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El avivamiento en la calle Azuza y en Chile



No me cabe la menor duda de que el avivamiento de la calle Azuza en la Iglesia de Santidad para gente de color en Los Angeles, California, recibió la estafeta de lo que aconteció en Gales en 1904.

James Seymore había tenido contacto epistolar con Evan Roberts y, tal como lo expresé anteriormente, aun las cartas tenían la presencia de Dios, de tal manera que la gente era redargüida o recibía el toque de Dios.
De manera que lo que los grandes evangelistas de 1800 no pudieron conseguir, ni gente renombrada a principios de 1900, lo lograron un minero galés con poca educación y un predicador de santidad, negro, del sur de Texas.
Los primeros reportajes de lo que acontecía en la calle Azuza fueron sensacionales. Aun la prensa secular manifestó que la atmósfera era jocosa, como de circo. La persona que dio las noticias favorables, difundiéndolas por to-dos lados, fue Frank Bartieman, también predicador de santidad y evangelista. Él pudo captar que eso sería histórico. Fue por medio de él que diversas líneas doctrinales como la wesleyana recibieron noticias de los sucesos en Los Angeles. El siguiente era un típico reporte de Bartieman: «Los demonios son expulsados, los enfermos son sanados, muchos son gloriosamente salvados, restaurados y bautizados con el Espíritu Santo y con poder.
Se están formando héroes, pues los débiles son hechos fuertes en el Señor. El corazón de los hombres está siendo escudriñado como con un candil encendido. Es un tremendo tiempo de escrutinio, no solamente de las acciones sino también de las motivaciones internas y secretas. Nada puede escapar al penetrante ojo de Dios. "Se exalta a Jesús", se magnífica su sangre y se honra una vez más al 'Espíritu Santo'. »Hay mucha manifestación del "poder" que hace que la gente se caiga al suelo. Hombres fuertes permanecen durante horas bajo el maravilloso poder de Dios, luego de haber caído al piso como el pasto cortado.
El avivamiento será, sin duda, de alcance mundial.» Muchos, en aquellos días de Cales (1904) y de Azuza (1906), cuando escucharon las noticias de la visitación del Espíritu Santo tuvieron que tomar una decisión: ¿Este es el gran derramamiento que Dios prometió, que en los postreros días se iba a derramar de su Espíritu, o no? En aquellos días, los que dijeron «sí» fueron transformados, sus iglesias cambiaron y el fuego se extendió por toda la Tierra. La pregunta es la misma hoy para nosotros: ¿Es de Dios o no? Yo he creído firmemente que lo es, y que este fuego está incendiando nuestra América Latina. Se cree que actualmente, en América Latina se entregan al Señor, aproximadamente, 400 personas cada hora. Según creo, hace 20-25 años que todo esto empezó. La gente católica, por lo menos en México, tuvo una visitación del Espíritu Santo. Se los conoció como «los católicos carismáticos».
Corrían los años setenta. A mí me tocó vivirlo y aun platicar con ellos, viendo el hambre y la sed que tenían por Dios. Las sanidades y mi-lagros se sucedían uno tras otro, y el bautismo con el Espí-ritu Santo, con la manifestación de hablar en otras lenguas, empezó a correr como el fuego. Esto produjo un hambre increíble por la Palabra de Dios. Se cree que comenzó en una iglesia en la ciudad de México.
La gente empezó a buscar en la Palabra y, al abrir-se sus ojos, vieron que muchas cosas que hacían no estaban bien. Esto produjo que las casas se abrieran para estudios bíblicos, los cuales empezaron a crecer hasta formarse algunas de las mega-iglesias que ahora existen, de entre 5000 y 10.000 personas. Por otro lado, un movimiento fuerte de fe surgía en aquellos días, provocando que la gente no católica anduviera buscando salud en los centros de reunión donde se predicaba sobre la fe. Años antes, el movimiento de Jesús había crecido fuer-temente, tocando a miles de jóvenes que habían sido atraí-dos por el movimiento de amor y paz entre los hippies.
