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Miguel Salazar: Muerte en Guanare es la punta del iceberg de un culto que se expande por oficinas públicas



ND.- En su comentario semanal en Las Verdades de Miguel, el editor Miguel Salazar se refiere al asesinato del niño de 5 años en Guanare, estado Portuguesa. Afirma que es posible que se haya intentado evitar la trascendencia informativa del caso debido a que su muerte en Guanare es la punta del iceberg de un culto que se expande por oficinas públicas y es alimentado por quienes se hacen llamar marxistas.
A continuación la columna completa:

Un nuevo crimen ha conmocionado al país. Lejos de los detalles que sádicamente, para unos, y como información, para otros, han sido procesados a través de Internet, el asesinato de un niño de apenas 5 años, no sólo por el ensañamiento, por lo brutal, nos coloca en presencia de un acto abyecto, sino que, además, es válido como reflexión para comprender la mala hora de la sociedad venezolana, presa de fanatismos impregnados de una religiosidad criminal, de donde se pasa del sacrificio de animales al asesinato de seres humanos.

En sí, podríamos detenernos en un pasaje que terminaría describiendo todo un compendio de complicidades, esas que llevaron a rebelarse a infinidad de lugareños en Guanare, la ciudad donde se produjo el abominable hecho. Se señalan intenciones iniciales de restarle importancia mediática porque entre los presuntos autores del crimen se encuentran personas con mucha influencia en el Ejecutivo de Portuguesa.

En verdad, no me imagino al gobernador del estado tratando de minimizar el asunto para favorecer a los presuntos asesinos; pero es probable que, dada la repercusión de determinadas creencias religiosas que desde el Caribe se expanden por todo el país, sobre todo en las oficinas y dependencias del Gobierno (nacional y regional), haya ocurrido que se buscara evitar la trascendencia informativa en torno a la horrorosa muerte del infante.

Ello nos indica que estamos a las puertas de una Venezuela retrógrada y medieval, donde es posible y común ver las laderas de nuestras quebradas infectadas de animales sacrificados en honor a esta o tal deidad. Todo esta situación viene siendo alimentada, paradójicamente, por quienes se manifiestan a los 4 vientos como marxistas, y a la sombra no escatiman esfuerzos para convocar a los empleados públicos a rituales donde se incorporan a manifestaciones que sólo se creían propias de lo más atrasado y pobre de la convicción aquella que une en matrimonio al misticismo con la brujería. Se trata de una aleación apocalíptica a la que pretenden presentar como parte del folclor patrio.

No es casual que sean mujeres la mayoría de los participantes en el enloquecido ritual donde sacrificaron a la criatura de Guanare en medio de las más crueles torturas; desde los tiempos bíblicos del árbol del bien y del mal, a la mujer se le identifica con la serpiente y como colaboradora de Satán.

Además, la religiosidad de la ignorancia toma cuerpo haciendo a todos sus practicantes miembros de una marginalidad lacerante. Como también se ambiciona a reivindicar injusta y erróneamente a cultos ancestrales de la superstición y la incultura como manifestaciones atribuidas a quienes hoy se identifican como afrodescendientes.
Todo ello conforma un clima donde la revolución pierde su estado original bajo el pretexto de regresar al comunismo primitivo. ¡Ignorancia manifiesta! Trueque y malabarismo religioso y fanático desemboca en cenáculos desquiciados capaces de chiflar a toda una república que termina diluyendo sus esperanzas en la rifa para comprar el carro de los sueños y las bocanadas de humo arrancadas a un tabaco prendido para conjurar al vecino.

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Miguel Salazar: Muerte en Guanare es la punta del iceberg de un culto que se expande por oficinas públicas



ND.- En su comentario semanal en Las Verdades de Miguel, el editor Miguel Salazar se refiere al asesinato del niño de 5 años en Guanare, estado Portuguesa. Afirma que es posible que se haya intentado evitar la trascendencia informativa del caso debido a que su muerte en Guanare es la punta del iceberg de un culto que se expande por oficinas públicas y es alimentado por quienes se hacen llamar marxistas.
A continuación la columna completa:

Un nuevo crimen ha conmocionado al país. Lejos de los detalles que sádicamente, para unos, y como información, para otros, han sido procesados a través de Internet, el asesinato de un niño de apenas 5 años, no sólo por el ensañamiento, por lo brutal, nos coloca en presencia de un acto abyecto, sino que, además, es válido como reflexión para comprender la mala hora de la sociedad venezolana, presa de fanatismos impregnados de una religiosidad criminal, de donde se pasa del sacrificio de animales al asesinato de seres humanos.

En sí, podríamos detenernos en un pasaje que terminaría describiendo todo un compendio de complicidades, esas que llevaron a rebelarse a infinidad de lugareños en Guanare, la ciudad donde se produjo el abominable hecho. Se señalan intenciones iniciales de restarle importancia mediática porque entre los presuntos autores del crimen se encuentran personas con mucha influencia en el Ejecutivo de Portuguesa.

En verdad, no me imagino al gobernador del estado tratando de minimizar el asunto para favorecer a los presuntos asesinos; pero es probable que, dada la repercusión de determinadas creencias religiosas que desde el Caribe se expanden por todo el país, sobre todo en las oficinas y dependencias del Gobierno (nacional y regional), haya ocurrido que se buscara evitar la trascendencia informativa en torno a la horrorosa muerte del infante.

Ello nos indica que estamos a las puertas de una Venezuela retrógrada y medieval, donde es posible y común ver las laderas de nuestras quebradas infectadas de animales sacrificados en honor a esta o tal deidad. Todo esta situación viene siendo alimentada, paradójicamente, por quienes se manifiestan a los 4 vientos como marxistas, y a la sombra no escatiman esfuerzos para convocar a los empleados públicos a rituales donde se incorporan a manifestaciones que sólo se creían propias de lo más atrasado y pobre de la convicción aquella que une en matrimonio al misticismo con la brujería. Se trata de una aleación apocalíptica a la que pretenden presentar como parte del folclor patrio.

No es casual que sean mujeres la mayoría de los participantes en el enloquecido ritual donde sacrificaron a la criatura de Guanare en medio de las más crueles torturas; desde los tiempos bíblicos del árbol del bien y del mal, a la mujer se le identifica con la serpiente y como colaboradora de Satán.

Además, la religiosidad de la ignorancia toma cuerpo haciendo a todos sus practicantes miembros de una marginalidad lacerante. Como también se ambiciona a reivindicar injusta y erróneamente a cultos ancestrales de la superstición y la incultura como manifestaciones atribuidas a quienes hoy se identifican como afrodescendientes.
Todo ello conforma un clima donde la revolución pierde su estado original bajo el pretexto de regresar al comunismo primitivo. ¡Ignorancia manifiesta! Trueque y malabarismo religioso y fanático desemboca en cenáculos desquiciados capaces de chiflar a toda una república que termina diluyendo sus esperanzas en la rifa para comprar el carro de los sueños y las bocanadas de humo arrancadas a un tabaco prendido para conjurar al vecino.