma no era verdad. Jerald y Sandra Tanner (3) han dejado de manifiesto que en el interior de la secta circulaban, al menos, dos versiones diferentes de la visión divina de Smith si bien no salieron a la luz pública hasta que Paul Cheesman, un estudiante de la universidad Brigham Young, las publicó en 1965. Por si esto fuera poco, al año siguiente, James B. Allen, profesor asociado de Historia de la BYU, reveló otra versión más de la visión. Demasiados relatos discordantes para creer en una versión - hoy oficial - que, al parecer, desconocieron dirigentes mormones como Brigham Young y Oliver Cowdery (4). 

El mismo Joseph Smith se destacó por ser el origen de este tremendo embrollo. A fin de cuentas, no relató siempre la misma historia . Así, el Messenger and Advocate de septiembre de 1834 y de febrero de 1835 publicó diversas versiones de la "primera visión" considerablemente diferentes de la oficial de 1842. Las diferencias son de bulto. En la versión ahora oficial, Joseph Smith tenía catorce años, buscaba saber qué secta era la verdadera y se le aparecieron el Padre y el Hijo. En las de 1834 y 1835, Joseph Smith tenía diecisiete años, lo que ansiaba saber es si existía un ser supremo y el que se le apareció fue un simple ángel. Para terminar de complicar las cosas el 29 de mayo de 1852 el Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en que afirmaba que la primera visión la tuvo a los catorce años y que fue de ángeles. 

Esto fue corroborado posteriormente, por el apóstol mormón Orson Pratt (5) y por John Taylor, el tercer presidente de los mormones (6). Por desgracia para Smith, ni siquiera en la época en que coincidían casi todos en que quien se había aparecido era un ángel, llegaban a ponerse de acuerdo sobre la identidad del mismo. En la primera edición de la "Perla de gran precio" de 1851, pg. 41, se decía que el ángel era Nephi y la misma opinión sustentaba Lucy Mack, su madre. No obstante, después se denominó al ángel con el apelativo de Moroni. Finalmente, alguien debió de llegar a la conclusión de que una aparición del Padre y del Hijo siempre es mucho más atrayente que la de un simple enviado. Así esta tesis acabaría imponiéndose de manera oficial en la "Perla de gran precio", uno de los libros sagrados de los mormones (7) . 

Como fundamento- según el profeta y apóstol MacKay - de la organización que afirmaba ser la única iglesia cristiana, la visión primera de Smith da la impresión de dejar mucho que desear. No coinciden - de acuerdo a las diferentes versiones - ni la edad de Smith, ni el motivo de su oración ni los personajes que se le aparecieron. Francamente, un profeta con una memoria tan dudosa sobre asunto de tanta importancia no consigue crear precisamente confianza en la manera en que transmite las revelaciones ni en la veracidad de las mismas. Para colmo, la última - por el momento - versión de la visión de Smith se contradice con sus propias enseñanzas de manera directa. 

En 1832, Joseph Smith afirmó haber tenido una revelación de Dios según la cual nadie puede ver a Dios sin tener el sacerdocio. Según el propio SmitH él no tuvo ese sacerdocio hasta pasado 1830 (8) pero la visión de Dios fue, al menos, diez años antes. Como y por qué Dios hizo una excepción a Su revelación en relación a Smith constituye un misterio que - hasta la fecha - ningún adepto de la secta ha conseguido aclarar. 

Como ha dejado de manifiesto Floyd C. Mc Elveen, ambas revelaciones no pueden ser verdad. O bien Smith vio a Dios en 1820 - y eso se contradice con la revelación sobre el sacerdocio de 1832 - o bien la revelación de 1832 es falsa y con ello queda a salvo la veracidad de la versión - hoy oficial- de la visión de 1820. Naturalmente cabe también la posibilidad de que ambas visiones no fueran sino una falacia. 

(1) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(2) Improvement Era, julio de 1961, p. 490. 
(3) Jerald y Sandra Tanner, The First ision Examines. Salt Lake City. 1969.La obra constituye un clásico en el estudio de las fuentes de la secta. 
(4).C..Mc Elveen, The mormon illusion, Ventura, 1977 pp. 24-25. 
(5) Vid: Messenger and Advocate, vol.I, pp. 78-79. 
(6) Journal of Discourses, Salt Lake City. (1966) vol. 13, pp. 65-66. 
(7) Pearl of Great Price, Salt Lake City, 1958, p.48 par.17. 
(8) Bruce R. McConkie, doctrines of Salvation, SALT Lake City, 1954, vol. I, p. 4.

El "Libro del Mormón" 
La influencia de la masonería (III) 

Aún más problemas plantea esa obra que Mark Twain denominó "cloroformo en forma de libro" y que nosotros conocemos como el Libro del Mormón. La historia oficial del mismo es digna de ser referida aunque sea brevemente. En la Perla de gran precio, uno de los libros sagrados de la secta, Joseph Smith narra una visión que tuvo en 1823. De acuerdo con este libro, en el curso de la misma se le apareció a Smith un ángel llamado Moroni que le señaló la misión que Dios le había encomendado. Smith tenía que encontrar unas placas de oro en las que había escrita una obra cuya traducción debía acometer. Junto a las placas, Smith encontraría unas gafas que le permitirían traducir las placas del egipcio reformado en que estaban escritas al inglés. Para colmo de maravillas, las mencionadas lentes fueron identificadas por el ángel con el Urim y el Tumim del Antiguo Testamento. La obra señalada por el ángel, presuntamente, era el Libro del Mormón.

No hace falta decir que para una vez que una revelación presuntamente divina no se produce por inspiración sino por traducción, hubiera resultado sumamente interesante poder examinar los textos y el artilugio destinado a facilitar su comprensión a los mortales. No ha sido posible. Según la tesis mormona, después de que Smith tradujo las 116 primeras páginas del Libro del Mormón, aquellas desaparecieron. ¿Y las gafas? Se las llevó el ángel. 

Según los tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris, el método de traducción de Smith era auténticamente peculiar. En primer lugar, Smith colocaba los lentes en un sombrero y después metía la cara en el mismo comenzando a continuación a traducir de las placas de oro... que prácticamente nunca estuvieron presentes. Dado el método utilizado, no es de extrañar que no hicieran ni falta. 

No acaba aquí la cosa. Según ha dejado escrito David Whitmer (1), una vez que Smith se echaba a la cara el sombrero con las gafas, aparecía una especia de jeroglífico con la traducción inglesa debajo. Smith la leía entonces para que copiara Cowdery o cualquier otro y si quedaba escrito correctamente la frase desaparecía. 

El método se presenta como un tanto alambicado, pero así es como fue presentado por Smith y sus adeptos más cercanos. La obra era una revelación de Dios de igual importancia - en la práctica más - que la Biblia. Por desgracia para Smith y su secta, la nueva revelación por escrito iba a levantar aún mayores dudas que el relato referente a su presunta visión divina. Joseph Smith afirmó que la obra fue escrita en torno al 384 al 421 A. de C. por Mormón, el padre de Moroni. Por ello, no deja de ser curioso que la obra reproduzca textualmente la versión de la Biblia del Rey Jaime que se imprimió... en 1611 A.D. El cómo un libro puede llevar millares de citas textuales de una obra que, supuestamente, se imprimió dos mil años después es otro de los grandes enigmas de la religión mormona, y el enigma se agranda cuando vemos que hasta las palabras en cursiva de la versión del Rey Jaime se reproducen así en el Libro del Mormón. 

No menos curioso es el estilo gramatical de la obra . Supuestamente, "cada palabra y cada letra le fueron dadas (a Joseph Smith) por el don y el poder de Dios", pero eso no ha evitado que los mormones hayan realizado unos cuatro mil cambios de estilo - y no sólo de estilo - en la obra (2). Francamente, resulta curioso que las autoridades mormonas se hayan mostrado tan predispuestas a alterar con suma libertad una obra que - presuntamente - fue dada por Dios al profeta fundador de la secta. Quizá una explicación de este fenómeno resida en el hecho de que cuando Smith cita de la versión de King James o Rey Jaime (supuestamente escrita dos mil años después que el Libro de Mormón) su gramática es impecable, pero deja de serlo en el momento en que - al parecer - traducía del egipcio ayudado por las gafas que le dio el ángel. Desde luego, si Dios entregó la revelación a Smith de manera directa, lo hizo en momentos en que Su gramática no era muy sólida. 

Estas y otras cuestiones - que, desde luego, no contribuyen lo más mínimo a afianzar la creencia de que Joseph Smith era un profeta de Dios - suelen ser dejadas de lado por los adeptos de la secta con una referencia rápida al testimonio, favorable al Libro de Mormón, de los testigos. 

Efectivamente, en las páginas iniciales del Libro de Mormón se menciona el "Testimonio de los tres Testigos", a saber, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; así como el de los "Ocho testigos", es decir, Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Irma Page, Joseph Smith, Sen; Hyrum Smith y Samuel H. Smith. Según los adeptos, el testimonio de estas personas en bloque no deja ninguna duda de que el Libro de Mormón fue una obra inspirada por Dios y revelada a Su profeta, Joseph Smith. Sin duda, muchos adeptos lo creen. El problema es que el mencionado testimonio no se sostiene ni siquiera parcialmente. Para empezar el grupo de los "tres testigos" jamás afirmó haber visto las placas de oro donde - supuestamente - se escribió el Libro de Mormón. Lo más que llegaron a afirmar fue que tuvieron una "visión" de las mismas, que las vieron "con el ojo de la fe" o cuando estaban envueltas o tapadas (3). Si alguien vio alguna vez - y resulta dudoso - aquellas placas fue sólo Joseph Smith. 

(1) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(2) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(3) Cf: F.C. McElveen, Oc, p. 48 ss.

Las grandes deserciones mormonas 
La influencia de la masonería (IV) 

Por desgracia, no termina en el Libro del Mormón en sí el cúmulo de problemas que presentan los mencionados testigos de Shmit. Veámoslos, aunque sea por encima. De los once testigos mencionados, todos se marcharon de la secta salvo los Smith, es decir, los de la familia del profeta e incluso de éstos, un par de los hijos de Smith dejaron la secta para afiliarse a la iglesia reorganizada de los Santos de los Últimos Días.

Como relatamos en artículos anteriores, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. Existen los llamados tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris. 

Visto el éxito final que tuvo con ellos, no es de extrañar que el profeta Smith denominara a los tres testigos principales "ladrones y embusteros" (1) y que incluso manifestara en la "Historia de la Iglesia" que habría que olvidarlos (2). De nuevo este conjunto de circunstancias no pueden sino resultar sorprendentes al venir ligadas a una revelación supuestamente de Dios. Por ello, resulta injustificable que la secta de los mormones tenga el valor de presentarlos como testigos a favor de las revelaciones de su profeta, cuando todos, menos los familiares de éste, la abandonaron convencidos de que aquello no tenía ninguna relación, ni siquiera lejana, con Dios. 

Realmente, da la impresión de que la gente más cercana a Smith creía que todo era un fraude y se cansó de seguir la farsa. A causa de ellos, Smith los descalificó como embusteros y ladrones en un intento de privar de valor a los testimonios - esta vez ciertos - que pudieran dar acerca del. Posteriormente, la secta correría un tupido velo sobre el abandono e insistiría en que todos ellos eran piedra fundamental para creer la veracidad de las pretensiones de Smith. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de a quien beneficiaba esa falsedad consciente. 

Una cuestión adicional sirve para dejar aún más de manifiesto el dudosa carácter de los poderes de Smith. Para desgracia de la secta, el asunto pasó por los tribunales y las minutas del procedimiento fueron localizadas por Wesley P. Walters el 28 de julio de 1971 (3). En 1826, es decir, seis años después de la supuesta visión divina, Joseph Smith fue acusado (y condenado) por ser un "glass looker". El término anglosajón, que se podría traducir como "mirador de cristal", sirve para designar a una persona que mirando a través de un vidrio o de una piedra puede encontrar tesoros o propiedades perdidas. Smith había estafado a una persona llamada Josiah Stowell asegurándole que, mirando a través del cristal, localizaría tesoros y propiedades perdidas. 

No deja de ser curioso que Smith fracasara utilizando la misma metodología que le permitió - en teoría - traducir las placas de oro que un ángel de Dios le había mostrado y tampoco deja de llamar la atención que, seis años (o tres, según la visión) después de hablar con el Padre y el Hijo (o con un ángel, llamado o Moroni o Nephi, según qué visión y qué persona) anduviera dedicado a los menesteres - nada respetables - que había aprendido en su familia. No parece lo más adecuado que un profeta de Dios se dedique a estafar al prójimo prometiéndole encontrar tesoros... a menos, claro está, que no se sea tal tipo de profeta. Desde luego, con esos antecedentes tampoco llama mucho la atención las controversias desatadas desde el principio en relación con el Libro de Mormón. 

(1) Times and Seasons, vol. I, pg. 81; Elders Journal, pg. 59; Senate Documents 189, pp. 6,9. 
(2) Smith, History of the Church, vol. 3, p. 232. 
(3) Una reproducción fotográfica de las minutas judiciales originales en J. Y S. Tanner, Joseph Smith´s 1826 Trial, Salt Lake City. 1971.

Falsedades históricas del Libro de Mormón 
La influencia de la masonería (V) 

Los libros sagrados de las diversas religiones suelen contener datos históricos, geográficos y arqueológicos susceptibles de ser verificados por los especialistas en estas ciencias. En alguna medida, su fiabilidad viene confirmada o negada precisamente por la posibilidad de verificar si los datos históricos o arqueológicos son o no reales. El ejemplo más destacado de esta tesis lo constituye, sin lugar a dudas, la Biblia. Los datos geográficos, históricos y arqueológicos que aparecen en la misma no sólo son reales y están cuidadosamente expuestos sino que han servido de base para realizar descubrimientos arqueológicos en tiempos modernos. En el caso de otros libros religiosos los datos son escasos y difícilmente comprobables vg: los libros canónicos del hinduismo, pero incluso así parece existir un fondo histórico real aunque se haya visto deformado por la leyenda. La única excepción a esta regla la constituye el Libro de Mormón, la presunta revelación divina recibida por Joseph Smith, un escrito que resulta aún menos fiable que los textos sagrados del hinduismo.

La historia contenida en esta obra no deja de ser un tanto complicada en sus detalles. Haremos aquí un breve resumen de la misma en relación con sus aspectos fundamentales. En las páginas del libro canónico por antonomasia del mormonismo, se nos narra que un pueblo llamado jareditas, procedentes de la Torre de Babel, emigró a América en el año 2247 A.C. Supuestamente esta cultura ocupó América Central hasta desvanecerse a causa de los conflictos internos. Un superviviente llamado Ether escribió su historia en 24 placas metálicas. 

LA HISTORIA SEGÚN EL LIBRO DE MORMÓN 
Hacía el año 600 A.C., las dos familias de Lehi e Ismael salieron de Jerusalén y cruzando el océano Atlántico desembarcaron en América del Sur. Dos hijos de Lehi, llamados Laman y Nephi, acabaron enfrentándose junto con sus seguidores en el campo de batalla. De aquí procederían los pieles rojas que poblarían el Nuevo Mundo. La razón, según Joseph Smith, no podía ser más fácil: los lamanitas era rebeldes contra Dios y El los castigó haciendo que su piel se oscureciera dando así origen a los indios americanos. 

Los nefitas, por el contrario, que seguían conservando una piel inmaculadamente blanca, fueron favorecidos por Dios y se asentaron en América Central en la época de Cristo. Después de su crucifixión, Jesús se les apareció en esta parte del continente americano e instituyó el bautismo, el sacramento del pan y el vino, el sacerdocio, etc. Un par de siglos después, aquella cultura centroamericana abandonó los caminos del Señor y otro siglo y medio después nefitas y lamanitas se enfrentaron de nuevo en batalla. 

El jefe de los nefitas era un profeta y sacerdote llamado Mormón. Cuando comprendió que la derrota era una posibilidad clara, decidió escribir en placas de oro la historia de su pueblo. Se las entregó a su hijo Moroni que, supuestamente, la escondió en una colina cerca de Palmyra, Nueva York, unos mil cuatrocientos años antes de que, presuntamente, un ángel se le apareciera a Smith y le dijera donde encontrarlas. Por qué escogió este lugar – salvo porque Smith viviría cerca de él – es un enigma. Enigma resulta también que Mormón retara a los lamanitas a trabar combate en un cerro insignificante llamado Cumorah. Este lugar, al parecer, se hallaba a centenares de miles de millas de donde se encontraba su pueblo y, por ello, aquel se vio obligado a cruzarlas. Lógicamente, debió llegar hecho trizas al lugar de la batalla. Mormón, si es que existió, fue quizá un profeta y un sacerdote piadoso, pero, desde luego, dejaba mucho que desear como estratega. De acuerdo con el Libro de Mormón, hacia el 421 A.de C. todos los nefitas habían sido asesinados y los impíos lamanitas dominaban la tierra. Presuntamente cuando Colón llegó a América en 1492, se encontró a los descendientes de los lamanitas. 

LAS BASES HISTÓRICAS REALES 
Desde luego, no cabe duda que la historia como tal, pese al tono aburridísimo de su exposición, derrocha imaginación. El problema, para Smith y la secta, claro está, es que existen buenas razones para pensar que no cuenta con la más mínima base histórica. 

Para empezar, está la cuestión del incremento de la población . Según el Libro de Mormón, en treinta años, de 28 personas se formaron dos naciones poderosas (I Nephi; 2 Nephi 5:5,6,28), nephitas y lamanitas que se enfrentarían a muerte. En términos demográficos, tal posibilidad es absolutamente inaceptable. Por si fuera poco, siempre según el Libro de Mormón, esas dos naciones – que se formaron en treinta años – edificaron multitud de ciudades poderosas, seguramente durante el tiempo que no se dedicaban a multiplicarse frenéticamente. En el Libro de Mormón se mencionan al menos 38 ciudades: Ammonihah, Bountiful, Gideon, Shem, Zarahemla, etc. No se han encontrado restos de una sola siquiera ni en Centroamérica ni en Suramérica. 

Como remate, tampoco tenemos pruebas de que, como afirma el Libro de Mormón, en América se utilizara profusamente el egipcio reformado y el hebreo . Para ser honrados habría que decir que no contamos con un solo vestigio de ello. Algo, por otra parte, incomprensible su fiera cierto que, como afirma el Libro de Mormón, ambas lenguas fueron utilizadas durante siglos en el continente americano. 

Las cuestiones menores de dudosa fiabilidad son numerosísimas . Por sólo citar algún ejemplo diremos que el profeta Nephi, que supuestamente escribió varios siglos antes de Cristo, cita a Mateo, Lucas, Pedro y Pablo que no vivieron ni escribieron hasta el siglo primero de nuestra Era. En Alma 46:15 se llama “cristianos” a fieles que vivían 73 años antes del nacimiento de Cristo. Se afirma en Ether 2:3 que había abejas en América unos dos mil años A.de C., cuando lo cierto es que fueron los españoles los que las llevaron al Nuevo Mundo, etc. 

En realidad, lo que resulta establecido más allá de cualquier duda razonable es que el Libro de Mormón es un verdadero fraude histórico . De hecho, autoridades competentes como el Instituto Smithsoniano de Washington han dejado claro que carece de la más mínima base histórica o arqueológica afirmando, por ejemplo, que “los arqueólogos del Smithsoniano no ven ninguna conexión entre la arqueología del Nuevo Mundo y el tema del Libro (de Mormón)” (1). Como ha señalado el Dr. Frank H.H. Roberts, Jr., director del departamento de etnología americana del citado instituto: “No existe ninguna prueba de ninguna emigración desde Israel a América, y de manera similar no hay ninguna prueba de que los indios precolombinos tuvieran ningún conocimiento del cristianismo o de la Biblia”. De la misma opinión es el arqueólogo Michael Coe, especialista en culturas precolombinas: “No hay un solo arqueólogo profesional, que no sea mormón, que encuentre alguna justificación científica para creer que (el Libro de Mormón) es cierto”.(2) 

Los datos resultan tan aplastantes que, incluso, algunos arqueólogos mormones se han visto obligados a aceptarlos . Un ejemplo claro es el del reconocido arqueólogo mormón Dee F. Green que efectivamente ha afirmado: “La moderna topografía no permite situar ninguno de los lugares a los que se refiere el Libro de Mormón. Se puede estudiar la arqueología bíblica, porque sabemos dónde estaban y está Jerusalén y Jericó, pero no sabemos dónde estaban ni están Zarahemla y Bountiful, ni ningún otro sitio realmente (3). 

(1) J. Y S. Tanner-Mormonism Shadow or Reality. Salt Lake City. 1975, p. 57. 
(2) Dialogue: A Journal of Mormon Thought, “Mormons and Archaeology: An Outside View”.Verano de 1973, p.p. 41-42, 46 . 
(3) Dialogue, Oc, verano de 1969, pp. 77-78.

Más vínculos del mormonismo y la masonería 
La influencia de la masonería (VI) 

No es de extrañar que ante los datos mencionados en el artículo anterior acerca del Libro de Mormón, multitud de personas dejen de creer en el carácter divino de la revelación de Smith. Uno de los casos más claros es el de Thomas Stuart Ferguson (1). Fundador de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, era un miembro respetado de la secta, en apoyo de la cual había escrito tres libros con argumentos a favor de la veracidad del Libro de Mormón. Tras veinticinco años de investigación, llegó a la conclusión de que "las pruebas en contra de Joseph Smith eran absolutamente rotundas" y perdió la fe en el mormonismo como revelación divina.

Bajo presiones de las autoridades de la secta escribió una carta en la que afirmaba que no rompería su relación con la misma, sin embargo, había dejado de creer - convencido por la aplastante evidencia - en Joseph Smith como profeta de Dios (2). 

A pesar de todo, la verdad es que el Libro de Mormon levantó tantas expectativas que, al parecer, Joseph Smith decidió adentrarse por el camino de las sucesivas revelaciones. Supuestamente, en 1835, Smith compró varias momias egipcias y rollos de papiro de un tal Michael H. Chandler. Al parecer, el profeta tradujo los textos y con ellos formó el "Libro de Abraham" que está incluido en otro de los textos sagrados del mormonismo, "La Perla de Gran Precio". 

Según la interpretación de Smith, el primer dibujo mostraba al sacerdote idólatra Elkenah intentando ofrecer a Abraham como sacrificio. El pájaro que aparecía en el dibujo era el Ángel del Señor, etc. 

Por desgracia para Smith, esta vez sí que hubo quien vio los textos. F.S. Spalding envió copias de este facsímil y de otros que dibujó Smith a varios de los egiptólogos más competentes del mundo (2). Todos, sin excepción, manifestaron que el tema de los papiros era el embalsamamiento de los muertos. Asimismo, fueron unánimes en afirmar que la interpretación de Smith - sagrada palabra de Dios para sus seguidores - era falsa y que no constituía una traducción veraz de los jeroglíficos. 

Al igual que ha sucedido con arqueólogos mormones que perdieron su fe en J. Smith después de examinar científicamente el Libro de Mormón ha acontecido con esta otra revelación. Dee Jay Nelson (3), un supuesto egiptólogo mormón, abandonó la secta tras examinar los datos y llegar a la conclusión de que la supuesta traducción de Smith era un fraude. Su caso no es único. 

A pesar de todo lo anterior - que, difícilmente, puede considerarse propio de una persona honrada - Joseph Smith no tuvo ninguna dificultad para que la masonería aceptara iniciarlo en sus secretos. Cómo se llegó hasta ese paso es - como sucede con tantos episodios de la historia de la masonería - verdaderamente novelesco. 

Dentro de la historia de la masonería constituye un capítulo especialmente importante el relacionado con la historia de la muerte de William Morgan, un hombre asesinado por escribir un libro en el que, supuestamente, revelaba secretos relacionados con la masonería. 

