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Requisitos para un avivamiento Por Oswald Smith

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24)

Ésta ha sido la historia de la obra del avivamiento a lo largo de todos los siglos. Noche tras noche se han predicado sermones sin que ellos surtieran ningún efecto, hasta que algún anciano o diácono estalla en una agonía de confesión y, yendo a aquél al que ha dañado, le ruega perdón. O alguna mujer que ha sido muy activa en la obra, y que se hunde y en lágrimas de arrepentimiento confiesa públicamente que ha estado murmurando acerca de alguna otra hermana, o que no se habla con la persona al otro lado del pasillo. Entonces, cuando se halla hecho confesión y restitución, con la dura tierra derribada, el pecado al descubierto y reconocido, entonces y no hasta entonces, el Espíritu de Dios viene sobre la audiencia y un avivamiento desciende sobre la comunidad.
Por lo general hay tan solamente un pecado, un pecado que constituye el obstáculo. Había un Acán en el campamento de Israel. Y Dios señalará con Su dedo justo el lugar. Y no lo sacará hasta que se haya actuado con respecto al obstáculo.
¡Oh! entonces, roguemos primero con la oración de David cuando él clamó: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24). Y tan pronto como el obstáculo del pecado haya sido eliminado del camino, Dios vendrá en un poderoso avivamiento.

Una ciudad de iglesias llena,
grandes y eruditos oradores,
bella música, órganos y coros;
si todos fallan, entonces ¿qué?
Buenos obreros, fervientes, deseosos,
que hora tras hora trabajan con ardor;
pero ¿dónde, oh, dónde, mi hermano,
está el todopoderoso hacer de Dios?

Refinamiento ¡educación!
Desean lo mejor.
Sus planes y designios, perfectos.
No se dan descanso alguno;
consiguen del talento lo mejor,
tratan de hacerlo superior,
pero, oh, hermano, su necesidad
es el Espíritu Santo de Dios.

Gastaremos nuestro dinero y tiempo
y predicaremos con sabiduría grande,
pero la simple educación
empobrecerá al pueblo de Dios.
Dios no quiere humana sabiduría,
no busca sonrisas ganar;
sino que, oh hermano ¡necesitamos,
que el pecado abandonado sea ya!

Es el Espíritu Santo
que el alma vivifica.
Dios no aceptará al hombre adoración,
ni aceptará el control humano.
Ni humana innovación,
ni habilidad o arte mundano,
podrán dar constricción,
ni quebrantar el corazón del pecador.

Podemos humana sabiduría tener,
grandes cantos y triunfos:
buen equipo podrá haber,
pero en esto no hay bendición.
Dios quiere un vaso puro y limpio,
labios ungidos y veraces,
un hombre del Espíritu llenado,
que proclame todo Su mensaje.

Gran Dios ¡avívanos en verdad!
y mantennos cada día;
que todos puedan reconocerte,
vivimos como oramos.
La mano del Señor no se ha acortado,
todavía es Su delicia bendecir,
si huimos de todo mal,
y todo nuestro pecado confesamos.

Nota: Este poema fue escrito por Samuel Stevenson que me introdujo por vez primera a algunos de los guerreros de la oración y que me enseñó muchas de estas grandes verdades

Los agentes que promueven el avivamiento.

Normalmente, hay tres agentes[2] que se usan en la conversión de un pecador, y un instrumento. Los agentes son: Dios, el pecador y otra persona que habla (predica) la verdad. La verdad misma es el instrumento. A veces, hay solamente dos agentes: Dios y el pecador.



3.1 Dios se usa a sí mismo en la conversión de pecadores, en dos distintas maneras: por su providencia y por su Espíritu.

3.1.1. Por su providencia, arregla los eventos en la vida de un pecador de tal manera que la mente de éste y la verdad se encuentren. O sea, Dios guía al pecador a un lugar donde escucha la verdad o la ve en la vida de otra persona. Es muy interesante escuchar el testimonio de cómo Dios ha obrado esto en las vidas de las personas, y de cómo Dios arregla todas los eventos a favor de un avivamiento. A veces usa algo temporal, una enfermedad u otra circunstancia para que el pecador esté dispuesto a darse cuenta de la verdad. A veces, Dios envía a un ministro al pecador… ¡justo al momento necesario! O, el pecador escucha una cierta verdad bíblica… ¡exactamente al momento oportuno!

3.1.2 Por su Espíritu Santo, Dios habla la verdad a la mente del pecador. Y pues Dios sabe todo lo que hay en la mente de una persona, y sabe la historia de él, puede usar la verdad que se precisa en ese momento. Además, Dios puede reforzar esa verdad con poder divino. Da tal fuerza, vida y poder a la verdad, que el pecador siente convicción y muchas veces se vuelve de su rebelión y se rinde al Señor. Bajo la influencia del Espíritu Santo, la verdad corta y quema como fuego en la conciencia. La verdad ungida con el Espíritu revela y quebranta el orgullo del pecador, como si un monte hubiera caído sobre él.

Si los hombres estuvieran dispuestos a obedecer a Dios por naturaleza, la sola lectura de la Biblia y la predicación de ella, hechas por los hombres, serían suficientes para que ellos aprendieran de Dios. Pero, pues los hombres son por naturaleza inclinados a rebelarse en contra de Dios, Dios usa su Espíritu Santo para iluminar la verdad y convencer a los pecadores; de tal manera que no pueden resistir; se rinden y se convierten.

3.2 Muchas veces, los hombres son agentes en la conversión de los pecadores. Los hombres no son los instrumentos en la conversión de pecadores. El instrumento es la verdad. Sin embargo, el predicador (u otra persona que habla a un pecador) es un agente que usa la verdad. Y la obra del predicador no se hace sin la voluntad de él mismo. Por esto, el predicador es un agente activo en la conversión de los pecadores.

3.3 El pecador mismo es un agente en su propia conversión, porque éste tiene que obedecer la verdad que entiende. Por esto, es imposible que se convierta un pecador sin ser él un agente en su propia conversión. Sin embargo, Dios y otro hombre (el predicador, por ejemplo) le influyen.

Los hombres influyen en otros no solamente por sus palabras, sino por sus miradas, lágrimas y los demás hechos de la vida diaria. Por ejemplo, si un hombre inconverso tiene una esposa piadosa, las miradas, la ternura, la compasión y la dignidad de ella le impactarán y serán un sermón para él en todo tiempo, porque ella ha sido moldeada y conformada a la imagen de Cristo. Si él no se esfuerza en pensar en otras cosas, toda la vida de ella le será un reproche y será igual de escuchar un sermón continuo.

Como seres humanos, estamos acostumbrados a leer el aspecto de nuestros vecinos. Y los pecadores siempre están leyendo el estado de la mente de los cristianos, fijándose en los ojos. Si los ojos de un cristiano demuestran liviandad, ansiedad o tristeza, los pecadores lo notarán. Pero si lucen del Espíritu Santo, los impíos lo notarán y muchas veces caen en la convicción, sólo por haber mirado al aspecto de un cristiano.

En cierta ocasión, un cristiano[3] fue a visitar una fábrica para ver la maquinaria que estaba allí. La mente de él estaba llena de pensamientos solemnes, pues recién había llegado de un avivamiento. Los trabajadores de la fábrica conocían al visitante y sabían que era cristiano fiel. Al pasar éste, mirando a la maquinaria, una joven trabajadora susurró algo tonto a su compañera, riendo. El cristiano lo escuchó y se paró, mirando a la joven con tristeza. Esa mirada le trajo tanta convicción a ella que no podía seguir trabajando. Trató de componerse, mirando la ventana. Una y otra vez trataba seguir trabajando, sin lograr nada. Después de varios intentos infructuosos, se sentó. Luego el cristiano se le acercó y habló con ella, lo cual hizo penetrar más profundamente la convicción.

De repente, como un fuego devorador, la convicción pasó por toda la fábrica, tanto que dentro de unas horas casi todos los trabajadores se sentían convencidos de pecado. El dueño, quien no era creyente, fue asustado, ¡tanto que pidió que todos parasen su trabajo y orasen! Dijo que era más importante que se salvará a los trabajadores, a que siguieran el trabajo. Y dentro de unos días, el dueño y casi todos los trabajadores se convirtieron.

Así, llegó el avivamiento, solamente por razón del serio comportamiento del cristiano. Sus ojos que lucían compasión y su aspecto solemne reprendieron la liviandad de esa joven y le trajeron la convicción del pecado. Una sola mirada trajo el avivamiento (por supuesto, es cierto que había otras influencias también) a una fábrica.

Todo esto digo para decir que si los cristianos entran profundamente en la religión, producirán grandes efectos a dondequiera que vayan. Pero si son fríos y bromistas, hacen huir la convicción de pecado.

Conozco a una persona que estaba bajo la convicción de pecado. Pero un día me percaté que casi toda la convicción se había ido de ella. Le pregunté qué había pasado, y ella me respondió que estuvo toda la tarde con algunos amigos que profesaron ser cristianos. Pero la verdad es que éstas fueron personas bromistas y frívolas: y así, por estar entre ellos, compartiendo en sus vanidades, causó que la convicción saliera de su corazón. Sin duda, esos profesores hipócritas, por su tontería, ayudaron a destruir a esa persona, porque la convicción del pecado nunca volvió a ella.

Concluyo esta sección diciendo que la iglesia tiene que usar el instrumento (la verdad) para que se conviertan los pecadores. Los pecadores no pueden convertirse por sí mismos. Es la responsabilidad de la iglesia promulgar la verdad y la responsabilidad del pecador recibirla. Así que, para traer el avivamiento, hay que difundir la verdad, presentándola a las mentes de los perdidos, y ellos tiene que escoger: recibirla y obedecerla, o resistirla y desecharla.

Un avivamiento de la religión genuina no es un milagro.

1.1 Un milagro es algo en que Dios interfiere para obrar, poniendo al lado las leyes de la naturaleza. En este sentido, el avivamiento no es un milagro, porque el mismo ocurre dentro de las leyes de la mente humana.

1.2 El avivamiento tampoco es un milagro según otra definición de milagro: algo que sucede sobrenaturalmente. De veras, el avivamiento puede ocurrir dentro de las leyes de la naturaleza, ocupando los poderes naturales de la mente humana. Cuando alguien se arrepiente, no está usando poderes sobrenaturales. Solamente está usando sus poderes naturales en una manera diferente, para la gloria de Dios.

1.3 Un avivamiento no depende de un milagro. Es solamente el resultado del debido uso de las habilidades naturales de arrepentirse y humillarse. No obstante, las medidas usadas para traer un avivamiento no producirán efectos sin la bendición de Dios. Es igual que una semilla. Las semillas no nacerán sin la bendición de Dios. No se puede decir que una cosecha ocurrió sin la bendición de Dios, pero a la vez es una de las leyes de la naturaleza que las semillas nacen, crecen y dan fruto. Así también es con el avivamiento: es el resultado de las leyes de la naturaleza, con la bendición de Dios.

Los apóstoles hicieron milagros, pero el avivamiento hubiera podido ocurrir sin ésos. El avivamiento ocurrió junto con los milagros, pero los avivamientos mismos no fueron milagros.

¿Cuáles son las leyes que las semillas obedecen para poder producir frutos? Simplemente son las que Dios ha puesto en la naturaleza. En la Biblia, la Palabra de Dios se compara con una semilla, y los resultados de ella se comparan con los frutos. Y igual que el fruto es el producto de las leyes de la naturaleza, el avivamiento es el producto de las leyes de la naturaleza.

Ojalá que esta verdad se profundice en tu mente, porque desde hace mucho tiempo se ha pensado que el avivamiento es algo muy peculiar, y el mismo no se puede producir sino por medio de un milagro. O sea, muchos piensan que el avivamiento no tiene nada que ver con lo normal, ni se puede producir por las leyes de “causa y efecto”. Esta doctrina es muy peligrosa y no tiene razón.

Imagínate que alguien hubiera enseñado a los agricultores que, pues Dios es soberano, él va a dar una cosecha solamente cuando él lo quisiera, y por esto será en vano cultivar la tierra y sembrar semilla. Pues, si tratamos de cultivar y sembrar, no estamos dejando todo en las manos del Soberano Dios. Además, no hay relación entre el sembrar y el cosechar.

¿Qué tal de esa doctrina? ¡Si los agricultores la hubieran creído, todos morirían de hambre!

El mismo resultado pasa si la iglesia cree que el avivamiento es sólo el regalo de la soberanía de Dios, y que no existen leyes de causa y efecto en el avivamiento. ¿Cuáles serán los resultados de esta doctrina? ¡Una y otra generación irían al infierno! Millones y millones de personas han ido al infierno mientras que la iglesia espera que Dios los salve sin usar las leyes de la naturaleza. ¡Ésta es la obra del diablo; el engañador! Porque la ley del avivamiento es igual a la del sembrar y cosechar.

