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LOS MENONITAS: Crece un oasis en México

(fotos de ALBERTO TOMÁS HALPERN) Jake Geisbrecht, centro de foto, hablando de trabajo con los menonitas de Oasis.
(fotos de ALBERTO TOMÁS HALPERN)
Jake Geisbrecht, centro de foto, hablando de trabajo con los menonitas de Oasis.
Por SASHA von OLDERSHAUSEN
SUBTÍTULO: En septiembre, los periodicos El Intrnacional y el Big Bend Sentinel visitaron  las prósperas comunidades menonita de México, que abarca el estado de Chihuahua. Esta historia representa la primera de una serie de cuatro partes. Estén atentos en las próximas semanas para saber más sobre esta comunidad laboriosa.
A unas 50 millas al suroeste de la ciudad fronteriza de Ojinaga, México, una comunidad agrícola menonita –invisible para la mayoría– está prosperando en medio del desierto.
Para llegar allí, se conduce desde las afueras de la ciudad hasta el desierto chihuahuense a lo largo de una carretera de dos carriles, conocida simplemente por quienes la conducen como el “camino nuevo.” El paisaje es agreste y árido. Una vía de tren que remonta su curso desde Chihuahua hasta Ojinaga corre paralela a la carretera. Entonces, aparece una señal: “Oasis”, se lee. Aquí se gira a la izquierda y de repente el paisaje cambia. Cultivos verdes e impecablemente ordenados pintan el paisaje verde como franjas de césped artificial colocadas en la arena. Los sistemas de riego, preparados como grúas, se extienden a lo largo de las filas de los cultivos. Esto es Oasis.
La comunidad agrícola menonita de Oasis –un recinto integrado por 16 “colonias” que representan unas 4.000 personas que viven en 231.852 acres de tierra– es un centro agrícola, de sólo dos décadas de antigüedad.
La mayor parte de lo que los menonitas cultivan en Oasis es el algodón, que representa 72.221 acres de su uso total de la tierra, pero otros cultivos incluyen frijoles, pimientos, cacahuetes, sandía, trigo y maíz. Una de las ocho desmotadoras de algodón en Oasis es la segunda más grande del mundo. Sus productos se exportan hasta Japón y China, pero la mayoría de ellos terminan en México y Estados Unidos. De hecho, la cooperativa representa una actividad económica sustancial para ambos lados de la frontera, y que a menudo es pasada por alto por los Estados Unidos.
En la colonia “El Oasis,” la colonia original fundada en 1994, The Big Bend Sentinel/El Internacional estuvieron de gira con el actual presidente de la colonia, Peter Rempel, un hombre alto y sonriente con dientes de oro. Al salir del coche en la zona de aparcamiento de hormigón donde están ubicadas las oficinas de la colonia –debido, quizás, a la enormidad de las instalaciones– uno está inmediatamente impresionado por el sentido de que no se trate de una simple operación agrícola, sino más bien de una agroindustria de última tecnología.
Large grain storage facilities, like the ones pictured above, pocket the agriculture community of El Oasis.
Las instalaciones de almacenaje de grano en una de las granjas en Oasis.
Dentro de la sede, un centro de información con un kiosco mostraba folletos de colores sobre las instalaciones. Arriba, había un espacio para celebrar conferencias y las oficinas administrativas contenían varios cubículos para el personal encargado de los asuntos internos, incluyendo un escritorio para el contable de la colonia. Todos los empleados llevaban uniformes a juego de camisas de manga corta con botones de color salmón.
En el exterior, un par de silos de acero proyectaba sombras en una larga fila de camiones semirremolques. Rempel nos dirigió a las instalaciones de almacenamiento, donde compartimientos de hormigón masivos –designados por números– contenían diferentes variedades de pesticidas. Prácticamente la totalidad de las semillas, fertilizantes y pesticidas de Oasis, según dijo Rempel, provienen del gigante agroquímico Monsanto, con sede en Estados Unidos. Y el 80 por ciento del equipamiento necesario para la producción –tractores, sistemas de riego y sus partes correspondientes– invariablemente hacen el viaje desde el oeste de Texas a través de la frontera hasta México.
Aún así, a pesar de que hay mucho comercio internacional a través de la frontera entre Presidio y Ojinaga, pocos o ningún estudio al por menor han analizado la capacidad de compra de los ciudadanos mexicanos en esta ciudad fronteriza. De hecho, el Distrito para el Desarrollo Municipal de Presidio (PMDD, por sus siglas en inglés), que en julio publicó su propio “Retail Trade Area Gap/Opportunity Analysis” que tuvo en cuenta esta actividad transfronteriza, fue uno de los primeros de su clase en hacerlo.