El episodio provocó una gran reacción contra la masonería en los Estados Unidos, pero no es ése el aspecto en el que vamos a detenernos aquí. Al ser asesinado Morgan por los mormones, dejó una viuda llamada Lucindia. Inicialmente, Lucindia no dudó en elevar votos de mantenerse fiel a la memoria de su marido y, por supuesto, recibió donativos de no pocos anti-masones que la contemplaban con simpatía y afecto. Sin embargo, cuando Lucindia volvió a casarse el 23 de noviembre de 1830, lo hizo con un masón llamado George W. Harris. Acto seguido, se convirtió al mormonismo y se trasladó a Nauvoo, Illinois. Ni de lejos iba a ser la única vinculación entre la masonería y el mormonismo. De hecho, el 6 de abril de 1840, fue fundada la Gran Logia de Illinois por el general, juez y patriarca mormón, James Adams. La nueva Gran Logia de manera inmediata se entregó a establecer estrechos vínculos con la secta fundada por Smith. Al cabo de poco tiempo, Nauvoo contaba con tres logias y Iowa con dos, las cinco eran denominadas las "logias mormonas" y contaban con unos 1550 hermanos. El mismo Joseph Smith Jr., profeta de Dios según su testimonio, fue iniciado como aprendiz masón el martes, 15 de marzo de 1842. El episodio aparece documentado en las minutas de la logia de Nauvoo correspondientes a esa fecha donde se habla de cómo Smith Jr. y Sydney Rigdon "fueron debidamente iniciados como aprendices masones durante el día". 

Se trataba tan sólo del principio. Los cinco primeros presidentes de la secta - Joseph Smith, Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow - fueron todos iniciados en la masonería en la misma logia de Nauvoo. De hecho, prácticamente todos los miembros de la jerarquía o eran ya masones o fueron iniciados en la masonería una vez que Joseph Smith fue ascendido al grado de maestro masón. A decir verdad, es posible que la logia mormona de Nauvoo haya sido la que ha contado con más personas celebres entre sus miembros con la excepción de la ya citada Logia de las Nueve hermanas. 

Una vez que la masonería fue introducida en Nauvoo, la logia celebró sus reuniones en la habitación superior del almacén de Joseph Smith hasta que se construyera el edificio especialmente dedicado a las tenidas. Éste fue dedicado por Hyrum Smith el 5 de abril de 1844. 

(1) Una narración más extensa del mismo en Ed. Decker y D. Hunt, Los fabricantes de dioses, Minneapolis, 1987. pp. 78 ss. 
(2) Durante años se ha defendido la tesis de que El Libro de Mormón no fue siquiera obra de Joseph Smith, sino que éste la plagió de un tal Solomon Spaulding. Al parecer, éste había escrito una novela histórica sobre una familia judía que emigraba al Nuevo Mundo. Esta explicación del origen del Libro de Mormón es, a nuestro juicio, la más satisfactoria por tres razones. Primero, explica la utilización de la Biblia del Rey Jaime de 1611. Es lógico que un protestante del siglo XIX la utilizara para citar de las Escrituras al ser la de mayor difusión en las naciones de habla inglesa. Segundo, explica la falta de base histórica ya que se trata sólo de novelar y no de historiar. Tercero, la tesis viene apoyada por multitud de testigos que afirmaron haber leído o escuchado fragmentos de la obra de Spaulding que eran idénticos a la que Smith presentaba como Libro de Mormón. No hace falta decir que de ser cierta esta teoría, el profeta Smith saldría aún peor parado en sus pretensiones, pero ese no es un problema para el investigador imparcial.. 
(3) Los egiptólogos fueron A.H. Sayce de la universidad de Oxford, William M.F. Petrie de la universidad de Londres, A.C. Mace del departamento de egiptología del Museo metropolitano de Nueva York, J. Peters, director de la expedición babilónica de la universidad de Pensylvania; S.A.B. Mercer del Western Theological Seminary de Chicago, E. Meyer de la universidad de Berlín y B.V. Bissing de la universidad de Munich. 
(4) Dee Jay Nelson, The Joseph Smith Papyri, part. 2 y The Eye of Ra.

Mormonismo y poligamia 
La influencia de la masonería (VII) 

Las relaciones de la nueva secta del mormonismo así como de su fundador con la masonería resultaban, desde luego, inmejorables. Sin embargo, Joseph Smith distaba mucho - consideraciones sobre sus revelaciones aparte - de ser un modelo moral tal y como, presuntamente, exige la masonería de sus miembros. De hecho, en 1842, el profeta fue acusado de asesinato. Fuera o no cierto, la verdad es que salió bien parado en el procedimiento judicial e incluso se permitió declararse candidato a la presidencia de los Estados Unidos. No se saldría con la suya, pero el año siguiente recibiría otra revelación de enormes consecuencias. Su tema sería la poligamia. Al parecer antes de la canónica revelación de 12 de julio de 1843, Smith había tenido otras varias relativas a este tema, la diferencia estaba en que, hasta entonces, fueron privadas y generalmente iban dirigidas a convencer a la mujer ansiada (que podía ser tanto soltera como casada) de que Dios deseaba que se entregara al profeta Smith.

Si la mujer se convencía - cosa, al parecer, no muy difícil dado el poder de atracción de Smith - se celebraba un matrimonio secreto y, a partir de entonces, tenían lugar los encuentros sexuales de manera oculta. Ann Whitney, por citar sólo un ejemplo, se casó con Smith cerca de un año antes de la revelación de 1843 (1), pero la costumbre de perpretrar adulterios de manera constante, venía de muy lejos. 

La primera acusación pública de adulterio formulada contra Smith procedió, nada menos, que de uno de los testigos del Libro de Mormón: Oliver Cowdery. Está documentado que, desde 1835, Smith mantuvo con una tal Fanny Alger una relación adulterina de la que no lograron disuadirlo ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos (2). Pronto el número de amantes - esposas, según Smith - llegó a más de ochenta. 

Al parecer, a Smith no le importaba mucho lo moral de sus actuaciones, pero sí el que su esposa Emma le pudiera descubrir . Esto, al menos, es lo que se desprende de una carta descubierta por Michael Marqwardt en el George Albert Smith Collection de la Biblioteca de la Universidad de Utah (3). Tanto le preocupaba la cólera de la esposa engañada que incluso, en algunas ocasiones, el profeta arregló casamientos fingidos entre sus "mujeres" y otros hombres (4), para cubrir una realidad más evidente: esas mujeres eran las amantes adulterinas de Smith. Desde luego, el sistema no deja de parecer una actitud curiosa si aceptamos la tesis de que Smith sólo hacía lo que Dios le ordenaba. 

Como es de suponer, la lujuria del profeta pronto se convirtió en una pesadilla para muchos de sus adeptos. Tener una esposa hermosa era un riesgo porque, a buen seguro que, tarde o temprano, constituiría una tentación que Smith no podría ni querría resistir. Si una mujer le apetecía sexualmente, la tomaba sin el más mínimo problema de conciencia. Hay que decir, no obstante, que en algunas ocasiones estuvo dispuesto a aceptar un canje. 

Un caso así fue el de Vilate Kimball, casada con el apóstol mormón Heber C. Kimball. La mujer debía tener un cierto atractivo físico y el profeta le comunicó que debía acceder a sus deseos sexuales. Ni a ella ni a su esposo les debió convencer - mucho menos honrar - la sugerencia. Finalmente, idearon una forma de escapar a tan alto honor. Kimball, con enorme tacto, preguntó a Smith si le daría igual tomar a la hija en lugar de la madre. El profeta aceptó el cambio (5). 

En otros casos, como suele suceder en estas circunstancias con relativa frecuencia, el marido engañado por el profeta desconocía que su esposa - a la que consideraba un ejemplo de virtudes - había pasado a formar parte del harén de Smith (6). El conocimiento del secreto quedaba reducido a los protagonistas y a algunas personas muy cercanas. 

Con todos los alicientes que el tener relaciones adúlteras con un supuesto profeta de Dios pudiera presentar para las mujeres, no puede decirse que aquella práctica hiciera especialmente felices a todas las de la secta. Cuando la poligamia se extendió a todos los varones del movimiento, no pocas adeptas se desesperaron y prefirieron suicidarse antes de allanarse a una conducta que las rebajaba de esa manera. 

Naturalmente, todo aquello resultaba excesivo para la gente que vivía cerca de los mormones - nada pacíficos, por otro lado - y que temía verse desbordada por ellos (7). En el estado de Illinois la bigamia era un delito y Joseph Smith - en aquellos momentos en excelentes relaciones con la masonería - y su hermano Hyrum - el masón más importante de Nauvoo - fueron arrestados. Sin embargo, no fueron esos los únicos cargos presentados contra él. Las acusaciones iban desde gran inmoralidad a falsificación, pasando por encubrimiento y otros delitos. Hubiera sido de desear que compareciera ante un tribunal porque, quizá de esta manera, habría podido quedar establecido de manera legal cuál era el verdadero carácter de Smith. No fue así. Un grupo de unas ciento cincuenta personas hartas de los excesos de Smith asaltó la prisión de Carthage, en que estaba confinado, con ánimo de lincharlo. 

Joseph Smith intentó salvarse realizando alguno de los gestos rituales de la masonería y profiriendo gritos de auxilio hacia posibles masones que pudieran encontrarse entre sus asaltantes. No podemos saber a ciencia cierta si había masones entre ellos, pero, en cualquiera de los casos, no le sirvió de nada. La turba disparó a través de la puerta de la cárcel y mataron instantáneamente a Hyrum. Joseph Smith disponía de un revólver y logró herir a cuatro de los atacantes. Sin embargo, cuando vio que la situación era desesperada, intentó escapar lanzándose por la ventana. Fue atrapado en la huída y asesinado. 

(1) The Contributor, vol. 6, n. 4,enero de 1885, p. 131. 
(2) Historical Record pg. 15, una fuente mormona da por verídico el dato. 
(3) Reproducida en E. Decker y D. Hunt, Oc. P, 139. 
(4) Cf. E. Decker y D. Hunt, Oc, p. 139 y ss. 
(5) Dr. Wyl, Mormon Portraits, 1886, pp. 70-72. 
(6) Tal como fue el caso de un tal H. B. Jacobs. 
(7) Cf. No man knows my story, Fawn M. Brodie. 1945.

Mormonismo: la dudosa moralidad de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (VIII)

Joseph Smith en diversas ocasiones había declarado que "podía desafiar a la Tierra y al infierno (1)", que era el hombre más importante que hubiera vivido jamás, incluido Jesucriston (2), que era un abogado, un gran legislador y que abarcaba todo, el cielo, la tierra y el infierno y que iba a descubrir el conocimiento que cubriría a todos los otros abogados, doctores y cuerpos de letrados (3). Al fundar la iglesia mormona, Smith se había colocado por delante de todo profeta o apóstol anterior a él, incluyendo al propio Cristo: "Tengo más para jactarme de lo que haya tenido nunca ningún hombre. Soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida a toda una iglesia desde los días de Adán... Ni Pablo, ni Juan, ni Pedro, ni Jesús lo consiguieron nunca. Presumo de que ningún hombre hizo nunca un trabajo como el que yo hago. Los seguidores de Jesús se apartaron corriendo de El, pero los Santos de los Últimos Días nunca se apartarán de mí" (History of the Church, vol. 6, pp. 408-9).

Pretendía asimismo que él no era un siervo de Dios sino que, por el contrario, Dios era su mismo ayudante. Así lo dijo de manera indiscutible: "La tierra entera será testigo de que yo, como la roca elevada en medio del océano, que ha resistido la poderosa embestida de las olas durante siglos, soy invencible... 

"Yo combato los errores de la Historia, me enfrento con la violencia de las masas; me las arreglo con los procedimientos ilegales de la autoridad; corto el nudo gordiano de los poderes y resuelvo los problemas matemáticos de las universidades, con la verdad, con la verdad primera: y DIOS ES MI HOMBRE DE CONFIANZA, MI MANO DERECHA".(4) 

Su sueño megalómano concluyó aquel día al lado de la prisión de Carthage (que mencionamos en el artículo de la semana anterior). En el St. Clair Banner de 17 de septiembre de 1844 se publicó una declaración jurada de G.T.M. Davis en la que se revelaban los propósitos del profeta: 

"El gran objetivo de Joseph Smith era evidentemente el de asumir poderes ilimitados - civiles, militares, eclesiásticos - sobre todos los que llegaran a ser miembros de su sociedad. 
"... y para satisfacer a su gente... mostrando que la autoridad que Dios le había otorgado... se extendía sobre toda la raza humana y que los Santos de los Últimos Días, y las órdenes de Joe como rey y legislador iban a dominar a los gentiles y que obtendrían su sumisión mediante la espada". (5) 

No resulta, por lo tanto, extraño que Joseph Smith enseñara y ordenara a sus adeptos que practicaran el robo, el saqueo y el asesinato de aquellos que se les enfrentaban. Esta conducta - que difícilmente podría denominarse cristiana, pero que cuenta con paralelos en procesos sociales impulsados por la masonería - era etiquetada con el término de "despojar a los gentiles". Como ha reconocido el escritor mormón Leland Gentry se consideraba que "había llegado el tiempo en que las riquezas de los gentiles debían ser consagradas a los Santos".(6) 

La muerte de Smith provocó el lógico problema sucesorio. Originalmente, Joseph Smith había deseado que fuera un hijo suyo el que le sucediera a la cabeza de la secta ocultista fundada por él. Un manuscrito fechado el 17 de enero de 1844 y firmado por Joseph Smith apenas cinco meses antes de su muerte establece: 

"Bendición dada por Joseph Smith Jr. A Joseph Smith III... Bendito del Señor es mi hijo Joseph III. porque él será mi sucesor en la Presencia del Alto sacerdocio; un vidente, un revelador, un profeta para la Iglesia; su designación le pertenece a él por mi bendición; y también por derecho". 

Así lo quería el profeta, pero no le sirvió de nada. Uno de sus lugartenientes, Brigham Young, se autonombró sucesor suyo y el heredero oficial tuvo que conformarse con formar otra secta aparte. El 24 de julio de 1847, la primera caravana de mormones al mando de Brigham Young entraba en el Valle de Salt Lake. Más del sesenta por ciento de los mormones que llegaban a un territorio que pronto sería suyo eran masones, entre ellos toda la jerarquía de la secta. En los años venideros, los rituales del templo mormón de Salt Lake City - supuestamente procedentes del templo de Salomón - serían tomados de manera directa y apenas modificada de los de la masonería. 

(1) Carta fechada el 22 de julio de 1844 de Sarah Scott en la que se describe las pretensiones de Smith. 
(2) History of the Church, vol. 6, p. 408. 
(3) Idem, vol. 5, p. 467. 
(4) Idem, vol. 6, p. 78. 
(5) Citado por J. Y S. Tanner - Mormonism - Shadow or Reality?. Pp. 415-6. 
(6) L. Gentry, A History of Alter Day Saints in Norteen Missouri form 1836-1839, UBY, 1965, p. 32.

El Diluvio: LA POSIBILIDAD CIENTIFICA DE UN DILUVIO UNIVERSAL

El Diluvio

LA POSIBILIDAD CIENTIFICA DE UN DILUVIO UNIVERSAL

"Y las aguas aumentaron más y más sobre la tierra, y fueron cubiertos todos los altos montes que hay debajo de todos los cielos" (Génesis 7:19)
Una de las principales (y hasta cierto punto lógicas) objeciones que presentan aquellos que, desde postulados científicos, pretenden refutar o ridiculizar la idea de un Diluvio de dimensiones mundiales (presente en las leyendas y mitos de todas las culturas del mundo por todos los continentes) es que con toda el agua que actualmente hay en los polos, de fundirse ésta, no se podría alcanzar a cubrir la cima de las actuales montañas más altas.

Sin embargo, vamos a ver que esta idea es errónea al explicarnos la Biblia que el mundo previo al llamado "Diluvio Universal" no era como el mundo que actualmente conocemos con montañas altísimas y grandes continentes separados por mares.

La Biblia nos dice cosas tan sorprendentes sobre las condiciones de la Tierra anteriores al cataclismo del Diluvio como que por ejemplo ni siquiera llovía (¿Le sorprende? Verá más adelante que la Biblia lo dice) ni había estaciones (Primavera, verano...) como hay ahora. Si las analizamos desde este punto de vista  podemos postular un modelo científico que encajaría perfectamente con el relato Bíblico y con la posibilidad de un diluvio que cubrió la superficie de la Tierra de entonces.

Veamos algunas consideraciones al respecto.

EL MUNDO PREDILUVIANO ERA DIFERENTE AL ACTUAL

Sabemos -y no hace falta sino mirar un mapamundi o un modelo a escala del globo terraqueo, que la tierra no siempre ha sido como es ahora.

En una antiguedad indeterminada (desde el punto de vista científico más literal no hay forma de demostrar una antiguedad de millones de años) los continentes actuales formaban un único super continente que en un momento determinado, por algún motivo catastrófico comenzó a separarse. Los científicos evolucionistas, que creen en una antiguedad extrema -cifrada en millones de años- de la tierra, se refieren a este super continente como "Pangea". Nosotros lo llamaremos el mundo prediluviano.

La Biblia nos dice varias cosas muy interesantes a propósito de esta Tierra Antidiluviana que los excépticos y muchos cristianos no conocen, y que me servirán para explicar después la idea que quiero exponer:

1º La Biblia nos dice que antes del Diluvio no había llovido nunca (curioso ¿no?):

"...porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre para labrar la tierra. Pero se levantaba de la tierra un vapor que regaba toda la superficie del suelo" (Génesis2: 5-6)

2º Solo tras el Diluvio el hombre conoce la lluvia como fenómeno meteorológico:

"...pongo mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra. Y acontecerá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se verá el arco en las nubes..." (Génesis 9:13-14)
Solo tras el diluvio el hombre conoce el fenómeno del Arco Iris, que solo se puede producir en presencia de lluvia y sol. Esto concuerda con la afirmación anterior de la escritura de que no había llovido antes.

3º Antes del Diluvio no había estaciones (primavera, verano, etc.) en la tierra:

Es solo después de esta catástrofe que Dios dice al hombre:

"...mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calorel verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán" (Génesis 8:22)
Veremos después una explicación a esto. La ciencia y la observación de fenómenos catastróficos actuales lo pueden explicar.

4º Es después del Diluvio que la Escritura afirma que las altas montañas aparecieron (la tierra cambió de forma catastrófica):

"El estableció la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea sacudida. La cubriste con el abismo como con un vestido; las aguas estaban sobre los montes. A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se precipitaron. Se levantaron los montes, se hundieron los valles, al lugar que tú estableciste para ellos. (Salmo 104: 5-8).
¿Qué interés tiene la Biblia en decir esto? ¿Cómo un "pastor" -usando la idea de los que se burlan del Texto Divino- podría haber "imaginado" una cosa así hace 3.000 años?

Algunas consideraciones:

Recientemente, tras el terremoto de Indonesia de navidad de 2004 y el de Japón de marzo de 2011 hemos escuchado que la inclinación del eje de la tierra ha variado algunos centímetros (lean sobre ello AQUI).

Sabemos desde la escuela que las estaciones terrestres son el resultado precisamente de que el eje de la tierra esté inclinado poco más de 23 grados respecto a su plano de giro entorno al sol.

De este modo podríamos postular un modelo prediluviano donde las misteriosas "Aguas" de arriba que menciona Génesis 1:7 que cayeron en el Diluvio producían junto a una Tierra sin eje de inclinación respecto a su giro entorno al sol, un clima cálido y constante y un efecto invernadero tal y como nos relata el Génesis que sucedía antes de la catástrofe del Diluvio.

Cuando postulamos (o imaginamos) un modelo que encaja con los indicios, no hacemos ni más ni menos que lo que hacen los científicos evolucionistas. Ellos lo hacen a base de mucha (mucha) imaginación, descreimiento, ideas preconcebidas... Yo lo hago en base a la Palabra de Dios y a hechos científicamente posibles.

Sigamos: Junto a esas "Aguas de arriba" que cayeron (la Biblia insinua que fue algo más que simple "lluvia"), la Escritura nos dice que se abrieron "las fuentes del Gran abismo":
"...en ese mismo día se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo fueron abiertas..." (Génesis 7:11).
Vemos así que la Biblia nos habla de dos fuentes de agua en esta devastación: Una proviene del cielo, de esas extrañas "Aguas de arriba" de las que nos habla el primer capítulo del Génesis: Posiblemente una capa de agua (diferente a las actuales nubes -que NO son vapor, sino gotas minúsculas-) que rodeaba la tierra de alguna forma. Aquí se mencionan como "Las compuertas del Cielo".

¿Cuánta agua había allí arriba? Pensemos que una pequeña nube de tan solo 1Km3 pesa más de ¡un millón de toneladas! ¿No me cree? Mire esto.

La otra fuente de agua son "Las Fuentes del Gran abismo". Se nos habla que del manto de la tierra o del propio mar (¿Tsunamis gigantescos a causa de una conmociómn terrible en la corteza terrestre?) brotaron tremendas cantidades de agua que se unieron a la inundación del cielo.

Yo creo que no es atrevido postular que lo que ocurrio fue que por causa de este cataclismo, el super continente llamado "Pangea" o "Mundo antidiluviano" se partió en los actuales "trozos" que hoy forman los continentes, y enormes cantidades de agua, que dejarían al peor se los actuales Tsunamis en una broma, inundaron las tierras por dichas inmensas grietas, por gigantescas masas de agua marina desplazadas, o algo similar.

¿Sabe usted que un volcán antes de entrar en erupción puede estar meses e incluso años explusando ¡Vapor de agua!? Millones de toneladas de vapor de agua que estan en el subsuelo salen durante meses antes de que empiece a brotar lava u otros gases.

Como he dicho, la Biblia afirma que (ver el texto del salmo 104 mencionado arriba) es después de este cataclismo que los montes se hacen altísimos

Por esto las aguas pudieron cubrir todos los montes: porque la Biblia deja claro de manera implícita que no eran tan altos como son ahora
. Los montes y cordilleras actuales serían el resultado de la colisión de las placas que empezaron a derivar como resultado del cataclismo Diluviano.

Por ejemplo: el monte Everest se eleva 5mm. al año. Esto es: en diez años se eleva 5 cm. En 100 años 50cm. y en 1.000 años se habrá elevado ¡¡¡5 metros!!! Esto no quiere decir que siempre se haya elevado a esta velocidad. La Biblia como hemos visto nos habla de un cataclismo universal que hizo que estas montañas apareciesen ante los ojos asombrados de Noé y sus descendientes tras el Diluvio mostrándoles un mundo cambiado y diferente al que habían conocido antes.

Más ejemplos: Europa y América hoy en día se separan a una velocidad de 2cm. por año. Esto no quiere decir que siempre haya sido así. Posiblemente en el cataclismo Diluviano el cambio fuera producido de manera brusca, un terremoto o algo similar y de tales dimensiones que el eje de la tierra tomó el grado de inclinación actual: Si un terremoto a escala regional como el de Japón de marzo de 2011 ha movido 10cm. este eje imaginemos lo que el cataclismo que destruyó Pangea pudo haber hecho.

Una idea más: Sabemos que la luna se aleja aproximadamente unos 4cm al año de la Tierra. ¿No pudo suceder que antes del Diluvio este fenómeno mantuviese en equilibrio las "Aguas de arriba" por medio de una mayor atracción lunar al estar el satélite más cerca de lo que está ahora? En un momento dado esa distancia se hace mayor (como sigue sucediendo hoy en día) y este equilibrio queda roto: Se produce pues una bestial caída de esas aguas a la tierra y el cataclismo descrito en la Biblia como Diluvio cobra verosimilitud científica. Por supuesto que como creyente pienso que si esto hubiese sucedido así es porque el Señor lo permitió

No afirmo lo que digo como verdad inmutable. Simplemente digo que el cataclismo del Diluvio Universal puede encontrar explicaciones científicas que lo harían más que real para las personas que hoy en día dudan.

Las afirmaciones sorprendentes de la Biblia -ese "libro de pastores"- como lo llaman algunos, que acabamos de exponer aquí de manera brevísima (puede que alguno las encuentre ridículas, pero ahí estan), nos dan pistas para entender desde postulados tan científicos o más que la idea evolucionista, la realidad de un Diluvio Universal.

Saludos cordiales.

JPV

LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN

LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN

“TODAS las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado PRECIOSAS Y GRANDÍSIMAS PROMESAS, PARA QUE POR ELLAS LLEGASEIS A SER PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA” (2ª Pedro 1:3-4).

“Ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la Palabra de su Gracia, que tiene poder para SOBREEDIFICAROS Y DAROS HERENCIA con todos los santificados” (Hechos 20:32).
NOTA: La traducción de la Sagradas Escrituras que usaremos aquí es la revisión de 1960 de la Biblia “Reina-Valera”. Para el Nombre de Dios, en hebreo bíblico YHWH, usaremos la traducción Jehová, que en otras traducciones se lee como Yavé o Yahveh, o más llanamente como El Señor. No debemos dejarnos influenciar por el mal uso que de la forma “Jehová” ha hecho en los últimos años un conocido grupo religioso, sino que por el contrario los cristianos debemos reivindicar dicho Nombre como el Nombre de nuestro Dios, “El cual estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo mismo”.

