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Jerusalén es el nudo gordiano del conflicto en Oriente Medio



Se emplazan los principales santuarios para las tres religiones monoteístas

El Muro Occidental, la Mezquita de Al-Aksa o el Santo Sepulcro son probablemente los vestigios más conocidos de Jerusalén, que esconde otros hallazgos arqueológicos no menos disputados por judíos y palestinos.
Uno de ellos es el túnel del Muro, cuya apertura en 1996 por el primer gobierno de Biniamín Netanyahu, desató una oleada de enfrentamientos, en lo que se denominó la "Intifada del Túnel".
Las primeras excavaciones de estos pasadizos fueron conducidas por expedicionarios británicos hace más de un siglo, y en la actualidad la Autoridad de Antigüedades de Israel está a cargo del proyecto, que a primera vista pareciera que tiene por objeto rescatar la esencia judía en la ciudad.
Así lo atestiguan varios baños rituales judíos ("mikve"), o un punto desde el que los arqueólogos consideran que se accedía al "sancta sanctorum", el sitio que albergaba el Arca de la Alianza.
Sin embargo, los palestinos denuncian que esos túneles no solo discurren por el barrio musulmán de la ciudadela, sino que ponen en peligro la estabilidad de la mezquita de Al-Aksa, argumento utilizado para impedir posteriores excavaciones en la zona. Y es que la ciudad santa siempre ha sido foco de tensión.
Jerusalén es considerada el nudo gordiano del conflicto en Oriente Medio y su ciudad antigua, donde se emplazan los principales santuarios para las tres religiones monoteístas, supone el meollo de las disputas, pues cualquier intento por cambiar el estatus quo despierta enorme sensibilidad.
El último ejemplo han sido los disturbios en torno a la Explanada de las Mezquitas, donde se emplazan Al-Aksa y Omar -también conocida como Domo de la Roca-, y tercer lugar más importante para el Islám.
El mismo recinto es para los judíos el Monte del Templo, pues albergaba el bíblico santuario levantado por el Rey Herodes hace 2.000 años y destruido por los romanos en el año 70 de nuestra era.
Una de las paredes occidentales que rodeaba esa planicie es hoy el único resto visible a la luz del día y principal santuario para el judaísmo, el Muro Occidental, aunque la pared prosigue varias decenas de metros bajo tierra.
"Esta es la misma pared que la gente puede ver afuera, pero mejor conservada porque está bien protegida por los arcos que se alzan sobre nosotros", explican guías turísticos al conducir visitantes por los subterráneos que recorren el muro por debajo del nivel del suelo.
Los enormes bloques que conforman el muro aparecen marcados con una serie de hendiduras que según los expertos, son características del período herodiano, conocido por obras de colosal ingeniería en las que no se empleaba argamasa sino el propio peso y la colocación escalonada de las piedras.
"Aquí uno se puede percatar de la diferencia entre las piedras de arriba, que no son tan antiguas como las de abajo, colocadas hace dos mil años en tiempos del Rey Herodes", comentan los guías que aseguran que "Israel no excava bajo los cimientos del Monte del Templo" y que las excavaciones bordean el muro.
El rabino del Muro, Shmuel Rabinovich, afirma que "todo lo que se realiza aquí está fuera del recinto porque la ley judía lo prohíbe".
El viceministro de Turismo palestino, Maruán Tubasi, cree que las excavaciones están en línea con la política israelí "para judaizar Jerusalén" y son contrarias a las resoluciones de la ONU.
El director de Antigüedades de su ministerio, Taha Hamdán, apunta que "no existe un debate histórico sobre los hallazgos, que sean judíos o de otra índole, también forman parte de nuestra historia".
"Desafortunadamente se emplea la arqueología como instrumento de división en lugar de medio de entendimiento entre palestinos e israelíes", concluyó. EFE y fuentes propias

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Jerusalén es el nudo gordiano del conflicto en Oriente Medio



Se emplazan los principales santuarios para las tres religiones monoteístas

El Muro Occidental, la Mezquita de Al-Aksa o el Santo Sepulcro son probablemente los vestigios más conocidos de Jerusalén, que esconde otros hallazgos arqueológicos no menos disputados por judíos y palestinos.
Uno de ellos es el túnel del Muro, cuya apertura en 1996 por el primer gobierno de Biniamín Netanyahu, desató una oleada de enfrentamientos, en lo que se denominó la "Intifada del Túnel".
Las primeras excavaciones de estos pasadizos fueron conducidas por expedicionarios británicos hace más de un siglo, y en la actualidad la Autoridad de Antigüedades de Israel está a cargo del proyecto, que a primera vista pareciera que tiene por objeto rescatar la esencia judía en la ciudad.
Así lo atestiguan varios baños rituales judíos ("mikve"), o un punto desde el que los arqueólogos consideran que se accedía al "sancta sanctorum", el sitio que albergaba el Arca de la Alianza.
Sin embargo, los palestinos denuncian que esos túneles no solo discurren por el barrio musulmán de la ciudadela, sino que ponen en peligro la estabilidad de la mezquita de Al-Aksa, argumento utilizado para impedir posteriores excavaciones en la zona. Y es que la ciudad santa siempre ha sido foco de tensión.
Jerusalén es considerada el nudo gordiano del conflicto en Oriente Medio y su ciudad antigua, donde se emplazan los principales santuarios para las tres religiones monoteístas, supone el meollo de las disputas, pues cualquier intento por cambiar el estatus quo despierta enorme sensibilidad.
El último ejemplo han sido los disturbios en torno a la Explanada de las Mezquitas, donde se emplazan Al-Aksa y Omar -también conocida como Domo de la Roca-, y tercer lugar más importante para el Islám.
El mismo recinto es para los judíos el Monte del Templo, pues albergaba el bíblico santuario levantado por el Rey Herodes hace 2.000 años y destruido por los romanos en el año 70 de nuestra era.
Una de las paredes occidentales que rodeaba esa planicie es hoy el único resto visible a la luz del día y principal santuario para el judaísmo, el Muro Occidental, aunque la pared prosigue varias decenas de metros bajo tierra.
"Esta es la misma pared que la gente puede ver afuera, pero mejor conservada porque está bien protegida por los arcos que se alzan sobre nosotros", explican guías turísticos al conducir visitantes por los subterráneos que recorren el muro por debajo del nivel del suelo.
Los enormes bloques que conforman el muro aparecen marcados con una serie de hendiduras que según los expertos, son características del período herodiano, conocido por obras de colosal ingeniería en las que no se empleaba argamasa sino el propio peso y la colocación escalonada de las piedras.
"Aquí uno se puede percatar de la diferencia entre las piedras de arriba, que no son tan antiguas como las de abajo, colocadas hace dos mil años en tiempos del Rey Herodes", comentan los guías que aseguran que "Israel no excava bajo los cimientos del Monte del Templo" y que las excavaciones bordean el muro.
El rabino del Muro, Shmuel Rabinovich, afirma que "todo lo que se realiza aquí está fuera del recinto porque la ley judía lo prohíbe".
El viceministro de Turismo palestino, Maruán Tubasi, cree que las excavaciones están en línea con la política israelí "para judaizar Jerusalén" y son contrarias a las resoluciones de la ONU.
El director de Antigüedades de su ministerio, Taha Hamdán, apunta que "no existe un debate histórico sobre los hallazgos, que sean judíos o de otra índole, también forman parte de nuestra historia".
"Desafortunadamente se emplea la arqueología como instrumento de división en lugar de medio de entendimiento entre palestinos e israelíes", concluyó. EFE y fuentes propias