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El marketing del adulterio





¡Qué frustrante! ¡No soy nada moderno!

Amo a mi esposa, es más, me gusta mi mujer, le soy fiel cada día de mi vida y no pienso en “enriquecer” mi matrimonio con una aventura, un affaire, una cana al aire… estas expresiones que intentan hacer desaparecer la otra más fuerte y descriptiva: adulterio.

Pero es que una aventura suena mejor, más como un suceso o acontecimiento cargado de sorpresas agradables y satisfactorias que servirá para mitigar los efectos de las “crisis de los cuarenta o de los cincuenta”, devolverá alegría perdida, aportará más emoción al matrimonio, y nos convertirá en mejores amantes. ¡Qué tonto soy por no querer tener una aventura, lo que me pierdo… debo ser poco creativo, ya que ni sueño con semejante expectativa!

 Acabo de leer la noticia de que han llegado a España las agencias de relaciones extramatrimoniales que se pueden encargar de buscarte la pareja ideal para tener una aventura , un entretenimiento que le echará sal a los sosos matrimonios que, parece ser, abundan en España, y me he quedado estupefacto, por no decir asqueado. Anuncios televisivos y de prensa con un magnífico marketing del adulterio, del pecado, de la degradación. Desde luego el apóstol Pedro tuvo una percepción profética al decir:  “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia.”  (2ª Pedro 2:14), tal cual parece estar definiendo a los promotores de semejantes agencias.

Nunca pierde vigencia la Biblia, más en estos momentos de confusión social respecto a la familia y el matrimonio. En el libro de Isaías 5: 20 se nos dice:  ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 

 A lo malo dicen bueno, al adulterio se le da carta de bendición, como un factor favorable para el matrimonio. A lo bueno dicen malo, la fidelidad es una virtud trasnochada, sin valor en los tiempos que vivimos. ¿Quién tiene razón?  ¿Será verdad lo que estos nuevos constructores (más bien destructores) de la familia proponen?

Pelear contra el mito de que “una aventura no es tan grave, que todos en algún momento lo hacen, de que si no lo has hecho seguro que lo has deseado”, no es sencillo, ya que remamos contracorriente, más cuando el cine y la televisión muestran el adulterio como una terapia para revitalizar al matrimonio y acabar con el aburrimiento y la monotonía.  De lo que se trata es de suavizar el hecho, relativizar el pecado y la conducta moral, y a través de todo tipo de sugestiones, menguar el valor del pecado y convertirlo en un derecho, en una opción de conducta. Frank Pittman afirma que “la infidelidad no radica necesariamente en el acto sexual propiamente dicho, sino en el secreto y el engaño… No se trata de con quién te acuestas, sino de a quién mientes o de quién te vengas.”  Frank Pittman es psiquiatra y autor de diversos libros, entre ellos Private Lies: Infidelity and Betrayal of Intimacy (Mentiras privadas: La infidelidad y la traición de la intimidad), del que se saco la cita

 Debemos estar alertas y ser sabios ya que las parejas de las aventuras adúlteras no suelen escogerse por su atractivo, sino por satisfacer necesidades que el cónyuge no satisface, principalmente el compañerismo, la comunicación y los vínculos emocionales. Esto ocurre incluso entre quienes mantienen convicciones morales o religiosas muy fuertes. Son las áreas emocionales no atendidas las que crean el vacío peligroso en la vida de la persona.

El Dr. Frank Pittman encontró en su propio estudio personal del tema que muchos de sus pacientes que mantenían aventuras amorosas mantenían una sana vida sexual con sus cónyuges, pero no gozaban de intimidad, cariño, ternura, comunicación y demás vínculos emocionales. Su conclusión es muy significativa: “Las aventuras tienen una probabilidad de darse tres veces mayor de ser la búsqueda de un “compinche” que de un mejor orgasmo” (op. cit.)

Habitualmente, la infidelidad se mantiene por la emoción y la estimulación que provocan los encuentros. La clandestinidad sirve de refuerzo a una situación que, a priori, da miedo pero que después se convierte en la excitación que estábamos necesitando en nuestra vida diaria. Se acabó la monotonía y el agobio por el estrés y tenemos algo excitante por lo que estar contentos.