Los «cafés» cristianos se abrían y la música surgía de la deses-peración del corazón. Algunos líderes nacionales de hoy salieron de esas filas para unirse a los nuevos grupos de casas que se abrieron por los años setenta. En aquellos días, en esas casas solo se tenían una o dos guitarras y con ellas se dirigía los cánticos; era alabanza nueva y fresca que salía de California, de grupos fuertes que ahí habían surgido entre jóvenes que salieron de las drogas y del hippismo. La presencia de Dios era sublime y esto provocó que algunas personas de la iglesia tradicio-nal evangélica se unieran a grupos caseros. Era lo fresco y lo novedoso de aquel entonces. Las iglesias tradicionales empezaron a tener envidia y criticar a este nuevo mover que traía consigo el bautismo con el Espíritu Santo, hablando en otras lenguas como señal inicial. Yo soy uno de tantos de esta desbandada de la iglesia evangélica tradicional, de los que buscamos más de Dios.
Creo y sigo creyendo que aun hay más y más en esta vida de comunión con el Señor. Todo esto lo comento porque lo viví, lo palpé, lo gusté. Eran días emocionantes para toda la nación: por fin surgía algo nuevo. Era una pequeña flama, pero cada día crecía hasta hacerse tan grande y fuerte que daría a luz nuevas iglesias y afectaría a los que ahora son los músicos renombrados. No solo esto, sino que la alabanza y adoración que había en México se daría a conocer fuera de este país, haciendo su explosión a finales de los ochenta. Muchos grupos e iglesias copiaron esta nueva forma de alabanza y adoración. Me ha tocado observar fuera de este país algunos de ellos que fueron afectados por lo que sucedía en México. En los noventa ha estado soplando una vez más este viento del Espíritu Santo.
Su invasión ha venido y una vez más los católicos han empezado a ver las cosas del Espíritu Santo. Yo creo que provocará otra desbandada. Ellos están quitándose el velo y, si la iglesia tradicional no des-pierta, o los grupos que crecieron en los ochenta no abren los ojos, Dios puede provocamos a celos, como lo hizo en los setenta. Es otro tiempo, y a medida que pasen los años más ruido habrá. La llama del Espíritu Santo está creciendo. En Colombia hay un hambre tremenda: en medio de una crisis social fuerte están surgiendo iglesias grandes, los estadios se abarrotan con gente para adorar y alabar al Señor Jesús. En Argentina sucede lo mismo.
En El Salvador, con el sistema de células, las iglesias han crecido descomunalmente. En Costa Rica, en la actualidad, tienen un mover fuerte del Espíritu Santo, y a través del Canal 23 de televisión están alcanzando veintidós países. Cada semana se predica a miles de latinos. La gente está recibiendo a Cristo, recibiendo sanidad y enseñanza sana a través de la televisión, gracias a que un hombre dio a luz hace años un Canal de TV: don Jonás González. En 1905, Hoover fue usado grandemente por Dios en Chile.
Por aquellos días, él tuvo noticias de un gran mover en la India. Pandita Rambai era una maestra anglicana india, del Movimiento de Santidad. En la escuela donde daba clases había surgido un fuerte avivamiento: los estudiantes experimentaban visiones, sueños, profecías, hablaban en otras lenguas.
Hoover fue ímpactado al leer estas informaciones y, como resultado, orando en Valparaíso, Chile, dio inicio un avivamiento histórico que después se propagó hacia Santiago y a todo el país. (El avivamiento en Chile, Willis C. Hoover, pp. 1-36.) Un relato lo describió así: «Era una escena sorprendente nunca antes vista en Chile: se sintieron movidos a danzar, tuvieron visiones espirituales, hablaron en idiomas angelicales y profetizaron acerca de este gran avivamiento.
El Espíritu Santo los llevó a las calles. Las autoridades los llevaron detenidos a las estaciones de policía, no obstante lo cual ellos continuaron danzando en los cuarteles, hablando en lenguas, profetizándoles a las autoridades mismas. Fuimos perseguidos por todos lados; se nos expulsó de los tem-plos metodistas porque sus pastores no quisieron aceptar esta forma de avivamiento espiritual. Nos trataron como si estuviéramos locos.» La historia del avivamiento en Chile desde 1909 es uno de los relatos más emocionantes del crecimiento de la Iglesia en el siglo XX. Se cree que para los ochentas había más de un millón de pentecostales en Chile, lo que correspondía al 80% de todos los protestantes. Para 1983 se indicaba que habría más de dos millones de chilenos que se consi-deraban evangélicos. Por muchos años la iglesia de Jotabeche, que es la Primera Iglesia Metodista Pentecostal de Santiago, fue la iglesia evangélica más grande del mundo. Aun con todo este mover tremendo a principios de siglo en Chile, el viento del Espíritu Santo vendrá incendiando una vez más el pábilo que humea.
