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El Cristiano ante la Pornografía y el Sexo online

El Cristiano ante la Pornografía y el Sexo online
La adicción sexual ataca a la voluntad y la autoestima”, explica Marcos Zapata.
El tema da para mucho, pero se habla muy poco de ello en las iglesias. Una de las razones podría ser que, según señalan las cifras de algunos estudios, su consumo entre cristianos está casi tan extendido como entre personas que no se consideran religiosas.
¿Qué efectos tiene la visualización de sexo online? Marcos Zapata, pastor evangélico y terapeuta familiar, nos acerca a un tema que ya se ha convertido en una problemática central de muchas familias cristianas.

Una de cada cuatro búsquedas en internet tiene que ver contenidos eróticos o pornográficos. Esta es una de las estadísticas más conocidas sobre el comportamiento de los internautas a nivel global, una tendencia que alimenta una “industria sexual” que sigue su crecimiento y diversificación. Se calcula que en la red hay más de 1.000 millones de sitios web con referencia a contenidos X.
¿Qué hay del consumo entre cristianos? El impacto en las comunidades cristianas sería más alto de lo pensado , si hacemos caso de los estudios hechos en Estados Unidos, un país representativo porque combina su protestantismo histórico con el hecho de ser el mayor productor de pornografía.
La mitad de las familias cristianas consultadas allí apuntan a la pornografía como un problema importante. Incluso entre líderes cristianos el impacto del consume es alto. Sobre un 30% de los pastores evangélicos encuestados reconocieron haber consumido pornografía en internet en el último mes . Una cifra que subía a más de la mitad de los consultados si se amplía el espacio de tiempo al último año.Los datos los ofrece la organización JustOneClickAway . Esta plataforma, lanzada por el autor Josh McDowell, muestra en un impactante videoclip cómo la pornografía ha hecho un impacto silencioso en la mayoría de familias, incluidas las cristianas. La propia industria pornográfica reconoce que más del 20% de consumidores de sus contenidos son menores de edad. La edad media en la que se visiona por primera vez un contenido pornográfico es de 11 años.


OCULTAR EL PROBLEMA: MIEDO A REACCIÓN DEL ENTORNO
Preguntado por la situación en España, Marcos Zapata explica que se ha encontrado con algunos casos de adicción sexual entre líderes cristianos. Pero en contraste con EEUU, donde varias organizaciones han investigado en profundidad, “que yo conozca, no hay trabajos editados en nuestro país”, explica.
“Mi intuición personal indica que lo vergonzante de la situación hace que se calle, hay miedo a las repercusiones ministeriales o a la reacción del entorno”. Muchas personas creen que si su actividad online relacionada con el sexo sale a la luz llevaría a conflictos que podrían acabar por afectar gravemente a la familia , el trabajo o su servicio en la iglesia local. Y añade: “A esto se le llama angustia, que es el factor más determinante en la permanencia de la adicción. Es entendible que el miedo y la angustia atenace a los adictos al sexo”.

“PONE TODOS LOS VALORES PATAS ARRIBA”
¿Hasta dónde puede la pornografía cambiar el día a día de una persona? “En mi experiencia pastoral me he encontrado con que la adicción sexual tiene un elemento compulsivo que hace que se pierda el control y se vuelvan ‘patas arriba’ la vivencia de los valores y principios”, dice Zapata.
Una adicción sexual es muy parecida a otras adicciones y la ‘desintoxicación’ también suele ser más difícil de lo que parece. “Algunos pueden pasar meses, semanas, e incluso años presumiblemente libres, hasta que algo pone en movimiento la adicción nuevamente: la tensión, el tiempo libre, cambios en la vida, un período del año, un lugar, una vieja canción” .
Uno de los efectos más demoledores es que “la adicción por sí misma ataca la voluntad y la autoestima , divide el corazón en dos. La gente que es adicta sexualmente a menudo dirá que se siente como si fuera dos personas diferentes”. Las prioridades normales de la persona cambian por completo. “Esa segunda persona llega a dominar tanto que deja de importarle todo aquello que le rodea, con tal de conseguir una dosis más”.
“Lógicamente el matrimonio se resiente, los hijos quedan a un lado … La adicción sexual suprime la ternura y la compasión, para dejar su espacio a la indiferencia, cuando no al menosprecio o al maltrato”.

