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LOS FALSOS PROFETAS, Y LAS FALSAS COBERTURAS APOSTÓLICAS

 Cristo dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el cristo [el ungido]; y a muchos engañarán…Porque se levantarán falsos cristos (ungidos), y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt. 24: 4, 5; 24)

LOS FALSOS PROFETAS, Y LAS FALSAS COBERTURAS APOSTÓLICAS

Índice del Tema

1. Los falsos nuevos profetas

Según el Diccionario Bíblico, los falsos profetas, además de los que hablan en nombre de un dios falso (Dt. 18: 20; 1 R. 18: 19; Jer. 2: 8; 23: 13), son los que engañan invocando el nombre de Jehová (Jer. 23: 16-32).
Estos últimos son de tres clases: 
(I) Impostores, conscientes de su engaño; seducidos por su deseo de ser objeto de la consideración dada a los verdaderos profetas, y que son populares a causa de sus palabras que muchos gustan oír (1 R. 22: 5-28; Ez. 13: 17, 19; Mi. 3: 11; Zac. 13: 4)
(II) También entre ellos, están todos aquellos que son de hecho satanistas o similares que han entrado encubiertamente en la iglesias y en sus organizaciones y ministerios. Están perfectamente organizados piramidalmente, ocupando muchos lugares de preeminencia ministerial, sobretodo en el neopentecostalismo actual. Nadie puede darse cuenta de lo que en realidad son, a no ser que el Espíritu Santo los delate. Tienen a su disposición miles de demonios especializados en hacerles ver ante los demás como verdaderos siervos y siervas de Dios.
(III) Personas sinceras e incluso piadosas, fundándose en ocasiones sobre la Ley, pero persuadiéndose a sí mismas de haber sido llamadas por Dios al ministerio profético, cuando no es así. A pesar de su sinceridad, son falsos guías.
Bien, tal como ocurrió en el Antiguo Testamento, está ocurriendo hoy en día. En estos tiempos, no obstante, abundan más que nunca los falsos profetas.
Sea que sean conscientes, o no, siempre serán usados por el enemigo contra la iglesia.
Pensemos, que el pretender recibir nuevos mensajes de Dios, nos llevará a darle más valor a los mismos y dejar la Biblia en un segundo plano, y este es un gran peligro que se corre, sobretodo cuando se adjudica a los profetas y profetisas, o pretendientes a serlo, un peso superior al que deberían, según enseñan las Escrituras.
“Nuevos apóstoles” y “nuevos profetas” yendo de la mano
Para aquellos que creen y enseñan acerca de los “nuevos apóstoles y profetas”, dicen que ambos tienen que trabajar de la mano. Según ellos, los profetas son los que buscan de Dios la nueva revelación, la cual pasan a los apóstoles que la supervisan, modelan, ordenan, estructuran, y le dan forma de doctrina.
Una vez conseguido ese proceso, lo dan a conocer como dogma a todos los pastores o ancianos que tienen bajo su supervisión, esperando que estos lo enseñen a sus congregaciones como Palabra de Dios.
Ese es el método que la iglesia católica romana ha empleado desde que existe como tal a través de sus concilios y las declaraciones ex cátedra de sus “infalibles” papas. ¿Qué diferencia habría entonces? Ninguna de hecho.
Esta actuación contradice directamente lo enseñado por la misma Biblia, cuando se refiere a todos los creyentes como tenedores de la unción del Santo, y no ignorantes de todas las cosas, ni de la verdad (1 Juan 2: 20, 21), o cuando se nos asegura que todos los creyentes somos sacerdotes pertenecientes al sacerdocio real y universal (1 Pedro 2: 9)
¡Un gran problema tenemos cuando se levantan “ungidos e infalibles” instructores de carne hueso que pretenden darnos nueva revelación!
Lo nuevo, lo novedoso… ¿lo bueno?
En el sentido que venimos argumentando, John Eckhardt, defensor del nuevo mover apostólico como lo llaman, claramente y sin ambages asegura acerca de esos nuevos apóstoles, diciendo: “Ellos son a menudo los primeros en predicar ciertas revelaciones que Dios está dando a conocer a la Iglesia…Un apóstol puede venir y establecer nueva revelación” (1) (2) Ciertamente, lo declarado por Eckhardt contradice abiertamente la misma Palabra, ya que no se puede “establecer nueva revelación”.
Claramente la Biblia nos advierte que no se puede quitar de la misma, ni añadir a la misma (Deut 4: 2; 12: 32; Prov. 30: 5, 6; Ap. 22: 19). Si así se hace, necesariamente esa nueva revelación no vendrá del Espíritu Santo, y si no viene de Él, entonces es doctrina de demonios (1 Ti. 4: 1).
Lo que enseñan como verdad de Dios muchos de esos maestros, no deja de ser un idilio con el engaño expresado en su momento por el mismo diablo en el jardín del Edén, prometiendo a la humanidad dominio sobre la vida (Gn. 3: 4), y conocimiento sin límites (Gn. 3: 5).
Entre otras herejías, estos hombres enseñan que la Iglesia, organizada bajo un Gobierno autocrático piramidal, va a dominar el mundo entero, llamándole a eso la “dispensación del reino”, pasandode la dispensación de la iglesia mortal, a la de la iglesia inmortal.” (3) y con un conocimiento (o revelación) constante y en aumento, eso sí, a través de algunos escogidos de entre todos los cristianos, a los que se les llama ungidos (ver Mt. 24: 24)
En realidad, estos hombres que dicen ser arquitectos de un nuevo paradigma, los cuales han prometido un río, en realidad han vendido a la Iglesia un pozo seco (4)

“Falso apóstol John Eckhardt”

“Falso apóstol John Eckhardt”
Adornando el pastel 
Estos nuevos profetas y profetisas, así como sus aprendices de turno, para dar a conocer e impactar con sus mensajes, utilizan un lenguaje muy saturado de expresiones grandilocuentes y de amplio barniz escritural. Siempre, invariablemente y sin dudar, antes de dar su profecía, dicen: “¡Así dice el Señor!” o, “¡El Señor te dice!”. Eso produce en el oyente un efecto poderoso. Si lo que va a decir el profeta o la profetisa es la palabra de Dios, entonces habrá que prestar atención para obedecer…Esto, al oyente temeroso de Dios, le quita la libertad de escoger, casi le obliga a aceptar el mensaje sin más.
Luego vienen las supuestas profecías, que suelen ser así: “Así dice el Señor: Te he llamado a ser un líder en mi ejército y llevar a mi pueblo a un nuevo nivel; toma tu autoridad y decláralo al mundo espiritual” U otro ejemplo: “Te he llamado en esta hora para que no retrocedas sino que avances en una nueva dimensión espiritual; a tus palabras le seguirán señales y milagros, porque yo estoy ungiendo en este día tu ministerio con un nuevo poder creativo y la autoridad que viene de mi trono…etc. etc.” Antes de avanzar con esta argumentación, cabe decir que hoy en día el profetizar continúa tal y como el apóstol Pablo enseñó a los Corintios (1 Co. 14: 1-3), y nada ha cambiado en este sentido, pero no estamos hablando de esto, sino de lo burdo espiritual como lo mencionado justo arriba.
Estamos advirtiendo acerca de los falsos profetas que profetizan “lo bueno”, y “lo nuevo” utilizando siempre expresiones impresionantes que suenan a gloria, pero que están muy carentes de la verdad y realidad de Dios. Por eso nos va a ser muy necesario aprender a discernir.
Demos ejemplo: Cualquier profeta o profetisa que exalte todo posicionamiento dominionista, acerca de nuestra autoridad aquí en la tierra para levantar el Reino y reinar en este tiempo sin estar Cristo presente, o por el estilo, es un falso profeta o profetisa.
Cualquier profeta y profetisa que exalte el ego de la persona a la que se dirige la profecía; diciéndole que va a tener una unción mayor que todos, que va a hacer grandes milagros, más que la mayoría, que va a conquistar las naciones y ser profeta a las naciones, etc. etc. es un falso profeta o profetisa o actúa como tal.
Recuerdo los mensajes de una afamada profetisa norteamericana que venía muy a menudo a España. Profetizaba a todos los presentes en un congreso cosas así: “Así dice el Señor: El avivamiento llegará en el año 2003 a España” (el año 2003 llegó, y pasó, y no ocurrió nada). Curiosamente, el mismo mensaje lo dio Benny Hinn cuando vino a Barcelona hace ya varios años.
La profetisa en cuestión dijo en una ocasión en un congreso en Madrid, España hace algunos años: “Pastores y líderes, no se preocupen, porque dice el Señor, dice, que el dinero viene, ¡viene! Y viene de Alemania, para que compren sus templos y no tengan ya que alquilarlos”. Jamás ocurrió tal cosa.
A todos sin excepción les predicaba “lo bueno”, y en aquella ocasión, a los gitanos españoles cristianos, que estaban allí, muchos en número, les dijo de parte del Señor que se prepararan porque el Señor les mandaba ir al Medio Oriente, (5) a ¡¡Irak, a predicar el Evangelio, justo durante la guerra en su mayor apogeo!!  
Ese tipo de profecía, tan común en los círculos dominionistas/neo-reformistas, se parece tanto a lo expresado por el profeta Jeremías, cuando de parte de Dios exclamó: “…desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 8: 10, 11)
Quieren complacer a muchos, cuando estos buscan que se les profeticen “lo bueno” y no lo correcto: “No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras” (Isaías 30: 10) No en vano la Palabra nos insta a examinarlo todo, que significa, ponerlo a prueba, y sólo retener lo bueno (1 Ts: 5: 21)

“La dominionista Cindy Jacobs”

“La dominionista Cindy Jacobs”

2. Cuidado con las falsas “coberturas”

No obstante, la seguridad y convicción con la que actúan tras los púlpitos y sobre las plataformas multitudinarias no deja de asombrarnos. Son capaces de llamar nuestra atención, y convencernos de que necesitamos su ministerio, que sin él, nos quedamos extremadamente cojos, y por supuesto, ¡sin cobertura!
Por cierto, la palabra cobertura no he podido encontrarla en la Biblia. Un muy amigo mío, pastor de una pequeña, pero espiritualmente poderosa congregación, había estado por algunos años bajo la “cobertura” de un supuesto apóstol; y digosupuesto apóstol, porque ese varón no fundó la iglesia de mi amigo. En un momento dado, mi amigo, que en aquel entonces todavía creía en el supuesto ministerio de esos apóstoles busca-iglesias, le pidió que supervisara su congregación.
Pasaron algunos años, y mi amigo aprendió, maduró, y llegó a sus conclusiones. Decidió, por tanto, junto con su presbiterio, que había llegado el momento de avanzar en otra dirección que la propuesta por su “apóstol”. Se lo comunicó, y… ¡cual sería su sorpresa cuando ese varón “apóstol” no aceptaba su decisión, sino que por tiempo estuvo porfiando con él, hasta que, acabados sus recursos dialécticos, casi metiéndole miedo en el cuerpo, por cuanto iba a perder “su cobertura” sobre la iglesia de mi amigo, finalmente tuvo que asumir, aunque a regañadientes, la decisión de mi amigo junto con el resto de los ancianos!
La bandera de la “cobertura” fue la que hizo ondear con más fuerza ese varón contra mi amigo. Ese tiempo, fue terrible, porque él deseaba hacer la voluntad de Dios, y esa es la razón por la cual tuvo que enfrentarse a ese hombre, habiendo querido evitar todo tipo de polémica, pero no siendo eso posible. 
Nunca se sale en paz cuando se renuncia a ese tipo de “apóstol”.
La Palabra nos insta a estar en una iglesia local y no dejar de congregarnos, (He. 10: 25), en ese contexto, el creyente está bajo el cuidado y protección del Espíritu Santo, porque está cumpliendo con el requisito escritural. Cada congregación madura y establecida, es soberana (Ap. 2 y 3); es guiada por el Espíritu Santo, y el Señor la protege y cuida. Por eso digo, ¡cuidado con las coberturas! Porque la mayoría de las veces, no son tales coberturas, sino ataduras.
La excepción es la de esos verdaderos enviados que predican el Evangelio allí donde son enviados, se convierte gente, y se empieza una congregación. Evidentemente, en los primeros años de andadura como iglesia local, la verdadera y eficaz cobertura, no sólo de ese misionero, sino de la iglesia que le envía, será más que útil y deseable.

“Falso apóstol Guillermo Maldonado, haciendo el gesto que ustedes pueden ver”

Falso apóstol Guillermo Maldonado, haciendo el gesto que ustedes pueden ver”
Entrometiéndose
Pero el asunto va mucho más lejos que el de la simple cobertura. El asunto es un asunto de acción y de verdadera intromisión en la labor de las iglesias locales. No obstante, estos hombres están convencidos de su llamamiento divino en este sentido: “Un nuevo gobierno sacerdotal está siendo establecido que sólo puede ser comparado con el que existe en la jerarquía de la iglesia católica romana a lo largo de la historia. Son llamados los “ungidos”, “apóstoles y profetas” y la Iglesia debe oírles, permitirles que ministren, y dejarles sanar y cumplir con la comisión de ella. Sin ellos, no podremos completar nuestra comisión para Jesús; así enseñan” (6)
Este nuevo movimiento apostólico/profético está dirigido a promocionar todo lo que de control e imposición había en el movimiento llamado en inglés discipleship/shepherding (*)bajo el título y excusa del crecimiento numérico eclesial. Así pues, el deseo y ambición de crecimiento es uno de los motores que impulsan a muchos a creer casi cualquier cosa con tal de obtener resultados, siguiendo de hecho la pauta maquiavélica de que el fin justifica los medios.
(* Discipleship/shepherding fue – y sigue siendo – una manera de entender el discipulado, expresado en un gran control e imposición sobre el individuo, teniendo éste que dar cuentas a su líder absolutamente de todo relacionado con su vida. La libertad del individuo, ya no era más)

“Discipleship/shepherding: sometimiento y rendición de la voluntad; filosofía jesuita”

“Discipleship/shepherding: sometimiento y rendición de la voluntad; filosofía jesuita”
Imprescindibles hombres
Acerca de estos profetas modernos, dice Bill Hamon: “El ministerio de ellos será aclarado e irá en aumento hasta que toda la verdadera Iglesia presente en el mundo les reconozca como que son ordenados por Dios y son dones de Dios para la Iglesia” (7)
¡Realmente, han entrado pisando fuerte! Así pues, se pretende que toda la Iglesia de Jesucristo siga las instrucciones y revelaciones pretendidamente de Dios; sus palabras han de ser la guía que las iglesias deben seguir. Lamentablemente, esto está ya ocurriendo. Muchos maestros y pastores de congregaciones comunes y corrientes, todos bien intencionados y amantes del Señor, no se aperciben de que enseñan, entre otras, cosas de una gran trascendencia extra y anti bíblica, aprendidas de esos hombres y mujeres, quizás porque las han oído de ellos mismos, de otros pastores, o en la “TV cristiana”, o en la “radio cristiana”, en ciertas publicaciones, en congresos de “avivamiento” o “proféticos”, por internet, etc. etc. Han sido impactados por las palabras y el espíritu de ellos, aun y sin percatarse.
Se enseñan conceptos o doctrinas que no se encuentran reflejadas en la Escritura, y se les da mayor importancia que la Escritura en sí, a muchas de ellas. Un ejemplo de esto último, entre los numerosos mensajes hoy en día, sería justamente el levantamiento y justificación de ese mover presuntamente apostólico profético del que estamos hablando.
Pensemos que cualquier revelación extrabíblica, según sea el contenido de la misma, niega la suficiencia de la Biblia (Jn. 8: 31, 32; 2 Ti. 3: 16, 17; 2 Pr. 1: 3) Pero como apuntaba Hamon, “ese nuevo conocimiento revelado a esos profetas, propio de las “cosas nuevas” que Dios está haciendo en estos últimos días, nos será necesario”.
Según se nos dice, no podemos llegar a estar completos y equipados para toda buena obra solamente con la revelación de la Biblia. Para afrontar los nuevos desafíos que vienen sobre el mundo y la Iglesia, vamos a necesitar a esos profetas y apóstoles ungidos para que nos dirijan, y de ese modo poder obtener ese esperado “avivamiento mundial”, y consecuentemente poder “conquistar y dominar las naciones para Cristo”. Así dicen, y aseguran… ¡pero no les creemos! Mienten.