Este es el tiempo de la América Latina. Creo que para el próximo siglo nuestra América dará que hablar en todo el mundo, porque tenemos millones de jóvenes en nues-tras naciones, y cuando Dios despierte a este gigante dormido, la juventud avanzará en nuestra América con la llenura del Espíritu Santo, por su pasión por Jesús y su deseo de ver pronto su regreso. Si tú eres un joven y lees este libro, te reto a que pruebes del Espíritu Santo, que no tengas temor, que Satanás no te robe a través del miedo y de sus engaños, diciéndo-te que lo del Espíritu Santo es peligroso.
El Espíritu de Dios desea invadir tu vida. Lo está haciendo ya y nadie lo detendrá. Su invasión a este mundo empezó en Génesis 1-1, cuando la Tierra estaba desordenada Y vacía/ pero el Espíritu Santo «Se movió sobre la faz de las aguas». El Espíritu Santo siempre se mueve, y así como lo hizo sobre las aguas, lo sigue haciendo. Siempre se mueve y na-da lo detendrá, y es sobre la faz. Estas palabras nos llevan al texto original, donde nos dice que el Espíritu Santo estaba empollando. ¿Lo ves? Siem-pre empolla y luego revolotea «sobre». El verso 3 nos dice que dio a luz primeramente. «Sea la luz», dijo Dios.
Su procedimiento es moverse, estar sobre y dar a luz. Así empezó, ha sido y así seguirá hasta el regreso del Se-ñor Jesús. Ahora el Espíritu Santo se está moviendo rápidamente sobre el mundo, sobre lo desordenado y vacío de la vida. Él dará a luz uno de los movimientos más poderosos que jamás la Tierra haya experimentado. Será más grande que el de Gales, que el de Chile o el de Azuza; más que el de Wesley o Finney. Estos quedarán pequeños ante lo que se avecina. De hecho, ya lo ha empezado; te guste o no, lo quieras tomar o no.
En los diferentes movimientos del Es-píritu Santo, los que no quisieron entrar eran los que ya estaban cómodos y llenos de todo, según su propio sentir. Pero Dios se levantó, como un poderoso gigante excitado por el vino; su Espíritu revoloteó y empolló en gentes que no valían nada; eran los fracasados según el parecer humano para que concibieran y dieran a luz. Así está sucediendo y así seguirá siendo. joven, no te quedes estático. Levántate y ve hacia Dios. Sacúdete tu religión y entra en comunión con su Espíritu. Él te llenará de un amor por Jesucristo como jamás lo has experimentado.
El Espíritu Santo quiere invadir tu cora-zón y todo tu ser, para que seas un templo santo. La invasión sobre América Latina está siendo real el día de hoy y no es por su crisis económica, política o social: es porque el Espíritu Santo se está moviendo. Él, sencillamente, se está moviendo y nadie lo podrá detener. Está empollando su vida, lo espiritual, y tarde o temprano saldrá a luz. América Latina se está despertando y no dudo que en los próximos años muchos latinos irán a predicar con gran fuego a otros países. Algún día les devolveremos lo que ellos sembraron con sus vidas hasta la sangre, para ver a Cristo formado en nuestros pueblos.
Hoover fue a Chile y Dios lo usó grandemente. Daniel Berg y Gunnar Vingren, dos suecos que fueron a Brasil, fueron ungidos por Dios, con manifestaciones poderosas de su Espíritu. Si ellos no hubieran sido sensibles a la voz de Dios a principios de este siglo, no sé qué hubiera pasado en Chile y Brasil, o cuántas almas más se hubieran perdido. A ellos, como a muchos otros misioneros, ¡muchas gracias! Pero ahora la estafeta está siendo pasada a nosotros, y la estamos tomando. Al menos en México, Dios está preparando a gente joven, aunque madura, para el próximo movimiento del Espíritu Santo.