PLATAFORMAS PARA “FRENAR LA EPIDEMIA”
Una de las formas de combatir el consumo de pornografía es la de rendir cuentas a alguien de confianza. Lo facilitan algunas plataformas en internet, con programas que no filtran ni bloquean el acceso a contenidos eróticos pero que permiten, con la aprobación del usuario, enviar su historial de visitas online a otro usuario de confianza. Es lo que proponer, por ejemplo, Covenant Eyes, una de las organizaciones que más ha desarrollado esta idea .
Según las estadísticas de esta organización (recogidas también en EEUU), un 56% de los casos de divorcio incluyen a una de las partes teniendo “un interés obsesivo en la pornografía online”. Ademá, el consumo se ha normalizado tanto que el 29% de personas consultadas reconoce haber accedido a contenidos pornográficos desde su lugar de trabajo.
Existen decenas de libros publicados por diversos autores del contexto cristiano sobre el impacto de la pornografía. La mayoría de ellos en inglés. Destacan “Captured by a better vision” (Tim Chester, IVP, 2012), “Porn-free Church” (Covenant Eyes, 2012), “Porn-again Christian” (Mark Driscoll, Re:Lit, 2009), “Secret Sexual Sins: Understanding A Christian's Desire For Pornography” (Fred C. Rochester, Outskirst Press, 2009), “Surfing for God” (Michael John Cusick, Thomas Nelson, 2012) o “Wired for Intimacy: How Pornography Hijacks the Male Brain” (William M. Struthers, IVP, 2009).
"NO PUEDO MANEJAR ESTO SOLO"
Ser honesto con uno mismo y la “cobertura de personas de confianza”, primeros pasos para romper con la adicción sexual en internet.
Una “adicción privada” como la pornografía no deja de tener un efecto devastador en el entorno personal. Como mostraban algunos datos recogidos en el  primer artículo de esta serie , el consumo de sexo online es prácticamente invisible pero acaba impactando gravemente en familias, iglesias y el lugar de trabajo. Así que, si uno está atrapado, ¿por dónde empezar? Marcos Zapata, terapeuta familiar y pastor evangélico, da algunas claves.
“No es fácil hacer una confesión de adicción sexual, cualquiera que sea su manifestación”. Pero los primeros pasos deben ser claros, cree Zapata, y empiezan por ser honesto. Una primera pregunta puede ser:  ¿Es más importante parecer libre o ser verdaderamente libre?
Una vez comprendido que se trata ir a la raíz del problema (y no sólo de mantener las apariencias o una reputación), el segundo paso consiste en aprender a confiar en otros. “Puedo manejar esto sólo” es una actitud que en la lucha contra cualquier adicción acaba llevando al fracaso.  “Debemos traer al conocimiento de personas en las que confiamos lo que realmente está sucediendo en nuestras vidas” , personas que “te acepten y te amen a la luz de tu adicción”.

SIN ARREPENTIMIENTO NO HAY CAMBIOS
Otra etapa” imprescindible” es “la confesión y el arrepentimiento”. Zapata aconseja a todos, pero muy especialmente a los líderes cristianos en una situación de adicción, que “rompan el secreto de su lucha a través de la continua cobertura de otros. La presencia de  gente a la cual mantienes informada  ayuda a romper todas las racionalizaciones que hayas utilizado para mantener viva tu adicción”.
En este sentido reflexionaba el activista y teólogo alemán  Dietrich Bonhoeffer , en su libro Vida en Comunidad: “Un hombre que confiesa sus pecados en la presencia de un hermano (o hermana) sabe que ya no estará solo consigo mismo; experimenta la presencia de Dios en la realidad de la otra persona. Mientras vaya por mi propia cuenta en la confesión de mis pecados, todo quedará en la oscuridad, pero en la presencia de un hermano, el pecado tiene que ser traído a la luz”.

RECLAMAR LA VOLUNTAD PROPIA
Cuando se haya pasado el proceso de reconocer el problema, explicarlo a personas de confianza y tener un profundo deseo de cambio, el siguiente paso es reafirmar la voluntad. “El adicto tiene que reclamar a Dios la voluntad que Él le ha dado. Esta es la habilidad de  tomar decisiones para bien o para mal . No importa cuán débil sea, la voluntad siempre está allí”.
El pastor evangélico pone énfasis en la necesidad de incluir a Dios en el proceso, pero matiza concretamente sobre las oraciones pidiendo una liberación: “No niego las fuerzas demoníacas que están involucradas en la adicción sexual. Sin embargo, la oración por liberación no quita la responsabilidad personal, esto es, la propia voluntad de uno para tomar decisiones para bien o para mal. No quita la capacidad de ser adicto”. Y pone como ejemplo las propias  palabras de Jesús , que se refiere a “los malos espíritus que regresan a la casa barrida y limpiada, y nuestra postrera condición volviéndose peor que la primera”.
Conforme la persona se distancia de la pornografía, surge un nuevo reto: encarar lo que uno puede encontrar dentro de sí mismo. “Mientras los hábitos adictivos y patrones comienzan a romperse, muchas de los  aspectos de raíz  empiezan a salir a flote”. Aquí Zapata plantea que son “necesarios momentos de quietud, oración de escucha, cobertura, cuidado pastoral, consejería, y grupos de apoyo. Uno debe reclamar su propio corazón, no cambiar de lugar lo que hay en él con distracciones”.

REAPRENDER A RELACIONARSE
¿Y qué hay del impacto hecho en otras personas? “Deberás reaprender a  relacionarte de forma nueva con aquellos a los que amas . Aprenderás a ver desde una perspectiva no sexual, y que la intimidad no equivale a sexo”.
Este proceso de volver a construir relaciones debe tener en cuenta siempre que la persona con la adicción no es la única víctima. En el caso de los casados, por ejemplo, “el  cónyuge  también es afectado por el pecado”.
“Un cónyuge no puede sólo enfocar su atención sobre el ‘adicto’ o sobre ‘el tipo de adicción’. Un cónyuge también necesita apoyo personal. La  confianza ha sido violada  y ambas partes necesitan diferentes tipos de apoyo”. De hecho, “el cónyuge no deberá ser la fuente principal o única de cobertura para el adicto”.