Existe una verdad acerca de la soberanía de Dios que se debe notar. Es la de continuación: Lo que es necesario para la vida (la comida y el abrigo) siempre se puede conseguir fácilmente, siguiendo las sencillas leyes de la naturaleza. Lo de lujo es más difícil obtener, y lo que es dañino muchas veces necesita mucha labor[1]. Así es con lo espiritual también: para recibir bendiciones espirituales, solamente se tienen que usar las maneras que Dios nos ha dado.

Capturado por su fuego: La historia de un avivamiento


Algunas personas se acercaron para recibir oración y noté que después de orar por ellos, algunos temblaban igual que yo.
Básicamente, como pastor de una iglesia creciente de la capital de la provincia de Buenos Aires, pensé que estaba haciendo las cosas bien para el Señor, y suponía que todo lo que necesitaba para fortalecer mi ministerio era recibir un toque de El en estos lugares de avivamiento.

Sin embargo, había en mi corazón un clamor, una oración extraña que había estado haciendo durante los meses anteriores. Varias veces, mientras me encontraba de rodillas, me había oído a mí mismo decir: "Señor, si no traes otro avivamiento refiero morir; no deseo vivir más".

Entonces reprendí a mi alma, porque tengo tres hijos pequeños y una esposa maravillosa. Además, al ministerio no le iba tan mal, así que pensé: "¡No debo orar de esta manera, porque el Señor puede responder y llevarme con Él!'

Pero al día siguiente me encontraba orando las mismas cosas. Entonces entendí que el Espíritu Santo estaba poniendo en mi corazón una carga por el avivamiento; estaba desarrollando un hambre santo por el Señor. El predicador escocés John Knox solía decir, "Señor, dame Escocia o me muero"

Como muchos otros, oraba por el avivamiento, pero no me preparaba para recibirlo. Viajé a Pensacola, Florida, con la intención de visitar el avivamiento de la Iglesia Brownsville de las Asambleas de Dios. El derramamiento en esta iglesia había comenzado el Día del Padre, en 1995. Desde ese entonces, más de tres millones de personas han visitado ese avivamiento, y centenares de millares han renovado o entregado sus vidas a Cristo. Este avivamiento está marcado por un llamado profundo hacia el arrepentimiento.

No fui decepcionado por lo que vi en Pensacola. Me regocije en el Señor, viví horas de gloria y de bendición, y presencié cómo centenares de personas pasaron al frente para recibir a Cristo. Tuve una experiencia maravillosa en Pensacola y sentí que Dios me había tocado. Pero no tenía idea de cuán profundamente lo había hecho. Después de estar una noche en Pensacola, a la mañana siguiente partí muy temprano para Elkhart, Indiana, donde vive la familia de mi esposa y donde está instalada nuestra oficina ministerial de Estados Unidos.

CORRIENDO HACIA LA PRÓXIMA REUNIÓN

Llegué a Elkhart el viernes, y me sentía restaurado y renovado. La mañana del domingo, 18 de mayo de 1997, pasé a saludar brevemente a la congregación de Zion Chapel, que había sido nuestra iglesia cuando vivíamos en los Estados Unidos. Disponía solamente de unos minutos en el programa de esa mañana, pues luego predicaría otro visitante. De hecho, se suponía que me iría rápidamente para predicar en otra iglesia. Lo que no sabía era que el Señor tenía planes diferentes.

Compartí un saludo y entonces el pastor, Steve Chupp, dijo: "Pidamos al Pastor Sergio que pase al frente para que podamos orar por él antes de que se vaya a predicar a Maranatha Fellowship, y así les pueda llevar el fuego a ellos". Ésas fueron sus palabras. Él invitó a algunos jóvenes a que oraran por mí. (Tú sabes, amado lector, que los jóvenes son realmente peligrosos cuando están en las manos de Dios).

Varios jóvenes comenzaron a orar muy tranquilamente por mí mientras yo estaba parado enfrente del santuario, justo delante de la plataforma. Hasta ese momento todo ocurría normalmente y de acuerdo al boletín de la iglesia. Cerré los ojos mientras los jóvenes comenzaban a orar; mi mente no estaba en el avivamiento ni en nada semejante: estaba apurado por llegar a la otra iglesia para predicar. Pero de repente, mis manos comenzaron a temblar sin mi permiso, y no podía controlarlas.

Fui criado dentro de las Asambleas de Dios. Mi papá, Alberto Scataglini, era un líder prominente de las Asambleas de Dios en Argentina, donde sirvió como superintendente de la denominación y en varias otras funciones. En nuestra denominación (y especialmente con el entrenamiento que recibí de mi padre) cuando un pastor está en el púlpito, él está al control. Sí, dejamos que el Señor nos use, pero no dejamos que las cosas se salgan fuera de control. Como decía mi papá: "Si el pastor pierde el control, ¿qué sucederá con el resto de la congregación?"

Ése es un consejo sabio. Pero en este caso, por primera vez, me estaba sucediendo en el púlpito algo que no podía controlar. Pensé: "Esto está fuera de lugar". Abrí los ojos y miré a la congregación, frente a mí: a nadie más le temblaban las manos. Apreté mis manos firmemente, intentando detener los temblores ¡y entonces todo mi cuerpo comenzó a temblar! Recuerdo que trabé mis rodillas y traté de pararme con firmeza en un inútil intento de frenar el temblor que corría por todo mi cuerpo. Y entonces me caí al piso.

Algo extraño me sucedía y me dije: "Esto no tiene sentido; debo levantarme". Estaba en el piso, temblando incontrolablemente. Miraba a la congregación y ellos me miraban a mí. ¡Habían dejado de orar y todo era silencio! El pastor comenzó a dirigir algunos coros. Creo que no sabían qué hacer conmigo. En un momento lloraba y al otro reía. Me sentía apenado, sorprendido y sumamente feliz, todo al mismo tiempo.

Pensé: "Tengo que salir de aquí Intenté levantarme tres veces. La tercera vez dos líderes de la iglesia me ayudaron a ponerme en pie. El pastor asociado me sostenía, mientras el pastor bajó del púlpito y se paró a mi lado.

Llorando, le dije: "Pastor, no me deje interrumpir esta reunión; por favor sáqueme de aquí". Pero este pastor puso su brazo alrededor de mi hombro y me dijo: "No estás interrumpiendo, hermano. Esta es la presencia de Dios". Sus sencillas palabras fueron un bálsamo para mi alma.

Finalmente, dos hombres me ayudaron a caminar. Pensé que me llevarían a un cuarto apartado, pues deseaba desesperadamente estar a solas con Dios. Pero ellos tuvieron la mala idea de sentarme en primera fila.

Continué temblando y cada pocos minutos me caía al piso y alguien tenía que levantarme y sentarme en la silla. Entonces comencé a gritar. Como tenia mi pañuelo, me tapé la boca con él diciéndome: "No debo interrumpir esta reunión". Hice todo lo posible por refrenarme, pero cuanto más intentaba controlarme, más fuertes eran las olas del Espíritu Santo que venían sobre mí.

Tiempo después aprendí que eso que había experimentado era el fuego de Dios. Como ya describí en la introducción, este fuego santo es un toque directo de Dios que nos motiva a odiar el pecado y amar la pureza, con el propósito de ganar almas para el Reino. Es una pasión que consume y nos hace amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas. Ese día sentí literalmente que olas de poder cubrían mis huesos y mi cuerpo. Su gloria estaba allí. En aquel instante no sabía cómo llamarlo. Sin embargo, ahora sé que el fuego de Dios es muy bíblico. Cuando Juan el Bautista le estaba preparando el camino a Cristo, se refirió al bautismo de fuego cuando dijo: Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene detrás de mi, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego (Mateo 3: 1 l

En el verso siguiente, Juan dice: Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará (Mateo 3:12).

Su fuego es un fuego santo; no se apaga y quema el pecado de nuestras vidas. Los que no se sometan a su fuego, serán quemados completamente, como la paja desmenuzada. Su fuego arderá, ya sea en purificación o en juicio.

ENFRENTANDO A MIS SUEGROS

Sin pedirme permiso, alguien fue a la oficina de la iglesia y llamó al pastor de la iglesia donde me esperaban para predicar, y le dijo: "Parece que este hermano no va a poder predicar hoy". ¡Me tomó dos semanas poder llegar a esa iglesia para predicar!

Mientras estaba hundido en mi asiento de primera fila, pensaba: "-Oh, qué ola tan maravillosa del poder de Dios. Estoy seguro de que voy a predicar poderosamente esta mañana!" No tenía noción de que ya había pasado una hora y media. Hacia el final del servicio el pastor se me acercó, me ayudó a pararme y colocó el micrófono delante de mí, pues quería que ministrara un poco a la congregación. Al intentar hablar, me di cuenta de que no lo estaba haciendo correctamente. Sé que tengo un acento hispano cuando hablo en inglés, pero esto era peor.

Algunas personas se acercaron para recibir oración y noté que después de orar por ellos, algunos temblaban igual que yo. Me asusté; era demasiado para mí en un solo día. Luego, un hermano me hizo una pregunta un poco embarazoso; dijo: "Hermano, ¿necesita que alguien lo lleve a su casa ?" Le respondí: "Sí, pienso que lo necesito". Yo estaba con un coche prestado, y este hermano me llevó a casa en él.

Tenía una sola oración al llegar a la casa de mis suegros: mientras continuaba temblando, llorando y riendo, oré: "Señor, por favor no dejes que mis suegros me vean en este estado' Oraba para que no estuvieran en casa cuando yo 1 legara. Realmente oré con fervor. Permítame explicarle: mis suegros son cristianos que aman al Señor. Creo que estamos en el mismo reino, sólo que en diferentes vecindarios, y a través de los años hemos tenido cierto nivel de tensión teológico. Oré: "Señor, no permitas que esto sea causa de división'.

Cuando abrimos la puerta de la casa, mis suegros estaban parados frente a mí. Yo no podía caminar muy bien y el hermano que me había conducido a casa me sostenía para que no me caiga. No podía hablar con claridad, pero recuerdo que le dije a mi suegra: "Mamá, estoy bien, no te preocupes. Pero por favor no me mires". Inmediatamente mi suegra levantó sus manos al cielo; comenzó a llorar y alabar a Dios, y entró en un ayuno de tres días. Y cuando me iba acercando a mi habitación, para mi sorpresa, la escuché decir: "¡Esto es lo que necesitamos en nuestras iglesias!".

El hermano comenzó a hablarles y explicarles lo qué había sucedido, lo cual me dio la oportunidad de llegar finalmente hasta mi habitación. No podía caminar, pero podía arrastrarme y gatear. Comencé a subir lentamente las escaleras. Por fin llegué a mi habitación, en el segundo piso, y cerré la puerta. ¡Qué feliz me sentía de poder estar solo! Continué temblando y llorando y sin saber qué me sucedía. Dos horas después, las manifestaciones cesaron totalmente. Todo volvió a la normalidad y no tenía más temblores. Pensé: "Tengo muchas cosas que contarle a mi iglesia de La Plata". Creí que ése había sido el final de mi experiencia.

NO FUE UN TOQUE SINO UNA TRANSFORMACIÓN

Como creía haber vuelto a la normalidad, bajé a explicarles a mis suegros lo que me había ocurrido. Antes de poder hacerlo, mi suegra me puso enfrente un plato de comida y dijo: "¡Qué maravilloso es el Señor!", y cuando lo dijo sentí que la gloria del Señor volvía a caer sobre mí. Caí hacia atrás sobre el piso y comencé a temblar. Luego empecé a arrastrarme otra vez hacia las escaleras para llegar a mi habitación.

Debía confirmar a otro pastor de la zona que predicaría en su iglesia, pero no podía ni siquiera hacer una llamada telefónica. Yo pensaba: "Señor, si este fuego proviene de ti', ¿por qué no me estás dejando hacer mi trabajo? Debo estar ocupado, más ocupado que nunca". Sobre mi escritorio tenía una lista impresionante de cosas por hacer. Además, el boleto de avión era caro y sentía que mi responsabilidad era hacer cosas. Miraba la lista y la lista me miraba a mí. Deseaba ocupar mi tiempo para el Señor; pero el Señor tenía otros planes para mí. A El no le interesaba mi agenda. De hecho, ¡la hizo pedazos!

Esa noche fui a una reunión unida de varias congregaciones. Me senté en la parte posterior, y de pronto la presencia del Señor vino sobre mí y comencé a temblar incontrolablemente. Me dije: "No sé que va a pensar la gente si esta manifestación comienza otra vez 33 . Así que corrí a mi coche y continué temblando mientras conducía de una población a otra. Sólo deseaba llegar a la casa de mis suegros y esconderme allí.

Al Señor no le interesaba mi agenda:

¡La hizo pedazos!

Al día siguiente, la presencia del Señor era aún más poderosa. Comencé a planchar mi camisa a las 7 de la mañana, porque quería salir de la casa y hacer las cosas que tenía que hacer para Dios; pero no acabé de planchar mi camisa hasta cerca de las 3 de la tarde porque mientras planchaba la gloria del Señor llenaba el cuarto y yo caía al suelo en adoración.