Él vendrá y nosotros necesitamos estar listos. Estos líderes que estoy mirando en nuestra nación parecen diferentes de los usados en los sesentas o setentas; tienen un concepto más grande de la unidad y cada uno de ellos está reconociendo y aceptando lo que Dios está dando al otro, con actitud de mutuo respeto. Esto es realmente un milagro, ya que la iglesia en México está muy dividida.
Podemos ir a salvar al perdido, pero no nos respetamos los unos a los otros. Creo que el Espíritu Santo está cambiando esto en toda América Latina. Que no seamos de los que estorbemos a los «elíseos» que quieren también golpear las aguas y gritar: «¿Dónde está el Dios de Evan Roberts, Lutero, Wesley, George Fox, Finney, Annacondia o Billy Graham?» Puedo mirar a muchos líderes desesperados decir: «¿Hasta cuándo, Señor?» A algunos de los más ancianos les tocará verlo, pero otros tienen que dar paso a los «jo-sués». Algunos de ellos se subirán al Monte Pisga y mirarán de lejos, como lo hizo Moisés, pero no se les permitirá entrar a este nuevo mover. ¿Por qué? Porque representan otro mover, otra estructura, otra ley. Pero los líderes como Josué entrarán y poseerán la tierra, junto con la generación que lideran.
Los «pablos» están por levantarse, han sido preparados a los pies de los «gamalieles»; los «josués» han estado esperando en el Monte para recibir a los «moizsés», pero lo único que escuchan es guerra. Los «elíseos» han seguido fiel-mente a sus «ellas», gritando: ¡dame una doble porción de tu Espíritu!, porque saben que lo necesitan y la porción de su líder no es suficiente para lo que van a enfrentar.
¡Ven, Espíritu Santo! ¡Dame una doble porción o tríple, o la que sea necesaria para tomar nuestras naciones para Jesucristo! Invade a nuestra América Latina. Realiza, Espíritu Santo, la invasión más extraordinaria que jamás se haya visto. Desembarca con tu poder en las playas de nuestra incredulidad. Avanza con tu influencia sobre las murallas de la religiosidad; divide las aguas de nuestro Jordán, como lo hiciste con Eliseo y losué para tomar a los «jericós» de nuestra pasividad. Remueve la tierra y empolla de tu vida: así, en tu luz, veremos luz.

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El avivamiento en la calle Azuza y en Chile



No me cabe la menor duda de que el avivamiento de la calle Azuza en la Iglesia de Santidad para gente de color en Los Angeles, California, recibió la estafeta de lo que aconteció en Gales en 1904.

James Seymore había tenido contacto epistolar con Evan Roberts y, tal como lo expresé anteriormente, aun las cartas tenían la presencia de Dios, de tal manera que la gente era redargüida o recibía el toque de Dios.
De manera que lo que los grandes evangelistas de 1800 no pudieron conseguir, ni gente renombrada a principios de 1900, lo lograron un minero galés con poca educación y un predicador de santidad, negro, del sur de Texas.
Los primeros reportajes de lo que acontecía en la calle Azuza fueron sensacionales. Aun la prensa secular manifestó que la atmósfera era jocosa, como de circo. La persona que dio las noticias favorables, difundiéndolas por to-dos lados, fue Frank Bartieman, también predicador de santidad y evangelista. Él pudo captar que eso sería histórico. Fue por medio de él que diversas líneas doctrinales como la wesleyana recibieron noticias de los sucesos en Los Angeles. El siguiente era un típico reporte de Bartieman: «Los demonios son expulsados, los enfermos son sanados, muchos son gloriosamente salvados, restaurados y bautizados con el Espíritu Santo y con poder.
Se están formando héroes, pues los débiles son hechos fuertes en el Señor. El corazón de los hombres está siendo escudriñado como con un candil encendido. Es un tremendo tiempo de escrutinio, no solamente de las acciones sino también de las motivaciones internas y secretas. Nada puede escapar al penetrante ojo de Dios. "Se exalta a Jesús", se magnífica su sangre y se honra una vez más al 'Espíritu Santo'. »Hay mucha manifestación del "poder" que hace que la gente se caiga al suelo. Hombres fuertes permanecen durante horas bajo el maravilloso poder de Dios, luego de haber caído al piso como el pasto cortado.