DIFERENCIAS EN LA CONDUCTA
Ante esto, ¿cuáles son las diferencias entre una actitud sexual habitual y los comportamientos que apuntan a una adicción? De forma sencilla pero ilustrativa, algunas de las diferencias son las siguientes:
                                                                                             


 ¿SATISFACCIÓN EN DIOS?
Varios de los libros sobre el auge del consumo de pornografía online hablan de la necesidad de conseguir una satisfacción personal en un nivel más profundo que el sexual.  ¿Puede hablarse de un vínculo de lo espiritual con la adicción sexual?  Zapata cree que sí. “El abordaje pastoral que se quede sólo a nivel de apoyo fraternal, acompañamiento, rendición de cuentas, y que obvie el aspecto espiritual, nunca alcanzará totalmente la sanidad integral del hombre”.
“Jesús es el único que puede verdaderamente liberarnos de este cuerpo de pecado y de corrupción. Reconocer esto es el principio de la recuperación. La libertad nos llega inevitablemente como gracia”.
 Hay dos alternativas para un cristiano, opina Zapata.  “Uno puede pelear contra este ‘monstruo interno’ odiándose, o uno puede empezar a ver esta área de ruptura y daño en su vida como un lugar que necesita desesperadamente la presencia de Dios”. Buscar esta presencia empieza por "escuchar, más en estos casos, es obedecer”.
Finalmente, el desengancharse del consumo de pornografía u otras formas de consumo de sexo es una cuestión muy relacionada con el concepto bíblico de  idolatría . Cambiar la mirada fijada en un ídolo para ponerla en Dios no es algo fácil. “El verdadero amor es una decisión difícil”, concluye Zapata, “en la que penosamente nos alejamos de amores menores (ídolos), hacia Jesucristo”.

 
ANTE LA PORNOGRAFÍA EL CRISTIANO TIENDE A "AUTOJUSTIFICARSE"
Lidia Martín, psicóloga, explica las consecuencias y equipara el consumo de sexo online a la infidelidad matrimonial.
Los cristianos no sólo tienen un consumo de pornografía parecido a la media social, sino que además tienden a justificarlo. Es una de las conclusiones del análisis que hace la psicóloga Lidia Martín, que ha investigado esta problemática desde su praxis como psicóloga. Explica a este diario que lo grave de visionar sexo online es que “cada vez se necesitarán contenidos más explícitos, más agresivos y, lo peor, se considerará que son normales, tolerables”. Puede leer el  primer artículo de la serie y el  segundo , ambos con el análisis del terapeuta Marcos Zapata.
La accesibilidad desde internet, la comodidad de un  consumo desde casa  y el hecho de que los contenidos sean, en muchos casos, gratuitos. “ Estos factores, sin duda, contribuyen al uso de la pornografía”, dice Martín, que ejerce en Madrid. “No hace falta hacer grandes esfuerzos para cruzarse con archivos de este tipo incluso sin buscarlo o buscando cosas mucho más inocentes y absolutamente desligadas del tema.  Tener el ordenador delante y no tener que dar ninguna clase de explicación  respecto a lo que se consume, facilita su uso (no como ocurre, por ejemplo, al comprar una revista de este tipo en un kiosko, en que te tienes que encontrar con el kioskero y además asumir que algún vecino puede toparse contigo en el momento más inoportuno)”.
Este uso tan “cuotidiano” que se puede dar de los contenidos sexuales online no deben hacernos olvidar, sin embargo, que el riesgo es importante. “Este terreno es tan altamente adictivo que, al igual que sucede con otras cosas, los primeros contactos suelen ser gratuitos para convertirse después en interacciones o visionados de pago”.
La pornografía se parece a otras drogas en que, a la larga, el cuerpo se acostumbra y genera tolerancia:  “La persona se acostumbra a cierto contenido y necesita ir subiendo la temperatura y el calado de lo que ve” , explica Martín.

 “SON MUCHOS LOS CONSUMIDORES CRISTIANOS”
 ¿Cómo es la problemática entre cristianos?  Martín explica que la realidad es bastante decepcionante. “Esperaríamos que entre cristianos esto no existiera o que, al menos, no fuera tan frecuente como lo es fuera de nuestras filas. Sin embargo, son muchos los consumidores cristianos de pornografía, aunque lógicamente no se habla abiertamente de ello”.
La psicóloga explica por qué, en su opinión, la diferencia con personas ‘no religiosas’ es tan pequeña: “Los cristianos somos personas como cualquier otra, con las  mismas debilidades , sólo que regenerados por la sangre de Cristo. Y en ese sentido es que la cercanía con el Señor y poner nuestra mirada en Sus cosas son la única protección real con la que contamos en estos casos. Somos igual de débiles, entonces, que cualquier otro y privarnos del uso de estas cosas es más  una cuestión de obediencia  que de falta de tentaciones”.
Otro factor que según Martín explica la profundidad de la problemática en las iglesias evangélicas, es que “hay mucho desconocimiento de hasta qué punto esto está desaconsejado y prohibido por Dios”. Y añade: “Se tiende fácilmente a la autojustificación, a dar  explicaciones en ocasiones un tanto rebuscadas  para conseguir precisamente esto, ver con buenos ojos lo que no es bueno”.