“Falso apóstol Bill Hamon”

“Falso apóstol Bill Hamon”
¿Orden divino?
Sigue diciendo Hamon al respecto: “La total restauración de los apóstoles y los profetas en la Iglesia, traerá el orden divino, unidad, pureza y madurez al encarnado (*) cuerpo de Cristo” (8). Prestemos atención a ese “orden divino”.
John Eckhardt, también habla sobre ese “orden divino”: “Todo lo que pido es que permanezcamos abiertos a escuchar de parte de Dios lo que tiene que ver con cómo encajar en el orden divino (9) Esta es una expresión que se oye muy a menudo de parte de estos hombres y mujeres.
(*) Nótese que ese “encarnado”, es decir, hecho carne, cuerpo de Cristo, al que heréticamente se refiere Hamon, no es sino la falsa creencia de que Cristo está “encarnado” o “corporizado” en la Iglesia, sobretodo a través de los “ungidos”.
Pero ese presunto orden divino no es más que el “Nuevo Orden” que en esencia es tan viejo como el mensaje de la serpiente del Génesis, y que pretende transportar a la Iglesia de Jesucristo, engañándola, a los pies de la Bestia Anticristo, a través de su Falso Profeta (Ap. 13); insisto: pretenden, sólo pretenden, pues su fracaso final será estrepitoso, ya que poderoso es Dios para salvaguardar a los Suyos.

Concluyendo

Todavía se habla de “avivamiento mundial”, y lo que ocurre, es que contrariamente, una mayoría de creyentes profesantes ni siquiera lee la Biblia, y consecuentemente, no la conoce. Creen que “avivamiento” es ver a muchos en muchos Congresos y Conferencias;  mucho emocionalismo; y mucha música… Pero sólo es parafernalia, poco más.
El pastor y el maestro tienen la responsabilidad ante Dios de enseñar la sana doctrina desde el púlpito, pero el oyente tiene exactamente la misma responsabilidad ante Dios en cuanto a cerciorarse de que esa enseñanza es como deba ser, para ser aceptada y creída, o si no, desechada, pero… ¿cómo lo harán, si no leen ni conocen suficientemente la Biblia?
SOLI DEO GLORIA
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España
www.centrorey.org
Octubre 2013
Citas:

1. John Eckhardt; “Moving in the Apostolic”, pp. 45
2. Ibid. pág. 56.
3. Trascripción del Dr. Bill Hamon titulado “Batalla de las Novias”, Nov. 1997; del artículo de Ervin de León, “El Movimiento apostólico y profético, ¿mito o realidad?”.
4. Welcome to the New Prophets; Let Us Reason Ministries.
5. Cindy Jacobs; Congreso Kairos, Madrid 2002.
6. Welcome to the New Prophets; Let Us Reason Ministries.
7. Bill Hamon; Prophets and Personal Prophecy God´s Prophetic Voice Today, p. 53.
8. Ibid.
9. John Eckhardt; Moving in the Apostolic, p. 25.

LA FALSA IGLESIA QUE SURGIÓ DEL HADES

¿Una iglesia que emergió del Hades? Sí, de eso estaremos hablando, y esa organización, es la contraposición de lo dicho por Jesús, cuando dijo: “Yo edifico Mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”
Ciertamente, las puertas del Hades no han podido, ni podrán contra la Iglesia de Cristo, pero el diablo ha sido muy hábil y sutil en levantar desde el Hades su versión particular de la iglesia, con el fin de engañar a muchos, aunque esto ya fue profetizado también en la Escritura.

LA FALSA IGLESIA QUE SURGIÓ DEL HADES

Pero vayamos por partes.
“Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27)
Uno lee las enseñanzas y vida de los apóstoles de Cristo, y la vida del mismo Cristo, y luego mira la conducta y doctrina y tantas otras cosas de la iglesia de Roma, y… es que no tienen nada que ver, del todo, nada que ver. Y nos preguntamos por qué. ¿Qué pasó?

La Iglesia de Jesucristo, empieza en Hechos 2, bajo el Vicariato del Espíritu Santo, continúa a lo largo de la vida de los apóstoles, y sigue después de ellos. En lo visible, sabemos acerca de los ministros de Cristo post apostólicos, de las comunidades de cristianos a lo largo y ancho del imperio romano, de las persecuciones a muerte que sufrieron aquellos valientes hijos de Dios, y, llega a un punto el asunto, cuando parece que el mundo se hace amigo de la iglesia visible. Ese mundo que antes la odiaba, ahora ocurre todo lo contrario, la adora (s. V en adelante)
Vemos con claridad que a partir de Constantino, y sobre todo de Teodosio I en el 380, el cambio es brutal en esa iglesia, paso a paso, poco a poco, se va convirtiendo más y más en una organización jerarquizada, pagana e idolátrica, que más y más va dando culto a la figura de un hombre.
Al entonces llamado obispo de Roma, se le da (y él acepta gustoso) el ignominioso título de Pontifex Maximus, añadiendo más títulos espiritualmente indecorosos a su persona conforme el tiempo va pasando. En plena Edad Media, ese hombre se hace llamar “vicario de Cristo”, arrebatándole el papel del Espíritu Santo, y así en adelante. Cuando el mundo reconoció el “cristianismo”, y quiso profesarlo, ese cristianismo se pervirtió hasta límites insospechados. Esa jamás fue la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo. Los paganos e idólatras entraron a mansalva en los templos, y su paganismo e idolatría, con ellos.
Y sin embargo, de forma tan explícita, la Palabra de Dios nos dice que no hay comunión entre Cristo Belial.
Alguien me dirá, ¿entonces Cristo mintió o falló cuando dijo que las puertas del Hades no iban a prevalecer contra ella? Obviamente no. La verdadera Iglesia, aquella que principia en la declaración crística de: “donde haya dos o tres reunidos en Mi Nombre, Yo estaré en medio de ellos” es y será, así como fue. Lo que ocurre es que los hombres nos dejamos impresionar demasiado por lo que ven nuestros ojos, y juzgamos según la apariencia. Muchos todavía siguen engañados, pretendiendo ver una continuidad en la iglesia (papal) visible, a pesar de lo atroz que es; que no da esperanza, que no hay salvación en ella.
No han entendido que el Señor ha edificado siempre en términos espirituales la Iglesia, jamás en términos naturales, visibles, en cuanto a jerarquía de hombres. No han entendido que la Iglesia es la compuesta por personas que son hermanos, porque son de Cristo, los santos, como por ejemplo, los que estaban en Éfeso, o Corinto, o Roma, o Colosas, o Tesalónica, o Jerusalén, o Filipos, o Antioquía, etc. algunos de los cuales recibieron epístolas o cartas de los benditos apóstoles. Estos hermanos, los del Camino, han existido siempre, aunque por siglos debían esconderse de la Ramera…
Nada tiene que ver la santa, pura y verdadera Iglesia de Jesucristo con la teatral, fastuosa, riquísima,  seductora,  tenaz, Roma religiosa, la cual fue visiblemente constatable a partir de Constantino.
Esta última, es la falsa iglesia que surgió del Hades.
SOLI DEO GLORIA
Dios les bendiga
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Noviembre 2014
www.centrorey.org

¿DE QUÉ MANERA SURGIÓ LO QUE CONOCEMOS COMO CATOLICISMO ROMANO?


El catolicismo romano, como lo conocemos hoy, arranca, no del siglo I, como pretende  hacernos creer Roma, sino a partir del Edicto de Milán del año 313 d.C. (*)
(*) “El Edicto de Milán (en latín, Edictum Mediolanense), conocido también como “La tolerancia del cristianismo”, fue promulgado en Milán en el año 313, por el cual se establecía la libertad de religión en el Imperio romano, dando fin a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra ciertos grupos religiosos, particularmente los cristianos. El edicto fue firmado por Constantino I el Grande y Licinio, dirigentes de los imperios romanos de Occidente y Oriente, respectivamente”.
El edicto de tolerancia, como decimos fue promulgado en el 313 d.C., pero fue bajo el emperador Teodosio en el año 380 d.C. que la religión del Imperio vino a ser el denominado cristianismo, ya muy tocado por la influencia nefasta del paganismo, puesto que la pureza de las verdaderas conversiones, se dejaba de lado, con tal de llenar los templos.
Veamos con cierto detalle el proceso.
El cristianismo no se convirtió en la religión oficial en tiempos de Constantino, pero vino a ser la religión popular, la religión del momento, pues era la que “profesaba” el emperador (aunque no fue bautizado sino hasta a punto de morir, algunos dicen que ya era un cadáver).
Siendo, vox populi, cristiano el emperador, eso fue considerado un gran triunfo del cristianismo, y en eso muchos fueron engañados y seducidos.
El cristianismo fue convirtiéndose en un ritual ceremonial, y poco más, alejándose de la verdadera espiritualidad y sencillez del Evangelio.
Las gentes en masa y en desconcierto, eran bautizadas en agua solamente, y de ese modo, los impíos y paganos se “convirtieron” en cristianos, sin serlo, y por supuesto, las costumbres y prácticas paganas fueron añadiéndose al culto cristiano. Esa práctica continuó sin freno con el catolicismo romano que conocemos.
Ya con Constantino, el emperador colmó de privilegios a los cristianos y elevó a muchos obispos a puestos relevantes, confiándoles, en ocasiones, tareas más propias de funcionarios civiles que de pastores de la Iglesia de Cristo. El contubernio estaba servido.
A cambio, Constantino no cesó de entrometerse en las cuestiones de la Iglesia, diciendo de sí mismo que era “el obispo de los de afuera” de la Iglesia. Las nefastas consecuencias de esta falaz alianza pasaron desapercibidas por todos aquellos que amaban más el mundo que el Cielo. Siendo de ese modo, muchos cristianos huyeron con sus familias a las montañas, de ahí el surgimiento del movimiento Valdense, y otros que seguramente desconocemos. “…cuando se levantan los impíos, tienen queesconderse los hombres” (Prov.28:12)
En el tiempo de Teodosio, el obispo de Roma de aquel entonces, era Dámaso I (366-384). Dámaso reclamó la colaboración del Estado para imponer decisiones eclesiásticas. Eso le encantó al emperador Teodosio.
En el año 380 d.C. selló la alianza con un decreto que exigía a todos los súbditos del Imperio que aceptaran “La religión de Pedro”, de la cual, decía, eran depositarios el obispo romano Dámaso de Roma y Pedro de Alejandría, obispo de aquella ciudad.
Este decreto, y atención a esto, ha sido calificado como “la Escritura Notarial Clásica de la Iglesia Estatal Católica”. Con ello, Dámaso, crea el concepto de “Sede Apostólica” o “Santa Sede”, y en esa línea ya se va perfilando la afirmación de la identidad del papa romano con Pedro, cosa que jamás había existido anteriormente.
La iglesia visible ya era un poder político-religioso de enorme influencia en las almas de miles de ciudadanos del Imperio Romano. Los emperadores se empezaban a dar cuenta de ese hecho y buscaban la manera de aprovecharse de ello, y en esa línea ya se va perfilando la afirmación de la identidad del papa con Pedro, como decimos.
Escribe Dave Hunt: “Dámaso...fue el primero quien, en el 382, usó la frase “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, para reclamar la autoridad espiritual suprema. Este papa sanguinario, adinerado, poderoso y extremadamente corrupto, se rodeó de lujos que habrían hecho sonrojar a un emperador. No hay forma alguna de poder justificar cualquier conexión entre él y Cristo. Sin embargo, sigue siendo un eslabón en esa cadena de alegada sucesión ininterrumpida hasta Pedro” (“A Woman Rides the Beast”, p. 108).
A partir de entonces, lo que conocemos como la Roma papal, fue desarrollándose hasta convertirse en el monstruo que fue durante la Edad Media en adelante, y el que podía haber sido si Hitler hubiera ganado la guerra. A raíz de la derrota del Eje (1945), y a partir del Concilio Vaticano II (1962), Roma ha ido mostrando en su “aggiornamento” su cara más amable y sonriente, pero no nos engañemos, es sólo una fachada, un teatro; en el fondo es siempre la misma, “Semper Eadem”, hasta que deje de existir (Ap. 17:18)
Miguel Rosell Carrillo
Octubre 2014
SOLI DEO GLORIA

SOBRE LA CENA DEL SEÑOR

(Leer 1 Corintios 11: 23-34)
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;  y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.  Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”

SOBRE LA CENA DEL SEÑOR

El versículo 24, conforme a los manuscritos más fidedignos, dice así al pie de la letra: “Y después de dar gracias (esto es, de pronunciar la bendición acostumbrada), partió (el pan) y dijo: Esto es mi cuerpo el que (es ofrecido) por vosotros (gr. huper humón, a favor vuestro, esto es, por vuestra salvación) Continuad haciendo esto en memoria mía (gr. emén, que es más fuerte el sentido que “mou”, es decir, de mí.
En dichos manuscritos no aparece ni el “tomad y comed”, ni el “es partido”. Como se ve por el V.26, tanto el ofrecimiento de su cuerpo por nuestra salvación, como el derramamiento de su sangre (V.25) para sellar el nuevo pacto, tienen el sentido proléptico, hacia adelante, pues apuntan a la muerte en la cruz, la cual se llevó a cabo al día siguiente.
Eso es muy importante, así como el “haced” (no “ofreced”), pues muestra que la Cena del Señor no es un sacrificio, tal y como Roma manda creer a sus fieles.
El V.25 no ofrece ninguna discrepancia en los diversos manuscritos. Es de notar que no dice “Esta copa es mi sangre”, o “contiene mi sangre”, sino “es (representa) el nuevo pacto en mi sangre”, sellado con mi sangre; representa, digo, porque es obvio que la copa no era en sí el nuevo pacto, sino que EL NUEVO PACTO IBA A SER SELLADO MEDIANTE EL DERRAMAMIENTO DE LA SANGRE DE LA VÍCTIMA, lo que se iba a llevar a cabo al día siguiente.
Véase que en ningún lugar de toda esta porción se habla de comer el cuerpo o beber la sangre de Cristo, sino de comer el pan y beber la copa, lo que basta y sobra para refutar de plano el dogma falso católicorromano de la llamada “transubstanciación”.