 A menudo, son relaciones difíciles de romper, ya que se establece un vínculo que funciona como una droga : me relaja cuando la estoy tomando y me produce excitación cuando la tengo lejos (no dejo de pensar en ello, rememoro los buenos momentos, deseo que llegue el siguiente encuentro, etc.).

 Sin embargo la realidad es que el adulterio no se convierte en una relación en la que todo es dulce y termina de maravilla. En una investigación realizada por Giorgio Agostini, un psicólogo especializado en familia y pareja, sobre una muestra de 112 parejas formadas producto de una infidelidad, el 72% de ellas fracasó. Dice "se tiende a elegir el mismo tipo de persona y caer en la misma clase de errores. Repiten la historia y lo más probable es que fracasen, sin aprender de sus errores".

Otro dato importante es que incluso hasta científicamente se ha tratado de encontrar el gen de la infidelidad, sin resultados positivos. Lo que sí se ha comprobado, desde el punto de vista fisiológico, es que todas las relaciones, incluso aquellas producto de una traición, cuando se basan sólo en la atracción sexual o en términos de pasión, su duración tiene un máximo de cuatro años, a partir de los cuales está comprobado que el interés decae y los conflictos se incrementan, haciendo muy difícil sobrellevar una estructura afectiva armónica con la pareja que tanto se deseó al principio.

 La figura del amante puede a su vez ser, bien un episodio meramente transitorio, o bien algo serio y con indicios de permanencia. Tengamos en cuenta, que según las estadísticas, el 37% de las infidelidades son aventuras de una sola noche y apenas el 12% de ellas duran más de un año.

En la decisión del paso hacia la infidelidad ha de sopesarse no sólo el brillo placentero de un flirteo o una "canita al aire" con un cuerpo nuevo, sino el futuro de esa nueva relación que nace y que puede amargar la vida de los tres implicados.

 ¿Por qué es tan engañoso el adulterio? Hay varios componentes involucrados, distorsiona la realidad, genera la ilusión de ser amado, proporciona falsamente significado, puede llegar a ser placentero físicamente (no siempre), da la sensación de confianza pasajera, provee una sensación falsa de relación, hace que ambas partes se crean amadas, acalla el dolor emocional, desvía la atención de los problemas familiares y hasta puede usarse como arma para castigar al cónyuge. Como bien dice Proverbios 14:12:  “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

La Palabra de Dios nos dice: “No os ha sobrevenido ninguna TENTACIÓN que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”  (1 Corintios 10:13).El proceso del adulterio tiene una secuencia de tentación muy evidente:

 T   T entación de probar - atracción por el fruto prohibido.
 E   E xcitación emocional - satisface la lascivia, escapa de la realidad.
 N   N egligencia del matrimonio - devaluación del pacto matrimonial.
 T   T ergiversa la verdad - miente y niega la aventura.
 A   A lejamiento físico - evita llegar a casa para estar en familia.
 C   C ambia lo temporal por lo eterno - prefiere el placer momentáneo.
 I   I ra en vez de responsabilidad - se niega a discutir los problemas.
 Ó   O pta por proteger a la otra - la defiende y se pone a su favor.
 N   N iega la guía de Dios - endurece su corazón.
(Tomado de  www.hopefortheheart.org )

 Jesús enseña que el adulterio se inicia en el corazón por causa de la codicia. La codicia se ha convertido en un estilo de vida que deteriora la sociedad, todo lo que la compone , economía, familia, relaciones personales, y nosotros como creyentes no somos inmunes a esta tentación. Hablar de santidad, fidelidad, compromiso hace que seamos juzgados de antiguos, trasnochados y hasta de fundamentalistas.

Pero nosotros, no nos dejamos engañar, nos levantamos del sueño en el que ha caído nuestro país, y aunque la noche está avanzada ya se acerca el día:  “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”  (Romanos 13:11-14).

 El tema es tan pertinente que requerirá que nos acerquemos a él nuevamente planteando las soluciones para aquellas personas que han pecado y con estrategias de prevención para todos los matrimonios. 
 