PORNOGRAFÍA COMO INFIDELIDAD A LA PAREJA
Preguntada por las consecuencias en el día a día de un matrimonio, Lidia Martín es clara: “Yo sí defendería que hay infidelidad en el uso de la pornografía. En el momento que se visualizan imágenes de otros de cierto tipo y con la intención clara de crear lujuria y promover el deseo sexual; cuando se promueve, no la pareja, sino determinadas prácticas y a través de un foco que no es la propia pareja; cuando, por decirlo de otra forma  entra un ‘tercero’ en escena , sea a nivel presencial o a través de una pantalla, hay una infidelidad”.
No ayuda el inventar etiquetas o diferenciar entre conceptos que en el fondo tienen la misma raíz.  “Somos muchas veces excesivamente legalistas con lo que es o no una infidelidad y en el fondo no es más que una forma de autojustificar nuestros propios deseos. Parece que si no te acuestas con alguien físicamente no estás siendo infiel” . Para un cristiano, cree Martín, las palabras de Jesús son suficientemente claras, cuando dijo que quien mirara con lujuria a una mujer que no es su esposa “ya adulteró con ella en su corazón”.
“De ahí que tengamos que ser un poco menos benevolentes con nosotros mismos en cuanto a estas cosas. Ninguna esposa o esposo se siente contento ni feliz al ver o constatar que su cónyuge consume pornografía. No beneficia a la vida sexual de la pareja, no contribuye a la unidad del matrimonio,  no favorece que nuestro deseo sexual se oriente hacia nuestra pareja  sino que, muy por el contrario, nos distancia de ella”.

CULPA QUE LLEVA A PÉRDIDA DE CONFIANZA
El sentimiento de culpa por el consumo de pornografía (tanto si se trata de una persona casa o soltera) acaba llevando a romper la confianza en las relaciones en un entorno familiar. “En muchas ocasiones cuando la persona se va embebiendo en la adicción también se va aislando. Esta es una característica habitual:  cada vez el elemento adictivo ocupa más y más tiempo y facetas de la persona , hasta el punto de que termina prácticamente ‘desconectado’ de la realidad o de la faceta de la realidad correspondiente con el tema en cuestión”.
Sobre la culpa que esto genera, Lidia Martín habla de  dos reacciones habituales.  “Dependiendo de qué tipo de culpa sea la que se hace presente, pueden pasar varias cosas: la culpa que lleva a la confesión y al perdón puede ser que al principio se presentara en forma de aislamiento, pero termine buscando el acercamiento con el cónyuge, la búsqueda de soluciones y el abordaje del problema”.
Pero cuando la culpa no se gestiona adecuadamente, “cuando lejos de buscar la confesión y el perdón lo que se busca es la ocultación y la permanencia de la conducta adictiva, el aislamiento y el distanciamiento de la familia están prácticamente garantizados”.

EFECTOS EN LA SOCIEDAD
Ante toda esta realidad, se plantea una pregunta preocupante:  ¿Qué efecto tendrá a nivel social el consumo generalizado de pornografía que, según todos los informes, se está dando ahora mismo entre la amplia mayoría de los menores de edad?
“Una de las cuestiones que ya estamos contemplando, no sólo en los jóvenes, sino en los muchos adultos que la consumen, es una banalización de la sexualidad y de las implicaciones del uso de la pornografía”. Relativizar el problema no ayuda. “Parece que no pasa nada, pero sí pasa. Uno de los efectos más evidentes y que acarrea también consecuencias en otros ámbitos es, principalmente, el hecho de que se ven las relaciones sexuales como algo puramente utilitario, para cubrir una  necesidad personal inmediata , pero poco o nada tiene que ver el amor o el afecto por el otro”.
 Las principales afectadas serán las mujeres.  “Se tiende a la degradación de la mujer”, explica Martín, “ya que son principalmente hombres los que hacen uso de estas imágenes y se la cosifica”. El efecto en los consumidores es de largo plazo: “Pensemos que normalmente este es un camino con difícil retorno, ya que se crean imágenes mentales que son imborrables, fácilmente reproducibles una y otra vez y que generan tolerancia, por lo que la adicción avanza sola”.
 El consumo repetido ahonda en el problema. “En ese sentido, cada vez se necesitarán contenidos más explícitos, más agresivos y, lo peor, se considerará que son normales, tolerables”.
“Muchos de los comportamientos que estas imágenes muestran son vejatorios para una de las partes y es  peligroso acostumbrarse a ello  y considerar que constituyen la normalidad y no la anormalidad”, concluye la piscóloga.
 Lidia Martín  es columnista de este diario y puede  leer sus reflexiones en el blog “El Espejo” . En el primer artículo de esta serie destacábamos algunos de los  libros publicados recientemente en inglés . Aquí les ofrecemos una selección de libros parecida en castellano, una bibliografía seleccionada por Marcos Zapata:
 “Cómo sanar las heridas de las adicción sexual” (Dr. Mark R. Laaser, Editorial Vida), “En el altar de la idolatría sexual” (Steve Gallagher, Editorial Vida), “Libertad en un mundo obsesionado por el sexo” (Neil T. Anderson, Editorial Unilit), “Sexualidad sana, liderazgo sólido” (José Luis y Silvia Cinalli), “La relación sexual y el soltero” (Joseph Knable, Editorial Unilit), “La batalla de cada hombre” (Stephen Arteburn y Fred Stoker, Editorial Unilit), “Hacia la sanidad sexual” (John White, editorial Certeza), “El sexo, los hombres y Dios” (Douglas Weiss, Editorial Peniel) y “Sanidad sexual” (David Kyle Foster, Mastering Life Ministries). Además, Lidia Martín ha participado, junto a otros autores, en el libro “Psicología y Sexualidad” (Varios autores, Básicos Andamio).


Autores: Joel Forster
Editado por: Protestante Digital 2012

Con la tecnología de Blogger.