LA MANIFESTACIÓN DE SU PRESENCIA

Dios no es igual a nosotros: El es más poderoso, por eso no cabe dentro de nuestros viejos moldes. Por eso no puedes tener un derramamiento del Espíritu Santo en tu vida y conservar los mismos odres. Debemos cambiar los odres antes de que el Espíritu pueda descender sobre nuestras vidas. Si estás muy aferrado a tus propios hábitos y patrones de vida y viene el Espíritu Santo, El romperá los odres viejos.

Los odres nuevos son diferentes porque se estiran. El Señor impartirá a muchos de ustedes una flexibilidad especial para el Espíritu Santo. Dirás: -"Señor, yo puedo estirarme; no importa que tenga más de 40, 50 o 60 años: en mi corazón hay lugar para Tu voluntad".

Mateo 3:11 dice: "El os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Hay tanta gente que dice: "Oh, recibí el Espíritu Santo hace quince años". Creo que el Espíritu Santo llega a nuestros corazones cuando recibimos a Jesús, ése es el comienzo.

Su presencia está con nosotros: no podríamos ser cristianos sin el Espíritu. Pero después viene el bautismo del Espíritu Santo. Cuando recibimos a Cristo, el Espíritu viene a morar dentro de nosotros. Cuando recibimos el bautismo del Espíritu, el Espíritu fluye y se desborda a través de nosotros. Pueden ocurrir diversas manifestaciones externas, según Dios disponga, pero la segura evidencia interna es el poder para testificar (vea Hechos 1:8) y una pasión renovada por Dios y por las almas.

De alguna forma hemos cometido el error de separar al bautismo del Espíritu Santo del fuego del Espíritu Santo. Debemos recordar las palabras de Juan el Bautista, quien no separó las dos cosas, sino dijo que Jesús nos bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego. Una cosa va con la otra. Estamos destinados a hacer grandes hazañas para Dios y a vivir vidas de pasión santa.

Muchos cristianos no producen fruto porque dicen: "Tengo el Espíritu Santo, pero no tengo el fuego. No tengo el fuego para las naciones, para mi ciudad o para mis familiares perdidos". Hermanos, El se está moviendo poderosamente como nunca antes, y se está manifestando a través de señales, milagros y prodigios. Creo que el Espíritu Santo es el mismo hoy, mañana y ayer, pero Él puede elegir cómo manifiesta Su presencia a Su pueblo. Él puede manifestar Su presencia a través de un maravilloso río de unción, pero también puede manifestar Su presencia mediante un abrupto fuego de Dios. Él está en el terremoto, y Él está en el silbo apacible.

La unción es dulce, y puede describirse como el depósito de dones y gracia que Dios coloca en nosotros. Es la presencia tangible de Dios para cumplir el ministerio. Pero el fuego es abrupto ¡y consumirá todo lo que tienes! El fuego agrega combustible a 1a unción y nos capacita para llegar a mayores niveles de santidad. El fuego nos da poder; la unción nos equipa.

Dios decide cómo elige manifestarse, pero sin duda el trato del Señor con su Iglesia es más fuerte en estos días. La Novia de Jesucristo está casi lista para el Esposo. El Espíritu Santo está planchando las últimas arrugas y está limpiando las manchas que aún quedan. ¡Está preparando una Iglesia hermosa para la gran boda entre Su Iglesia y nuestro Señor y Salvador Jesucristo!

¿Estás listo para que el Espíritu Santo interrumpa tu agenda y haga lo que El quiera? A veces decimos: "Señor, cambia mi vida, pero no cambies mi formalismo. No toques mi territorio seguro. Ésta es mi área de comodidad y no quiero que te acerques demasiado". ¡Pero el problema es que cuando oras por un avivamiento, lo recibes!

El Señor quiere descender con poder sobre cada persona. Sobre todos. Pero debemos dejar que el Espíritu Santo haga Su trabajo, a Su manera y en Su tiempo, porque el Señor Todopoderoso es soberano.

Los Grandes Avivamientos en la Historia


Los Grandes Avivamientos en la HistoriaPDFImprimirE-mail
Escrito por Administrator   
Miércoles, 31 de Diciembre de 2008 12:57

La Biblia en el libro de Habacuc 3:2 nos dice: “Oh Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer;” Si hay algo lo suficientemente poderoso para cambiar una nación, es un Avivamiento. Pero qué es:

Avivamiento revitaliza, trae autoridad, alista, entrena, llena de poder de Dios, trae arrepentimiento, hambre por su presencia, trae fuego al corazón, pasión, convicción, y disposición para ser usado por Dios.

Lo anterior pensaba Habacuc, avivar quiere decir, revivir lo apagado; si te dispones, Dios puede usarte para cambiar el destino de México, pues solo Dios puede realizarlo, y los puede llevar a cabo a través de ti.
Tomado del libro “Ríos de Avivamiento” Neil T. Anderson y Elmer L. Towns,Editorial Unilit
 
MARCO HISTÓRICO DEL AVIVAMIENTO.

Aquí trataremos de sintetizar como el Espíritu Santo se estuvo moviendo con gran poder en diferentes lugares en el mundo desde 1700 hasta la actualidad. Podemos señalar siete grandes avivamientos en la historia a partir de 1700; partiremos de las fechas proporcionadas por Neil Anderson en su libro “Ríos de Avivamiento.”

1. Primer gran Avivamiento (1729-1742)

Este se llegó a conocer en 1727 en Alemania y fue la raíz del Avivamiento en Gran Bretaña así como en E.U; hacía énfasis en predicar el evangelio. En esta época Dios usó a hombres como John Wesley, George Whitefield, Thedore Frelinghuysen, Johanathan Edwards, John Knox, este Avivamiento influyó por casi 5 décadas, los historiadores creen que el de Avivamiento salvo a Inglaterra de vivir lo ocurrido a Francia en la Revolución Francesa.

2. Segundo Gran Avivamiento. (1750- 1791)

Este se extendió por todo el mundo, empezó en Inglaterra a finales de 1791, se extendió a Europa. Comenzó con la unción evangelizadora al aire libre en E.U, ocurrían milagros extraordinarios en todas las reuniones, el poder de Dios era evidente, y la gente venía a Jesús por los milagros y el impacto causado a sus corazones.

3. Tercer Gran Avivamiento comienzos del siglo XIX (1800)

Fue un Avivamiento poderoso en el derramamiento del Espíritu Santo, en los años 1830 y 1840 en E.U y Europa; Dios se manifestó con gran poder y gloria.. El poder de Dios cayó sobre esa generación, pero principalmente avivó a la nueva generación.

4. Cuarto Gran Avivamiento (1850-1900)

En este mover de Dios, podemos ver a grandes hombres de Dios llenos del Espíritu Santo, con manifestaciones poderosas de milagros. Dios uso a siervos como: Jeremiah Canphier, John Alexander Dowie, Evan Roberts, Esteban Jeffrey, María Woodworth Etter.

5. Quinto Gran Avivamiento. Comienzos del siglo XX. (1900)

Avivamiento mundial del Espíritu Santo, en Australia y Nueva Zelanda (1902) Gales (1904) Corea (1905) Manchuria (1906) “Avivamiento evangélico más extendido de todos los tiempos” grandes hombres de Dios impactaron al mundo a través de sus ministerios, entre ellos: el Avivamiento de sanidad de Kansas con Charles Fox Parham, y de la Calle de Azusa con William Seymour, otros de poderosa convocatoria como Aime Semple McPherson, y Kathryn Kuhlman.

6. Sexto Gran Avivamiento. (1950- 1990)

Avivamiento de evangelismo misionero hacia., África, Asia y América latina. Este Avivamiento en los 70’ sacudió a la Iglesia en el mundo. Podemos citar a Billy Graham.

7. Avivamiento actual.

Dios se está moviendo en el mundo con poder y gloria como en: Estados Unidos en la Iglesia de Asambleas de Dios de Browsville, en Pensacola Florida con el pastor John Kilpatrick; considerada como una de las iglesias más avivadas del mundo en estos momentos, donde la presencia de Dios es tan fuerte, que 4 millones de personas de todo el mundo han venido para estar en ese lugar

En otros lugares del mundo Dios se está moviendo poderosamente como, Australia, Toronto, Guatemala, Argentina, por citar algunos. El Espíritu Santo se está moviendo en México, pero aún tiene mucho más, apenas esta naciendo el Avivamiento, lo que viene será más poderoso.

Dios está usando a grandes lideres y hombres de Dios para llevar el Avivamiento a todo el mundo, entre ellos podemos citar a: Wes Campbell, Alberto Mottesi, David Yonggi Cho, Luis Palau, Carlos Anacondia, Claudio Freidzon, Morris Cerulo, Dante Gebel, John Kilpatrick, Ralph Mahoney, Cindy Jacobs, Victor y Cris Richrads, Neil Anderson, Josué Irión, John Bevere,, Joe Rosa, Larry Hill, Sergio Scataglini, etc. ¡El próximo, puedes ser tú! Sólo, depende que le creas a Dios.
 

 

Biografía de Charles Finney El evangelista controversial



El evangelista controversial

En el otoño de 1821, un estudiante de leyes de veintinueve años de edad comenzó a buscar al Señor. Durante el pasado año un avivamiento se había extendido en su ciudad natal de Adams, Nueva York, y él había rehusado participar. Pero después comenzó a orar. Cuarenta años más tarde, recordó de esta manera su conversión: "El Espíritu Santo descendió sobre mí con tal fuerza que parecía que me traspasaba el cuerpo y el alma. La impresión fue como de una ola de electricidad que me traspasó enteramente. Parecía venir sobre mí en olas de amor, pues no lo pudiera expresar de otra manera. Parecía como el aliento mismo de Dios. Puedo recordar expresamente que parecía abanicarme, como inmensas alas. No tengo palabras para expresar el maravilloso amor que fue derramado en mi corazón".
Así comenzó el ministerio de Charles Grandison Finney (1792-1875), uno de los más destacados e influyentes evangelistas en la historia de los Estados Unidos.
El ministerio de Finney fue el apogeo del Segundo Gran Despertamiento (alrededor de 1792-1835). Vivió en la época de rápida expansión al Oeste, en que hubo un crecimiento de población sin precedentes. Los norteamericanos habían asimilado la doctrina del "Destino Manifiesto", y con ella el optimismo en los logros y el potencial humanos únicos en la historia. Finney era la personificación espiritual de ese ideal.
Resumiendo la importancia de Finney, Marcos Noll escribe: "Hay que reconocer que se debiera clasificar a Finney con Andrew Jackson, Abraham Lincoln, y Andrew Carnegie... como uno de los personajes públicos más importantes de la América del siglo diecinueve. Sin duda, entre la raza blanca de los Estados Unidos, sobresale, después de Jonathan Edwards, como una figura crucial en el mundo evangélico".

LOS PRIMEROS AÑOS
Poco después de su dramática conversión, Finney comenzó a estudiar bajo su pastor presbiteriano, George Gale. Éste lo animó a asistir al Seminario Princeton. Pero como no sentía gran respeto por la teología ni los teólogos, Finney escribió: "Llana y plenamente les dije que no me sometería a la influencia bajo la que ellos habían estado".
En sus memorias, Gale lo recuerda de otra manera: "Finney no asistió al seminario porque no pudo ser aceptado".
Por cualquiera razón, Finney no procuró hacerse de una educación teológica formal. Como resultado, su presbiterio lo puso bajo tutela de Gale y otro pastor. En 1823, Finney recibió licencia para predicar, y fue ordenado en 1824.
Durante este tiempo la Sociedad Misionera Femenil lo comisionó para que trabajara como evangelista en el laberinto de pueblos y aldeas en el noroeste de Nueva York. Allí Dios le concedió cierta medida de buen éxito.
En 1825, hubo un drástico cambio en su ministerio. Finney fue invitado a predicar en Utica, Nueva York. Utica quedaba cerca del recién escavado Canal Erie. Era una metrópolis del Oeste, en creciente desarrollo y de mucho movimiento. Durante dos años Finney predicó, con creciente efectividad, en Utica y las ciudades adyacentes de Rome y Syracuse.
Los métodos de Finney eran novedosos. No evangelizó como sus predecesores: Jonathan Edwards, George Whitefield, y Asahel Nettleton. Para tener conversiones, a propósito elevó el timbre emocional de las reuniones. Adoptó y popularizó la práctica metodista de llamar a los conversos a pasar al altar o sentarse en la silla del penitente para significar su decisión de seguir a Cristo. Para agotar a los oyentes y llevarlos a hacer una entrega, alargaba sus reuniones. A veces las reuniones duraban cuatro horas y más. Estas formas de manipulación no escaparon a los críticos.

