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IGLESIA DEL NOMBRE DE JESUS: HISTORIA

A continuación presentamos una breve reseña histórica de la Historia de la Iglesia del Nombre de Jesús.

Esta historia la consideramos dividida en estos siete periodos:

1. La Iglesia Primitiva (30 d.C – 100 d.C.)
2. La iglesia durante las persecuciones imperiales (100 d.C. – 313 d.C.)
3. La Iglesia durante el desarrollo de la Iglesia Católica Romana (313 d.C. – 476 d.C.)
4. La Iglesia durante el periodo medieval (476 d.C. – 1453 d.C.)
5. La Iglesia durante el periodo de la reforma protestante (1453 d.C. –1648 d.C.)
6. La Iglesia durante los movimientos de reactivación en la era moderna (1648 d.C. –1900 d.C.)
7. El Movimiento Pentecostal Moderno (1901 – hasta hoy)


1. LA IGLESIA PRIMITIVA 
Desde la venida del Espíritu Santo, 30 d.C.
Hasta la muerte del apóstol Juan, 100 d.C

La iglesia de Cristo empezó su historia como un movimiento mundial el día de Pentecostés, a fines de la primavera del año 30 d.C, cincuenta días después de la resurrección de nuestro Señor, y diez días después de la ascensión. En aquella oportunidad, descendió sobre unas 120 personas el Espíritu Santo de la promesa.

La Iglesia comenzó en la ciudad de Jerusalén, y evidentemente se limitó a aquella ciudad y a sus alrededores durante los primeros años de su historia. Todos los miembros de la iglesia eran judíos; y hasta donde podemos percibir, ninguno de ellos, ni aún los de la compañía apostólica, soñaban al principio que los gentiles pudieran ser admitidos como miembros.

Al principio, la Teología de la Iglesia era simple, y consistía principalmente en

1. La enseñanza del misterio de la piedad (o de la voluntad de Dios), es decir que el único Dios (conforme a su plan eterno), fue manifestado en carne como hombre (como Hijo), y cumpliendo esa función de Hijo, murió y resucitó para darnos salvación, ascendió a los cielos con un cuerpo glorificado y volverá por segunda vez para juzgar a todos los seres humanos.

2. La predicación del plan de salvación neotestamentario, que consiste en el verdadero arrepentimiento, el bautismo en agua en el nombre de Jesús, y el bautismo del Espíritu Santo.

3. La permanencia en una vida de santidad, conforme a la nueva vida en Cristo.

Al parecer, hasta el concilio de Jerusalén en el año 50 d.C., ningún libro del Nuevo Testamento había sido escrito, y la iglesia dependía para su conocimiento de la vida y enseñanzas del Salvador, que aún estaban en la memoria de los discípulos primitivos.

Jesús y los apóstoles, aceptaron las Escrituras hebreas, nuestro Antiguo Testamento, como la Palabra de Dios. Después de la fundación de la iglesia en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo inspiró a los apóstoles y a otros creyentes, a escribir nuestro Nuevo Testamento. Es evidente que la iglesia primitiva aceptó esos documentos como inspirados, en el momento en que fueron escritos. Los primeros cristianos se dieron cuenta de que en los apóstoles habían autoridad única, pues fueron escogidos directamente por Cristo, como testigos suyos. Ellos estaban felices de haberse establecido sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo mismo el fundamento de su fe. Al finalizar este periodo, ya todo el Nuevo Testamento estaba en circulación. Estas son algunas de las fechas aceptadas, referentes a la redacción de las distintas versiones del evangelio: Marcos (año 68-73 d.C.), Mateo (70-100 d.C.), Lucas (80-100) y Juan (90 – 100 d.C.). Cuando se terminó de escribir el Nuevo Testamento (por la revelación del Espíritu Santo), la doctrina cristiana estuvo completa.

El amor de Cristo que ardía en el corazón de estas gentes, hacía que también mostraran amor hacia sus condiscípulos, una unidad de espíritu, un gozo en la comunión, y especialmente un interés abnegado en los miembros necesitados de la Iglesia.

Por lo general la Iglesia no tenía faltas. Era poderosa en la fe y en el testimonio, pura en su carácter, y abundante en el amor. Pero su singular defecto era su falta de celo misionero. Permaneció en su propio territorio cuando debió haber salido con el evangelio a otras tierras y a otros pueblos. Necesitaba el estímulo de la severa persecución para que la hiciera salir a desempeñar su misión mundial; y verdaderamente recibió tal estímulo. Las primeras persecuciones contra los cristianos fueron infligidas por los judíos, persecuciones en las que Pedro y Juan fueron encarcelados en más de una ocasión, y Esteban y Jacobo murieron como mártires.