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El Cristiano ante la Pornografía y el Sexo online

El Cristiano ante la Pornografía y el Sexo online
La adicción sexual ataca a la voluntad y la autoestima”, explica Marcos Zapata.
El tema da para mucho, pero se habla muy poco de ello en las iglesias. Una de las razones podría ser que, según señalan las cifras de algunos estudios, su consumo entre cristianos está casi tan extendido como entre personas que no se consideran religiosas.
¿Qué efectos tiene la visualización de sexo online? Marcos Zapata, pastor evangélico y terapeuta familiar, nos acerca a un tema que ya se ha convertido en una problemática central de muchas familias cristianas.

Una de cada cuatro búsquedas en internet tiene que ver contenidos eróticos o pornográficos. Esta es una de las estadísticas más conocidas sobre el comportamiento de los internautas a nivel global, una tendencia que alimenta una “industria sexual” que sigue su crecimiento y diversificación. Se calcula que en la red hay más de 1.000 millones de sitios web con referencia a contenidos X.
¿Qué hay del consumo entre cristianos? El impacto en las comunidades cristianas sería más alto de lo pensado , si hacemos caso de los estudios hechos en Estados Unidos, un país representativo porque combina su protestantismo histórico con el hecho de ser el mayor productor de pornografía.
La mitad de las familias cristianas consultadas allí apuntan a la pornografía como un problema importante. Incluso entre líderes cristianos el impacto del consume es alto. Sobre un 30% de los pastores evangélicos encuestados reconocieron haber consumido pornografía en internet en el último mes . Una cifra que subía a más de la mitad de los consultados si se amplía el espacio de tiempo al último año.Los datos los ofrece la organización JustOneClickAway . Esta plataforma, lanzada por el autor Josh McDowell, muestra en un impactante videoclip cómo la pornografía ha hecho un impacto silencioso en la mayoría de familias, incluidas las cristianas. La propia industria pornográfica reconoce que más del 20% de consumidores de sus contenidos son menores de edad. La edad media en la que se visiona por primera vez un contenido pornográfico es de 11 años.


OCULTAR EL PROBLEMA: MIEDO A REACCIÓN DEL ENTORNO
Preguntado por la situación en España, Marcos Zapata explica que se ha encontrado con algunos casos de adicción sexual entre líderes cristianos. Pero en contraste con EEUU, donde varias organizaciones han investigado en profundidad, “que yo conozca, no hay trabajos editados en nuestro país”, explica.
“Mi intuición personal indica que lo vergonzante de la situación hace que se calle, hay miedo a las repercusiones ministeriales o a la reacción del entorno”. Muchas personas creen que si su actividad online relacionada con el sexo sale a la luz llevaría a conflictos que podrían acabar por afectar gravemente a la familia , el trabajo o su servicio en la iglesia local. Y añade: “A esto se le llama angustia, que es el factor más determinante en la permanencia de la adicción. Es entendible que el miedo y la angustia atenace a los adictos al sexo”.

“PONE TODOS LOS VALORES PATAS ARRIBA”
¿Hasta dónde puede la pornografía cambiar el día a día de una persona? “En mi experiencia pastoral me he encontrado con que la adicción sexual tiene un elemento compulsivo que hace que se pierda el control y se vuelvan ‘patas arriba’ la vivencia de los valores y principios”, dice Zapata.
Una adicción sexual es muy parecida a otras adicciones y la ‘desintoxicación’ también suele ser más difícil de lo que parece. “Algunos pueden pasar meses, semanas, e incluso años presumiblemente libres, hasta que algo pone en movimiento la adicción nuevamente: la tensión, el tiempo libre, cambios en la vida, un período del año, un lugar, una vieja canción” .
Uno de los efectos más demoledores es que “la adicción por sí misma ataca la voluntad y la autoestima , divide el corazón en dos. La gente que es adicta sexualmente a menudo dirá que se siente como si fuera dos personas diferentes”. Las prioridades normales de la persona cambian por completo. “Esa segunda persona llega a dominar tanto que deja de importarle todo aquello que le rodea, con tal de conseguir una dosis más”.
“Lógicamente el matrimonio se resiente, los hijos quedan a un lado … La adicción sexual suprime la ternura y la compasión, para dejar su espacio a la indiferencia, cuando no al menosprecio o al maltrato”.