INTRODUCCIÓN

El centro y mensaje principal del Evangelio es este: Dios, por medio de su Único Hijo, nos ha justificado.

La palabra “Justificar”, en el hebreo del Antiguo Testamento “Tsadag”, y en el Griego del Nuevo Testamento “Dikaióo”, quieren decir en ambos casos “Declarar a alguien libre de culpa, declarar a alguien libre o inocente de sus cargos”. Esto es lo que Dios ha hecho con nosotros, por su gran Amor, a través de su Hijo Jesucristo.

CAPÍTULO I: LA CREACIÓN DEL HOMBRE

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre A NUESTRA IMAGEN, CONFORME A NUESTRA SEMEJANZA; y SEÑOREE en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en TODA LA TIERRA, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre A SU IMAGEN, A IMAGEN DE DIOS lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1: 26-27)
En un principio, tal y como nos refiere el libro del Génesis, Dios, en su infinito amor, creó al hombre con una personalidad (Alma) semejante a la suya propia “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (...) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”; de este modo no creó un robot perfectamente parecido a un “ser viviente” y programado para hacer exactamente su voluntad, sino que creó un ser libre dotado de vida propia, con capacidad y autonomía a la hora de tomar sus propias decisiones.

Dios dió al hombre libre albedrío, esto quiere decir que Dios puso en el alma del hombre una voluntad libre; esto es, dio al hombre la posibilidad de escoger lo que hacer o no hacer, la capacidad de formar sus opiniones sobre las cosas y tomar decisiones propias. El hecho de poseer una voluntad libre, implicaba que Dios daba al hombre autoridad sobre su propia vida.

La autoridad que el hombre recibió de Dios sobre su vida y sobre la creación hacía al hombre responsable ante Dios respecto de las decisiones que tomase. Dios era el dador de la autoridad y por tanto Aquel ante quien hay que rendir cuentas. Los hombres, desgraciadamente, queremos tener autoridad y libertad para hacer “lo que nos da la gana”, pero no queremos entender que toda autoridad recibida, conlleva también la aceptación de una responsabilidad.

Debido a que Dios puso al hombre como señor y gobernante de la tierra “SEÑOREE en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en TODA LA TIERRA, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”, dotó además al hombre de un instrumento para diferenciar lo bueno de lo malo: La conciencia, ya que como gobernante y señor de la tierra, sus elecciones y acciones iban a tener una importante repercusión sobre la misma. La conciencia da al hombre la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, pero no es un instrumento para hacer lo bueno o lo malo.
CAPÍTULO II: EL PORQUÉ DEL ÁRBOL DEL BIEN Y DEL MAL EN EDÉN: El origen del mal en el Universo. ¿Porqué hay mal en el mundo si Dios es Bueno?:

“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el ÁRBOL DE VIDA EN MEDIO DEL HUERTO, y el ARBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL (...) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De TODO ÁRBOL DEL HUERTO PODRÁS COMER; mas del ARBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL NO COMERÁS; porque el día que de él comieres, CIERTAMENTE MORIRÁS” (Génesis 2:8-9, 16-17)
Muchas veces nos preguntamos: “¿Porqué Dios, siendo amor, plantó en el huerto ese árbol que daba al hombre la posibilidad de desobedecerle y comer de su mortífero fruto...?” La respuesta es que Dios, siendo amor, es totalmente Justo y Verdadero. De algún modo Dios fue consecuente con su creación: tuvo que plantar dicho árbol cuyo fruto producía la muerte, ya que si había creado al hombre a su imagen, con CAPACIDAD de decisión y elección, debía, para ser consecuente con su decisión de dar al hombre plena libertad y libre albedrío, dotar al hombre de la POSIBILIDAD de ejercer la capacidad de elección. De otro modo, es como si Dios hubiera dicho al hombre: “Te creo como un ser libre, si, ¡Pero solo para hacer lo que yo quiera que hagas!”. Haciendo eso Dios hubiera ido contra su Justicia y su Verdad, y Dios no se puede negar a si mismo. Dios ordenó al hombre que no comiera de dicho árbol, advirtiéndole de sus terribles consecuencias, pero la decisión final de hacerlo o no hacerlo, pertenecía al hombre.

El primer capítulo del Génesis nos muestra que Dios creó una creación buena y perfecta, creó al hombre a su imagen y semejanza y dijo al contemplarlo que todo era bueno en gran manera. Si esto nos cuenta la Biblia, ¿De donde entonces procede el mal que vemos hoy a nuestro alrededor?

Es necesario decir aquí lo que la misma Palabra de Dios nos muestra acerca de la cuestión. Se nos dice que se produjo en un tiempo una rebelión contra la autoridad y la santidad de Dios: un ángel creado por Dios llamado Lucero (Lucifer), deseó ser como Dios, señor de su propio reino, y la única manera de conseguir esto era separarse totalmente de Dios y de su autoridad, escogiendo el único camino posible para ello, un camino perverso y terrible: La muerte.

La muerte no es dejar de existir, la "muerte" en su sentido bíblico es un estado de existencia totalmente separado de Dios, que es lo que escogemos para nosotros cuando pecamos. Si Dios es Amor, Justicia y Santidad absolutas, el diablo escogió para si mismo el odio, la injusticia y el pecado: un camino terrible de tinieblas y mentira, de angustia, robo, destrucción y rebeldía. Al diablo se le unieron un tercio de los ángeles; ellos también tenían capacidad de escoger su propio camino, y lo hicieron de ese modo. Es así como comenzó el mal, que es la negación de la naturaleza y principios de Dios, dicho ángel pasó de llamarse “Lucero” (Lit. Portador de luz) a llamarse “satanás” (Lit. “el enemigo”, “el adversario”), los ángeles que le siguieron perdieron su gloria junto con él y se convirtieron en demonios. Este es el testimonio de la Biblia.

A diferencia del común de las religiones del mundo, que nos presentan a un “dios” del cual procede todo, sea bueno o sea malo, la Biblia nos presenta a un Dios del cual procede todo lo bueno y perfecto, en El no hay cambios y su Amor permanece para siempre. Esto lo veremos en el capítulo siguiente:

CAPÍTULO III: LA NATURALEZA DE DIOS: Vemos la naturaleza de Dios por medio de su Ley (Su Palabra)

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; ESCOGE, PUES LA VIDA, PARA QUE VIVAS TU Y TU DESCENDENCIA; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a El; PORQUE EL ES VIDA PARA TI, Y PROLONGACIÓN DE TUS DIAS” (Deuteronomio 30: 19-20)

Dios es el Dios de la vida, su motivación para con nosotros es que vivamos y seamos bendecidos, porque como dice la Escritura, Dios es Amor.

Tanto en el huerto del Edén, como hemos visto, como cuando dio la Ley al pueblo judío, como hoy en día para cada uno de nosotros, Dios nos da la posibilidad de escoger entre la vida y la bendición o la muerte y la maldición; y como hemos visto su deseo más profundo, que El nos grita desde su Palabra, es que escojamos la vida, que le escojamos a Él, que escojamos a Jesucristo el Salvador.

Dios nos da la posibilidad de escoger nuestro futuro, Dios no es "fatalista". Una idea muy extendida a través de las diferentes religiones del mundo es hacer caer a las personas en un fatalismo (El Islam, el Hinduismo y Budismo con su ley del “Karma” y la reencarnación, el “cristianismo” de apariencias y religioso etc.), las personas que creen que su vida ya está escrita y predeterminada, sea buena o sea mala, se vuelven pasivas, derrotadas y sin iniciativa, se vuelven personas aparentemente religiosas, pero sin vida interior. Un pueblo pasivo es más fácil de someter y esclavizar. Dios nos muestra este principio en muchas ocasiones: El nos dice que cosechamos lo que sembramos, sea bueno o sea malo, la parábola del sembrador, etc.

Dios es un Buen Dios, su Palabra es buena y verdadera, su Palabra es un reflejo de su naturaleza, de su bondad, de su justicia, la Biblia nos declara que la misma Palabra es Dios, y que la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros: Jesús es la Palabra de Dios hecha carne, hoy Dios nos habla por medio de su Unico Hijo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días NOS HA HABLADO POR EL HIJO (...) EL CUAL, ES EL RESPLANDOR DE SU GLORIA, Y LA IMAGEN MISMA DE SU SUSTANCIA” (Hebreos 1:1-3)

CAPÍTULO IV: EL PECADO DEL HOMBRE: Qué es “pecar”, cuales son sus consecuencias y cual su castigo

“Todo aquel que comete pecado infringe también la ley; PUES EL PECADO ES INFRACCION DE LA LEY” (1ª Juan 3:4)
Pecar es transgredir la Ley de Dios, es una elección contra su Naturaleza, que se revela en su Palabra. Pecar también es cometer un “acto criminal” contra la Palabra de Dios, es algo moralmente malo que Dios nunca haría y que va contra su Santidad y su Justicia. Dios se duele cuando pecamos, y se enoja contra el pecador.

El pecado nos pone en una situación de culpabilidad delante de Dios, de la cual nace un temo al castigo que nuestro acto merece (ya que cuando pecamos nuestra conciencia nos acusa, aún cuando no queramos oír sus dictados). Como Adán y Eva se escondieron de la presencia de Dios después de pecar, así el hecho de pecar es en si mismo un acto voluntario de separación de Dios:

“Pero vuestras iniquidades han hecho DIVISION entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2)
El pecado tiene unas consecuencias gravísimas y no debemos tomarlo a la ligera, EL PECADO HIZO QUE LA HUMANIDAD PERDIERA SU ESTADO DE INOCENCIA DELANTE DE DIOS (En otras palabras, perdieron su JUSTICIA). El que comete diferentes acciones criminales tendrá unos “antecedentes penales” donde se irá escribiendo todo lo que esa persona ha hecho de malo, y que servirán para acusarle y condenarle en el día del juicio. Con Dios la cosa funciona de la misma forma, en Apocalipsis cap. 20, versículos 12 al 15, se nos menciona el Juicio Universal y se mencionan dos libros: Uno el Libro de la Vida, y otro un libro donde están escritas todas las obras de cada ser humano que haya vivido sobre la tierra, y por las cuales ese día darán cuentas ante el trono de Dios de todo lo que hicieron con la autoridad sobre sus vidas que Dios les dio. Dios es un Justo Juez y hemos de entender que lo que juzga a un criminal es su crimen, si no hubiera cometido crímenes no tendría que ser juzgado. Lo que un juez hace es probar si el acusado es culpable o no, y si es culpable, toma el acto cometido (el delito), y comprueba qué es lo que la Ley dice sobre dicha acción. Así se ve que dicha acción delictiva es considerada culpable por la Ley y que hay un castigo debido a dicha culpabilidad. La Biblia dice:

“LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE” (Romanos 6:23)
No es Dios quien mata a nadie: Dios es un Dios de Vida, está por la vida y no desea la muerte del pecador. Es el pecado el que produce muerte, así, aunque un día Dios actuará como Juez y según se nos cuenta en Apocalipsis 20:12-15 y muchos otros lugares, habrá una parte de la humanidad que será arrojada a lo que la Biblia llama “Lago de fuego” o Infierno (Que la Palabra llama también segunda muerte), no será Dios quien arroje allí a nadie, sino que serán los pecados cometidos voluntariamente por las personas los que las arrojarán allí. Por muy paradójico que pueda parecer, nosotros decidimos en esta vida donde pasaremos una eternidad al morir. Si el hombre muere, es porque ha escogido vivir separado de la Vida, que es y está en Cristo.

“En los postreros días vendrán burladores (...) diciendo: ¿Donde está la promesa de su advenimiento? (...) Pero los cielos y la tierra que ahora existen, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esto: Que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, SINO QUE ES PACIENTE PARA CON NOSOTROS, NO QUERIENDO QUE NINGUNO PEREZCA, SINO QUE TODOS PROCEDAN AL ARREPENTIMIENTO. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche...” (2ª Pedro 3:3-10)
Dios es bueno, y en su misericordia quiere que los hombres vivan, es un Dios lleno de longanimidad y paciencia. Dios es así, retrasa el momento del juicio aguardando a que el máximo posible de hombres se arrepientan antes (Dice la Biblia que El quiere que todos sean salvos). Sabemos que desde que cometemos el primer acto criminal contra Dios El podría juzgarnos y condenarnos, y sin embargo, por su misericordia, retiene su mano para darnos a lo largo de la vida una y otra vez la oportunidad de arrepentirnos.

A cada segundo, a cada momento, millones de pecados son cometidos ante El: Rebeldías; blasfemias y burlas contra Su Nombre; se cuestionan los valores cristianos sustituyéndolos por formas religiosas con apariencia de piedad; la pornografía se exhibe en TV, mientras que se prohibe a Dios; hemos hecho de la lujuria una cosa natural; se violan las mentes de los niños con la programación de TV; la droga, la prostitución y el tráfico de armas son los principales negocios en el mundo; se asesina a inocentes: se aborta despedazando a millones de niños en el vientre de sus madres; los hombres degradan la imagen de Dios a la cual están creados con la homosexualidad; las familias se desintegran; el ocultismo y la brujería se anuncian en TV como algo normal mientras que los programas o anuncios cristianos se prohiben etc.

Llegará el día en que cada hombre dará cuentas a Dios de lo que hizo o dijo, y mientras tanto Dios espera a que los hombres cambien, aunque en su mayoría, en vez de hacer esto, endurecen su corazón y pecan más, buscando nuevas y retorcidas formas de satisfacer sus pasiones, inventando nuevos y sofisticados pecados y añadiendo con ellos, gota a gota, hiel a la copa de la ira de Dios. Un día, trágicamente tarde para muchos, y terriblemente real, comprobarán que no hicieron sino ganar cólera e ira.

“Porque cualquiera que guardare toda la Ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la Ley” (Santiago 2:10-11).
Como vemos no es necesario, al igual que con las leyes de los hombres, cometer muchos delitos para ser hallado culpable y merecedor del castigo. Un ladrón no necesita ser al mismo tiempo asesino, estafador, difamador u otra cosa para ser condenado por la ley, sino que un hombre que durante toda su vida se ha comportado como el más ejemplar de los ciudadanos, y que un buen día decide atracar un banco y es detenido, difícilmente podrá alegar en su defensa que durante años pagó sus impuestos, fue a trabajar y se comportó honradamente: un único delito le hará ser juzgado, condenado y castigado. Con la Ley de Dios, nos enseña Santiago en los versículos que acabamos de leer, pasa lo mismo. No necesitamos más que cometer una falta contra Dios para hacernos culpables ante su Ley.

Un único pecado de un único hombre, Adán, trajo terribles consecuencias: Muerte, tinieblas espirituales, un alma entenebrecida y sensible a múltiples sufrimientos (Angustia, temor, soledad, odio, maldad, etc.) y un cuerpo que entró en un proceso de corrupción que le termina llevando a la muerte física, sujeto a enfermedades y pasiones desordenadas etc.

“Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción” (Romanos 8: 21-22)
“Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; PORQUE A MI ME HA SIDO ENTREGADA, y a quien quiero se la doy” (Lucas 4:5-6)
Un único pecado de un único hombre, Adán, que era en quien Dios había delegado su autoridad sobre la tierra, como vimos al principio, hizo que dicha autoridad pasase al diablo, al reino de la muerte, donde reina la ley de la muerte, por ello es ahora satanás quien gobierna en este mundo (el mismo Jesús lo llamaba “el príncipe de este mundo”), por ello es que la misma creación está sujeta a corrupción, porque los hombres decidimos, con el pecado, sujetarla bajo los pies del diablo. Por ello vemos todos los desastres y calamidades que hoy vemos a nuestro alrededor: Terremotos, enfermedades, inundaciones, guerras, calamidades, etc. No fue Dios quien diseñó así la creación, Dios creó todas las cosas buenas en gran manera, fue el pecado lo que hizo que esta sublime creación se corrompiese.

Si un solo pecado pudo hacer esto, pensemos en el terrible efecto que producen todos nuestros pecados, que día tras día cometemos ante los mismos ojos de Dios, en este mundo ya caído y afectado por la corrupción a la cual el hombre y el diablo lo hemos sometido. Cada uno de los pecados que hayamos podido cometer en nuestras vidas es suficiente (Hubiera sido suficiente) para producir el mismo efecto que el pecado de Adán hecho en una creación perfecta. EL PECADO ES MUY SERIO, Y SUS CONSECUENCIAS TAMBIEN...

Hemos visto que con la caída una nueva ley comenzó a reinar sobre el hombre, el fruto del pecado, su salario, es la muerte, es el diablo quien se había situado como “autoridad” en el reino de la muerte. De este modo el hombre se puso bajo el dominio de alguien (satanás) y dejó de ser libre para hacer lo que quisiera. La naturaleza del hombre fue cambiada, como el mismo Jesús declara, ya no era más un “hijo de Dios”, sino un “hijo del diablo” (Lee Juan 8:39-47 y Efesios 2:1-3).

El apóstol Pablo describió esta terrible situación del hombre diciendo:

“Porque sabemos que la Ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (...) Y yo se que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. (...) Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mi. Porque según el hombre interior, me deleito en la Ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí!¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos7:14-15,18-19,21-24).
Pablo habla aquí de su trágica situación cuando vivía bajo la Ley de las obras (La Ley es el intentar hacer los mandamientos de Dios por nuestras fuerzas y ganar de ese modo el favor de Dios). Menciona de forma clara la situación de todos nosotros antes de comenzar a andar en la Ley de Vida en Cristo Jesús. Menciona como queriendo con todas sus fuerzas cumplir la Ley y hacer el bien, lo único que hallaba es que en su interior algo le empujaba a hacer el mal, como su voluntad no era libre al estar esclavo del pecado, que como hemos visto, trasladó a cada ser humano al reino de la muerte, donde es satanás quien ostenta la autoridad. Lo puedes entender observando como los hombres buscan hacer la paz con todas sus fuerzas, pero sin embargo la historia de las naciones está escrita con la sangre de múltiples guerras.

Lo que debemos entender con esto, es que la Ley de Dios escrita en mandamientos y ordenanzas, serviría si el hombre fuera libre. El pensar entonces que podemos salvarnos cumpliendo buenas acciones es necedad, ya que nuestra voluntad no es libre para hacer el bien, e incluso por muy buenos que seamos, con errar cometiendo un pecado contra uno solo de los mandamientos de Dios, ya nos hacemos merecedores de un terrible castigo.

“PORQUE LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE” (Romanos 6:23).
Por la Ley (Intentar ser buenos y cumplir los mandamientos de Dios en nuestras fuerzas y por ello ganarnos y merecernos la salvación) ningún hombre será salvo, porque es imposible de cumplir en todos sus puntos. El hombre es incapaz de salvarse a si mismo, el pecado lo controla, queramos o no. Somos totalmente incapaces de reconciliarnos con Dios por nuestras propias fuerzas, ya que la única posibilidad de hacerlo así sería cumplir a la perfección unos mandamientos y leyes de naturaleza divina imposibles de cumplir a causa de nuestra naturaleza caída. Cuanto más tratábamos de ser mejores, más veíamos nuestra condición de miserables pecadores.

El hombre por si solo está perdido, incapaz de ayudarse a si mismo, ninguna religión puede salvarlo, ya que todas se basan en la idea de “compensación” de las malas obras con buenas y piadosas acciones, lo cual es absurdo y contra la justicia de Dios, como vimos antes (p.ej. robo y mato a alguien y para compensarlo ayudo a las ancianitas a cruzar las calles y pago mis impuestos...).

EL HOMBRE EN SUS FUERZAS Y CAPACIDADES ESTÁ PERDIDO, MUERTO EN SUS PECADOS, ES CULPABLE DE MUERTE ANTE DIOS Y SU SANTIDAD, MERECEDOR DE PASAR UNA ETERNIDAD EN TORMENTOS EN EL INFIERNO, ESCLAVO DEL PECADO Y LA CORRUPCIÓN.

Querido lector: Lo visto hasta aquí es parte del mensaje del Evangelio, el hombre debe comprender su terrible situación y perspectiva de perdición eterna para darse cuenta de su necesidad imperiosa de UN SALVADOR:

“PORQUE DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE HA DADO A SU HIJO UNIGENITO, PARA QUE TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. PORQUE NO ENVIO DIOS A SU HIJO AL MUNDO PARA CONDENAR AL MUNDO, SINO PARA QUE EL MUNDO SEA SALVO POR EL” (Juan 3:16-17)

CAPÍTULO V: COMO DIOS PUDO JUSTIFICARNOS: Qué es la justificación

Acabamos de ver como el hombre está, por naturaleza, en una situación que le impide salvarse a si mismo. Si miramos las noticias de todos los días nos encontramos que no son nada esperanzadoras: Malos pensamientos, adulterios, lujurias, chismes, medicencias, asesinatos y muertes, robos, egoísmo, maldad, engaño y fraude, lascivia, envidias, malas palabras, soberbia y orgullo y una larga lista de males que arraigados en el corazón del hombre destruyen y contaminan todo lo bueno que intentamos crear.

Pese a ello, el humanismo, un sistema de valores que no tiene nada que ver con el cristianismo, enseña que el hombre es bueno por naturaleza y que son las circunstancias las que le convierten en una víctima. Así se enseña y cree que si el hombre pudiera remontar dichas circunstancias las cosas cambiarían a su favor. Sin embargo una simple ojeada a la historia del hombre nos muestra que en los miles de años que llevamos sobre la tierra, no han sido las circunstancias lo malo, sino que el hombre ha sido el malo y el que ha hecho que las circunstancias y su entorno se volvieran malos.

Jesús mostró que el pecado y el mal vienen del corazón del hombre, de su naturaleza caída y pecadora. No es el diablo el único responsable del pecado: es el hombre el responsable y es el hombre el culpable de todas las maldades que se cometen a nuestro alrededor.

“Porque ¿Que aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
La respuesta a esta pregunta de Jesús es nada. Justamente lo único que tenemos es eso: La vida. Todos los hombres estamos en el mismo barco. Incluso si un hombre común diera su vida y muriera por nosotros, eso no serviría de nada, ya que él cargaría con su propia culpa y responsabilidad (Sería como si un hombre arruinado y lleno de deudas quisiera pagar las nuestras en el mismo banco donde él es deudor). Ni Confucio, ni Buda, ni Mahoma ni ningún otro hombre sobre la tierra, aparte del Hijo de Dios hecho hombre, estuvieron libres de pecados, y ellos mismos estaban necesitados de un salvador.

“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y PARA DAR SU VIDA EN RESCATE POR MUCHOS” (Mateo 20:28).
¡BUENAS NOTICIAS!, Jesús vino a dar su Vida por las nuestras. Jesús tenía algo que ofrecer: una vida sin pecado, limpia y santa.

Maravilloso Jesús, que no vino para que le sirviésemos, sino para servirnos.

El plan de Dios era este: Poner sobre su amado Hijo nuestra culpabilidad, nuestra condición de pecadores. Poner en Jesús todas y cada una de las malas acciones de la humanidad y hacer venir sobre El su justo juicio, redimiéndonos (Comprándonos) para Si con la preciosa sangre del Salvador Jesús.

Para hacerlo, Dios, que es perfecto en todas las cosas, tuvo que hacer que Aquel Verbo (Palabra) que le expresa totalmente, de tal manera que es la imagen misma de su Naturaleza y el resplandor de su Gloria, Aquella Palabra que era Dios desde el principio, tomara forma de hombre:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días NOS HA HABLADO POR EL HIJO, a quien constituyó heredero de todo, y por Quien asimismo hizo el universo; el Cual ES EL RESPLANDOR DE SU GLORIA, Y LA IMAGEN MISMA DE SU SUSTANCIA” (Hebreos 1:1-3).
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, Y EL VERBO ERA DIOS. (...) y Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” (Juan 1:1, 14).
Jesús, el Hijo de Dios, que era Uno con Dios desde antes del principio de todas las cosas, que es Dios, se hizo un hombre como tú y como yo para presentarse a si mismo como representante de toda la humanidad; no pudo ser una nueva creación en el sentido de un nuevo Adán, porque entonces no hubiera pertenecido a esa primera humanidad (a la cual pertenecemos todos) que pecó (en Adán) y no hubiera tenido derecho a presentarse como nuestro representante ante el juicio de Dios. No hubiera pertenecido “biológicamente” (y excusa, querido lector, la terminología) a esta humanidad caída y no serviría como representante de ella.