CONFERENCIA EN NEW LEBANON
Finney tuvo considerable éxito, pero debido a sus nuevas medidas, se levantó mucha oposición. Sus principales oponentes fueron dos personajes de buena fama nacional: Lyman Beecher y Asahel Nettleton.
En el verano de 1827 se organizó una conferencia en New Lebanon, Nueva York, para tratar las diferencias. Según Iain Murray, la conferencia "no era cosa de estar a favor o en contra, no de la emoción, sino de la adopción de medios, además de la predicación y la oración, para provocaremoción".
Nettleton y Beecher estaban de un lado; Finney y sus seguidores del otro. Nettleton y Beecher se habían graduado de Yale. Ellos representaban la tradición teológica de New England de sus antepasados. Finney, sin educación académica, iba en dirección de cambio y de una interpretación personal de las Escrituras.
La Conferencia de New Lebanon culminó en un punto muerto. El que no pudieran censurar a Finney fue su victoria. Esto le dio la medida de respetabilidad que le hacía falta. Por primera vez las iglesias en las grandes ciudades de la costa Este abrieron las puertas a su ministerio. Desde el verano de 1827 hasta el otoño de 1829 tuvo campañas en Wilmington, Philadelphia, y Nueva York.

AVIVAMIENTO EN ROCHESTER
Desde el otoño de 1830 hasta el verano de 1831, el ministerio de Finney llegó a su punto culminante en Rochester, Nueva York. El Espíritu de Dios estuvo con él en gran poder. Como Utica, Rochester era un centro comercial de mucho movimiento, cerca del recientemente terminado Canal Erie. Tal era la manifestación del poder de Dios en la obra de Finney que los comerciantes de todo el distrito muchas veces cerraban sus puertas para asistir a las reuniones. En sus giras de iglesia a iglesia, grandes multitudes seguían a Finney.
Charles Hambrick-Stowe, un biógrafo de Finney, observa: "Muchos llegarían a decir que fue el más grande avivamiento local en la historia de los Estados Unidos". Citando a Beecher, continúa: "El avivamiento a escala nacional despertado por Rochester fue 'la mayor obra de Dios, y el más grande avivamiento religioso que el mundo jamás ha visto en tan corto tiempo'".
La campaña en Rochester también unió a los creyentes respecto de dos importantes asuntos sociales: temperancia y la abolición de la esclavitud. Ambos tendrían muy amplias implicaciones.

ESCRITURA Y ENSEÑANZA
En 1832, el fuego del avivamiento comenzó a desvanecerse y Finney asumió un pastorado en Nueva York. En 1835, el recién fundado Oberlin College (Ohio) lo invitó a ser su primer profesor de teología. Finney tenía cuarenta y tres años de edad y estaba agotado. En gran necesidad de descanso y con el sentir de que estaba ocurriendo un cambio en el ambiente espiritual, aceptó. Por el resto de su vida se dedicó a dictar clases en Oberlin y a conducir campañas en varios lugares, como en Nueva York, Boston, e Inglaterra.
Hasta entonces, Finney se había dedicado al evangelismo. Como no tenía obras publicadas, sus suposiciones teológicas eran relativamente desconocidas. Todo esto cambió en 1835, cuando Finney publicó sus Lectures on Revivals of Religion . En un resumen del contenido, Nathan Hatch escribe: "Finney lanzó una virulenta crítica de la ortodoxia calvinista, tirando a matar el sistema calvinista. Negó la implícita autoridad del saber, se burló de la impotencia de los cuidadosamente escritos sermones... y condenó el distante y elegante estilo de los ministros educados. Clamó contra la burocracia eclesiástica, particularmente las sutilezas teológicas y la caza de herejías que había llegado a caracterizar el coto presbiteriano... Finney pedía una revolución copernicana para que la vida religiosa se centrara en el público. Despreciaba el estudio teológico formal".
El problema consistía en que Finney escribió Revivals of Religion [Avivamiento de religión]cuando todavía era un ministro presbiteriano ordenado. Esto puso al descubierto su oposición a la teología de su propia denominación. Además, sus obras posteriores confirmaron que él creía en la posibilidad de una vida santa y sin pecado para los recién conversos, la negación de la imputación del pecado y la culpa de Adán, la habilidad humana de crear para sí una nueva naturaleza, el rechazo de la Expiación sustitutiva, y el poder de fabricar un avivamiento mediante ciertos métodos. En otras palabras, negó grandes secciones de la Confesión de Westminster que había jurado mantener. Él y Asa Mahan (1799-1889), el presidente de Oberlin College, más adelante compilaron estas ideas en lo que se conoce como "Teología Oberlin".
En 1837, sintiendo la presión de sus colegas presbiterianos, renunció a la denominación presbiteriana y se afilió a los congregacionalistas.
En 1851, bajo presión, Mahan renunció a la presidencia de Oberlin y la facultad con voto unánime pidió a Finney que asumiera ese cargo. Tenía entonces cincuenta y nueve años de edad. Finney mantuvo la presidencia hasta 1866, cuando renunció debido a su avanzada edad. Pero siguió dedicándose a la evangelización, y a la enseñanza en Oberlin, hasta su muerte en agosto de 1875.

EL MINISTERIO DE FINNEY
El ministerio de Finney fue único. En un tiempo cuando casi todos los pastores leían sus sermones, Finney predicaba sin notas, y generalmente sin prepararse. Se levantaba a hablar según el Espíritu lo inspiraba. Más adelante, se valió de un sencillo bosquejo para sus prédicas.
Finney despreciaba la preparación formal. A veces era criticado por su estilo de predicación tajante y sentenciosa.
Finney practicó muchas novedades. Como no creía en el pecado original, suponía que el hombre puede arrepentirse y volverse a Dios sin intervención sobrenatural. Por lo tanto, cualquier medida que pudiera provocar una decisión por Cristo era justificada. Caracterizaban su obra los llamados al altar, la práctica de orar públicamente por los inconversos que estaban presentes, y la exigencia a tomar una decisión inmediata de seguir a Cristo.
Aunque los metodistas, y algunos bautistas, ya habían estado practicando estos métodos, Finney los popularizó. Siguen en uso hoy. Como señala Murray: "Lo que sucedió allí [en la Nueva York occidental bajo Finney] llegó a marcar un hito en la historia evangélica, y trajo entre los líderes que también profesaban fe en la obra del Espíritu Santo, la primera gran controversia respecto del significado del avivamiento".
A su favor se dirá que Finney también motivó las aplicaciones sociales del evangelio. Finney, Mahan, y sus seguidores fueron algunos de los primeros líderes en el movimiento que abogaba por la abolición de la esclavitud. También asumió una firme postura contra la orden masónica.

LA TEOLOGÍA DE FINNEY
Finney fue un muy franco pelagiano. Sus otras creencias teológicas, que ya hemos mencionado, revelan su repugnancia a la preparación teológica. Un historiador resume así la teología de Finney: "El concepto de que un hombre no regenerado es gobernado por una naturaleza caída no tenía sentido... Una decisión de la voluntad, no un cambio de naturaleza, era todo lo que se requería para ser convertido... Si la conversión era el resultado de la decisión del pecador, y si era responsabilidad del predicador inducir esa decisión... entonces cualquier medida que llevara al inconverso hacia el punto de una instantánea y absoluta conversión tenía que ser buena".
Estas ideas eran contrarias a la ortodoxia de la época, que la mayoría había aceptado desde que el Mayflower arribara en Plymouth Rock en 1620.
¿De dónde sacó Finney estas ideas? Casi todos los historiadores señalan la influencia de Nathaniel William Taylor (1786-1858), profesor de teología en Yale. Los puntos de vista de Finney eran casi idénticos a los que se hallan en la "Teología New Haven" de Taylor, también denominadas la "Nueva Teología". "La voz era de Finney" —expresa Murray—, pero "el pensamiento era de Taylor". O, como lo expone Nathan Hatch: "Las abstracciones de la teología New Haven de pronto habían cobrado vida en el burdo y animado fanatismo de las Nuevas Medidas [de Finney]".
A la larga, la teología New Haven, popularizada por Finney, produjo división. En 1838, los presbiterianos se dividieron en la Antigua Escuela y en la Nueva Escuela. La primera representaba la tradición teológica que descendía de la Reforma hasta los Puritanos. La última expresaba la nueva teología de Taylor y Finney.

FORTALEZAS DE FINNEY
Los muchos puntos fuertes de Finney explican la manera poderosa en que Dios lo usaba. Una de sus fortalezas era su vida de oración. Era un hombre que oraba intensamente y por largas horas, una disciplina que necesitan los pastores. Finney pensaba que podía producir avivamiento mediante ciertos métodos, pero su vida de oración fue el mayor factor contribuyente. A menudo pasaba horas en oración, tanto antes como después de sus reuniones de avivamiento.
Su segunda fortaleza era la gran unción del poder del Espíritu Santo que descansaba sobre él. Cuando predicaba, los oyentes solían quedar en completo silencio. Luego llegaban a un profundo, prolongado, y penetrante sentido de pecado, lo cual resultaba en una gran conversión a Cristo, algo que por medios humanos era imposible explicar.
La tercera fortaleza de Finney era su ética laboral. Cuando conducía una campaña trabajaba dieciséis horas al día, siete días a la semana. Después de tan intenso esfuerzo, cada verano pasaba varias semanas en Nueva York, en la granja de sus suegros, para recuperar las fuerzas.
En cuarto lugar, el celo evangelístico de Finney no tiene precedentes. Amaba a la gente y se entregó desmesuradamente para que fueran salvos.

DEBILIDADES
Finney también tuvo debilidades que limitaron un prolongado servicio a la Iglesia, y en ciertos casos provocaron mucho daño entre los de poco criterio.
La primera fue su mentalidad de "llanero solitario": solamente yo y mi Biblia. Para Finney, la teología y la historia de la Iglesia eran territorio que no le interesaba mucho. Debido a esto, muchas veces era imposible enseñarle algo y no se dejaba corregir. (Hemos notado su indisposición de escuchar a sus mayores en la Conferencia de New Lebanon el verano de 1827.)
Por ejemplo, Finney escribió: "Hay mucha ignorancia en las iglesias respecto al tema de los avivamientos... Muy pocos tienen buen conocimiento del tema".14 Pero, desde 1790, se han suscitado grandes avivamientos en Norteamérica e Inglaterra. Probablemente el mayor avivamiento en la historia, el Gran Despertamiento, tuvo lugar bajo Whitefield, Edwards, y Wesley en los años 1740. Ignorando estos recientes sucesos, Finney supuso que él era el primero en comprender de veras el avivamiento.
"Finney comenzó su propia búsqueda religiosa — anota Nathan Hatch — , al negar la fuerza de la herencia de autoridad religiosa. Confiaba en su propio iluminado razonamiento, aunque no contaba con instrucción teológica". Esta postura lo excluyó de la histórica confesión cristiana en muchos de los importantes aspectos doctrinales. Ya hemos mencionado algunos de éstos.
Su segunda debilidad, que tiene mucho que ver con la primera, era la elevación de la razón por encima de la revelación. Finney exigía que muchos misterios bíblicos fueran traducidos a fórmulas racionales humanas. Finney luchaba por "ajustar las verdades del cristianismo a un tan armonioso sistema de pensamiento que no se violara los dictámenes de la razón — observa Murray — . Esto, como muchas veces dijo, era (después de la conversión de almas) la gran meta de su vida". Finney no podía aceptar misterios, como la congruencia de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre.

LECCIONES
Podemos aprender muchas lecciones de la vida de Finney. Primero, Dios se complace en usar vasos imperfectos. Dios perfeccionó su poder mediante las debilidades de Finney (2 Corintios 13:4). Esto debiera alentar a cada pastor. A pesar de las imperfecciones de Finney, Dios se complació en hacerlo su instrumento. A pesar de nuestras imperfecciones, Él se valdrá también de nosotros.
Segundo, necesitamos discernimiento. El poder sobrenatural de Dios no significa que aprueba todo lo que el hombre cree o hace. Dios ungió a Sansón aunque durmió con prostitutas filisteas. Dios ungió y amó a Charles Finney aunque rechazó la verdad del pecado original y de la Expiación sustitutiva.
Pero también es cierto lo opuesto. Los fracasos de un hombre no impiden que Dios obre por medio de él. Balaam era idólatra, pero Dios habló proféticamente por medio de él. Aprendemos de Finney a no rechazar el poder de Dios manifestado en un hombre sólo porque su vida o su doctrina sean imperfectas.
Tercero, nuestras suposiciones teológicas determinarán nuestra práctica. La teología New Haven de Finney determinó sus métodos evangelísticos. Él enfatizó demasiado el lugar de las decisiones humanas porque rechazó la verdad del pecado original. Su alta estima del hombre gobernó sus prácticas evangelísticas. De la misma manera, nuestras suposiciones teológicas determinan nuestras prácticas.
Cuarto, sea humilde. No sea un "llanero solitario". Lea la historia de la Iglesia y aprenda de ella. Estudie la teología de grandes pensadores del cristianismo, como Agustín, Calvino, Lutero, y Edwards. No se decepcionará, porque...
Dios escribe la Historia.

Por William P. Farley
William es pastor de Grace Christian Fellowship en Spokane, Washington. Es autor de For His Glory [Para su gloria], Pinnacle Press, y Outrageous Mercy [Escandalosa misericordia], Baker.

