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BIOGRAFÍAS DE GRANDES CRISTIANOS / Jean Henry Dunant ,el fundador de la Cruz Roja


Jean Henry Dunant (n. Ginebra, 8 de mayo de 1828 - Heiden, Appenzell, 30 de octubre de 1910). Filántropo suizo, fundador de la Cruz Roja Internacional.Fue el primero de cinco hijos de una rica y considerada familia de Ginebra. En 1853 comenzó a trabajar en un banco de la ciudad, estando convencido de que tenía el deber religioso de usar su capacidad para triunfar en los negocios y poder así usar ese talento y riqueza en favor de los más necesitados.
Militó en su juventud en movimientos cristianos. En 1855 propició la fundación de una Asociación Mundial de la Alianza Universal de las Uniones Cristianas de Jóvenes (YMCA), creada en Londres y cuyos delegados deberían reunirse cada año en otro país, de acuerdo a un turno preestablecido. Así, la primera conferencia tuvo lugar en París en agosto de 1855, donde aportó una valiosa contribución para que la YMCA llegara a ser el poderoso movimiento mundial que es hoy. Fue, además, el principal autor de la carta de la YMCA.

En 1859, mientras intentaba reunirse con Napoleón III para exponerle los problemas de sus negocios en Argelia, contempló el campo de batalla de Solferino después del enfrentamiento de los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra de unificación italiana; impresionado por aquel espectáculo de horror y por la ineficacia de los servicios sanitarios de la época, escribió Un recuerdo de Solferino, libro que publicaría en 1862.
Desde entonces se lanzó a una campaña de sensibilización de los gobiernos y la opinión pública acerca de los sufrimientos de los heridos de guerra, luchando por mitigar las consecuencias humanas de los enfrentamientos bélicos, ya que no era posible acabar con ellos.
Fruto de sus esfuerzos fueron la fundación de un servicio sanitario neutral para actuar en los campos de batalla -la Cruz Roja Internacional (1863)- y la reunión de la conferencia internacional que adoptó la Convención de Ginebra sobre heridos de guerra (1864) junto con representantes de 17 países. La dedicación a esta causa humanitaria le llevó a descuidar sus negocios, quedando totalmente arruinado en 1867; tras unos años de gloria pasajera, hubo de dimitir como presidente de la Cruz Roja y abandonar temporalmente Suiza perseguido por sus deudores.
Halló refugio en la Francia del Segundo Imperio, cuyo titular -Napoleón III- le prestó apoyo incluso después de ser derrocado y exiliarse en Inglaterra. En 1887 regresó a Suiza para ser tratado de múltiples enfermedades, viviendo recluido en un sanatorio hasta su muerte. Olvidado prácticamente por todos, en la última década del siglo varios amigos reivindicaron su figura, que vio reconocida públicamente su labor con la concesión del primer Premio Nobel de la Paz en 1901 junto con Frédéric Passy.