Aunque puede que Estados Unidos esté en la oscuridad respecto a esta actividad transfronteriza, la capital potencial de la comunidad menonita no es ninguna sorpresa para México. La ciudad de Cuauhtémoc –con una población total de 154.639 en 2010, cerca de un tercio de los cuales son menonitas– ocupa el tercer lugar en importancia económica en el estado de Chihuahua. Un tramo de casi 25 millas llamado el “Corredor Comercial Menonita” en esa ciudad es el hogar de cientos de empresas comerciales, la gran mayoría de las cuales son de propiedad menonita.
Y en Oasis, el gobierno subsidia la compra de sistemas de riego por menonitas. El coste de un sistema de riego para cada pivote –la unidad de medida de las parcelas de tierra en Oasis, que miden aproximadamente 200 acres cada uno– es de aproximadamente  80.000$, la mitad de los cuales adelantará el gobierno mexicano en forma de subvención, siempre y cuando el comprador instale un medidor de agua en sus tierras. Lo hacen porque, por encima de todo, los menonitas de México son conocidos por su laboriosidad.
“El secreto del éxito de los menonitas,” dijo Giesbrecht, “es su ética del trabajo y su espíritu pionero.”
La historia de los menonitas se remonta a un grupo de personas en las partes de habla alemana y holandesa de Europa Central, que estuvo involucrado en la reforma protestante y dirigido por las enseñanzas de Menno Simons, un líder religioso anabaptista del siglo XVI. Escapando de la persecución, grupos de menonitas huyeron y establecieron colonias en Rusia y más tarde en Alemania. Desde entonces, la comunidad menonita ha sido conocida por sus patrones de migración y asentamiento.
A partir de 2012, había 1,7 millones de menonitas en todo el mundo, de los que aproximadamente 100.000 residen en México. Muchos de los menonitas mexicanos emigraron de Canadá en la década de 1920, y son personas con doble ciudadanía de México y Canadá.
Desde su creación en 1994 –originalmente era una parcela de 8.648 acres de terrenos adquiridos por tres pioneros menonitas de Canadá–, Oasis ha crecido más de 25 veces su tamaño original. Ahora, su infraestructura incluye escuelas, donde las futuras generaciones de los menonitas reciben clases de español, alemán e inglés, además de sus otras asignaturas.
Pero el éxito de este proyecto agrícola también tiene un coste, concretamente el agua, que no sobra en México. En los últimos años, el tema de la escasez de agua se ha vuelto tan grave que en 2010 el gobierno mexicano emitió una campaña publicitaria en México DF titulada “La ciudad podría quedarse sin agua.” En la actualidad, la agricultura representa el 77 por ciento del uso del agua en el país, según dice el “Centro Virtual de Información del Agua.”
Al igual que gran parte de México, Oasis depende de los acuíferos subterráneos de agua. Cada pivote de 200 acres utiliza entre 800 y 1.000 galones de agua por minuto, las 24 horas del día, seis meses al año. Los agricultores perforan sus propios pozos, y aunque la ley federal exige que tengan contadores de agua, Rempel dijo que el gobierno hace poco para regularlo. Ahora, el agua se está agotando, y de forma rápida.
“La razón por la que no están regulando esta zona se debe a que es un acuífero aislado,” dijo Giesbrecht. “No está afectando a otros acuíferos, por lo que el gobierno está diciendo que sólo se está extrayendo el agua.” Y añadió: “Es muy negativo. Está en números rojos. No hay manera de que vaya a recargarse.”
A medida que nuevas comunidades de menonitas se han asentado en Oasis, la competencia por el agua entre ellos se ha vuelto feroz. Debido a que el agua fluye en una dirección específica, la ubicación de la tierra juega un papel crucial en el acceso al agua. Un mapa de Oasis muestra franjas de tierra en barbecho en la parte más occidental de la cooperativa debido al acceso limitado al agua.
Giesbrecht añadió que mientras los menonitas están deseosos de regular su consumo de agua a nivel local para que la distribución de los recursos hídricos no sólo beneficie a los pocos que poseen territorios más grandes de tierra, está casi fuera de sus manos ya que el consumo de agua es regulado por el gobierno federal de México.
Pero la amenaza del agotamiento del agua es un fantasma inquietante para los habitantes de Oasis. ¿Qué pasa cuando se acaba el agua?
“Cuando no pueden ir más lejos, se van,” dijo Giesbrecht. “Exploran la próxima frontera.”
Y añadió: “Ya hay un grupo de Cuauhtémoc que se va a Argentina.”