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Requisitos para un avivamiento Por Oswald Smith

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24)

Ésta ha sido la historia de la obra del avivamiento a lo largo de todos los siglos. Noche tras noche se han predicado sermones sin que ellos surtieran ningún efecto, hasta que algún anciano o diácono estalla en una agonía de confesión y, yendo a aquél al que ha dañado, le ruega perdón. O alguna mujer que ha sido muy activa en la obra, y que se hunde y en lágrimas de arrepentimiento confiesa públicamente que ha estado murmurando acerca de alguna otra hermana, o que no se habla con la persona al otro lado del pasillo. Entonces, cuando se halla hecho confesión y restitución, con la dura tierra derribada, el pecado al descubierto y reconocido, entonces y no hasta entonces, el Espíritu de Dios viene sobre la audiencia y un avivamiento desciende sobre la comunidad.
Por lo general hay tan solamente un pecado, un pecado que constituye el obstáculo. Había un Acán en el campamento de Israel. Y Dios señalará con Su dedo justo el lugar. Y no lo sacará hasta que se haya actuado con respecto al obstáculo.
¡Oh! entonces, roguemos primero con la oración de David cuando él clamó: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad” (Salmo 139:23, 24). Y tan pronto como el obstáculo del pecado haya sido eliminado del camino, Dios vendrá en un poderoso avivamiento.

Una ciudad de iglesias llena,
grandes y eruditos oradores,
bella música, órganos y coros;
si todos fallan, entonces ¿qué?
Buenos obreros, fervientes, deseosos,
que hora tras hora trabajan con ardor;
pero ¿dónde, oh, dónde, mi hermano,
está el todopoderoso hacer de Dios?

Refinamiento ¡educación!
Desean lo mejor.
Sus planes y designios, perfectos.
No se dan descanso alguno;
consiguen del talento lo mejor,
tratan de hacerlo superior,
pero, oh, hermano, su necesidad
es el Espíritu Santo de Dios.

Gastaremos nuestro dinero y tiempo
y predicaremos con sabiduría grande,
pero la simple educación
empobrecerá al pueblo de Dios.
Dios no quiere humana sabiduría,
no busca sonrisas ganar;
sino que, oh hermano ¡necesitamos,
que el pecado abandonado sea ya!

Es el Espíritu Santo
que el alma vivifica.
Dios no aceptará al hombre adoración,
ni aceptará el control humano.
Ni humana innovación,
ni habilidad o arte mundano,
podrán dar constricción,
ni quebrantar el corazón del pecador.

Podemos humana sabiduría tener,
grandes cantos y triunfos:
buen equipo podrá haber,
pero en esto no hay bendición.
Dios quiere un vaso puro y limpio,
labios ungidos y veraces,
un hombre del Espíritu llenado,
que proclame todo Su mensaje.

Gran Dios ¡avívanos en verdad!
y mantennos cada día;
que todos puedan reconocerte,
vivimos como oramos.
La mano del Señor no se ha acortado,
todavía es Su delicia bendecir,
si huimos de todo mal,
y todo nuestro pecado confesamos.

Nota: Este poema fue escrito por Samuel Stevenson que me introdujo por vez primera a algunos de los guerreros de la oración y que me enseñó muchas de estas grandes verdades

Los agentes que promueven el avivamiento.

Normalmente, hay tres agentes[2] que se usan en la conversión de un pecador, y un instrumento. Los agentes son: Dios, el pecador y otra persona que habla (predica) la verdad. La verdad misma es el instrumento. A veces, hay solamente dos agentes: Dios y el pecador.



3.1 Dios se usa a sí mismo en la conversión de pecadores, en dos distintas maneras: por su providencia y por su Espíritu.

3.1.1. Por su providencia, arregla los eventos en la vida de un pecador de tal manera que la mente de éste y la verdad se encuentren. O sea, Dios guía al pecador a un lugar donde escucha la verdad o la ve en la vida de otra persona. Es muy interesante escuchar el testimonio de cómo Dios ha obrado esto en las vidas de las personas, y de cómo Dios arregla todas los eventos a favor de un avivamiento. A veces usa algo temporal, una enfermedad u otra circunstancia para que el pecador esté dispuesto a darse cuenta de la verdad. A veces, Dios envía a un ministro al pecador… ¡justo al momento necesario! O, el pecador escucha una cierta verdad bíblica… ¡exactamente al momento oportuno!

3.1.2 Por su Espíritu Santo, Dios habla la verdad a la mente del pecador. Y pues Dios sabe todo lo que hay en la mente de una persona, y sabe la historia de él, puede usar la verdad que se precisa en ese momento. Además, Dios puede reforzar esa verdad con poder divino. Da tal fuerza, vida y poder a la verdad, que el pecador siente convicción y muchas veces se vuelve de su rebelión y se rinde al Señor. Bajo la influencia del Espíritu Santo, la verdad corta y quema como fuego en la conciencia. La verdad ungida con el Espíritu revela y quebranta el orgullo del pecador, como si un monte hubiera caído sobre él.

Si los hombres estuvieran dispuestos a obedecer a Dios por naturaleza, la sola lectura de la Biblia y la predicación de ella, hechas por los hombres, serían suficientes para que ellos aprendieran de Dios. Pero, pues los hombres son por naturaleza inclinados a rebelarse en contra de Dios, Dios usa su Espíritu Santo para iluminar la verdad y convencer a los pecadores; de tal manera que no pueden resistir; se rinden y se convierten.

3.2 Muchas veces, los hombres son agentes en la conversión de los pecadores. Los hombres no son los instrumentos en la conversión de pecadores. El instrumento es la verdad. Sin embargo, el predicador (u otra persona que habla a un pecador) es un agente que usa la verdad. Y la obra del predicador no se hace sin la voluntad de él mismo. Por esto, el predicador es un agente activo en la conversión de los pecadores.

3.3 El pecador mismo es un agente en su propia conversión, porque éste tiene que obedecer la verdad que entiende. Por esto, es imposible que se convierta un pecador sin ser él un agente en su propia conversión. Sin embargo, Dios y otro hombre (el predicador, por ejemplo) le influyen.

Los hombres influyen en otros no solamente por sus palabras, sino por sus miradas, lágrimas y los demás hechos de la vida diaria. Por ejemplo, si un hombre inconverso tiene una esposa piadosa, las miradas, la ternura, la compasión y la dignidad de ella le impactarán y serán un sermón para él en todo tiempo, porque ella ha sido moldeada y conformada a la imagen de Cristo. Si él no se esfuerza en pensar en otras cosas, toda la vida de ella le será un reproche y será igual de escuchar un sermón continuo.

Como seres humanos, estamos acostumbrados a leer el aspecto de nuestros vecinos. Y los pecadores siempre están leyendo el estado de la mente de los cristianos, fijándose en los ojos. Si los ojos de un cristiano demuestran liviandad, ansiedad o tristeza, los pecadores lo notarán. Pero si lucen del Espíritu Santo, los impíos lo notarán y muchas veces caen en la convicción, sólo por haber mirado al aspecto de un cristiano.

En cierta ocasión, un cristiano[3] fue a visitar una fábrica para ver la maquinaria que estaba allí. La mente de él estaba llena de pensamientos solemnes, pues recién había llegado de un avivamiento. Los trabajadores de la fábrica conocían al visitante y sabían que era cristiano fiel. Al pasar éste, mirando a la maquinaria, una joven trabajadora susurró algo tonto a su compañera, riendo. El cristiano lo escuchó y se paró, mirando a la joven con tristeza. Esa mirada le trajo tanta convicción a ella que no podía seguir trabajando. Trató de componerse, mirando la ventana. Una y otra vez trataba seguir trabajando, sin lograr nada. Después de varios intentos infructuosos, se sentó. Luego el cristiano se le acercó y habló con ella, lo cual hizo penetrar más profundamente la convicción.

De repente, como un fuego devorador, la convicción pasó por toda la fábrica, tanto que dentro de unas horas casi todos los trabajadores se sentían convencidos de pecado. El dueño, quien no era creyente, fue asustado, ¡tanto que pidió que todos parasen su trabajo y orasen! Dijo que era más importante que se salvará a los trabajadores, a que siguieran el trabajo. Y dentro de unos días, el dueño y casi todos los trabajadores se convirtieron.

Así, llegó el avivamiento, solamente por razón del serio comportamiento del cristiano. Sus ojos que lucían compasión y su aspecto solemne reprendieron la liviandad de esa joven y le trajeron la convicción del pecado. Una sola mirada trajo el avivamiento (por supuesto, es cierto que había otras influencias también) a una fábrica.

Todo esto digo para decir que si los cristianos entran profundamente en la religión, producirán grandes efectos a dondequiera que vayan. Pero si son fríos y bromistas, hacen huir la convicción de pecado.

Conozco a una persona que estaba bajo la convicción de pecado. Pero un día me percaté que casi toda la convicción se había ido de ella. Le pregunté qué había pasado, y ella me respondió que estuvo toda la tarde con algunos amigos que profesaron ser cristianos. Pero la verdad es que éstas fueron personas bromistas y frívolas: y así, por estar entre ellos, compartiendo en sus vanidades, causó que la convicción saliera de su corazón. Sin duda, esos profesores hipócritas, por su tontería, ayudaron a destruir a esa persona, porque la convicción del pecado nunca volvió a ella.

Concluyo esta sección diciendo que la iglesia tiene que usar el instrumento (la verdad) para que se conviertan los pecadores. Los pecadores no pueden convertirse por sí mismos. Es la responsabilidad de la iglesia promulgar la verdad y la responsabilidad del pecador recibirla. Así que, para traer el avivamiento, hay que difundir la verdad, presentándola a las mentes de los perdidos, y ellos tiene que escoger: recibirla y obedecerla, o resistirla y desecharla.

Un avivamiento de la religión genuina no es un milagro.

1.1 Un milagro es algo en que Dios interfiere para obrar, poniendo al lado las leyes de la naturaleza. En este sentido, el avivamiento no es un milagro, porque el mismo ocurre dentro de las leyes de la mente humana.

1.2 El avivamiento tampoco es un milagro según otra definición de milagro: algo que sucede sobrenaturalmente. De veras, el avivamiento puede ocurrir dentro de las leyes de la naturaleza, ocupando los poderes naturales de la mente humana. Cuando alguien se arrepiente, no está usando poderes sobrenaturales. Solamente está usando sus poderes naturales en una manera diferente, para la gloria de Dios.

1.3 Un avivamiento no depende de un milagro. Es solamente el resultado del debido uso de las habilidades naturales de arrepentirse y humillarse. No obstante, las medidas usadas para traer un avivamiento no producirán efectos sin la bendición de Dios. Es igual que una semilla. Las semillas no nacerán sin la bendición de Dios. No se puede decir que una cosecha ocurrió sin la bendición de Dios, pero a la vez es una de las leyes de la naturaleza que las semillas nacen, crecen y dan fruto. Así también es con el avivamiento: es el resultado de las leyes de la naturaleza, con la bendición de Dios.

Los apóstoles hicieron milagros, pero el avivamiento hubiera podido ocurrir sin ésos. El avivamiento ocurrió junto con los milagros, pero los avivamientos mismos no fueron milagros.

¿Cuáles son las leyes que las semillas obedecen para poder producir frutos? Simplemente son las que Dios ha puesto en la naturaleza. En la Biblia, la Palabra de Dios se compara con una semilla, y los resultados de ella se comparan con los frutos. Y igual que el fruto es el producto de las leyes de la naturaleza, el avivamiento es el producto de las leyes de la naturaleza.

Ojalá que esta verdad se profundice en tu mente, porque desde hace mucho tiempo se ha pensado que el avivamiento es algo muy peculiar, y el mismo no se puede producir sino por medio de un milagro. O sea, muchos piensan que el avivamiento no tiene nada que ver con lo normal, ni se puede producir por las leyes de “causa y efecto”. Esta doctrina es muy peligrosa y no tiene razón.

Imagínate que alguien hubiera enseñado a los agricultores que, pues Dios es soberano, él va a dar una cosecha solamente cuando él lo quisiera, y por esto será en vano cultivar la tierra y sembrar semilla. Pues, si tratamos de cultivar y sembrar, no estamos dejando todo en las manos del Soberano Dios. Además, no hay relación entre el sembrar y el cosechar.

¿Qué tal de esa doctrina? ¡Si los agricultores la hubieran creído, todos morirían de hambre!

El mismo resultado pasa si la iglesia cree que el avivamiento es sólo el regalo de la soberanía de Dios, y que no existen leyes de causa y efecto en el avivamiento. ¿Cuáles serán los resultados de esta doctrina? ¡Una y otra generación irían al infierno! Millones y millones de personas han ido al infierno mientras que la iglesia espera que Dios los salve sin usar las leyes de la naturaleza. ¡Ésta es la obra del diablo; el engañador! Porque la ley del avivamiento es igual a la del sembrar y cosechar.