En España, "sin protestantes"
El historiador Gabino Fernández Campos cuenta que, el "carácter protestante" de la Cruz Roja era tan notorio en 1874, cuando Antonio del Pino - músico y pedagogo protestante sevillano -, es elegido vicepresidente de la Cruz Roja de Sevilla, que algunas publicaciones católicas señalaban que, para poder constituirse un comité de la Cruz Roja en España, debía demostrarse que todos los miembros de la organización fueran católico-romanos.
Un recuerdo de Solferino
Los siguientes son unos breves párrafos extraídos de "Un recuerdo de Solferino", el dramático testimonio de Henry Dunant, que publicaría en 1862:
"… El servicio de Intendencia continúa haciendo recoger a los heridos que, vendados o no, son trasladados en mulos, portadores de parihuelas o de artolas, hasta las ambulancias, desde donde son enviados a las aldeas y a los poblados más próximos del lugar en que cayeron o del lugar en que primeramente fueron recogidos. En caseríos, iglesias, conventos, viviendas, plazas públicas, corrales, calles, paseos, todo se ha convertido en ambulancias provisionales; en Carpenedolo, Castel Goffredo, Medole, Guidizzolo, Volta y en todas las localidades de los alrededores se reúne a un considerable número de heridos, pero los más de ellos son trasladados a Castiglione, donde los menos inválidos ya logran desplazarse arrastrándose.
He aquí el largo cortejo de vehículos de Intendencia, cargados de soldados… llenos de sangre, extenuados, cubiertos de harapos y de polvo; después, mulos que llegan al trote, y cuya carrera arranca, cada instante, agudos gritos a los desdichados heridos que transportan. La pierna de uno está rota y parece estar desprendida de su cuerpo; cada tumbo de la carreta que lo lleva le causa nuevos sufrimientos. Otro tiene un brazo partido y, con el que le queda, sostiene y protege el miembro fracturado; un cabo tiene el brazo izquierdo atravesado por la baqueta de un lanzagranadas, baqueta que retira por sí mismo, y finalizada la operación, la utiliza como bastón para poder llegar a Castiglione; pero varios expiran queriendo avanzar; se dejan sus cadáveres a la orilla del camino, y ya se volverá más tarde para enterrarlos..."
…¡cuánta agonía, cuánto sufrimiento! Las heridas, agravadas por el calor, por el polvo, por la falta de agua y de asistencia, causan más intensos dolores; a pesar de los encomiables esfuerzos de Intendencia para mantener en buen estado los locales transformados en ambulancias, mefíticas emanaciones vician el aire, y el insuficiente número de ayudantes, de enfermeros y de sirvientes se hace sentir agudamente…"
Después de un pormenorizado y vívido relato de los aterradores hechos de los que ha sido testigo, Dunant revela su audaz propuesta basada - según sus propias palabras - en "el doble punto de vista de la humanidad y del cristianismo"…
"…Pero, ¿por qué haber descrito tantas escenas de dolor y de desolación y haber hecho, tal vez, sentir emociones penosas? ¿Por qué haberse demorado como con complacencia en el pergeño de cuadros lamentables y haberlos reproducido de una manera que puede parecer minuciosa y desesperante?
Permítasenos responder a estas muy naturales preguntas formulando esta otra:
¿No se podrían fundar sociedades voluntarias de socorro cuya finalidad sea prestar o hacer que se preste, en tiempo de guerra, asistencia a los heridos?...
… ¿Por qué no se podría aprovechar un tiempo de tranquilidad relativa y de calma para resolver una cuestión de tanta importancia, desde el doble punto de vista de la humanidad y del cristianismo?...".
La Alianza Mundial de Uniones Cristianas de Jóvenes (YMCA)
(ONG, Organización No Gubernamental)
La Alianza Mundial de Uniones Cristianas de Jóvenes es una confederación de Consejos Nacionales de Asociaciones Cristianas de Jóvenes alrededor del mundo. Los Consejos Nacionales están compuestos por asociaciones locales dentro de sus países. La Alianza Mundial se estableció tan temprano como 1855, en la primera Conferencia Internacional de YMCA celebrada en Paris. Como tal, hoy es la organización de voluntariado internacional más antigua del mundo. En la primera Conferencia Internacional de las YMCAs había representantes de 38 YMCAs, principalmente de países de Europa y Norteamérica. Hoy, la Alianza Mundial representa YMCAs en más de 120 países del mundo y continúa expandiéndose.
La misión de la Alianza Mundial está expresada en su lema, tomado de la Biblia "Qué sean uno" (Jn. 17:21), y las Bases de Paris, que enfatizan dos propósitos principales: trabajar para la "unidad", y trabajar para el establecimiento de "el Reino de Dios" en la tierra, es decir, trabajar por una sociedad caracterizada por la justicia, la paz y el amor, de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo.
Henri Dunant, entre los fundadores de la Alianza Mundial de las YMCAs, en su primera Conferencia Mundial, en París, 1855