ANAMNESIS

Un pequeño detalle, pero que reviste gran importancia, está en el vocablo “memoria”, es decir, recuerdo (gr. anamnesis), que no es el mismo de Hchs.10:4 (mnemósunon, “memorial”). El primero indica una función del sujeto, mientas que el segundo indica un objeto apto para recordar, es decir, un “recordatorio”.
En el momento en que se cambia el vocablo correcto “memoria” por el incorrecto “memorial”, haciendo así, del acto, un objeto, y de los elementos (el pan y el vino) cosas en sí, “sagradas”, se está en camino de admitir un aspecto sacrificial en la celebración de la Cena, lo cual es antibíblico (He.9:26)
El V.26, con palabras del propio Pablo, no del Señor, expone, concisa y claramente lo que hay realmente tras el simbolismo de la Cena del Señor: el aspecto principal es un anuncio solemne y continuo (gr. katanguéllete) de la muerte del Señor hasta que venga por segunda vez. Es como una predicación continua del hecho central del Evangelio, predicación que se prolonga en un continuo presente, desde un hecho pasado, consumado de una vez por todas, hasta un futuro seguro y siempre inminente.
Los símbolos del pan y del vino nos traen a la mente y al corazón el hecho asombroso, pero real, del insondable misterio del Dios infinito e infinitamente santo hacia las miserables criaturas pecadoras que somos todos los seres humanos.
La celebración de la Cena del Señor ha de estar animada por una inmensa gratitud y un amor sin medida a nuestro Dios y Salvador, así como a nuestros hermanos, copartícipes de las mismas bendiciones que nosotros.

EL PELIGRO DE CELEBRAR LA CENA DE MANERA INDIGNA

“De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”. (Vv.27-29)
Cuidado de mal usar esa ordenanza para fines egoístas, como banquetear y dividir la iglesia, por ello Pablo expone la gravedad del pecado y la urgencia del remedio.
Primeramente, es preciso entender cuál era el asunto y problema que Pablo debe corregir en el contexto de los de Corinto. Ellos se juntaban como iglesia para hacer un ágape, una comida de amor y en ese contexto celebrar la Cena, pero ¿qué ocurría? Pues ocurría que comían y bebían hasta embriagarse, con lo que no estaban en condiciones de celebrar de manera digna la Cena del Señor: “no discernían el cuerpo” (V.29); no actuaban con, y, en fe, sino de manera vejatoria y carnal.
Eran dos los pecados cometidos:
  1. 1) No discernir el cuerpo del Señor.
  2. 2) No discernir el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
En cuanto al primer punto, Pablo les amonesta seriamente a que debían comprender que se reunían, no para tener una comida sin más, una cena ordinaria, sino que se juntaban para celebrar la Cena del Señor, a modo de aquella que celebraron Jesús y sus discípulos aquella última noche.
En cuanto al segundo punto, va en línea con lo que previamente les había dicho con represión clara:
“Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo” (Vv.20-22)
“Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros” (V.33)
Vemos que lejos de discernir el cuerpo de Cristo, la iglesia, los hermanos, se reunían para su propio placer, clasista y egoísta, sin tener en consideración a los demás, muchos de ellos esclavos que poco o nada podían aportar a la comida. De esa manera menospreciaban la iglesia de Dios.
No discernir, insistimos, significa no hacer diferencia entre una cena ordinaria y la Cena del Señor.
Pablo usa vocablos muy fuertes para dar idea de la gravedad de tales pecados, tanto en cuanto a la culpa, como en cuanto a la pena.
Dice: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor” (V.27)
No es el pan, y no es el vino, es lo que representan, y lo que representan, en el contexto santo de la Cena del Señor, es el sacrificio de Jesús.
Tan grande es la obra de Cristo en la cruz, tan grande la culpa por el menosprecio de esa obra. Por eso, el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí (V.29)
No se pretende que el celebrante sea digno, ya que nadie podría acercarse a la mesa del Señor, sino que lo haga dignamente.
(V.28) “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”:
Pablo exhorta a que cada uno se examine a sí mismo, es decir, debe escudriñar su propia conciencia para ver si está en condiciones de participar de la Cena del Señor.
Nótese que no dice que si al examinarse, la persona comprueba que no está en condiciones, se abstenga de tomar el pan y el vino, sino que, después de examinarse, entonces coma del pan y beba de la copa; esto supone que, si tras el examen de conciencia, halla que hay pecado en él , contra el Señor o contra el hermano, habrá de confesar con arrepentimiento su pecado al Señor (1 Juan1:9), y prometer en acción, resolver los asuntos.
Siendo de ese modo, podrá participar de la cena del Señor en ese momento, haciéndolo de manera digna.
“Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”:
A veces nos preguntamos, por qué los cristianos enferman e incluso mueren seguramente antes de tiempo. Pues aquí tenemos uno de los motivos.
El que come y bebe de manera indigna, tal y como hemos aprendido, come y bebe juicio de Dios contra él. Ese juicio (Krima en gr.) no lo es de condenación, pero sí puede llevar a un hijo de Dios a la muerte del cuerpo; lo que el apóstol Juan también enseñó (1 Juan 5: 16)
Por eso es fundamental que antes de tomar la cena del Señor, estemos seguros de que estamos bien ante el Señor, para no ser juzgados por Él. Porque siendo juzgados por el Señor, seremos castigados por Él, (el verbo es “paidenomeza” en gr. es decir, como el castigo que se le aplica a un niño), de modo que no corramos la suerte del mundo, el cual es condenado (“Katakrima” en gr. condenación)
Por ello, es menester reunirnos, no para juicio, sino para bendición.//
Miguel Rosell Carrillo
Basado en el comentario de Matthew Henry, por Francisco Lacueva.
www.centrorey.org 

FIN


EN EL TRIBUNAL DE CRISTO

En Romanos 14: 10-12 se presenta la firma de una mayordomía. En conexión con el juicio de los demás se hace la exhortación:
«¿Por qué a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí"
En este pasaje se nos exhorta a que no tratemos de evaluar la calidad de las obras de otro cristiano.
Esto no significa que no debamos juzgar y rechazar el pecado, sino que se refiere más bien a la calidad y el valor de la vida. Con demasiada frecuencia los cristianos se dejan llevar por el deseo de criticar a los demás a fin de que sus propias vidas parezcan un poco mejor ante sus propios ojos. En otras palabras, reducen casi a la nada a sus hermanos, en un esfuerzo de exaltarse a sí mismos.
Este pasaje de Romanos, revela que cada cristiano tendrá que rendir cuenta a Dios. La figura es de un mayordomo o persona a la que se ha confiado algo. Todo lo que el creyente tiene en la vida —su capacidad intelectual, dones naturales, salud física, dones espirituales, la riqueza— es un don de Dios para él. Mientras más se le confía, tendrá más de qué dar cuenta. Como se afirma en 1 Corintios 6:19-20: “No sois vuestros, habéis sido comprados por precio”.
Como mayordomos, tendremos que dar cuenta ante el tribunal de Cristo de todo lo que Dios nos ha dado, y no seremos responsables de lo que fue dado a los demás, pero sí tendremos que responder de lo que nos fue dado a nosotros.
La clave del juicio no será el éxito o el aplauso público que se haya tenido, sino la fidelidad en el uso de lo que Dios nos ha encomendado.
En 1 Corintios 3:9-15 La vida del creyente es considerada como un edificio levantado sobre Cristo como fundamento. Al determinar la fuerza de este pasaje, debe observarse:
a) Se tiene en vista solamente a los salvados. El pronombre personal «nosotros» y el «vosotros» incluyen a todos los salvados y excluye a todos los que no son salvos; de igual modo, la palabra «alguno» se refiere solamente a quién esté edificando sobre la Roca que es Cristo Jesús.
b) Habiendo presentado a los corintios el evangelio por el cual fueron salvados —salvación proporcionada por la Roca sobre la cual los salvados están—, el apóstol Pablo se compara con un perito arquitecto que ha puesto el fundamento o cimiento; pero, en agudo contraste con esto, señala que cada creyente por sí mismo está levantando la sobre estructura sobre el fundamento único proporcionado por la gracia de Dios.
Por eso, el llamamiento es a que cada uno mire cómo sobreedifica. Esto no es una referencia a la así llamada “construcción del carácter”, que no tiene base en los pasajes dirigidos a los santos de esta dispensación; el carácter de ellos es el «fruto del Espíritu» (Ga. 5:22-23) y es realizado, no por esfuerzos carnales, sino por el andar en el Espíritu (Gal. 5:16). Se presenta al creyente levantando una estructura de servicio, u obras, que tiene que ser probada por fuego, posiblemente por los ojos de fuego de nuestro Señor ante el cual tendrá que presentarse (Ap. 1:14).
c) La obra que el cristiano está edificando sobre Cristo puede ser de madera, heno, hojarasca, que el fuego puedo destruir; o puede ser de oro, plata y piedras preciosas que el fuego no destruye y que, en el caso del oro y la plata, en cambio, las purifica.
d) A aquel cuya obra levantada sobre Cristo permanezca, le será dada una recompensa; pero a aquel cuya obra sea quemada sufrirá pérdida: no de su salvación, que es asegurada por medio de la obra consumada de Cristo, sino de su recompensa. Aun cuando pasó por el fuego que va a probar la obra de cada cristiano y sufra la pérdida de su recompensa, él mismo será salvo.
En 1 Corintios 9:16-27, y especialmente en los versículos 24-27, se usa la figura de una carrera y el ganar el premio para revelar la calidad de la vida y del servicio cristiano. Haciendo referencia a su propio servicio en la predicación del evangelio, el apóstol pregunta: «¿Cuál, pues, es mi galardón?» La verdadera respuesta a esta pregunta depende, naturalmente, de la naturaleza y calidad del servicio rendido a Dios. Por lo tanto, el apóstol continúa haciendo un recuento de su fidelidad en la obra (versículos 18-23); nadie negará la veracidad de su informe.
Luego compara el servicio cristiano o una carrera en que todos los creyentes están participando, y que, como en una carrera, uno solo recibe el premio y sólo por un esfuerzo superior.
En forma similar, el creyente debiera poner en ejercicio todas sus fuerzas en el servicio cristiano, a fin de obtener la recompensa completa, correr como si quisiera superar a los demás.
Así como el atleta se abstiene de muchas cosas a fin de obtener una corona corruptible, el cristiano debe abstenerse de todo a fin de obtener la corona incorruptible. El autocontrol del apóstol se ve en el hecho de que mantenía en sujeción su propio cuerpo a fin de evitar que algún servicio indigno y no de todo corazón por los demás, hiciera que fuera reprobado.
La palabra traducida aquí «eliminado» es adokimos, que es la forma negativa de dokimos; dokimos se traduce por «aprobada» (Ro. 14:18; 16:10; 1 Co. 11:19; 2 Co. 10:18; 2 Ti. 2:15),: por lo que adokimos debe traducirse «desaprobado» Puesto que no está en duda la salvación del apóstol, él no tiene miedo de ser desechado por Dios para siempre; tiene temor de ser desaprobado en la esfera de servicio.
La recompensa del cristiano a veces se menciona como un premio (1 Co. 9:24) y a veces como una corona (1 Co. 9:25; Fil. 4:1; 1 Ts. 2:19; 2 Ti. 4:8; Stg. 1:12; 1 P. 5:4; Ap. 2:10; 3:11).
Estas coronas pueden ser clasificadas bajo cinco divisiones que representan cinco formas de servicio y sufrimiento cristiano, y el hijo de Dios recibe la advertencia de que tenga cuidado para que no pierda la recompensa (Col. 2:18; 2 Jn. 8; Ap. 3:11).
La doctrina de las recompensas es la contrapartida necesaria de la doctrina de la salvación por gracia. Puesto que Dios no cuenta los méritos del creyente para la salvación, ni puede hacerlo, es necesario que las buenas obras del creyente reciban el reconocimiento divino.
Los salvados nada deben a Dios en paga de la salvación que les fue dada como un regalo; pero deben a Dios una vida de devoción fiel, y para esta vida de devoción se ha prometido una recompensa en los cielos.
Aunque las recompensas de los creyentes están simbolizadas por coronas, según Apocalipsis 4:10 las coronas, como símbolo de la recompensa, serán puestas a los pies del Salvador en el cielo. ¿Cuál será entonces la recompensa para el servicio fiel de parte del creyente?
La probabilidad es que el servicio fiel sobre la tierra sea recompensado con un lugar privilegiado de servicio en el cielo. Según Apocalipsis 22:3, «sus siervos le servirán». Los creyentes verán cumplidas sus más elevadas aspiraciones de servicio de amor para el Salvador que los amó y se dio a sí mismo por ellos.
En la ilustración de los talentos usada por Cristo en Mateo 25:14-30, el hombre que recibe los cinco talentos y el que recibió dos (ambos ganaron el doble sobre lo que le encomendó el Señor) fueron aprobados cuando el Señor dijo: «Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor» (Mt. 25:21, 23). Aunque parece que este juicio no tiene que ver con la iglesia, se puede aplicar el principio a todos los creyentes de todas las edades que reciben recompensa en la eternidad. La fidelidad en nuestro servicio presente tendrá como recompensa un servicio de privilegio en la eternidad.
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10)
“Porque es menester que todos comparezcamos (todos los cristianos), ante el tribunal (bëma, gr.) de Cristo, para que cada uno reciba su retribución conforme a lo que haya hecho mediante el cuerpo (durante su vida mortal), ya hayan sido obras excelentes (gr. agathón, aplicado aquí a cosas de las que se saca provecho), o de baja calidad (gr. phaúlon, lo vil, ruin, despreciable) 2 Corintios 5:10
El pasaje central sobre el tribunal de Cristo, 2 Corintios 5:10, revela que el tribunal de Cristo es un lugar donde se distinguen las buenas obras de las malas, y el creyente recibe recompensa sobre la base de las buenas obras. Como se ha dicho anteriormente, no se está juzgando el pecado, por que el creyente ya ha sido justificado. Tampoco es cuestión de santificación como se experimenta en el presente al ser disciplinado por no haber confesado el pecado (1 Co. 11:31 32; 1 Jn. 1:9), porque el creyente ya es perfecto en la presencia de Dios.
El único problema que queda, entonces, es la calidad de la vida y de las obras que Dios considera buenas en contraste con las obras que son sin valor. El hecho solemne de que todo creyente deberá presentarse un día a rendir cuenta de su vida ante Dios, debiera ser un estímulo para la fidelidad presente y para la propia evaluación de las prioridades de vida basadas en la pregunta de cómo será evaluada en la eternidad.//
SOLI DEO GLORIA
Basado en la enseñanza de Lewis Sperry Chafer, y Francisco Lacueva.
Miguel Rosell
Diciembre 2014
www.centrorey.org

