Casi 500 musulmanes se casan con niñas menores de diez años
en Gaza
Mahoma se casó con una niña de seis años. Pero el Islam ha evolucionado en 1.500 años.
En la tierra de Hamas, en 2009, las novias tienen casi siete.
Hamas patrocinó un casamiento masivo para cuatrocientos cincuenta parejas. La mayoría
de los novios estaban en sus medianos veinte; la mayoría de las novias eran menores de
diez años.
Dignatarios musulmanes, incluyendo a Mahmud Zahar, un líder de Hamas, estaban
presentes para felicitar a las parejas que tomaron parte en la celebración, cuidadosamente
montada.
“Le estamos diciendo al mundo y a Estados Unidos que no nos pueden negar la dicha y la
felicidad”, les dijo Zahar a los novios, todos los cuales estaban vestidos con idénticos trajes negros, y provenían del cercano
campo de refugiados Jabalia. Cada novio recibió de Hamas un regalo de 500 dólares. Las prepúberes niñas, vestidas de
blanco y adornadas con chillones maquillajes, recibieron ramos de novia.
El Centro Internacional de Investigación Sobre Mujeres estima que, actualmente, hay 51 millones de niñas desposadas que
viven en el planeta tierra y casi todas en países musulmanes. 29% de esas niñas desposadas son golpeadas regularmente y
abusadas por sus esposos en Egipto; 26% sufren un abuso similar en Jordania.
Cada año, de acuerdo a UNICEF, tres millones de niñas musulmanas son objeto de mutilación genital. Esta práctica no ha sido
ilegalizada en muchas partes de Estados Unidos.
La práctica islámica de la pedofilia proviene del profeta Mahoma, que acumuló once esposas y muchas concubinas, después
de la muerte de su primera esposa Khadijah, en 619 D.E.
Después que la anciana esposa de Mahoma, Khadijah, murió en 619 D.E., él acumuló
once esposas. Coordinó las visitas a las tiendas de sus mujeres a lo largo de sus ciclos
menstruales. Su capacidad para la actividad sexual parecía no tener fronteras. Sahih
Bukhari, uno de los más reverenciados textos islámicos, dice: “El Profeta solía visitar a sus
esposas en forma cíclica, durante el día y la noche, y ellas sumaban once. Le pregunté a
Anas, “¿Tenía el Profeta la fortaleza para ello?” Anas respondió, “Solíamos decir que el
Profeta tenía la resistencia sexual de treinta hombres”.
Porque, en medio de esas delicias, el Profeta mantenía un establo de concubinas,
incluyendo a Reihana, su cautiva ‘judía’. Sus esposas y amantes estaban obligadas, por la
ley musulmana, a satisfacer sus necesidades sexuales en cualquier momento del día o de
la noche, y el Profeta se reservaba el derecho de disfrutarlas “desde su cabeza hasta la
planta de sus pies”.
Esto parecería no ser terrible para los estudiantes del Informe Kinsley, con excepción del
caso de Aisha, la esposa favorita de Mahoma. Aisha era la hija de Abu Bakr, el mejor amigo del Profeta y su más fiel seguidor.
Ni bien Mahoma posó sus ojos en Aisha, comenzó a fantasear con tener sexo con ella. Había un problema con esta fantasía.
Aisha, en ese entonces, era un pequeña niña de cuatro o cinco años, mientras Mahoma era un hombre de mediana edad de
cincuenta.
Y aún así, el Profeta no perdió tiempo en hacer realidad su fantasía. Cuando Aisha cumplió seis años, Mahoma le pidió a Abu
Bakr la mano de su hija en matrimonio. Abu Bakr pensó que esa unión sería impropia – no porque Aisha fuera simplemente
una pequeña sino más bien porque él se consideraba hermano de Mahoma. El Profeta dejó rápidamente de lado esta objeción
diciendo que la unión era perfectamente correcta a los ojos de Allah. Abu Bakr consintió. Y Mahoma tomó a la pequeña niña
como su nueva desposada.
Cuando estuvieron casados, Mahoma, en su misericordia, permitió que Aisha llevara sus juguetes, incluyendo sus muñecas, a
su nueva tienda. El casamiento fue consumado cuando Aisha tuvo nueve años y el Profeta cincuenta y tres. Los tres años del
período de espera no se debieron a la preocupación de Mahoma de no abusar de una niña sino, más bien, al hecho de que
Aisha contrajo cierta enfermedad que provocó la pérdida de su cabello.
La pedofilia no fue practicada sólo por Mahoma, sino también sancionada por el Corán. En el debate sobre el período de
espera requerido para determinar si una esposa está encinta antes del divorcio, el texto sagrado dice, “Si estás en duda en lo
concerniente a aquellas de tus esposas que han cesado de menstruar, sabe que su período de espera debe ser de tres meses.
El mismo período se aplica para aquellas que aún no han menstruado” (65:4).
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