Traducción de MIRIAM HALPERN CARDONA 

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LOS MENONITAS: Crece un oasis en México

(fotos de ALBERTO TOMÁS HALPERN) Jake Geisbrecht, centro de foto, hablando de trabajo con los menonitas de Oasis.
(fotos de ALBERTO TOMÁS HALPERN)
Jake Geisbrecht, centro de foto, hablando de trabajo con los menonitas de Oasis.
Por SASHA von OLDERSHAUSEN
SUBTÍTULO: En septiembre, los periodicos El Intrnacional y el Big Bend Sentinel visitaron  las prósperas comunidades menonita de México, que abarca el estado de Chihuahua. Esta historia representa la primera de una serie de cuatro partes. Estén atentos en las próximas semanas para saber más sobre esta comunidad laboriosa.
A unas 50 millas al suroeste de la ciudad fronteriza de Ojinaga, México, una comunidad agrícola menonita –invisible para la mayoría– está prosperando en medio del desierto.
Para llegar allí, se conduce desde las afueras de la ciudad hasta el desierto chihuahuense a lo largo de una carretera de dos carriles, conocida simplemente por quienes la conducen como el “camino nuevo.” El paisaje es agreste y árido. Una vía de tren que remonta su curso desde Chihuahua hasta Ojinaga corre paralela a la carretera. Entonces, aparece una señal: “Oasis”, se lee. Aquí se gira a la izquierda y de repente el paisaje cambia. Cultivos verdes e impecablemente ordenados pintan el paisaje verde como franjas de césped artificial colocadas en la arena. Los sistemas de riego, preparados como grúas, se extienden a lo largo de las filas de los cultivos. Esto es Oasis.
La comunidad agrícola menonita de Oasis –un recinto integrado por 16 “colonias” que representan unas 4.000 personas que viven en 231.852 acres de tierra– es un centro agrícola, de sólo dos décadas de antigüedad.
La mayor parte de lo que los menonitas cultivan en Oasis es el algodón, que representa 72.221 acres de su uso total de la tierra, pero otros cultivos incluyen frijoles, pimientos, cacahuetes, sandía, trigo y maíz. Una de las ocho desmotadoras de algodón en Oasis es la segunda más grande del mundo. Sus productos se exportan hasta Japón y China, pero la mayoría de ellos terminan en México y Estados Unidos. De hecho, la cooperativa representa una actividad económica sustancial para ambos lados de la frontera, y que a menudo es pasada por alto por los Estados Unidos.
En la colonia “El Oasis,” la colonia original fundada en 1994, The Big Bend Sentinel/El Internacional estuvieron de gira con el actual presidente de la colonia, Peter Rempel, un hombre alto y sonriente con dientes de oro. Al salir del coche en la zona de aparcamiento de hormigón donde están ubicadas las oficinas de la colonia –debido, quizás, a la enormidad de las instalaciones– uno está inmediatamente impresionado por el sentido de que no se trate de una simple operación agrícola, sino más bien de una agroindustria de última tecnología.
Large grain storage facilities, like the ones pictured above, pocket the agriculture community of El Oasis.
Las instalaciones de almacenaje de grano en una de las granjas en Oasis.
Dentro de la sede, un centro de información con un kiosco mostraba folletos de colores sobre las instalaciones. Arriba, había un espacio para celebrar conferencias y las oficinas administrativas contenían varios cubículos para el personal encargado de los asuntos internos, incluyendo un escritorio para el contable de la colonia. Todos los empleados llevaban uniformes a juego de camisas de manga corta con botones de color salmón.
En el exterior, un par de silos de acero proyectaba sombras en una larga fila de camiones semirremolques. Rempel nos dirigió a las instalaciones de almacenamiento, donde compartimientos de hormigón masivos –designados por números– contenían diferentes variedades de pesticidas. Prácticamente la totalidad de las semillas, fertilizantes y pesticidas de Oasis, según dijo Rempel, provienen del gigante agroquímico Monsanto, con sede en Estados Unidos. Y el 80 por ciento del equipamiento necesario para la producción –tractores, sistemas de riego y sus partes correspondientes– invariablemente hacen el viaje desde el oeste de Texas a través de la frontera hasta México.
Aún así, a pesar de que hay mucho comercio internacional a través de la frontera entre Presidio y Ojinaga, pocos o ningún estudio al por menor han analizado la capacidad de compra de los ciudadanos mexicanos en esta ciudad fronteriza. De hecho, el Distrito para el Desarrollo Municipal de Presidio (PMDD, por sus siglas en inglés), que en julio publicó su propio “Retail Trade Area Gap/Opportunity Analysis” que tuvo en cuenta esta actividad transfronteriza, fue uno de los primeros de su clase en hacerlo.