Fin


G12; revelando la realidad acerca del llamado Gobierno de Doce;

La incomparable obra que nuestro Dios hizo por nosotros, los que creemos, fue la de perdonar todos nuestros pecados, y echarlos al mar. Solamente fue eso posible porque Alguien se hizo voluntariamente culpable y reo por nosotros: El propio Hijo, el Justo, entregándose a una Cruz, la Cruz del Calvario. Fue la obra perfecta del amor de Dios, incuestionable e inigualable, por la que todo el universo se maravilló (1 Pr. 1: 12)

En aquella obra de profundo amor, Dios en Cristo hizo justicia y misericordia en un mismo acto.
Justicia, porque era justo que la paga por el pecado fuera satisfecha, siendo ese pago la propia sangre derramada del Amado; y misericordia, porque implícito a ese acto genuino de justicia, el hombre puede recibir la salvación por la fe en esa obra de amor indescriptible.
Todos aquellos pecados, grandes y pequeños, horrorosos y no tanto, todos ellos, que nos apartaban de Dios, los cuales ordenadamente estaban escritos y detallados en el acta de los decretos que había contra cada uno de nosotros, la cual nos era absolutamente contraria, Cristo, con ese sacrificio inefable e irrepetible, la quitó de en medio y la clavó en el madero (Col. 2: 13, 14)
Haciendo así, literalmente despojó a los principados y a las potestades, exhibiéndoles públicamente, triunfando sobre ellos en la Cruz (Col. 2: 15), aquella cruz que el diablo preparó con tanto odio y meticulosidad contra Él, y que siendo clarísimo instrumento de muerte, resultó en el instrumento de vida para nosotros, porque Dios la usó para nuestra salvación eterna.
Por tanto, nuestro Dios, habiendo perdonado todos aquellos pecados de nuestra existencia pasada, como venimos diciendo, El los echó a lo más profundo del mar (Mi. 7: 19), haciendo así clara alusión al hecho de que esos pecados, no sólo han prescrito, sino que ya no cuentan en la economía de Dios. En este sentido, Dios los ha olvidado para siempre (Is. 43: 25; Jer. 31: 34)
Por ello, enfáticamente el apóstol Pablo, divinamente inspirado, escribe: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8: 1, 2)
Además, con que la muerte no le podía retener (Hchs. 2: 25), Jesús resucitó de los muertos al tercer día, por el poder del Padre; y ocurriendo de ese modo, nosotros también, por esa fe, andamos y andaremos en novedad de vida (Ro. 6: 4b)
Básicamente, este es el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo; las Buenas Nuevas de salvación eterna.
Decimos todo esto, conocido y creído por todos los que profesamos esa fe en Jesucristo, porque estamos asombrados y hasta anonadados al entender ciertas aberraciones que se enseñan y practican en el contexto del G12 y sus tristemente célebres “Encuentros”.
Reviviendo los pecados perdonados
En los “Encuentros” del G12, no sólo los recién convertidos, sino los cristianos que lo han sido por años, son guiados a reconocer sus pecados de antaño. Son llamados a recibir a Jesucristo de nuevo; y muchos infelices, hasta niegan todo el tiempo en que fueron cristianos, diciendo que ahora, a partir del momento del “Encuentro”, tuvieron por fin ese encuentro verdadero con Jesús, por tanto, negando el primer encuentro que tuvieron con Cristo el día en que se entregaron a Él, posiblemente varios, o muchos años atrás.
Los pecados que ya hacía lustros les habían sido perdonados, y echados a lo más profundo del mar por el Señor, ahora, son repescados y expuestos en una lista escrita por los propios “penitentes” en una hoja de papel que se les da para el uso.
"...a lo más profundo del mar..."
El Rvdo. Eliodoro Mora Méndez, Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela, que participó en uno de esos “Encuentros”, para in situ verificar la realidad acerca de los mismos, escribe lo siguiente:
<(1)
Fíjense bien: Los pecados son clavados en una cruz, en una cruz tangible, moderna, en una cruz que no es la de Cristo…¡en una falsa cruz!
Foto de la cruz, con las "hojas clínicas" clavadas, realizada durante un encuentro del G12
Y sigue diciendo el Hno. Pastor Eliodoro Mora al respecto: <
Después lo llevan a un lugar y le dan un clavo y un martillo para que clave su hoja clínica en una cruz de madera. Supuestamente con esta acción simbólica quedan libres. Pregunto: ¿Dónde enseña eso la Biblia? ¿Es necesario hacer este ritual para que el cristiano quede libre del pecado confesado? ¿Dónde está la fe que Dios nos dio, y acerca de la cual el Espíritu Santo dice: “Por gracia sois salvo por la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios”? (Efesios 2:8)>> (2)
Y yo mismo añado: ¿Va Dios a volver a perdonar los pecados que ya perdonó, y echó a lo profundo del mar, pecados que le costaron la vida a Su propio Hijo Unigénito? ¿Qué horrorosa blasfemia es esta?
Esos pecados que fueron perdonados por la Cruz del Calvario, ahora son clavados de nuevo en una nueva cruz, en la cruz del G12; una cruz que no es la de Cristo Jesús, sino que es el madero del engaño, de la autosuficiencia, la religiosidad, y el esfuerzo humanos.
Si alguien aquí quisiera argumentar que no es cierto que el mensaje va dirigido a los ya cristianos; lean a continuación el testimonio del Pastor Marcos Andrés Nehoda, quien también asistió a un “Encuentro”, y escribió con detalle toda esa experiencia:
<, perdonados o no, antes o después de tu conversión.
 Bueno, tu conversión, tu bautismo y membresía y aun tus cargos no sirven para nada aquí. Porque te están predicando nuevamente; ya me convencí con horror que el mensaje que escuchamos no es para los ocasionales inconversos aquí presentes; es para los creyentes especialmente. Porque solamente la presentación que ellos hacen del “evangelio” es lo que tiene valor; lo que te han predicado en tu iglesia no sirve para nada>> (3)
En esos “Encuentros” del G12, la fe que enseñan no es, ni puede ser la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo, es una creencia basada y constituida en el catolicismo romano, bajo la observancia del magisterio y espíritu jesuita y del Opus Dei (véase “ejercicios espirituales” y “cursillos de cristiandad”).
Es la fe del esfuerzo personal por alcanzar lo que sólo Cristo pudo alcanzar por cada uno de nosotros. Es una fe que se mueve entre el emocionalismo de un falso fervor religioso, y un fuerte sentir autoinculpatorio y de inmerecimiento:
<(4)
Para el G12, antes de su “Encuentro” eras un miserable pecador, pero después del “Encuentro”, y habiendo practicado y creído lo que se te ha enseñado en él, entonces ya eres un cristiano renovado y victorioso, que estás entrando en la “Visión”. En realidad, la conversión no es a Cristo sino al cristo del G12.
Practicando la regresión
El sentir de culpabilidad, de indignidad, de alejamiento del amor de Cristo es más que evidente en todos esos cristianos que lo han sido por años, incluso ministros, y que se han prestado voluntariamente a la experiencia ocultista de la regresión (*) en esos “Encuentros” del G12. En este sentido, lo narra así con vívida elocuencia la Rvda. Alice De Jesús Rodríguez:
<>.
(*) <<La Regresión o terapia de vidas pasadas es una herramienta de la hipnosis, la cual permite que el paciente recuerde y reviva situaciones, vivencias, traumas olvidados de tiempos pasados de la vida o de "vidas anteriores" que se encuentran guardados en el inconsciente. La hipnosis es ocultismo y hechicería>>.
La hipnosis es ocultismo y hechicería
La estratagema del diablo a través del G12
¿Qué ocurre cuando por el método ocultista de la regresión,a un cristiano que voluntariamente se presta a esa experiencia (o no), le conducen al pasado, haciéndole recordar los pecados que hizo, y en ese estado de shockempieza él a revivir la culpabilidad y condenación de su vida antigua?
¿Qué ocurre cuando se le hace experimentar de nuevo esos pecados que fueron en su día perdonados y borrados por la sangre de Jesucristo?
Esos pecados, para ese individuo, vuelven a cobrar vida y existencia, porque dice la Palabra que de acorde a nuestra fe nos será hecho (Mt. 15: 28; Mc. 10: 52; Lc. 17: 19 etc.). Entonces el “penitente” busca desesperadamente el perdón que entiende que necesita, porque esos pecados los siente como cometidos en ese momento. Ahí el diablo le ha atrapado.
Después de atravesar esa experiencia emocional y espiritual de culpabilidad y de inmerecimiento, sólo les queda a esos infelices una puerta abierta, la puerta de la falsa cruz del G12 y su espíritu.

Al acudir el nuevo “penitente” a esa cruz y a ese cristo desconocidos, el Enemigo tiene la potestad de engañar y seducir como no pudo antes. No obstante, ahora tiene el derecho legal de hacerlo en la medida en que el individuo ha puesto su fe en esa falsa enseñanza y en esa falsa cruz, retirando su confianza en la experiencia de salvación que tuvo cuando verdaderamente en su día recibió al Señor Jesús como su Salvador y su Señor.
Seguidamente, el diablo le proporciona un espíritu de falso gozo y falsa paz, junto con cierta euforia, que le hacen creer a ese cristiano, ahora falsamente “cristianizado”, que ahora sí ha nacido de nuevo, y que ahora ha entrado en la verdadera visión de Cristo, en la Visión del G12.
El Rev. Eliodoro Mora Méndez lo expresa del siguiente modo de su puño y letra:
<<Y hasta algunos ministros se han atrevido a testificar: “Ahora sí que tuve un verdadero encuentro con Jesús”. “En el Encuentro nací de nuevo”. Y esto no es un invento, pues, yo he hablado con esos hermanos que se expresan así>> (5)
Así son engañados todos esos hombres y mujeres que un día recibieron al verdadero Cristo, y que en ese “encuentro” con un falso cristo, decidieron creerle, renunciando a la genuina experiencia de salvación, y acogiéndose bajo el “espíritu de la visión”, réplica falsa y vergonzante del bendito Espíritu Santo.
¿Qué nos dice la Biblia al respecto?
Respecto a los que a sabiendas buscan la perdición de los santos, la Palabra no puede ser más clara, así como para los que se dejan convencer por ésos:
<enta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció>> (2 Pedro 2: 17-19)
Sigue aquí la advertencia para todos aquellos que se dejan seducir:
<(2 Pedro 2: 20-22)
No es muy doloroso hablar de estas cosas. No es, ni tarea fácil, y ni mucho menos agradable; pero por nuestra parte, peor es, una vez sabiéndolo, una vez llegándolo a conocer, callar y no exponerlo a la luz pública. Por lo tanto, es nuestro deber como atalayas de Cristo, denunciarlas, con la esperanza de que alguno pueda ser librado del mal, como así está siendo, gracias a Dios.
A los que son engañados en esos “Encuentros” del G12, les ocurre lo profetizado por Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”. Por lo tanto, nos es necesario conocer la Palabra de Dios bien, para no ser engañados, con el consecuente peligro de ser destruidos.
Concluyendo
Y, humildemente un consejito, hermanos consiervos: La palabra “encuentro” se ha hecho tristemente muy popular, llamándose encuentro a lo que siempre se le ha llamado campamento evangélico o retiro de fin de semana, etc. Mejor seguir llamándole como solíamos, para evitar las confusiones.
Además, el “encuentro” con el Señor Jesús, lo tuvimos cada uno de los cristianos en el momento en que Él entró en nuestras vidas. En mi caso fue el 31 de enero de 1982 a las 9:30 p.m. Y una vez ya “encontrado” con el Señor, ya no necesito seguir “encontrándome”, porque Él ya está en mí por Su Espíritu.
En cambio, la palabra retiro tiene otro sentido, y esto lo explica muy bien el Rev. Eliodoro Mora:
<(Mc. 3.7; Lc. 9:10; Jn. 6:15) (6)
Eso concuerda con el sentido de las salidas al campo o a cualquier sitio, como iglesia, familia o individuos, el típico fin de semana o cuando sea, para buscar más de Él y compartir con los hermanos, etc. Eso sí es de bendición.
Dios les bendiga.
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Mayo 2006
www.centrorey.org
centrore@tiscali.es
Notas:
1. Circular “Estuve en un Encuentro”, del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.
2. Carta informativa del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.
3. Testimonio personal del Pastor Marcos Andrés Nehoda.
4. Ibid.
5. Circular “Estuve en un Encuentro”, del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.
6. Ibid.