El avivamiento será, sin duda, de alcance mundial.» Muchos, en aquellos días de Cales (1904) y de Azuza (1906), cuando escucharon las noticias de la visitación del Espíritu Santo tuvieron que tomar una decisión: ¿Este es el gran derramamiento que Dios prometió, que en los postreros días se iba a derramar de su Espíritu, o no? En aquellos días, los que dijeron «sí» fueron transformados, sus iglesias cambiaron y el fuego se extendió por toda la Tierra. La pregunta es la misma hoy para nosotros: ¿Es de Dios o no? Yo he creído firmemente que lo es, y que este fuego está incendiando nuestra América Latina. Se cree que actualmente, en América Latina se entregan al Señor, aproximadamente, 400 personas cada hora. Según creo, hace 20-25 años que todo esto empezó. La gente católica, por lo menos en México, tuvo una visitación del Espíritu Santo. Se los conoció como «los católicos carismáticos».
Corrían los años setenta. A mí me tocó vivirlo y aun platicar con ellos, viendo el hambre y la sed que tenían por Dios. Las sanidades y mi-lagros se sucedían uno tras otro, y el bautismo con el Espí-ritu Santo, con la manifestación de hablar en otras lenguas, empezó a correr como el fuego. Esto produjo un hambre increíble por la Palabra de Dios. Se cree que comenzó en una iglesia en la ciudad de México.
La gente empezó a buscar en la Palabra y, al abrir-se sus ojos, vieron que muchas cosas que hacían no estaban bien. Esto produjo que las casas se abrieran para estudios bíblicos, los cuales empezaron a crecer hasta formarse algunas de las mega-iglesias que ahora existen, de entre 5000 y 10.000 personas. Por otro lado, un movimiento fuerte de fe surgía en aquellos días, provocando que la gente no católica anduviera buscando salud en los centros de reunión donde se predicaba sobre la fe. Años antes, el movimiento de Jesús había crecido fuer-temente, tocando a miles de jóvenes que habían sido atraí-dos por el movimiento de amor y paz entre los hippies.
Los «cafés» cristianos se abrían y la música surgía de la deses-peración del corazón. Algunos líderes nacionales de hoy salieron de esas filas para unirse a los nuevos grupos de casas que se abrieron por los años setenta. En aquellos días, en esas casas solo se tenían una o dos guitarras y con ellas se dirigía los cánticos; era alabanza nueva y fresca que salía de California, de grupos fuertes que ahí habían surgido entre jóvenes que salieron de las drogas y del hippismo. La presencia de Dios era sublime y esto provocó que algunas personas de la iglesia tradicio-nal evangélica se unieran a grupos caseros. Era lo fresco y lo novedoso de aquel entonces. Las iglesias tradicionales empezaron a tener envidia y criticar a este nuevo mover que traía consigo el bautismo con el Espíritu Santo, hablando en otras lenguas como señal inicial. Yo soy uno de tantos de esta desbandada de la iglesia evangélica tradicional, de los que buscamos más de Dios.
Creo y sigo creyendo que aun hay más y más en esta vida de comunión con el Señor. Todo esto lo comento porque lo viví, lo palpé, lo gusté. Eran días emocionantes para toda la nación: por fin surgía algo nuevo. Era una pequeña flama, pero cada día crecía hasta hacerse tan grande y fuerte que daría a luz nuevas iglesias y afectaría a los que ahora son los músicos renombrados. No solo esto, sino que la alabanza y adoración que había en México se daría a conocer fuera de este país, haciendo su explosión a finales de los ochenta. Muchos grupos e iglesias copiaron esta nueva forma de alabanza y adoración. Me ha tocado observar fuera de este país algunos de ellos que fueron afectados por lo que sucedía en México. En los noventa ha estado soplando una vez más este viento del Espíritu Santo.
Su invasión ha venido y una vez más los católicos han empezado a ver las cosas del Espíritu Santo. Yo creo que provocará otra desbandada. Ellos están quitándose el velo y, si la iglesia tradicional no des-pierta, o los grupos que crecieron en los ochenta no abren los ojos, Dios puede provocamos a celos, como lo hizo en los setenta. Es otro tiempo, y a medida que pasen los años más ruido habrá. La llama del Espíritu Santo está creciendo. En Colombia hay un hambre tremenda: en medio de una crisis social fuerte están surgiendo iglesias grandes, los estadios se abarrotan con gente para adorar y alabar al Señor Jesús. En Argentina sucede lo mismo.