Existe una verdad acerca de la soberanía de Dios que se debe notar. Es la de continuación: Lo que es necesario para la vida (la comida y el abrigo) siempre se puede conseguir fácilmente, siguiendo las sencillas leyes de la naturaleza. Lo de lujo es más difícil obtener, y lo que es dañino muchas veces necesita mucha labor[1]. Así es con lo espiritual también: para recibir bendiciones espirituales, solamente se tienen que usar las maneras que Dios nos ha dado.

Capturado por su fuego: La historia de un avivamiento


Algunas personas se acercaron para recibir oración y noté que después de orar por ellos, algunos temblaban igual que yo.
Básicamente, como pastor de una iglesia creciente de la capital de la provincia de Buenos Aires, pensé que estaba haciendo las cosas bien para el Señor, y suponía que todo lo que necesitaba para fortalecer mi ministerio era recibir un toque de El en estos lugares de avivamiento.

Sin embargo, había en mi corazón un clamor, una oración extraña que había estado haciendo durante los meses anteriores. Varias veces, mientras me encontraba de rodillas, me había oído a mí mismo decir: "Señor, si no traes otro avivamiento refiero morir; no deseo vivir más".

Entonces reprendí a mi alma, porque tengo tres hijos pequeños y una esposa maravillosa. Además, al ministerio no le iba tan mal, así que pensé: "¡No debo orar de esta manera, porque el Señor puede responder y llevarme con Él!'

Pero al día siguiente me encontraba orando las mismas cosas. Entonces entendí que el Espíritu Santo estaba poniendo en mi corazón una carga por el avivamiento; estaba desarrollando un hambre santo por el Señor. El predicador escocés John Knox solía decir, "Señor, dame Escocia o me muero"

Como muchos otros, oraba por el avivamiento, pero no me preparaba para recibirlo. Viajé a Pensacola, Florida, con la intención de visitar el avivamiento de la Iglesia Brownsville de las Asambleas de Dios. El derramamiento en esta iglesia había comenzado el Día del Padre, en 1995. Desde ese entonces, más de tres millones de personas han visitado ese avivamiento, y centenares de millares han renovado o entregado sus vidas a Cristo. Este avivamiento está marcado por un llamado profundo hacia el arrepentimiento.

No fui decepcionado por lo que vi en Pensacola. Me regocije en el Señor, viví horas de gloria y de bendición, y presencié cómo centenares de personas pasaron al frente para recibir a Cristo. Tuve una experiencia maravillosa en Pensacola y sentí que Dios me había tocado. Pero no tenía idea de cuán profundamente lo había hecho. Después de estar una noche en Pensacola, a la mañana siguiente partí muy temprano para Elkhart, Indiana, donde vive la familia de mi esposa y donde está instalada nuestra oficina ministerial de Estados Unidos.

CORRIENDO HACIA LA PRÓXIMA REUNIÓN

Llegué a Elkhart el viernes, y me sentía restaurado y renovado. La mañana del domingo, 18 de mayo de 1997, pasé a saludar brevemente a la congregación de Zion Chapel, que había sido nuestra iglesia cuando vivíamos en los Estados Unidos. Disponía solamente de unos minutos en el programa de esa mañana, pues luego predicaría otro visitante. De hecho, se suponía que me iría rápidamente para predicar en otra iglesia. Lo que no sabía era que el Señor tenía planes diferentes.

Compartí un saludo y entonces el pastor, Steve Chupp, dijo: "Pidamos al Pastor Sergio que pase al frente para que podamos orar por él antes de que se vaya a predicar a Maranatha Fellowship, y así les pueda llevar el fuego a ellos". Ésas fueron sus palabras. Él invitó a algunos jóvenes a que oraran por mí. (Tú sabes, amado lector, que los jóvenes son realmente peligrosos cuando están en las manos de Dios).

Varios jóvenes comenzaron a orar muy tranquilamente por mí mientras yo estaba parado enfrente del santuario, justo delante de la plataforma. Hasta ese momento todo ocurría normalmente y de acuerdo al boletín de la iglesia. Cerré los ojos mientras los jóvenes comenzaban a orar; mi mente no estaba en el avivamiento ni en nada semejante: estaba apurado por llegar a la otra iglesia para predicar. Pero de repente, mis manos comenzaron a temblar sin mi permiso, y no podía controlarlas.

Fui criado dentro de las Asambleas de Dios. Mi papá, Alberto Scataglini, era un líder prominente de las Asambleas de Dios en Argentina, donde sirvió como superintendente de la denominación y en varias otras funciones. En nuestra denominación (y especialmente con el entrenamiento que recibí de mi padre) cuando un pastor está en el púlpito, él está al control. Sí, dejamos que el Señor nos use, pero no dejamos que las cosas se salgan fuera de control. Como decía mi papá: "Si el pastor pierde el control, ¿qué sucederá con el resto de la congregación?"

Ése es un consejo sabio. Pero en este caso, por primera vez, me estaba sucediendo en el púlpito algo que no podía controlar. Pensé: "Esto está fuera de lugar". Abrí los ojos y miré a la congregación, frente a mí: a nadie más le temblaban las manos. Apreté mis manos firmemente, intentando detener los temblores ¡y entonces todo mi cuerpo comenzó a temblar! Recuerdo que trabé mis rodillas y traté de pararme con firmeza en un inútil intento de frenar el temblor que corría por todo mi cuerpo. Y entonces me caí al piso.

Algo extraño me sucedía y me dije: "Esto no tiene sentido; debo levantarme". Estaba en el piso, temblando incontrolablemente. Miraba a la congregación y ellos me miraban a mí. ¡Habían dejado de orar y todo era silencio! El pastor comenzó a dirigir algunos coros. Creo que no sabían qué hacer conmigo. En un momento lloraba y al otro reía. Me sentía apenado, sorprendido y sumamente feliz, todo al mismo tiempo.

Pensé: "Tengo que salir de aquí Intenté levantarme tres veces. La tercera vez dos líderes de la iglesia me ayudaron a ponerme en pie. El pastor asociado me sostenía, mientras el pastor bajó del púlpito y se paró a mi lado.

Llorando, le dije: "Pastor, no me deje interrumpir esta reunión; por favor sáqueme de aquí". Pero este pastor puso su brazo alrededor de mi hombro y me dijo: "No estás interrumpiendo, hermano. Esta es la presencia de Dios". Sus sencillas palabras fueron un bálsamo para mi alma.

Finalmente, dos hombres me ayudaron a caminar. Pensé que me llevarían a un cuarto apartado, pues deseaba desesperadamente estar a solas con Dios. Pero ellos tuvieron la mala idea de sentarme en primera fila.

Continué temblando y cada pocos minutos me caía al piso y alguien tenía que levantarme y sentarme en la silla. Entonces comencé a gritar. Como tenia mi pañuelo, me tapé la boca con él diciéndome: "No debo interrumpir esta reunión". Hice todo lo posible por refrenarme, pero cuanto más intentaba controlarme, más fuertes eran las olas del Espíritu Santo que venían sobre mí.

Tiempo después aprendí que eso que había experimentado era el fuego de Dios. Como ya describí en la introducción, este fuego santo es un toque directo de Dios que nos motiva a odiar el pecado y amar la pureza, con el propósito de ganar almas para el Reino. Es una pasión que consume y nos hace amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas. Ese día sentí literalmente que olas de poder cubrían mis huesos y mi cuerpo. Su gloria estaba allí. En aquel instante no sabía cómo llamarlo. Sin embargo, ahora sé que el fuego de Dios es muy bíblico. Cuando Juan el Bautista le estaba preparando el camino a Cristo, se refirió al bautismo de fuego cuando dijo: Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene detrás de mi, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego (Mateo 3: 1 l

En el verso siguiente, Juan dice: Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará (Mateo 3:12).

Su fuego es un fuego santo; no se apaga y quema el pecado de nuestras vidas. Los que no se sometan a su fuego, serán quemados completamente, como la paja desmenuzada. Su fuego arderá, ya sea en purificación o en juicio.

ENFRENTANDO A MIS SUEGROS

Sin pedirme permiso, alguien fue a la oficina de la iglesia y llamó al pastor de la iglesia donde me esperaban para predicar, y le dijo: "Parece que este hermano no va a poder predicar hoy". ¡Me tomó dos semanas poder llegar a esa iglesia para predicar!

Mientras estaba hundido en mi asiento de primera fila, pensaba: "-Oh, qué ola tan maravillosa del poder de Dios. Estoy seguro de que voy a predicar poderosamente esta mañana!" No tenía noción de que ya había pasado una hora y media. Hacia el final del servicio el pastor se me acercó, me ayudó a pararme y colocó el micrófono delante de mí, pues quería que ministrara un poco a la congregación. Al intentar hablar, me di cuenta de que no lo estaba haciendo correctamente. Sé que tengo un acento hispano cuando hablo en inglés, pero esto era peor.

Algunas personas se acercaron para recibir oración y noté que después de orar por ellos, algunos temblaban igual que yo. Me asusté; era demasiado para mí en un solo día. Luego, un hermano me hizo una pregunta un poco embarazoso; dijo: "Hermano, ¿necesita que alguien lo lleve a su casa ?" Le respondí: "Sí, pienso que lo necesito". Yo estaba con un coche prestado, y este hermano me llevó a casa en él.

Tenía una sola oración al llegar a la casa de mis suegros: mientras continuaba temblando, llorando y riendo, oré: "Señor, por favor no dejes que mis suegros me vean en este estado' Oraba para que no estuvieran en casa cuando yo 1 legara. Realmente oré con fervor. Permítame explicarle: mis suegros son cristianos que aman al Señor. Creo que estamos en el mismo reino, sólo que en diferentes vecindarios, y a través de los años hemos tenido cierto nivel de tensión teológico. Oré: "Señor, no permitas que esto sea causa de división'.

Cuando abrimos la puerta de la casa, mis suegros estaban parados frente a mí. Yo no podía caminar muy bien y el hermano que me había conducido a casa me sostenía para que no me caiga. No podía hablar con claridad, pero recuerdo que le dije a mi suegra: "Mamá, estoy bien, no te preocupes. Pero por favor no me mires". Inmediatamente mi suegra levantó sus manos al cielo; comenzó a llorar y alabar a Dios, y entró en un ayuno de tres días. Y cuando me iba acercando a mi habitación, para mi sorpresa, la escuché decir: "¡Esto es lo que necesitamos en nuestras iglesias!".

El hermano comenzó a hablarles y explicarles lo qué había sucedido, lo cual me dio la oportunidad de llegar finalmente hasta mi habitación. No podía caminar, pero podía arrastrarme y gatear. Comencé a subir lentamente las escaleras. Por fin llegué a mi habitación, en el segundo piso, y cerré la puerta. ¡Qué feliz me sentía de poder estar solo! Continué temblando y llorando y sin saber qué me sucedía. Dos horas después, las manifestaciones cesaron totalmente. Todo volvió a la normalidad y no tenía más temblores. Pensé: "Tengo muchas cosas que contarle a mi iglesia de La Plata". Creí que ése había sido el final de mi experiencia.

NO FUE UN TOQUE SINO UNA TRANSFORMACIÓN

Como creía haber vuelto a la normalidad, bajé a explicarles a mis suegros lo que me había ocurrido. Antes de poder hacerlo, mi suegra me puso enfrente un plato de comida y dijo: "¡Qué maravilloso es el Señor!", y cuando lo dijo sentí que la gloria del Señor volvía a caer sobre mí. Caí hacia atrás sobre el piso y comencé a temblar. Luego empecé a arrastrarme otra vez hacia las escaleras para llegar a mi habitación.

Debía confirmar a otro pastor de la zona que predicaría en su iglesia, pero no podía ni siquiera hacer una llamada telefónica. Yo pensaba: "Señor, si este fuego proviene de ti', ¿por qué no me estás dejando hacer mi trabajo? Debo estar ocupado, más ocupado que nunca". Sobre mi escritorio tenía una lista impresionante de cosas por hacer. Además, el boleto de avión era caro y sentía que mi responsabilidad era hacer cosas. Miraba la lista y la lista me miraba a mí. Deseaba ocupar mi tiempo para el Señor; pero el Señor tenía otros planes para mí. A El no le interesaba mi agenda. De hecho, ¡la hizo pedazos!

Esa noche fui a una reunión unida de varias congregaciones. Me senté en la parte posterior, y de pronto la presencia del Señor vino sobre mí y comencé a temblar incontrolablemente. Me dije: "No sé que va a pensar la gente si esta manifestación comienza otra vez 33 . Así que corrí a mi coche y continué temblando mientras conducía de una población a otra. Sólo deseaba llegar a la casa de mis suegros y esconderme allí.

Al Señor no le interesaba mi agenda:

¡La hizo pedazos!

Al día siguiente, la presencia del Señor era aún más poderosa. Comencé a planchar mi camisa a las 7 de la mañana, porque quería salir de la casa y hacer las cosas que tenía que hacer para Dios; pero no acabé de planchar mi camisa hasta cerca de las 3 de la tarde porque mientras planchaba la gloria del Señor llenaba el cuarto y yo caía al suelo en adoración.