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LOS FALSOS PROFETAS, Y LAS FALSAS COBERTURAS APOSTÓLICAS

 Cristo dijo: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el cristo [el ungido]; y a muchos engañarán…Porque se levantarán falsos cristos (ungidos), y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt. 24: 4, 5; 24)

LOS FALSOS PROFETAS, Y LAS FALSAS COBERTURAS APOSTÓLICAS

Índice del Tema

1. Los falsos nuevos profetas

Según el Diccionario Bíblico, los falsos profetas, además de los que hablan en nombre de un dios falso (Dt. 18: 20; 1 R. 18: 19; Jer. 2: 8; 23: 13), son los que engañan invocando el nombre de Jehová (Jer. 23: 16-32).
Estos últimos son de tres clases: 
(I) Impostores, conscientes de su engaño; seducidos por su deseo de ser objeto de la consideración dada a los verdaderos profetas, y que son populares a causa de sus palabras que muchos gustan oír (1 R. 22: 5-28; Ez. 13: 17, 19; Mi. 3: 11; Zac. 13: 4)
(II) También entre ellos, están todos aquellos que son de hecho satanistas o similares que han entrado encubiertamente en la iglesias y en sus organizaciones y ministerios. Están perfectamente organizados piramidalmente, ocupando muchos lugares de preeminencia ministerial, sobretodo en el neopentecostalismo actual. Nadie puede darse cuenta de lo que en realidad son, a no ser que el Espíritu Santo los delate. Tienen a su disposición miles de demonios especializados en hacerles ver ante los demás como verdaderos siervos y siervas de Dios.
(III) Personas sinceras e incluso piadosas, fundándose en ocasiones sobre la Ley, pero persuadiéndose a sí mismas de haber sido llamadas por Dios al ministerio profético, cuando no es así. A pesar de su sinceridad, son falsos guías.
Bien, tal como ocurrió en el Antiguo Testamento, está ocurriendo hoy en día. En estos tiempos, no obstante, abundan más que nunca los falsos profetas.
Sea que sean conscientes, o no, siempre serán usados por el enemigo contra la iglesia.
Pensemos, que el pretender recibir nuevos mensajes de Dios, nos llevará a darle más valor a los mismos y dejar la Biblia en un segundo plano, y este es un gran peligro que se corre, sobretodo cuando se adjudica a los profetas y profetisas, o pretendientes a serlo, un peso superior al que deberían, según enseñan las Escrituras.
“Nuevos apóstoles” y “nuevos profetas” yendo de la mano
Para aquellos que creen y enseñan acerca de los “nuevos apóstoles y profetas”, dicen que ambos tienen que trabajar de la mano. Según ellos, los profetas son los que buscan de Dios la nueva revelación, la cual pasan a los apóstoles que la supervisan, modelan, ordenan, estructuran, y le dan forma de doctrina.
Una vez conseguido ese proceso, lo dan a conocer como dogma a todos los pastores o ancianos que tienen bajo su supervisión, esperando que estos lo enseñen a sus congregaciones como Palabra de Dios.
Ese es el método que la iglesia católica romana ha empleado desde que existe como tal a través de sus concilios y las declaraciones ex cátedra de sus “infalibles” papas. ¿Qué diferencia habría entonces? Ninguna de hecho.
Esta actuación contradice directamente lo enseñado por la misma Biblia, cuando se refiere a todos los creyentes como tenedores de la unción del Santo, y no ignorantes de todas las cosas, ni de la verdad (1 Juan 2: 20, 21), o cuando se nos asegura que todos los creyentes somos sacerdotes pertenecientes al sacerdocio real y universal (1 Pedro 2: 9)
¡Un gran problema tenemos cuando se levantan “ungidos e infalibles” instructores de carne hueso que pretenden darnos nueva revelación!
Lo nuevo, lo novedoso… ¿lo bueno?
En el sentido que venimos argumentando, John Eckhardt, defensor del nuevo mover apostólico como lo llaman, claramente y sin ambages asegura acerca de esos nuevos apóstoles, diciendo: “Ellos son a menudo los primeros en predicar ciertas revelaciones que Dios está dando a conocer a la Iglesia…Un apóstol puede venir y establecer nueva revelación” (1) (2) Ciertamente, lo declarado por Eckhardt contradice abiertamente la misma Palabra, ya que no se puede “establecer nueva revelación”.
Claramente la Biblia nos advierte que no se puede quitar de la misma, ni añadir a la misma (Deut 4: 2; 12: 32; Prov. 30: 5, 6; Ap. 22: 19). Si así se hace, necesariamente esa nueva revelación no vendrá del Espíritu Santo, y si no viene de Él, entonces es doctrina de demonios (1 Ti. 4: 1).
Lo que enseñan como verdad de Dios muchos de esos maestros, no deja de ser un idilio con el engaño expresado en su momento por el mismo diablo en el jardín del Edén, prometiendo a la humanidad dominio sobre la vida (Gn. 3: 4), y conocimiento sin límites (Gn. 3: 5).
Entre otras herejías, estos hombres enseñan que la Iglesia, organizada bajo un Gobierno autocrático piramidal, va a dominar el mundo entero, llamándole a eso la “dispensación del reino”, pasandode la dispensación de la iglesia mortal, a la de la iglesia inmortal.” (3) y con un conocimiento (o revelación) constante y en aumento, eso sí, a través de algunos escogidos de entre todos los cristianos, a los que se les llama ungidos (ver Mt. 24: 24)
En realidad, estos hombres que dicen ser arquitectos de un nuevo paradigma, los cuales han prometido un río, en realidad han vendido a la Iglesia un pozo seco (4)

“Falso apóstol John Eckhardt”

“Falso apóstol John Eckhardt”
Adornando el pastel 
Estos nuevos profetas y profetisas, así como sus aprendices de turno, para dar a conocer e impactar con sus mensajes, utilizan un lenguaje muy saturado de expresiones grandilocuentes y de amplio barniz escritural. Siempre, invariablemente y sin dudar, antes de dar su profecía, dicen: “¡Así dice el Señor!” o, “¡El Señor te dice!”. Eso produce en el oyente un efecto poderoso. Si lo que va a decir el profeta o la profetisa es la palabra de Dios, entonces habrá que prestar atención para obedecer…Esto, al oyente temeroso de Dios, le quita la libertad de escoger, casi le obliga a aceptar el mensaje sin más.
Luego vienen las supuestas profecías, que suelen ser así: “Así dice el Señor: Te he llamado a ser un líder en mi ejército y llevar a mi pueblo a un nuevo nivel; toma tu autoridad y decláralo al mundo espiritual” U otro ejemplo: “Te he llamado en esta hora para que no retrocedas sino que avances en una nueva dimensión espiritual; a tus palabras le seguirán señales y milagros, porque yo estoy ungiendo en este día tu ministerio con un nuevo poder creativo y la autoridad que viene de mi trono…etc. etc.” Antes de avanzar con esta argumentación, cabe decir que hoy en día el profetizar continúa tal y como el apóstol Pablo enseñó a los Corintios (1 Co. 14: 1-3), y nada ha cambiado en este sentido, pero no estamos hablando de esto, sino de lo burdo espiritual como lo mencionado justo arriba.
Estamos advirtiendo acerca de los falsos profetas que profetizan “lo bueno”, y “lo nuevo” utilizando siempre expresiones impresionantes que suenan a gloria, pero que están muy carentes de la verdad y realidad de Dios. Por eso nos va a ser muy necesario aprender a discernir.
Demos ejemplo: Cualquier profeta o profetisa que exalte todo posicionamiento dominionista, acerca de nuestra autoridad aquí en la tierra para levantar el Reino y reinar en este tiempo sin estar Cristo presente, o por el estilo, es un falso profeta o profetisa.
Cualquier profeta y profetisa que exalte el ego de la persona a la que se dirige la profecía; diciéndole que va a tener una unción mayor que todos, que va a hacer grandes milagros, más que la mayoría, que va a conquistar las naciones y ser profeta a las naciones, etc. etc. es un falso profeta o profetisa o actúa como tal.
Recuerdo los mensajes de una afamada profetisa norteamericana que venía muy a menudo a España. Profetizaba a todos los presentes en un congreso cosas así: “Así dice el Señor: El avivamiento llegará en el año 2003 a España” (el año 2003 llegó, y pasó, y no ocurrió nada). Curiosamente, el mismo mensaje lo dio Benny Hinn cuando vino a Barcelona hace ya varios años.
La profetisa en cuestión dijo en una ocasión en un congreso en Madrid, España hace algunos años: “Pastores y líderes, no se preocupen, porque dice el Señor, dice, que el dinero viene, ¡viene! Y viene de Alemania, para que compren sus templos y no tengan ya que alquilarlos”. Jamás ocurrió tal cosa.
A todos sin excepción les predicaba “lo bueno”, y en aquella ocasión, a los gitanos españoles cristianos, que estaban allí, muchos en número, les dijo de parte del Señor que se prepararan porque el Señor les mandaba ir al Medio Oriente, (5) a ¡¡Irak, a predicar el Evangelio, justo durante la guerra en su mayor apogeo!!  
Ese tipo de profecía, tan común en los círculos dominionistas/neo-reformistas, se parece tanto a lo expresado por el profeta Jeremías, cuando de parte de Dios exclamó: “…desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 8: 10, 11)
Quieren complacer a muchos, cuando estos buscan que se les profeticen “lo bueno” y no lo correcto: “No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras” (Isaías 30: 10) No en vano la Palabra nos insta a examinarlo todo, que significa, ponerlo a prueba, y sólo retener lo bueno (1 Ts: 5: 21)

“La dominionista Cindy Jacobs”

“La dominionista Cindy Jacobs”

2. Cuidado con las falsas “coberturas”

No obstante, la seguridad y convicción con la que actúan tras los púlpitos y sobre las plataformas multitudinarias no deja de asombrarnos. Son capaces de llamar nuestra atención, y convencernos de que necesitamos su ministerio, que sin él, nos quedamos extremadamente cojos, y por supuesto, ¡sin cobertura!
Por cierto, la palabra cobertura no he podido encontrarla en la Biblia. Un muy amigo mío, pastor de una pequeña, pero espiritualmente poderosa congregación, había estado por algunos años bajo la “cobertura” de un supuesto apóstol; y digosupuesto apóstol, porque ese varón no fundó la iglesia de mi amigo. En un momento dado, mi amigo, que en aquel entonces todavía creía en el supuesto ministerio de esos apóstoles busca-iglesias, le pidió que supervisara su congregación.
Pasaron algunos años, y mi amigo aprendió, maduró, y llegó a sus conclusiones. Decidió, por tanto, junto con su presbiterio, que había llegado el momento de avanzar en otra dirección que la propuesta por su “apóstol”. Se lo comunicó, y… ¡cual sería su sorpresa cuando ese varón “apóstol” no aceptaba su decisión, sino que por tiempo estuvo porfiando con él, hasta que, acabados sus recursos dialécticos, casi metiéndole miedo en el cuerpo, por cuanto iba a perder “su cobertura” sobre la iglesia de mi amigo, finalmente tuvo que asumir, aunque a regañadientes, la decisión de mi amigo junto con el resto de los ancianos!
La bandera de la “cobertura” fue la que hizo ondear con más fuerza ese varón contra mi amigo. Ese tiempo, fue terrible, porque él deseaba hacer la voluntad de Dios, y esa es la razón por la cual tuvo que enfrentarse a ese hombre, habiendo querido evitar todo tipo de polémica, pero no siendo eso posible. 
Nunca se sale en paz cuando se renuncia a ese tipo de “apóstol”.
La Palabra nos insta a estar en una iglesia local y no dejar de congregarnos, (He. 10: 25), en ese contexto, el creyente está bajo el cuidado y protección del Espíritu Santo, porque está cumpliendo con el requisito escritural. Cada congregación madura y establecida, es soberana (Ap. 2 y 3); es guiada por el Espíritu Santo, y el Señor la protege y cuida. Por eso digo, ¡cuidado con las coberturas! Porque la mayoría de las veces, no son tales coberturas, sino ataduras.
La excepción es la de esos verdaderos enviados que predican el Evangelio allí donde son enviados, se convierte gente, y se empieza una congregación. Evidentemente, en los primeros años de andadura como iglesia local, la verdadera y eficaz cobertura, no sólo de ese misionero, sino de la iglesia que le envía, será más que útil y deseable.

“Falso apóstol Guillermo Maldonado, haciendo el gesto que ustedes pueden ver”

Falso apóstol Guillermo Maldonado, haciendo el gesto que ustedes pueden ver”
Entrometiéndose
Pero el asunto va mucho más lejos que el de la simple cobertura. El asunto es un asunto de acción y de verdadera intromisión en la labor de las iglesias locales. No obstante, estos hombres están convencidos de su llamamiento divino en este sentido: “Un nuevo gobierno sacerdotal está siendo establecido que sólo puede ser comparado con el que existe en la jerarquía de la iglesia católica romana a lo largo de la historia. Son llamados los “ungidos”, “apóstoles y profetas” y la Iglesia debe oírles, permitirles que ministren, y dejarles sanar y cumplir con la comisión de ella. Sin ellos, no podremos completar nuestra comisión para Jesús; así enseñan” (6)
Este nuevo movimiento apostólico/profético está dirigido a promocionar todo lo que de control e imposición había en el movimiento llamado en inglés discipleship/shepherding (*)bajo el título y excusa del crecimiento numérico eclesial. Así pues, el deseo y ambición de crecimiento es uno de los motores que impulsan a muchos a creer casi cualquier cosa con tal de obtener resultados, siguiendo de hecho la pauta maquiavélica de que el fin justifica los medios.
(* Discipleship/shepherding fue – y sigue siendo – una manera de entender el discipulado, expresado en un gran control e imposición sobre el individuo, teniendo éste que dar cuentas a su líder absolutamente de todo relacionado con su vida. La libertad del individuo, ya no era más)

“Discipleship/shepherding: sometimiento y rendición de la voluntad; filosofía jesuita”

“Discipleship/shepherding: sometimiento y rendición de la voluntad; filosofía jesuita”
Imprescindibles hombres
Acerca de estos profetas modernos, dice Bill Hamon: “El ministerio de ellos será aclarado e irá en aumento hasta que toda la verdadera Iglesia presente en el mundo les reconozca como que son ordenados por Dios y son dones de Dios para la Iglesia” (7)
¡Realmente, han entrado pisando fuerte! Así pues, se pretende que toda la Iglesia de Jesucristo siga las instrucciones y revelaciones pretendidamente de Dios; sus palabras han de ser la guía que las iglesias deben seguir. Lamentablemente, esto está ya ocurriendo. Muchos maestros y pastores de congregaciones comunes y corrientes, todos bien intencionados y amantes del Señor, no se aperciben de que enseñan, entre otras, cosas de una gran trascendencia extra y anti bíblica, aprendidas de esos hombres y mujeres, quizás porque las han oído de ellos mismos, de otros pastores, o en la “TV cristiana”, o en la “radio cristiana”, en ciertas publicaciones, en congresos de “avivamiento” o “proféticos”, por internet, etc. etc. Han sido impactados por las palabras y el espíritu de ellos, aun y sin percatarse.
Se enseñan conceptos o doctrinas que no se encuentran reflejadas en la Escritura, y se les da mayor importancia que la Escritura en sí, a muchas de ellas. Un ejemplo de esto último, entre los numerosos mensajes hoy en día, sería justamente el levantamiento y justificación de ese mover presuntamente apostólico profético del que estamos hablando.
Pensemos que cualquier revelación extrabíblica, según sea el contenido de la misma, niega la suficiencia de la Biblia (Jn. 8: 31, 32; 2 Ti. 3: 16, 17; 2 Pr. 1: 3) Pero como apuntaba Hamon, “ese nuevo conocimiento revelado a esos profetas, propio de las “cosas nuevas” que Dios está haciendo en estos últimos días, nos será necesario”.
Según se nos dice, no podemos llegar a estar completos y equipados para toda buena obra solamente con la revelación de la Biblia. Para afrontar los nuevos desafíos que vienen sobre el mundo y la Iglesia, vamos a necesitar a esos profetas y apóstoles ungidos para que nos dirijan, y de ese modo poder obtener ese esperado “avivamiento mundial”, y consecuentemente poder “conquistar y dominar las naciones para Cristo”. Así dicen, y aseguran… ¡pero no les creemos! Mienten.