Después de la muerte de Esteban, Felipe encontró refugio entre los samaritanos, una gente mixta, que no era judía ni gentil, pero que eran despreciados por los judíos. Más tarde, Pedro predicó el evangelio a Cornelio y a sus amigos, y durante esa predicación el Espíritu de Dios testificó su aprobación divina por un derramamiento semejante al del día del Pentecostés. Inmediatamente fueron recibidos en la iglesia por el bautismo en el nombre de Jesús. De esta manera fue decretada la predicación del evangelio a los gentiles y su aceptación en la Iglesia.

En toda la historia del cristianismo ninguna conversión a Cristo trajo consigo resultados tan importantes como la de Saulo (nombre judío) el perseguidor, que fue el apóstol Pablo (nombre griego). Este (por medio de su esfuerzo misionero) conquistó a muchas almas para Cristo en gran parte del imperio Romano. Los gentiles podían entrar al redil cristiano por medio de una fe sencilla en Cristo y una vida recta, sin someterse a requisitos propios de la Ley de Moisés. Con esta resolución se completó el periodo de transición de una Iglesia cristiana judía a una Iglesia para toda raza y país; y el evangelio podía ahora seguir adelante en constante expansión. Alrededor de dos generaciones después de la muerte de Cristo, la iglesia cristiana se había extendido por casi todo el Imperio Romano.

Como ya hemos visto, fueron muchos los factores que contribuyeron a que el evangelio se propagara: Los judíos que habían sido testigos de los acontecimientos del Pentecostés llevaron el mensaje de salvación cuando regresaron a sus hogares (Hechos 2). Dios le reveló a Pedro que también los gentiles debían ser incluidos en la iglesia (Hechos 10). La lapidación de Esteban y las persecuciones de Saulo en las que fueron dispersados los primeros cristianos que llevaron el evangelio a dondequiera que iban. Y el trabajo de misioneros (tales como Pablo) que llevaron el evangelio a muchas localidades paganas.

Los romanos tuvieron poco interés en las disputas iniciales entre la iglesia cristiana y los judíos. Cuando Pablo estaba en Corinto y fue arrastrado por una turba judía hacia el tribunal del gobernador romano Galión, dicho gobernador dijo no tener nada que ver con ese caso y echó del tribunal a aquellos judíos. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la actitud hacia los cristianos se sometió a un gran cambio.

Durante el reinado del emperador Nerón, en el 64 d.C., un incendio estalló en Roma. Durante seis días y seis noches el fuego ardió, y la mayor parte de la ciudad de Roma fue reducida a cenizas. Se corrió el rumor de que Nerón mismo era el culpable de haber encendido a la ciudad con fuego, lo que despertó gran odio del pueblo de Roma contra el Emperador. Para alejar este odio, Nerón acusó a los cristianos de haber incendiado a Roma. A pesar de que esta fue una acusación falsa, un gran número de cristianos fueron detenidos, y a esto siguió una terrible persecución en la que muchos cristianos fueron asesinados, algunos incluso fueron crucificados. El punto culminante de este espectáculo de horror, es que después del anochecer los cristianos fueron quemados en hogueras para dar luz al jardín de Nerón, mientras que Nerón montado en su carruaje, se paseaba alrededor disfrutando de la escena.

El último sobreviviente de los doce apóstoles fue Juan, que moraba en Efeso hasta el año 100 d.C. Para este año, miles de creyentes habían sido asesinados por causa de su fe. Dos emperadores: Nerón y Domiciano ya habían perseguido la Iglesia y empezaban también a levantarse falsas doctrinas.

Al leer las últimas epístolas y el libro del Apocalipsis, encontramos mezcladas luz y sombras en el mensaje a las siete iglesias. Las normas de carácter moral eran elevadas pero el tono de la vida espiritual era inferior de lo que había sido en los días primitivos apostólicos. Sin embargo, en todas partes la Iglesia era fuerte, activa, creciente y se levantaba a dominar por todos los ámbitos del Imperio Romano.

Es interesante notar el estado del cristianismo a fines del primer siglo, alrededor de setenta años después de la ascensión de Cristo. Para esta fecha había familias que por espacio de tres generaciones habían sido seguidoras de Cristo.