Los profetas dijeron que el Hijo que NOS ha nacido se llamaría “Emanuel”, esto es, “Dios con nosotros”, pero observa que dice “NOS” ha nacido, a “nosotros”, de nuestra misma carne, de nuestra misma humanidad (Lee Isaías 7:14 y 9:6). Dios escogió a una joven virgen judía: María, y esta fue la verdadera madre de Jesús de la cual Este tomó su naturaleza humana. No tuvo padre humano para quedar limpio del pecado inscrito en la sangre de la humanidad desde el pecado de Adán, el primer padre. En este sentido si fue nacido como un acto soberano de Dios, por la obra del Espíritu Santo, de manera similar al primer Adán, y su sangre quedó limpia, pura y santa, preparada para ser derramada por nosotros.

Jesús pasó todos los aspectos del hombre: Niñez, adolescencia, madurez; siendo lo más interesante el hecho de que participó de nuestra capacidad y posibilidad de elección. Jesús fue tentado porque como hombre tenía una capacidad de elegir pecar, pero no escogió el pecar.

Jesús, el que la Biblia llama el “Segundo Adán”, escogió ante la tentación el no pecar, a diferencia del primer Adán que escogió pecar. Jesús fue tentado en todo: como niño fue tentado como los niños son tentados, como adolescente fue tentado como lo son los adolescentes, y como adulto de la manera en que los adultos son tentados, pero a diferencia del resto de los seres humanos, no cometió ni un solo pecado. Su vida fue un éxito y una victoria total cada día, a cada instante. Su triunfo sobre la cruz al derrotar a la muerte, fue el fruto de una vida de victoria en lo cotidiano. Nunca usó de sus atributos Divinos para esto, sino que el éxito estuvo en una vida de sumisión a la voluntad del Padre bajo la Santa Unción del Espíritu Santo. Puedes estar agradecido a Jesús que hizo esto en tu lugar, El si se comportó como un verdadero hombre, y no como ese “pelele” con aspecto enfermizo y afeminado que nos han querido pintar en los cuadros religiosos. Jesús es el verdadero modelo de humanidad y hombría.

“Porque hay un solo Dios, y UN SOLO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO HOMBRE, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos.” (1ª Timoteo 2 :5-6).
No hay ningún otro mediador válido entre Dios y los hombres que nuestro Señor Jesucristo, y esto es una realidad enfática en la Escritura, que las diversas religiones del mundo han tratado de ocultar. Ni líderes religiosos, por muy buenos y santos que nos puedan parecer; ni gurús; ni santos; ni “vírgenes”; ni nadie más que Jesús de Nazaret. Se enfatiza en esta escritura la humanidad de Jesús y que es mediador como hombre en nombre de toda la raza humana ante Dios.

No era Dios quien debía reconciliarse con el hombre, sino el hombre quien debía reconciliarse con Dios. Era el hombre quien debía venir a justificarse ante Dios y arreglar cuentas con El; por ello la única forma de mediación era que Jesús se diera a si mismo como pago por todos nosotros.

EL ACTO DE LA JUSTIFICACION CONSISTE EN ESTO: Como vimos en Apocalipsis hay dos libros, uno de ellos contiene todas y cada una de las acciones cometidas por los hombres: Este libro es el que nos acusa; el otro libro es la Ley de Dios, que nos condena a muerte a causa de las cosas escritas en el primer libro: acusaciones y decretos contra nosotros que nos son desfavorables.

Lo que Jesús hizo al ir a la cruz del Gólgota a morir fue tomar el libro que nos acusaba donde estaban escritos todos nuestros pecados e inmundicias y se identificó totalmente con nuestros pecados, de manera que así, como nuestro representante, todos y cada uno de los pecados de cada ser humano que ha vivido, vive y vivirá sobre la faz de la tierra, fueron puestos sobre Jesús: El tomó nuestros pecados.

En esta condición, llevando nuestros pecados y transgresiones contra la Ley de Dios, se presentó ante el Trono del Juicio de Dios, donde a causa de estos pecados fue separado de la comunión con Dios (Ya hemos visto que son nuestros pecados los que nos separan de Dios, por eso Jesús gritó en la cruz: “¡Dios mío, Dios Mío! ¿Porqué me has desamparado ?”). Ante ese trono Dios le trató en función de nuestros pecados. ¡En Jesús Dios te estaba juzgando a ti, a mi y a toda la humanidad! Las acusaciones por cada uno de nuestros pecados fueron puestas contra Jesús, y por ello Jesús no respondió ni abrió su boca, porque no tenía ni podía alegar nada en su defensa (Isaías 53:7). Cada acusación tenía un único veredicto: ¡Culpable!, ¡culpable!, ¡culpable!... y una única y terrible condena ¡Digno de muerte!, ¡Digno de muerte!, ¡Digno de muerte!... (Recuerda que Dios dijo que la paga del pecado es la muerte, lee otra vez Génesis 2:17 y Romanos 6:23). Por ello Jesús murió (Recuerda que la muerte es separación de Dios, que es la Vida, y no “dejar de existir”). Jesús descendió al reino de la muerte, que es el reino de satanás, y allí estaba, esta vez sin nuestros pecados, que ya habían sido pagados y castigados.

En esa condición Jesús tenía algo que nadie más tenía y que solamente El podía dar: SU VIDA SANTA, JUSTA E INOCENTE. Así, al tercer día, Dios el Padre proclamó sobre ese representante de todos nosotros que es Jesús, a causa de su vida inocente, UN JUICIO DE JUSTIFICACION, DE INOCENCIA, y... ¡JESUCRISTO RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS TAMBIEN COMO NUESTRO REPRESENTANTE!!! Jesús volvió a la vida.

Ese Glorioso y bondadoso Jesús, que nos recibió tal y como éramos, con nuestros pecados e iniquidades y que tomó nuestros pecados, vino a identificarse con lo que nosotros éramos, para que ahora, si lo recibimos a El, nosotros vengamos a ser lo que El es: JUSTOS DELANTE DE DIOS. Los libros de acusaciones quedan clavados en la cruz y nuestros nombres son escritos en el LIBRO DE LA VIDA. Podemos ir ante Dios sabiendo que aunque la Ley sigue ahí y no ha cambiado, el libro que nos acusaba ha sido borrado ya que hubo Uno que lo hizo posible derramando su propia sangre. Tú puedes ir ante Dios con la posición de NO CULPABLE.

Quien no recibe por medio de la fe este don gratuito de Dios, tendrá un día que dar cuentas y responder de si mismo ante el Trono del Juicio de Dios.

Si ahora habiendo aceptado a Jesús eres libre ante Dios, puedes ser libre ante los hombres y ante el diablo que te acusaba. Dios te ha dado su Palabra de que no tendrás que pasar más por el juicio. Su trono no será más un trono de condenación y juicio, sino Un Trono de Gracia y Misericordia.

Por ello los cristianos predicamos este Evangelio (Buena noticia):

“Esta es la palabra de fe que predicamos: Que si CONFESARES CON TU BOCA QUE JESUS ES EL SEÑOR, Y CREYERES EN TU CORAZON QUE DIOS LO LEVANTO DE LOS MUERTOS, SERAS SALVO. PORQUE CON EL CORAZON SE CREE PARA JUSTICIA , PERO CON LA BOCA SE CONFIESA PARA SALVACION” (Romanos 10:8-9).
Para recibir este don gratuito no hay que hacer duros esfuerzos en nuestras propias fuerzas, ni penitencias ni procesiones, ni encender velas, leer mucho la Biblia, orar o rezar mucho ni nada similar; tan solo debes aceptar la salvación gratuita de Dios por medio de la fe, que no es sino poner tu confianza en El, hacer a Dios digno de crédito (la fe no es, como predican algunos herejes una “fuerza”), tomar el compromiso con Dios de hacer de Jesús tu Señor y tu Justicia. La salvación es un don inmerecido que recibimos por la gracia y la bondad de Dios. Es gracia sobre gracia ya que no solo recibimos algo que no merecíamos de una manera gratuita, sino que además recibimos algo que de ninguna forma nosotros hubiésemos podido ganar.

“Porque por GRACIA sois Salvos POR MEDIO DE LA FE; y esto no de vosotros, PUES ES DON DE DIOS; NO POR OBRAS, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8-10)
Es una gran ofensa a Dios y una herejía pensar y predicar que nosotros podemos añadir algo a la obra perfecta y consumada de Cristo en la cruz del Calvario: Pagar dinero para comprar la salvación, ser “religiosos”, castigar nuestro cuerpo con penitencias, hacer un montón de rezos o encender un montón de velitas o cosas similares. Los líderes de las religiones que niegan esto, y que impiden a las gentes del pueblo entrar en el Reino de los Cielos, se llamen como se llamen, o presenten la apariencia de piedad que presenten, bajo ropas especiales o actitudes religiosas, tendrán que dar cuenta por ello ante Dios en el día del Juicio Universal.

“Mirad que NADIE OS ENGAÑE por medio de filosofías y huecas sutilezas, SEGÚN LAS TRADICIONES DE LOS HOMBRES, conforme a los rudimentos del mundo, Y NO SEGÚN CRISTO. Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Y VOSOTROS ESTÁIS COMPLETOS EN EL, que es la cabeza de todo principado y potestad. En El también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal en la circuncisión de Cristo; sepultados con El en el bautismo, en el cual FUISTEIS TAMBIÉN RESUCITADOS CON EL, MEDIANTE LA FE EN EL PODER DE DIOS QUE E LEVANTÓ DE LOS MUERTOS. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, OS DIÓ VIDA JUNTAMENTE CON EL, PERDONÁNDOOS TODOS LOS PECADOS. Anulando el ACTA DE LOS DECRETOS QUE HABÍA CONTRA NOSOTROS, QUE OS ERA CONTRARIA, QUITÁNDOLA DE EN MEDIO Y CLAVÁNDOLA EN LA CRUZ” (Colosenses 2:8-15)
Te animo a que leas los versículos siguientes a los escritos en esta fracción de la carta del apóstol Pablo a los Colosenses.

CAPÍTULO VI: EL NUEVO NACIMIENTO: Santificación y comentarios finales:

“Porque NO ME AVERGÜENZO del Evangelio, porque es PODER DE DIOS PARA SALVACION A TODO AQUEL QUE CREE: Al judío primeramente, y también al griego. Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito : MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRA” (Romanos 1:16-17).
La justicia de Dios es revelada por el Evangelio, que es la capacidad y el poder de Dios para salvación, ya que al oír este anuncio, es a nosotros a los que nos toca hacer una elección. Dios no obliga a nadie a aceptar la vida, sino que la pone ante nosotros y nosotros somos los que cerramos o abrimos nuestro corazón a su ofrecimiento. Es una decisión personal. Nadie puede escoger por otra persona, por ello el haber sido bautizado de niño no salva a nadie ni significa nada en este aspecto, aunque fuese realizado con la mejor de las voluntades. Solo somos salvos si queremos serlo, y así lo decidimos personalmente.

Del mismo modo la vida cristiana es un compromiso constante con Jesús y su obra aquí en la tierra: La Iglesia. Es una elección diaria de estar sometido a El. Una decisión que únicamente nos toca y corresponde tomar a nosotros.

“De modo que si alguno está en Cristo, NUEVA CRIATURA ES; LAS COSAS VIEJAS PASARON; HE AQUI TODAS SON HECHAS NUEVAS. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió con sigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconcilias con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, PARA QUE NOSOTROS FUESEMOS HECHOS JUSTICIA DE DIOS EN EL” (2ª Corintios 5: 17.21).
Aquí se nos subrayan dos hechos fundamentales: Por un lado que Dios ha hecho de nosotros embajadores de Cristo para predicar y dar nuestros esfuerzos en el ministerio de la reconciliación por medio de la Iglesia. Por otro lado se menciona un hecho más profundo aún que el recibir perdón, es el hecho de que Dios ha cambiado nuestra vieja naturaleza por una nueva. Por ello el hombre para ser salvo y ver el Reino de Dios debe nacer de nuevo.

“Respondió Jesús y le dijo: DE CIERTO, DE CIERTO TE DIGO, QUE EL QUE NO NACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS” (Juan 3:3).
El hombre necesita recibir un nuevo corazón, no podemos estar en Cristo sin ser una nueva creación. Puedes ir a la iglesia regularmente, haber nacido en una familia cristiana, leer la Biblia u orar, pero sin nacer de nuevo, no puedes ver el Reino de Dios.

Cuando recibes a Cristo, por medio de su Espíritu Santo que viene a morar en ti, tú eres creado de nuevo, dejas de ser el “viejo” Pedro o Juan, o María ; y pasa a ser una nueva persona, pero no es un cambio externo en primer lugar, sino un cambio en tu espíritu, que de estar muerto y entenebrecido, recibe la vida de Dios que es Cristo. Cuando el corazón de la persona es cambiado, poco a poco ese cambio se irá reflejando en el exterior: Tu forma de hablar, tu forma de vestir, de pensar etc. comienzan a cambiar conforme a la nueva criatura que tú eres en tu interior. La religión y el fariseismo han pervertido esto diciendo a la gente que hay que vestirse de manera extraña o hablar con un tono de voz especial (de “santito”) y cumplir extraños rituales para ser “santo”. El Evangelio como ves, querido amigo, poco o nada tiene que ver con la religión, sino que habla más bien de una relación con Dios.

"Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre ! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” (Romanos 8 :15-16).
Has recibido una nueva identidad: Eres un Hijo de Dios. Ya no eres más un “Hijo de ira” como dice la Biblia que éramos antes (Lee Efesios 2:1-10), ni eres un hijo del diablo, como llamó Jesús a los fariseos que hacían las obras del diablo (el pecado). Ahora eres un digno hijo de Dios con la naturaleza de tu Padre morando en ti.

Del mismo modo que vimos que la Ley de Dios era un reflejo de su naturaleza santa, la nueva vida que Dios te ha dado por medio de la Nueva Alianza en Jesús, es la mismísima Naturaleza de Dios. Recuerda lo que nos decía el apóstol Pedro en su segunda epístola (Lo leímos al principio de este estudio en la introducción), que hemos sido hechos copartícipes de la Naturaleza Divina. La Vida de Dios y la Ley de Dios son una misma cosa, la Ley, reflejo de Dios, es escrita en tu corazón.

“TODAS las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado PRECIOSAS Y GRANDISIMAS PROMESAS, PARA QUE POR ELLAS LLEGASEIS A SER PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA” (2ª Pedro 1:3-4).
Cuando naces de nuevo, es tu espíritu (En el griego original “Pneuma”, literalmente: “Viento”, “Aliento”, esto es, la Vida de Dios) el que lo hace: es una obra que está consumada y acabada. Sin embargo Dios continua operando por medio de Cristo en tu alma (En el griego original “Psyké”, literalmente “Soplo”, “Ser Vivo”, esto es, Voluntad, Inteligencia y Emociones), es el proceso de la santificación por el cual tu vana manera de pensar y de actuar, conforme al hombre viejo es transformada por la Palabra y el Espíritu Santo. Por último esta obra será consumada en la redención final de tu cuerpo, cuando en la resurrección o en la venida de Cristo, recibas un cuerpo de gloria.

La obra de Jesús es completa y se desarrolla en el cristiano nacido de nuevo de este modo que acabamos de ver, por eso verás que aún siendo salvo y nacido de nuevo, podrás pecar en alguna ocasión -Ser cristiano no es ser “perfecto”-, o que malos hábitos del pasado te querrán volver a esclavizar. Tú debes entender que el proceso de santificación de tus pensamientos, hábitos, costumbres etc. requiere una consagración a Dios por medio del estudio de la Palabra, de la oración, de la vida de Iglesia en comunión con tus hermanos, todo ello sobre el fundamento de que ya eses salvo y santo por medio de Jesús, y de que Dios no te va a aceptar más o menos de lo que ya ha hecho por medio de Jesús.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo.” (Juan 2 :1).
En los primeros versículos de la primera epístola del apóstol Juan, se nos habla del Poder de la sangre de Jesús, un poder superior al terrible poder del pecado. Por medio de este poder podemos vivir una vida cristiana con una buena conciencia, sabiendo que en esta carrera hacia la meta habrá obstáculos que querrán ponerse en nuestro camino. En el proceso de santificación de nuestras vidas, podemos cometer errores y pecar, por ello el mismo Dios nos dice que si andamos en luz (esto es, somos honestos con Dios y reconocemos nuestros errores y pecados), La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (lee el primer capítulo de 1ª de Juan). Nuestros cuerpos aún no han sido transformados, por ello aún están sujetos a deseos que si bien en principio son lícitos, han sido pervertidos y sacados de quicio por el diablo, la carne y el mundo, pero viviendo por el Espíritu y no por la carne, podemos llevar una vida victoriosa.

Confesar nuestros pecados no es una fórmula mágica o religiosa; hemos de ser guiados por nuestra conciencia iluminada por la convicción del Espíritu Santo. Una vez convencidos de nuestra falta entonces es cuando vamos a Dios y somos honestos con El. El conoce nuestras debilidades y nuestras motivaciones, podemos declararle con confianza lo que hemos hecho y porqué lo hemos hecho sin tratar de excusarnos. Dios nos perdona y olvida nuestro pecado al mirar a la obra de Jesús en nuestro lugar (recuerda que tu justicia delante de El es la que Cristo te ha dado). Puedes pedirle ayuda para cambiar y ser mejor con tus semejantes. Esto es andar en luz con Dios. El es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad.

Querido amigo o amiga, es mi deseo y oración que estas cosas que te he explicado aquí de forma básica y seguramente torpe, cobren vida y sentido en ti, con la ayuda del Espíritu Santo. Así sea con tu vida. Amen.

J. P. V. © cristianismo-primitivo.org/.net/.com

QUIENES ERAN LOS CISTIANOS PRIMITIVOS?

"¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido" (Eclesiastés 1:9-10)

Alexámeno adora a su Dios

Alexámeno adora a su dios...

Este "graffiti" burlesco contra un cristiano llamado Alexámeno, data del siglo II y se encontró en una pared de unas ruinas de Roma, una escuela de pajes anexa al palacio de Nerón.

Representa a un cristiano llamado Alexámeno adorando a un crucificado con cabeza de burro (Los paganos creían que judíos y cristianos adoraban a un dios con cabeza de asno).

Debajo de la imagen está escrito "Alexámeno adora a su Dios" y cerca alguien escribió -quizá el mismo Alexámeno del que se querían burlar:

"Alexámeno fiel".

"Hay una nueva raza de hombres nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, asociados entre sí contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente cubiertos de infamia, pero autoglorificándose con la común execreción: son los Cristianos." (Celso; "El Discurso Verdadero Contra los Cristianos" Pág.11 Alianza Editorial; Madrid 1988)

Así comienza, hacia el año 178 d.c., "El Discurso verdadero contra los Cristianos", una obra escrita por el filósofo griego de Alejandría Celso, que será el fundamento ideológico de algunas de las más duras persecuciones contra los creyentes en Jesús de Nazaret que se sucederán en los años siguientes.

¿Quiénes eran estos cristianos primitivos de los que tanto hablamos los "cristianos" del siglo XXI y de los que ignoramos casi todo?, ¿Cómo pensaban y cuál era su carácter, su forma de vivir la fe?, ¿Qué tipo de persona se dejaría despedazar por las fieras, o quemar viva, o cornear por un toro hasta la muerte, únicamente por no verter una pizca de incienso en un altar público, haciendo votos por la "salud del divino emperador"? ¿Con qué tipo de problemas se tuvieron enfrentar?

Esta pagina WEB trata de dar respuesta a estas y otras preguntas, tratando de obtener una enseñanza o moraleja para aquellos que en los umbrales del tercer milenio queremos seguir a Jesús, o nos llamamos cristianos.

El recorrido que haremos pasa por los cuatro primeros siglos de la historia del cristianismo. A este periodo se le llama también época o era Paleocristiana (básicamente la anterior al concilio de Nicea).

En el verano del año 325, convocados por un emperador romano: Constantino, los obispos de la cristiandad se reúnen en Nicea, para dilucidar sobre cuestiones de doctrina y acabar de una vez con las diferentes disputas teológicas y doctrinales que perturbaban en aquel tiempo a la Iglesia.

Como consecuencia de esta contemporización con un poder temporal que se permitía convocar concilios y que se valdrá del cristianismo como aglutinante para mantener la unidad del imperio unos siglos más, la iglesia comenzará un proceso de paganización y "romanización" que dará lugar pocos siglos después a la hoy conocida como Iglesia Católico-Romana.

A estas y otras interesantes cuestiones es a las que se trata de dar respuesta en estas paginas. No se trata de hacer una cronología del cristianismo primitivo, y si un sencillo estudio de ciertos temas de interés que a mi juicio son claves para entender el posterior desarrollo de la fe cristiana.

Prepárate para este interesante viaje.

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LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

La herejía Mormona

LOS MORMONES Y JOSÉ SMITH

© C. Vidal, Libertad digital (ProtestanteDigital.com. 2005, España)

Las grandes deserciones mormonas
Falsedades históricas del Libro de Mormón
Más vínculos del mormonismo y la masonería
Mormonismo y poligamia
La dudosa moralidad de Joseph Smith 
En la imagen el falso profeta José Smith recibiendo la visita de unos seres luminosos que le revelaron un nuevo "evangelio" en el "Libro de Mormón" (imagen mormona)

"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gálatas 1:8-9) 
"Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (2ª Corintios 11:14-15)
Los mormones y Joseph Smith 
La influencia de la masonería (I) 

El peso de la masonería en el reverdecer del ocultismo del siglo XIX fue, como vimos en las entregas anteriores, ciertamente extraordinario, hasta el punto de que no puede entenderse su historia sin hacer referencia a él. Ya hemos indicado como uno de sus componentes esenciales – y de sus atractivos – era la pretensión de poseer un conocimiento secreto, una gnosis, que sólo se comunicaba a los iniciados. Esta circunstancia - absolutamente esencial en la historia de la masonería y, sin embargo, tantas veces omitida - explica, por ejemplo, el considerable papel representado por la masonería en la configuración de algunas de las sectas surgidas durante el siglo XIX. En las siguientes entregas, nos ocuparemos del papel de la masonería en la fundación del mormonismo, de los adventistas, de la Ciencia cristiana y de los testigos de Jehová.

De entre las sectas contemporáneas, la más importante, con diferencia, es la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días, más conocidos popularmente como los mormones. En la actualidad, los mormones cuentan con no menos de diez millones de miembros en todo el mundo y un peso social, político y económico que supera con mucho el de ese número . Todo eso es más o menos conocido, lo que ya resulta mucho menos sabido es que Joseph Smith Jr. era masón y que la masonería desempeñó un papel muy considerable en el nacimiento y establecimiento de la secta. 

Resulta obligado decir que nada puede alcanzar la categoría de comprensible en relación con la historia y la teología de los mormones – a la que Ferguson denominó la religión sintética de Utah – sin hacer referencia a la persona de su fundador y profeta Joseph Smith . 

Nacido el 23 de diciembre de 1805, cuando Estados Unidos era una jovencísima nación recién emancipada de Gran Bretaña, Smith nació en un entorno doméstico peculiar. Los vecinos de Smith consideraban a la familia de éste como “analfabeta, bebedora de whiskey, holgazana e irreligiosa” (1). La madre de Smith, Lucy Mak, practicaba la hechicería y alimentaba la pretensión – por lo visto no del todo desprovista de fines crematísticos – de tener visiones. 

El padre, Joseph, más conocido como Joe, contaba con una cierta popularidad que emanaba de que su ocupación consistía en buscar tesoros en favor de aquellos que le pagaban con esa finalidad. Está documentado que el joven Joseph Smith acompañaba con frecuencia a su padre en estas expediciones a mitad de camino entre el fraude y lo oculto, y desde edad muy temprana se dedicó a la práctica de la adivinación y de decir la fortuna mediante el uso de piedras, una práctica específicamente prohibida por la Biblia (2). Sin embargo, de manera aún más interesante, la familia de Joseph Smith estaba estrechamente vinculada con la masonería. 

El padre, Joseph Smith Sr. había sido iniciado en el grado de maestro masón el 7 de mayo de 1818 en la logia de Ontario n. 23 de Canandaigua, Nueva York. Uno de los hijos mayores, Hyrum Smith, era miembro de la logia Mount Moriah n. 112 de Palmyra, Nueva York. 

Las fechas resultan interesantes porque en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta . 

La importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que “La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia” (3). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes. 

Tal y como lo expresó el apóstol mormón John A. Widtsoe: “Sobre su realidad (la de la visión) descansa la verdad y el valor de su (de Smith) obra posterior”(4). Desde luego, no es para menos. Si efectivamente Dios se le apareció a Joseph Smith dándole instrucciones concretas, sería estúpido negarle, al menos, un poco de atención. Si, por el contrario, la historia es falsa, Smith sería un farsante, un enfermo o algo peor. 