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BIOGRAFÍAS DE GRANDES CRISTIANOS / Jean Henry Dunant ,el fundador de la Cruz Roja


Jean Henry Dunant (n. Ginebra, 8 de mayo de 1828 - Heiden, Appenzell, 30 de octubre de 1910). Filántropo suizo, fundador de la Cruz Roja Internacional.Fue el primero de cinco hijos de una rica y considerada familia de Ginebra. En 1853 comenzó a trabajar en un banco de la ciudad, estando convencido de que tenía el deber religioso de usar su capacidad para triunfar en los negocios y poder así usar ese talento y riqueza en favor de los más necesitados.
Militó en su juventud en movimientos cristianos. En 1855 propició la fundación de una Asociación Mundial de la Alianza Universal de las Uniones Cristianas de Jóvenes (YMCA), creada en Londres y cuyos delegados deberían reunirse cada año en otro país, de acuerdo a un turno preestablecido. Así, la primera conferencia tuvo lugar en París en agosto de 1855, donde aportó una valiosa contribución para que la YMCA llegara a ser el poderoso movimiento mundial que es hoy. Fue, además, el principal autor de la carta de la YMCA.

En 1859, mientras intentaba reunirse con Napoleón III para exponerle los problemas de sus negocios en Argelia, contempló el campo de batalla de Solferino después del enfrentamiento de los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra de unificación italiana; impresionado por aquel espectáculo de horror y por la ineficacia de los servicios sanitarios de la época, escribió Un recuerdo de Solferino, libro que publicaría en 1862.
Desde entonces se lanzó a una campaña de sensibilización de los gobiernos y la opinión pública acerca de los sufrimientos de los heridos de guerra, luchando por mitigar las consecuencias humanas de los enfrentamientos bélicos, ya que no era posible acabar con ellos.
Fruto de sus esfuerzos fueron la fundación de un servicio sanitario neutral para actuar en los campos de batalla -la Cruz Roja Internacional (1863)- y la reunión de la conferencia internacional que adoptó la Convención de Ginebra sobre heridos de guerra (1864) junto con representantes de 17 países. La dedicación a esta causa humanitaria le llevó a descuidar sus negocios, quedando totalmente arruinado en 1867; tras unos años de gloria pasajera, hubo de dimitir como presidente de la Cruz Roja y abandonar temporalmente Suiza perseguido por sus deudores.
Halló refugio en la Francia del Segundo Imperio, cuyo titular -Napoleón III- le prestó apoyo incluso después de ser derrocado y exiliarse en Inglaterra. En 1887 regresó a Suiza para ser tratado de múltiples enfermedades, viviendo recluido en un sanatorio hasta su muerte. Olvidado prácticamente por todos, en la última década del siglo varios amigos reivindicaron su figura, que vio reconocida públicamente su labor con la concesión del primer Premio Nobel de la Paz en 1901 junto con Frédéric Passy.