PLATAFORMAS PARA “FRENAR LA EPIDEMIA”
Una de las formas de combatir el consumo de pornografía es la de rendir cuentas a alguien de confianza. Lo facilitan algunas plataformas en internet, con programas que no filtran ni bloquean el acceso a contenidos eróticos pero que permiten, con la aprobación del usuario, enviar su historial de visitas online a otro usuario de confianza. Es lo que proponer, por ejemplo, Covenant Eyes, una de las organizaciones que más ha desarrollado esta idea .
Según las estadísticas de esta organización (recogidas también en EEUU), un 56% de los casos de divorcio incluyen a una de las partes teniendo “un interés obsesivo en la pornografía online”. Ademá, el consumo se ha normalizado tanto que el 29% de personas consultadas reconoce haber accedido a contenidos pornográficos desde su lugar de trabajo.
Existen decenas de libros publicados por diversos autores del contexto cristiano sobre el impacto de la pornografía. La mayoría de ellos en inglés. Destacan “Captured by a better vision” (Tim Chester, IVP, 2012), “Porn-free Church” (Covenant Eyes, 2012), “Porn-again Christian” (Mark Driscoll, Re:Lit, 2009), “Secret Sexual Sins: Understanding A Christian's Desire For Pornography” (Fred C. Rochester, Outskirst Press, 2009), “Surfing for God” (Michael John Cusick, Thomas Nelson, 2012) o “Wired for Intimacy: How Pornography Hijacks the Male Brain” (William M. Struthers, IVP, 2009).
"NO PUEDO MANEJAR ESTO SOLO"
Ser honesto con uno mismo y la “cobertura de personas de confianza”, primeros pasos para romper con la adicción sexual en internet.
Una “adicción privada” como la pornografía no deja de tener un efecto devastador en el entorno personal. Como mostraban algunos datos recogidos en el  primer artículo de esta serie , el consumo de sexo online es prácticamente invisible pero acaba impactando gravemente en familias, iglesias y el lugar de trabajo. Así que, si uno está atrapado, ¿por dónde empezar? Marcos Zapata, terapeuta familiar y pastor evangélico, da algunas claves.
“No es fácil hacer una confesión de adicción sexual, cualquiera que sea su manifestación”. Pero los primeros pasos deben ser claros, cree Zapata, y empiezan por ser honesto. Una primera pregunta puede ser:  ¿Es más importante parecer libre o ser verdaderamente libre?
Una vez comprendido que se trata ir a la raíz del problema (y no sólo de mantener las apariencias o una reputación), el segundo paso consiste en aprender a confiar en otros. “Puedo manejar esto sólo” es una actitud que en la lucha contra cualquier adicción acaba llevando al fracaso.  “Debemos traer al conocimiento de personas en las que confiamos lo que realmente está sucediendo en nuestras vidas” , personas que “te acepten y te amen a la luz de tu adicción”.

SIN ARREPENTIMIENTO NO HAY CAMBIOS
Otra etapa” imprescindible” es “la confesión y el arrepentimiento”. Zapata aconseja a todos, pero muy especialmente a los líderes cristianos en una situación de adicción, que “rompan el secreto de su lucha a través de la continua cobertura de otros. La presencia de  gente a la cual mantienes informada  ayuda a romper todas las racionalizaciones que hayas utilizado para mantener viva tu adicción”.
En este sentido reflexionaba el activista y teólogo alemán  Dietrich Bonhoeffer , en su libro Vida en Comunidad: “Un hombre que confiesa sus pecados en la presencia de un hermano (o hermana) sabe que ya no estará solo consigo mismo; experimenta la presencia de Dios en la realidad de la otra persona. Mientras vaya por mi propia cuenta en la confesión de mis pecados, todo quedará en la oscuridad, pero en la presencia de un hermano, el pecado tiene que ser traído a la luz”.

RECLAMAR LA VOLUNTAD PROPIA
Cuando se haya pasado el proceso de reconocer el problema, explicarlo a personas de confianza y tener un profundo deseo de cambio, el siguiente paso es reafirmar la voluntad. “El adicto tiene que reclamar a Dios la voluntad que Él le ha dado. Esta es la habilidad de  tomar decisiones para bien o para mal . No importa cuán débil sea, la voluntad siempre está allí”.
El pastor evangélico pone énfasis en la necesidad de incluir a Dios en el proceso, pero matiza concretamente sobre las oraciones pidiendo una liberación: “No niego las fuerzas demoníacas que están involucradas en la adicción sexual. Sin embargo, la oración por liberación no quita la responsabilidad personal, esto es, la propia voluntad de uno para tomar decisiones para bien o para mal. No quita la capacidad de ser adicto”. Y pone como ejemplo las propias  palabras de Jesús , que se refiere a “los malos espíritus que regresan a la casa barrida y limpiada, y nuestra postrera condición volviéndose peor que la primera”.
Conforme la persona se distancia de la pornografía, surge un nuevo reto: encarar lo que uno puede encontrar dentro de sí mismo. “Mientras los hábitos adictivos y patrones comienzan a romperse, muchas de los  aspectos de raíz  empiezan a salir a flote”. Aquí Zapata plantea que son “necesarios momentos de quietud, oración de escucha, cobertura, cuidado pastoral, consejería, y grupos de apoyo. Uno debe reclamar su propio corazón, no cambiar de lugar lo que hay en él con distracciones”.

REAPRENDER A RELACIONARSE
¿Y qué hay del impacto hecho en otras personas? “Deberás reaprender a  relacionarte de forma nueva con aquellos a los que amas . Aprenderás a ver desde una perspectiva no sexual, y que la intimidad no equivale a sexo”.
Este proceso de volver a construir relaciones debe tener en cuenta siempre que la persona con la adicción no es la única víctima. En el caso de los casados, por ejemplo, “el  cónyuge  también es afectado por el pecado”.
“Un cónyuge no puede sólo enfocar su atención sobre el ‘adicto’ o sobre ‘el tipo de adicción’. Un cónyuge también necesita apoyo personal. La  confianza ha sido violada  y ambas partes necesitan diferentes tipos de apoyo”. De hecho, “el cónyuge no deberá ser la fuente principal o única de cobertura para el adicto”.