El relato oficial es como sigue. En 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años , se adentró, una hermosa mañana de inicios de la primavera, en el bosque. Al parecer había decidido orar para descubrir cual de “todas las sectas era la correcta”, una oración nada baladí teniendo en cuenta la vinculación de su padre con la masonería. Mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: “Este es mi Hijo amado, escúchalo” . Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

En el siguiente artículo analizaremos la revelación de J. Smith. 

(1) Citado en B. Larson, Oc, p. 309. 
(2) Las citas al respecto son claras. Por ejemplo, “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos” (Levítico 19:26) o “ No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortilegio, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones el Señor tu Dios echa estas naciones delante de ti. Perfecto serás delante de el Señor tu Dios. Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto el Señor tu Dios” (Deuteronomio 10, 8-14). 
(3) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(4) John A Widtsoe, Joseph Smith-Seeker After Truth, SALT Lake City, 1951, pg. 19.

Mormones: la visión de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (II) 

Vimos que en 1820, según el relato de los mormones, Dios se le apareció a Joseph Smith en un episodio que explica el surgimiento de la secta, siendo la importancia de esta experiencia es de trascendencia capital para la teología mormona. El dirigente y apóstol de la secta, David O. McKay ha señalado claramente que "La aparición del Padre y del Hijo a Joseph Smith es el fundamento de esta iglesia"(1). En realidad, con ello no hace sino repetir lo que antes han dicho otros apóstoles mormones: si la visión es falsa, todo el edificio del mormonismo se debería derrumbar como un castillo de naipes.

Como relatamos en el artículo anterior, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. 

Sería de esperar que esta visión de radical importancia hubiera sido registrada desde el principio entre los recuerdos y testimonios del futuro profeta. Lo cierto es que no fue así. Los mismos mormones se han visto obligados a reconocer que "el relato oficial de la primera visión de Joseph Smith y las visitas del ángel Moroni... fue publicado por primera vez en 1842"(2), es decir, 22 años después de acontecidos los hechos. Hasta qué punto este "retraso" resulta absurdo podemos verlo en el hecho de que la secta fue fundada oficialmente en 1830, el mismo año de publicación del Libro de Mormón. ¿A qué se debe que la piedra básica - la visión divina de Smith - sobre la que está edificada la secta de los mormones no fuera mencionada por el profeta sino veintidós años después de presuntamente acontecida?. 

Diversas investigaciones parecen apuntar a una causa bien poco presentable: el mismo Joseph Smith no contó siempre la misma historia y ello se debe sencillamente a que la misma no era verdad. Jerald y Sandra Tanner (3) han dejado de manifiesto que en el interior de la secta circulaban, al menos, dos versiones diferentes de la visión divina de Smith si bien no salieron a la luz pública hasta que Paul Cheesman, un estudiante de la universidad Brigham Young, las publicó en 1965. Por si esto fuera poco, al año siguiente, James B. Allen, profesor asociado de Historia de la BYU, reveló otra versión más de la visión. Demasiados relatos discordantes para creer en una versión - hoy oficial - que, al parecer, desconocieron dirigentes mormones como Brigham Young y Oliver Cowdery (4). 

El mismo Joseph Smith se destacó por ser el origen de este tremendo embrollo. A fin de cuentas, no relató siempre la misma historia . Así, el Messenger and Advocate de septiembre de 1834 y de febrero de 1835 publicó diversas versiones de la "primera visión" considerablemente diferentes de la oficial de 1842. Las diferencias son de bulto. En la versión ahora oficial, Joseph Smith tenía catorce años, buscaba saber qué secta era la verdadera y se le aparecieron el Padre y el Hijo. En las de 1834 y 1835, Joseph Smith tenía diecisiete años, lo que ansiaba saber es si existía un ser supremo y el que se le apareció fue un simple ángel. Para terminar de complicar las cosas el 29 de mayo de 1852 el Desert News publicaba unas declaraciones del profeta Smith en que afirmaba que la primera visión la tuvo a los catorce años y que fue de ángeles. 

Esto fue corroborado posteriormente, por el apóstol mormón Orson Pratt (5) y por John Taylor, el tercer presidente de los mormones (6). Por desgracia para Smith, ni siquiera en la época en que coincidían casi todos en que quien se había aparecido era un ángel, llegaban a ponerse de acuerdo sobre la identidad del mismo. En la primera edición de la "Perla de gran precio" de 1851, pg. 41, se decía que el ángel era Nephi y la misma opinión sustentaba Lucy Mack, su madre. No obstante, después se denominó al ángel con el apelativo de Moroni. Finalmente, alguien debió de llegar a la conclusión de que una aparición del Padre y del Hijo siempre es mucho más atrayente que la de un simple enviado. Así esta tesis acabaría imponiéndose de manera oficial en la "Perla de gran precio", uno de los libros sagrados de los mormones (7) . 

Como fundamento- según el profeta y apóstol MacKay - de la organización que afirmaba ser la única iglesia cristiana, la visión primera de Smith da la impresión de dejar mucho que desear. No coinciden - de acuerdo a las diferentes versiones - ni la edad de Smith, ni el motivo de su oración ni los personajes que se le aparecieron. Francamente, un profeta con una memoria tan dudosa sobre asunto de tanta importancia no consigue crear precisamente confianza en la manera en que transmite las revelaciones ni en la veracidad de las mismas. Para colmo, la última - por el momento - versión de la visión de Smith se contradice con sus propias enseñanzas de manera directa. 

En 1832, Joseph Smith afirmó haber tenido una revelación de Dios según la cual nadie puede ver a Dios sin tener el sacerdocio. Según el propio SmitH él no tuvo ese sacerdocio hasta pasado 1830 (8) pero la visión de Dios fue, al menos, diez años antes. Como y por qué Dios hizo una excepción a Su revelación en relación a Smith constituye un misterio que - hasta la fecha - ningún adepto de la secta ha conseguido aclarar. 

Como ha dejado de manifiesto Floyd C. Mc Elveen, ambas revelaciones no pueden ser verdad. O bien Smith vio a Dios en 1820 - y eso se contradice con la revelación sobre el sacerdocio de 1832 - o bien la revelación de 1832 es falsa y con ello queda a salvo la veracidad de la versión - hoy oficial- de la visión de 1820. Naturalmente cabe también la posibilidad de que ambas visiones no fueran sino una falacia. 

(1) D. O. McKay, Gospels Ideals. Salt Lake City. 1953, p. 85. 
(2) Improvement Era, julio de 1961, p. 490. 
(3) Jerald y Sandra Tanner, The First ision Examines. Salt Lake City. 1969.La obra constituye un clásico en el estudio de las fuentes de la secta. 
(4).C..Mc Elveen, The mormon illusion, Ventura, 1977 pp. 24-25. 
(5) Vid: Messenger and Advocate, vol.I, pp. 78-79. 
(6) Journal of Discourses, Salt Lake City. (1966) vol. 13, pp. 65-66. 
(7) Pearl of Great Price, Salt Lake City, 1958, p.48 par.17. 
(8) Bruce R. McConkie, doctrines of Salvation, SALT Lake City, 1954, vol. I, p. 4.

El "Libro del Mormón" 
La influencia de la masonería (III) 

Aún más problemas plantea esa obra que Mark Twain denominó "cloroformo en forma de libro" y que nosotros conocemos como el Libro del Mormón. La historia oficial del mismo es digna de ser referida aunque sea brevemente. En la Perla de gran precio, uno de los libros sagrados de la secta, Joseph Smith narra una visión que tuvo en 1823. De acuerdo con este libro, en el curso de la misma se le apareció a Smith un ángel llamado Moroni que le señaló la misión que Dios le había encomendado. Smith tenía que encontrar unas placas de oro en las que había escrita una obra cuya traducción debía acometer. Junto a las placas, Smith encontraría unas gafas que le permitirían traducir las placas del egipcio reformado en que estaban escritas al inglés. Para colmo de maravillas, las mencionadas lentes fueron identificadas por el ángel con el Urim y el Tumim del Antiguo Testamento. La obra señalada por el ángel, presuntamente, era el Libro del Mormón.

No hace falta decir que para una vez que una revelación presuntamente divina no se produce por inspiración sino por traducción, hubiera resultado sumamente interesante poder examinar los textos y el artilugio destinado a facilitar su comprensión a los mortales. No ha sido posible. Según la tesis mormona, después de que Smith tradujo las 116 primeras páginas del Libro del Mormón, aquellas desaparecieron. ¿Y las gafas? Se las llevó el ángel. 

Según los tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris, el método de traducción de Smith era auténticamente peculiar. En primer lugar, Smith colocaba los lentes en un sombrero y después metía la cara en el mismo comenzando a continuación a traducir de las placas de oro... que prácticamente nunca estuvieron presentes. Dado el método utilizado, no es de extrañar que no hicieran ni falta. 

No acaba aquí la cosa. Según ha dejado escrito David Whitmer (1), una vez que Smith se echaba a la cara el sombrero con las gafas, aparecía una especia de jeroglífico con la traducción inglesa debajo. Smith la leía entonces para que copiara Cowdery o cualquier otro y si quedaba escrito correctamente la frase desaparecía. 

El método se presenta como un tanto alambicado, pero así es como fue presentado por Smith y sus adeptos más cercanos. La obra era una revelación de Dios de igual importancia - en la práctica más - que la Biblia. Por desgracia para Smith y su secta, la nueva revelación por escrito iba a levantar aún mayores dudas que el relato referente a su presunta visión divina. Joseph Smith afirmó que la obra fue escrita en torno al 384 al 421 A. de C. por Mormón, el padre de Moroni. Por ello, no deja de ser curioso que la obra reproduzca textualmente la versión de la Biblia del Rey Jaime que se imprimió... en 1611 A.D. El cómo un libro puede llevar millares de citas textuales de una obra que, supuestamente, se imprimió dos mil años después es otro de los grandes enigmas de la religión mormona, y el enigma se agranda cuando vemos que hasta las palabras en cursiva de la versión del Rey Jaime se reproducen así en el Libro del Mormón. 

No menos curioso es el estilo gramatical de la obra . Supuestamente, "cada palabra y cada letra le fueron dadas (a Joseph Smith) por el don y el poder de Dios", pero eso no ha evitado que los mormones hayan realizado unos cuatro mil cambios de estilo - y no sólo de estilo - en la obra (2). Francamente, resulta curioso que las autoridades mormonas se hayan mostrado tan predispuestas a alterar con suma libertad una obra que - presuntamente - fue dada por Dios al profeta fundador de la secta. Quizá una explicación de este fenómeno resida en el hecho de que cuando Smith cita de la versión de King James o Rey Jaime (supuestamente escrita dos mil años después que el Libro de Mormón) su gramática es impecable, pero deja de serlo en el momento en que - al parecer - traducía del egipcio ayudado por las gafas que le dio el ángel. Desde luego, si Dios entregó la revelación a Smith de manera directa, lo hizo en momentos en que Su gramática no era muy sólida. 

Estas y otras cuestiones - que, desde luego, no contribuyen lo más mínimo a afianzar la creencia de que Joseph Smith era un profeta de Dios - suelen ser dejadas de lado por los adeptos de la secta con una referencia rápida al testimonio, favorable al Libro de Mormón, de los testigos. 

Efectivamente, en las páginas iniciales del Libro de Mormón se menciona el "Testimonio de los tres Testigos", a saber, Oliver Cowdery, David Whitmer y Martín Harris; así como el de los "Ocho testigos", es decir, Christian Whitmer, Jacob Whitmer, Irma Page, Joseph Smith, Sen; Hyrum Smith y Samuel H. Smith. Según los adeptos, el testimonio de estas personas en bloque no deja ninguna duda de que el Libro de Mormón fue una obra inspirada por Dios y revelada a Su profeta, Joseph Smith. Sin duda, muchos adeptos lo creen. El problema es que el mencionado testimonio no se sostiene ni siquiera parcialmente. Para empezar el grupo de los "tres testigos" jamás afirmó haber visto las placas de oro donde - supuestamente - se escribió el Libro de Mormón. Lo más que llegaron a afirmar fue que tuvieron una "visión" de las mismas, que las vieron "con el ojo de la fe" o cuando estaban envueltas o tapadas (3). Si alguien vio alguna vez - y resulta dudoso - aquellas placas fue sólo Joseph Smith. 

(1) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(2) Estudios sobre el tema en A. Budvarson - Book of Mormon -, True or False?, Concord, 1959; M. W. Cowan-Mormón Claims Answered, ed. autor. 1975 y J. y S. Tanner- Mormonism, Shadow o Reality, Salt Lake City. 1975. 
(3) Cf: F.C. McElveen, Oc, p. 48 ss.

Las grandes deserciones mormonas 
La influencia de la masonería (IV) 

Por desgracia, no termina en el Libro del Mormón en sí el cúmulo de problemas que presentan los mencionados testigos de Shmit. Veámoslos, aunque sea por encima. De los once testigos mencionados, todos se marcharon de la secta salvo los Smith, es decir, los de la familia del profeta e incluso de éstos, un par de los hijos de Smith dejaron la secta para afiliarse a la iglesia reorganizada de los Santos de los Últimos Días.

Como relatamos en artículos anteriores, el relato oficial es que en 1820, cuando Joseph Smith tenía sólo catorce años mientras, presuntamente, se hallaba en oración vio sobre él, en el aire, a dos personajes. Uno de ellos señaló al otro y exclamó: "Este es mi Hijo amado, escúchalo". Después, uno de los dos personajes le dijo que todas las iglesias estaban equivocadas. Existen los llamados tres testigos del Libro del Mormón, David Whitmer, Oliver Cowdery y Martín Harris. 

Visto el éxito final que tuvo con ellos, no es de extrañar que el profeta Smith denominara a los tres testigos principales "ladrones y embusteros" (1) y que incluso manifestara en la "Historia de la Iglesia" que habría que olvidarlos (2). De nuevo este conjunto de circunstancias no pueden sino resultar sorprendentes al venir ligadas a una revelación supuestamente de Dios. Por ello, resulta injustificable que la secta de los mormones tenga el valor de presentarlos como testigos a favor de las revelaciones de su profeta, cuando todos, menos los familiares de éste, la abandonaron convencidos de que aquello no tenía ninguna relación, ni siquiera lejana, con Dios. 

Realmente, da la impresión de que la gente más cercana a Smith creía que todo era un fraude y se cansó de seguir la farsa. A causa de ellos, Smith los descalificó como embusteros y ladrones en un intento de privar de valor a los testimonios - esta vez ciertos - que pudieran dar acerca del. Posteriormente, la secta correría un tupido velo sobre el abandono e insistiría en que todos ellos eran piedra fundamental para creer la veracidad de las pretensiones de Smith. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta de a quien beneficiaba esa falsedad consciente. 

Una cuestión adicional sirve para dejar aún más de manifiesto el dudosa carácter de los poderes de Smith. Para desgracia de la secta, el asunto pasó por los tribunales y las minutas del procedimiento fueron localizadas por Wesley P. Walters el 28 de julio de 1971 (3). En 1826, es decir, seis años después de la supuesta visión divina, Joseph Smith fue acusado (y condenado) por ser un "glass looker". El término anglosajón, que se podría traducir como "mirador de cristal", sirve para designar a una persona que mirando a través de un vidrio o de una piedra puede encontrar tesoros o propiedades perdidas. Smith había estafado a una persona llamada Josiah Stowell asegurándole que, mirando a través del cristal, localizaría tesoros y propiedades perdidas. 

No deja de ser curioso que Smith fracasara utilizando la misma metodología que le permitió - en teoría - traducir las placas de oro que un ángel de Dios le había mostrado y tampoco deja de llamar la atención que, seis años (o tres, según la visión) después de hablar con el Padre y el Hijo (o con un ángel, llamado o Moroni o Nephi, según qué visión y qué persona) anduviera dedicado a los menesteres - nada respetables - que había aprendido en su familia. No parece lo más adecuado que un profeta de Dios se dedique a estafar al prójimo prometiéndole encontrar tesoros... a menos, claro está, que no se sea tal tipo de profeta. Desde luego, con esos antecedentes tampoco llama mucho la atención las controversias desatadas desde el principio en relación con el Libro de Mormón. 

(1) Times and Seasons, vol. I, pg. 81; Elders Journal, pg. 59; Senate Documents 189, pp. 6,9. 
(2) Smith, History of the Church, vol. 3, p. 232. 
(3) Una reproducción fotográfica de las minutas judiciales originales en J. Y S. Tanner, Joseph Smith´s 1826 Trial, Salt Lake City. 1971.

Falsedades históricas del Libro de Mormón 
La influencia de la masonería (V) 

Los libros sagrados de las diversas religiones suelen contener datos históricos, geográficos y arqueológicos susceptibles de ser verificados por los especialistas en estas ciencias. En alguna medida, su fiabilidad viene confirmada o negada precisamente por la posibilidad de verificar si los datos históricos o arqueológicos son o no reales. El ejemplo más destacado de esta tesis lo constituye, sin lugar a dudas, la Biblia. Los datos geográficos, históricos y arqueológicos que aparecen en la misma no sólo son reales y están cuidadosamente expuestos sino que han servido de base para realizar descubrimientos arqueológicos en tiempos modernos. En el caso de otros libros religiosos los datos son escasos y difícilmente comprobables vg: los libros canónicos del hinduismo, pero incluso así parece existir un fondo histórico real aunque se haya visto deformado por la leyenda. La única excepción a esta regla la constituye el Libro de Mormón, la presunta revelación divina recibida por Joseph Smith, un escrito que resulta aún menos fiable que los textos sagrados del hinduismo.

La historia contenida en esta obra no deja de ser un tanto complicada en sus detalles. Haremos aquí un breve resumen de la misma en relación con sus aspectos fundamentales. En las páginas del libro canónico por antonomasia del mormonismo, se nos narra que un pueblo llamado jareditas, procedentes de la Torre de Babel, emigró a América en el año 2247 A.C. Supuestamente esta cultura ocupó América Central hasta desvanecerse a causa de los conflictos internos. Un superviviente llamado Ether escribió su historia en 24 placas metálicas. 

LA HISTORIA SEGÚN EL LIBRO DE MORMÓN 
Hacía el año 600 A.C., las dos familias de Lehi e Ismael salieron de Jerusalén y cruzando el océano Atlántico desembarcaron en América del Sur. Dos hijos de Lehi, llamados Laman y Nephi, acabaron enfrentándose junto con sus seguidores en el campo de batalla. De aquí procederían los pieles rojas que poblarían el Nuevo Mundo. La razón, según Joseph Smith, no podía ser más fácil: los lamanitas era rebeldes contra Dios y El los castigó haciendo que su piel se oscureciera dando así origen a los indios americanos. 

Los nefitas, por el contrario, que seguían conservando una piel inmaculadamente blanca, fueron favorecidos por Dios y se asentaron en América Central en la época de Cristo. Después de su crucifixión, Jesús se les apareció en esta parte del continente americano e instituyó el bautismo, el sacramento del pan y el vino, el sacerdocio, etc. Un par de siglos después, aquella cultura centroamericana abandonó los caminos del Señor y otro siglo y medio después nefitas y lamanitas se enfrentaron de nuevo en batalla. 

El jefe de los nefitas era un profeta y sacerdote llamado Mormón. Cuando comprendió que la derrota era una posibilidad clara, decidió escribir en placas de oro la historia de su pueblo. Se las entregó a su hijo Moroni que, supuestamente, la escondió en una colina cerca de Palmyra, Nueva York, unos mil cuatrocientos años antes de que, presuntamente, un ángel se le apareciera a Smith y le dijera donde encontrarlas. Por qué escogió este lugar – salvo porque Smith viviría cerca de él – es un enigma. Enigma resulta también que Mormón retara a los lamanitas a trabar combate en un cerro insignificante llamado Cumorah. Este lugar, al parecer, se hallaba a centenares de miles de millas de donde se encontraba su pueblo y, por ello, aquel se vio obligado a cruzarlas. Lógicamente, debió llegar hecho trizas al lugar de la batalla. Mormón, si es que existió, fue quizá un profeta y un sacerdote piadoso, pero, desde luego, dejaba mucho que desear como estratega. De acuerdo con el Libro de Mormón, hacia el 421 A.de C. todos los nefitas habían sido asesinados y los impíos lamanitas dominaban la tierra. Presuntamente cuando Colón llegó a América en 1492, se encontró a los descendientes de los lamanitas. 

LAS BASES HISTÓRICAS REALES 
Desde luego, no cabe duda que la historia como tal, pese al tono aburridísimo de su exposición, derrocha imaginación. El problema, para Smith y la secta, claro está, es que existen buenas razones para pensar que no cuenta con la más mínima base histórica. 

Para empezar, está la cuestión del incremento de la población . Según el Libro de Mormón, en treinta años, de 28 personas se formaron dos naciones poderosas (I Nephi; 2 Nephi 5:5,6,28), nephitas y lamanitas que se enfrentarían a muerte. En términos demográficos, tal posibilidad es absolutamente inaceptable. Por si fuera poco, siempre según el Libro de Mormón, esas dos naciones – que se formaron en treinta años – edificaron multitud de ciudades poderosas, seguramente durante el tiempo que no se dedicaban a multiplicarse frenéticamente. En el Libro de Mormón se mencionan al menos 38 ciudades: Ammonihah, Bountiful, Gideon, Shem, Zarahemla, etc. No se han encontrado restos de una sola siquiera ni en Centroamérica ni en Suramérica. 

Como remate, tampoco tenemos pruebas de que, como afirma el Libro de Mormón, en América se utilizara profusamente el egipcio reformado y el hebreo . Para ser honrados habría que decir que no contamos con un solo vestigio de ello. Algo, por otra parte, incomprensible su fiera cierto que, como afirma el Libro de Mormón, ambas lenguas fueron utilizadas durante siglos en el continente americano. 

Las cuestiones menores de dudosa fiabilidad son numerosísimas . Por sólo citar algún ejemplo diremos que el profeta Nephi, que supuestamente escribió varios siglos antes de Cristo, cita a Mateo, Lucas, Pedro y Pablo que no vivieron ni escribieron hasta el siglo primero de nuestra Era. En Alma 46:15 se llama “cristianos” a fieles que vivían 73 años antes del nacimiento de Cristo. Se afirma en Ether 2:3 que había abejas en América unos dos mil años A.de C., cuando lo cierto es que fueron los españoles los que las llevaron al Nuevo Mundo, etc. 

En realidad, lo que resulta establecido más allá de cualquier duda razonable es que el Libro de Mormón es un verdadero fraude histórico . De hecho, autoridades competentes como el Instituto Smithsoniano de Washington han dejado claro que carece de la más mínima base histórica o arqueológica afirmando, por ejemplo, que “los arqueólogos del Smithsoniano no ven ninguna conexión entre la arqueología del Nuevo Mundo y el tema del Libro (de Mormón)” (1). Como ha señalado el Dr. Frank H.H. Roberts, Jr., director del departamento de etnología americana del citado instituto: “No existe ninguna prueba de ninguna emigración desde Israel a América, y de manera similar no hay ninguna prueba de que los indios precolombinos tuvieran ningún conocimiento del cristianismo o de la Biblia”. De la misma opinión es el arqueólogo Michael Coe, especialista en culturas precolombinas: “No hay un solo arqueólogo profesional, que no sea mormón, que encuentre alguna justificación científica para creer que (el Libro de Mormón) es cierto”.(2) 

Los datos resultan tan aplastantes que, incluso, algunos arqueólogos mormones se han visto obligados a aceptarlos . Un ejemplo claro es el del reconocido arqueólogo mormón Dee F. Green que efectivamente ha afirmado: “La moderna topografía no permite situar ninguno de los lugares a los que se refiere el Libro de Mormón. Se puede estudiar la arqueología bíblica, porque sabemos dónde estaban y está Jerusalén y Jericó, pero no sabemos dónde estaban ni están Zarahemla y Bountiful, ni ningún otro sitio realmente (3). 

(1) J. Y S. Tanner-Mormonism Shadow or Reality. Salt Lake City. 1975, p. 57. 
(2) Dialogue: A Journal of Mormon Thought, “Mormons and Archaeology: An Outside View”.Verano de 1973, p.p. 41-42, 46 . 
(3) Dialogue, Oc, verano de 1969, pp. 77-78.