LA MANIFESTACIÓN DE SU PRESENCIA

Dios no es igual a nosotros: El es más poderoso, por eso no cabe dentro de nuestros viejos moldes. Por eso no puedes tener un derramamiento del Espíritu Santo en tu vida y conservar los mismos odres. Debemos cambiar los odres antes de que el Espíritu pueda descender sobre nuestras vidas. Si estás muy aferrado a tus propios hábitos y patrones de vida y viene el Espíritu Santo, El romperá los odres viejos.

Los odres nuevos son diferentes porque se estiran. El Señor impartirá a muchos de ustedes una flexibilidad especial para el Espíritu Santo. Dirás: -"Señor, yo puedo estirarme; no importa que tenga más de 40, 50 o 60 años: en mi corazón hay lugar para Tu voluntad".

Mateo 3:11 dice: "El os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Hay tanta gente que dice: "Oh, recibí el Espíritu Santo hace quince años". Creo que el Espíritu Santo llega a nuestros corazones cuando recibimos a Jesús, ése es el comienzo.

Su presencia está con nosotros: no podríamos ser cristianos sin el Espíritu. Pero después viene el bautismo del Espíritu Santo. Cuando recibimos a Cristo, el Espíritu viene a morar dentro de nosotros. Cuando recibimos el bautismo del Espíritu, el Espíritu fluye y se desborda a través de nosotros. Pueden ocurrir diversas manifestaciones externas, según Dios disponga, pero la segura evidencia interna es el poder para testificar (vea Hechos 1:8) y una pasión renovada por Dios y por las almas.

De alguna forma hemos cometido el error de separar al bautismo del Espíritu Santo del fuego del Espíritu Santo. Debemos recordar las palabras de Juan el Bautista, quien no separó las dos cosas, sino dijo que Jesús nos bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego. Una cosa va con la otra. Estamos destinados a hacer grandes hazañas para Dios y a vivir vidas de pasión santa.

Muchos cristianos no producen fruto porque dicen: "Tengo el Espíritu Santo, pero no tengo el fuego. No tengo el fuego para las naciones, para mi ciudad o para mis familiares perdidos". Hermanos, El se está moviendo poderosamente como nunca antes, y se está manifestando a través de señales, milagros y prodigios. Creo que el Espíritu Santo es el mismo hoy, mañana y ayer, pero Él puede elegir cómo manifiesta Su presencia a Su pueblo. Él puede manifestar Su presencia a través de un maravilloso río de unción, pero también puede manifestar Su presencia mediante un abrupto fuego de Dios. Él está en el terremoto, y Él está en el silbo apacible.

La unción es dulce, y puede describirse como el depósito de dones y gracia que Dios coloca en nosotros. Es la presencia tangible de Dios para cumplir el ministerio. Pero el fuego es abrupto ¡y consumirá todo lo que tienes! El fuego agrega combustible a 1a unción y nos capacita para llegar a mayores niveles de santidad. El fuego nos da poder; la unción nos equipa.

Dios decide cómo elige manifestarse, pero sin duda el trato del Señor con su Iglesia es más fuerte en estos días. La Novia de Jesucristo está casi lista para el Esposo. El Espíritu Santo está planchando las últimas arrugas y está limpiando las manchas que aún quedan. ¡Está preparando una Iglesia hermosa para la gran boda entre Su Iglesia y nuestro Señor y Salvador Jesucristo!

¿Estás listo para que el Espíritu Santo interrumpa tu agenda y haga lo que El quiera? A veces decimos: "Señor, cambia mi vida, pero no cambies mi formalismo. No toques mi territorio seguro. Ésta es mi área de comodidad y no quiero que te acerques demasiado". ¡Pero el problema es que cuando oras por un avivamiento, lo recibes!

El Señor quiere descender con poder sobre cada persona. Sobre todos. Pero debemos dejar que el Espíritu Santo haga Su trabajo, a Su manera y en Su tiempo, porque el Señor Todopoderoso es soberano.

Los Grandes Avivamientos en la Historia


Los Grandes Avivamientos en la HistoriaPDFImprimirE-mail
Escrito por Administrator   
Miércoles, 31 de Diciembre de 2008 12:57

La Biblia en el libro de Habacuc 3:2 nos dice: “Oh Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer;” Si hay algo lo suficientemente poderoso para cambiar una nación, es un Avivamiento. Pero qué es:

Avivamiento revitaliza, trae autoridad, alista, entrena, llena de poder de Dios, trae arrepentimiento, hambre por su presencia, trae fuego al corazón, pasión, convicción, y disposición para ser usado por Dios.

Lo anterior pensaba Habacuc, avivar quiere decir, revivir lo apagado; si te dispones, Dios puede usarte para cambiar el destino de México, pues solo Dios puede realizarlo, y los puede llevar a cabo a través de ti.
Tomado del libro “Ríos de Avivamiento” Neil T. Anderson y Elmer L. Towns,Editorial Unilit
 
MARCO HISTÓRICO DEL AVIVAMIENTO.

Aquí trataremos de sintetizar como el Espíritu Santo se estuvo moviendo con gran poder en diferentes lugares en el mundo desde 1700 hasta la actualidad. Podemos señalar siete grandes avivamientos en la historia a partir de 1700; partiremos de las fechas proporcionadas por Neil Anderson en su libro “Ríos de Avivamiento.”

1. Primer gran Avivamiento (1729-1742)

Este se llegó a conocer en 1727 en Alemania y fue la raíz del Avivamiento en Gran Bretaña así como en E.U; hacía énfasis en predicar el evangelio. En esta época Dios usó a hombres como John Wesley, George Whitefield, Thedore Frelinghuysen, Johanathan Edwards, John Knox, este Avivamiento influyó por casi 5 décadas, los historiadores creen que el de Avivamiento salvo a Inglaterra de vivir lo ocurrido a Francia en la Revolución Francesa.

2. Segundo Gran Avivamiento. (1750- 1791)

Este se extendió por todo el mundo, empezó en Inglaterra a finales de 1791, se extendió a Europa. Comenzó con la unción evangelizadora al aire libre en E.U, ocurrían milagros extraordinarios en todas las reuniones, el poder de Dios era evidente, y la gente venía a Jesús por los milagros y el impacto causado a sus corazones.

3. Tercer Gran Avivamiento comienzos del siglo XIX (1800)

Fue un Avivamiento poderoso en el derramamiento del Espíritu Santo, en los años 1830 y 1840 en E.U y Europa; Dios se manifestó con gran poder y gloria.. El poder de Dios cayó sobre esa generación, pero principalmente avivó a la nueva generación.

4. Cuarto Gran Avivamiento (1850-1900)

En este mover de Dios, podemos ver a grandes hombres de Dios llenos del Espíritu Santo, con manifestaciones poderosas de milagros. Dios uso a siervos como: Jeremiah Canphier, John Alexander Dowie, Evan Roberts, Esteban Jeffrey, María Woodworth Etter.

5. Quinto Gran Avivamiento. Comienzos del siglo XX. (1900)

Avivamiento mundial del Espíritu Santo, en Australia y Nueva Zelanda (1902) Gales (1904) Corea (1905) Manchuria (1906) “Avivamiento evangélico más extendido de todos los tiempos” grandes hombres de Dios impactaron al mundo a través de sus ministerios, entre ellos: el Avivamiento de sanidad de Kansas con Charles Fox Parham, y de la Calle de Azusa con William Seymour, otros de poderosa convocatoria como Aime Semple McPherson, y Kathryn Kuhlman.

6. Sexto Gran Avivamiento. (1950- 1990)

Avivamiento de evangelismo misionero hacia., África, Asia y América latina. Este Avivamiento en los 70’ sacudió a la Iglesia en el mundo. Podemos citar a Billy Graham.

7. Avivamiento actual.

Dios se está moviendo en el mundo con poder y gloria como en: Estados Unidos en la Iglesia de Asambleas de Dios de Browsville, en Pensacola Florida con el pastor John Kilpatrick; considerada como una de las iglesias más avivadas del mundo en estos momentos, donde la presencia de Dios es tan fuerte, que 4 millones de personas de todo el mundo han venido para estar en ese lugar

En otros lugares del mundo Dios se está moviendo poderosamente como, Australia, Toronto, Guatemala, Argentina, por citar algunos. El Espíritu Santo se está moviendo en México, pero aún tiene mucho más, apenas esta naciendo el Avivamiento, lo que viene será más poderoso.

Dios está usando a grandes lideres y hombres de Dios para llevar el Avivamiento a todo el mundo, entre ellos podemos citar a: Wes Campbell, Alberto Mottesi, David Yonggi Cho, Luis Palau, Carlos Anacondia, Claudio Freidzon, Morris Cerulo, Dante Gebel, John Kilpatrick, Ralph Mahoney, Cindy Jacobs, Victor y Cris Richrads, Neil Anderson, Josué Irión, John Bevere,, Joe Rosa, Larry Hill, Sergio Scataglini, etc. ¡El próximo, puedes ser tú! Sólo, depende que le creas a Dios.
 

 

Biografía de Charles Finney El evangelista controversial



El evangelista controversial

En el otoño de 1821, un estudiante de leyes de veintinueve años de edad comenzó a buscar al Señor. Durante el pasado año un avivamiento se había extendido en su ciudad natal de Adams, Nueva York, y él había rehusado participar. Pero después comenzó a orar. Cuarenta años más tarde, recordó de esta manera su conversión: "El Espíritu Santo descendió sobre mí con tal fuerza que parecía que me traspasaba el cuerpo y el alma. La impresión fue como de una ola de electricidad que me traspasó enteramente. Parecía venir sobre mí en olas de amor, pues no lo pudiera expresar de otra manera. Parecía como el aliento mismo de Dios. Puedo recordar expresamente que parecía abanicarme, como inmensas alas. No tengo palabras para expresar el maravilloso amor que fue derramado en mi corazón".
Así comenzó el ministerio de Charles Grandison Finney (1792-1875), uno de los más destacados e influyentes evangelistas en la historia de los Estados Unidos.
El ministerio de Finney fue el apogeo del Segundo Gran Despertamiento (alrededor de 1792-1835). Vivió en la época de rápida expansión al Oeste, en que hubo un crecimiento de población sin precedentes. Los norteamericanos habían asimilado la doctrina del "Destino Manifiesto", y con ella el optimismo en los logros y el potencial humanos únicos en la historia. Finney era la personificación espiritual de ese ideal.
Resumiendo la importancia de Finney, Marcos Noll escribe: "Hay que reconocer que se debiera clasificar a Finney con Andrew Jackson, Abraham Lincoln, y Andrew Carnegie... como uno de los personajes públicos más importantes de la América del siglo diecinueve. Sin duda, entre la raza blanca de los Estados Unidos, sobresale, después de Jonathan Edwards, como una figura crucial en el mundo evangélico".

LOS PRIMEROS AÑOS
Poco después de su dramática conversión, Finney comenzó a estudiar bajo su pastor presbiteriano, George Gale. Éste lo animó a asistir al Seminario Princeton. Pero como no sentía gran respeto por la teología ni los teólogos, Finney escribió: "Llana y plenamente les dije que no me sometería a la influencia bajo la que ellos habían estado".
En sus memorias, Gale lo recuerda de otra manera: "Finney no asistió al seminario porque no pudo ser aceptado".
Por cualquiera razón, Finney no procuró hacerse de una educación teológica formal. Como resultado, su presbiterio lo puso bajo tutela de Gale y otro pastor. En 1823, Finney recibió licencia para predicar, y fue ordenado en 1824.
Durante este tiempo la Sociedad Misionera Femenil lo comisionó para que trabajara como evangelista en el laberinto de pueblos y aldeas en el noroeste de Nueva York. Allí Dios le concedió cierta medida de buen éxito.
En 1825, hubo un drástico cambio en su ministerio. Finney fue invitado a predicar en Utica, Nueva York. Utica quedaba cerca del recién escavado Canal Erie. Era una metrópolis del Oeste, en creciente desarrollo y de mucho movimiento. Durante dos años Finney predicó, con creciente efectividad, en Utica y las ciudades adyacentes de Rome y Syracuse.
Los métodos de Finney eran novedosos. No evangelizó como sus predecesores: Jonathan Edwards, George Whitefield, y Asahel Nettleton. Para tener conversiones, a propósito elevó el timbre emocional de las reuniones. Adoptó y popularizó la práctica metodista de llamar a los conversos a pasar al altar o sentarse en la silla del penitente para significar su decisión de seguir a Cristo. Para agotar a los oyentes y llevarlos a hacer una entrega, alargaba sus reuniones. A veces las reuniones duraban cuatro horas y más. Estas formas de manipulación no escaparon a los críticos.