Aunque puede que Estados Unidos esté en la oscuridad respecto a esta actividad transfronteriza, la capital potencial de la comunidad menonita no es ninguna sorpresa para México. La ciudad de Cuauhtémoc –con una población total de 154.639 en 2010, cerca de un tercio de los cuales son menonitas– ocupa el tercer lugar en importancia económica en el estado de Chihuahua. Un tramo de casi 25 millas llamado el “Corredor Comercial Menonita” en esa ciudad es el hogar de cientos de empresas comerciales, la gran mayoría de las cuales son de propiedad menonita.
Y en Oasis, el gobierno subsidia la compra de sistemas de riego por menonitas. El coste de un sistema de riego para cada pivote –la unidad de medida de las parcelas de tierra en Oasis, que miden aproximadamente 200 acres cada uno– es de aproximadamente  80.000$, la mitad de los cuales adelantará el gobierno mexicano en forma de subvención, siempre y cuando el comprador instale un medidor de agua en sus tierras. Lo hacen porque, por encima de todo, los menonitas de México son conocidos por su laboriosidad.
“El secreto del éxito de los menonitas,” dijo Giesbrecht, “es su ética del trabajo y su espíritu pionero.”
La historia de los menonitas se remonta a un grupo de personas en las partes de habla alemana y holandesa de Europa Central, que estuvo involucrado en la reforma protestante y dirigido por las enseñanzas de Menno Simons, un líder religioso anabaptista del siglo XVI. Escapando de la persecución, grupos de menonitas huyeron y establecieron colonias en Rusia y más tarde en Alemania. Desde entonces, la comunidad menonita ha sido conocida por sus patrones de migración y asentamiento.
A partir de 2012, había 1,7 millones de menonitas en todo el mundo, de los que aproximadamente 100.000 residen en México. Muchos de los menonitas mexicanos emigraron de Canadá en la década de 1920, y son personas con doble ciudadanía de México y Canadá.
Desde su creación en 1994 –originalmente era una parcela de 8.648 acres de terrenos adquiridos por tres pioneros menonitas de Canadá–, Oasis ha crecido más de 25 veces su tamaño original. Ahora, su infraestructura incluye escuelas, donde las futuras generaciones de los menonitas reciben clases de español, alemán e inglés, además de sus otras asignaturas.
Pero el éxito de este proyecto agrícola también tiene un coste, concretamente el agua, que no sobra en México. En los últimos años, el tema de la escasez de agua se ha vuelto tan grave que en 2010 el gobierno mexicano emitió una campaña publicitaria en México DF titulada “La ciudad podría quedarse sin agua.” En la actualidad, la agricultura representa el 77 por ciento del uso del agua en el país, según dice el “Centro Virtual de Información del Agua.”
Al igual que gran parte de México, Oasis depende de los acuíferos subterráneos de agua. Cada pivote de 200 acres utiliza entre 800 y 1.000 galones de agua por minuto, las 24 horas del día, seis meses al año. Los agricultores perforan sus propios pozos, y aunque la ley federal exige que tengan contadores de agua, Rempel dijo que el gobierno hace poco para regularlo. Ahora, el agua se está agotando, y de forma rápida.
“La razón por la que no están regulando esta zona se debe a que es un acuífero aislado,” dijo Giesbrecht. “No está afectando a otros acuíferos, por lo que el gobierno está diciendo que sólo se está extrayendo el agua.” Y añadió: “Es muy negativo. Está en números rojos. No hay manera de que vaya a recargarse.”
A medida que nuevas comunidades de menonitas se han asentado en Oasis, la competencia por el agua entre ellos se ha vuelto feroz. Debido a que el agua fluye en una dirección específica, la ubicación de la tierra juega un papel crucial en el acceso al agua. Un mapa de Oasis muestra franjas de tierra en barbecho en la parte más occidental de la cooperativa debido al acceso limitado al agua.
Giesbrecht añadió que mientras los menonitas están deseosos de regular su consumo de agua a nivel local para que la distribución de los recursos hídricos no sólo beneficie a los pocos que poseen territorios más grandes de tierra, está casi fuera de sus manos ya que el consumo de agua es regulado por el gobierno federal de México.
Pero la amenaza del agotamiento del agua es un fantasma inquietante para los habitantes de Oasis. ¿Qué pasa cuando se acaba el agua?
“Cuando no pueden ir más lejos, se van,” dijo Giesbrecht. “Exploran la próxima frontera.”
Y añadió: “Ya hay un grupo de Cuauhtémoc que se va a Argentina.”
Traducción de MIRIAM HALPERN CARDONA