Más vínculos del mormonismo y la masonería 
La influencia de la masonería (VI) 

No es de extrañar que ante los datos mencionados en el artículo anterior acerca del Libro de Mormón, multitud de personas dejen de creer en el carácter divino de la revelación de Smith. Uno de los casos más claros es el de Thomas Stuart Ferguson (1). Fundador de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, era un miembro respetado de la secta, en apoyo de la cual había escrito tres libros con argumentos a favor de la veracidad del Libro de Mormón. Tras veinticinco años de investigación, llegó a la conclusión de que "las pruebas en contra de Joseph Smith eran absolutamente rotundas" y perdió la fe en el mormonismo como revelación divina.

Bajo presiones de las autoridades de la secta escribió una carta en la que afirmaba que no rompería su relación con la misma, sin embargo, había dejado de creer - convencido por la aplastante evidencia - en Joseph Smith como profeta de Dios (2). 

A pesar de todo, la verdad es que el Libro de Mormon levantó tantas expectativas que, al parecer, Joseph Smith decidió adentrarse por el camino de las sucesivas revelaciones. Supuestamente, en 1835, Smith compró varias momias egipcias y rollos de papiro de un tal Michael H. Chandler. Al parecer, el profeta tradujo los textos y con ellos formó el "Libro de Abraham" que está incluido en otro de los textos sagrados del mormonismo, "La Perla de Gran Precio". 

Según la interpretación de Smith, el primer dibujo mostraba al sacerdote idólatra Elkenah intentando ofrecer a Abraham como sacrificio. El pájaro que aparecía en el dibujo era el Ángel del Señor, etc. 

Por desgracia para Smith, esta vez sí que hubo quien vio los textos. F.S. Spalding envió copias de este facsímil y de otros que dibujó Smith a varios de los egiptólogos más competentes del mundo (2). Todos, sin excepción, manifestaron que el tema de los papiros era el embalsamamiento de los muertos. Asimismo, fueron unánimes en afirmar que la interpretación de Smith - sagrada palabra de Dios para sus seguidores - era falsa y que no constituía una traducción veraz de los jeroglíficos. 

Al igual que ha sucedido con arqueólogos mormones que perdieron su fe en J. Smith después de examinar científicamente el Libro de Mormón ha acontecido con esta otra revelación. Dee Jay Nelson (3), un supuesto egiptólogo mormón, abandonó la secta tras examinar los datos y llegar a la conclusión de que la supuesta traducción de Smith era un fraude. Su caso no es único. 

A pesar de todo lo anterior - que, difícilmente, puede considerarse propio de una persona honrada - Joseph Smith no tuvo ninguna dificultad para que la masonería aceptara iniciarlo en sus secretos. Cómo se llegó hasta ese paso es - como sucede con tantos episodios de la historia de la masonería - verdaderamente novelesco. 

Dentro de la historia de la masonería constituye un capítulo especialmente importante el relacionado con la historia de la muerte de William Morgan, un hombre asesinado por escribir un libro en el que, supuestamente, revelaba secretos relacionados con la masonería. 

El episodio provocó una gran reacción contra la masonería en los Estados Unidos, pero no es ése el aspecto en el que vamos a detenernos aquí. Al ser asesinado Morgan por los mormones, dejó una viuda llamada Lucindia. Inicialmente, Lucindia no dudó en elevar votos de mantenerse fiel a la memoria de su marido y, por supuesto, recibió donativos de no pocos anti-masones que la contemplaban con simpatía y afecto. Sin embargo, cuando Lucindia volvió a casarse el 23 de noviembre de 1830, lo hizo con un masón llamado George W. Harris. Acto seguido, se convirtió al mormonismo y se trasladó a Nauvoo, Illinois. Ni de lejos iba a ser la única vinculación entre la masonería y el mormonismo. De hecho, el 6 de abril de 1840, fue fundada la Gran Logia de Illinois por el general, juez y patriarca mormón, James Adams. La nueva Gran Logia de manera inmediata se entregó a establecer estrechos vínculos con la secta fundada por Smith. Al cabo de poco tiempo, Nauvoo contaba con tres logias y Iowa con dos, las cinco eran denominadas las "logias mormonas" y contaban con unos 1550 hermanos. El mismo Joseph Smith Jr., profeta de Dios según su testimonio, fue iniciado como aprendiz masón el martes, 15 de marzo de 1842. El episodio aparece documentado en las minutas de la logia de Nauvoo correspondientes a esa fecha donde se habla de cómo Smith Jr. y Sydney Rigdon "fueron debidamente iniciados como aprendices masones durante el día". 

Se trataba tan sólo del principio. Los cinco primeros presidentes de la secta - Joseph Smith, Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff y Lorenzo Snow - fueron todos iniciados en la masonería en la misma logia de Nauvoo. De hecho, prácticamente todos los miembros de la jerarquía o eran ya masones o fueron iniciados en la masonería una vez que Joseph Smith fue ascendido al grado de maestro masón. A decir verdad, es posible que la logia mormona de Nauvoo haya sido la que ha contado con más personas celebres entre sus miembros con la excepción de la ya citada Logia de las Nueve hermanas. 

Una vez que la masonería fue introducida en Nauvoo, la logia celebró sus reuniones en la habitación superior del almacén de Joseph Smith hasta que se construyera el edificio especialmente dedicado a las tenidas. Éste fue dedicado por Hyrum Smith el 5 de abril de 1844. 

(1) Una narración más extensa del mismo en Ed. Decker y D. Hunt, Los fabricantes de dioses, Minneapolis, 1987. pp. 78 ss. 
(2) Durante años se ha defendido la tesis de que El Libro de Mormón no fue siquiera obra de Joseph Smith, sino que éste la plagió de un tal Solomon Spaulding. Al parecer, éste había escrito una novela histórica sobre una familia judía que emigraba al Nuevo Mundo. Esta explicación del origen del Libro de Mormón es, a nuestro juicio, la más satisfactoria por tres razones. Primero, explica la utilización de la Biblia del Rey Jaime de 1611. Es lógico que un protestante del siglo XIX la utilizara para citar de las Escrituras al ser la de mayor difusión en las naciones de habla inglesa. Segundo, explica la falta de base histórica ya que se trata sólo de novelar y no de historiar. Tercero, la tesis viene apoyada por multitud de testigos que afirmaron haber leído o escuchado fragmentos de la obra de Spaulding que eran idénticos a la que Smith presentaba como Libro de Mormón. No hace falta decir que de ser cierta esta teoría, el profeta Smith saldría aún peor parado en sus pretensiones, pero ese no es un problema para el investigador imparcial.. 
(3) Los egiptólogos fueron A.H. Sayce de la universidad de Oxford, William M.F. Petrie de la universidad de Londres, A.C. Mace del departamento de egiptología del Museo metropolitano de Nueva York, J. Peters, director de la expedición babilónica de la universidad de Pensylvania; S.A.B. Mercer del Western Theological Seminary de Chicago, E. Meyer de la universidad de Berlín y B.V. Bissing de la universidad de Munich. 
(4) Dee Jay Nelson, The Joseph Smith Papyri, part. 2 y The Eye of Ra.

Mormonismo y poligamia 
La influencia de la masonería (VII) 

Las relaciones de la nueva secta del mormonismo así como de su fundador con la masonería resultaban, desde luego, inmejorables. Sin embargo, Joseph Smith distaba mucho - consideraciones sobre sus revelaciones aparte - de ser un modelo moral tal y como, presuntamente, exige la masonería de sus miembros. De hecho, en 1842, el profeta fue acusado de asesinato. Fuera o no cierto, la verdad es que salió bien parado en el procedimiento judicial e incluso se permitió declararse candidato a la presidencia de los Estados Unidos. No se saldría con la suya, pero el año siguiente recibiría otra revelación de enormes consecuencias. Su tema sería la poligamia. Al parecer antes de la canónica revelación de 12 de julio de 1843, Smith había tenido otras varias relativas a este tema, la diferencia estaba en que, hasta entonces, fueron privadas y generalmente iban dirigidas a convencer a la mujer ansiada (que podía ser tanto soltera como casada) de que Dios deseaba que se entregara al profeta Smith.

Si la mujer se convencía - cosa, al parecer, no muy difícil dado el poder de atracción de Smith - se celebraba un matrimonio secreto y, a partir de entonces, tenían lugar los encuentros sexuales de manera oculta. Ann Whitney, por citar sólo un ejemplo, se casó con Smith cerca de un año antes de la revelación de 1843 (1), pero la costumbre de perpretrar adulterios de manera constante, venía de muy lejos. 

La primera acusación pública de adulterio formulada contra Smith procedió, nada menos, que de uno de los testigos del Libro de Mormón: Oliver Cowdery. Está documentado que, desde 1835, Smith mantuvo con una tal Fanny Alger una relación adulterina de la que no lograron disuadirlo ni siquiera algunos de sus colaboradores más cercanos (2). Pronto el número de amantes - esposas, según Smith - llegó a más de ochenta. 

Al parecer, a Smith no le importaba mucho lo moral de sus actuaciones, pero sí el que su esposa Emma le pudiera descubrir . Esto, al menos, es lo que se desprende de una carta descubierta por Michael Marqwardt en el George Albert Smith Collection de la Biblioteca de la Universidad de Utah (3). Tanto le preocupaba la cólera de la esposa engañada que incluso, en algunas ocasiones, el profeta arregló casamientos fingidos entre sus "mujeres" y otros hombres (4), para cubrir una realidad más evidente: esas mujeres eran las amantes adulterinas de Smith. Desde luego, el sistema no deja de parecer una actitud curiosa si aceptamos la tesis de que Smith sólo hacía lo que Dios le ordenaba. 

Como es de suponer, la lujuria del profeta pronto se convirtió en una pesadilla para muchos de sus adeptos. Tener una esposa hermosa era un riesgo porque, a buen seguro que, tarde o temprano, constituiría una tentación que Smith no podría ni querría resistir. Si una mujer le apetecía sexualmente, la tomaba sin el más mínimo problema de conciencia. Hay que decir, no obstante, que en algunas ocasiones estuvo dispuesto a aceptar un canje. 

Un caso así fue el de Vilate Kimball, casada con el apóstol mormón Heber C. Kimball. La mujer debía tener un cierto atractivo físico y el profeta le comunicó que debía acceder a sus deseos sexuales. Ni a ella ni a su esposo les debió convencer - mucho menos honrar - la sugerencia. Finalmente, idearon una forma de escapar a tan alto honor. Kimball, con enorme tacto, preguntó a Smith si le daría igual tomar a la hija en lugar de la madre. El profeta aceptó el cambio (5). 

En otros casos, como suele suceder en estas circunstancias con relativa frecuencia, el marido engañado por el profeta desconocía que su esposa - a la que consideraba un ejemplo de virtudes - había pasado a formar parte del harén de Smith (6). El conocimiento del secreto quedaba reducido a los protagonistas y a algunas personas muy cercanas. 

Con todos los alicientes que el tener relaciones adúlteras con un supuesto profeta de Dios pudiera presentar para las mujeres, no puede decirse que aquella práctica hiciera especialmente felices a todas las de la secta. Cuando la poligamia se extendió a todos los varones del movimiento, no pocas adeptas se desesperaron y prefirieron suicidarse antes de allanarse a una conducta que las rebajaba de esa manera. 

Naturalmente, todo aquello resultaba excesivo para la gente que vivía cerca de los mormones - nada pacíficos, por otro lado - y que temía verse desbordada por ellos (7). En el estado de Illinois la bigamia era un delito y Joseph Smith - en aquellos momentos en excelentes relaciones con la masonería - y su hermano Hyrum - el masón más importante de Nauvoo - fueron arrestados. Sin embargo, no fueron esos los únicos cargos presentados contra él. Las acusaciones iban desde gran inmoralidad a falsificación, pasando por encubrimiento y otros delitos. Hubiera sido de desear que compareciera ante un tribunal porque, quizá de esta manera, habría podido quedar establecido de manera legal cuál era el verdadero carácter de Smith. No fue así. Un grupo de unas ciento cincuenta personas hartas de los excesos de Smith asaltó la prisión de Carthage, en que estaba confinado, con ánimo de lincharlo. 

Joseph Smith intentó salvarse realizando alguno de los gestos rituales de la masonería y profiriendo gritos de auxilio hacia posibles masones que pudieran encontrarse entre sus asaltantes. No podemos saber a ciencia cierta si había masones entre ellos, pero, en cualquiera de los casos, no le sirvió de nada. La turba disparó a través de la puerta de la cárcel y mataron instantáneamente a Hyrum. Joseph Smith disponía de un revólver y logró herir a cuatro de los atacantes. Sin embargo, cuando vio que la situación era desesperada, intentó escapar lanzándose por la ventana. Fue atrapado en la huída y asesinado. 

(1) The Contributor, vol. 6, n. 4,enero de 1885, p. 131. 
(2) Historical Record pg. 15, una fuente mormona da por verídico el dato. 
(3) Reproducida en E. Decker y D. Hunt, Oc. P, 139. 
(4) Cf. E. Decker y D. Hunt, Oc, p. 139 y ss. 
(5) Dr. Wyl, Mormon Portraits, 1886, pp. 70-72. 
(6) Tal como fue el caso de un tal H. B. Jacobs. 
(7) Cf. No man knows my story, Fawn M. Brodie. 1945.

Mormonismo: la dudosa moralidad de Joseph Smith 
La influencia de la masonería (VIII)

Joseph Smith en diversas ocasiones había declarado que "podía desafiar a la Tierra y al infierno (1)", que era el hombre más importante que hubiera vivido jamás, incluido Jesucriston (2), que era un abogado, un gran legislador y que abarcaba todo, el cielo, la tierra y el infierno y que iba a descubrir el conocimiento que cubriría a todos los otros abogados, doctores y cuerpos de letrados (3). Al fundar la iglesia mormona, Smith se había colocado por delante de todo profeta o apóstol anterior a él, incluyendo al propio Cristo: "Tengo más para jactarme de lo que haya tenido nunca ningún hombre. Soy el único hombre que ha sido capaz de mantener unida a toda una iglesia desde los días de Adán... Ni Pablo, ni Juan, ni Pedro, ni Jesús lo consiguieron nunca. Presumo de que ningún hombre hizo nunca un trabajo como el que yo hago. Los seguidores de Jesús se apartaron corriendo de El, pero los Santos de los Últimos Días nunca se apartarán de mí" (History of the Church, vol. 6, pp. 408-9).

Pretendía asimismo que él no era un siervo de Dios sino que, por el contrario, Dios era su mismo ayudante. Así lo dijo de manera indiscutible: "La tierra entera será testigo de que yo, como la roca elevada en medio del océano, que ha resistido la poderosa embestida de las olas durante siglos, soy invencible... 

"Yo combato los errores de la Historia, me enfrento con la violencia de las masas; me las arreglo con los procedimientos ilegales de la autoridad; corto el nudo gordiano de los poderes y resuelvo los problemas matemáticos de las universidades, con la verdad, con la verdad primera: y DIOS ES MI HOMBRE DE CONFIANZA, MI MANO DERECHA".(4) 

Su sueño megalómano concluyó aquel día al lado de la prisión de Carthage (que mencionamos en el artículo de la semana anterior). En el St. Clair Banner de 17 de septiembre de 1844 se publicó una declaración jurada de G.T.M. Davis en la que se revelaban los propósitos del profeta: 

"El gran objetivo de Joseph Smith era evidentemente el de asumir poderes ilimitados - civiles, militares, eclesiásticos - sobre todos los que llegaran a ser miembros de su sociedad. 
"... y para satisfacer a su gente... mostrando que la autoridad que Dios le había otorgado... se extendía sobre toda la raza humana y que los Santos de los Últimos Días, y las órdenes de Joe como rey y legislador iban a dominar a los gentiles y que obtendrían su sumisión mediante la espada". (5) 

No resulta, por lo tanto, extraño que Joseph Smith enseñara y ordenara a sus adeptos que practicaran el robo, el saqueo y el asesinato de aquellos que se les enfrentaban. Esta conducta - que difícilmente podría denominarse cristiana, pero que cuenta con paralelos en procesos sociales impulsados por la masonería - era etiquetada con el término de "despojar a los gentiles". Como ha reconocido el escritor mormón Leland Gentry se consideraba que "había llegado el tiempo en que las riquezas de los gentiles debían ser consagradas a los Santos".(6) 

La muerte de Smith provocó el lógico problema sucesorio. Originalmente, Joseph Smith había deseado que fuera un hijo suyo el que le sucediera a la cabeza de la secta ocultista fundada por él. Un manuscrito fechado el 17 de enero de 1844 y firmado por Joseph Smith apenas cinco meses antes de su muerte establece: 

"Bendición dada por Joseph Smith Jr. A Joseph Smith III... Bendito del Señor es mi hijo Joseph III. porque él será mi sucesor en la Presencia del Alto sacerdocio; un vidente, un revelador, un profeta para la Iglesia; su designación le pertenece a él por mi bendición; y también por derecho". 

Así lo quería el profeta, pero no le sirvió de nada. Uno de sus lugartenientes, Brigham Young, se autonombró sucesor suyo y el heredero oficial tuvo que conformarse con formar otra secta aparte. El 24 de julio de 1847, la primera caravana de mormones al mando de Brigham Young entraba en el Valle de Salt Lake. Más del sesenta por ciento de los mormones que llegaban a un territorio que pronto sería suyo eran masones, entre ellos toda la jerarquía de la secta. En los años venideros, los rituales del templo mormón de Salt Lake City - supuestamente procedentes del templo de Salomón - serían tomados de manera directa y apenas modificada de los de la masonería. 

(1) Carta fechada el 22 de julio de 1844 de Sarah Scott en la que se describe las pretensiones de Smith. 
(2) History of the Church, vol. 6, p. 408. 
(3) Idem, vol. 5, p. 467. 
(4) Idem, vol. 6, p. 78. 
(5) Citado por J. Y S. Tanner - Mormonism - Shadow or Reality?. Pp. 415-6. 
(6) L. Gentry, A History of Alter Day Saints in Norteen Missouri form 1836-1839, UBY, 1965, p. 32.

El Diluvio: LA POSIBILIDAD CIENTIFICA DE UN DILUVIO UNIVERSAL

El Diluvio

LA POSIBILIDAD CIENTIFICA DE UN DILUVIO UNIVERSAL

"Y las aguas aumentaron más y más sobre la tierra, y fueron cubiertos todos los altos montes que hay debajo de todos los cielos" (Génesis 7:19)
Una de las principales (y hasta cierto punto lógicas) objeciones que presentan aquellos que, desde postulados científicos, pretenden refutar o ridiculizar la idea de un Diluvio de dimensiones mundiales (presente en las leyendas y mitos de todas las culturas del mundo por todos los continentes) es que con toda el agua que actualmente hay en los polos, de fundirse ésta, no se podría alcanzar a cubrir la cima de las actuales montañas más altas.

Sin embargo, vamos a ver que esta idea es errónea al explicarnos la Biblia que el mundo previo al llamado "Diluvio Universal" no era como el mundo que actualmente conocemos con montañas altísimas y grandes continentes separados por mares.

La Biblia nos dice cosas tan sorprendentes sobre las condiciones de la Tierra anteriores al cataclismo del Diluvio como que por ejemplo ni siquiera llovía (¿Le sorprende? Verá más adelante que la Biblia lo dice) ni había estaciones (Primavera, verano...) como hay ahora. Si las analizamos desde este punto de vista  podemos postular un modelo científico que encajaría perfectamente con el relato Bíblico y con la posibilidad de un diluvio que cubrió la superficie de la Tierra de entonces.

Veamos algunas consideraciones al respecto.

EL MUNDO PREDILUVIANO ERA DIFERENTE AL ACTUAL

Sabemos -y no hace falta sino mirar un mapamundi o un modelo a escala del globo terraqueo, que la tierra no siempre ha sido como es ahora.

En una antiguedad indeterminada (desde el punto de vista científico más literal no hay forma de demostrar una antiguedad de millones de años) los continentes actuales formaban un único super continente que en un momento determinado, por algún motivo catastrófico comenzó a separarse. Los científicos evolucionistas, que creen en una antiguedad extrema -cifrada en millones de años- de la tierra, se refieren a este super continente como "Pangea". Nosotros lo llamaremos el mundo prediluviano.

La Biblia nos dice varias cosas muy interesantes a propósito de esta Tierra Antidiluviana que los excépticos y muchos cristianos no conocen, y que me servirán para explicar después la idea que quiero exponer:

1º La Biblia nos dice que antes del Diluvio no había llovido nunca (curioso ¿no?):

"...porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre para labrar la tierra. Pero se levantaba de la tierra un vapor que regaba toda la superficie del suelo" (Génesis2: 5-6)

2º Solo tras el Diluvio el hombre conoce la lluvia como fenómeno meteorológico:

"...pongo mi arco en las nubes y será por señal del pacto entre yo y la tierra. Y acontecerá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se verá el arco en las nubes..." (Génesis 9:13-14)
Solo tras el diluvio el hombre conoce el fenómeno del Arco Iris, que solo se puede producir en presencia de lluvia y sol. Esto concuerda con la afirmación anterior de la escritura de que no había llovido antes.

3º Antes del Diluvio no había estaciones (primavera, verano, etc.) en la tierra:

Es solo después de esta catástrofe que Dios dice al hombre:

"...mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calorel verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán" (Génesis 8:22)
Veremos después una explicación a esto. La ciencia y la observación de fenómenos catastróficos actuales lo pueden explicar.

4º Es después del Diluvio que la Escritura afirma que las altas montañas aparecieron (la tierra cambió de forma catastrófica):

"El estableció la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea sacudida. La cubriste con el abismo como con un vestido; las aguas estaban sobre los montes. A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se precipitaron. Se levantaron los montes, se hundieron los valles, al lugar que tú estableciste para ellos. (Salmo 104: 5-8).
¿Qué interés tiene la Biblia en decir esto? ¿Cómo un "pastor" -usando la idea de los que se burlan del Texto Divino- podría haber "imaginado" una cosa así hace 3.000 años?

Algunas consideraciones:

Recientemente, tras el terremoto de Indonesia de navidad de 2004 y el de Japón de marzo de 2011 hemos escuchado que la inclinación del eje de la tierra ha variado algunos centímetros (lean sobre ello AQUI).

Sabemos desde la escuela que las estaciones terrestres son el resultado precisamente de que el eje de la tierra esté inclinado poco más de 23 grados respecto a su plano de giro entorno al sol.

De este modo podríamos postular un modelo prediluviano donde las misteriosas "Aguas" de arriba que menciona Génesis 1:7 que cayeron en el Diluvio producían junto a una Tierra sin eje de inclinación respecto a su giro entorno al sol, un clima cálido y constante y un efecto invernadero tal y como nos relata el Génesis que sucedía antes de la catástrofe del Diluvio.

Cuando postulamos (o imaginamos) un modelo que encaja con los indicios, no hacemos ni más ni menos que lo que hacen los científicos evolucionistas. Ellos lo hacen a base de mucha (mucha) imaginación, descreimiento, ideas preconcebidas... Yo lo hago en base a la Palabra de Dios y a hechos científicamente posibles.

Sigamos: Junto a esas "Aguas de arriba" que cayeron (la Biblia insinua que fue algo más que simple "lluvia"), la Escritura nos dice que se abrieron "las fuentes del Gran abismo":
"...en ese mismo día se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo fueron abiertas..." (Génesis 7:11).
Vemos así que la Biblia nos habla de dos fuentes de agua en esta devastación: Una proviene del cielo, de esas extrañas "Aguas de arriba" de las que nos habla el primer capítulo del Génesis: Posiblemente una capa de agua (diferente a las actuales nubes -que NO son vapor, sino gotas minúsculas-) que rodeaba la tierra de alguna forma. Aquí se mencionan como "Las compuertas del Cielo".

¿Cuánta agua había allí arriba? Pensemos que una pequeña nube de tan solo 1Km3 pesa más de ¡un millón de toneladas! ¿No me cree? Mire esto.

La otra fuente de agua son "Las Fuentes del Gran abismo". Se nos habla que del manto de la tierra o del propio mar (¿Tsunamis gigantescos a causa de una conmociómn terrible en la corteza terrestre?) brotaron tremendas cantidades de agua que se unieron a la inundación del cielo.

Yo creo que no es atrevido postular que lo que ocurrio fue que por causa de este cataclismo, el super continente llamado "Pangea" o "Mundo antidiluviano" se partió en los actuales "trozos" que hoy forman los continentes, y enormes cantidades de agua, que dejarían al peor se los actuales Tsunamis en una broma, inundaron las tierras por dichas inmensas grietas, por gigantescas masas de agua marina desplazadas, o algo similar.