En El Salvador, con el sistema de células, las iglesias han crecido descomunalmente. En Costa Rica, en la actualidad, tienen un mover fuerte del Espíritu Santo, y a través del Canal 23 de televisión están alcanzando veintidós países. Cada semana se predica a miles de latinos. La gente está recibiendo a Cristo, recibiendo sanidad y enseñanza sana a través de la televisión, gracias a que un hombre dio a luz hace años un Canal de TV: don Jonás González. En 1905, Hoover fue usado grandemente por Dios en Chile.
Por aquellos días, él tuvo noticias de un gran mover en la India. Pandita Rambai era una maestra anglicana india, del Movimiento de Santidad. En la escuela donde daba clases había surgido un fuerte avivamiento: los estudiantes experimentaban visiones, sueños, profecías, hablaban en otras lenguas.
Hoover fue ímpactado al leer estas informaciones y, como resultado, orando en Valparaíso, Chile, dio inicio un avivamiento histórico que después se propagó hacia Santiago y a todo el país. (El avivamiento en Chile, Willis C. Hoover, pp. 1-36.) Un relato lo describió así: «Era una escena sorprendente nunca antes vista en Chile: se sintieron movidos a danzar, tuvieron visiones espirituales, hablaron en idiomas angelicales y profetizaron acerca de este gran avivamiento.
El Espíritu Santo los llevó a las calles. Las autoridades los llevaron detenidos a las estaciones de policía, no obstante lo cual ellos continuaron danzando en los cuarteles, hablando en lenguas, profetizándoles a las autoridades mismas. Fuimos perseguidos por todos lados; se nos expulsó de los tem-plos metodistas porque sus pastores no quisieron aceptar esta forma de avivamiento espiritual. Nos trataron como si estuviéramos locos.» La historia del avivamiento en Chile desde 1909 es uno de los relatos más emocionantes del crecimiento de la Iglesia en el siglo XX. Se cree que para los ochentas había más de un millón de pentecostales en Chile, lo que correspondía al 80% de todos los protestantes. Para 1983 se indicaba que habría más de dos millones de chilenos que se consi-deraban evangélicos. Por muchos años la iglesia de Jotabeche, que es la Primera Iglesia Metodista Pentecostal de Santiago, fue la iglesia evangélica más grande del mundo. Aun con todo este mover tremendo a principios de siglo en Chile, el viento del Espíritu Santo vendrá incendiando una vez más el pábilo que humea.
Este es el tiempo de la América Latina. Creo que para el próximo siglo nuestra América dará que hablar en todo el mundo, porque tenemos millones de jóvenes en nues-tras naciones, y cuando Dios despierte a este gigante dormido, la juventud avanzará en nuestra América con la llenura del Espíritu Santo, por su pasión por Jesús y su deseo de ver pronto su regreso. Si tú eres un joven y lees este libro, te reto a que pruebes del Espíritu Santo, que no tengas temor, que Satanás no te robe a través del miedo y de sus engaños, diciéndo-te que lo del Espíritu Santo es peligroso.
El Espíritu de Dios desea invadir tu vida. Lo está haciendo ya y nadie lo detendrá. Su invasión a este mundo empezó en Génesis 1-1, cuando la Tierra estaba desordenada Y vacía/ pero el Espíritu Santo «Se movió sobre la faz de las aguas». El Espíritu Santo siempre se mueve, y así como lo hizo sobre las aguas, lo sigue haciendo. Siempre se mueve y na-da lo detendrá, y es sobre la faz. Estas palabras nos llevan al texto original, donde nos dice que el Espíritu Santo estaba empollando. ¿Lo ves? Siem-pre empolla y luego revolotea «sobre». El verso 3 nos dice que dio a luz primeramente. «Sea la luz», dijo Dios.
Su procedimiento es moverse, estar sobre y dar a luz. Así empezó, ha sido y así seguirá hasta el regreso del Se-ñor Jesús. Ahora el Espíritu Santo se está moviendo rápidamente sobre el mundo, sobre lo desordenado y vacío de la vida. Él dará a luz uno de los movimientos más poderosos que jamás la Tierra haya experimentado. Será más grande que el de Gales, que el de Chile o el de Azuza; más que el de Wesley o Finney. Estos quedarán pequeños ante lo que se avecina. De hecho, ya lo ha empezado; te guste o no, lo quieras tomar o no.