CONFERENCIA EN NEW LEBANON
Finney tuvo considerable éxito, pero debido a sus nuevas medidas, se levantó mucha oposición. Sus principales oponentes fueron dos personajes de buena fama nacional: Lyman Beecher y Asahel Nettleton.
En el verano de 1827 se organizó una conferencia en New Lebanon, Nueva York, para tratar las diferencias. Según Iain Murray, la conferencia "no era cosa de estar a favor o en contra, no de la emoción, sino de la adopción de medios, además de la predicación y la oración, para provocaremoción".
Nettleton y Beecher estaban de un lado; Finney y sus seguidores del otro. Nettleton y Beecher se habían graduado de Yale. Ellos representaban la tradición teológica de New England de sus antepasados. Finney, sin educación académica, iba en dirección de cambio y de una interpretación personal de las Escrituras.
La Conferencia de New Lebanon culminó en un punto muerto. El que no pudieran censurar a Finney fue su victoria. Esto le dio la medida de respetabilidad que le hacía falta. Por primera vez las iglesias en las grandes ciudades de la costa Este abrieron las puertas a su ministerio. Desde el verano de 1827 hasta el otoño de 1829 tuvo campañas en Wilmington, Philadelphia, y Nueva York.

AVIVAMIENTO EN ROCHESTER
Desde el otoño de 1830 hasta el verano de 1831, el ministerio de Finney llegó a su punto culminante en Rochester, Nueva York. El Espíritu de Dios estuvo con él en gran poder. Como Utica, Rochester era un centro comercial de mucho movimiento, cerca del recientemente terminado Canal Erie. Tal era la manifestación del poder de Dios en la obra de Finney que los comerciantes de todo el distrito muchas veces cerraban sus puertas para asistir a las reuniones. En sus giras de iglesia a iglesia, grandes multitudes seguían a Finney.
Charles Hambrick-Stowe, un biógrafo de Finney, observa: "Muchos llegarían a decir que fue el más grande avivamiento local en la historia de los Estados Unidos". Citando a Beecher, continúa: "El avivamiento a escala nacional despertado por Rochester fue 'la mayor obra de Dios, y el más grande avivamiento religioso que el mundo jamás ha visto en tan corto tiempo'".
La campaña en Rochester también unió a los creyentes respecto de dos importantes asuntos sociales: temperancia y la abolición de la esclavitud. Ambos tendrían muy amplias implicaciones.

ESCRITURA Y ENSEÑANZA
En 1832, el fuego del avivamiento comenzó a desvanecerse y Finney asumió un pastorado en Nueva York. En 1835, el recién fundado Oberlin College (Ohio) lo invitó a ser su primer profesor de teología. Finney tenía cuarenta y tres años de edad y estaba agotado. En gran necesidad de descanso y con el sentir de que estaba ocurriendo un cambio en el ambiente espiritual, aceptó. Por el resto de su vida se dedicó a dictar clases en Oberlin y a conducir campañas en varios lugares, como en Nueva York, Boston, e Inglaterra.
Hasta entonces, Finney se había dedicado al evangelismo. Como no tenía obras publicadas, sus suposiciones teológicas eran relativamente desconocidas. Todo esto cambió en 1835, cuando Finney publicó sus Lectures on Revivals of Religion . En un resumen del contenido, Nathan Hatch escribe: "Finney lanzó una virulenta crítica de la ortodoxia calvinista, tirando a matar el sistema calvinista. Negó la implícita autoridad del saber, se burló de la impotencia de los cuidadosamente escritos sermones... y condenó el distante y elegante estilo de los ministros educados. Clamó contra la burocracia eclesiástica, particularmente las sutilezas teológicas y la caza de herejías que había llegado a caracterizar el coto presbiteriano... Finney pedía una revolución copernicana para que la vida religiosa se centrara en el público. Despreciaba el estudio teológico formal".
El problema consistía en que Finney escribió Revivals of Religion [Avivamiento de religión]cuando todavía era un ministro presbiteriano ordenado. Esto puso al descubierto su oposición a la teología de su propia denominación. Además, sus obras posteriores confirmaron que él creía en la posibilidad de una vida santa y sin pecado para los recién conversos, la negación de la imputación del pecado y la culpa de Adán, la habilidad humana de crear para sí una nueva naturaleza, el rechazo de la Expiación sustitutiva, y el poder de fabricar un avivamiento mediante ciertos métodos. En otras palabras, negó grandes secciones de la Confesión de Westminster que había jurado mantener. Él y Asa Mahan (1799-1889), el presidente de Oberlin College, más adelante compilaron estas ideas en lo que se conoce como "Teología Oberlin".
En 1837, sintiendo la presión de sus colegas presbiterianos, renunció a la denominación presbiteriana y se afilió a los congregacionalistas.
En 1851, bajo presión, Mahan renunció a la presidencia de Oberlin y la facultad con voto unánime pidió a Finney que asumiera ese cargo. Tenía entonces cincuenta y nueve años de edad. Finney mantuvo la presidencia hasta 1866, cuando renunció debido a su avanzada edad. Pero siguió dedicándose a la evangelización, y a la enseñanza en Oberlin, hasta su muerte en agosto de 1875.

EL MINISTERIO DE FINNEY
El ministerio de Finney fue único. En un tiempo cuando casi todos los pastores leían sus sermones, Finney predicaba sin notas, y generalmente sin prepararse. Se levantaba a hablar según el Espíritu lo inspiraba. Más adelante, se valió de un sencillo bosquejo para sus prédicas.
Finney despreciaba la preparación formal. A veces era criticado por su estilo de predicación tajante y sentenciosa.
Finney practicó muchas novedades. Como no creía en el pecado original, suponía que el hombre puede arrepentirse y volverse a Dios sin intervención sobrenatural. Por lo tanto, cualquier medida que pudiera provocar una decisión por Cristo era justificada. Caracterizaban su obra los llamados al altar, la práctica de orar públicamente por los inconversos que estaban presentes, y la exigencia a tomar una decisión inmediata de seguir a Cristo.
Aunque los metodistas, y algunos bautistas, ya habían estado practicando estos métodos, Finney los popularizó. Siguen en uso hoy. Como señala Murray: "Lo que sucedió allí [en la Nueva York occidental bajo Finney] llegó a marcar un hito en la historia evangélica, y trajo entre los líderes que también profesaban fe en la obra del Espíritu Santo, la primera gran controversia respecto del significado del avivamiento".
A su favor se dirá que Finney también motivó las aplicaciones sociales del evangelio. Finney, Mahan, y sus seguidores fueron algunos de los primeros líderes en el movimiento que abogaba por la abolición de la esclavitud. También asumió una firme postura contra la orden masónica.

LA TEOLOGÍA DE FINNEY
Finney fue un muy franco pelagiano. Sus otras creencias teológicas, que ya hemos mencionado, revelan su repugnancia a la preparación teológica. Un historiador resume así la teología de Finney: "El concepto de que un hombre no regenerado es gobernado por una naturaleza caída no tenía sentido... Una decisión de la voluntad, no un cambio de naturaleza, era todo lo que se requería para ser convertido... Si la conversión era el resultado de la decisión del pecador, y si era responsabilidad del predicador inducir esa decisión... entonces cualquier medida que llevara al inconverso hacia el punto de una instantánea y absoluta conversión tenía que ser buena".
Estas ideas eran contrarias a la ortodoxia de la época, que la mayoría había aceptado desde que el Mayflower arribara en Plymouth Rock en 1620.
¿De dónde sacó Finney estas ideas? Casi todos los historiadores señalan la influencia de Nathaniel William Taylor (1786-1858), profesor de teología en Yale. Los puntos de vista de Finney eran casi idénticos a los que se hallan en la "Teología New Haven" de Taylor, también denominadas la "Nueva Teología". "La voz era de Finney" —expresa Murray—, pero "el pensamiento era de Taylor". O, como lo expone Nathan Hatch: "Las abstracciones de la teología New Haven de pronto habían cobrado vida en el burdo y animado fanatismo de las Nuevas Medidas [de Finney]".
A la larga, la teología New Haven, popularizada por Finney, produjo división. En 1838, los presbiterianos se dividieron en la Antigua Escuela y en la Nueva Escuela. La primera representaba la tradición teológica que descendía de la Reforma hasta los Puritanos. La última expresaba la nueva teología de Taylor y Finney.

FORTALEZAS DE FINNEY
Los muchos puntos fuertes de Finney explican la manera poderosa en que Dios lo usaba. Una de sus fortalezas era su vida de oración. Era un hombre que oraba intensamente y por largas horas, una disciplina que necesitan los pastores. Finney pensaba que podía producir avivamiento mediante ciertos métodos, pero su vida de oración fue el mayor factor contribuyente. A menudo pasaba horas en oración, tanto antes como después de sus reuniones de avivamiento.
Su segunda fortaleza era la gran unción del poder del Espíritu Santo que descansaba sobre él. Cuando predicaba, los oyentes solían quedar en completo silencio. Luego llegaban a un profundo, prolongado, y penetrante sentido de pecado, lo cual resultaba en una gran conversión a Cristo, algo que por medios humanos era imposible explicar.
La tercera fortaleza de Finney era su ética laboral. Cuando conducía una campaña trabajaba dieciséis horas al día, siete días a la semana. Después de tan intenso esfuerzo, cada verano pasaba varias semanas en Nueva York, en la granja de sus suegros, para recuperar las fuerzas.
En cuarto lugar, el celo evangelístico de Finney no tiene precedentes. Amaba a la gente y se entregó desmesuradamente para que fueran salvos.

DEBILIDADES
Finney también tuvo debilidades que limitaron un prolongado servicio a la Iglesia, y en ciertos casos provocaron mucho daño entre los de poco criterio.
La primera fue su mentalidad de "llanero solitario": solamente yo y mi Biblia. Para Finney, la teología y la historia de la Iglesia eran territorio que no le interesaba mucho. Debido a esto, muchas veces era imposible enseñarle algo y no se dejaba corregir. (Hemos notado su indisposición de escuchar a sus mayores en la Conferencia de New Lebanon el verano de 1827.)
Por ejemplo, Finney escribió: "Hay mucha ignorancia en las iglesias respecto al tema de los avivamientos... Muy pocos tienen buen conocimiento del tema".14 Pero, desde 1790, se han suscitado grandes avivamientos en Norteamérica e Inglaterra. Probablemente el mayor avivamiento en la historia, el Gran Despertamiento, tuvo lugar bajo Whitefield, Edwards, y Wesley en los años 1740. Ignorando estos recientes sucesos, Finney supuso que él era el primero en comprender de veras el avivamiento.
"Finney comenzó su propia búsqueda religiosa — anota Nathan Hatch — , al negar la fuerza de la herencia de autoridad religiosa. Confiaba en su propio iluminado razonamiento, aunque no contaba con instrucción teológica". Esta postura lo excluyó de la histórica confesión cristiana en muchos de los importantes aspectos doctrinales. Ya hemos mencionado algunos de éstos.
Su segunda debilidad, que tiene mucho que ver con la primera, era la elevación de la razón por encima de la revelación. Finney exigía que muchos misterios bíblicos fueran traducidos a fórmulas racionales humanas. Finney luchaba por "ajustar las verdades del cristianismo a un tan armonioso sistema de pensamiento que no se violara los dictámenes de la razón — observa Murray — . Esto, como muchas veces dijo, era (después de la conversión de almas) la gran meta de su vida". Finney no podía aceptar misterios, como la congruencia de la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre.

LECCIONES
Podemos aprender muchas lecciones de la vida de Finney. Primero, Dios se complace en usar vasos imperfectos. Dios perfeccionó su poder mediante las debilidades de Finney (2 Corintios 13:4). Esto debiera alentar a cada pastor. A pesar de las imperfecciones de Finney, Dios se complació en hacerlo su instrumento. A pesar de nuestras imperfecciones, Él se valdrá también de nosotros.
Segundo, necesitamos discernimiento. El poder sobrenatural de Dios no significa que aprueba todo lo que el hombre cree o hace. Dios ungió a Sansón aunque durmió con prostitutas filisteas. Dios ungió y amó a Charles Finney aunque rechazó la verdad del pecado original y de la Expiación sustitutiva.
Pero también es cierto lo opuesto. Los fracasos de un hombre no impiden que Dios obre por medio de él. Balaam era idólatra, pero Dios habló proféticamente por medio de él. Aprendemos de Finney a no rechazar el poder de Dios manifestado en un hombre sólo porque su vida o su doctrina sean imperfectas.
Tercero, nuestras suposiciones teológicas determinarán nuestra práctica. La teología New Haven de Finney determinó sus métodos evangelísticos. Él enfatizó demasiado el lugar de las decisiones humanas porque rechazó la verdad del pecado original. Su alta estima del hombre gobernó sus prácticas evangelísticas. De la misma manera, nuestras suposiciones teológicas determinan nuestras prácticas.
Cuarto, sea humilde. No sea un "llanero solitario". Lea la historia de la Iglesia y aprenda de ella. Estudie la teología de grandes pensadores del cristianismo, como Agustín, Calvino, Lutero, y Edwards. No se decepcionará, porque...
Dios escribe la Historia.

Por William P. Farley
William es pastor de Grace Christian Fellowship en Spokane, Washington. Es autor de For His Glory [Para su gloria], Pinnacle Press, y Outrageous Mercy [Escandalosa misericordia], Baker.