“Falso apóstol Bill Hamon”

“Falso apóstol Bill Hamon”
¿Orden divino?
Sigue diciendo Hamon al respecto: “La total restauración de los apóstoles y los profetas en la Iglesia, traerá el orden divino, unidad, pureza y madurez al encarnado (*) cuerpo de Cristo” (8). Prestemos atención a ese “orden divino”.
John Eckhardt, también habla sobre ese “orden divino”: “Todo lo que pido es que permanezcamos abiertos a escuchar de parte de Dios lo que tiene que ver con cómo encajar en el orden divino (9) Esta es una expresión que se oye muy a menudo de parte de estos hombres y mujeres.
(*) Nótese que ese “encarnado”, es decir, hecho carne, cuerpo de Cristo, al que heréticamente se refiere Hamon, no es sino la falsa creencia de que Cristo está “encarnado” o “corporizado” en la Iglesia, sobretodo a través de los “ungidos”.
Pero ese presunto orden divino no es más que el “Nuevo Orden” que en esencia es tan viejo como el mensaje de la serpiente del Génesis, y que pretende transportar a la Iglesia de Jesucristo, engañándola, a los pies de la Bestia Anticristo, a través de su Falso Profeta (Ap. 13); insisto: pretenden, sólo pretenden, pues su fracaso final será estrepitoso, ya que poderoso es Dios para salvaguardar a los Suyos.

Concluyendo

Todavía se habla de “avivamiento mundial”, y lo que ocurre, es que contrariamente, una mayoría de creyentes profesantes ni siquiera lee la Biblia, y consecuentemente, no la conoce. Creen que “avivamiento” es ver a muchos en muchos Congresos y Conferencias;  mucho emocionalismo; y mucha música… Pero sólo es parafernalia, poco más.
El pastor y el maestro tienen la responsabilidad ante Dios de enseñar la sana doctrina desde el púlpito, pero el oyente tiene exactamente la misma responsabilidad ante Dios en cuanto a cerciorarse de que esa enseñanza es como deba ser, para ser aceptada y creída, o si no, desechada, pero… ¿cómo lo harán, si no leen ni conocen suficientemente la Biblia?
SOLI DEO GLORIA
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España
www.centrorey.org
Octubre 2013
Citas:

1. John Eckhardt; “Moving in the Apostolic”, pp. 45
2. Ibid. pág. 56.
3. Trascripción del Dr. Bill Hamon titulado “Batalla de las Novias”, Nov. 1997; del artículo de Ervin de León, “El Movimiento apostólico y profético, ¿mito o realidad?”.
4. Welcome to the New Prophets; Let Us Reason Ministries.
5. Cindy Jacobs; Congreso Kairos, Madrid 2002.
6. Welcome to the New Prophets; Let Us Reason Ministries.
7. Bill Hamon; Prophets and Personal Prophecy God´s Prophetic Voice Today, p. 53.
8. Ibid.
9. John Eckhardt; Moving in the Apostolic, p. 25.

LA FALSA IGLESIA QUE SURGIÓ DEL HADES

¿Una iglesia que emergió del Hades? Sí, de eso estaremos hablando, y esa organización, es la contraposición de lo dicho por Jesús, cuando dijo: “Yo edifico Mi Iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”
Ciertamente, las puertas del Hades no han podido, ni podrán contra la Iglesia de Cristo, pero el diablo ha sido muy hábil y sutil en levantar desde el Hades su versión particular de la iglesia, con el fin de engañar a muchos, aunque esto ya fue profetizado también en la Escritura.

LA FALSA IGLESIA QUE SURGIÓ DEL HADES

Pero vayamos por partes.
“Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27)
Uno lee las enseñanzas y vida de los apóstoles de Cristo, y la vida del mismo Cristo, y luego mira la conducta y doctrina y tantas otras cosas de la iglesia de Roma, y… es que no tienen nada que ver, del todo, nada que ver. Y nos preguntamos por qué. ¿Qué pasó?

La Iglesia de Jesucristo, empieza en Hechos 2, bajo el Vicariato del Espíritu Santo, continúa a lo largo de la vida de los apóstoles, y sigue después de ellos. En lo visible, sabemos acerca de los ministros de Cristo post apostólicos, de las comunidades de cristianos a lo largo y ancho del imperio romano, de las persecuciones a muerte que sufrieron aquellos valientes hijos de Dios, y, llega a un punto el asunto, cuando parece que el mundo se hace amigo de la iglesia visible. Ese mundo que antes la odiaba, ahora ocurre todo lo contrario, la adora (s. V en adelante)
Vemos con claridad que a partir de Constantino, y sobre todo de Teodosio I en el 380, el cambio es brutal en esa iglesia, paso a paso, poco a poco, se va convirtiendo más y más en una organización jerarquizada, pagana e idolátrica, que más y más va dando culto a la figura de un hombre.
Al entonces llamado obispo de Roma, se le da (y él acepta gustoso) el ignominioso título de Pontifex Maximus, añadiendo más títulos espiritualmente indecorosos a su persona conforme el tiempo va pasando. En plena Edad Media, ese hombre se hace llamar “vicario de Cristo”, arrebatándole el papel del Espíritu Santo, y así en adelante. Cuando el mundo reconoció el “cristianismo”, y quiso profesarlo, ese cristianismo se pervirtió hasta límites insospechados. Esa jamás fue la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo. Los paganos e idólatras entraron a mansalva en los templos, y su paganismo e idolatría, con ellos.
Y sin embargo, de forma tan explícita, la Palabra de Dios nos dice que no hay comunión entre Cristo Belial.
Alguien me dirá, ¿entonces Cristo mintió o falló cuando dijo que las puertas del Hades no iban a prevalecer contra ella? Obviamente no. La verdadera Iglesia, aquella que principia en la declaración crística de: “donde haya dos o tres reunidos en Mi Nombre, Yo estaré en medio de ellos” es y será, así como fue. Lo que ocurre es que los hombres nos dejamos impresionar demasiado por lo que ven nuestros ojos, y juzgamos según la apariencia. Muchos todavía siguen engañados, pretendiendo ver una continuidad en la iglesia (papal) visible, a pesar de lo atroz que es; que no da esperanza, que no hay salvación en ella.
No han entendido que el Señor ha edificado siempre en términos espirituales la Iglesia, jamás en términos naturales, visibles, en cuanto a jerarquía de hombres. No han entendido que la Iglesia es la compuesta por personas que son hermanos, porque son de Cristo, los santos, como por ejemplo, los que estaban en Éfeso, o Corinto, o Roma, o Colosas, o Tesalónica, o Jerusalén, o Filipos, o Antioquía, etc. algunos de los cuales recibieron epístolas o cartas de los benditos apóstoles. Estos hermanos, los del Camino, han existido siempre, aunque por siglos debían esconderse de la Ramera…
Nada tiene que ver la santa, pura y verdadera Iglesia de Jesucristo con la teatral, fastuosa, riquísima,  seductora,  tenaz, Roma religiosa, la cual fue visiblemente constatable a partir de Constantino.
Esta última, es la falsa iglesia que surgió del Hades.
SOLI DEO GLORIA
Dios les bendiga
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Noviembre 2014
www.centrorey.org

¿DE QUÉ MANERA SURGIÓ LO QUE CONOCEMOS COMO CATOLICISMO ROMANO?


El catolicismo romano, como lo conocemos hoy, arranca, no del siglo I, como pretende  hacernos creer Roma, sino a partir del Edicto de Milán del año 313 d.C. (*)
(*) “El Edicto de Milán (en latín, Edictum Mediolanense), conocido también como “La tolerancia del cristianismo”, fue promulgado en Milán en el año 313, por el cual se establecía la libertad de religión en el Imperio romano, dando fin a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra ciertos grupos religiosos, particularmente los cristianos. El edicto fue firmado por Constantino I el Grande y Licinio, dirigentes de los imperios romanos de Occidente y Oriente, respectivamente”.
El edicto de tolerancia, como decimos fue promulgado en el 313 d.C., pero fue bajo el emperador Teodosio en el año 380 d.C. que la religión del Imperio vino a ser el denominado cristianismo, ya muy tocado por la influencia nefasta del paganismo, puesto que la pureza de las verdaderas conversiones, se dejaba de lado, con tal de llenar los templos.
Veamos con cierto detalle el proceso.
El cristianismo no se convirtió en la religión oficial en tiempos de Constantino, pero vino a ser la religión popular, la religión del momento, pues era la que “profesaba” el emperador (aunque no fue bautizado sino hasta a punto de morir, algunos dicen que ya era un cadáver).
Siendo, vox populi, cristiano el emperador, eso fue considerado un gran triunfo del cristianismo, y en eso muchos fueron engañados y seducidos.
El cristianismo fue convirtiéndose en un ritual ceremonial, y poco más, alejándose de la verdadera espiritualidad y sencillez del Evangelio.
Las gentes en masa y en desconcierto, eran bautizadas en agua solamente, y de ese modo, los impíos y paganos se “convirtieron” en cristianos, sin serlo, y por supuesto, las costumbres y prácticas paganas fueron añadiéndose al culto cristiano. Esa práctica continuó sin freno con el catolicismo romano que conocemos.
Ya con Constantino, el emperador colmó de privilegios a los cristianos y elevó a muchos obispos a puestos relevantes, confiándoles, en ocasiones, tareas más propias de funcionarios civiles que de pastores de la Iglesia de Cristo. El contubernio estaba servido.
A cambio, Constantino no cesó de entrometerse en las cuestiones de la Iglesia, diciendo de sí mismo que era “el obispo de los de afuera” de la Iglesia. Las nefastas consecuencias de esta falaz alianza pasaron desapercibidas por todos aquellos que amaban más el mundo que el Cielo. Siendo de ese modo, muchos cristianos huyeron con sus familias a las montañas, de ahí el surgimiento del movimiento Valdense, y otros que seguramente desconocemos. “…cuando se levantan los impíos, tienen queesconderse los hombres” (Prov.28:12)
En el tiempo de Teodosio, el obispo de Roma de aquel entonces, era Dámaso I (366-384). Dámaso reclamó la colaboración del Estado para imponer decisiones eclesiásticas. Eso le encantó al emperador Teodosio.
En el año 380 d.C. selló la alianza con un decreto que exigía a todos los súbditos del Imperio que aceptaran “La religión de Pedro”, de la cual, decía, eran depositarios el obispo romano Dámaso de Roma y Pedro de Alejandría, obispo de aquella ciudad.
Este decreto, y atención a esto, ha sido calificado como “la Escritura Notarial Clásica de la Iglesia Estatal Católica”. Con ello, Dámaso, crea el concepto de “Sede Apostólica” o “Santa Sede”, y en esa línea ya se va perfilando la afirmación de la identidad del papa romano con Pedro, cosa que jamás había existido anteriormente.
La iglesia visible ya era un poder político-religioso de enorme influencia en las almas de miles de ciudadanos del Imperio Romano. Los emperadores se empezaban a dar cuenta de ese hecho y buscaban la manera de aprovecharse de ello, y en esa línea ya se va perfilando la afirmación de la identidad del papa con Pedro, como decimos.
Escribe Dave Hunt: “Dámaso...fue el primero quien, en el 382, usó la frase “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, para reclamar la autoridad espiritual suprema. Este papa sanguinario, adinerado, poderoso y extremadamente corrupto, se rodeó de lujos que habrían hecho sonrojar a un emperador. No hay forma alguna de poder justificar cualquier conexión entre él y Cristo. Sin embargo, sigue siendo un eslabón en esa cadena de alegada sucesión ininterrumpida hasta Pedro” (“A Woman Rides the Beast”, p. 108).
A partir de entonces, lo que conocemos como la Roma papal, fue desarrollándose hasta convertirse en el monstruo que fue durante la Edad Media en adelante, y el que podía haber sido si Hitler hubiera ganado la guerra. A raíz de la derrota del Eje (1945), y a partir del Concilio Vaticano II (1962), Roma ha ido mostrando en su “aggiornamento” su cara más amable y sonriente, pero no nos engañemos, es sólo una fachada, un teatro; en el fondo es siempre la misma, “Semper Eadem”, hasta que deje de existir (Ap. 17:18)
Miguel Rosell Carrillo
Octubre 2014
SOLI DEO GLORIA

SOBRE LA CENA DEL SEÑOR

(Leer 1 Corintios 11: 23-34)
“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;  y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.  Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”

SOBRE LA CENA DEL SEÑOR

El versículo 24, conforme a los manuscritos más fidedignos, dice así al pie de la letra: “Y después de dar gracias (esto es, de pronunciar la bendición acostumbrada), partió (el pan) y dijo: Esto es mi cuerpo el que (es ofrecido) por vosotros (gr. huper humón, a favor vuestro, esto es, por vuestra salvación) Continuad haciendo esto en memoria mía (gr. emén, que es más fuerte el sentido que “mou”, es decir, de mí.
En dichos manuscritos no aparece ni el “tomad y comed”, ni el “es partido”. Como se ve por el V.26, tanto el ofrecimiento de su cuerpo por nuestra salvación, como el derramamiento de su sangre (V.25) para sellar el nuevo pacto, tienen el sentido proléptico, hacia adelante, pues apuntan a la muerte en la cruz, la cual se llevó a cabo al día siguiente.
Eso es muy importante, así como el “haced” (no “ofreced”), pues muestra que la Cena del Señor no es un sacrificio, tal y como Roma manda creer a sus fieles.
El V.25 no ofrece ninguna discrepancia en los diversos manuscritos. Es de notar que no dice “Esta copa es mi sangre”, o “contiene mi sangre”, sino “es (representa) el nuevo pacto en mi sangre”, sellado con mi sangre; representa, digo, porque es obvio que la copa no era en sí el nuevo pacto, sino que EL NUEVO PACTO IBA A SER SELLADO MEDIANTE EL DERRAMAMIENTO DE LA SANGRE DE LA VÍCTIMA, lo que se iba a llevar a cabo al día siguiente.
Véase que en ningún lugar de toda esta porción se habla de comer el cuerpo o beber la sangre de Cristo, sino de comer el pan y beber la copa, lo que basta y sobra para refutar de plano el dogma falso católicorromano de la llamada “transubstanciación”.