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El marketing del adulterio





¡Qué frustrante! ¡No soy nada moderno!

Amo a mi esposa, es más, me gusta mi mujer, le soy fiel cada día de mi vida y no pienso en “enriquecer” mi matrimonio con una aventura, un affaire, una cana al aire… estas expresiones que intentan hacer desaparecer la otra más fuerte y descriptiva: adulterio.

Pero es que una aventura suena mejor, más como un suceso o acontecimiento cargado de sorpresas agradables y satisfactorias que servirá para mitigar los efectos de las “crisis de los cuarenta o de los cincuenta”, devolverá alegría perdida, aportará más emoción al matrimonio, y nos convertirá en mejores amantes. ¡Qué tonto soy por no querer tener una aventura, lo que me pierdo… debo ser poco creativo, ya que ni sueño con semejante expectativa!

 Acabo de leer la noticia de que han llegado a España las agencias de relaciones extramatrimoniales que se pueden encargar de buscarte la pareja ideal para tener una aventura , un entretenimiento que le echará sal a los sosos matrimonios que, parece ser, abundan en España, y me he quedado estupefacto, por no decir asqueado. Anuncios televisivos y de prensa con un magnífico marketing del adulterio, del pecado, de la degradación. Desde luego el apóstol Pedro tuvo una percepción profética al decir:  “Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia.”  (2ª Pedro 2:14), tal cual parece estar definiendo a los promotores de semejantes agencias.

Nunca pierde vigencia la Biblia, más en estos momentos de confusión social respecto a la familia y el matrimonio. En el libro de Isaías 5: 20 se nos dice:  ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 

 A lo malo dicen bueno, al adulterio se le da carta de bendición, como un factor favorable para el matrimonio. A lo bueno dicen malo, la fidelidad es una virtud trasnochada, sin valor en los tiempos que vivimos. ¿Quién tiene razón?  ¿Será verdad lo que estos nuevos constructores (más bien destructores) de la familia proponen?

Pelear contra el mito de que “una aventura no es tan grave, que todos en algún momento lo hacen, de que si no lo has hecho seguro que lo has deseado”, no es sencillo, ya que remamos contracorriente, más cuando el cine y la televisión muestran el adulterio como una terapia para revitalizar al matrimonio y acabar con el aburrimiento y la monotonía.  De lo que se trata es de suavizar el hecho, relativizar el pecado y la conducta moral, y a través de todo tipo de sugestiones, menguar el valor del pecado y convertirlo en un derecho, en una opción de conducta. Frank Pittman afirma que “la infidelidad no radica necesariamente en el acto sexual propiamente dicho, sino en el secreto y el engaño… No se trata de con quién te acuestas, sino de a quién mientes o de quién te vengas.”  Frank Pittman es psiquiatra y autor de diversos libros, entre ellos Private Lies: Infidelity and Betrayal of Intimacy (Mentiras privadas: La infidelidad y la traición de la intimidad), del que se saco la cita

 Debemos estar alertas y ser sabios ya que las parejas de las aventuras adúlteras no suelen escogerse por su atractivo, sino por satisfacer necesidades que el cónyuge no satisface, principalmente el compañerismo, la comunicación y los vínculos emocionales. Esto ocurre incluso entre quienes mantienen convicciones morales o religiosas muy fuertes. Son las áreas emocionales no atendidas las que crean el vacío peligroso en la vida de la persona.

El Dr. Frank Pittman encontró en su propio estudio personal del tema que muchos de sus pacientes que mantenían aventuras amorosas mantenían una sana vida sexual con sus cónyuges, pero no gozaban de intimidad, cariño, ternura, comunicación y demás vínculos emocionales. Su conclusión es muy significativa: “Las aventuras tienen una probabilidad de darse tres veces mayor de ser la búsqueda de un “compinche” que de un mejor orgasmo” (op. cit.)

Habitualmente, la infidelidad se mantiene por la emoción y la estimulación que provocan los encuentros. La clandestinidad sirve de refuerzo a una situación que, a priori, da miedo pero que después se convierte en la excitación que estábamos necesitando en nuestra vida diaria. Se acabó la monotonía y el agobio por el estrés y tenemos algo excitante por lo que estar contentos.