En los diferentes movimientos del Es-píritu Santo, los que no quisieron entrar eran los que ya estaban cómodos y llenos de todo, según su propio sentir. Pero Dios se levantó, como un poderoso gigante excitado por el vino; su Espíritu revoloteó y empolló en gentes que no valían nada; eran los fracasados según el parecer humano para que concibieran y dieran a luz. Así está sucediendo y así seguirá siendo. joven, no te quedes estático. Levántate y ve hacia Dios. Sacúdete tu religión y entra en comunión con su Espíritu. Él te llenará de un amor por Jesucristo como jamás lo has experimentado.
El Espíritu Santo quiere invadir tu cora-zón y todo tu ser, para que seas un templo santo. La invasión sobre América Latina está siendo real el día de hoy y no es por su crisis económica, política o social: es porque el Espíritu Santo se está moviendo. Él, sencillamente, se está moviendo y nadie lo podrá detener. Está empollando su vida, lo espiritual, y tarde o temprano saldrá a luz. América Latina se está despertando y no dudo que en los próximos años muchos latinos irán a predicar con gran fuego a otros países. Algún día les devolveremos lo que ellos sembraron con sus vidas hasta la sangre, para ver a Cristo formado en nuestros pueblos.
Hoover fue a Chile y Dios lo usó grandemente. Daniel Berg y Gunnar Vingren, dos suecos que fueron a Brasil, fueron ungidos por Dios, con manifestaciones poderosas de su Espíritu. Si ellos no hubieran sido sensibles a la voz de Dios a principios de este siglo, no sé qué hubiera pasado en Chile y Brasil, o cuántas almas más se hubieran perdido. A ellos, como a muchos otros misioneros, ¡muchas gracias! Pero ahora la estafeta está siendo pasada a nosotros, y la estamos tomando. Al menos en México, Dios está preparando a gente joven, aunque madura, para el próximo movimiento del Espíritu Santo.
Él vendrá y nosotros necesitamos estar listos. Estos líderes que estoy mirando en nuestra nación parecen diferentes de los usados en los sesentas o setentas; tienen un concepto más grande de la unidad y cada uno de ellos está reconociendo y aceptando lo que Dios está dando al otro, con actitud de mutuo respeto. Esto es realmente un milagro, ya que la iglesia en México está muy dividida.
Podemos ir a salvar al perdido, pero no nos respetamos los unos a los otros. Creo que el Espíritu Santo está cambiando esto en toda América Latina. Que no seamos de los que estorbemos a los «elíseos» que quieren también golpear las aguas y gritar: «¿Dónde está el Dios de Evan Roberts, Lutero, Wesley, George Fox, Finney, Annacondia o Billy Graham?» Puedo mirar a muchos líderes desesperados decir: «¿Hasta cuándo, Señor?» A algunos de los más ancianos les tocará verlo, pero otros tienen que dar paso a los «jo-sués». Algunos de ellos se subirán al Monte Pisga y mirarán de lejos, como lo hizo Moisés, pero no se les permitirá entrar a este nuevo mover. ¿Por qué? Porque representan otro mover, otra estructura, otra ley. Pero los líderes como Josué entrarán y poseerán la tierra, junto con la generación que lideran.
Los «pablos» están por levantarse, han sido preparados a los pies de los «gamalieles»; los «josués» han estado esperando en el Monte para recibir a los «moizsés», pero lo único que escuchan es guerra. Los «elíseos» han seguido fiel-mente a sus «ellas», gritando: ¡dame una doble porción de tu Espíritu!, porque saben que lo necesitan y la porción de su líder no es suficiente para lo que van a enfrentar.
¡Ven, Espíritu Santo! ¡Dame una doble porción o tríple, o la que sea necesaria para tomar nuestras naciones para Jesucristo! Invade a nuestra América Latina. Realiza, Espíritu Santo, la invasión más extraordinaria que jamás se haya visto. Desembarca con tu poder en las playas de nuestra incredulidad. Avanza con tu influencia sobre las murallas de la religiosidad; divide las aguas de nuestro Jordán, como lo hiciste con Eliseo y losué para tomar a los «jericós» de nuestra pasividad. Remueve la tierra y empolla de tu vida: así, en tu luz, veremos luz.