ANAMNESIS

Un pequeño detalle, pero que reviste gran importancia, está en el vocablo “memoria”, es decir, recuerdo (gr. anamnesis), que no es el mismo de Hchs.10:4 (mnemósunon, “memorial”). El primero indica una función del sujeto, mientas que el segundo indica un objeto apto para recordar, es decir, un “recordatorio”.
En el momento en que se cambia el vocablo correcto “memoria” por el incorrecto “memorial”, haciendo así, del acto, un objeto, y de los elementos (el pan y el vino) cosas en sí, “sagradas”, se está en camino de admitir un aspecto sacrificial en la celebración de la Cena, lo cual es antibíblico (He.9:26)
El V.26, con palabras del propio Pablo, no del Señor, expone, concisa y claramente lo que hay realmente tras el simbolismo de la Cena del Señor: el aspecto principal es un anuncio solemne y continuo (gr. katanguéllete) de la muerte del Señor hasta que venga por segunda vez. Es como una predicación continua del hecho central del Evangelio, predicación que se prolonga en un continuo presente, desde un hecho pasado, consumado de una vez por todas, hasta un futuro seguro y siempre inminente.
Los símbolos del pan y del vino nos traen a la mente y al corazón el hecho asombroso, pero real, del insondable misterio del Dios infinito e infinitamente santo hacia las miserables criaturas pecadoras que somos todos los seres humanos.
La celebración de la Cena del Señor ha de estar animada por una inmensa gratitud y un amor sin medida a nuestro Dios y Salvador, así como a nuestros hermanos, copartícipes de las mismas bendiciones que nosotros.

EL PELIGRO DE CELEBRAR LA CENA DE MANERA INDIGNA

“De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”. (Vv.27-29)
Cuidado de mal usar esa ordenanza para fines egoístas, como banquetear y dividir la iglesia, por ello Pablo expone la gravedad del pecado y la urgencia del remedio.
Primeramente, es preciso entender cuál era el asunto y problema que Pablo debe corregir en el contexto de los de Corinto. Ellos se juntaban como iglesia para hacer un ágape, una comida de amor y en ese contexto celebrar la Cena, pero ¿qué ocurría? Pues ocurría que comían y bebían hasta embriagarse, con lo que no estaban en condiciones de celebrar de manera digna la Cena del Señor: “no discernían el cuerpo” (V.29); no actuaban con, y, en fe, sino de manera vejatoria y carnal.
Eran dos los pecados cometidos:
  1. 1) No discernir el cuerpo del Señor.
  2. 2) No discernir el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
En cuanto al primer punto, Pablo les amonesta seriamente a que debían comprender que se reunían, no para tener una comida sin más, una cena ordinaria, sino que se juntaban para celebrar la Cena del Señor, a modo de aquella que celebraron Jesús y sus discípulos aquella última noche.
En cuanto al segundo punto, va en línea con lo que previamente les había dicho con represión clara:
“Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo” (Vv.20-22)
“Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros” (V.33)
Vemos que lejos de discernir el cuerpo de Cristo, la iglesia, los hermanos, se reunían para su propio placer, clasista y egoísta, sin tener en consideración a los demás, muchos de ellos esclavos que poco o nada podían aportar a la comida. De esa manera menospreciaban la iglesia de Dios.
No discernir, insistimos, significa no hacer diferencia entre una cena ordinaria y la Cena del Señor.
Pablo usa vocablos muy fuertes para dar idea de la gravedad de tales pecados, tanto en cuanto a la culpa, como en cuanto a la pena.
Dice: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor” (V.27)
No es el pan, y no es el vino, es lo que representan, y lo que representan, en el contexto santo de la Cena del Señor, es el sacrificio de Jesús.
Tan grande es la obra de Cristo en la cruz, tan grande la culpa por el menosprecio de esa obra. Por eso, el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí (V.29)
No se pretende que el celebrante sea digno, ya que nadie podría acercarse a la mesa del Señor, sino que lo haga dignamente.
(V.28) “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa”:
Pablo exhorta a que cada uno se examine a sí mismo, es decir, debe escudriñar su propia conciencia para ver si está en condiciones de participar de la Cena del Señor.
Nótese que no dice que si al examinarse, la persona comprueba que no está en condiciones, se abstenga de tomar el pan y el vino, sino que, después de examinarse, entonces coma del pan y beba de la copa; esto supone que, si tras el examen de conciencia, halla que hay pecado en él , contra el Señor o contra el hermano, habrá de confesar con arrepentimiento su pecado al Señor (1 Juan1:9), y prometer en acción, resolver los asuntos.
Siendo de ese modo, podrá participar de la cena del Señor en ese momento, haciéndolo de manera digna.
“Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio”:
A veces nos preguntamos, por qué los cristianos enferman e incluso mueren seguramente antes de tiempo. Pues aquí tenemos uno de los motivos.
El que come y bebe de manera indigna, tal y como hemos aprendido, come y bebe juicio de Dios contra él. Ese juicio (Krima en gr.) no lo es de condenación, pero sí puede llevar a un hijo de Dios a la muerte del cuerpo; lo que el apóstol Juan también enseñó (1 Juan 5: 16)
Por eso es fundamental que antes de tomar la cena del Señor, estemos seguros de que estamos bien ante el Señor, para no ser juzgados por Él. Porque siendo juzgados por el Señor, seremos castigados por Él, (el verbo es “paidenomeza” en gr. es decir, como el castigo que se le aplica a un niño), de modo que no corramos la suerte del mundo, el cual es condenado (“Katakrima” en gr. condenación)
Por ello, es menester reunirnos, no para juicio, sino para bendición.//
Miguel Rosell Carrillo
Basado en el comentario de Matthew Henry, por Francisco Lacueva.
www.centrorey.org 

FIN


EN EL TRIBUNAL DE CRISTO

En Romanos 14: 10-12 se presenta la firma de una mayordomía. En conexión con el juicio de los demás se hace la exhortación:
«¿Por qué a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí"
En este pasaje se nos exhorta a que no tratemos de evaluar la calidad de las obras de otro cristiano.
Esto no significa que no debamos juzgar y rechazar el pecado, sino que se refiere más bien a la calidad y el valor de la vida. Con demasiada frecuencia los cristianos se dejan llevar por el deseo de criticar a los demás a fin de que sus propias vidas parezcan un poco mejor ante sus propios ojos. En otras palabras, reducen casi a la nada a sus hermanos, en un esfuerzo de exaltarse a sí mismos.
Este pasaje de Romanos, revela que cada cristiano tendrá que rendir cuenta a Dios. La figura es de un mayordomo o persona a la que se ha confiado algo. Todo lo que el creyente tiene en la vida —su capacidad intelectual, dones naturales, salud física, dones espirituales, la riqueza— es un don de Dios para él. Mientras más se le confía, tendrá más de qué dar cuenta. Como se afirma en 1 Corintios 6:19-20: “No sois vuestros, habéis sido comprados por precio”.
Como mayordomos, tendremos que dar cuenta ante el tribunal de Cristo de todo lo que Dios nos ha dado, y no seremos responsables de lo que fue dado a los demás, pero sí tendremos que responder de lo que nos fue dado a nosotros.
La clave del juicio no será el éxito o el aplauso público que se haya tenido, sino la fidelidad en el uso de lo que Dios nos ha encomendado.
En 1 Corintios 3:9-15 La vida del creyente es considerada como un edificio levantado sobre Cristo como fundamento. Al determinar la fuerza de este pasaje, debe observarse:
a) Se tiene en vista solamente a los salvados. El pronombre personal «nosotros» y el «vosotros» incluyen a todos los salvados y excluye a todos los que no son salvos; de igual modo, la palabra «alguno» se refiere solamente a quién esté edificando sobre la Roca que es Cristo Jesús.
b) Habiendo presentado a los corintios el evangelio por el cual fueron salvados —salvación proporcionada por la Roca sobre la cual los salvados están—, el apóstol Pablo se compara con un perito arquitecto que ha puesto el fundamento o cimiento; pero, en agudo contraste con esto, señala que cada creyente por sí mismo está levantando la sobre estructura sobre el fundamento único proporcionado por la gracia de Dios.
Por eso, el llamamiento es a que cada uno mire cómo sobreedifica. Esto no es una referencia a la así llamada “construcción del carácter”, que no tiene base en los pasajes dirigidos a los santos de esta dispensación; el carácter de ellos es el «fruto del Espíritu» (Ga. 5:22-23) y es realizado, no por esfuerzos carnales, sino por el andar en el Espíritu (Gal. 5:16). Se presenta al creyente levantando una estructura de servicio, u obras, que tiene que ser probada por fuego, posiblemente por los ojos de fuego de nuestro Señor ante el cual tendrá que presentarse (Ap. 1:14).
c) La obra que el cristiano está edificando sobre Cristo puede ser de madera, heno, hojarasca, que el fuego puedo destruir; o puede ser de oro, plata y piedras preciosas que el fuego no destruye y que, en el caso del oro y la plata, en cambio, las purifica.
d) A aquel cuya obra levantada sobre Cristo permanezca, le será dada una recompensa; pero a aquel cuya obra sea quemada sufrirá pérdida: no de su salvación, que es asegurada por medio de la obra consumada de Cristo, sino de su recompensa. Aun cuando pasó por el fuego que va a probar la obra de cada cristiano y sufra la pérdida de su recompensa, él mismo será salvo.
En 1 Corintios 9:16-27, y especialmente en los versículos 24-27, se usa la figura de una carrera y el ganar el premio para revelar la calidad de la vida y del servicio cristiano. Haciendo referencia a su propio servicio en la predicación del evangelio, el apóstol pregunta: «¿Cuál, pues, es mi galardón?» La verdadera respuesta a esta pregunta depende, naturalmente, de la naturaleza y calidad del servicio rendido a Dios. Por lo tanto, el apóstol continúa haciendo un recuento de su fidelidad en la obra (versículos 18-23); nadie negará la veracidad de su informe.
Luego compara el servicio cristiano o una carrera en que todos los creyentes están participando, y que, como en una carrera, uno solo recibe el premio y sólo por un esfuerzo superior.
En forma similar, el creyente debiera poner en ejercicio todas sus fuerzas en el servicio cristiano, a fin de obtener la recompensa completa, correr como si quisiera superar a los demás.
Así como el atleta se abstiene de muchas cosas a fin de obtener una corona corruptible, el cristiano debe abstenerse de todo a fin de obtener la corona incorruptible. El autocontrol del apóstol se ve en el hecho de que mantenía en sujeción su propio cuerpo a fin de evitar que algún servicio indigno y no de todo corazón por los demás, hiciera que fuera reprobado.
La palabra traducida aquí «eliminado» es adokimos, que es la forma negativa de dokimos; dokimos se traduce por «aprobada» (Ro. 14:18; 16:10; 1 Co. 11:19; 2 Co. 10:18; 2 Ti. 2:15),: por lo que adokimos debe traducirse «desaprobado» Puesto que no está en duda la salvación del apóstol, él no tiene miedo de ser desechado por Dios para siempre; tiene temor de ser desaprobado en la esfera de servicio.
La recompensa del cristiano a veces se menciona como un premio (1 Co. 9:24) y a veces como una corona (1 Co. 9:25; Fil. 4:1; 1 Ts. 2:19; 2 Ti. 4:8; Stg. 1:12; 1 P. 5:4; Ap. 2:10; 3:11).
Estas coronas pueden ser clasificadas bajo cinco divisiones que representan cinco formas de servicio y sufrimiento cristiano, y el hijo de Dios recibe la advertencia de que tenga cuidado para que no pierda la recompensa (Col. 2:18; 2 Jn. 8; Ap. 3:11).
La doctrina de las recompensas es la contrapartida necesaria de la doctrina de la salvación por gracia. Puesto que Dios no cuenta los méritos del creyente para la salvación, ni puede hacerlo, es necesario que las buenas obras del creyente reciban el reconocimiento divino.
Los salvados nada deben a Dios en paga de la salvación que les fue dada como un regalo; pero deben a Dios una vida de devoción fiel, y para esta vida de devoción se ha prometido una recompensa en los cielos.
Aunque las recompensas de los creyentes están simbolizadas por coronas, según Apocalipsis 4:10 las coronas, como símbolo de la recompensa, serán puestas a los pies del Salvador en el cielo. ¿Cuál será entonces la recompensa para el servicio fiel de parte del creyente?
La probabilidad es que el servicio fiel sobre la tierra sea recompensado con un lugar privilegiado de servicio en el cielo. Según Apocalipsis 22:3, «sus siervos le servirán». Los creyentes verán cumplidas sus más elevadas aspiraciones de servicio de amor para el Salvador que los amó y se dio a sí mismo por ellos.
En la ilustración de los talentos usada por Cristo en Mateo 25:14-30, el hombre que recibe los cinco talentos y el que recibió dos (ambos ganaron el doble sobre lo que le encomendó el Señor) fueron aprobados cuando el Señor dijo: «Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor» (Mt. 25:21, 23). Aunque parece que este juicio no tiene que ver con la iglesia, se puede aplicar el principio a todos los creyentes de todas las edades que reciben recompensa en la eternidad. La fidelidad en nuestro servicio presente tendrá como recompensa un servicio de privilegio en la eternidad.
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10)
“Porque es menester que todos comparezcamos (todos los cristianos), ante el tribunal (bëma, gr.) de Cristo, para que cada uno reciba su retribución conforme a lo que haya hecho mediante el cuerpo (durante su vida mortal), ya hayan sido obras excelentes (gr. agathón, aplicado aquí a cosas de las que se saca provecho), o de baja calidad (gr. phaúlon, lo vil, ruin, despreciable) 2 Corintios 5:10
El pasaje central sobre el tribunal de Cristo, 2 Corintios 5:10, revela que el tribunal de Cristo es un lugar donde se distinguen las buenas obras de las malas, y el creyente recibe recompensa sobre la base de las buenas obras. Como se ha dicho anteriormente, no se está juzgando el pecado, por que el creyente ya ha sido justificado. Tampoco es cuestión de santificación como se experimenta en el presente al ser disciplinado por no haber confesado el pecado (1 Co. 11:31 32; 1 Jn. 1:9), porque el creyente ya es perfecto en la presencia de Dios.
El único problema que queda, entonces, es la calidad de la vida y de las obras que Dios considera buenas en contraste con las obras que son sin valor. El hecho solemne de que todo creyente deberá presentarse un día a rendir cuenta de su vida ante Dios, debiera ser un estímulo para la fidelidad presente y para la propia evaluación de las prioridades de vida basadas en la pregunta de cómo será evaluada en la eternidad.//
SOLI DEO GLORIA
Basado en la enseñanza de Lewis Sperry Chafer, y Francisco Lacueva.
Miguel Rosell
Diciembre 2014
www.centrorey.org

