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Testimonio de una feligresa: “Por qué dejé la Iglesia católica”


"Hoy no volvería a la religión católica porque en mi nueva iglesia aprendí y siento que encontré la verdad", sentenció.
Josefa es una española de 72 años, viuda con 3 hijos y 9 nietos. Fue criada en la fe católica y ya en Argentina se casó por iglesia y bautizó a sus hijos. Iba a misa todos los domingos, participaba de los grupos de la parroquia y cuando comenzaron las reuniones carismáticas formó parte de un grupo de matrimonios. Un día paseando con su marido escuchó a un pastor predicando el Evangelio en una plaza y se acercó.

Ese fue el primer paso que terminó hace 14 años con un cambio de religión.
“Cuando escuché a ese pastor sentí que algo me atraía” cuenta Josefa. “Yo quería eso, veía una claridad en la forma en que hablaba y explicaba la Palabra que me tocaba; nunca había escuchado hablar así. Seguía yendo a misa y a los grupos de oración, pero escuchaba por radio un programa evangélico y me daba cuenta que yo no sabía nada. Había cosas que se me mezclaban y me preguntaba ¿dónde está la verdad?, ¿cuál es la verdad? Así que durante mucho tiempo fui a las dos iglesias, pero sentía que tenía que tomar una decisión. Empecé a ir a las reuniones evangélicas y un día el pastor hizo la oración de entrega a Jesús como Salvador de nuestra vida. Fue una unción tan grande que nunca había sentido algo igual en una misa. Volví a mi casa cantando, feliz”.
Josefa cuenta: “Leía el catecismo y nunca había estudiado la Biblia, así que empecé a hacer un curso bíblico. Me acuerdo que tenía que contestar preguntas y les decía a mis hijos ‘ustedes que van a la facultad, ¿me pueden explicar esto?’. Pensaba que era una cuestión de sabiduría humana, pero el Espíritu Santo me abrió el entendimiento. En el curso decían que había que bautizarse y servir en la Iglesia y en 1993 decidí hacerlo”.
Para ella, la diferencia radica en que “mientras la misa era una mera tradición, en estas reuniones había una vivencia. Dios estaba resucitado y había libertad para que se manifieste el Espíritu Santo. También, más oración. Las personas crecían espiritualmente y eso viene acompañado de más servicio, del diezmo y del sostenimiento de las misiones”.
Y concluye: “Hoy no volvería a la religión católica porque en mi nueva iglesia aprendí y siento que encontré la verdad”.
Clarín

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Testimonio de una feligresa: “Por qué dejé la Iglesia católica”


"Hoy no volvería a la religión católica porque en mi nueva iglesia aprendí y siento que encontré la verdad", sentenció.
Josefa es una española de 72 años, viuda con 3 hijos y 9 nietos. Fue criada en la fe católica y ya en Argentina se casó por iglesia y bautizó a sus hijos. Iba a misa todos los domingos, participaba de los grupos de la parroquia y cuando comenzaron las reuniones carismáticas formó parte de un grupo de matrimonios. Un día paseando con su marido escuchó a un pastor predicando el Evangelio en una plaza y se acercó.

Ese fue el primer paso que terminó hace 14 años con un cambio de religión.
“Cuando escuché a ese pastor sentí que algo me atraía” cuenta Josefa. “Yo quería eso, veía una claridad en la forma en que hablaba y explicaba la Palabra que me tocaba; nunca había escuchado hablar así. Seguía yendo a misa y a los grupos de oración, pero escuchaba por radio un programa evangélico y me daba cuenta que yo no sabía nada. Había cosas que se me mezclaban y me preguntaba ¿dónde está la verdad?, ¿cuál es la verdad? Así que durante mucho tiempo fui a las dos iglesias, pero sentía que tenía que tomar una decisión. Empecé a ir a las reuniones evangélicas y un día el pastor hizo la oración de entrega a Jesús como Salvador de nuestra vida. Fue una unción tan grande que nunca había sentido algo igual en una misa. Volví a mi casa cantando, feliz”.
Josefa cuenta: “Leía el catecismo y nunca había estudiado la Biblia, así que empecé a hacer un curso bíblico. Me acuerdo que tenía que contestar preguntas y les decía a mis hijos ‘ustedes que van a la facultad, ¿me pueden explicar esto?’. Pensaba que era una cuestión de sabiduría humana, pero el Espíritu Santo me abrió el entendimiento. En el curso decían que había que bautizarse y servir en la Iglesia y en 1993 decidí hacerlo”.
Para ella, la diferencia radica en que “mientras la misa era una mera tradición, en estas reuniones había una vivencia. Dios estaba resucitado y había libertad para que se manifieste el Espíritu Santo. También, más oración. Las personas crecían espiritualmente y eso viene acompañado de más servicio, del diezmo y del sostenimiento de las misiones”.
Y concluye: “Hoy no volvería a la religión católica porque en mi nueva iglesia aprendí y siento que encontré la verdad”.
Clarín