DIFERENCIAS EN LA CONDUCTA
Ante esto, ¿cuáles son las diferencias entre una actitud sexual habitual y los comportamientos que apuntan a una adicción? De forma sencilla pero ilustrativa, algunas de las diferencias son las siguientes:
                                                                                             


 ¿SATISFACCIÓN EN DIOS?
Varios de los libros sobre el auge del consumo de pornografía online hablan de la necesidad de conseguir una satisfacción personal en un nivel más profundo que el sexual.  ¿Puede hablarse de un vínculo de lo espiritual con la adicción sexual?  Zapata cree que sí. “El abordaje pastoral que se quede sólo a nivel de apoyo fraternal, acompañamiento, rendición de cuentas, y que obvie el aspecto espiritual, nunca alcanzará totalmente la sanidad integral del hombre”.
“Jesús es el único que puede verdaderamente liberarnos de este cuerpo de pecado y de corrupción. Reconocer esto es el principio de la recuperación. La libertad nos llega inevitablemente como gracia”.
 Hay dos alternativas para un cristiano, opina Zapata.  “Uno puede pelear contra este ‘monstruo interno’ odiándose, o uno puede empezar a ver esta área de ruptura y daño en su vida como un lugar que necesita desesperadamente la presencia de Dios”. Buscar esta presencia empieza por "escuchar, más en estos casos, es obedecer”.
Finalmente, el desengancharse del consumo de pornografía u otras formas de consumo de sexo es una cuestión muy relacionada con el concepto bíblico de  idolatría . Cambiar la mirada fijada en un ídolo para ponerla en Dios no es algo fácil. “El verdadero amor es una decisión difícil”, concluye Zapata, “en la que penosamente nos alejamos de amores menores (ídolos), hacia Jesucristo”.

 
ANTE LA PORNOGRAFÍA EL CRISTIANO TIENDE A "AUTOJUSTIFICARSE"
Lidia Martín, psicóloga, explica las consecuencias y equipara el consumo de sexo online a la infidelidad matrimonial.
Los cristianos no sólo tienen un consumo de pornografía parecido a la media social, sino que además tienden a justificarlo. Es una de las conclusiones del análisis que hace la psicóloga Lidia Martín, que ha investigado esta problemática desde su praxis como psicóloga. Explica a este diario que lo grave de visionar sexo online es que “cada vez se necesitarán contenidos más explícitos, más agresivos y, lo peor, se considerará que son normales, tolerables”. Puede leer el  primer artículo de la serie y el  segundo , ambos con el análisis del terapeuta Marcos Zapata.
La accesibilidad desde internet, la comodidad de un  consumo desde casa  y el hecho de que los contenidos sean, en muchos casos, gratuitos. “ Estos factores, sin duda, contribuyen al uso de la pornografía”, dice Martín, que ejerce en Madrid. “No hace falta hacer grandes esfuerzos para cruzarse con archivos de este tipo incluso sin buscarlo o buscando cosas mucho más inocentes y absolutamente desligadas del tema.  Tener el ordenador delante y no tener que dar ninguna clase de explicación  respecto a lo que se consume, facilita su uso (no como ocurre, por ejemplo, al comprar una revista de este tipo en un kiosko, en que te tienes que encontrar con el kioskero y además asumir que algún vecino puede toparse contigo en el momento más inoportuno)”.
Este uso tan “cuotidiano” que se puede dar de los contenidos sexuales online no deben hacernos olvidar, sin embargo, que el riesgo es importante. “Este terreno es tan altamente adictivo que, al igual que sucede con otras cosas, los primeros contactos suelen ser gratuitos para convertirse después en interacciones o visionados de pago”.
La pornografía se parece a otras drogas en que, a la larga, el cuerpo se acostumbra y genera tolerancia:  “La persona se acostumbra a cierto contenido y necesita ir subiendo la temperatura y el calado de lo que ve” , explica Martín.

 “SON MUCHOS LOS CONSUMIDORES CRISTIANOS”
 ¿Cómo es la problemática entre cristianos?  Martín explica que la realidad es bastante decepcionante. “Esperaríamos que entre cristianos esto no existiera o que, al menos, no fuera tan frecuente como lo es fuera de nuestras filas. Sin embargo, son muchos los consumidores cristianos de pornografía, aunque lógicamente no se habla abiertamente de ello”.
La psicóloga explica por qué, en su opinión, la diferencia con personas ‘no religiosas’ es tan pequeña: “Los cristianos somos personas como cualquier otra, con las  mismas debilidades , sólo que regenerados por la sangre de Cristo. Y en ese sentido es que la cercanía con el Señor y poner nuestra mirada en Sus cosas son la única protección real con la que contamos en estos casos. Somos igual de débiles, entonces, que cualquier otro y privarnos del uso de estas cosas es más  una cuestión de obediencia  que de falta de tentaciones”.
Otro factor que según Martín explica la profundidad de la problemática en las iglesias evangélicas, es que “hay mucho desconocimiento de hasta qué punto esto está desaconsejado y prohibido por Dios”. Y añade: “Se tiende fácilmente a la autojustificación, a dar  explicaciones en ocasiones un tanto rebuscadas  para conseguir precisamente esto, ver con buenos ojos lo que no es bueno”.

