Brown está muy familiarizado con todos los argumentos en contra de los relatos bíblicos, pero hoy en día se dedica a investigar y escribir sobre los aspectos científicos de las historia del Génesis.
Durante décadas, los libros de ciencias de las escuelas han enseñado que la tierra tiene millones de años y que todo comenzó con la explosión del Big Bang. Pero Walt Brown, director del Centro para la Creación Científica en el Estado de Arizona, puso en duda eso.
Se graduó en el Instituto Militar de Educación Superior en West Point, tiene un doctorado en Ingeniería Mecánica en el Massachusetts Institute of Technology, del cual es miembro.
Hoy en día él describe lo que hace como una “ciencia cristiana”, así que Brown, está muy familiarizado con todos los argumentos en contra de los relatos bíblicos, pero hoy en día se dedica a investigar y escribir sobre los aspectos científicos de las historia del Génesis.
Durante décadas, los hallazgos de Brown fueron ignorados por la comunidad científica y ninguna revista científica de renombre publicó sus textos. Sin embargo, ha llegado a la octava edición de su libro “En el principio: Pruebas convincentes de la Creación y el Diluvio,” (In the Beginning: Compelling Evidence for Creation and the Flood), donde se presentan los datos, compatibles con la teoría de la “hydroplate” que trata de probar que la tierra tiene características geológicas que sólo tienen 5.000 años de antigüedad y que los fósiles lo demuestran.
También afirma que el diluvio universal narrado en Génesis 7, fue el mecanismo que originó los fenómenos geológicos, astronómicos y los agentes biológicos que conocemos hoy en día.
La principal motivación que impulsó al profesor Brown de hacer estos estudios es su “misión” de proporcionarles respuestas científicas a los estudiantes cristianos que a menudo son impugnadas por las teorías darwinistas en el aula.
Para él, la fe puede estar acompañada de datos científicos observables y calculables. De acuerdo con su libro, la tierra era un lugar muy diferente antes del diluvio de Noé, los océanos eran mucho más superficiales y las montañas mucho más pequeñas. También muestra que no es casualidad que haya cerca de 230 informes, que demuestran una gran inundación en las diferentes culturas del mundo.
Casi todos ellos tienen muchos elementos comunes, entre ellos un sobreviviente y su familia y un barco. Brown afirma que “la profundidad del agua de 3.000 metros podría estar en todas partes”.
La combinación de los datos geológicos bíblicos, pretende mostrar cómo la Biblia habla acerca de los flujos de aguas subterráneas. “Alrededor de la mitad del agua que ahora tenemos en las cámaras de los océanos se encuentra a unos 10 kilómetros bajo la superficie de la Tierra”, explica Brown.
Fuerzas catastróficas empujaron bloques de tierra y piedra, formando montañas con cientos o incluso miles de metros de altura. “La corteza era antes una inundación de las aguas superficiales y subterráneas de los mares. Sin embargo, no todas las aguas subterráneas subieron a la superficie durante la inundación, dice el científico.
Según el profesor Brown, este cataclismo tuvo profundos efectos geológicos.”El agua corría tan alto que se fue por encima de la atmósfera, que se congeló y cayó en diversas partes del mundo, generando una enorme masa de frío extremo … Esta lluvia enterró, ahogó y congeló a la mayoría de los animales.
“El planeta todavía está lleno de muchas características topológicas que se formaron durante la inundación. La superficie inferior de los océanos son una evidencia de estos fenómenos.”Surcos profundos, con miles de kilómetros de longitud y varios kilómetros de profundidad, están en el fondo del Océano Pacífico occidental, en una zona frente al Océano Atlántico”, explica Brown.
El científico sostiene en su libro que la explicación evolutiva de que los cometas, asteroides o la actividad volcánica causaron la extinción de los dinosaurios es deficiente. Él dice que sólo una inundación en todo el mundo podría haber hecho esto.
Brown, también explicó que la densidad de masa de los fósiles podría ser que los restos de dinosaurios fueron sumergidos miles de años atrás, en una inundación y que el tejido óseo y el ADN encontrado en restos de los dinosaurios no podrían haberlo soportado durante millones de años.