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Bush no quiso ayudar a Israel a atacar una planta nuclear en Irán


El presidente George W. Bush rechazó el año pasado una petición secreta que hizo Israel para que el Gobierno estadounidense les proporcionara unas bombas anti-búnker y atacar el principal complejo nuclear iraní de Natanz, según publica hoy el periódico The New York Times.

El diario, que cita fuentes oficiales estadounidenses que hablan en condición de anonimato, indica que la Administración Bush recibió la solicitud de Israel para volar sobre Irak y llegar a Irán al complejo nuclear en Natanz, a unos 230 kilómetros de la capital iraní.

Sin embargo, según las mismas fuentes, Bush denegó la ayuda a Israel argumentando que su Gobierno había aprobado un plan para sabotear los presuntos esfuerzos iraníes de desarrollar armas nucleares.

Estados Unidos consiguió que Israel cambiara de idea, al menos temporalmente, pero a cambio la Administración Bush intensificó el intercambio de información con los servicios secretos israelíes a los que ofreció los pormenores de su plan para sabotear de forma encubierta la infraestructura nuclear iraní.

Lo que los funcionarios no consiguieron averiguar fue si Israel tenía pensado realmente hacer el ataque o la intención del primer ministro israelí, Ehud Olmert, fue forzar a la Casa Blanca a tomar medidas más firmes contra Irán, antes de que Bush dejara el cargo.

El próximo 20 de enero, Bush acabará sus ocho años de mandato cuando el presidente electo, Barack Obama, será quien decidirá qué hacer con este programa.

Las fuentes indicaron al New York Times que aunque Bush fue informado de las posibilidades para realizar un ataque a las instalaciones iraníes, el presidente estadounidense nunca dio orden al Pentágono para que prepararan un plan de contingencia, en contra de lo que han apuntando algunos de sus detractores.

Según la información obtenida por el diario, los máximos responsables de la Administración, liderados por el secretario de Defensa, Robert Gates, convencieron a Bush de que cualquier ataque a Irán no sería efectivo, acabaría con la misión internacional de inspectores nucleares y soplo serviría para impulsar el programa nuclear iraní.

Asimismo, también consideraron que una acción armada en Irán traería una guerra abierta en Oriente Medio, en la que se verían implicados los 140.000 soldados estadounidenses desplegados en Irak.

Estados Unidos es uno de los principales países promotores de las sanciones a Irán por el programa de desarrollo nuclear que lleva a cabo el país árabe, desatendiendo las peticiones de la comunidad internacional.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) destacó en su último informe sobre el programa nuclear iraní que Teherán no ha suspendido el enriquecimiento de uranio, un material de posible doble uso, militar y civil.

A pesar de las sanciones establecidas por la ONU y el paquete de los incentivos presentado por el grupo 5+1, formado por los cinco países del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia) más Alemania, Irán mantiene su pulso.

Estados Unidos y la Unión Europea temen que Irán use sus conocimientos nucleares para fines militares, mientras Teherán asegura que solo tiene intenciones pacíficas como la generación de energía eléctrica y aplicaciones médicas.

Vía Efe

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Bush no quiso ayudar a Israel a atacar una planta nuclear en Irán


El presidente George W. Bush rechazó el año pasado una petición secreta que hizo Israel para que el Gobierno estadounidense les proporcionara unas bombas anti-búnker y atacar el principal complejo nuclear iraní de Natanz, según publica hoy el periódico The New York Times.

El diario, que cita fuentes oficiales estadounidenses que hablan en condición de anonimato, indica que la Administración Bush recibió la solicitud de Israel para volar sobre Irak y llegar a Irán al complejo nuclear en Natanz, a unos 230 kilómetros de la capital iraní.

Sin embargo, según las mismas fuentes, Bush denegó la ayuda a Israel argumentando que su Gobierno había aprobado un plan para sabotear los presuntos esfuerzos iraníes de desarrollar armas nucleares.

Estados Unidos consiguió que Israel cambiara de idea, al menos temporalmente, pero a cambio la Administración Bush intensificó el intercambio de información con los servicios secretos israelíes a los que ofreció los pormenores de su plan para sabotear de forma encubierta la infraestructura nuclear iraní.

Lo que los funcionarios no consiguieron averiguar fue si Israel tenía pensado realmente hacer el ataque o la intención del primer ministro israelí, Ehud Olmert, fue forzar a la Casa Blanca a tomar medidas más firmes contra Irán, antes de que Bush dejara el cargo.

El próximo 20 de enero, Bush acabará sus ocho años de mandato cuando el presidente electo, Barack Obama, será quien decidirá qué hacer con este programa.

Las fuentes indicaron al New York Times que aunque Bush fue informado de las posibilidades para realizar un ataque a las instalaciones iraníes, el presidente estadounidense nunca dio orden al Pentágono para que prepararan un plan de contingencia, en contra de lo que han apuntando algunos de sus detractores.

Según la información obtenida por el diario, los máximos responsables de la Administración, liderados por el secretario de Defensa, Robert Gates, convencieron a Bush de que cualquier ataque a Irán no sería efectivo, acabaría con la misión internacional de inspectores nucleares y soplo serviría para impulsar el programa nuclear iraní.

Asimismo, también consideraron que una acción armada en Irán traería una guerra abierta en Oriente Medio, en la que se verían implicados los 140.000 soldados estadounidenses desplegados en Irak.

Estados Unidos es uno de los principales países promotores de las sanciones a Irán por el programa de desarrollo nuclear que lleva a cabo el país árabe, desatendiendo las peticiones de la comunidad internacional.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) destacó en su último informe sobre el programa nuclear iraní que Teherán no ha suspendido el enriquecimiento de uranio, un material de posible doble uso, militar y civil.

A pesar de las sanciones establecidas por la ONU y el paquete de los incentivos presentado por el grupo 5+1, formado por los cinco países del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China y Rusia) más Alemania, Irán mantiene su pulso.

Estados Unidos y la Unión Europea temen que Irán use sus conocimientos nucleares para fines militares, mientras Teherán asegura que solo tiene intenciones pacíficas como la generación de energía eléctrica y aplicaciones médicas.

Vía Efe