¿Sabe usted que un volcán antes de entrar en erupción puede estar meses e incluso años explusando ¡Vapor de agua!? Millones de toneladas de vapor de agua que estan en el subsuelo salen durante meses antes de que empiece a brotar lava u otros gases.

Como he dicho, la Biblia afirma que (ver el texto del salmo 104 mencionado arriba) es después de este cataclismo que los montes se hacen altísimos

Por esto las aguas pudieron cubrir todos los montes: porque la Biblia deja claro de manera implícita que no eran tan altos como son ahora
. Los montes y cordilleras actuales serían el resultado de la colisión de las placas que empezaron a derivar como resultado del cataclismo Diluviano.

Por ejemplo: el monte Everest se eleva 5mm. al año. Esto es: en diez años se eleva 5 cm. En 100 años 50cm. y en 1.000 años se habrá elevado ¡¡¡5 metros!!! Esto no quiere decir que siempre se haya elevado a esta velocidad. La Biblia como hemos visto nos habla de un cataclismo universal que hizo que estas montañas apareciesen ante los ojos asombrados de Noé y sus descendientes tras el Diluvio mostrándoles un mundo cambiado y diferente al que habían conocido antes.

Más ejemplos: Europa y América hoy en día se separan a una velocidad de 2cm. por año. Esto no quiere decir que siempre haya sido así. Posiblemente en el cataclismo Diluviano el cambio fuera producido de manera brusca, un terremoto o algo similar y de tales dimensiones que el eje de la tierra tomó el grado de inclinación actual: Si un terremoto a escala regional como el de Japón de marzo de 2011 ha movido 10cm. este eje imaginemos lo que el cataclismo que destruyó Pangea pudo haber hecho.

Una idea más: Sabemos que la luna se aleja aproximadamente unos 4cm al año de la Tierra. ¿No pudo suceder que antes del Diluvio este fenómeno mantuviese en equilibrio las "Aguas de arriba" por medio de una mayor atracción lunar al estar el satélite más cerca de lo que está ahora? En un momento dado esa distancia se hace mayor (como sigue sucediendo hoy en día) y este equilibrio queda roto: Se produce pues una bestial caída de esas aguas a la tierra y el cataclismo descrito en la Biblia como Diluvio cobra verosimilitud científica. Por supuesto que como creyente pienso que si esto hubiese sucedido así es porque el Señor lo permitió

No afirmo lo que digo como verdad inmutable. Simplemente digo que el cataclismo del Diluvio Universal puede encontrar explicaciones científicas que lo harían más que real para las personas que hoy en día dudan.

Las afirmaciones sorprendentes de la Biblia -ese "libro de pastores"- como lo llaman algunos, que acabamos de exponer aquí de manera brevísima (puede que alguno las encuentre ridículas, pero ahí estan), nos dan pistas para entender desde postulados tan científicos o más que la idea evolucionista, la realidad de un Diluvio Universal.

Saludos cordiales.

JPV

LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN

LA DOCTRINA DE LA JUSTIFICACIÓN

“TODAS las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado PRECIOSAS Y GRANDÍSIMAS PROMESAS, PARA QUE POR ELLAS LLEGASEIS A SER PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA” (2ª Pedro 1:3-4).

“Ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la Palabra de su Gracia, que tiene poder para SOBREEDIFICAROS Y DAROS HERENCIA con todos los santificados” (Hechos 20:32).
NOTA: La traducción de la Sagradas Escrituras que usaremos aquí es la revisión de 1960 de la Biblia “Reina-Valera”. Para el Nombre de Dios, en hebreo bíblico YHWH, usaremos la traducción Jehová, que en otras traducciones se lee como Yavé o Yahveh, o más llanamente como El Señor. No debemos dejarnos influenciar por el mal uso que de la forma “Jehová” ha hecho en los últimos años un conocido grupo religioso, sino que por el contrario los cristianos debemos reivindicar dicho Nombre como el Nombre de nuestro Dios, “El cual estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo mismo”.

INTRODUCCIÓN

El centro y mensaje principal del Evangelio es este: Dios, por medio de su Único Hijo, nos ha justificado.

La palabra “Justificar”, en el hebreo del Antiguo Testamento “Tsadag”, y en el Griego del Nuevo Testamento “Dikaióo”, quieren decir en ambos casos “Declarar a alguien libre de culpa, declarar a alguien libre o inocente de sus cargos”. Esto es lo que Dios ha hecho con nosotros, por su gran Amor, a través de su Hijo Jesucristo.

CAPÍTULO I: LA CREACIÓN DEL HOMBRE

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre A NUESTRA IMAGEN, CONFORME A NUESTRA SEMEJANZA; y SEÑOREE en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en TODA LA TIERRA, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre A SU IMAGEN, A IMAGEN DE DIOS lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis 1: 26-27)
En un principio, tal y como nos refiere el libro del Génesis, Dios, en su infinito amor, creó al hombre con una personalidad (Alma) semejante a la suya propia “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza (...) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”; de este modo no creó un robot perfectamente parecido a un “ser viviente” y programado para hacer exactamente su voluntad, sino que creó un ser libre dotado de vida propia, con capacidad y autonomía a la hora de tomar sus propias decisiones.

Dios dió al hombre libre albedrío, esto quiere decir que Dios puso en el alma del hombre una voluntad libre; esto es, dio al hombre la posibilidad de escoger lo que hacer o no hacer, la capacidad de formar sus opiniones sobre las cosas y tomar decisiones propias. El hecho de poseer una voluntad libre, implicaba que Dios daba al hombre autoridad sobre su propia vida.

La autoridad que el hombre recibió de Dios sobre su vida y sobre la creación hacía al hombre responsable ante Dios respecto de las decisiones que tomase. Dios era el dador de la autoridad y por tanto Aquel ante quien hay que rendir cuentas. Los hombres, desgraciadamente, queremos tener autoridad y libertad para hacer “lo que nos da la gana”, pero no queremos entender que toda autoridad recibida, conlleva también la aceptación de una responsabilidad.

Debido a que Dios puso al hombre como señor y gobernante de la tierra “SEÑOREE en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en TODA LA TIERRA, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”, dotó además al hombre de un instrumento para diferenciar lo bueno de lo malo: La conciencia, ya que como gobernante y señor de la tierra, sus elecciones y acciones iban a tener una importante repercusión sobre la misma. La conciencia da al hombre la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo, pero no es un instrumento para hacer lo bueno o lo malo.
CAPÍTULO II: EL PORQUÉ DEL ÁRBOL DEL BIEN Y DEL MAL EN EDÉN: El origen del mal en el Universo. ¿Porqué hay mal en el mundo si Dios es Bueno?:

“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el ÁRBOL DE VIDA EN MEDIO DEL HUERTO, y el ARBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL (...) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De TODO ÁRBOL DEL HUERTO PODRÁS COMER; mas del ARBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL NO COMERÁS; porque el día que de él comieres, CIERTAMENTE MORIRÁS” (Génesis 2:8-9, 16-17)
Muchas veces nos preguntamos: “¿Porqué Dios, siendo amor, plantó en el huerto ese árbol que daba al hombre la posibilidad de desobedecerle y comer de su mortífero fruto...?” La respuesta es que Dios, siendo amor, es totalmente Justo y Verdadero. De algún modo Dios fue consecuente con su creación: tuvo que plantar dicho árbol cuyo fruto producía la muerte, ya que si había creado al hombre a su imagen, con CAPACIDAD de decisión y elección, debía, para ser consecuente con su decisión de dar al hombre plena libertad y libre albedrío, dotar al hombre de la POSIBILIDAD de ejercer la capacidad de elección. De otro modo, es como si Dios hubiera dicho al hombre: “Te creo como un ser libre, si, ¡Pero solo para hacer lo que yo quiera que hagas!”. Haciendo eso Dios hubiera ido contra su Justicia y su Verdad, y Dios no se puede negar a si mismo. Dios ordenó al hombre que no comiera de dicho árbol, advirtiéndole de sus terribles consecuencias, pero la decisión final de hacerlo o no hacerlo, pertenecía al hombre.

El primer capítulo del Génesis nos muestra que Dios creó una creación buena y perfecta, creó al hombre a su imagen y semejanza y dijo al contemplarlo que todo era bueno en gran manera. Si esto nos cuenta la Biblia, ¿De donde entonces procede el mal que vemos hoy a nuestro alrededor?

Es necesario decir aquí lo que la misma Palabra de Dios nos muestra acerca de la cuestión. Se nos dice que se produjo en un tiempo una rebelión contra la autoridad y la santidad de Dios: un ángel creado por Dios llamado Lucero (Lucifer), deseó ser como Dios, señor de su propio reino, y la única manera de conseguir esto era separarse totalmente de Dios y de su autoridad, escogiendo el único camino posible para ello, un camino perverso y terrible: La muerte.

La muerte no es dejar de existir, la "muerte" en su sentido bíblico es un estado de existencia totalmente separado de Dios, que es lo que escogemos para nosotros cuando pecamos. Si Dios es Amor, Justicia y Santidad absolutas, el diablo escogió para si mismo el odio, la injusticia y el pecado: un camino terrible de tinieblas y mentira, de angustia, robo, destrucción y rebeldía. Al diablo se le unieron un tercio de los ángeles; ellos también tenían capacidad de escoger su propio camino, y lo hicieron de ese modo. Es así como comenzó el mal, que es la negación de la naturaleza y principios de Dios, dicho ángel pasó de llamarse “Lucero” (Lit. Portador de luz) a llamarse “satanás” (Lit. “el enemigo”, “el adversario”), los ángeles que le siguieron perdieron su gloria junto con él y se convirtieron en demonios. Este es el testimonio de la Biblia.

A diferencia del común de las religiones del mundo, que nos presentan a un “dios” del cual procede todo, sea bueno o sea malo, la Biblia nos presenta a un Dios del cual procede todo lo bueno y perfecto, en El no hay cambios y su Amor permanece para siempre. Esto lo veremos en el capítulo siguiente:

CAPÍTULO III: LA NATURALEZA DE DIOS: Vemos la naturaleza de Dios por medio de su Ley (Su Palabra)

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; ESCOGE, PUES LA VIDA, PARA QUE VIVAS TU Y TU DESCENDENCIA; amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a El; PORQUE EL ES VIDA PARA TI, Y PROLONGACIÓN DE TUS DIAS” (Deuteronomio 30: 19-20)

Dios es el Dios de la vida, su motivación para con nosotros es que vivamos y seamos bendecidos, porque como dice la Escritura, Dios es Amor.

Tanto en el huerto del Edén, como hemos visto, como cuando dio la Ley al pueblo judío, como hoy en día para cada uno de nosotros, Dios nos da la posibilidad de escoger entre la vida y la bendición o la muerte y la maldición; y como hemos visto su deseo más profundo, que El nos grita desde su Palabra, es que escojamos la vida, que le escojamos a Él, que escojamos a Jesucristo el Salvador.

Dios nos da la posibilidad de escoger nuestro futuro, Dios no es "fatalista". Una idea muy extendida a través de las diferentes religiones del mundo es hacer caer a las personas en un fatalismo (El Islam, el Hinduismo y Budismo con su ley del “Karma” y la reencarnación, el “cristianismo” de apariencias y religioso etc.), las personas que creen que su vida ya está escrita y predeterminada, sea buena o sea mala, se vuelven pasivas, derrotadas y sin iniciativa, se vuelven personas aparentemente religiosas, pero sin vida interior. Un pueblo pasivo es más fácil de someter y esclavizar. Dios nos muestra este principio en muchas ocasiones: El nos dice que cosechamos lo que sembramos, sea bueno o sea malo, la parábola del sembrador, etc.

Dios es un Buen Dios, su Palabra es buena y verdadera, su Palabra es un reflejo de su naturaleza, de su bondad, de su justicia, la Biblia nos declara que la misma Palabra es Dios, y que la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros: Jesús es la Palabra de Dios hecha carne, hoy Dios nos habla por medio de su Unico Hijo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días NOS HA HABLADO POR EL HIJO (...) EL CUAL, ES EL RESPLANDOR DE SU GLORIA, Y LA IMAGEN MISMA DE SU SUSTANCIA” (Hebreos 1:1-3)

CAPÍTULO IV: EL PECADO DEL HOMBRE: Qué es “pecar”, cuales son sus consecuencias y cual su castigo

“Todo aquel que comete pecado infringe también la ley; PUES EL PECADO ES INFRACCION DE LA LEY” (1ª Juan 3:4)
Pecar es transgredir la Ley de Dios, es una elección contra su Naturaleza, que se revela en su Palabra. Pecar también es cometer un “acto criminal” contra la Palabra de Dios, es algo moralmente malo que Dios nunca haría y que va contra su Santidad y su Justicia. Dios se duele cuando pecamos, y se enoja contra el pecador.

El pecado nos pone en una situación de culpabilidad delante de Dios, de la cual nace un temo al castigo que nuestro acto merece (ya que cuando pecamos nuestra conciencia nos acusa, aún cuando no queramos oír sus dictados). Como Adán y Eva se escondieron de la presencia de Dios después de pecar, así el hecho de pecar es en si mismo un acto voluntario de separación de Dios:

“Pero vuestras iniquidades han hecho DIVISION entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:2)
El pecado tiene unas consecuencias gravísimas y no debemos tomarlo a la ligera, EL PECADO HIZO QUE LA HUMANIDAD PERDIERA SU ESTADO DE INOCENCIA DELANTE DE DIOS (En otras palabras, perdieron su JUSTICIA). El que comete diferentes acciones criminales tendrá unos “antecedentes penales” donde se irá escribiendo todo lo que esa persona ha hecho de malo, y que servirán para acusarle y condenarle en el día del juicio. Con Dios la cosa funciona de la misma forma, en Apocalipsis cap. 20, versículos 12 al 15, se nos menciona el Juicio Universal y se mencionan dos libros: Uno el Libro de la Vida, y otro un libro donde están escritas todas las obras de cada ser humano que haya vivido sobre la tierra, y por las cuales ese día darán cuentas ante el trono de Dios de todo lo que hicieron con la autoridad sobre sus vidas que Dios les dio. Dios es un Justo Juez y hemos de entender que lo que juzga a un criminal es su crimen, si no hubiera cometido crímenes no tendría que ser juzgado. Lo que un juez hace es probar si el acusado es culpable o no, y si es culpable, toma el acto cometido (el delito), y comprueba qué es lo que la Ley dice sobre dicha acción. Así se ve que dicha acción delictiva es considerada culpable por la Ley y que hay un castigo debido a dicha culpabilidad. La Biblia dice:

“LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE” (Romanos 6:23)
No es Dios quien mata a nadie: Dios es un Dios de Vida, está por la vida y no desea la muerte del pecador. Es el pecado el que produce muerte, así, aunque un día Dios actuará como Juez y según se nos cuenta en Apocalipsis 20:12-15 y muchos otros lugares, habrá una parte de la humanidad que será arrojada a lo que la Biblia llama “Lago de fuego” o Infierno (Que la Palabra llama también segunda muerte), no será Dios quien arroje allí a nadie, sino que serán los pecados cometidos voluntariamente por las personas los que las arrojarán allí. Por muy paradójico que pueda parecer, nosotros decidimos en esta vida donde pasaremos una eternidad al morir. Si el hombre muere, es porque ha escogido vivir separado de la Vida, que es y está en Cristo.

“En los postreros días vendrán burladores (...) diciendo: ¿Donde está la promesa de su advenimiento? (...) Pero los cielos y la tierra que ahora existen, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esto: Que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, SINO QUE ES PACIENTE PARA CON NOSOTROS, NO QUERIENDO QUE NINGUNO PEREZCA, SINO QUE TODOS PROCEDAN AL ARREPENTIMIENTO. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche...” (2ª Pedro 3:3-10)
Dios es bueno, y en su misericordia quiere que los hombres vivan, es un Dios lleno de longanimidad y paciencia. Dios es así, retrasa el momento del juicio aguardando a que el máximo posible de hombres se arrepientan antes (Dice la Biblia que El quiere que todos sean salvos). Sabemos que desde que cometemos el primer acto criminal contra Dios El podría juzgarnos y condenarnos, y sin embargo, por su misericordia, retiene su mano para darnos a lo largo de la vida una y otra vez la oportunidad de arrepentirnos.

A cada segundo, a cada momento, millones de pecados son cometidos ante El: Rebeldías; blasfemias y burlas contra Su Nombre; se cuestionan los valores cristianos sustituyéndolos por formas religiosas con apariencia de piedad; la pornografía se exhibe en TV, mientras que se prohibe a Dios; hemos hecho de la lujuria una cosa natural; se violan las mentes de los niños con la programación de TV; la droga, la prostitución y el tráfico de armas son los principales negocios en el mundo; se asesina a inocentes: se aborta despedazando a millones de niños en el vientre de sus madres; los hombres degradan la imagen de Dios a la cual están creados con la homosexualidad; las familias se desintegran; el ocultismo y la brujería se anuncian en TV como algo normal mientras que los programas o anuncios cristianos se prohiben etc.

Llegará el día en que cada hombre dará cuentas a Dios de lo que hizo o dijo, y mientras tanto Dios espera a que los hombres cambien, aunque en su mayoría, en vez de hacer esto, endurecen su corazón y pecan más, buscando nuevas y retorcidas formas de satisfacer sus pasiones, inventando nuevos y sofisticados pecados y añadiendo con ellos, gota a gota, hiel a la copa de la ira de Dios. Un día, trágicamente tarde para muchos, y terriblemente real, comprobarán que no hicieron sino ganar cólera e ira.

“Porque cualquiera que guardare toda la Ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la Ley” (Santiago 2:10-11).
Como vemos no es necesario, al igual que con las leyes de los hombres, cometer muchos delitos para ser hallado culpable y merecedor del castigo. Un ladrón no necesita ser al mismo tiempo asesino, estafador, difamador u otra cosa para ser condenado por la ley, sino que un hombre que durante toda su vida se ha comportado como el más ejemplar de los ciudadanos, y que un buen día decide atracar un banco y es detenido, difícilmente podrá alegar en su defensa que durante años pagó sus impuestos, fue a trabajar y se comportó honradamente: un único delito le hará ser juzgado, condenado y castigado. Con la Ley de Dios, nos enseña Santiago en los versículos que acabamos de leer, pasa lo mismo. No necesitamos más que cometer una falta contra Dios para hacernos culpables ante su Ley.

Un único pecado de un único hombre, Adán, trajo terribles consecuencias: Muerte, tinieblas espirituales, un alma entenebrecida y sensible a múltiples sufrimientos (Angustia, temor, soledad, odio, maldad, etc.) y un cuerpo que entró en un proceso de corrupción que le termina llevando a la muerte física, sujeto a enfermedades y pasiones desordenadas etc.

“Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción” (Romanos 8: 21-22)
“Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; PORQUE A MI ME HA SIDO ENTREGADA, y a quien quiero se la doy” (Lucas 4:5-6)
Un único pecado de un único hombre, Adán, que era en quien Dios había delegado su autoridad sobre la tierra, como vimos al principio, hizo que dicha autoridad pasase al diablo, al reino de la muerte, donde reina la ley de la muerte, por ello es ahora satanás quien gobierna en este mundo (el mismo Jesús lo llamaba “el príncipe de este mundo”), por ello es que la misma creación está sujeta a corrupción, porque los hombres decidimos, con el pecado, sujetarla bajo los pies del diablo. Por ello vemos todos los desastres y calamidades que hoy vemos a nuestro alrededor: Terremotos, enfermedades, inundaciones, guerras, calamidades, etc. No fue Dios quien diseñó así la creación, Dios creó todas las cosas buenas en gran manera, fue el pecado lo que hizo que esta sublime creación se corrompiese.

Si un solo pecado pudo hacer esto, pensemos en el terrible efecto que producen todos nuestros pecados, que día tras día cometemos ante los mismos ojos de Dios, en este mundo ya caído y afectado por la corrupción a la cual el hombre y el diablo lo hemos sometido. Cada uno de los pecados que hayamos podido cometer en nuestras vidas es suficiente (Hubiera sido suficiente) para producir el mismo efecto que el pecado de Adán hecho en una creación perfecta. EL PECADO ES MUY SERIO, Y SUS CONSECUENCIAS TAMBIEN...

Hemos visto que con la caída una nueva ley comenzó a reinar sobre el hombre, el fruto del pecado, su salario, es la muerte, es el diablo quien se había situado como “autoridad” en el reino de la muerte. De este modo el hombre se puso bajo el dominio de alguien (satanás) y dejó de ser libre para hacer lo que quisiera. La naturaleza del hombre fue cambiada, como el mismo Jesús declara, ya no era más un “hijo de Dios”, sino un “hijo del diablo” (Lee Juan 8:39-47 y Efesios 2:1-3).

El apóstol Pablo describió esta terrible situación del hombre diciendo:

“Porque sabemos que la Ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. (...) Y yo se que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. (...) Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mi. Porque según el hombre interior, me deleito en la Ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí!¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos7:14-15,18-19,21-24).
Pablo habla aquí de su trágica situación cuando vivía bajo la Ley de las obras (La Ley es el intentar hacer los mandamientos de Dios por nuestras fuerzas y ganar de ese modo el favor de Dios). Menciona de forma clara la situación de todos nosotros antes de comenzar a andar en la Ley de Vida en Cristo Jesús. Menciona como queriendo con todas sus fuerzas cumplir la Ley y hacer el bien, lo único que hallaba es que en su interior algo le empujaba a hacer el mal, como su voluntad no era libre al estar esclavo del pecado, que como hemos visto, trasladó a cada ser humano al reino de la muerte, donde es satanás quien ostenta la autoridad. Lo puedes entender observando como los hombres buscan hacer la paz con todas sus fuerzas, pero sin embargo la historia de las naciones está escrita con la sangre de múltiples guerras.

Lo que debemos entender con esto, es que la Ley de Dios escrita en mandamientos y ordenanzas, serviría si el hombre fuera libre. El pensar entonces que podemos salvarnos cumpliendo buenas acciones es necedad, ya que nuestra voluntad no es libre para hacer el bien, e incluso por muy buenos que seamos, con errar cometiendo un pecado contra uno solo de los mandamientos de Dios, ya nos hacemos merecedores de un terrible castigo.

“PORQUE LA PAGA DEL PECADO ES MUERTE” (Romanos 6:23).
Por la Ley (Intentar ser buenos y cumplir los mandamientos de Dios en nuestras fuerzas y por ello ganarnos y merecernos la salvación) ningún hombre será salvo, porque es imposible de cumplir en todos sus puntos. El hombre es incapaz de salvarse a si mismo, el pecado lo controla, queramos o no. Somos totalmente incapaces de reconciliarnos con Dios por nuestras propias fuerzas, ya que la única posibilidad de hacerlo así sería cumplir a la perfección unos mandamientos y leyes de naturaleza divina imposibles de cumplir a causa de nuestra naturaleza caída. Cuanto más tratábamos de ser mejores, más veíamos nuestra condición de miserables pecadores.

El hombre por si solo está perdido, incapaz de ayudarse a si mismo, ninguna religión puede salvarlo, ya que todas se basan en la idea de “compensación” de las malas obras con buenas y piadosas acciones, lo cual es absurdo y contra la justicia de Dios, como vimos antes (p.ej. robo y mato a alguien y para compensarlo ayudo a las ancianitas a cruzar las calles y pago mis impuestos...).

EL HOMBRE EN SUS FUERZAS Y CAPACIDADES ESTÁ PERDIDO, MUERTO EN SUS PECADOS, ES CULPABLE DE MUERTE ANTE DIOS Y SU SANTIDAD, MERECEDOR DE PASAR UNA ETERNIDAD EN TORMENTOS EN EL INFIERNO, ESCLAVO DEL PECADO Y LA CORRUPCIÓN.

Querido lector: Lo visto hasta aquí es parte del mensaje del Evangelio, el hombre debe comprender su terrible situación y perspectiva de perdición eterna para darse cuenta de su necesidad imperiosa de UN SALVADOR:

“PORQUE DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE HA DADO A SU HIJO UNIGENITO, PARA QUE TODO AQUEL QUE EN EL CREE, NO SE PIERDA, MAS TENGA VIDA ETERNA. PORQUE NO ENVIO DIOS A SU HIJO AL MUNDO PARA CONDENAR AL MUNDO, SINO PARA QUE EL MUNDO SEA SALVO POR EL” (Juan 3:16-17)

CAPÍTULO V: COMO DIOS PUDO JUSTIFICARNOS: Qué es la justificación

Acabamos de ver como el hombre está, por naturaleza, en una situación que le impide salvarse a si mismo. Si miramos las noticias de todos los días nos encontramos que no son nada esperanzadoras: Malos pensamientos, adulterios, lujurias, chismes, medicencias, asesinatos y muertes, robos, egoísmo, maldad, engaño y fraude, lascivia, envidias, malas palabras, soberbia y orgullo y una larga lista de males que arraigados en el corazón del hombre destruyen y contaminan todo lo bueno que intentamos crear.