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IGLESIA DEL NOMBRE DE JESUS: HISTORIA

A continuación presentamos una breve reseña histórica de la Historia de la Iglesia del Nombre de Jesús.

Esta historia la consideramos dividida en estos siete periodos:

1. La Iglesia Primitiva (30 d.C – 100 d.C.)
2. La iglesia durante las persecuciones imperiales (100 d.C. – 313 d.C.)
3. La Iglesia durante el desarrollo de la Iglesia Católica Romana (313 d.C. – 476 d.C.)
4. La Iglesia durante el periodo medieval (476 d.C. – 1453 d.C.)
5. La Iglesia durante el periodo de la reforma protestante (1453 d.C. –1648 d.C.)
6. La Iglesia durante los movimientos de reactivación en la era moderna (1648 d.C. –1900 d.C.)
7. El Movimiento Pentecostal Moderno (1901 – hasta hoy)


1. LA IGLESIA PRIMITIVA 
Desde la venida del Espíritu Santo, 30 d.C.
Hasta la muerte del apóstol Juan, 100 d.C

La iglesia de Cristo empezó su historia como un movimiento mundial el día de Pentecostés, a fines de la primavera del año 30 d.C, cincuenta días después de la resurrección de nuestro Señor, y diez días después de la ascensión. En aquella oportunidad, descendió sobre unas 120 personas el Espíritu Santo de la promesa.

La Iglesia comenzó en la ciudad de Jerusalén, y evidentemente se limitó a aquella ciudad y a sus alrededores durante los primeros años de su historia. Todos los miembros de la iglesia eran judíos; y hasta donde podemos percibir, ninguno de ellos, ni aún los de la compañía apostólica, soñaban al principio que los gentiles pudieran ser admitidos como miembros.

Al principio, la Teología de la Iglesia era simple, y consistía principalmente en

1. La enseñanza del misterio de la piedad (o de la voluntad de Dios), es decir que el único Dios (conforme a su plan eterno), fue manifestado en carne como hombre (como Hijo), y cumpliendo esa función de Hijo, murió y resucitó para darnos salvación, ascendió a los cielos con un cuerpo glorificado y volverá por segunda vez para juzgar a todos los seres humanos.

2. La predicación del plan de salvación neotestamentario, que consiste en el verdadero arrepentimiento, el bautismo en agua en el nombre de Jesús, y el bautismo del Espíritu Santo.

3. La permanencia en una vida de santidad, conforme a la nueva vida en Cristo.

Al parecer, hasta el concilio de Jerusalén en el año 50 d.C., ningún libro del Nuevo Testamento había sido escrito, y la iglesia dependía para su conocimiento de la vida y enseñanzas del Salvador, que aún estaban en la memoria de los discípulos primitivos.

Jesús y los apóstoles, aceptaron las Escrituras hebreas, nuestro Antiguo Testamento, como la Palabra de Dios. Después de la fundación de la iglesia en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo inspiró a los apóstoles y a otros creyentes, a escribir nuestro Nuevo Testamento. Es evidente que la iglesia primitiva aceptó esos documentos como inspirados, en el momento en que fueron escritos. Los primeros cristianos se dieron cuenta de que en los apóstoles habían autoridad única, pues fueron escogidos directamente por Cristo, como testigos suyos. Ellos estaban felices de haberse establecido sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo mismo el fundamento de su fe. Al finalizar este periodo, ya todo el Nuevo Testamento estaba en circulación. Estas son algunas de las fechas aceptadas, referentes a la redacción de las distintas versiones del evangelio: Marcos (año 68-73 d.C.), Mateo (70-100 d.C.), Lucas (80-100) y Juan (90 – 100 d.C.). Cuando se terminó de escribir el Nuevo Testamento (por la revelación del Espíritu Santo), la doctrina cristiana estuvo completa.

El amor de Cristo que ardía en el corazón de estas gentes, hacía que también mostraran amor hacia sus condiscípulos, una unidad de espíritu, un gozo en la comunión, y especialmente un interés abnegado en los miembros necesitados de la Iglesia.

Por lo general la Iglesia no tenía faltas. Era poderosa en la fe y en el testimonio, pura en su carácter, y abundante en el amor. Pero su singular defecto era su falta de celo misionero. Permaneció en su propio territorio cuando debió haber salido con el evangelio a otras tierras y a otros pueblos. Necesitaba el estímulo de la severa persecución para que la hiciera salir a desempeñar su misión mundial; y verdaderamente recibió tal estímulo. Las primeras persecuciones contra los cristianos fueron infligidas por los judíos, persecuciones en las que Pedro y Juan fueron encarcelados en más de una ocasión, y Esteban y Jacobo murieron como mártires.