 A menudo, son relaciones difíciles de romper, ya que se establece un vínculo que funciona como una droga : me relaja cuando la estoy tomando y me produce excitación cuando la tengo lejos (no dejo de pensar en ello, rememoro los buenos momentos, deseo que llegue el siguiente encuentro, etc.).

 Sin embargo la realidad es que el adulterio no se convierte en una relación en la que todo es dulce y termina de maravilla. En una investigación realizada por Giorgio Agostini, un psicólogo especializado en familia y pareja, sobre una muestra de 112 parejas formadas producto de una infidelidad, el 72% de ellas fracasó. Dice "se tiende a elegir el mismo tipo de persona y caer en la misma clase de errores. Repiten la historia y lo más probable es que fracasen, sin aprender de sus errores".

Otro dato importante es que incluso hasta científicamente se ha tratado de encontrar el gen de la infidelidad, sin resultados positivos. Lo que sí se ha comprobado, desde el punto de vista fisiológico, es que todas las relaciones, incluso aquellas producto de una traición, cuando se basan sólo en la atracción sexual o en términos de pasión, su duración tiene un máximo de cuatro años, a partir de los cuales está comprobado que el interés decae y los conflictos se incrementan, haciendo muy difícil sobrellevar una estructura afectiva armónica con la pareja que tanto se deseó al principio.

 La figura del amante puede a su vez ser, bien un episodio meramente transitorio, o bien algo serio y con indicios de permanencia. Tengamos en cuenta, que según las estadísticas, el 37% de las infidelidades son aventuras de una sola noche y apenas el 12% de ellas duran más de un año.

En la decisión del paso hacia la infidelidad ha de sopesarse no sólo el brillo placentero de un flirteo o una "canita al aire" con un cuerpo nuevo, sino el futuro de esa nueva relación que nace y que puede amargar la vida de los tres implicados.

 ¿Por qué es tan engañoso el adulterio? Hay varios componentes involucrados, distorsiona la realidad, genera la ilusión de ser amado, proporciona falsamente significado, puede llegar a ser placentero físicamente (no siempre), da la sensación de confianza pasajera, provee una sensación falsa de relación, hace que ambas partes se crean amadas, acalla el dolor emocional, desvía la atención de los problemas familiares y hasta puede usarse como arma para castigar al cónyuge. Como bien dice Proverbios 14:12:  “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

La Palabra de Dios nos dice: “No os ha sobrevenido ninguna TENTACIÓN que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”  (1 Corintios 10:13).El proceso del adulterio tiene una secuencia de tentación muy evidente:

 T   T entación de probar - atracción por el fruto prohibido.
 E   E xcitación emocional - satisface la lascivia, escapa de la realidad.
 N   N egligencia del matrimonio - devaluación del pacto matrimonial.
 T   T ergiversa la verdad - miente y niega la aventura.
 A   A lejamiento físico - evita llegar a casa para estar en familia.
 C   C ambia lo temporal por lo eterno - prefiere el placer momentáneo.
 I   I ra en vez de responsabilidad - se niega a discutir los problemas.
 Ó   O pta por proteger a la otra - la defiende y se pone a su favor.
 N   N iega la guía de Dios - endurece su corazón.
(Tomado de  www.hopefortheheart.org )

 Jesús enseña que el adulterio se inicia en el corazón por causa de la codicia. La codicia se ha convertido en un estilo de vida que deteriora la sociedad, todo lo que la compone , economía, familia, relaciones personales, y nosotros como creyentes no somos inmunes a esta tentación. Hablar de santidad, fidelidad, compromiso hace que seamos juzgados de antiguos, trasnochados y hasta de fundamentalistas.

Pero nosotros, no nos dejamos engañar, nos levantamos del sueño en el que ha caído nuestro país, y aunque la noche está avanzada ya se acerca el día:  “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.”  (Romanos 13:11-14).

 El tema es tan pertinente que requerirá que nos acerquemos a él nuevamente planteando las soluciones para aquellas personas que han pecado y con estrategias de prevención para todos los matrimonios.