Fin


G12; revelando la realidad acerca del llamado Gobierno de Doce;

La incomparable obra que nuestro Dios hizo por nosotros, los que creemos, fue la de perdonar todos nuestros pecados, y echarlos al mar. Solamente fue eso posible porque Alguien se hizo voluntariamente culpable y reo por nosotros: El propio Hijo, el Justo, entregándose a una Cruz, la Cruz del Calvario. Fue la obra perfecta del amor de Dios, incuestionable e inigualable, por la que todo el universo se maravilló (1 Pr. 1: 12)

En aquella obra de profundo amor, Dios en Cristo hizo justicia y misericordia en un mismo acto.
Justicia, porque era justo que la paga por el pecado fuera satisfecha, siendo ese pago la propia sangre derramada del Amado; y misericordia, porque implícito a ese acto genuino de justicia, el hombre puede recibir la salvación por la fe en esa obra de amor indescriptible.
Todos aquellos pecados, grandes y pequeños, horrorosos y no tanto, todos ellos, que nos apartaban de Dios, los cuales ordenadamente estaban escritos y detallados en el acta de los decretos que había contra cada uno de nosotros, la cual nos era absolutamente contraria, Cristo, con ese sacrificio inefable e irrepetible, la quitó de en medio y la clavó en el madero (Col. 2: 13, 14)
Haciendo así, literalmente despojó a los principados y a las potestades, exhibiéndoles públicamente, triunfando sobre ellos en la Cruz (Col. 2: 15), aquella cruz que el diablo preparó con tanto odio y meticulosidad contra Él, y que siendo clarísimo instrumento de muerte, resultó en el instrumento de vida para nosotros, porque Dios la usó para nuestra salvación eterna.
Por tanto, nuestro Dios, habiendo perdonado todos aquellos pecados de nuestra existencia pasada, como venimos diciendo, El los echó a lo más profundo del mar (Mi. 7: 19), haciendo así clara alusión al hecho de que esos pecados, no sólo han prescrito, sino que ya no cuentan en la economía de Dios. En este sentido, Dios los ha olvidado para siempre (Is. 43: 25; Jer. 31: 34)
Por ello, enfáticamente el apóstol Pablo, divinamente inspirado, escribe: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8: 1, 2)
Además, con que la muerte no le podía retener (Hchs. 2: 25), Jesús resucitó de los muertos al tercer día, por el poder del Padre; y ocurriendo de ese modo, nosotros también, por esa fe, andamos y andaremos en novedad de vida (Ro. 6: 4b)
Básicamente, este es el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo; las Buenas Nuevas de salvación eterna.
Decimos todo esto, conocido y creído por todos los que profesamos esa fe en Jesucristo, porque estamos asombrados y hasta anonadados al entender ciertas aberraciones que se enseñan y practican en el contexto del G12 y sus tristemente célebres “Encuentros”.
Reviviendo los pecados perdonados
En los “Encuentros” del G12, no sólo los recién convertidos, sino los cristianos que lo han sido por años, son guiados a reconocer sus pecados de antaño. Son llamados a recibir a Jesucristo de nuevo; y muchos infelices, hasta niegan todo el tiempo en que fueron cristianos, diciendo que ahora, a partir del momento del “Encuentro”, tuvieron por fin ese encuentro verdadero con Jesús, por tanto, negando el primer encuentro que tuvieron con Cristo el día en que se entregaron a Él, posiblemente varios, o muchos años atrás.
Los pecados que ya hacía lustros les habían sido perdonados, y echados a lo más profundo del mar por el Señor, ahora, son repescados y expuestos en una lista escrita por los propios “penitentes” en una hoja de papel que se les da para el uso.
"...a lo más profundo del mar..."
El Rvdo. Eliodoro Mora Méndez, Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela, que participó en uno de esos “Encuentros”, para in situ verificar la realidad acerca de los mismos, escribe lo siguiente:
<(1)
Fíjense bien: Los pecados son clavados en una cruz, en una cruz tangible, moderna, en una cruz que no es la de Cristo…¡en una falsa cruz!
Foto de la cruz, con las "hojas clínicas" clavadas, realizada durante un encuentro del G12
Y sigue diciendo el Hno. Pastor Eliodoro Mora al respecto: <
Después lo llevan a un lugar y le dan un clavo y un martillo para que clave su hoja clínica en una cruz de madera. Supuestamente con esta acción simbólica quedan libres. Pregunto: ¿Dónde enseña eso la Biblia? ¿Es necesario hacer este ritual para que el cristiano quede libre del pecado confesado? ¿Dónde está la fe que Dios nos dio, y acerca de la cual el Espíritu Santo dice: “Por gracia sois salvo por la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios”? (Efesios 2:8)>> (2)
Y yo mismo añado: ¿Va Dios a volver a perdonar los pecados que ya perdonó, y echó a lo profundo del mar, pecados que le costaron la vida a Su propio Hijo Unigénito? ¿Qué horrorosa blasfemia es esta?
Esos pecados que fueron perdonados por la Cruz del Calvario, ahora son clavados de nuevo en una nueva cruz, en la cruz del G12; una cruz que no es la de Cristo Jesús, sino que es el madero del engaño, de la autosuficiencia, la religiosidad, y el esfuerzo humanos.
Si alguien aquí quisiera argumentar que no es cierto que el mensaje va dirigido a los ya cristianos; lean a continuación el testimonio del Pastor Marcos Andrés Nehoda, quien también asistió a un “Encuentro”, y escribió con detalle toda esa experiencia:
<, perdonados o no, antes o después de tu conversión.
 Bueno, tu conversión, tu bautismo y membresía y aun tus cargos no sirven para nada aquí. Porque te están predicando nuevamente; ya me convencí con horror que el mensaje que escuchamos no es para los ocasionales inconversos aquí presentes; es para los creyentes especialmente. Porque solamente la presentación que ellos hacen del “evangelio” es lo que tiene valor; lo que te han predicado en tu iglesia no sirve para nada>> (3)
En esos “Encuentros” del G12, la fe que enseñan no es, ni puede ser la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo, es una creencia basada y constituida en el catolicismo romano, bajo la observancia del magisterio y espíritu jesuita y del Opus Dei (véase “ejercicios espirituales” y “cursillos de cristiandad”).
Es la fe del esfuerzo personal por alcanzar lo que sólo Cristo pudo alcanzar por cada uno de nosotros. Es una fe que se mueve entre el emocionalismo de un falso fervor religioso, y un fuerte sentir autoinculpatorio y de inmerecimiento:
<(4)
Para el G12, antes de su “Encuentro” eras un miserable pecador, pero después del “Encuentro”, y habiendo practicado y creído lo que se te ha enseñado en él, entonces ya eres un cristiano renovado y victorioso, que estás entrando en la “Visión”. En realidad, la conversión no es a Cristo sino al cristo del G12.
Practicando la regresión
El sentir de culpabilidad, de indignidad, de alejamiento del amor de Cristo es más que evidente en todos esos cristianos que lo han sido por años, incluso ministros, y que se han prestado voluntariamente a la experiencia ocultista de la regresión (*) en esos “Encuentros” del G12. En este sentido, lo narra así con vívida elocuencia la Rvda. Alice De Jesús Rodríguez:
<>.
(*) <<La Regresión o terapia de vidas pasadas es una herramienta de la hipnosis, la cual permite que el paciente recuerde y reviva situaciones, vivencias, traumas olvidados de tiempos pasados de la vida o de "vidas anteriores" que se encuentran guardados en el inconsciente. La hipnosis es ocultismo y hechicería>>.
La hipnosis es ocultismo y hechicería
La estratagema del diablo a través del G12
¿Qué ocurre cuando por el método ocultista de la regresión,a un cristiano que voluntariamente se presta a esa experiencia (o no), le conducen al pasado, haciéndole recordar los pecados que hizo, y en ese estado de shockempieza él a revivir la culpabilidad y condenación de su vida antigua?
¿Qué ocurre cuando se le hace experimentar de nuevo esos pecados que fueron en su día perdonados y borrados por la sangre de Jesucristo?
Esos pecados, para ese individuo, vuelven a cobrar vida y existencia, porque dice la Palabra que de acorde a nuestra fe nos será hecho (Mt. 15: 28; Mc. 10: 52; Lc. 17: 19 etc.). Entonces el “penitente” busca desesperadamente el perdón que entiende que necesita, porque esos pecados los siente como cometidos en ese momento. Ahí el diablo le ha atrapado.
Después de atravesar esa experiencia emocional y espiritual de culpabilidad y de inmerecimiento, sólo les queda a esos infelices una puerta abierta, la puerta de la falsa cruz del G12 y su espíritu.

Al acudir el nuevo “penitente” a esa cruz y a ese cristo desconocidos, el Enemigo tiene la potestad de engañar y seducir como no pudo antes. No obstante, ahora tiene el derecho legal de hacerlo en la medida en que el individuo ha puesto su fe en esa falsa enseñanza y en esa falsa cruz, retirando su confianza en la experiencia de salvación que tuvo cuando verdaderamente en su día recibió al Señor Jesús como su Salvador y su Señor.
Seguidamente, el diablo le proporciona un espíritu de falso gozo y falsa paz, junto con cierta euforia, que le hacen creer a ese cristiano, ahora falsamente “cristianizado”, que ahora sí ha nacido de nuevo, y que ahora ha entrado en la verdadera visión de Cristo, en la Visión del G12.
El Rev. Eliodoro Mora Méndez lo expresa del siguiente modo de su puño y letra:
<<Y hasta algunos ministros se han atrevido a testificar: “Ahora sí que tuve un verdadero encuentro con Jesús”. “En el Encuentro nací de nuevo”. Y esto no es un invento, pues, yo he hablado con esos hermanos que se expresan así>> (5)
Así son engañados todos esos hombres y mujeres que un día recibieron al verdadero Cristo, y que en ese “encuentro” con un falso cristo, decidieron creerle, renunciando a la genuina experiencia de salvación, y acogiéndose bajo el “espíritu de la visión”, réplica falsa y vergonzante del bendito Espíritu Santo.
¿Qué nos dice la Biblia al respecto?
Respecto a los que a sabiendas buscan la perdición de los santos, la Palabra no puede ser más clara, así como para los que se dejan convencer por ésos:
<enta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció>> (2 Pedro 2: 17-19)
Sigue aquí la advertencia para todos aquellos que se dejan seducir:
<(2 Pedro 2: 20-22)
No es muy doloroso hablar de estas cosas. No es, ni tarea fácil, y ni mucho menos agradable; pero por nuestra parte, peor es, una vez sabiéndolo, una vez llegándolo a conocer, callar y no exponerlo a la luz pública. Por lo tanto, es nuestro deber como atalayas de Cristo, denunciarlas, con la esperanza de que alguno pueda ser librado del mal, como así está siendo, gracias a Dios.
A los que son engañados en esos “Encuentros” del G12, les ocurre lo profetizado por Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”. Por lo tanto, nos es necesario conocer la Palabra de Dios bien, para no ser engañados, con el consecuente peligro de ser destruidos.
Concluyendo
Y, humildemente un consejito, hermanos consiervos: La palabra “encuentro” se ha hecho tristemente muy popular, llamándose encuentro a lo que siempre se le ha llamado campamento evangélico o retiro de fin de semana, etc. Mejor seguir llamándole como solíamos, para evitar las confusiones.
Además, el “encuentro” con el Señor Jesús, lo tuvimos cada uno de los cristianos en el momento en que Él entró en nuestras vidas. En mi caso fue el 31 de enero de 1982 a las 9:30 p.m. Y una vez ya “encontrado” con el Señor, ya no necesito seguir “encontrándome”, porque Él ya está en mí por Su Espíritu.
En cambio, la palabra retiro tiene otro sentido, y esto lo explica muy bien el Rev. Eliodoro Mora:
<(Mc. 3.7; Lc. 9:10; Jn. 6:15) (6)
Eso concuerda con el sentido de las salidas al campo o a cualquier sitio, como iglesia, familia o individuos, el típico fin de semana o cuando sea, para buscar más de Él y compartir con los hermanos, etc. Eso sí es de bendición.
Dios les bendiga.
© Miguel Rosell Carrillo, Pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Mayo 2006
www.centrorey.org
centrore@tiscali.es
Notas:
1. Circular “Estuve en un Encuentro”, del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.
2. Carta informativa del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.
3. Testimonio personal del Pastor Marcos Andrés Nehoda.
4. Ibid.
5. Circular “Estuve en un Encuentro”, del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.
6. Ibid.