En España, "sin protestantes"
El historiador Gabino Fernández Campos cuenta que, el "carácter protestante" de la Cruz Roja era tan notorio en 1874, cuando Antonio del Pino - músico y pedagogo protestante sevillano -, es elegido vicepresidente de la Cruz Roja de Sevilla, que algunas publicaciones católicas señalaban que, para poder constituirse un comité de la Cruz Roja en España, debía demostrarse que todos los miembros de la organización fueran católico-romanos.
Un recuerdo de Solferino
Los siguientes son unos breves párrafos extraídos de "Un recuerdo de Solferino", el dramático testimonio de Henry Dunant, que publicaría en 1862:
"… El servicio de Intendencia continúa haciendo recoger a los heridos que, vendados o no, son trasladados en mulos, portadores de parihuelas o de artolas, hasta las ambulancias, desde donde son enviados a las aldeas y a los poblados más próximos del lugar en que cayeron o del lugar en que primeramente fueron recogidos. En caseríos, iglesias, conventos, viviendas, plazas públicas, corrales, calles, paseos, todo se ha convertido en ambulancias provisionales; en Carpenedolo, Castel Goffredo, Medole, Guidizzolo, Volta y en todas las localidades de los alrededores se reúne a un considerable número de heridos, pero los más de ellos son trasladados a Castiglione, donde los menos inválidos ya logran desplazarse arrastrándose.
He aquí el largo cortejo de vehículos de Intendencia, cargados de soldados… llenos de sangre, extenuados, cubiertos de harapos y de polvo; después, mulos que llegan al trote, y cuya carrera arranca, cada instante, agudos gritos a los desdichados heridos que transportan. La pierna de uno está rota y parece estar desprendida de su cuerpo; cada tumbo de la carreta que lo lleva le causa nuevos sufrimientos. Otro tiene un brazo partido y, con el que le queda, sostiene y protege el miembro fracturado; un cabo tiene el brazo izquierdo atravesado por la baqueta de un lanzagranadas, baqueta que retira por sí mismo, y finalizada la operación, la utiliza como bastón para poder llegar a Castiglione; pero varios expiran queriendo avanzar; se dejan sus cadáveres a la orilla del camino, y ya se volverá más tarde para enterrarlos..."
…¡cuánta agonía, cuánto sufrimiento! Las heridas, agravadas por el calor, por el polvo, por la falta de agua y de asistencia, causan más intensos dolores; a pesar de los encomiables esfuerzos de Intendencia para mantener en buen estado los locales transformados en ambulancias, mefíticas emanaciones vician el aire, y el insuficiente número de ayudantes, de enfermeros y de sirvientes se hace sentir agudamente…"
Después de un pormenorizado y vívido relato de los aterradores hechos de los que ha sido testigo, Dunant revela su audaz propuesta basada - según sus propias palabras - en "el doble punto de vista de la humanidad y del cristianismo"…
"…Pero, ¿por qué haber descrito tantas escenas de dolor y de desolación y haber hecho, tal vez, sentir emociones penosas? ¿Por qué haberse demorado como con complacencia en el pergeño de cuadros lamentables y haberlos reproducido de una manera que puede parecer minuciosa y desesperante?
Permítasenos responder a estas muy naturales preguntas formulando esta otra:
¿No se podrían fundar sociedades voluntarias de socorro cuya finalidad sea prestar o hacer que se preste, en tiempo de guerra, asistencia a los heridos?...
… ¿Por qué no se podría aprovechar un tiempo de tranquilidad relativa y de calma para resolver una cuestión de tanta importancia, desde el doble punto de vista de la humanidad y del cristianismo?...".
La Alianza Mundial de Uniones Cristianas de Jóvenes (YMCA)
(ONG, Organización No Gubernamental)
La Alianza Mundial de Uniones Cristianas de Jóvenes es una confederación de Consejos Nacionales de Asociaciones Cristianas de Jóvenes alrededor del mundo. Los Consejos Nacionales están compuestos por asociaciones locales dentro de sus países. La Alianza Mundial se estableció tan temprano como 1855, en la primera Conferencia Internacional de YMCA celebrada en Paris. Como tal, hoy es la organización de voluntariado internacional más antigua del mundo. En la primera Conferencia Internacional de las YMCAs había representantes de 38 YMCAs, principalmente de países de Europa y Norteamérica. Hoy, la Alianza Mundial representa YMCAs en más de 120 países del mundo y continúa expandiéndose.
La misión de la Alianza Mundial está expresada en su lema, tomado de la Biblia "Qué sean uno" (Jn. 17:21), y las Bases de Paris, que enfatizan dos propósitos principales: trabajar para la "unidad", y trabajar para el establecimiento de "el Reino de Dios" en la tierra, es decir, trabajar por una sociedad caracterizada por la justicia, la paz y el amor, de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo.
Henri Dunant, entre los fundadores de la Alianza Mundial de las YMCAs, en su primera Conferencia Mundial, en París, 1855