PORNOGRAFÍA COMO INFIDELIDAD A LA PAREJA
Preguntada por las consecuencias en el día a día de un matrimonio, Lidia Martín es clara: “Yo sí defendería que hay infidelidad en el uso de la pornografía. En el momento que se visualizan imágenes de otros de cierto tipo y con la intención clara de crear lujuria y promover el deseo sexual; cuando se promueve, no la pareja, sino determinadas prácticas y a través de un foco que no es la propia pareja; cuando, por decirlo de otra forma  entra un ‘tercero’ en escena , sea a nivel presencial o a través de una pantalla, hay una infidelidad”.
No ayuda el inventar etiquetas o diferenciar entre conceptos que en el fondo tienen la misma raíz.  “Somos muchas veces excesivamente legalistas con lo que es o no una infidelidad y en el fondo no es más que una forma de autojustificar nuestros propios deseos. Parece que si no te acuestas con alguien físicamente no estás siendo infiel” . Para un cristiano, cree Martín, las palabras de Jesús son suficientemente claras, cuando dijo que quien mirara con lujuria a una mujer que no es su esposa “ya adulteró con ella en su corazón”.
“De ahí que tengamos que ser un poco menos benevolentes con nosotros mismos en cuanto a estas cosas. Ninguna esposa o esposo se siente contento ni feliz al ver o constatar que su cónyuge consume pornografía. No beneficia a la vida sexual de la pareja, no contribuye a la unidad del matrimonio,  no favorece que nuestro deseo sexual se oriente hacia nuestra pareja  sino que, muy por el contrario, nos distancia de ella”.

CULPA QUE LLEVA A PÉRDIDA DE CONFIANZA
El sentimiento de culpa por el consumo de pornografía (tanto si se trata de una persona casa o soltera) acaba llevando a romper la confianza en las relaciones en un entorno familiar. “En muchas ocasiones cuando la persona se va embebiendo en la adicción también se va aislando. Esta es una característica habitual:  cada vez el elemento adictivo ocupa más y más tiempo y facetas de la persona , hasta el punto de que termina prácticamente ‘desconectado’ de la realidad o de la faceta de la realidad correspondiente con el tema en cuestión”.
Sobre la culpa que esto genera, Lidia Martín habla de  dos reacciones habituales.  “Dependiendo de qué tipo de culpa sea la que se hace presente, pueden pasar varias cosas: la culpa que lleva a la confesión y al perdón puede ser que al principio se presentara en forma de aislamiento, pero termine buscando el acercamiento con el cónyuge, la búsqueda de soluciones y el abordaje del problema”.
Pero cuando la culpa no se gestiona adecuadamente, “cuando lejos de buscar la confesión y el perdón lo que se busca es la ocultación y la permanencia de la conducta adictiva, el aislamiento y el distanciamiento de la familia están prácticamente garantizados”.

EFECTOS EN LA SOCIEDAD
Ante toda esta realidad, se plantea una pregunta preocupante:  ¿Qué efecto tendrá a nivel social el consumo generalizado de pornografía que, según todos los informes, se está dando ahora mismo entre la amplia mayoría de los menores de edad?
“Una de las cuestiones que ya estamos contemplando, no sólo en los jóvenes, sino en los muchos adultos que la consumen, es una banalización de la sexualidad y de las implicaciones del uso de la pornografía”. Relativizar el problema no ayuda. “Parece que no pasa nada, pero sí pasa. Uno de los efectos más evidentes y que acarrea también consecuencias en otros ámbitos es, principalmente, el hecho de que se ven las relaciones sexuales como algo puramente utilitario, para cubrir una  necesidad personal inmediata , pero poco o nada tiene que ver el amor o el afecto por el otro”.
 Las principales afectadas serán las mujeres.  “Se tiende a la degradación de la mujer”, explica Martín, “ya que son principalmente hombres los que hacen uso de estas imágenes y se la cosifica”. El efecto en los consumidores es de largo plazo: “Pensemos que normalmente este es un camino con difícil retorno, ya que se crean imágenes mentales que son imborrables, fácilmente reproducibles una y otra vez y que generan tolerancia, por lo que la adicción avanza sola”.
 El consumo repetido ahonda en el problema. “En ese sentido, cada vez se necesitarán contenidos más explícitos, más agresivos y, lo peor, se considerará que son normales, tolerables”.
“Muchos de los comportamientos que estas imágenes muestran son vejatorios para una de las partes y es  peligroso acostumbrarse a ello  y considerar que constituyen la normalidad y no la anormalidad”, concluye la piscóloga.
 Lidia Martín  es columnista de este diario y puede  leer sus reflexiones en el blog “El Espejo” . En el primer artículo de esta serie destacábamos algunos de los  libros publicados recientemente en inglés . Aquí les ofrecemos una selección de libros parecida en castellano, una bibliografía seleccionada por Marcos Zapata:
 “Cómo sanar las heridas de las adicción sexual” (Dr. Mark R. Laaser, Editorial Vida), “En el altar de la idolatría sexual” (Steve Gallagher, Editorial Vida), “Libertad en un mundo obsesionado por el sexo” (Neil T. Anderson, Editorial Unilit), “Sexualidad sana, liderazgo sólido” (José Luis y Silvia Cinalli), “La relación sexual y el soltero” (Joseph Knable, Editorial Unilit), “La batalla de cada hombre” (Stephen Arteburn y Fred Stoker, Editorial Unilit), “Hacia la sanidad sexual” (John White, editorial Certeza), “El sexo, los hombres y Dios” (Douglas Weiss, Editorial Peniel) y “Sanidad sexual” (David Kyle Foster, Mastering Life Ministries). Además, Lidia Martín ha participado, junto a otros autores, en el libro “Psicología y Sexualidad” (Varios autores, Básicos Andamio).


Autores: Joel Forster
Editado por: Protestante Digital 2012