Después de la muerte de Esteban, Felipe encontró refugio entre los samaritanos, una gente mixta, que no era judía ni gentil, pero que eran despreciados por los judíos. Más tarde, Pedro predicó el evangelio a Cornelio y a sus amigos, y durante esa predicación el Espíritu de Dios testificó su aprobación divina por un derramamiento semejante al del día del Pentecostés. Inmediatamente fueron recibidos en la iglesia por el bautismo en el nombre de Jesús. De esta manera fue decretada la predicación del evangelio a los gentiles y su aceptación en la Iglesia.

En toda la historia del cristianismo ninguna conversión a Cristo trajo consigo resultados tan importantes como la de Saulo (nombre judío) el perseguidor, que fue el apóstol Pablo (nombre griego). Este (por medio de su esfuerzo misionero) conquistó a muchas almas para Cristo en gran parte del imperio Romano. Los gentiles podían entrar al redil cristiano por medio de una fe sencilla en Cristo y una vida recta, sin someterse a requisitos propios de la Ley de Moisés. Con esta resolución se completó el periodo de transición de una Iglesia cristiana judía a una Iglesia para toda raza y país; y el evangelio podía ahora seguir adelante en constante expansión. Alrededor de dos generaciones después de la muerte de Cristo, la iglesia cristiana se había extendido por casi todo el Imperio Romano.

Como ya hemos visto, fueron muchos los factores que contribuyeron a que el evangelio se propagara: Los judíos que habían sido testigos de los acontecimientos del Pentecostés llevaron el mensaje de salvación cuando regresaron a sus hogares (Hechos 2). Dios le reveló a Pedro que también los gentiles debían ser incluidos en la iglesia (Hechos 10). La lapidación de Esteban y las persecuciones de Saulo en las que fueron dispersados los primeros cristianos que llevaron el evangelio a dondequiera que iban. Y el trabajo de misioneros (tales como Pablo) que llevaron el evangelio a muchas localidades paganas.

Los romanos tuvieron poco interés en las disputas iniciales entre la iglesia cristiana y los judíos. Cuando Pablo estaba en Corinto y fue arrastrado por una turba judía hacia el tribunal del gobernador romano Galión, dicho gobernador dijo no tener nada que ver con ese caso y echó del tribunal a aquellos judíos. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la actitud hacia los cristianos se sometió a un gran cambio.

Durante el reinado del emperador Nerón, en el 64 d.C., un incendio estalló en Roma. Durante seis días y seis noches el fuego ardió, y la mayor parte de la ciudad de Roma fue reducida a cenizas. Se corrió el rumor de que Nerón mismo era el culpable de haber encendido a la ciudad con fuego, lo que despertó gran odio del pueblo de Roma contra el Emperador. Para alejar este odio, Nerón acusó a los cristianos de haber incendiado a Roma. A pesar de que esta fue una acusación falsa, un gran número de cristianos fueron detenidos, y a esto siguió una terrible persecución en la que muchos cristianos fueron asesinados, algunos incluso fueron crucificados. El punto culminante de este espectáculo de horror, es que después del anochecer los cristianos fueron quemados en hogueras para dar luz al jardín de Nerón, mientras que Nerón montado en su carruaje, se paseaba alrededor disfrutando de la escena.

El último sobreviviente de los doce apóstoles fue Juan, que moraba en Efeso hasta el año 100 d.C. Para este año, miles de creyentes habían sido asesinados por causa de su fe. Dos emperadores: Nerón y Domiciano ya habían perseguido la Iglesia y empezaban también a levantarse falsas doctrinas.

Al leer las últimas epístolas y el libro del Apocalipsis, encontramos mezcladas luz y sombras en el mensaje a las siete iglesias. Las normas de carácter moral eran elevadas pero el tono de la vida espiritual era inferior de lo que había sido en los días primitivos apostólicos. Sin embargo, en todas partes la Iglesia era fuerte, activa, creciente y se levantaba a dominar por todos los ámbitos del Imperio Romano.

Es interesante notar el estado del cristianismo a fines del primer siglo, alrededor de setenta años después de la ascensión de Cristo. Para esta fecha había familias que por espacio de tres generaciones habían sido seguidoras de Cristo.