Pese a ello, el humanismo, un sistema de valores que no tiene nada que ver con el cristianismo, enseña que el hombre es bueno por naturaleza y que son las circunstancias las que le convierten en una víctima. Así se enseña y cree que si el hombre pudiera remontar dichas circunstancias las cosas cambiarían a su favor. Sin embargo una simple ojeada a la historia del hombre nos muestra que en los miles de años que llevamos sobre la tierra, no han sido las circunstancias lo malo, sino que el hombre ha sido el malo y el que ha hecho que las circunstancias y su entorno se volvieran malos.

Jesús mostró que el pecado y el mal vienen del corazón del hombre, de su naturaleza caída y pecadora. No es el diablo el único responsable del pecado: es el hombre el responsable y es el hombre el culpable de todas las maldades que se cometen a nuestro alrededor.

“Porque ¿Que aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
La respuesta a esta pregunta de Jesús es nada. Justamente lo único que tenemos es eso: La vida. Todos los hombres estamos en el mismo barco. Incluso si un hombre común diera su vida y muriera por nosotros, eso no serviría de nada, ya que él cargaría con su propia culpa y responsabilidad (Sería como si un hombre arruinado y lleno de deudas quisiera pagar las nuestras en el mismo banco donde él es deudor). Ni Confucio, ni Buda, ni Mahoma ni ningún otro hombre sobre la tierra, aparte del Hijo de Dios hecho hombre, estuvieron libres de pecados, y ellos mismos estaban necesitados de un salvador.

“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y PARA DAR SU VIDA EN RESCATE POR MUCHOS” (Mateo 20:28).
¡BUENAS NOTICIAS!, Jesús vino a dar su Vida por las nuestras. Jesús tenía algo que ofrecer: una vida sin pecado, limpia y santa.

Maravilloso Jesús, que no vino para que le sirviésemos, sino para servirnos.

El plan de Dios era este: Poner sobre su amado Hijo nuestra culpabilidad, nuestra condición de pecadores. Poner en Jesús todas y cada una de las malas acciones de la humanidad y hacer venir sobre El su justo juicio, redimiéndonos (Comprándonos) para Si con la preciosa sangre del Salvador Jesús.

Para hacerlo, Dios, que es perfecto en todas las cosas, tuvo que hacer que Aquel Verbo (Palabra) que le expresa totalmente, de tal manera que es la imagen misma de su Naturaleza y el resplandor de su Gloria, Aquella Palabra que era Dios desde el principio, tomara forma de hombre:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días NOS HA HABLADO POR EL HIJO, a quien constituyó heredero de todo, y por Quien asimismo hizo el universo; el Cual ES EL RESPLANDOR DE SU GLORIA, Y LA IMAGEN MISMA DE SU SUSTANCIA” (Hebreos 1:1-3).
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, Y EL VERBO ERA DIOS. (...) y Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.” (Juan 1:1, 14).
Jesús, el Hijo de Dios, que era Uno con Dios desde antes del principio de todas las cosas, que es Dios, se hizo un hombre como tú y como yo para presentarse a si mismo como representante de toda la humanidad; no pudo ser una nueva creación en el sentido de un nuevo Adán, porque entonces no hubiera pertenecido a esa primera humanidad (a la cual pertenecemos todos) que pecó (en Adán) y no hubiera tenido derecho a presentarse como nuestro representante ante el juicio de Dios. No hubiera pertenecido “biológicamente” (y excusa, querido lector, la terminología) a esta humanidad caída y no serviría como representante de ella.

Los profetas dijeron que el Hijo que NOS ha nacido se llamaría “Emanuel”, esto es, “Dios con nosotros”, pero observa que dice “NOS” ha nacido, a “nosotros”, de nuestra misma carne, de nuestra misma humanidad (Lee Isaías 7:14 y 9:6). Dios escogió a una joven virgen judía: María, y esta fue la verdadera madre de Jesús de la cual Este tomó su naturaleza humana. No tuvo padre humano para quedar limpio del pecado inscrito en la sangre de la humanidad desde el pecado de Adán, el primer padre. En este sentido si fue nacido como un acto soberano de Dios, por la obra del Espíritu Santo, de manera similar al primer Adán, y su sangre quedó limpia, pura y santa, preparada para ser derramada por nosotros.

Jesús pasó todos los aspectos del hombre: Niñez, adolescencia, madurez; siendo lo más interesante el hecho de que participó de nuestra capacidad y posibilidad de elección. Jesús fue tentado porque como hombre tenía una capacidad de elegir pecar, pero no escogió el pecar.

Jesús, el que la Biblia llama el “Segundo Adán”, escogió ante la tentación el no pecar, a diferencia del primer Adán que escogió pecar. Jesús fue tentado en todo: como niño fue tentado como los niños son tentados, como adolescente fue tentado como lo son los adolescentes, y como adulto de la manera en que los adultos son tentados, pero a diferencia del resto de los seres humanos, no cometió ni un solo pecado. Su vida fue un éxito y una victoria total cada día, a cada instante. Su triunfo sobre la cruz al derrotar a la muerte, fue el fruto de una vida de victoria en lo cotidiano. Nunca usó de sus atributos Divinos para esto, sino que el éxito estuvo en una vida de sumisión a la voluntad del Padre bajo la Santa Unción del Espíritu Santo. Puedes estar agradecido a Jesús que hizo esto en tu lugar, El si se comportó como un verdadero hombre, y no como ese “pelele” con aspecto enfermizo y afeminado que nos han querido pintar en los cuadros religiosos. Jesús es el verdadero modelo de humanidad y hombría.

“Porque hay un solo Dios, y UN SOLO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO HOMBRE, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos.” (1ª Timoteo 2 :5-6).
No hay ningún otro mediador válido entre Dios y los hombres que nuestro Señor Jesucristo, y esto es una realidad enfática en la Escritura, que las diversas religiones del mundo han tratado de ocultar. Ni líderes religiosos, por muy buenos y santos que nos puedan parecer; ni gurús; ni santos; ni “vírgenes”; ni nadie más que Jesús de Nazaret. Se enfatiza en esta escritura la humanidad de Jesús y que es mediador como hombre en nombre de toda la raza humana ante Dios.

No era Dios quien debía reconciliarse con el hombre, sino el hombre quien debía reconciliarse con Dios. Era el hombre quien debía venir a justificarse ante Dios y arreglar cuentas con El; por ello la única forma de mediación era que Jesús se diera a si mismo como pago por todos nosotros.

EL ACTO DE LA JUSTIFICACION CONSISTE EN ESTO: Como vimos en Apocalipsis hay dos libros, uno de ellos contiene todas y cada una de las acciones cometidas por los hombres: Este libro es el que nos acusa; el otro libro es la Ley de Dios, que nos condena a muerte a causa de las cosas escritas en el primer libro: acusaciones y decretos contra nosotros que nos son desfavorables.

Lo que Jesús hizo al ir a la cruz del Gólgota a morir fue tomar el libro que nos acusaba donde estaban escritos todos nuestros pecados e inmundicias y se identificó totalmente con nuestros pecados, de manera que así, como nuestro representante, todos y cada uno de los pecados de cada ser humano que ha vivido, vive y vivirá sobre la faz de la tierra, fueron puestos sobre Jesús: El tomó nuestros pecados.

En esta condición, llevando nuestros pecados y transgresiones contra la Ley de Dios, se presentó ante el Trono del Juicio de Dios, donde a causa de estos pecados fue separado de la comunión con Dios (Ya hemos visto que son nuestros pecados los que nos separan de Dios, por eso Jesús gritó en la cruz: “¡Dios mío, Dios Mío! ¿Porqué me has desamparado ?”). Ante ese trono Dios le trató en función de nuestros pecados. ¡En Jesús Dios te estaba juzgando a ti, a mi y a toda la humanidad! Las acusaciones por cada uno de nuestros pecados fueron puestas contra Jesús, y por ello Jesús no respondió ni abrió su boca, porque no tenía ni podía alegar nada en su defensa (Isaías 53:7). Cada acusación tenía un único veredicto: ¡Culpable!, ¡culpable!, ¡culpable!... y una única y terrible condena ¡Digno de muerte!, ¡Digno de muerte!, ¡Digno de muerte!... (Recuerda que Dios dijo que la paga del pecado es la muerte, lee otra vez Génesis 2:17 y Romanos 6:23). Por ello Jesús murió (Recuerda que la muerte es separación de Dios, que es la Vida, y no “dejar de existir”). Jesús descendió al reino de la muerte, que es el reino de satanás, y allí estaba, esta vez sin nuestros pecados, que ya habían sido pagados y castigados.

En esa condición Jesús tenía algo que nadie más tenía y que solamente El podía dar: SU VIDA SANTA, JUSTA E INOCENTE. Así, al tercer día, Dios el Padre proclamó sobre ese representante de todos nosotros que es Jesús, a causa de su vida inocente, UN JUICIO DE JUSTIFICACION, DE INOCENCIA, y... ¡JESUCRISTO RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS TAMBIEN COMO NUESTRO REPRESENTANTE!!! Jesús volvió a la vida.

Ese Glorioso y bondadoso Jesús, que nos recibió tal y como éramos, con nuestros pecados e iniquidades y que tomó nuestros pecados, vino a identificarse con lo que nosotros éramos, para que ahora, si lo recibimos a El, nosotros vengamos a ser lo que El es: JUSTOS DELANTE DE DIOS. Los libros de acusaciones quedan clavados en la cruz y nuestros nombres son escritos en el LIBRO DE LA VIDA. Podemos ir ante Dios sabiendo que aunque la Ley sigue ahí y no ha cambiado, el libro que nos acusaba ha sido borrado ya que hubo Uno que lo hizo posible derramando su propia sangre. Tú puedes ir ante Dios con la posición de NO CULPABLE.

Quien no recibe por medio de la fe este don gratuito de Dios, tendrá un día que dar cuentas y responder de si mismo ante el Trono del Juicio de Dios.

Si ahora habiendo aceptado a Jesús eres libre ante Dios, puedes ser libre ante los hombres y ante el diablo que te acusaba. Dios te ha dado su Palabra de que no tendrás que pasar más por el juicio. Su trono no será más un trono de condenación y juicio, sino Un Trono de Gracia y Misericordia.

Por ello los cristianos predicamos este Evangelio (Buena noticia):

“Esta es la palabra de fe que predicamos: Que si CONFESARES CON TU BOCA QUE JESUS ES EL SEÑOR, Y CREYERES EN TU CORAZON QUE DIOS LO LEVANTO DE LOS MUERTOS, SERAS SALVO. PORQUE CON EL CORAZON SE CREE PARA JUSTICIA , PERO CON LA BOCA SE CONFIESA PARA SALVACION” (Romanos 10:8-9).
Para recibir este don gratuito no hay que hacer duros esfuerzos en nuestras propias fuerzas, ni penitencias ni procesiones, ni encender velas, leer mucho la Biblia, orar o rezar mucho ni nada similar; tan solo debes aceptar la salvación gratuita de Dios por medio de la fe, que no es sino poner tu confianza en El, hacer a Dios digno de crédito (la fe no es, como predican algunos herejes una “fuerza”), tomar el compromiso con Dios de hacer de Jesús tu Señor y tu Justicia. La salvación es un don inmerecido que recibimos por la gracia y la bondad de Dios. Es gracia sobre gracia ya que no solo recibimos algo que no merecíamos de una manera gratuita, sino que además recibimos algo que de ninguna forma nosotros hubiésemos podido ganar.

“Porque por GRACIA sois Salvos POR MEDIO DE LA FE; y esto no de vosotros, PUES ES DON DE DIOS; NO POR OBRAS, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:8-10)
Es una gran ofensa a Dios y una herejía pensar y predicar que nosotros podemos añadir algo a la obra perfecta y consumada de Cristo en la cruz del Calvario: Pagar dinero para comprar la salvación, ser “religiosos”, castigar nuestro cuerpo con penitencias, hacer un montón de rezos o encender un montón de velitas o cosas similares. Los líderes de las religiones que niegan esto, y que impiden a las gentes del pueblo entrar en el Reino de los Cielos, se llamen como se llamen, o presenten la apariencia de piedad que presenten, bajo ropas especiales o actitudes religiosas, tendrán que dar cuenta por ello ante Dios en el día del Juicio Universal.

“Mirad que NADIE OS ENGAÑE por medio de filosofías y huecas sutilezas, SEGÚN LAS TRADICIONES DE LOS HOMBRES, conforme a los rudimentos del mundo, Y NO SEGÚN CRISTO. Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, Y VOSOTROS ESTÁIS COMPLETOS EN EL, que es la cabeza de todo principado y potestad. En El también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal en la circuncisión de Cristo; sepultados con El en el bautismo, en el cual FUISTEIS TAMBIÉN RESUCITADOS CON EL, MEDIANTE LA FE EN EL PODER DE DIOS QUE E LEVANTÓ DE LOS MUERTOS. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, OS DIÓ VIDA JUNTAMENTE CON EL, PERDONÁNDOOS TODOS LOS PECADOS. Anulando el ACTA DE LOS DECRETOS QUE HABÍA CONTRA NOSOTROS, QUE OS ERA CONTRARIA, QUITÁNDOLA DE EN MEDIO Y CLAVÁNDOLA EN LA CRUZ” (Colosenses 2:8-15)
Te animo a que leas los versículos siguientes a los escritos en esta fracción de la carta del apóstol Pablo a los Colosenses.

CAPÍTULO VI: EL NUEVO NACIMIENTO: Santificación y comentarios finales:

“Porque NO ME AVERGÜENZO del Evangelio, porque es PODER DE DIOS PARA SALVACION A TODO AQUEL QUE CREE: Al judío primeramente, y también al griego. Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito : MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRA” (Romanos 1:16-17).
La justicia de Dios es revelada por el Evangelio, que es la capacidad y el poder de Dios para salvación, ya que al oír este anuncio, es a nosotros a los que nos toca hacer una elección. Dios no obliga a nadie a aceptar la vida, sino que la pone ante nosotros y nosotros somos los que cerramos o abrimos nuestro corazón a su ofrecimiento. Es una decisión personal. Nadie puede escoger por otra persona, por ello el haber sido bautizado de niño no salva a nadie ni significa nada en este aspecto, aunque fuese realizado con la mejor de las voluntades. Solo somos salvos si queremos serlo, y así lo decidimos personalmente.

Del mismo modo la vida cristiana es un compromiso constante con Jesús y su obra aquí en la tierra: La Iglesia. Es una elección diaria de estar sometido a El. Una decisión que únicamente nos toca y corresponde tomar a nosotros.

“De modo que si alguno está en Cristo, NUEVA CRIATURA ES; LAS COSAS VIEJAS PASARON; HE AQUI TODAS SON HECHAS NUEVAS. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió con sigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que somos embajadores en nombre de Cristo, como si dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconcilias con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, PARA QUE NOSOTROS FUESEMOS HECHOS JUSTICIA DE DIOS EN EL” (2ª Corintios 5: 17.21).
Aquí se nos subrayan dos hechos fundamentales: Por un lado que Dios ha hecho de nosotros embajadores de Cristo para predicar y dar nuestros esfuerzos en el ministerio de la reconciliación por medio de la Iglesia. Por otro lado se menciona un hecho más profundo aún que el recibir perdón, es el hecho de que Dios ha cambiado nuestra vieja naturaleza por una nueva. Por ello el hombre para ser salvo y ver el Reino de Dios debe nacer de nuevo.

“Respondió Jesús y le dijo: DE CIERTO, DE CIERTO TE DIGO, QUE EL QUE NO NACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS” (Juan 3:3).
El hombre necesita recibir un nuevo corazón, no podemos estar en Cristo sin ser una nueva creación. Puedes ir a la iglesia regularmente, haber nacido en una familia cristiana, leer la Biblia u orar, pero sin nacer de nuevo, no puedes ver el Reino de Dios.

Cuando recibes a Cristo, por medio de su Espíritu Santo que viene a morar en ti, tú eres creado de nuevo, dejas de ser el “viejo” Pedro o Juan, o María ; y pasa a ser una nueva persona, pero no es un cambio externo en primer lugar, sino un cambio en tu espíritu, que de estar muerto y entenebrecido, recibe la vida de Dios que es Cristo. Cuando el corazón de la persona es cambiado, poco a poco ese cambio se irá reflejando en el exterior: Tu forma de hablar, tu forma de vestir, de pensar etc. comienzan a cambiar conforme a la nueva criatura que tú eres en tu interior. La religión y el fariseismo han pervertido esto diciendo a la gente que hay que vestirse de manera extraña o hablar con un tono de voz especial (de “santito”) y cumplir extraños rituales para ser “santo”. El Evangelio como ves, querido amigo, poco o nada tiene que ver con la religión, sino que habla más bien de una relación con Dios.

"Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre ! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” (Romanos 8 :15-16).
Has recibido una nueva identidad: Eres un Hijo de Dios. Ya no eres más un “Hijo de ira” como dice la Biblia que éramos antes (Lee Efesios 2:1-10), ni eres un hijo del diablo, como llamó Jesús a los fariseos que hacían las obras del diablo (el pecado). Ahora eres un digno hijo de Dios con la naturaleza de tu Padre morando en ti.

Del mismo modo que vimos que la Ley de Dios era un reflejo de su naturaleza santa, la nueva vida que Dios te ha dado por medio de la Nueva Alianza en Jesús, es la mismísima Naturaleza de Dios. Recuerda lo que nos decía el apóstol Pedro en su segunda epístola (Lo leímos al principio de este estudio en la introducción), que hemos sido hechos copartícipes de la Naturaleza Divina. La Vida de Dios y la Ley de Dios son una misma cosa, la Ley, reflejo de Dios, es escrita en tu corazón.

“TODAS las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado PRECIOSAS Y GRANDISIMAS PROMESAS, PARA QUE POR ELLAS LLEGASEIS A SER PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA” (2ª Pedro 1:3-4).
Cuando naces de nuevo, es tu espíritu (En el griego original “Pneuma”, literalmente: “Viento”, “Aliento”, esto es, la Vida de Dios) el que lo hace: es una obra que está consumada y acabada. Sin embargo Dios continua operando por medio de Cristo en tu alma (En el griego original “Psyké”, literalmente “Soplo”, “Ser Vivo”, esto es, Voluntad, Inteligencia y Emociones), es el proceso de la santificación por el cual tu vana manera de pensar y de actuar, conforme al hombre viejo es transformada por la Palabra y el Espíritu Santo. Por último esta obra será consumada en la redención final de tu cuerpo, cuando en la resurrección o en la venida de Cristo, recibas un cuerpo de gloria.

La obra de Jesús es completa y se desarrolla en el cristiano nacido de nuevo de este modo que acabamos de ver, por eso verás que aún siendo salvo y nacido de nuevo, podrás pecar en alguna ocasión -Ser cristiano no es ser “perfecto”-, o que malos hábitos del pasado te querrán volver a esclavizar. Tú debes entender que el proceso de santificación de tus pensamientos, hábitos, costumbres etc. requiere una consagración a Dios por medio del estudio de la Palabra, de la oración, de la vida de Iglesia en comunión con tus hermanos, todo ello sobre el fundamento de que ya eses salvo y santo por medio de Jesús, y de que Dios no te va a aceptar más o menos de lo que ya ha hecho por medio de Jesús.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo.” (Juan 2 :1).
En los primeros versículos de la primera epístola del apóstol Juan, se nos habla del Poder de la sangre de Jesús, un poder superior al terrible poder del pecado. Por medio de este poder podemos vivir una vida cristiana con una buena conciencia, sabiendo que en esta carrera hacia la meta habrá obstáculos que querrán ponerse en nuestro camino. En el proceso de santificación de nuestras vidas, podemos cometer errores y pecar, por ello el mismo Dios nos dice que si andamos en luz (esto es, somos honestos con Dios y reconocemos nuestros errores y pecados), La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado (lee el primer capítulo de 1ª de Juan). Nuestros cuerpos aún no han sido transformados, por ello aún están sujetos a deseos que si bien en principio son lícitos, han sido pervertidos y sacados de quicio por el diablo, la carne y el mundo, pero viviendo por el Espíritu y no por la carne, podemos llevar una vida victoriosa.

Confesar nuestros pecados no es una fórmula mágica o religiosa; hemos de ser guiados por nuestra conciencia iluminada por la convicción del Espíritu Santo. Una vez convencidos de nuestra falta entonces es cuando vamos a Dios y somos honestos con El. El conoce nuestras debilidades y nuestras motivaciones, podemos declararle con confianza lo que hemos hecho y porqué lo hemos hecho sin tratar de excusarnos. Dios nos perdona y olvida nuestro pecado al mirar a la obra de Jesús en nuestro lugar (recuerda que tu justicia delante de El es la que Cristo te ha dado). Puedes pedirle ayuda para cambiar y ser mejor con tus semejantes. Esto es andar en luz con Dios. El es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad.

Querido amigo o amiga, es mi deseo y oración que estas cosas que te he explicado aquí de forma básica y seguramente torpe, cobren vida y sentido en ti, con la ayuda del Espíritu Santo. Así sea con tu vida. Amen.

J. P. V. © cristianismo-primitivo.org/.net/.com

QUIENES ERAN LOS CISTIANOS PRIMITIVOS?

"¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido" (Eclesiastés 1:9-10)

Alexámeno adora a su Dios

Alexámeno adora a su dios...

Este "graffiti" burlesco contra un cristiano llamado Alexámeno, data del siglo II y se encontró en una pared de unas ruinas de Roma, una escuela de pajes anexa al palacio de Nerón.

Representa a un cristiano llamado Alexámeno adorando a un crucificado con cabeza de burro (Los paganos creían que judíos y cristianos adoraban a un dios con cabeza de asno).

Debajo de la imagen está escrito "Alexámeno adora a su Dios" y cerca alguien escribió -quizá el mismo Alexámeno del que se querían burlar:

"Alexámeno fiel".

"Hay una nueva raza de hombres nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, asociados entre sí contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente cubiertos de infamia, pero autoglorificándose con la común execreción: son los Cristianos." (Celso; "El Discurso Verdadero Contra los Cristianos" Pág.11 Alianza Editorial; Madrid 1988)

Así comienza, hacia el año 178 d.c., "El Discurso verdadero contra los Cristianos", una obra escrita por el filósofo griego de Alejandría Celso, que será el fundamento ideológico de algunas de las más duras persecuciones contra los creyentes en Jesús de Nazaret que se sucederán en los años siguientes.

¿Quiénes eran estos cristianos primitivos de los que tanto hablamos los "cristianos" del siglo XXI y de los que ignoramos casi todo?, ¿Cómo pensaban y cuál era su carácter, su forma de vivir la fe?, ¿Qué tipo de persona se dejaría despedazar por las fieras, o quemar viva, o cornear por un toro hasta la muerte, únicamente por no verter una pizca de incienso en un altar público, haciendo votos por la "salud del divino emperador"? ¿Con qué tipo de problemas se tuvieron enfrentar?

Esta pagina WEB trata de dar respuesta a estas y otras preguntas, tratando de obtener una enseñanza o moraleja para aquellos que en los umbrales del tercer milenio queremos seguir a Jesús, o nos llamamos cristianos.

El recorrido que haremos pasa por los cuatro primeros siglos de la historia del cristianismo. A este periodo se le llama también época o era Paleocristiana (básicamente la anterior al concilio de Nicea).

En el verano del año 325, convocados por un emperador romano: Constantino, los obispos de la cristiandad se reúnen en Nicea, para dilucidar sobre cuestiones de doctrina y acabar de una vez con las diferentes disputas teológicas y doctrinales que perturbaban en aquel tiempo a la Iglesia.

Como consecuencia de esta contemporización con un poder temporal que se permitía convocar concilios y que se valdrá del cristianismo como aglutinante para mantener la unidad del imperio unos siglos más, la iglesia comenzará un proceso de paganización y "romanización" que dará lugar pocos siglos después a la hoy conocida como Iglesia Católico-Romana.

A estas y otras interesantes cuestiones es a las que se trata de dar respuesta en estas paginas. No se trata de hacer una cronología del cristianismo primitivo, y si un sencillo estudio de ciertos temas de interés que a mi juicio son claves para entender el posterior desarrollo de la fe cristiana.

Prepárate para este interesante viaje.